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sábado, 19 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 19 de octubre. Johanna Schopenhauer en Weimar.



Busquen en el “buscador” del blog las entradas sobre Goethe.

1
Johanna Schopenhauer, liberada del yugo conyugal y de su desabrido retoño, deja Hamburgo por Weimar en pos de su héroe, Goethe. El marido hizo lo que pudo: Sabiendo de la afición de su esposa por Werther, se lanzó  desde el tejado del granero y fue encontrado sin vida flotando en una acequia de riego. La cosa no tuvo pathos (ni resonancia), pero liberó, como digo, a la mujer de las obligaciones conyugales (y maternas).

Llegó a Weimar, cuando emigraban las golondrinas y Napoleón (37 años) y los suyos, habiendo sobrepasado el Rhin, caía sobre Turingia cual bandada de estorninos. Le acompañaba su hija Adele (9 años). En Jena, Hegel (36 años) acababa la “Fenomenología del Espíritu”, y en Hamburgo, Arthur, por fidelidad a la memoria del padre, se mustiaba con estudios comerciales.

Holderlin acababa de ser ingresado en una  clínica psiquiátrica de Tübingen, a la espera de su zimmer-torre definitiva en la casa de los Zimmer.

­­Johanna se hospedó los primeros días en el, ahora inexistente, hotel Erbprinz, pared con pared con el Elephant (donde Mann hospeda a Lotte, de visita en Weimar). A los pocos días alquiló una casa, inexistente ahora, en la Schillerstrasse, antes Esplanade, a unos pasos de la recién viuda de Schiller… y allí empezaron sus años de gloria. Era el año 1806 y vísperas de la batalla de Jena. Fue un verdadero bautizo de fuego.
El salón de la duquesa madre Anna-Amalia estaba en plena descomposición, así que la llegada de la “rica extranjera” fue providencial. Su salón, sin poder superar al anterior, fue el primer salón puramente burgués de Alemania,  sólo comparable al que mantenía la judía Rahel Varnhagen en Berlín.


…. (Infórmense Udes. en H. Arend *…Infórmense).

2.


Día 14 de octubre de 1806 (martes):

 “Esta tarde, a las cinco, balas de cañón sobrevuelan el tejado. A las cinco y media, entrada de los cazadores. A las siete incendios y saqueos. Nuestra casa intacta gracias a la entereza y la suerte”, escribió el gran olímpico en su diario. Hegel no pudo escribir lo mismo: su casa fue saqueada. Por suerte, el manuscrito de la Fenomenología había sido expedido el sábado anterior hacia Berlín; y él mismo se trasladó a Nuremberg; allí dará forma a La Ciencia de la Lógica, presupuesto de la obra anterior, pues la Fenomenología sólo tiene sentido en el horizonte de la Ciencia de la Lógica: cada etapa de la Fenomenología es la transcripción de un momento puramente lógico, es decir que en la esencia misma de Dios (Idea) se hayan inscritas todas las vicisitudes que constituyen la aventura de la conciencia ordinaria.






3

¿Entereza? ¿Suerte?... En realidad fue la menostenida Volpius quien, con su determinación, simpatía e inteligencia consiguió mantener intacta la casa, y la vida, del Olímpico. La pareja andaba de boca en boca. ¿Cómo es posible que el Maestro de Alemania haya metido en su casa a una zorra? Y no sólo eso, sino que tuvieron descendencia fuera de la norma. La celosa, y clasicona, señora Stein dirigía el tropel.
Como premio a esa entereza mostrada por la plebeya Volpius, legalizaron, tal día como hoy del año 1806, sus relaciones: “A mi pequeña amiga (y alegría de su cama) que tanto ha hecho por mí y que ha sabido permanecer a mi lado en estas duras horas de prueba, deseo reconocerla civil y formalmente como mía”.


David, en París, daba brillo a “La Consagración de Napoleón y coronación de Josefina”. Beethoven (34 años), enterado del acontecimiento, arranca la portada de la Tercera Sinfonía “Buonaparte” y escribe con furor republicano: Sinfonía Eroica… y siguió con la Apasionata. Goya ejercitaba su muñeca en temas sobre verdugos y caníbales, a la espera de los desastres.

Johanna abrió su “salón” a la vilipendiada amancebada, ahora noble señora de Goethe, y la trató con una humanidad que enterneció al Sabio (“Creo que si Goethe le ha dado su nombre, bien podemos darle los demás una taza de té”, escribía a Arthur) quien, a cambio, correspondió dando lustre a las reuniones de la alegre señora Schopenhauer.
Johanna, tal día como hoy, está escribiendo a su desaborío retoño sus impresiones, incluyendo su conocimiento del jupiterino: “… Y allí encontré a un hombre guapo y de grave apariencia, vestido de negro, que se inclinaba profundamente ante mí y que muy cortésmente me dijo: “permítame que le presente al consejero privado Goethe”. Johanna recorrió el salón con la mirada y no vio a nadie más. Arthur, en Hamburgo, leyó la misiva rebosante de bilis… hasta que leyó el fragmento en el que se le liberaba de la obligación paterna de estudiar las cosas relacionadas con la administración de mercancías: ¡Libertad!




Arthur era, aunque nos parezca increíble, un postadolescente bien parecido. Después perdió los dientes (y el pelo) y así, implosionado, ha pasado a los manuales de historia de la filosofía. Joven, adusto y hosco, asistía a veces al salón materno. Sufría ostentosamente la jovialidad y energía de la madre. Hasta que la madre se cansó y le prohibió terminantemente que volviera: Ya estaba bien de malas caras y de hacer de padre de su madre. No se había quedado viuda para, ahora, tener que soportar la tiranía de un hijo genial e intransigente. ¡Hala a pastar!... “Nosotros somos dos”… ¡Recuérdalo!




Fichte (44 años) había dejado Jena y redactaba en Berlín sus Cartas a la nación Alemana. Wieland (73 años) se entretenía, en Weimar, traduciendo las cartas de Cicerón.  El mayor de los Schlegel (41 años) hacia lo mismo con Calderón. Tieck (33 años) viajaba por Italia, con dificultad (quizás por las botas hasta las rodillas) escribiendo poemas de un inválido y volvió para escribir Retorno del convaleciente. Jean Paul (retirado en Bayreuth), reflexiona sobre la educación, siguiendo, en zig-zag, la estela de Rousseau y Herder. Schelling (31 años) es llamado a la corte de Maximiliano I. Hofmann (30 años) ocupaba puesto en el tribunal de Varsovia. Clemes Brentano (28 años), hundido por la muerte de su compañera, recurre a von Arnim (25 años) y juntos empiezan a idear La cornucopia del muchacho que dedicarían a Goethe. Su hermana Bettina (21 años), intuición femenina, se toma medidas para un vestido negro: su amiga ¡¡Karoline!! acaba de agenciarse un estilete, se ha cortado en el pecho izquierdo y ha dibujado, con su sangre (a lo Esenin) un corazón en el pañuelo que envía a su indeciso amante… pasan los días y en la canícula se clava el estilete. Werther hace furor. Era el 26 de Julio de 1806 y tenía 26 años. El más joven de los Schelegel se convierte el catolicismo. Los, inseparables, hermanos Grimm (20 y 21 años). atraídos por la obra de von Arnim, deciden recopilar leyendas y tradiciones alemanas. Friedrich (32 años) está en la isla Rügen inspirándose.

Haydn, vuelto de Londres, compone su última obra: el cuarteto 82 (¿83?). En realidad el cuarteto (1803) constaba de un Andante y un minueto. Ahora, al final, le está añadiendo un Allegro. Ha impreso unas tarjetas de visita: «Todas mis fuerzas se han ido, soy viejo y estoy cansado» que entregaba cada vez que era solicitado.

La suerte de Johanna empezó a virar en los años patrióticos que siguieron a la derrota definitiva de Napoleón. Y se agravó cuando supo en qué estaba ocupado su de(s)te(s)tado hijo: encuadernando su tesis ¡¡¡Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente!!!  Goethe se refugió en su ciencia y los tés de la Schopenhauer empezaron a enfriarse. Se trasladó a un caserón sito en la Theaterplatz.


Si van a Weimar sitúense frente al Teatro, a su derecha verán un café, frente al Witumpalais (¡pues justo allí!) A sus espaldas quedará el Museo de la Bauhaus. Tomen asiento a una mesita en la terraza del café, junto a una de esas torres petroquímicas, si no quieren acabar congelados. Pidan un cuartillo de korn y entablen conversación con la camarera serbia.

–¿No siente Vd. sobre sus espaldas el tremendo peso de la historia?– le preguntarán cuando esté depositando la mercancía sobre la madera.

–¿Es a mí?– y volverá la cabeza hacia la pareja de inmortales que, pétreos, ven pasar el tiempo.

–Naturalmente!

–La siento en mis piernas– enfundadas en unos calcetines altos y ortopédicos– La historia para mí tocó a su fin hace algunos años– y se marchará por donde ha venido.

Aquí en Weimar se acuñó, por si no lo saben, el perverso término Konfliktlosigkeit, algo así como ocultar la mierda debajo de la alfombra y negar su existencia. Aquí en Weimar, por si no lo saben, estaba el campo de exterminio de Buchenwald. Que ¿por qué Buchenwald y no Ettenberg, donde en efecto estaba? Pues, fácil, Goethe y la Stein iban a sentarse bajo la sombra del famoso roble. Ettenberg estaba asociado a la cultura clásica alemana… y no era plan de… Y, por si no lo saben, Weimar es el topónimo, el patronímico, por así decir, del famoso perro-braco-gris rata (seleccionado por el Gran Duque Carlos_Augusto, el mismo que invitó a Goethe a instalarse en su corte), uno de cuyos ejemplares no me quita ojo desde debajo de la mesa vecina.


Joahanna siguió la pendiente. Thomas Mann se olvidó de ella, aunque no de Adele. Un desastre financiero en 1819, mientras su hijo acababa de publicar El mundo como voluntad y representación, clausuró definitivamente cualquier esperanza. Por suerte sus escritos se vendían lo suficiente como para alimentar a las dos mujeres, pues Adèle siguió a su vera hasta el final, soltera, fiel a los principios del arte y a los de su madre. Esos ingresos se complementaban con una pequeña pensión que le venía de la corte, in memoriam de la gloria pasada. Tan escasa era que tuvo que dejar Weimar e ir, pasando por Bonn, a morir a Jena, cuando ya no quedaba nada de su antiguo esplendor… sólo redobles de tambores. Era el año 1838.

4
No podemos concluir el día sin un recuerdo para Camille Claudel, a quien su putrefacto hermano, inmediatamente después de la muerte del padre, encerró en el psiquiátrico de Ville Évrard. Pasados dos meses, parece que arrepentido, la sacó… para internarla de por vida en el manicomio de Monte de las Vírgenes, colina calcárea del cretáceo inferior, en las afueras de Aviñon.











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...