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miércoles, 10 de abril de 2013

Propuesta para hoy, día 10 de abril. Isolda Wagner. “Réquiem alemán”. "Los mil y un cortes". Cita de Breton.






 Hoy toca descanso. La tranquilidad del hogar. El beber sosegado. Música.

I

Lean, si lo desean, la propuesta del 10 de junio y podrán seguir las vicisitudes del surgimiento de “Tristán e Isolda”. Lo de hoy es un entrante, una tapilla, por así decir. Vaya por delante mi desprecio por el individuo Wagner y por toda su saga. Y es que de donde no hay, no se puede sacar.

¡Olvídense de una vez de los días de Dresde!



En la primavera del 1865 ya hacía un año que la “troupe” se encontraba bajo la protección de Luís II de Baviera que soñaba, en sus paréntesis de lucidez, con el “maestro”, así como su abuelo soñó con Lola Montes. Al abuelo le debemos la inigualable “Oktoberfest”. Al nieto, el festival de Bayereuth… realizaciones a la altura de los objeto de su amores y constatación de que lo que puede empeorar empeora

Pues bien, allí estaban, a gastos pagados, el matrimonio von Büllow-Cósima, sus dos retoños (Daniela y Blandine), el “genio”,  e Isolda… que estaba a punto de salir al mundo. Salió como hija legítima de von Büllow y Cósima, pero hasta el perro sabía que el padre era Wagner. Nada que objetar. Lo que no se puede aguantar es que en el momento del nacimiento, el director de orquesta estuviera currando sin conciliación, dirigiendo el primer ensayo de “Tristan e Isolda” (que, como Vds. saben, se estrenó exactamente dos meses más tarde)... El 10 de abril de 1865.

Cayó en lunes y era plenilunio. No creo que le hiciera mucha gracia a von Büllow darle a la batuta en una situación como esa. Más bien pensaría en espetar al  sublime compositor como a una sardina malagueña. Tampoco a la niña… ¡cargar toda su vida con ese fardo! Y por si el esfuerzo fuera poco, la protonazi Cósima sólo reconoció, como legítimo heredero, a Siegfried. Isolda perdió la demanda pero se vengó casándose con un judío marxista y conocido antinazi. Murió en plena redacción de la Constitución de Weimar. La nariguda Cósima le sobrevivió 11 años y pudo gozar del ascenso del nazismo, con cuya cúpula “intelectual” llegó a emparentarse: “hierba mala, nunca muere”.  

Mi gusto por lo “efemerídico”, sin embargo, es más grande que mi desprecio; así que oiremos ¡otra vez! el inicio de “Tristán e Isolda”…y es que a Gorrión le estremece ese primer acorde. Se acerca a los altavoces (ya saben Vds. que no oye bien), apoya la cabeza en sus patitas delanteras, cierra los ojos y, supongo, pensará en su Isolda. Su Isolda es la vida, que se le escapa (por mucho elixir de cortisona que le dé). ¡Pobre Gorrión!
De las infinitas versiones, la más renombrada: la de Mahler y Roller, que tanta honda impresión causó en un jovencito provinciano de, ya, ridículo bozo.

II

Busco y rebusco (no como Picasso que encontraba sin buscar). Yo busco y rebusco y, a veces, ¡encuentro!: un cuartillo de ¿Master Jaeger?...de ¿Mike Jaeger?... ¡el del ciervo! … ¡¡A la salud de Isolda!!



Precisamente en este momento, en esta sagrada “hora del ángelus”, hora del Dry, de hace 101 años, el “Titanic” zarpaba de Southampton. Thomas Andrews, Jr, encargado del diseño y supervisor de la construcción del “insumergible”, fue el primero en subir. Lo hizo entre vítores (“Ave César, los que van a morir…”) y aclamaciones, saludando con el sombrero. Siguieron aclamándolo en Cherburgo y empezaron a cagarse en sus muertos a las a las 23:40, en el punto 41°46'N y 50°14'W, de la noche del 14….como Vds. saben.

…Y es que mata más el agua que el vino…

Les recuerdo, por si no lo saben, que hoy se celebra en el universo-mundo el “día de la Ciencia y la Tecnología / día del Investigador”.

Tal día como hoy, del año 1925, se publicó el “Gran Gatsby” (vean Vds. la propuesta para el 9 de junio, serie 2ª. Inédita.). A su “chateau” del East Egg llegaría algún resto del naufragio, que él apartaría con desprecio de su trayectoria.

III

La ironía está en todo. O sea: todo es irónico. A veces, incluso, humorístico. Con la ironía no se puede hacer nada, pero con lo humorístico hay que ser delicado. Exige tiempo… y olvido. Ya decía Marx aquello de que ciertos acontecimientos se repiten: la primera vez como tragedia y la segunda como comedia. Ironía.





Tal día como hoy, del año 2010, a las 11’40, hora de Moscú, se estrellaba el Tupolev Tu-154 en su cuarta aproximación a la Base Aérea de la ciudad heróica de Smolensk. Habían salido de Varsovia con la intención de homenajear a las víctimas de Katyn… ¡ya saben Vds.!... y van y se estrellan, en medio de una espesa niebla, ¡en Katyn! Díganme si no hay para extenderse sobre la ironía absoluta de la existencia. Naturalmente murió  Lech Kaczynsky el “gran” presidente polaco. Costó un análisis de ADN y de dentadura para discernir si se trataba de él o de su hermano, idéntico, Jaroslav. Sólo cuando descubrieron entre los fallecidos a la mujer de Lench se decidió la cosa. No quisieron “hipotizar” sobre adulterio y tal. No olviden que por su sangre circulaba sangre católica de la de verdad.

Jaroslav intentó capitalizar la cosa, pero dónde va nadie con un eslogan como: “Polonia es lo importante”. Son incorregibles. Nunca entenderán que hay cosas que nos importan más que la patria.

Bueno fue una verdadera desgracia y funesta: Irónica, pero no humorística (¡de momento!).

IV

Recuerden que hoy se celebra el “día de la Ciencia y la Tecnología”. Y también de Fulberto de Chartres, un verdadero sabio, al que tanto le daba actuar como maestro de obras en la reconstrucción de la catedral de Chartres, como enseñar Teología o las “cuatro reglas” al futuro rey Capeto Roberto II “el piadoso”.

Pasada la “hora sagrada” viene la hora banal de bajar al Condis. Nada más apropiado que unos frankfurts  y un tubo de mostaza. Comida indigna de tanto “Dichter und Denker”. Se fabricó la Gran Guerra; occidente entró en decadencia; la “Kultur”, y con ella la barbarie, se impuso en Europa; llegó la reconciliación (simplifico)…pero las salchichas siguieron, como símbolo inmortal de lo irremediable.

“Durante el juicio (que afortunadamente duró poco) no hablé; justificarme, entonces, hubiera entorpecido el dictamen y hubiera parecido una cobardía. Ahora las cosas han cambiado; en esta noche que precede a mi ejecución, puedo hablar sin temor. No pretendo ser perdonado, porque no hay culpa en mí, pero quiero ser comprendido. Quienes sepan oírme, comprenderán la historia de Alemania y la futura historia del mundo. Yo sé que casos como el mío. Excepcionales y asombrosos ahora, serán muy en breve triviales. Mañana moriré, pero soy un símbolo de las generaciones del porvenir.”



Se trata de un fragmento del “Réquiem alemán” de Borges, un breve escrito contenido en “El Aleph”. Una especie de comprimido del “Asalto a la razón”, o “Dr. Fausto”, pero con una mayor comprensión de por dónde irán los tiros. Tanta comprensión que parece complacencia.

Mientras lo leen completo (varias veces), oigan “Un réquiem alemán” (“Una especie de Réquiem alemán”) de Brahms. Fue estrenado tal día como hoy (1868) en la catedral de Bremen. Como bien anotó el músico no es un “Réquiem” al uso. No tiene la estructura propia de esa pieza litúrgica. Es más bien un oratorio mediano o una gran cantata, como deseen. Tampoco consiste en un lamento mortuorio, sino en una reflexión sobre la muerte, el dolor, la esperanza y la redención. Es más bien un “Réquiem humano”. Si consiguen llegar a la parte 4º y siguientes, verán cómo, poco a poco, el optimismo va sustituyendo al duelo.



Pero, en fin, se sigue llamando, pese a los esfuerzos del rival de Wagner, “Un Réquiem alemán” y como tal funciona. Y es que Alemania ha producido muchos réquiems: para sí misma y para sus prójimos. También existe el “Réquiem berlinés” de Kurt Weil, más intencionado y oportuno. Y también existe “Un réquiem alemán” de Philip Kerr, novela con la que se cierra su estupenda y documentada trilogía “Berlín negro”: Bernie Gunther, ya a la altura de los más grandes detectives de ficción, se desenvuelve por el Berlín nazi y de postguerra como un personaje de Döblin. Bernie Gunther ha sobrevivido, por suerte, a la “Trilogía”.

V



¿Ironía? Vean Vds. A Francis Bacon, filósofo de curiosidad científica infinita, lo mató su propia infinita curiosidad. No olviden que el día está dedicado al “Investigador”. Entre sus muchas intuiciones (y presentimientos) estuvo la de que la congelación podría conservar los alimentos, como la sal. En fin, no era algo absolutamente nuevo, pero ya saben Vds. que un científico tiene que tener las cosas muy claras.  En una de las últimas nevadas de la temporada 1625-1626, salió a congelar un pollo. Se entretuvo para ver como el frío helador contraía las carnes del gallináceo, cavó una sepultura y enterró lo que él supuso un “Ave Fénix”, y regresó a su casa. Llegó con fiebre. La gripe se convirtió en neumonía y la neumonía desembocó en muerte. A Descartes también lo mataría el frío. La muerte de Bacon ocurrió tal día como hoy, del año 1626. El pollo allí seguirá… ¡digo yo! …como los mamuts en la tundra siberiana: a la espera de los investigadores del futuro.
 
¿Era un conejo?

VI

Obra cumbre, máximo logro del espíritu investigador y de la curiosidad humana, apoteosis de la arqueología fisiológica-anatómica (que procede por estratos): ¡La muerte por mil cortes! El martirio chino por excelencia. Vean Ustedes, si lo desean y tienen agallas, las fotografías del martirio de Fu-Zhu-Li… (o pseudo Fu-Zhu-Li) llevado a cabo el 10 de abril del año 1905. El dudoso Bataille, siempre atento a las conexiones entre el dolor (ajeno) y el placer (propio) tuvo algo que decir al respecto. Cortázal comenta el caso y las fotografías (popularizadas por Bataille) en el capítulo XIV de Rayuela:

–¿Es cierto que usted prepara un libro sobre la tortura?
–Oh, no es exactamente eso–dijo Wong.
–¿Qué es, entonces?
–En China se tenía un concepto distinto del arte…
–Ya lo sé, todos hemos leído al chino Mirbeau. ¿Es cierto que usted tiene unas fotos de torturas…..?



También en Farabeuf de Salvador Alizondo… y en otros.
Perdonen que no les presente las fotografías y no olviden ustedes lo del día de la ciencia y la técnica.


VII

Para compensar tanta sordidez

“El 10 de abril de 1934, en plena "ocultación" de Venus por la luna (este fenómeno sólo debía producirse una vez al año), yo desayunaba en un pequeño restaurante situado desagradablemente muy cerca de la entrada de un cementerio. Para llegar es necesario pasar sin entusiasmo ante algunos puestos de flores. Aquel día el espectáculo, en un muro, de un reloj desprovisto de su cuadrante no me parecía precisamente de muy buen gusto. Pero yo observaba, no teniendo nada mejor que hacer, la encantadora vida de aquel lugar. Por la noche el dueño, "que se ocupa de la cocina", vuelve a su domicilio en motocicleta. Los obreros parecen disfrutar de la comida. El mozo, realmente bello y de aspecto inteligente, deja a veces la cocina para discutir con los clientes, con el codo apoyado en el mostrador, sobre asuntos aparentemente serios. La criada es bastante bonita: más bien poética. El 10 de abril por la mañana ella llevaba, sobre un cuello blanco con espaciados lunares rojos muy en armonía con su vestido negro, una finísima cadena de la que colgaban tres gotas claras como de piedra lunar, gotas redondas sobre cuya base destacaba una medialuna del mismo material engastada de forma parecida. Una vez más aprecié, la coincidencia de esta joya y el eclipse. Mientras yo trataba de situar a esta muchacha en la circunstancia tan bien inspirada, súbitamente se oyó la voz del mozo: "!Aquí, Ondina!", y la exquisita respuesta, infantil, apenas susurrada, perfecta: "¡Oh, sí!, ¡aquí se cena!" (¿lo captan: on dine = se cena?). ¿Puede haber una escena más conmovedora? Me lo preguntaba aquella misma noche mientras escuchaba a los actores del teatro del Atelier Masacrar una obra de John Ford” (1937)












RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...