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lunes, 4 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 4 de noviembre. SEGUNDA SERIE. El matrimonio Schöenberg y Gerst. Deleuze. Varios.


¿Qué les había dicho? ¡Toda la semana atufando a muerto!

Ayer decía: "Oigo que alguien llama a una tal Matilde que, creo, acaba de pasar por delante de la cantina. Hegel ladra: Ese ladrido especial que emite cuando se trata de un asunto de enjundia." y entonces fue cuando abandonamos la cantina del Día y nos dirigimos a casa, a meditar sobre el asunto.

Otoño del año 1908. Mahler, que desde el mismo inicio del año está en el Metropitan, acaba de estrenar la 7ª, en Praga y acaba de componer "La canción de la tierra". Ya saben Vds. que él siempre componía en verano, en su casa de vacaciones. Schiele se harta de tanto busto redondo y deja la Academia de Bellas Artes, hace su primera exposición universal y empieza a ser reconocido como pintor expresionista, aunque no quepa en ningún grupo. A Gerst, sin embargo lo expulsan. Schoenberg, a la manera de los científicos del momento, sufre una crisis de fundamentos (¡y algo más!) e intenta subsanarla yendo a las raíces, disolviendo el sentido común y liberando las partículas elementales de su arte: las notas... ¡que hagan lo que quieran! (tampoco es eso, pero...) ¡que se asocien de maneras diferentes! Ese año, tras el Segundo Cuarteto, podemos afirmar que ha alcanzado la "atonalidad" y su música puede empezar a ser calificada de expresionista. A él no le gustaba mucho esa caracterización, todo hay que decirlo, prefería "pluritonalidad". Kandinsky y los cubistas, por caminos diferentes, llegarán a Roma. Loos, O.K., K.K.... Europa Central arde en la helada ciudadela de Dite.



Fue entonces que el desorden y el desespero entró en la casa de los Schönberg atacando por el punto neurálgico. Su (de él) música se mantenía en los límites extremos del postromanticismo; lo que le ocurrió no pudo expresarlo mediante armonías tradicionales y antes de tirarse a degüello, prefirió lanzarse al estanque helado de la atonalidad. Richard Gerst tenía 20 años cuando murió Klimt. Su obra estaba influencida por el maestro y por la Sezession. La muerte del patriarca le sumió en lo más oscuro de la noche creativa. Amaneció convertido en pintor expresionista y deseoso, además, de dar reinda suelta a la expresión de toda su vida interior, que era mucha y compleja. (Aquí, y por lo que vendrá, viene a cuento: "No es el deseo el que se convierte en necesidad, es todo lo contrario: son las necesidades las que se convierten en deseo"*). En Viena, entonces, un suicido más o uno menos no era nada que preocupara. Y eso lo sabía el jovencito. Así que debería esmerarse, si quería que se hablara de lo suyo.

Matilde, por su parte, no había nacido para musa. Su metro y medio y sus 60 kilos eran un hándicap. No obstante la vida te trae sorpresas y nadie sabe cuánta perversidad se esconde en la cabeza de un hombre. Su marido, el músico, tampoco pasaba de 1'65. Todo su grupo: Zemlinsky (su cuñado), Mahler, K.Krauss... estaban sujetos a la maldición no proferida: "No pasarás del 1'68". Sólo Alban Berg, el discípulo, y Gerst, el introvertido, habían podido escapar a la maldición. Así que Matilde cuando vio en casa a un mozalbete esbelto, se quedó perpleja y la cosa se complicó.




Pongo en el esputofaif el Cuarteto nº 2 de Schoemberg...¡y espero la reacción de Hegel! Mueve las orejas como si estuviera atravesando un campo magnético.

La relación del matrimonio con el joven desquiciado se remontaba al 1906, pero fue al año siguiente cuando Schöenberg, atraído por todas las artes, quiso iniciarse en la pintura y, de paso, que también lo hiciera Matilde y así podrían divertirse juntos y tal. Contrató al joven., y juntos empezaron a pintar en un estudio ubicado en la última planta del edificio del matrimonio. Todo el círculo de amistades fue retratado. El músico se reveló como un pintor interesante y expresionista, naturalmente. Siempre que veo "La mirada roja" me la imagino dirigida al desgraciado Gerst. 




 Hasta el momento, la conmoción que el 1'82 de Gerst había producido en los bajos horizontes de Matilde, pudo ser contenida. Pero la cosa no podía sujetarse y no se sujetó. El verano del año 1908, se largaron todos de vacaciones a la montaña, no lejos de donde Mahler estaba componiendo la citada "Canción de la tierra". Schoenberg estaba, como he dicho, sumergido en el "2º Cuarteto". Gerst llevaba la mano a Matilde que no acababa de cogerle el truco a la cosa y, en los ratos libres, pintaba retratos cada vez más abstractos: Los comitentes no sabían si reír o llorar. Él, tampoco. Matilde, tampoco. Schoenberg, tampoco. Todos podían hacer suyo el verso de Stephan George: "Siento el aire de otro planeta". Schoenberg, que había dado por concluido su cuarteto, le añadió el significativo IV movimiento, por amor a la simetría e impulsado por ese aire y las sospechas.... que se confirmaron el 26 de agosto, cuando Matilde y Gerst, en el alojamiento del último, fueron pillados in fraganti (¿en fragante?): concretamente: con las manos en la masa.

Hegel, se levanta y sale a la terraza. Ya ha tenido suficiente.

-- ¿Y los lieders? ¿para cuándo?

De nada valieron promesas ni expresiones de arrepentimiento. La pareja huyó: primero a Gmuden, a orillas del Traunsee, que, como el nombre indica, se les apareció como un sueño roto (o incompleto) y después, perseguidos por los remordimientos (y por el músico), a una discreta pensión del bario de Nussdorf, al norte de Viena y a la vera el Danubio.

Pasaron juntos tres días con sus noches, y al cuarto... Matilde, regresó a casa: "¡Los niños!" (Se hicieron patentes los buenos oficios de Webern). Septiembre fue tormentoso. Gerst, desorientado (aunque no tanto, al parecer) cogió un estudio en el 20 de la Liechtensteinstrasse, la misma calle en la que vivía el matrimonio. Matilde siguió visitándolo y Schoenberg, perdiendo pelo. El destinado a Mesías de la nueva música estaba calvo. Se miraba al espejo y no encontraba consuelo. La culpa volaba de un apartamento a otro. Todos se sintieron culpables aquel septiembre del año 1908 y la cadena se rompió por el eslabón más débil.



La tarde del día 4 de noviembre, a eso de las 16'30, mientras tenía lugar un concierto al que, por venganza, no había sido invitado, Richard, se dirigió a su estudio de la Liechtenstein, seguido muy de cerca por los negros nubarrones del remordimiento. Se desnudó ante el espejo y se probó la ropa interior de su amada (quiero creerlo así). Y, de esa guisa, montó un desaguisado de envergadura: quemó cuadros, rasgó cartas, descoyuntó muebles (teniendo la precaución de dejar, por lo menos, una silla indemne), se apuñaló y, como pudo, se colgó del aplique de la lámpara del techo. Así lo encontró su hermano. Todo esto ocurría a menos de cien metros de la casa de Freud, en la Bergasse. Matilde reaccionó como enamorada. Schoenberg, como respetable cornudo.



Deleuze, nunca se psicoanalizó: Esa es la diferencia... ¡el resto, si por resto entendemos el final, es idéntico!

Aquel 4 de noviembre del año 1995, Deleuze se despertó inquieto. Se preparó una melita y se la tomó entera. Su inquietud se multiplicó por varios enteros. Para calmarse cogió un periódico y se puso a solucionar el juego de las diferencias. No pudo encontrar ninguna. Todo le parecía igual. Además, le asaltó el extraño pensamiento de que el juego estaba mal enfocado, debería ser: el juego de las identidades, pues la diferencia tiene prioridad ontológica. Nada es idéntico a sí mismo nunca. "¡Ni yo!", pensó. "¿Soy yo, o soy el Otro, Guattari, que sobrevive en mí?". 


Lo intentó con el sudoku. Solucionó el mediano y cuando iba a atacar el difícil, le sobrevino un ataque de asma. Observen las fotografías del filósofo y díganme, con el corazón en la mano, si con esas uñas se puede uno poner a solucionar entretenimientos: "Toucher des doigts un objet, et surtout un tissu, m’est d’une insupportable douleur nerveuse".



Ya hacía años que necesitaba oxígeno: "Siento el aire de otro planeta", pensó mientras se precipitaba desde el cuarto (o el quinto) piso del edificio de la Avenida Niel que hace esquina con la calle Balny d'Auricourt, París, naturalmente. Y también pensó que se convertiría en un capítulo del libro "De los desfenestrados".

"Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores". Eran las 9 de la noche, hora hebrea. En París dos horas menos. A las 9'30, tras el canto de "La canción de la paz", Rabin hizo mutis por una escalera lateral, precisamente por aquella en la le esperaba Yigal Amir. A los 40 minutos fue declarado muerto. ¡Descanse en PAZ!
"Ce sont [les] organismes qui meurent, pas la vie".

Ya que están allí, ante el edificio funesto, bajen un poquito más y se encontrarán con "Aux savoir du marché". Entren. ¿Ven la mesa redonda a su izquierda, junto a la cristalera que da a la calle? ¡Siéntense a ella! Vendrá el camarero como un viento seco y violento y les conducirá a una mesita "para uno" que hay justo debajo de la carta-televisión y junto a las escaleras que conducen al váter (miren la fotografía.


 Es la mesita de la parte inferior derecha). Lo de la carta-televisión lo descubrirán un poco más tarde... cuando todos los comensales dirijan sus miradas hacia donde, precisamente, se encuentra vd., desamparado. Y la cosa siguió así:

--¿Comerá el señor?

-- Pues no sé si comerá el señor, pero yo me zamparía un plato de caracoles.-- la carne gallega se paga a 160 euros el kilo. Se retira y, tras cruzar unas palabras con el camarero de la barra, vuelven, cosa insólita, con un "as de bastos" impropio de esta parte noble de la ciudad de la luz.

-- Sabíamos que algún día nos tocaría a nosotros. ¡Aquí no se sirven caracoles! ¡Vaya vd. a comerlos a la hermosa Provence! Y diciendo lo dicho, me retiran el servicio, me quitan la silla, me cogen por los brazos y me arrojan a rue... "¡como al Lute!", pensé.

Y, ahora, recordando el episodio, me voy a preparar un ¡kilo! de caracoles. Es muy fácil, siempre que los tengan ya engañados y cocidos. En una olla con agua pongan cebolla, jamón, chorizo del bueno, laurel, hierbas de Provenza, tomillo, romero, orégano, sal y una guindilla... recuerden que tienen que caber los caracoles y arrímenla al fuego. Cuando les parezca que ya está todo en su punto, echen los caracoles y esperen un cuarto de hora. Antes habrán comprobado si tienen palillos. Lo que sobre, si sobra, me lo traen para Hegel.

A la misma hora en que Rabin hacia mutis por la escalera lateral, pero 148 años antes, una multitud se agolpaba ante la puerta de la enorme casa de Mendelssohn en Leipzig. Esperaban lo que sucedió. La muerte del compositor se anunció a las 9'30. Tenía 38 años y toda un historia de apoplejía familiar le seguía.

Es el momento de la tristísima despedida (Nachtlied, opus 71), su última composición. Hegel, en cuanto oye la voz de Janet Baker, se lanza contra la crsitalera de la terraza. ¡Es un cabeza cuadrada!

-- Pero, ¡Hegel! ¿No ves la puerta?

-- Es el deseo, querido Kino.

Con respecto a Matilde, aquella inesperada musa, añadir que su inesperada aventura inspiraría a su marido "Die glückliche Hand", opus 18 y su opus 17 Erwartung. A Alban Berg (1'92 centímetros.) su "Concierto de Cámara" del año 25 y a su hermano Zemlinsky "Una tragedia florentina".



































Propuesta para hoy, día 4 de noviembre. Sueños: Psicoanñalisis. Surrealismo.


Naturaleza muerta: “mujer con puerro”

Día espléndido, impropio de la época. Calle Xuclà arriba, una mujer lleva, envuelto en papel, un puerro. Como un hijo muerto.
Acepta un papelito que le ofrece “sor Anónima del monte Caprabo”…supera el cruce con Elisabets y entra en las Oficinas Municipales de la Casa de la Misericordia. Cuando sale, recita en voz alta: “Entre tirios y troyanos se extiende el mar tirio”.

Imaginen vds. el despertar: desasosiego…¿Qué me querrá decir la mujer del puerro?...

Los sueños no presagian; si así fuera “el palacio de los sueños” sería una realidad, como lo es el espionaje universal. Son dramatizaciones simbólicas de conflictos o deseos, que se construyen mediante los mecanismos de condensación y desplazamiento y que, al ser recordados, sufren una elaboración lingüística. Es este ropaje-manifiesto con el que se enfrenta el psicoanalista que, con ayuda del “soñante”, intentará alcanzar su significado latente: deconstruyendo lo elaborado; rompiendo resistencias y reconstruyendo estructuras represivas.



                                                       
Tal día como hoy, del año 1899, apareció (con fecha del 1 enero del 1900), “La interpretación de los sueños”. Obra fundamental del psicoanálisis y orgullo perenne de su fundador: S. Freud.

El desayuno me sabe a puerro. Y el sabor de puerro me recuerda al perro…al perro asocio la muerte y la muerte…Vuelve la calle Xuclà y “Los Toreros” con sombreros de croissant, enrolando nieblas, vorticean campanillas azufradas. Es el día a día del tiempo sometido a campos magnéticos.

Mediante la “asociación libre” se va recorriendo esa “Vía regia” hacia el inconsciente y se disuelve el grumo…Más o menos…

Tengo para mí que el golpe definitivo a la creencia en el poder predictivo, anticipador, de los sueños, se lo dio Napoleón que, en las noches previas a la batalla de Waterloo, soñaba con un zalamero y engañoso gato negro…¡Buena suerte!...decían.

Más o menos por entonces, coincidiendo con la exposición de París, vienen al mundo Desnos y Crevel… y “el barón de Yngrées (padre putativo de Croniamantal) mandaba un beso a Mía, con la mano izquierda, mientras que, sujetando un revólver con la derecha, se saltaba los sesos y caía sobre el polvo”…total porque lo había perdido todo en el Casino de Montecarlo.

Puede que Agustina (ahora: Carolina) Otero Iglesias (natural de Galicia) oyera la detonación y que siguiera con la ruleta, apostando al 17 y al 13…la insensibilidad de la rutina… (su número, en realidad, era el 35).

                



Tenía millones para gastar… ¡y los gastó!

Apedreaba gatos con piedras preciosas…de la corona de los zares de todas las Rusias.

Calentaba estancias con “La Rose Jacqueminot”…

Hacía sopa de letras con versos de D’Anunzio…

…Sirena de los suicidas!...

Retirada en Niza, fue mantenida, en la miseria, por el Casino de Montecarlo, que le pasaba una pequeña pensión: Justicia retributiva (¡¡)
El caso de la “Bella Otero” y de otras de su linaje, confirman la vocación putera de la realeza. Y su natural desagradecido. Había nacido tal día como hoy, del año 1868. "La Bella Útero" y debería ocupar eternamente un lugar en nuestros corazones.

Los sueños han dado mucho de sí. Resultaría tedioso empezar a contar sueños “históricos”. Y no digamos los que se “sueñan” despierto. Sin embargo, por efímeras razones efemerísticas, no puedo callarme el “sueño” del falangista Giménez Caballero: Intentó casar a Hitler con Pilar Primo de Rivera (nacida tal día como hoy, del año 1907): Versión naturalista y “humanista” del “sueño” de Mengele…¡Una lástima!: era una verdadera especialista en lograr la felicidad del marido. ELLA le fue fiel toda la vida.

                                                       
 …¡Y dale con la calle Xuclà!...

Pues…¡hala!... ¡Voy a conjurar el peligro, si lo hubiere! Tarjeta dorada y cabalgada a la estación. Lado montaña… Plaza de Catalunya…¡Paso al jubilado jubiloso!

Calle Pelayo hasta Ramelleres…seguir hasta que se convierte en Xuclà.
Antes de exponerme..¡una Moritz en la barra exterior del Castells!, compro tabaco enfrente y echo al azar una quiniela hípica.






Empiezo a bajar Xuclà…una monja amojamada, acerca un papelito a una mujer. La mujer,
sorprendida, coge el papel y deja caer su carga: ¡un puerro!...Dos tipos con chistera disputan el puerro. Vence Desnos, que atraviesa a la monja con la verdura. Crevel maldice a “sor Anónima del monte Caprabo”. La mujer, sin puerro, grita desolada, dobla por Elisabets y se desvanece euridicianamente: ruido de almidón y perfume de alcanfor. Me protejo en la tienda de legumbres cocidas

--“¿La última?”

Salgo y bajo la calle, una monja, encajonada, me tiende una estampita: “¡Que Dios le bendiga, joven!”. Apesta a puerro.

Entro en “Los Toreros”, sentados en sendos taburetes, apoyada la cabeza sobre el frío mármol y brazos colgando a ambos lados del cuerpo, los hombres de chistera (en el suelo) duermen. Unos charquitos, en los que se refleja la fritanga, irisan junto a sus respectivas bocas,

--¡Un machaquito!…¡de los antiguos!

--No tenemos otro, caballero!

--Entonces…¡póngame dos!

A los surrealistas, pasada la viruela del Dada, les entró la escarlatina “de los sueños” y estuvieron una buena temporada (1921-22-23) simulando trances para disfrute del crédulo Breton y para avanzar en su estima. Por estas fechas, del año 1922, Breton, Picabia y sus respectivas, se encontraban de viaje hacia Barcelona en el descapotable del pintor. Dalmau había preparado una exposición de Picabia en sus conocidas galerías. Las sesiones de “sueños” seguían en la vacía casa de Rue Fontaine o en casa de Eluard y Gala. Sin el control de Breton, la cosa se salió de madre y cada cual daba rienda suelta a su verdadera naturaleza. Se destacó Desnos (ahora: “Rrose Selavi”… ¡Sï,sí!...¿de qué se extrañan?) que, para sorpresa de todos,  manifestose como un verdadero psicópata. Sólo hacía que amenazar con cuchillos (¡Freud!) y…  ¡bramar! A veces, sin embargo, salían por su boca milagrosas  ristras de palabras, adecuadas para condimentar cualquier hora del día (y de la noche).

Decidido a matar a Cocteau, en una cena-homenaje a E. Pound, tuvieron que reducirlo cuando ya la piel del cuello del poeta yanki se hundía bajo la presión de un desnosiano cuchillo…Tanta fue su rabia ante la ausencia del tildado petimetre, su objetivo.




       
La mujer de Breton cogió una salmonelosis que por poco no se la lleva cisterna abajo…Pero  no sé si “los Toreros” ya funcionaba.

Breton, a su vuelta, empezó a finiquitar la “Entrée des médiums”. Antes, aún publicaron varias colecciones de sueños. Decir que Freud se negó en redondo a interpretarlos por correspondencia (¡faltaría más!).

El interés de los surrealistas por los sueños, como saben vds., no significaba un interés por el psicoanálisis y sus objetivos:

·         era un interés lingüístico: suprimido el control, brotaría de nuestros interiores un torrente de metáforas inauditas, asociaciones intempestivas de palabras, el juego del azar en pos de una belleza convulsa y maldororiana…

·         Y vital (¿)…cambiar la vida a  azarosos golpes de lo fantástico.

¡Volveremos sobre el tema!

--Camarero, póngame dos más… y a estos durmientes…¡lo que quieran!

Crevel:  -- A mí un fifti-fifti.

Desnos: -- A mí un destornillador.

La cabeza de toro, años soñando con su bravura finiquitada, se giró…¡lo juro!... y a punto estuvo de, se le notaba, ensartar a la pareja: uno con cada cuerno. Sin embargo, se le pasó el pronto y se resignó a nuevas décadas de aburrimiento y nostalgia…

Tengo para mí que el torete rumia aquello de Descartes del sueño y la vigilia. Y, creo, que no está seguro en la muerte…como tampoco lo estuvo en vida.






Pago, aliviado y ¡tarjeta dorada.!

Tal día como hoy, del año 1918, cayó en el campo de batalla, durante el cruce del canal Sambre-Oise, Wilfred Owen, “poeta de guerra”. Su madre recibió la noticia el mismo día del armisticio. La muerte le dio golpecitos por dos veces con el índice…¡A la tercera fue la vencida!

Pudo haberse librado, estaba recuperándose en casa de su madre. Enterado, sin embargo, de la muerte de su amigo y amante Sassoon (un tiro en la cabeza  disparado por “fuego amigo”), se vio arrebatado y forzado a sustituirlo en primera línea del frente.
La guerra le cambió, radicalmente la vida.

Antes de llegar a casa, visita cotidiana al condis: lo que sea…¡¡menos puerros!!

Sonará en el esputofaif:

“War Requiem op. 66” de Britten, en la grabación de 1963 por la Orquesta sinfónica de Londres bajo la dirección del propio compositor. En esta grabación se logró (lo que no se pudo “in situ” el año anterior) reunir a la Vishnevskaya (rusa), a Fischer-Dieskau (alemán) y a Peter Pears (inglés). La obra fue encargada para la reconsagración (1962) de la derruida (guerra) catedral de Coventry.
Mientras la voz soprano y el coro cantan el tradicional texto latino, las otras voces van intercalando poemas de Owen.


       


(…)
¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza
nos calamos torpes cascos justo a tiempo;
pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos tropezando
indeciso como un hombre ardiendo en llamas o cal viva.
Borroso tras los vidrios empañados y a través de aquella verde luz espesa,
como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse.
En todos mis sueños, ante mi vista indefensa,
se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga.
Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie
la carreta donde lo arrojamos
y ver cómo retorcía los blancos ojos en la cara,
una cara colgante, como un diablo harto del pecado;
Si pudieras oír, a cada tumbo, la sangre
vomitada por pulmones de espuma corrompidos,
obsceno como el cáncer, amargo como pus
de viles llagas incurables en lenguas inocentes,
amigo mío, no contarías con tanto entusiasmo
a los niños que arden ansiosos de gloria
esa vieja mentira: Dulce et decorum est
Pro patria mori.


Bona nit! …y¡ felices sueños!








domingo, 3 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 3 de noviembre. SEGUNDA SERIE. Dylan Thomas. Trakl.

Parece que los efluvios del 1 y 2 de noviembre infectarán toda la semana. Y mucho me temo que ni siquiera esta tormenta rezagada pueda impedirlo. Hegel, a pesar de su clarividencia (o por ello), se ha metido under de la cama. Promete no salir hasta que no termine el estruendo. Pongo el pan en la plancha y cuando me dispongo a rociarlo de aceite y orégano griegos, aparece como si fuera el resplandor oscuro de la última descarga.



-- Poca palabra tienes, Hegel. 
 
-- Pero, poca, me responde. Cuando se trata de comer no tengo honor ni dignidad.

Desayunamos y cada cual a lo suyo: Él, under de la cama y yo, al ordenador: Ambos en la oscuridad total, pensando, sin embargo, el uno en el otro. Y es que al alma es una animal gregario, mucho más que la melancólica ralea de los cuerpos. Hagan vds. la prueba: encierren un cuerpo inanimado (ni des-animado, ni des-almado...¡inanimado!) en una caja de pino y verán su aguante. Intente, después, encerrar un alma...¡no resultará! A las almas, esos animales azules, les gusta el gay estar, cantar en grupo, contemplar lo bello... vean, sino, a mis ángeles custodios. No me importa que tal día como hoy del año 1970, Borges se descolgara con: "y detrás de los mitos y las máscaras / el alma, que está sola". Sólo estoy de acuerdo en lo de los mitos y máscaras. Ni sé en qué sentido diría Trakl que "el alma es alguien extraño en la tierra", pero, sin duda, son afirmaciones fisiológicas (en sentido nietszcheano, naturalmente).



Mediado octubre del 53, Dylan Thomas tomó el avión en Londres y se dirigió a Nueva York para el que sería su último viaje. Tenía que hacer unas lecturas de su última obra, pese a que la había empezado hacía 13 años: "Under de milkwood". Tenía previsto entrevistarse con Stravinsky a quien Auden había recomendado para que le escribiera los textos de una ópera sobre la Odissea que estaba perfilando y, además, había salido con la bendición de Caitlin, tras prometerle no pimplar ni en las comidas. Así que se esperaba a un Dylan comedido. Fue empezar la lectura del sábado 24: "Empecemos por el principio..." y empezar a secársele la boca. La del domingo, también en el Brinnin's Poetry Center, no hubiera podido soportarla, digo yo, sin hacerse poner una tetera llena de bourbon... y es que hacer 68 voces diferentes es todo un reto. Los de las filas de atrás no se enteraron de nada y los de las filas delanteras salieron con una trompa como un piano. Hubiera bastado una cerilla para que toda la sala explosionara. 



Acabado el martirio tomaría unas copas en el "White Horse" y se dirigiría al ¡¡Hotel Chelsea!!, donde, como es natural, residía. Lo encontró porque NUNCA apaga las luces. Ya saben Vds. que esos momentos de agotamiento máximo te empujan hacia la exaltación y la exaltación a la primera barra que encuentres. Dylan no fue una excepción. Se le borró hasta el azul de los ojos de Caitlin. Se olvidó la promesa, el reloj, el calendario... y se olvidaría hasta las llaves de la habitación. Por costumbre arraigada, se quita los zapatos y, así, con calcetines de rombos, camina por las solitarias calles de Manhattan... para que no oigan su vergonzosa vuelta a casa. La noche del 3 de noviembre, o sea tal día como hoy del año 1953, los que están en una de las barras del Hotel, precisamente aquella a la que se dirige el poeta, oyen unos resoplidos envueltos en quejas y ven aparecer a un tipo entradito en carnes, rubio, de pelo ondulado, y blanco como la leche, que se dirige, como un toro castigado, al burladero para apoyar su desventura.

-- "He tomado 18 vasos de güisqui, todo un récord, creo", dicho lo cual se desplomó. Desde el suelo aún diría algo así: "La gota me está matando" y es que, en efecto, tenía el ácido úrico por las nubes, a punto de desencadenar una tremenda lluvia ácida. Empezó con "18 poemas" y acabó con 18 vasos de bourbon... es lo que se dice una progresión adecuada.

(Tres años atrás habían sacado de la misma galería al desamparado Edgar Master Lee, sin el cual no puede entenderse cabalmente el "Bajo el bosque lácteo". Así fueron las cosas... y así se las cuento).
Trakl, tal día como hoy, del año 1914, tuvo menos (o más) suerte: no sobrevivió. El 27 de octubre, mientras nacía Dylan Thomas, había escrito su último poema "Gradek".

Los presentes no captaron el juego de sentidos y se limitaron a llamar a los responsables del hotel que lo enviaron al hospital de Saint Vincent. Entró en coma, que, tras unas inyecciones preventivas, se reveló rápidamente como irreversible. Nada de arrojarse a las vías del tren, como puede leerse por ahí. Su decisión fue más civilizada. La terrible Catlin recibió el telegrama durante la celebración de un acto en el que su marido era objeto principal. Voló a Nueva York, mordió a la enfermera, insultó al muerto y se llevó el cuerpo consigo. El alma quedaría flotando a las puertas del White Horse esperando a que abrieran.



Es una verdadera lástima que tan gran poeta, celebrado como un nuevo Rimbaud, un "maudit", por aquellos que no habían leído ni al primero ni a ninguno de la tropa, siga sin ser leído y haya pasado al panteón del "pop" por unas copitas de más. James Dean estaba esperando el guión de "Al este del Edén". Bing Crosby había dicho adiós, hastiado hasta el dobladillo de los pantalones. Abierto el "road", hasta H.H. se atrevió a lanzarse a la carretera con una nínfula. En Europa, los letristas y sus derivaciones daban buena cuenta de las reservas de los ventorrillos de Maubert y alrededores...

La tormenta continúa y Hegel, como ha prometido, no aparece: El Dry no le gusta. Pero, claro, digo yo, tendrá que hacer sus necesidades...¡ya dirá algo!

En el momento,de otro año, como es natural, en que Dylan entró en coma, le pusieron el espejito a Trakl y como no lo empañó, lo dieron por muerto; le taponaron los orificios nasales con copos de algodón en rama. Ocurría en el departamento de psiquiatría del hospital de la guarnición nº 15 de Cracovia. Era tal día como hoy del año 1914. La guerra resplandecía. Y su esplendor atrajo a media Europa, ¿qué digo media? a Europa entera. Sólo unos cuantos desorientados se atrevieron a oponerse a la matanza. Trakl fue enviado al frente por razón de su cargo: farmaceútico-enfermero militar. Lo que vio superaba los límites del verso, incluso los del universo. Todas las costumbres son duras de construir.



Dylan Th. se libró por bebé; Trakl, ya estaba un poco ido y, sin embargo, fue enviado al frente de Galitzia: a engrosar ese real e imperial avance que pretendían imparable y terrible. Un manotazo de las tropas rusas los desbravó. Kokoshka, elegante como pocos, azuzaba su caballo en busca de la metralla que le destrozaría la cabeza. Egon Schiele, excluído por interés cultural, está echando suertes entre la pequeña Wally y las hermanas Edith y Adele. Será Edith la elegida. A ambos, ella embarazada, se los llevó p'alante la "gripe española", que estaba esperando el armisticio para salir a escena. A Kirchner le da un ataque de nervios.

¡Ay, Grete, Grete!

El Goplana, con Wittgenstein (voluntario) dentro, retrocedía a toda máquina, Vístula abajo, hacia los cuartels de invierno. 



Y mientras se retiraba en desorden, aunque dentro de los inamovibles márgenes de la corriente, se lanzó "contra el problema en vano. Pero derramaré mi sangre ante la fortaleza antes de retirarme con las manos vacías.." ¿Problema? ¡ya lo creo!: "Lo que puede ser dicho, puede serme dicho mediante una proposición. Nada de lo necesario para la comprensión de todas las proposiciones puede, pues, ser dicho". La proposición elemental es percibida como figura de un estado de cosas, pero..."cómo puede comunicárseme cómo representa la proposición"... En esas estaba el filósofo cuando el poeta arrojó, en verso libre, su último aliento. Wittgenstein había recibido notificción por medio de Ficker, su albacea (?) en lo que hizo al reparto de la herencia entre artistas necesitados, entre los cuales Trakl (al que le dieron arcadas de la emoción), en la que se le ponía al corriente de la situación de
Trakl: "Le estaría profundamente agradecido..".
 
Wittgenstein: "¡Qué feliz me haría conocerle! ¡Cuando llegue a Cracovia espero reunirme con él!..."

Llegó dos días tarde. El día 3, el poeta se había pasado con la cocaína. Y quizás mejor así: Trakl hubiera aparecido a los ojos del filósofo como la representación de la proposición: "Hay un muerto en la cama": es decir, "Existe un x, tal que x "está muerto" y "está sobre la cama"" (por cierto, Hegel sigue under la cama). Y después se hubiera creado un aplastante silencio. "¡¡Qué infelicidad!! ¡¡Qué infelicidad!!"....fue lo único que pudo decir, sabiendo, naturalmente, que se situaba al margen de lo proposicional, y que eso que acababa de proferir no sería, en rigor, entendido cabalmente por nadie. Wittenstein, todo hay que decirlo, despreciaba, por patético, el expresionismo: prefería a Goethe, quien, a Trakl, después de idolatrarlo, le helaba el corazón.

Trakl, como Dylan, tuvo también una infancia feliz, que se dice, y pasemos un tupido velo sobre su intento de arrojarse a los pies de los caballos, olvidemos que quiso lanzarse a las vías del tren o, sin escarbar más, y, ya puestos, el día que intentó ahogarse. Sólo en la adolescencia empezó a desviarse de la norma: "El ángel Blanco" no le sentó muy bien. Aquí vendría bien disolvernos un poco con referencias al "Caballo Blanco" de Dylan y a la otra farmacia famosa en el terreno en el que nos movemos: "Los Mensajeros Celestiales" y, ya entrados en harina, referirnos a Kepler.



Por cierto que, si Vds., por una de aquellas, se acercan a Salzburgo y les sobreviniera un dolor de cabeza, una diarrea u otra dolencia viajera (y pasajera), pásense por la Linzergasse....¡la farmacia sigue funcionando! Díganle que van de mi parte, si quieren añadir a su malestar el desconcierto ajeno. Y es que Trakl nunca consiguió aprovar la reválida que le daba el título de bachiller superior y farmacia era de las pocas carreras a las que tenía acceso. Resultó, sin embargo, como un anillo al dedo.

¡Ay! ¡Grete, Grete! ¡Qué bien nos hubiera ido la vida juntos para siempre!... hubiéramos sido tíos y padres de los mismos niños ¿uuum?

Y si van a Viena, a 3 horitas, pasen por la Michaelerplatzallí, en el nº 3, verán una casa (Raiffeisenbanc) que puede que no les diga nada, pues, como he dicho antes, lo acostumbrado ha exigido tiempo para conformarse como tal, sin embargo, fue el escándalo de la época.


El emperador tapió la ventana de su palacio que daba a la plaza. Las fuerzas vivas daban un rodeo por no verla. Trakl, por su parte, estampó con letras ascéticas, sin ornamentos (¡eso sí!), un graffiti histórico: "Faz de una casa: severidad y silencio en la piedra grandiosa y magnífica en su forma". ¡Oigan! Por menos aquí enchilonaban. Yo escribí en los muros de la catedral de Murcia, ¡válgame dios (?)!, "Viva la LCR" y estuve dos día en la Jefatura Superior de Policía de la plaza Ceballos. Loos le había escrito, presagioso: "Considérese a sí mismo como un vaso del santo espíritu que nadie, tampoco George Trakl, debe destruir". El poeta entendió "espirituoso santo" y se lo pimpló de un prodigioso golpe de muñeca.

Lean el último poema (27 octubre 1914. Cracovia)

GRODECK

"En la tarde resuenan los bosques otoñales
de armas mortales, las áureas llanuras
y lagos azules, sobre ellos el sol
rueda más lóbrego; abraza la noche
murientes guerreros; la queja salvaje
de sus bocas destrozadas.
Pero silente se reúne en los prados del valle
roja nube, allí habita un Dios airado
la sangre derramada, frescura lunar;
todos los caminos desembocan en negra putrefacción.
Bajo el áureo ramaje de la noche y las estrellas
oscila la sombra de la hermana por la arboleda silenciosa
al saludar los fantasmas de los héroes, las cabezas sangrantes;
y suenan suave en el cañar las oscuras flautas del otoño.
¡Oh duelo tan orgulloso! Oh altares de bronce,
a la ardiente llama del espíritu nutre hoy un hermoso dolor,
los nietos no nacidos."

Lástima de día, dan ganas de llorar. 
 
-- ¡Hombre, Hegel! ¿Qué te trae por aquí?-- Se dirige sin mirarme hacia su cadena, como un humano y se sienta mirándola fíjamente. ¿Ven Vds. ? El sentido se muestra, no se dice. Cojo las bolsitas azules de los chinos, el chubasquero y el paraguas y salimos a ponernos perdidos. Le dejo hacer. Me conduce a la cantina del Día, como si para él fuera "el Farolito". Ya que estamos aquí repito de fifti-fifti. Oigo que alguien llama a una tal Matilde que, creo, acaba de pasar por delante de la cantina. Hegel ladra. Ese ladrido especial que emite cuando se trata de un asunto de enjundia.

--Vamos que tenemos trabajo-- dice el muy gandul. 
 
-- Lo dejaremos para mañana, porque la cosa se las trae.

Lo ideal hubiera sido haber pasado el día en Laugharne, en la boathouse del poeta, convertida en un hotelito con encanto. Por unos 1.500 euracos pueden Vds. pasar una semana de ensueño. No sé si entran las consumiciones en el Brown's bar. Por preguntar nada pierden. 
 






























































































RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...