He aquí una
historia triste de verdad. E injusta.
Bruselas es un
buen sitio para suicidarse, me dice una amiga. Yo añado que los alrededores
también. O al menos para enfermar definitivamente. Así que a la historia, ya de
por sí lamentable, se le añade el contexto desolador. Les propongo, además, el sitio adecuado para
comer e ir recreando el tema: Restaurante “Le
diable au Thyme” en la calle “Pauvre
diable” (tengan presentes los nombres desde buen comienzo).
Por suerte hace
un día fresco, pero soleado (¡¡), así que podrán pedir que le sirvan en la
terraza. Desde Bruselas cojan la E 411, como si fueran a Luxemburgo (¡¡) y a un
cuarto de hora, más o menos, encontrarán Wavre. Pregunten por la Chaussée de Brusselles, 144. Tendrán que
salir del pueblo en dirección a la capital. Como a eso de dos kilómetros
turbios y abandonados, se tropezarán a su derecha con un edificio feo, alto… de
esos que aquí sin dudar calificaríamos “de los sesenta”: “Green Horizons Apartments”. ¡¡Ese es el epicentro de la historia!!
El restaurante está al lado. La historia es como si hubiera estado dirigida
desde los fogones de este diabólico restaurante de carretera.
Siéntense,
pídanse una docena de ostras al Champagne
y una botella de Bollinger (no se
preocupen por el dinero, si no lo tuvieran no hubieran salido de casa). Si
encuentran la ocasión pregunten por los primos Hèlêne y Henry y felicítenlos
por haber cumplido su sueño culinario. La cosa también va de sueños.
Mientras se las
sirven, pidan una cerveza conventual. Y suplíquenle (¡van de mi parte!) que les
pongan “De temporum fine comœdia”
de Carl Orf (*).
El día 1 de
abril del año 1985, sacaban del apartamento 47 B dos sacas de plástico negro.
En una iban los restos de Annie Pécher y en la otra los de Luc Dominique. A los
pies de la cama, entre dos guitarras, una, la fiel Adèle y la otra, regalo de Brassens, encontraron colocadas con respeto
dos hostias consagradas. ¿Qué cómo supieron que estaban consagradas?... eso fue
cosa del cura que por el olor y tal… También encontraron las inevitables (¿)
cartas de despedida. Se suicidaron tal
día como hoy, que aquel año cayó en viernes. Dos sueños rotos. Las
llevaron, había prisa, al monasterio benedictino de Clerlande, donde celebraron
el funeral y las enterraron en el cementerio de la localidad…en donde siguen: “Vi un alma volar entre las nubes”.
Corría el año
del Señor de 1963 y yo acababa de ser recolectado por los curas escolapios.
Pasaba la vida entre aquel decorado tropical que ya Vds. conocen. “Los
tiempos estaban cambiando” aunque no
se haría público hasta el otoño. Mientras tanto, los más avanzados leían
respuestas en el viento…pero no sabían las preguntas.
Grimau estaba
siendo tratado “exquisitamente”
(Fraga, llegó a ofrecerle un “ducados”,
para que probara la novedad, naturalmente antes de arrojarlo por la ventana.
Grimau lo fumó con incomodidad a causa de las esposas) en la DGS de Madrid a la
espera de poder meterlo en una saca. Esperaron a que la primavera estuviera en
todo su esplendor y a que se desvanecieran los ecos de las suicidas de
Bruselas: para que nadie más chupara plano. Avanzó la primavera y tomó la
alternativa “El Cordobés”, 5º califa
del toreo. Luther King empezaba a dormirse y Kennedy a tener pesadillas. Anoto
de pasada que exactamente diez años después, salía de Vietnam en último soldado
americano. Estaba, cuando salió en último avión, comprando chicle en un kiosco.
Cuando advirtieron su ausencia, volvieron y le recriminaron su comportamiento
infantil y su poco sentido de la historia.
Aquella
primavera fue la hostia: El teléfono rojo, el cierre de Alcatraz, una mujer en
órbita…
Como ven eran
tiempos espesos. Y hay más: Acababa de celebrarse el festival de Eurovisión,
ganó Dinamarca representada por Grethe
& Jørgen Ingmann.
Bélgica quedó fatal pese al esfuerzo de Jacques
Raymond (otro que jugaba con su nombre) que preguntaba insistente e
infantilmente “¿Por qué?” ante los
acontecimientos más cotidianos…como un presocrático desubicado. La respuesta
era el amor. Luc Dominique se sentiría fatal… ¡ella hubiera hecho un papel
mejor!
Peor quedó José Guardiola. Su “Algo
prodigioso” sólo cosechó dos votos: de la extinta Yugoslavia. Sin embargo
ambas canciones intuían algo aunque no acertaran a formularlo. Francia, en
mitad de la tabla, aportó: “Era tan
bonita”…ahondando en los presentimientos.
Luís Aguilé paseaba sus corbatas por los platós de TVE. Halliday competía
con Elvis. Celentano “rezaba” como
intuyendo el porvenir.
Ese verano el tour lo ganó otra
vez Anquetil. Bahamontes, que estaba en sus mejores momentos, ganó la montaña.
El Madrid ganó la Liga. España empezó
a ser “diferente” y las suecas
empezaban a frecuentar nuestras playas. Nosotros las veíamos, a lo lejos, en
las playas de la Malvarrosa.
Bueno pues mi vida se desarrollaba en aquel trozo de Vietnam. A veces
llegaban ecos de “She love you” o de
“Sapore di mare” que el gran Gino
Paoli había dedicado a su compañera de entonces y a mi “Afrodita Urania” de después: Stefania Sandrelli. Y fue entonces que
una voz dulce, como flauta de Pan, sencilla, absolutamente afinada y “au- dessus
de la melée”, empezó a cantar aquello de “Dominique nique nique…” (sin parar mientes en la rechifla
a que se prestaba el “nique nique”).
El profesor de francés la tomó como oración inicial y la institución como himno
excursionista. Así que cada vez que íbamos al cine (o a lo que fuera) a los
escolapios de Micer Mascó, atravesando acequias y bancales de chufas,
marchábamos al ritmo, como de frágil ave carpintera, de “Dominique nique nique….”. Creíamos que era una cosa
interna, nuestra, o más bien surgida de la mente creativa y un poco juguetona
del profesor de francés. Pero, para sorpresa nuestra, cuando entrábamos en
formación en las calles de Valencia, una multitud se agolpaba a nuestro paso y
unía sus voces de cuervo a las nuestras de jilguero. Lo que considerábamos
privado resultaba que se había convertido en un éxito, de momento, ciudadano.
En vacaciones comprobamos que el éxito estaba siendo provincial, nacional,
internacional… mundial.
Los grandes beneficiados fueron las dominicas y la Philips. Vendió millones de discos. Recibió un Grammy. Ed Sullivan la entrevistó en el convento (¡gran error!)… El
dinero fluía. La novicia había firmado papeles y los receptores de las firmas
estaban dispuestos a cumplir los compromisos.
Se rodaron películas, documentales; se escribieron artículos…
¿Han acabado las ostras? ¿Sí? ¿También el champán? Pues pasen al fifti-fifti y a la ronda de aguardientes.
Por entonces estaban de moda las “crisis
de fe”, eran como una epidemia. “Sor
Sonrisa” se contagió. Fue enviada, como medicina, a Lovaina a profundizar
en la Teología. Allí se encontró con una antigua amiga, también novicia. Se
enamoraron y decidieron que su vida monástica había tocado a su fin. La cosa se
aceleró. Se fueron a vivir juntas.
(Ahora puede sonar el “tema de amor”
del “Doctor Zhivago” (Maurice Jarre
*))
El contrato impedía que “Sor
Sonrisa” pudiera seguir utilizando su nombre artístico, así que empezó de
nuevo bajo el nombre de “Luc Dominique”.
La Pécher, enamorada, exigía la consumación. Dominique se resistía. Tira y
afloja. Finalmente se constituyeron en pareja sexual, sin dejar sus ansias de
religiosidad…
“Yo no soy una estrella del cielo…Dios es la única
estrella”; “Sor Sonrisa ha muerto, ya era hora”; “Gloria a Dios por la píldora
dorada”… (La encíclica “Humanae Vitae” dejaría las cosas en su
sitio).
La cantante se distanciaba de la ortodoxia y se adentraba en la temática
del momento: la píldora conceptiva, el feminismo, mayo del 68… Y según se
adentraba el dinero dejaba de fluir. Dio clases de guitarra. Montó, con su
amiga, una escuela para el cuidado de niños autistas. Las cosas iban
funcionando mal que bien. Se habían instalada en el edificio que tenemos a
nuestras espaldas y les esperaba una vejez aburrida, normal y empapada en
alcohol.
El aburrimiento y la normalidad volaron hechos pedazos con la irrupción
del Fisco. Le exigía 80.000 francos (he llegado a leer hasta 200.000) por las
supuestas ganancias de la dichosa “Dominique
nique
nique”. La cosa, pese a todas las explicaciones de la ex novicia, se
prolongaba y los intereses se amontonaban de forma exponencial. Ni la Philips
ni las monjas respondieron como era de esperar. Algo hicieron, dicen. Le
quitaron la escuela y todo lo que pudiera ser convertido en dinero contante y
sonante.
No la dejaron muda porque su voz ya no daba dinero.
El alcohol permaneció. Añadieron barbitúricos.
Desesperadas y sin un duro, tomaron la decisión de desaparecer….a lo
Marilyn, que no hacía ni un año que lo había conseguido.
Lean Vds.si lo desean, y les ha enternecido el tema, los diarios de la
novicia y las anotaciones de su amante. No están nada mal sus reflexiones.
No sé si sabrán que lo de “Dominique”
iba por (santo) Domingo de Guzmán,
fundador de los dominicos. Tiene gracia que el triunfador del año 63 fuera
Enrique Guzmán con “Dame, dame” (felicidad) y con “100 kilos de barro”.
Sáquense el riñón izquierdo y preparen el derecho. No sonrían que les
cobrarán suplemento.
Tal día como hoy, del año 1901, en Río Negro (Argentina) se funda Río
Colorado (estación). Y hace 9 años hubo un eclipse total de sol con epicentro
en Libia. Son datos que ayudan a entender el sin dios que nos rodea.
Aznarcóllar lo dejaremos para otro día.
La colecta que no sé qué emisora de radio hizo en favor de las ex novicias, ascendió a 550.000 francos. Como no las encontraron, se las quedaron las monjas...¡¿digo yo ?! Hijos no tenían.
La colecta que no sé qué emisora de radio hizo en favor de las ex novicias, ascendió a 550.000 francos. Como no las encontraron, se las quedaron las monjas...¡¿digo yo ?! Hijos no tenían.