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martes, 4 de junio de 2013

Propuesta para la tarde de hoy, día 4 de junio. Mis Ángeles Custodios.



Vean Vds. como dios aprieta, pero no ahoga (¿). Después de la desolación sin tapujos, viene la más sincera alegría y contento:


 

Tal día como hoy, del año 1947, salió a la luz pública “Crónicas de pobre amantes” de Vasco Pratolini…Y ¡naturalmente!  mis  Ángeles Custodios”.

“Esta es la historia de los Ángeles Custodios.
Cuatro muchachas, más o menos de la misma edad, habían crecido en casas contiguas de Via del Corno. Tenían caracteres tan diferentes unas de otras, que nunca se ponían de acuerdo. Quizá por eso siempre estaban juntas.
Aurora Cecchi, hija de un barrendero.
Milena Bellini, hija de un ujier de juzgado.
Bianca Quaagliotti, hija de un vendedor ambulante de garapiñadas.
Clara Lucatelli, hija de un cavador.
Un domingo por la mañana se dirigían a misa, vestidas de fiesta y muy bien peinadas. La Señora, que aún no estaba enferma, se encontraba en la ventana y las vio pasar. “Parecen Ángeles Custodios”, dijo a Luisa Cecchi, madre de Aurora, que iba a su casa a asistir. Luisa bajó y se lo dijo a la mujer del remendón Staderini, que vive en la misma casa. Fidalma Staderini se lo dijo a su marido: “¡La Señora ha dicho que esas criaturas son los Ángeles Custodios de Via del Corno. A través del remendón se enteró toda la calle, y todos coincidieron en esa opinión”.

La calle del Corno (años 1925-26) detrás de la Signoria (Florencia), es una calle de 50 metros  de largo por cinco de ancho…un microcosmos que reflejaba el mediocosmos florentino y el macrocosmos de toda Italia. El purgatorio de la libertad vigilada… ¡de la provisional, vaya!...en el límite del Infierno y, a veces, en las cabezas de sus habitantes, un Paraíso.

El autor habla con conocimiento, vivió en la calle algunos años y ejerció algunos de los oficios que se describen… ¿recuerdan vds.?...¿saben…cómo se herraba un caballo?... ¿recuerdan como manejaba la herradura como si fuera pasta de pizza?... ¿saben del olor a chamusquina que despedía la pezuña al contacto con la herradura al rojo?...¿recuerdan las garrapiñadas?...¿recuerdan su olor a azúcar quemada y vainilla?...¿Han pasado ratos en la puerta del zapatero remendón, a la espera de que arreglara los tacones de los zapatos imprescindibles?...¡Qué densidad de vida en tan poco espacio: zapatero remendón, basurero, herrero, representante de comercio, vendedor ambulante de frutas y verduras, vendedor ambulante de garrapiñadas, hotelero, carbonero, cavador…!Todo desaparecido…¡Expulsados!
...¡Regeneración de los centros urbanos!...¡Especulación!...¡Eliminación de los rojos y de los pobres  del centro de las ciudades!...

Milena:
18 años, rubia, ojos claros de paloma… ¡la más bella!...es la primera que abandona la calle (volverá y volverá a irse). Casada con Alfredo, muerto a consecuencia de un ataque fascista. Finalmente acabará con Mario (novio de Bianca) y, por precaución, huirán a Francia.

Bianca:
 Es mona…cose ojales de maravilla (como su madre). Es la más joven. Pelo rubio intenso con reflejos rojizos, con raya a un lado…rasgos marcados…un dibujo de boca acentuado que le confiere una expresión de amargura…ojos grandes, verdes, melancólicos…creció armoniosa pero es delgada, débil o aún inmadura, tímida, necesitada de calor…
Se enamora de Mario y, desilusión mediante, se junta con Eugenio, que ha heredado la herrería del gran Maciste. (aquel que llamaba “cangrejos rojos” a los socialdemócratas que no siguieron a Gramsci en la Reunion de Livorno)

Clara:
Vestida de organdí y con trenzas…parece una niña…Aún no ha cumplido los 18. También es mona. Se junta con Bruno, linotipista.

Aurora:
Una flor…crecida antes de tiempo…tiene más (y peor) experiencia…Seducida por el carbonero Nesi, acabará en las garras del joven Otello Nesi  que, finalmente, la dejará por Liliana.

A través de ellas se construye, se reconstruye y se deconstruye  Via del Corno. Lean Vds. “La crónica de los pobres amantes”. No se priven de ese placer amargo. Les aseguro…que no la olvidarán NUNCA. Pero no me roben los Custodios ¡por favor!

“Cuando aún vivían en el paraíso de la infancia, los cuatro Ángeles Custodios protegían toda la vía del Corno. Habrían intercedido ante el Señor incluso por Nanni, que era un delincuente común y habitual, hasta por Carlino que había agredido a Maciste, e incluso por Nesi, que mojaba el carbón y había puesto estaño debajo de la balanza; habrían puesto la calle entera a la diestra de Dios Padre Todopoderoso Creador del Cielo y de la Tierra, junto a Jesucristo Dios verdadero y Hombre verdadero. Pero a la señora Nesi la habrían precipitado al infierno, con los pies dentro de la pez hirviendo y en la cabeza brasas encendidas”.

Ya saben Vds. la historia de mis Custodios. Un amor a primera vista. Un enamoramiento fulgurante que, como es connatural, será eterno.

Chicas! –chasquido de pulgar y corazón– ¡Brindemos por que la eternidad dure!
Ya las oigo...ya vienen…son ángeles gorriones: El perfume, la brisa y un ligerísimo temblor (0’5 Richter). Visten con los colores del parchís. Y juntas parecen una loncha de carne de membrillo casera.

Milena: ¡No nos darás tu vinacho de costumbre!

Bianca: ¡A mí me van las burbujas!

Clara: ¡¡¡Yo soy menor de edad!!!

Aurora: ¡Mas sabroso te sabrá!

Copas para tod@s. Abrimos una botella de cava de Alella (por las alas). Sus risas se confunden con la alegría de las burbujas. Abrimos otra:

A coro: ¡¿No querrás aprovecharte de nosotras!?

Si acaso van a Florencia no olviden este rincón (céntrico, por lo demás). Recorran la via dei saponai…llegarán a la plaza dei Giudici, entren en el “café Mingo” (ya no queda ninguna taberna): quizás encuentren a Staderini recitando tercetos del “Infierno”.







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