Tal día como hoy, del año 1951, en el 122 de la calle Monterrey, cruce con Chihuahua, Williams Burroughs (W.B.) descerraja un tiro sobre la cándida cabeza de su mujer. La pareja (y los dos niños) se encontraban, desde hacía unos meses, en Ciudad de Méjico, huyendo de la policía de Tejas. Ya habían adquirido los rudimentos de la adicción y del desastre. La mujer era una adicta a la benzedrina (diagnosticada: “psicosis anfetaínica”) y el hombre le daba a TODO. Implicados en proyectos de tráfico, en asesinatos ajenos…vivían en los márgenes peligrosos del peligro. Y se amaban a su manera… ¡con locura!
Para todo el grupo (Kerouac, Ginsberg, Neal Cassady…) Méjico era
irresistible…por razones evidentes. Así que iban y venían. “On the road”, su gran viaje iniciático termina allí. De camino han
visitado a Old Bull Lee (W.B.) y familia en Algiers, entre los fangosos
meandros del Misisipi. Sabemos de su afición a las armas de fuego y a todo tipo
de drogas y por el “acumulador de orgones” (W. Reich) Por entonces “Jack the dripper”, embardunaba lienzos con pasión de espadachín y W.B.
disparaba cartuchos de color con furia asesina. Y balines contra los corchos de
los tubos de benzedrina. Siempre (¿por
azar?) le persiguió la imagen de alguien que, borracho, dispara contra su
mujer. Escena primigenia…generadora.
¡Lean vds. las páginas correspondientes de “On the road”!... (y las cartas posteriores,
desde Tánger, a Ginsberg). La obra
de Kerouac fue concluida en 1951, poco antes de la escena que nos entretiene…
Hay una cierta fatalidad en el asunto. O un ejemplo de profecía auto-cumplida.
W. B., ni en Méjico, ni en Tánger, sintió el más mínimo interés por las
gentes del lugar (excepción hecha de la utilidad)…así que en Ciudad de Méjico
acostumbraba a frecuentar casas de americanos. El día seis de septiembre de
1951, acudieron, Joan y él, al apartamento nº 10. Del nº 122 de la calle
Monterrey, no lejos de su domicilio (Oribaza 210, también en la colonia Roma). La
portera del edificio afirma que fue en el 8:
“El apartamento 10 no
tiene timbre. Una, dos, tres llamadas y se asoma el rostro sudado de una mujer
concentrada en labores del hogar. Hace mueca de molestia.
“Aquí no fue, siempre
vienen a preguntar, pero fue en el departamento ocho. Quien sabe la historia es
la portera, la señora Salomé”, dice la vecina, quien evade dar su nombre.
Salomé vive en la planta baja. Una viejita pequeña, de cabello cano recortado y
anteojos que inspira ternura. Tendrá unos 80 años.
“No fui yo —explica—,
fue mi cuñada, María Cervantes, quien vio todo eso. Fue en los cincuenta, pero
ella ya está muy mayor y vive en Puebla. Antes esto era un hotel y se rentaban
los apartamentos, fue cuando pasó lo del balazo. Ella trabajaba aquí con la
dueña, una Juanita no sé qué. Es lo que sé”.
Juana Peñaloza, esa es la “Juanita” de la que habla la vecina. Es el nombre que aparece en el
expediente del caso como propietaria del apartamento en el que resultó muerta
la muerta.
El edificio, “tirando a blanco”, huele a desgracia. Las malas
hierbas florecen en las fisuras. Tres plantas y unos bajos ocupados por una
imprenta-offset (amarillo mostaza) y un restaurante popular (ocre magenta).
Defendido por obstáculos de toda condición: maceteros, parada de autobús,
carteles indicativos de dirección, postes de la luz, árboles, cajas de
semáforos…como si quisiera ocultar su pasado.
Los pasillos, lúgubres; el olor, rancio (comida y
desperdicios); las paredes desconchadas; las ventanas que iluminan la escalera,
desencajadas y con algún cristal roto. Antes era un hotel-apartamento. Ahora es
propiedad horizontal. Tan horizontal como la muerte.
Por los alrededores, tal como testifica el google-street, quedan jeringuillas rezagadas.
Si estuviéramos en Méjico D.F. pongamos en el Zócalo,
tomaríamos la “Diagonal 20 de noviembre”, enlazaríamos con la calle
del “Dr. Eraso”, para desembocar en “Chihuahua” que termina en “Monterrey”.
Justo en la esquina está el edificio que buscamos. Llegaríamos echando los
bofes. Allí, en el número 118, nos sentaríamos a la mesita en la acera de “Delicias de Hidalgo” (por el barrio), pediríamos un emparedado y una cervecita,
y haríamos tiempo hasta las 3 de la tarde. Lo pasaríamos mejor con algunos
aguardientes que amable y cantarinamente nos servirían.
A las tres entraría en el 122 una pareja (él inconfundible:
¡vean vds. las fotografías!). Y a las seis oiríamos un tiro. Aunque para esa
hora estaríamos cocidos y sordos al mundo exterior.
Dentro, una mujer joven se vacía por un orificio de 7
milímetros practicado en la parte izquierda de su frente. ¡Qué sutil que es la
vida! ¡Qué ligera!... ¡7 milímetros!... ¡29 gramos!...
La mujer, hasta el culo de bencedrina y alcohol, ha retado
al hombre. Y el hombre hasta el culo de todo lo habido y por haber, recoge el
reto: pone sobre la cabeza inestable de la mujer un vaso de ginebra “Oso Negro”, saca su revólver calibre 38,
pide que le venden los ojos (“no soporto
la sangre”) y dispara. La mujer gira sobre sí misma en un postrer esfuerzo
por saber donde se encuentra. Hay desconcierto en su mirada e incredulidad…
acertó a decir: “¡¡Has fallado!!”.
Los asistentes se desvanecieron euridicianamente. Y, cuando
llegaron los sanitarios con la ambulancia, encontraron al pobre imbécil, con el
revólver en la mano, la mirada fija en la asesinada y como asqueado por su
pérdida de facultades. El apartamento parecía un campo de batalla, donde se hubiera
guerreado a botellazos.
Fueron conducidos, aún con pulso, a la Cruz Roja de Polanco.
Ella llegó muerta.
El pistolero, deambulaba por los jardines de la Cruz Roja,
declarándose culpable ante la corte celestial y ante la multitud de curiosos
que habían acudido a curarse las primeras gripes de año. Allí lo detuvo la
policía…y ahí empezó a tomar tierra. Fue conducido a la Agencia 8 del
Ministerio Público, en la esquina de Cuauhtémoc y Obrero Mundial, en la Naverte
(todavía en funciones).
Al día siguiente, Viernes 7 de septiembre, “La Prensa”, recogía esas espontáneas
inculpaciones y, en la contraportada, bajo el título: “Quiso demostrar su puntería y mató
a su mujer”, Luis C. Márquez se explayó en explicaciones y descripciones.
Algo digno de Frida. Un crimen a la altura de la nación: ¡un tirito no máaas!
Esa misma noche, tarde, fue trasladado a la prisión de
Lecumberri (actual Archivo de la Nación), bajo el acta nº 19961/51. Allí aceptó
un abogado que le aconsejó cambiar toda la declaración que había hecho a la
prensa.
--“Pero… ¿Cómo voy a
decir que se me fue el tiro si lo
presenciaron varias personas.
-- Eso no impooorta. Se te fue el tiro…
¡no máaas!... jugaaando, así como quien
no quieeere.
Los periódicos recogieron la declaración definitiva:
‹‹Tengo 37 años de
edad. Hace tres días llegué a México acompañado de mi esposa, con quien
contraje matrimonio hace cinco años. A las 15 horas fuimos al apartamento 10 de
las calles de Monterrey 122, con el fin de visitar a mi amigo Johnny Heally.
Horas más tarde, todos estábamos borrachos. Saqué de un veliz mi pistola y la
puse sobre la mesa; luego la tomé de nueva cuenta para demostrar a los
presentes el manejo, y al estar jugando con ella, se produjo el disparo que
hirió a mi esposa››.
El lunes 10 de septiembre a las 14’10 el juez Eduardo Urzáiz
Jiménez, dicta sentencia: “Se decreta
formal prisión del detenido W.S.B., como presunto responsable del delito de
homicidio perpetrado en la persona de Joan Vollmer Burroughs…”
W. B. estuvo dos semanas en la cárcel mejicana…sembrando las
semillas de sus próximos escritos (en la Introducción, posterior, a “Queer”, reconoció abiertamente que sin
estos acontecimientos no habría llegado a ser escritor): ‹‹La muerte de Joan me puso en contacto con el
invasor, el Espíritu Feo, y me embarcó en la lucha de toda la vida, en la que
no he tenido más remedio que buscar la salida escribiendo…››.
Salió exactamente a
las 12’30 del 20 de septiembre de 1951: “Queda libre bajo caución de efectivo de $
20.000.00 en los términos del artículo 567 del Código de procedimientos
Penales”.
¿Qué ocurrió para tan feliz resolución del caso?:... ¡Lo de
siempre!...¡¡ La Mordida!!...Allí, desde la guardia de ronda hasta el
presidente, ofrecían su cuello al vampiro.
El recurso de amparo presentado por su abogado no
prosperó…Pero él ya había puesto pies en polvorosa.
Sudamérica…Usa…Italia…TANGER.
El 14 de diciembre de 1953 su proceso penal fue cerrado: ‹‹El C. Juez determinó sufra dos años de
prisión a partir de su reingreso, con abono de 13 días. Absuelto del pago de la
reparación del daño. Amonestado. Por haber otorgado fianza para garantizar la
condicional y haberse suspendido las penas impuestas QUEDE en Libertad››.
Todo esto está sacado del expediente (guardado en el Archivo Histórico del Gobierno del DF)
identificado con el número 9105. Del expediente, en cuya portada figura nombre
y acusación, sólo quedan 18 hojas arruinadas por la dejadez y por un error
inicial: fue registrado con el apellido “Burruges”…
¡y así no había manera!...
W.B. fue en busca de la “Ayahuasca”
por las selvas de América del Sur, y empezó a escribir “Queer” (“Marica”) que
publicaría en 1985, por razones, para mí, incomprensibles. Hasta la fecha sólo
había publicado, en una editorial de mala muerte, “Yonki”: novela en primera persona…”novela de adicto”. “Queer”,
sin embargo, está escrita en tercera persona…”novela de síndrome de abstinencia”.
Después vendrían sus años de Tánger y “El almuerzo desnudo”…y ¡la cienciología!...y su ingreso en la
“Academia Estadounidense de las Artes y las Letras” (1984)…PERO ESAS SON OTRAS
HISTORIAS… ¡a las que volveremos!
Hay muchas películas con las que podríamos acabar el día y
mucha música relacionada con el tema (Soft Machine…Doors…). Pero les recomiendo
(¡para siempre!) UBU.COM (UBU WEB)…Un
verdadero regalo….¡DE NADA!
“...Amapola
tras amapola
He decapitado
todo el jardín
Así, algún día,
en el seco verano,
Al filo del
sembrado,
La muerte, como
por distracción,
Segará mi
cabeza”.
Marina Stvetseva... Tal día como hoy.