Acabo de comprar en “le chemin des philosophe” de la rue Feuillantines: “L’Avenir dure longtemps” (versión original, naturalmente), seguido de “les Fets”. En realidad lo he hecho por no tomar, tan solo, el carajillo de calvados; para dar la impresión de que estoy ocupado en algo…Desde la terraza del café Gay Lussac, se divisa el Panteon y naturalmente las instalaciones de la Normal, rue d’Ulm.
Si vds. han leído la obra (empezando por “Les fets”) no habrán podido evitar la sensación de que Hélène
estaba predestinada (¿sobredeterminada?). Está escrito 5 (o más)
años antes de que ocurriera lo que ocurrió:
“De pronto me veo levantado, en bata,
al pie de la cama en mi apartamento de l’École Normal. Una luz gris de
noviembre--era el domingo 16, (los domingos hay mucho
tiempo libre) hacia las nueve de la
mañana—el sol entra por la izquierda (…) Frente a mí: Hélène, tumbada de
espaldas, también en bata.
Sus caderas reposan sobre el borde de
la cama, las piernas abandonadas sobre la moqueta del suelo…”
Althusser se ha pasado… y ha convertido lo que era un cotidiano masaje en
un extraordinario y definitivo estrangulamiento. La anciana no ha opuesto
resistencia: prefiero la muerte, antes que seguir con la monserga de la “muerte del sujeto”…¡que nunca se consuma!
Por esto y por lo que vendrá sonaría en el esputofaif : “Asesino, esperanza de las mujeres”,
drama musical del “degenerado”
Hindemith*, sobre texto del doblemente “degenerado”
Kokotschka.
A Althusser se le hizo merecedor del “no
ha lugar”…que te exime de la justicia y te condena al silencio de los
psiquiátricos.
Triste y corta historia la del “sujeto
moderno”: “Filosóficamente”,
muerto en la adolescencia…”prácticamente”,
masacrado de forma rutinaria.
Le pido al camarero una botella de calvados y le ruego que si preguntan
por mí…¡diga que no estoy o que estoy ocupado!...Y, así, pimplando frente al
escenario de los hechos y en esta geografía urbana tan significativa, intento
dar forma a ciertas intuiciones, propias de alcohólico (psico)”analizable”.
El “Yo” cartesiano es Dios en
nosotros, y con la certeza que nos presta, conquistamos el mundo (en todos los
sentidos). El “Yo” se deshilachó con
Hume, se desvaneció (euridicianamente) con Nietzsche y se convirtió en marioneta
por obra (y gracias) de Freud y Marx…Pero Dios ¡siguió estando en nosotros,
confundido con las potencias del cuerpo (político)!...Dios y el Estado
continúan su simbiosis gracias, no ya a la Religión…¡sino al Derecho!...De ahí
que la revolución tenga que ver con la “muerte
de Dios”.
Pero la revolución la hacen los sujetos (históricos, concretos)…no la
hará el “Yo transcendental”.
…Muerto el “YO”…¡Viva el “yo”!
Althusser, quizá, confundiera los dos “yo” y su ansia epistemológica por acabar con el “sujeto abstracto” se convirtiera en un
acto psicótico en el cuerpo de un “yo
concreto”.
¡¡Vaya con el calvados!!
Hay que decir que de todo el grupo, sólo quedó vivo el “analista”: Se
respira en su compañía una atmósfera lúgubre, premonitoria. Los suicidios extravagantes
abundan…pero ¡en fin! también es cierto que el suicidio es la auténtica
libertad que nos queda…Sobre esto…¡nada más que decir!
Althusser, endógenamente depresivo… criado y crecido en L’École, de donde
raras veces salía, pretendió (siguiendo consciente o inconscientemente… ¿qué
importa? a los revisionistas clásicos)
convertir el marxismo en una filosofía académica, separada de la práctica
revolucionaria que es su razón de ser y de existir. Convertir el marxismo en
una gnoseología (¿neo-kantiana?) absolutamente extraña a la dialéctica
hegeliana (y eso…¡contra toda evidencia!) privándolo, así, de su capacidad “negativa”, palanca para la
transformación social: ¡se puede ser comunista sin ser marxista (y
viceversa)!... (¿?)
Olvidó que el marxismo nace como “crítica
de…” y no como filosofía académica o como ciencia económica. El “intelectual marxista” se pone al
servicio de la clase analizando “la
situación concreta”, sin perder de vista la “Totalidad”.
Olvidó que el destino de la filosofía es desvanecerse (euridicianamente),
realizarse en la práctica revolucionaria. Y que la práctica revolucionaria en
la “superación” de la filosofía. Aquí
un recuerdo a Clausewitz*. Y un traguito de” calvá”.
En su beneficio decir lo que él mismo reconoció:
“Acababa de publicar (1965) eufóricamente
(bipolar) “La revolución teórica de Marx” y “Para
leer el Capital”, aparecidos en octubre. Me vi preso de un increíble terror
ante la idea de que aquellos textos me mostrarían desnudo frente a un público
muy amplio: completamente desnudo, es decir, tal y como era, un ser todo
artificios e imposturas, y nada más, un filósofo que casi no conocía nada de la
historia de la filosofía y casi nada de Marx (del que ciertamente había
estudiado de cerca las obras de juventud, pero del que sólo había estudiado
seriamente el Libro I de El Capital). Me sentía un “filósofo” lanzado a una
construcción arbitraria, muy extraña incluso al propio Marx”.
Si esta declaración la hubiera hecho antes, nos hubiéramos ahorrado tanto
fárrago y desconcierto.
Otros le reprocharon no haber abandonado el PCF, sobre todo cuando la
traición del 68. Sin embargo él creyó conveniente dar la batalla en su
interior… ¡pese a la experiencia de Hélène!
Su “antiestalinismo” no llegaba
a tanto: criticó el “culto a la
personalidad” y cosas por el estilo, pero nunca cuestionó la línea general
de la IIIª internacional ni el papel histórico del PARTIDO…Pese a todo tuvo sus
más y sus menos con la dirección archi- estalinista de la época. Y tuvo que ver
en la génesis de los grupos maoístas tan activos en aquel mayo parisino.
Bueno, señores…¡Infórmense vds. mismos!...
Pido la cuenta, pago y al levantarme caigo de bruces sobre la mesa. El
estruendo, como un resorte, abre todas las ventanas del vecindario. Recojo el
libro y dando traspiés me dirijo hacia “La
Coupoule” de Montparnasse… ¿Por qué Lacan podría y “yo” no?...Ya saben vds…
¡Si no llevara dinero no habría salido de casa!
De camino, me viene a las mientes el gesto exagerado de Poulanzas y doy
media vuelta. El calvados pugna por salir. Aprieto los dientes y cierro
férreamente la boca.
Puesto que hemos empezado a estudiar ruso (¡¡) nos parecerá adecuado
probar suerte en un restaurante “ad hoc”:
El “SvetlIana” (rue d’Orsel) cerca de
la plaza Louis Michel…allá por Montmartre. Andaremos unos minutitos hasta Saint
Michel, tomaremos la línea 4 y bajaremos como podamos en Barbés. De allí, en
ziz-zag, son 5 minutos. ¡Conviene que nos dé el aire!
--Dóbroe utra!...(¡buenos días!...por
si no lo entienden)
--Dabro….(no se qué)
--¿Algo para comer?...(llevándome el
puño a la boca)…¡voy solo!
--¡Como todos, amigo!...Llega un
momento en la vida….
--Y necesito un trago de vodka!
--Kurs!
--¿Y esta oscuridad?...¿no podríamos
tener un poquito más de luz?
Los rusos en esto son muy penetrantes…un gesto imperceptible y un vaso de
vodka me espera sobre la barra. Me abalanzo y lo trago como náufrago. ¡Y se
hace la luz!
--Ya vudú…¡la vôtre formule!:
Assortiments de Zakouski y Boeuf Strogonoff…¡y medio litro de vodka!
--atlichna!
Mientras me zampo el trozo de carne intento poner al día mis
conocimientos de la historia de mi admirado país…¡país es poco!: ¡¡Rusia!!...Ya
mi madre en mis años mozos me tildaba de “ruso”
cuando mi comportamiento no cabía en los estrechos límites del pueblo.
Tal día como hoy, del año 1581, Ivan “el
terrible”, en un arranque de ira terrible, asestó tal estacazo a su
primogénito que lo envió al más allá sin darle tiempo a pedir explicaciones. Por
si acaso, lo remató con otro bastonazo…para fortalecer su “terribilitá”. Repin (1885) inmortalizó el desgraciado momento…y el “no ha lugar” del padre.
Dediquen un poco de su valiosísimo tiempo en mirar las pinturas de Repin…reconocerán
a uno de los nuestros.
Iván, primero en tomar el nombre de zar, puso las bases de la Gran Rusia,
mediante medidas centralizadoras, conquistas y ataques directos a los “feudales” boyardos. La muerte
(¿envenenamiento?) de su primera esposa lo volvió medio loco y el mercurio, que
ingería para contrarrestar el avance de la sífilis, lo acabó de trastornar:“Un dia con Venus y una vida con Mercurio”.
Tuvo tantas mujeres como su contemporáneo Enrique VIII, el destino de las
cuales fue mucho menos envidiable (¡¡): envenenadas, ahogadas, encerradas en
conventos.
Boris Godunov, favorecido por el zar contra los “boyardos” ricos, tras ciertas vicisitudes, se convirtió en el
primer zar elegido de la historia de Rusia. Con él empezó una “época turbulenta” que abriría las
puertas a los “Romanov”.
Godunov, progresista para la época, estableció, sin embargo el marco
administrativo de la servidumbre, medida (¡ya supondrán vds.) sumamente
impopular entre los campesinos.
--¡oficiant!
--Da!
--tendría la bondad de tomar asiento
y acompañar un brindis.
--Pero…¿y los demás clientes?
La sala está vacía…¡el único cliente soy yo!
--Insisto, caballero…¡Brindemos por
José Gabriel Condorcanqui!
Se sirve un copuzo…que si lo sé no lo invito…¿Qué no les suena ese tal
José Gabriel? ¿Y si les dijera que era
descendiente del último Inca de
Vilcabamba? ¿Tampoco?...Adoptó el nombre de Tupac Amaru II*…¿Caen ahora?...Brindemos por su memoria. Por ese precursor
de Bolivar…por el primero que eliminó la esclavitud negra en la América hispana…Al
día siguiente lo descuartizaron…¡así son las cosas!..¡Por él!...
No he acabado de recitar y ya se ha pimplado los 20 cl. y me acerca la copa como un preso la escudilla. Le sirvo el mínimo imprescindible para que el brindis sea válido.
--¡Abajo la explotación del hombre
por el hombre! ¡Expropiemos a los expropiadores!
--Bueno…¡pero antes me paga, eh!
--Tranquilo , amigo. Yo ser amigo de
rusos.
Empina decidido el codo y se queda inmóvil contemplando el techo como pensando
en una nueva decoración. De repente cambia de color…hacia el cárdeno… y empieza
a agitar los brazos en molinete…Hernia discal…¡seguro!
De una colleja devuelvo el cuello a su posición original.
--Spasiba! Spasiba!...¡la hernia
discal!...
--Son cosas que pasan…Por cierto ¿no
tendría vd. una Budionovka?
--¡¡¡¡¡
Ahí empezó todo. Los brindis se sucedieron a velocidad de “ejército rojo”. Sonó Kalinka por los
Coros del Ejército Soviético. Bailamos el “kasachov”
y el “kalavnikov”(¿) encima de la
barra. Los clientes nocturnos se alejaron despavoridos y las sirenas empezaron
a cercarnos…Parecía el Apocalipsis. Y nosotros, con ojos de Pantocrátor,
brindamos por los proletarios del mundo…por los reyes de la baraja y por la
reina de corazones.
Por las ventanas se escapaban sus alaridos y mis proezas fonéticas.
Las sirenas nos rodearon: iiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Fundido en negro.
Aquello fue el comienzo de una verdadera y eslava amistad (valga la
redundancia)…Continuó en la comisaría del 18.
¡Oh, amigo Lev…!
¿Cómo llegué a “Port de Lilas”?...¿lo
recuerdas tú, amigo Lev?...¿Lo recordáis vosotras, Ángeles Custodios?