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jueves, 11 de abril de 2013

Propuesta para hoy, día 11 de abril. 2º SERIE. Pasión según san Mateo. Rudi Dutske. Breton. Nieztsche se quiere casar.


11/04/20.
 I

La primera vez que oí Ebarne dich, mein Gott fue en Bremen. En la ciudad vieja. Yo no era un niño, así que me ignorancia no puede escudarse en la edad. La música me salió al encuentro cuando yo salía de beberme una cerveza servida en una de esas ridículas copas en forma de pie. Fue el año 1972. No hacía demasiado tiempo de las revueltas estudiantiles que pusieron a Alemania patas arriba. Yo estaba de trabajador invitado que decían. Aquel momento, que califico de hierofanía o, si ustedes quieren, de iluminación profana, no lo olvidaré nunca. Entonces entendí que, a la espera del momento mesiánico del que hablaba Benjamín, el mundo, para mí (y gracias a Bach), podría tener una justificación estética. 


Hoy, 11 de abril, no es viernes santo. Es sábado santo. Tanto da. El coronavirus nos mantiene confinados y perdemos la cuenta de todo… ¡y ya son 28 días! Para mí la semana, llamada santa, sólo tiene sentido asociada a la figura de mi padre


y a la música de Bach. Fue el 15 de abril, viernes santo, del año 1729 cuando el universo-mundo, representado en los beatos de la Iglesia de santo Tomás de Leipzig, pudo escuchar este milagro. Antes, sin embargo, el 11 de abril, viernes santo, del año 1727, fue ejecutada íntegra por primera vez.  Música, sin duda, del llamado Viernes Santo.  Habría que esperar un siglo para volviera a ser ejecutada (¿) en público. Los creyentes consideran argumento suficiente, en apoyo de su fe, la mera existencia de Bach.

II

En el glorioso año de 1968, el día 11 de abril fue jueves santo. Rudi no se encontraba bien, le dolía la cabeza y se acercó a la farmacia que había (y hay) en el cruce de la Ku’damm con Joaquim-Friedrich, Berlín, naturalmente. Aparcó la bicicleta (¿verde?) y…
Previsor, Josef Bechmann, había salido el día anterior de la estación de Munich con una idea fija, y pagada.
–¿Es Usted Rudi Dutschke?
–Sí
Y le descerrajó tres balas en la cabeza. Eran las 4’30 de la tarde. El bueno de Rudi, pensó que sería el orate que ya le había golpeado en otra ocasión con una muleta. Pero no. Fueron tres balas de plomo. Tres balas que todavía se conservan, no sé con qué intención, en no sé qué museo de Berlín. 




La campaña de los media de Springer había dado sus frutos. Aquel año, la burguesía puso sus cartas sobre la mesa: marcadas. ¿Y qué? Suyo era la mesa, suyo el tapete y suyas las reglas… ¡Y seguimos para Bingo!  En algún hogar sonaba, con adelanto, Erbarne dich, mein Gott… Y es que no hay obra de civilización que no lo sea de barbarie… y al revés: ¡¡ No hay obra de barbarie que no lo sea de civilización !!

La calle dedicada a su memoria está sabiamente ubicada: junto al pasaje Springer. Es una zona ganada al muro, a un paso del ridículo y cutre Check point Charlie.
El frust(a)rado asesino llevaba en el bolsillo algunas hojas de las publicaciones de Springer. Nada que ver con El guardián entre el centeno que otros elegirían.
Oigan: Tres balas contra R.D. de Wolf Biermann.
Lo hizo con la tranquilidad que da el cumplimiento del deber y la seguridad de que todo el aparato del estado está a tu favor.

III

Tal día como hoy, del año 1961, comenzó el juicio contra Eichmann.


Tres novedades: traducción simultánea, jaula de cristal antibala y el desenmascaramiento del mal: 

"Se extiende como un hongo en la superficie. Es un desafío al pensamiento porque el pensamiento trata de alcanzar cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la banalidad. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical". (H. Arendt).


Sólo ha perdurado la traducción simultánea y la jaula antibala. Lo de la banalidad del mal no ha surtido mucho efecto. Esa falta de profundidad y de entidad ontológica, por así decir, no avergüenza al capital.

IV

“¿Una princesa y un agente de banca que no tiene un céntimo? Era distinto durante la guerra. Yo tenía mi uniforme de los Húsares Negros, después fui oficial de aviación, creo que hacíamos buena pareja, pero, como tú sabes mejor que nadie, la guerra terminó para mí el día 11 de abril de 1916. Ya te dije cuándo me dejaron volver los franceses: el primero de marzo de 1920. Cuatro años perdidos ¿Qué iba a hacer ella? ¿Ganchillo?” (“Una princesa en Berlín”)


Peter y Christoph pasan el día en la villa de los Waldstein en el Wansee berlinés. Christoph recuerda el día en que Peter lo salvó de una muerte segura en los campos de Verdún. Ahí empezó todo. Si quieren saber la continuación, tendrán que leer la novela… aunque les supongo conocedores del desarrollo de la cosa. ¡Alemania!
 Simplemente anotar que una hija de Moisés Mendelssohn casó con un Waldstein. A Félix, nieto de Moisés, le debemos el que Bach no haya sido olvidado en los márgenes de la historia. Tiene gracia que hayan sido judíos los salvadores de la más excelsa música cristiana.

V

Ginebra, 11 de abril de 1876.
“Señorita: como usted va a escribirme esta noche, yo quiero corresponderle.
Haga usted acopio de todo el valor de su corazón, y no se asuste por la pregunta que voy a dirigirle: ¿Quiere usted casarse conmigo? Yo la amo y en el fondo de mi corazón siento que me pertenece…”


La traducción parece un poco rara…
Estas arrogantes, por tímidas, palabras fueron dirigidas por Nietzsche a Mathilde Trampedach. El filósofo del látigo no supo nunca de qué iba la cosa. Lanzaba, aconsejado por la nariguda-protonazi, propuestas de matrimonio como quien, en una fiesta de noche vieja, lanza serpentinas. Naturalmente, Mathilde no contestó. Creo que N. buscaba estos fracasos para acumular agravios y argumentos.





RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...