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miércoles, 19 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 19 de junio. “Blaue Reiter”. Maximiliano. Sikilianós. Pedro Mateo.

Si les pareció escasa la referencia de ayer a la batalla de “Waterloo” y quisieran algo más sabroso, lean Vds. el famosísimo capítulo 3º de “La Cartuja de Parma”. Además aprenderíamos algo acerca de técnicas literarias.

“El azul tiene el poderío de un sentido profundo (…) El azul es el típico color paradisíaco. Proporciona una sensación final de descanso. Cuando está a punto de hundirse en el negro, evoca un dolor que casi no es humano” (Kandinsky).

Nadie que me conozca pude dudar de mi preferencia por el azul. Sin embargo el “azul” tardó mucho en constituirse como un concepto englobador y unitario. Los antiguos lo consideraban “melos” frente a “leukos”: oscuridad frente a luz blanca. Lo utilizaban para oscurecer el blanco. Es raro: el cielo era azul, el mar era azul, algunos ojos eran azules…pero no había manera de conseguir una materia de la cual extraerlo con la pureza con la que se mostraba en el mundo.

(Lean Vds., si quieren la “propuesta” del 27 de noviembre: Ives Klein…).



El azul tiene algo de melancólico: El último cuadro de Van Gogh… Los azules de Picasso tras el exhibicionista suicidio de Casagemas… O ese pequeño planeta perdido en la inmensidad, en pleno desamparo, como en busca de una ubre materna.

Bueno…etc…etc, lo que quiero decir es que el azul es mucho color. Tiene mucha historia y mucha carga a sus espaldas. El elevadísimo precio (más que el oro) del “ultramar” puro lo dotó de dignidad y forzó la búsqueda de sustitutos. No está de más saber que fue el primer color obtenido artificialmente. Si les interesa el tema: “La invención del color” (¡¡!!) de Philip Ball.

Es la segunda vez que me atrevo con un “Parfait Amour”. Juro por mis muertos que no volveré sobre el tema. La bebida tiene un regusto a rancio…como proveniente de la “década malva”. Está bien para los “prerrafaelistas”, pero es vergonzoso que un jubilado hecho y derecho se pimple esa bebida infernal con color de paraíso.

Si quieren informarse sobre Kandinsky y sobre la importancia de su obra… ¡tienen donde recurrir! Si lo desean contacten conmigo y, de buena gana les pondré al corriente (o lean la inédita “propuesta” para el día 1 de octubre. Allí les explicaré el origen de la “abstracción” y tal).

El 19 de junio del año 1911 Kandinsky confió a Marc el plan que le rondaba por la cabeza, una vez fracasados los recientes intentos con la “Asociación” a costa del tamaño de su “Kompositión V” (algo así como lo que pasó, también por entonces, con el “Desnudo…” de Duchamp):



“¡Bueno!, tengo un nuevo plan. Piper tiene que cuidarse de la edición y nosotros dos…seremos los redactores. Una especie de almanaque (almanaque-anuario) con reproducciones y artículos y crónicas (…) solamente productos de aristas (…) El libro podrá llamarse “Die Kette” (la cadena) o de cualquier otra forma…No hables de ello. O sólo cuando pueda sernos directamente útil. En estos casos la “discreción” es muy importante”.

Es la primera referencia a lo que después sería el “Blaue Reiter”, obra fundamental para comprender el aire que respiraban las vanguardias artísticas.
La historia del nombre es conocida y ocurría al comienzo del otoño:

“El nombre de “Der Blaue Ritter” lo inventamos de tertulia tomando café en el pabellón del jardín de Sindelsdorf; a los dos nos gustaba el azul, a Marc, los caballos, a mi, los jinetes. Así pues, el nombre surgió por sí solo. Y el maravilloso café de la señora María Marc nos pareció aún mejor”.

Kandinsky había pintado en 1903 un cuadro que tituló: “El jinete azul”. Un cuadro paradójico, en el que el movimiento del caballito se ve paralizado como una mosca en ámbar: una combinación inesperada entre movimiento y quietud. Marc siguió la racha con los cristalinos “Caballo azul” y “Grandes caballos azules” de 1911. Y Kandinsky, acabada la aventura y la guerra, que se llevó p’alante a medio grupo, siguió con el rollo con los “Cuatro azules”…los otros tres eran: Klee, Feiniger y Jawlensky. Pero, en fin esa es otra historia. La sombra de Kandinsky es alargada. ¡Habrán ocasiones!









Las investigaciones sobre el azul con el fin de abaratarlo y fijarlo bien en telas destinadas al desgaste de la muerte se incrementaron durante el XIX. Casi todos los ejércitos del mundo usaban pantalones “espectro azul”…como ese azul violáceo del pelotón de fusilamiento (tal día como hoy del año 1867) encargado de eliminar a Maximiliano I, emperador de Méjico por disposición de Napoleón III. A Benito Juárez (¡los Juárez son así!) no le pareció bien. Tengo para mí, por lo que sé de su familia, que el desgraciado se hubiera suicidado si le hubieran dado un poco de tiempo. Su fusilamiento fue la drástica resolución de un dilema. Lo que me impresiona del cuadro de Manet, y a Vds. también ¿verdad?, es que parece que le disparan directamente a los dientes…a una distancia insólita. Y es que todo aquello dicho sobre Kandinsky empezó con Manet (¿Courbet?): eliminación de la perspectiva, ambigüedad entre fondo y forma…Otra vez me sale la vena académica ¡no puedo evitarlo!...Podría, pero sólo tengo esta bebida azul que me llena el corazón de melancolía y el estómago de fuego. Como complemento irían bien unas berenjenas color berenjena y unas olivas moradas de Cieza. Pensado y hecho: Una fuente de berenjenas rociadas de olivas moradas… ¡y al horno! Adorne Vd. la mesa con un “centro” de lavanda. De segundo algún pescadito azul con rodajas de remolacha.

Cuiden de no cortarse, porque en esta época la sangre, con el calor, toma enseguida un color violáceo.

Observen el cuadro. Fíjense en el soldado a quien se le encasquillado el fusil: indiferente al desarrollo fatal y a la expectación que se acumula por encima de la tapia. Para mí es uno de los “personajes” históricos de la historia de la pintura… ¡y esas nubecillas blancas! Otro de mis personajes preferidos es el "extremo izquierda" (derecha del espectador) de la foto: "Almuerzo en un rascacielos", sí , esa. Es el único que no "interacciona".

Sería para mí un grandísimo honor en darles a conocer a Ángelos Sikilianós (muerto tal día como hoy, del año 1951) Y no diré más. Les remito a mi querido y desaparecido amigo Pedro Mateo y por su mediación lo sabrán todo. Ambos están enterrados en el Primer Cementerio de Atenas.

             



Con Sikilianós me pasó algo parecido a lo que me pasó con una novelita de Mann: Yo iba recorriendo, exactamente, la geografía en la que se desarrollaba la trama. No lo había previsto. Fue una coincidencia. Sí, es aquella novela en la que sale Dinamarca, el castillo de Hamlet y tal… ¡ya saben!

Bueno, yo llegué a Grecia en el 78. Desembarqué en Igoumenitsa, entonces un pueblecito, bajé y, sin proponérmelo, me interné en Leukada (la isla blanca, también un poco melancólicamente sáfica). Entonces había un pontón móvil de tal manera que no te enterabas de que estabas entrando en una isla. Ahora menos: hay una carretera. Recorrí la isla blanca. Me dirigí a Delfos. Crucé el Korinthiakós por Agios Nikólaos. Cené en la amable bahía de Sikiá y me dirigí a Atenas. Recalé, finalmente, en Monemvasía, patria de Ritsos. ¡Hitos en la vida de Sikilianós!: Leukada, Delfos, Sikiá, Atenas…El resto lo supe por Pedro.

¿Saben Vds.? La emoción me embarga y no puedo seguir. Les recomiendo, en nombre de mi inmenso amor por Grecia y en el que profesé a Pedro Mateo, que se internen Vds. en el mítico territorio del poeta (de los poetas, de ambos). Se lo agradecerán a Vds. mismos.

Aquí les dejo una muestra de la poesía de Pedro, impregnada de la panteística unicidad presocrática. Espero que les conduzca a Sikilianós. O no: que se establezcan definitivamente en la poesía de Pedro Mateo.


LA PIEDRA MAESTRA
Viene el viento desde el mar homérico,
mece los olivos como antaño, las palmeras,
y resucitan mis viejas nostalgias griegas.
Las olas se suceden perpetuas, alzando
crestas blancas sobre el azul intenso.
A mi mente acude imagen del viejo rapsoda,
mirada profunda hay en sus ojos claros,
enredados en sus pestañas largos rizos.
Olor a sal me llega y a tierra asentada,
graznidos de gaviotas vienen del puerto
antes que el sol se pose sobre cumbres rocosas.
Me asemejo a espigas gramíneas que serán
alimento futuro para múltiples pájaros,
a los errantes guijarros de la playa
como esponjas del calor madurado y húmedo,
a las algas salidas a esta orilla serena
vibrando con música mediterránea e isleña.


Pienso en el mosto hecho vino blanco,
en las flores que serán limón, naranjas
dulces y olivas, granadas y romero tierno.
Mis brazos insisten en ser alas tensas
e iniciar vuelos de amor y libertad terrena
antes que venga la vejez que todo lo altera,
antes de caer noche tremenda y tiempo final,
antes que los sentidos se adormezcan planos,
sin relieve, incapaces de crear leves sombras
sobre las palabras insolubles de la Poesía.
Veo el color del mundo desde la piedra maestra
donde la tradición dice que enseñaba Homero
cara al mar, mirando hacia la otra orilla.
Veo esto como un sentir que abre mi interior,
veo todo esto como un sueño despierto.

Y este trocito inédito:
“Con rostro antiguo de guerrero cansado
La noche se cierra en torno a una vela
Entre tumultos de nubes se cierra
Se oyen las puertas de la oscuridad”








RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...