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viernes, 7 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 7 de junio. Donut. Borges. Ödön von Horvärth. Roth.



Un país cuyos ciudadanos (incluida la recia policía, y las secretarias de sheriff) empiezan el día con donuts y batidos de vainilla no tiene futuro. Se gastará el presupuesto en insulina, papel higiénico, ortodoncias y dietas adelgazantes. El dulce, además, debilita el carácter y fortalece el capricho. Baja el umbral de frustración. No es de extrañar, pues, que en los USA las matanzas caprichosas se cuenten por docenas y  que el comportamiento infantil se prolongue hasta los 80 años (para dar paso a  la adolescencia). Por el contrario, el cordero, asado al aire libre, enriquece la sangre y agiganta las expectativas. Dota a quien lo come frecuentemente de una veeeeeehemencia cornúpeta que lo empuja a cornear al primero que se le ponga por delante. 




 
No hay un “Día Internacional del Cordero” (DIC). Está la “Fiesta del cordero”, la “Siesta del Borrego” “la del Carnero” y el “Silencio de los Corderos”. Pero un Día Internacional… ¡no!  Quienes la celebran, celebran la sumisión de Abraham y la resignación de Ismael. ¡¡Dios es grande!! Y por él soy capaz de matar hasta a mi propio hijo. Al final, ya saben Vds., apareció un cordero y tal y más cual.

Todo esto para decir que hoy se celebra el “Día Internacional del Donut”, en cualquiera de sus variantes…Incluso los churros (su complementario), creo, podrían incluirse en una definición generosa. Aunque el churro produce otra caracterología (en la que no entraré). Yo sigo con mi inveterada costumbre del pan tostado con aceite y orégano griegos, rematado con un carajillo fifti-fifti y (según días) remolque de aguardiente.

Hay autores que hacen difícil el trabajo de buscar efemérides. No es el caso de Borges, que trufa sus escritos con fechas exactas…como anclas que impiden que la “ficción” se disuelva euridicianamente en la estratosfera.

No sé por qué, sin embargo, tengo anotado en el día 7 de junio:

“Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
Como si esta ya fuera ceniza en la memoria”.

En realidad podría ir bien cualquier día. Y sigue la efeméride:

“En las arrebatadas noches del sufí
Eres la cimitarra, la rosa y el rubí
(…)
Vino del mutuo amor o la roja pelea,
Alguna vez te llamaré. Que así sea”



“En una de las noches del Missisipi, Huckleberry Finn se despierta; la balsa, perdida en la tiniebla parcial, prosigue río abajo; hace tal vez un poco de frío. Huckleberry Finn reconoce el manso ruido infatigable del agua; abre con negligencia los ojos; ve un número vago de estrellas, ve una raya indistinta que son los árboles; luego, se hunde en el sueño inmemorable como en un agua oscura.”

Eso ocurría un 7 de junio de (pongamos) 1883. Y si lo dice Borges… ¡Sea! 




Sólo decirle a Borges que la noche era oscura, de “boca de lobo”. La luna no apareció en toda la noche. Había empezado la fase de “luna nueva”. La “tiniebla parcial” sería oscuridad absoluta. Observen Vds. la exactitud de Borges: no menciona a la luna; con lo que evita incurrir en un posible doble error. De esta manera el error sólo puede ser simple: que estuviera nublado.
No importa, ya que Borges utiliza esa escena no en sí misma, sino como soporte de una argumentación que quiere ir más allá de la negación berkeliana de la materia y de la humeana disolución del YO. Borges quiere negar el tiempo mismo, la sucesión temporal: proclamar un presente eterno.

El idealismo es rico en sugerencias “poéticas”. Alimenta fantasmagorías y alucinaciones. Sin embargo no puede dar cuenta de “lo que es”, sino reduciéndolo a apariencia, representación. Llámenle Vds. “X” pero que se acerca la muerte es un hecho ineluctable. Si todo resuelve en impresiones… ¿Es la muerte una impresión o más bien la ausencia de toda impresión? Ambas preguntas implican paradojas. El idealismo no puede explicar el hecho de la muerte. Berkeley, conduce su estricta consecuencia, a un supuesto no percibido: Dios. Puesto que dios existe y todo lo percibe, el mundo y lo que lo compone existe, es. Dios como garantía de la continuidad de la existencia de las sustancias.  Sin Dios no podríamos asegurar que lo que no es percibido por nadie, exista. Dios, el espectador…no le quita ojo al mundo. Si se le olvidara mirar, nuestra existencia se hundiría en la nada… se disolvería euridicianamente




Por lo demás, a mí, como Vds. saben, el tiempo y el espacio me la refanfinflan.

Hay más 7 de junio en Borges…

Haré los honores a Huck y me aparejaré una trucha. Yo la relleno de mejorana. Así me ahorro el extractor de humos y aromatizo la casa. Verdejo y la coda acostumbrada. Hoy con remolques de coñá…¡y unos vasitos de absenta!

Tal día como hoy, del año 1938, llevaron al cementerio de Saint Ouen (París) el cadáver de Ödön von Horváth. Había muerto el día 1 de junio. Había llegado a París el 28 de mayo.
Austrohúngaro, sin matices. Finalmente “apátrida” (Danilo Kis). Se había establecido en Berlín y lo abandonó en el 33. Se estableció en Viena.

En marzo del 38, Hitler llevo a cabo lo que reflexionaba ante la cabeza calva de Bruckner en el Walhalla: la anexión de Austria. El escritor abandonó Austria, pero antes quiso despedirse de todo y de todos. Hizo un periplo por la antigua geografía centroeuropea antes de recalar en Ámsterdam.  Y como atraído por la fatalidad (o viceversa) entró en la consulta de un vidente que prometía la revelación de los arcanos: “París será un completo final”. Aplazó el viaje a América y se pasó por París. Y como Edipo fue en busca de su destino.


                            


Mientras tanto el otro austrohúngaro, el “Santo bebedor”, fracasado su desorbitado intento monárquico de parar el “Ansschluss”, rota la relación con la “chica de seda artificial” (I. Keun), derribado el Hôtel Fayot e instalado en un cuchitril del Hôtel de la Poste, pasa las horas muertas (ya) en el “Café Tournon”, en los bajos del Hôtel, sito en la calle homónima, dando los últimos toques a la “La Cripta de los Capuchinos”…y a la suya propia. Vivía como los nonatos, envuelto en líquido amniótico de 60º. Cuando rompió aguas fue para morir.

Ödön se instaló en un hotel cerca de Odeón, no lejos de la buhardilla de Roth y se dedicó a disfrutar de París: Amaba las ferias, los circos, el cine.
Tenía prisa por escribir (tenía que ganarse la vida); antes de morir acaba: “Juventud sin dios” y “Un joven de nuestro tiempo” (las pueden encontrar en Austral): Vidas destinadas al nazismo. Pocas veces la clarividencia ha sido puesta al servicio del análisis del nacimiento del nazismo con tanta certeza: la desorientación, el paro, la inseguridad…como sala de espera del fascismo. La verborrea, el sentimentalismo, los tópicos; el uso, en fin, desconsiderado del lenguaje, como vía hacia el militarismo más violento.  Naturalmente sus obras fueron quemadas en la actual Bebelplaz de Barlin.

Roth había escrito “La tela de Araña”, adelantándose al fenómeno.

El “apátrida” se levantó animado el día 1 de junio. Tenía una prometedora entrevista con Robert Siodmak, director de cine de cierto éxito y antiguo guinista para a UFA. En el 33 también había dejado Alemania por París. Tenían intención de hablar sobre la posibilidad de llevar a la pantalla “Juventud sin dios”. Así que se levantó animado; almorzó abundantemente en el hotel y, por consejo de Robert, fue a un cine de los Campos Eliseos en el que proyectaban “Los siete enanitos”, estrenada el año anterior y considerada como el primer largo metraje de animación sonoro y en color. Me disculparán Vds., pero no voy a explicar el argumento. Sólo recordar la tormenta que se desata cuando, habiendo probado Blancanieves la manzana envenenada, la bruja se dispone a liquidarla. Los enanitos la persiguen. Ella huye. Sube a una “montaña” y con la ayuda-palanca de una rama intenta arrojar una roca sobre los enanos y su amada Blancanieves. Cuando está a punto de consumarse la matanza, un rayo etc…etc…acaba con la bruja. Por lo demás también en “Juventud sin dios” hay alguna fractura de cráneo.



Salió presagioso de la sala. Él era así: supersticioso. Y se dirigió hacia las cercanías del Teatro Marigny a tratar el asunto (Av. Marigny con Champs Élysées). Se levantó un viento huracanado gris plomo. Se abrieron las puertas del cielo. Los paraguas volaron como medusas aéreas. Los chubasqueros dibujaban siluetas de murciélago. Los relámpagos relampagueaban y los truenos aplaudían.  La gente se apelotonó bajo la copa de un viejo castaño que (todavía) resguardaba la entrada del Teatro. Una rama se desprendió y le partió el cráneo. El resto resultó absolutamente indemne. Así de sencilla y de inesperada le llegó la muerte.

Roth apuraba su segunda botella de coñá.

Lajos, su hermano, acudió desde Alemania para hacerse cargo del asunto. Los nazis habían establecido el límite para la “exportación” de divisas en 1.000 marcos…a todas luces insuficiente. Lajos se instalo en el hotel. Aún no había vaciado la maleta cuando se presento un empleado de pompas fúnebres. Se estableció un entierro de tercera clase. Lajos se quedó con lo imprescindible para poder regresar.
Al día siguiente se presentaron dos hombres compungidos, con levitas negras, para tratar el asunto del entierro. Lajos comprendió que había sido víctima de una estafa.

Pese a todo el entierro se celebró.

La noticia corrió entre los círculos de exiliados. Roth tardó días en saber de qué se trataba.  El coche fúnebre recorrió Magenta, cruzó República, se internó por Barbés, por el Bd. Ornano, salió por la Puerta de Clinancourt y se deslizó por Michelet. Allí se detuvo. Los bares se vaciaron y los clientes, que esperaban desde las primeras horas, se dispusieron detrás del catafalco, que giro a la derecha para enfilar la puerta del camposanto: “Un lamentable ejército de individuos desmelenados (…) entre ellos se tambaleaba Joseph Roth, el célebre escritor, totalmente ebrio, como solía estar por aquella época, con un traje lleno de lamparones, apoyado en dos jóvenes admiradores” (Carl Zucmayer). Lajos añadía a la natural pena, la preocupación por la pasta y la inseguridad por el desarrollo de la “despedida”. Una vez dentro ocurrió el milagro digno de Andreas Kartak: la ceremonia fue de primera categoría. Lajos ya se veía en chirona. Los empleados de los asuntos del más allá lo tranquilizaron y le dijeron que todo estaba pagado. A una cierta distancia un hombre seguía la escena principal. Lajos lo reconoció:

–¡Y yo que pensaba que era Vd. un estafador!
–¡Y lo soy! Pero cuando me enteré por el periódico de que el finado era un artista…¡a los artistas no se les puede estafar!

Años más tarde sus restos serían trasladados (50 aniversario) a Viena…donde reposan en paz.

Busquen Vds, la inevitable plaquita:



"Et les gens vont dire
Que dans un lointain avenir
On saura discerner
Le faux et le vrai

Que le faux disparaîtra
Alors qu'il est au pouvoir,
Que le vrai adviendra
Alors qu'il est au mouroir"
(1938)

Odon von Horvath, dramaturge et écrivain de langue allemande, né en 1901, mort le premier juin 1938 face au théâtre Marigny, tué par une branche de marronnier arrachée par la tempête.
Hommage de son éditeur Thomas Sessler Verlag, Vienne, le 3 juin 1998

A pesar de todo, Roth escribió una nota necrológica.

Casi en la esquina de Michelet (por la que dobló el coche fúnebre para dirigirse a la puerta de Saint Ouen) hay una Brasserie-Bar. Tiene unas mesas blancas de plástico y unas miserables sillas haciendo juego.  Hay dos tipos que desde tiempo inmemorial, uno vestido de blanco y sentado y el otro con ropa inapropiada, de pie, parecen discutir sobre la naturaleza de la sustancia. Al de la camiseta sin mangas le atribuyo el escepticismo humeano, más abarcador y radical. El que está sentado debe haberse quedado, por cansancio, en el cuestionamiento de, sólo, la sustancia material. El local se llama: “Le claire de lune”. Allí, a la sombra de esta discusión secular, podríamos haber esperado el cortejo: “¡Ya viene el cortejo!...”
Porque la esquina está ocupada por una funeraria. Díganle que van de mi parte y les regalarán media docena de epitafios, pergeñados por el dueño de la brasserie, poeta.

Tambien podríamos haber pasado la tarde en el “Café Tournon” (Rue Torunon, abundante en “efemérides”, con rue Vaugirard). 






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RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...