PRIMERA PARTE
http://kinomoriarti.blogspot.com/2014/01/propuesta-para-hoy-dia-15-de-enero-rosa.html
SEGUNDA PARTE
Aún resonaba en la sala aquello de “¡Ojalá nuestra vida baste para lograrlo!”, cuando dos periódicos afines al SPD-gobierno (el “oficioso” Vorwärts y el afín Politisch-Parlamentarischen Nachrichten) lanzaron una sonora y falaz acusación contra el amable e intrascendente Eichhorn, una fama que, ni incluso ser jefe de la policía de Berlín, amo de la Alexander, pudo contrarrestar.
http://kinomoriarti.blogspot.com/2014/01/propuesta-para-hoy-dia-15-de-enero-rosa.html
SEGUNDA PARTE
Aún resonaba en la sala aquello de “¡Ojalá nuestra vida baste para lograrlo!”, cuando dos periódicos afines al SPD-gobierno (el “oficioso” Vorwärts y el afín Politisch-Parlamentarischen Nachrichten) lanzaron una sonora y falaz acusación contra el amable e intrascendente Eichhorn, una fama que, ni incluso ser jefe de la policía de Berlín, amo de la Alexander, pudo contrarrestar.
El
asunto era que la discreta ardilla era
Independiente y el único que no
había seguido la consigna general de abandono total de cargos y tal. Los suyos
no se lo exigieron. El gobierno se lo pidió por las buenas y, como no quiso, se
armó la de dios (¿) es cristo (¿). Claro, él decía que había sido nombrado por
la revolución, en los días de noviembre; pero el desgraciado no sabía que las
cosas habían cambiado. Nada… que si no lo deponían los Comisarios del pueblo él
no dimitía… ¿pero qué Comisarios ni qué ocho cuartos? ¿No sabes que los tuyos
han abandonado? ¿No sabes que ha llegado Noske, el perro guardián, el asesino?
¡Nada…sólo acepto órdenes de la revolución! Pero ¡alma de cántaro! ¿No sabes
que la revolución somos nosotros y que os vamos a masacrar en una semana?
O
se ha consumido el gas o el termómetro ha bajado al cero absoluto. A la salchicha se le han congelado las
entrañas y se ha convertido en un obús, rosado, pero mortífero. El culito de
cerveza es un bloque de hielo. Pago y me
dirijo hacia la Alexanderplatz. Subo Friedrich y cuando llego al Checkpoint
Charlie doblo a la derecha, por la Zimmerstrasse, por donde iba el muro. Allí
en el nº 35 se ubicó la “Rote Fahne”.
Nada que ver; todo nuevo, edificios globalizados. Sigan rectos, crucen
el río y enseguida se encontrarán en la plaza. Sírvanse de la “Torre” para
orientarse.
Me
cruzo con el nazi de esta mañana y me saluda con el puño en alto y con una
carcajada que hace temblar las estructuras ferroviarias. Este cabrón no tiene ni estufa. Entro en un
cuchitril que hay justo debajo de las vías, en la Karl Liebknecht. Tomo asiento en un taburete. A los pocos
segundos formo un charco, me descongelo. El camarero me pone el pañito en mi
espacio de barra, saco el dinero de que dispongo y pido licor del ciervo.
Parará cuando se acaben los posibles.
Los
días siguientes pasaron tensos. Las armas llegaban a las Caballerizas. Las
tropas gubernamentales se organizaban. Las proclamas se sucedían. En la
Cancillería, a la espera del golpe definitivo, lo daban todo por perdido. Rosa,
no se dejaba engañar por las apariencias. La revolución que se espera (y se
desea) no es la revolución socialista, es un intento de salvar lo salvable de
los días de noviembre. Ni toda la clase berlinesa, ni el campesinado están en
disposición de darlo el todo por el todo. Los espartaquistas no pintan demasiado.
Día 4 de enero de 1919.
Sábado.
Desde
que un 4 de enero de hace décadas, llegó el de la luz y me cortó la corriente
por falta de pago, es un día maldito para mí. Lo primero que hago cuando los
del Condis me dan el calendario anual, es tacharlo con furia. Es símbolo de
ignominia.
Bueno
pues, viendo que el infeliz no dejaba el cargo, Hirsch (“Oso”), Ministro del Interior, firma la destitución el día 4. En su
lugar se sentará Eugen Ernst. Lucha desigual entre una ardilla y un oso. Pero la
ardilla es ágil y, a su manera, obsesiva: roe y roe y hasta que no deja la piña
en nada, no para. En cuanto recibió la notificación, se dirigió a la sede de su
partido (USPD, Independientes) y expuso el caso.
¡Aquel
paseíto matinal a aquella zona desolada y siniestra, cruzada y recruzada por
vías de tren que crean recovecos asesinos…! Todo sigue parecido, no crean:
descampados a la espera de un empujoncito. Eriales que se quedaron con la miel
en la boca.
¡¡Berlín!!
Los personajes de Philip Kerr campan a sus anchas.
Aquel
año no hubo “días alciónicos”. Y,
ahora, a más de una semana del solsticio de invierno, no se les espera. “Incipit tragediae”.
–¡Señor… Señor!
–Sí. Dígame, estimado (de momento)
cliente.
–No. Nada.
Cuando
el roedor enseñó el papelito, la plana mayor se puso en movimiento. Por la
tarde se reunieron en la Central de la Alexanderpltz el presidente del USPD,
los delegados revolucionarios y Liebknecht y Pieck (por cierto, primer presidente
de la DDR), por el recién creado KPD. Era sábado-sabadete:
“¡Atención, obreros, camaradas! (…)
Con ayuda de las bayonetas, el gobierno Ebert-Scheidemann quiere afirmar su
poder y asegurarse el favor de la burguesía capitalista, de cuyos intereses ha
sido desde el principio representante encubierto. (…) Acudid a las
manifestaciones masivas.
Hoy (por
mañana, día 5) a las dos, en la
Siegesallee”
¡Señor…Señor! (Para mis adentros). El camarero me mira y
mueve la cabeza: otro desnortado que me ha tocado en suerte… ¡Ay! ¡Señor… Señor,
dame paciencia!
Mientras
tanto en Zossen (S.O. de Berlín) Ebert pasaba revista a los desquiciados de
Noske, que lo miraban con desprecio y vergüenza. Los vistieron de gris-rata,
les dieron botas nuevas, cascos de acero y un Máuser 98 con bayoneta Seitengewehr 84/98 con una hoja de 250 mm
de largo, para cada uno. Los Máuser ya habían sido probados con éxito contra
los Boers. Este era un modelo
desarrollado que había incorporado avances significativos que no voy a
explicarles a Vds. Pesaba 4 kilos (descargado) y medía 1250 mm. La longitud del
cañón era de 740 mm y usaba munición 7’92 x 57, calibre 7’92. Podía, fácilmente
ser utilizado como maza, como martillo batanero.
Las
tropas empezaban a aburrirse. Noske lo contemplaba todo con displicencia (e
impaciencia).
Día 5 de enero de 1919.
Domingo.
Pasan
los días y yo sigo en mi taburete. Todavía me quedan 14 euros gastables.
Que
el domingo, 5 de enero, amaneciera gris plomo y frío como beso de muerto, era
lo normal… ¡y así fue! Y que la ardilla
se empecinara, valeroso, en su negativa, venía como anillo al dedo. ¡Por fin
podrían desquitarse de la humillación de las Caballerizas!
Desde
la hora del ángelus empezaron a llegar las masas: cientos de miles de
trabajadores, que inundaron no sólo la infame (y desaparecida. Bueno las
estatuas están por ahí desperdigadas) Siegesallee, sino, cruzando el
Tiergarten, siguiendo la Unter, llegaba hasta la misma plaza de Alexander.
Desde el 9 de noviembre no se veía nada igual.
Ebert,
cerró las ventanas de la Wilhelmstrasse y se dispuso a morir.
Nolke,
se paseaba, como Lenin hacia Táuride,
entre las masas que, educadamente le abrían paso. Calibraba la cosa. Intentó un
último intento con la “ardilla”, pero
el roedor no cedió. La cosa se ponía realmente fea. Ebert y Scheidemann
buscaron refugio en casa de un amigo banquero. Noske trató de animarlos, pero
no los soportaba. Así que los dejó y se fue a animar a su “Brigada de hierro” y a otras de otros metales.
Los Comisionados del Pueblo cenaron,
bebieron con moderación, se lamentaron largamente y se durmieron entre sábanas
de lino holandés. ¡Mejor que en el Hotel Edén!
Sobre la mesilla de noche: azucarada
agua de limón… ¡por si las pesadillas! Mañana no existirá nada. Los
trabajadores habáan tomado la ciudad y extenderán su poder por toda Alemania--presentían
¡Bebed agualimón!
–Camarero, me da para otra copita…
–Voy a sorprenderle, estimado e
infeliz cliente…
–No será difícil.
–¿Le suena el apellido Pieck?
–Pues ahora que lo dice, parece que
he pensado en él no hace mucho.
–Es que se lo noto…por la
melancolía enfermiza que desprende. El tal Pieck al que me refiero fue el
primer presidente de la República Democrática Alemana y compañero de fatigas de
Rosa y de Karl. ¿Me sigue?
–Le sigo… ¡estupefacto!
Debo
de ser transparente como el cristal. Todos adivinan lo que estoy pensando.
–Bueno pues… ¡era mi abuelo! Y aquí
me tiene Vd. despachando licor de ciervo a desdichados y noctámbulos. La vida
te da sorpresas. Cuando lo del muro
estuve sin salir de casa cuatro meses… ¡de asco! Cuando me decidí a salir ya no
sabía adónde ir. Tenía unos ahorrillos y pude conseguir este recoveco, esta
morada de terremotos, no apta para quienes tengan los nervios flojos. Lo único bueno es que cualquier día un tren
sobrecargado me derrumbará el chiringuito y podré cobrar el seguro.
Aquel domingo, en el que Vd. se
entretiene, la multitud llegaba hasta aquí. Imagine Vd. Toda la Unter, el
Tiergarten, llegaron hasta la misma puerta de la Cancillería…y a ninguno se le
ocurrió tirar cuatro tiros y descerrajar las puertas. Había armas para parar un
mercancías y la gente, sin embargo, se contentó con oír los sermones de Karl,
de Lebedour o de Däumig. Se discurseaba en todas partes y la gente se pasaba
los mensajes boca a boca… así que los mensajes llegaban deformados, como en ese
juego de cuando éramos pequeños.
Como no se hacía nada, algunos
grupos, por libre, ocuparon los periódicos las estaciones y se adueñaron de
barrios enteros buscando enemigos. Los enemigos se habían escondido… ¡a la
espera!
Los convocantes fueron los primeros
sorprendidos del éxito de la cosa. Esa misma tarde, mi abuelo, Liebknecht,
Lebedour, marineros, soldados, el mismo Eichhorn… hasta un total de 86 hombres,
se reunieron en la Jefatura de Policía, aquí al lado, e intentaron poner orden
en sus impresiones. Sólo los marineros y los soldados pusieron un poco de
cordura al manifestar la posibilidad (alta) de que la marinería y la soldadesca
no estuviera del todo decidida. Dorrenbach no daba crédito y pensaba que sería
coser y cantar… ¡después de lo de nochebuena!
–Pare Vd, buen hombre. Tómese una
copa… ¡me está dejando la garganta seca!
Llena
dos copuzos hasta el borde. Y sigue,
sigue…
–Y constituyeron un “Comité
Revolucionario Provisional” en el que no sé si estaba mi abuelo, pero seguro
que estaba Karl y Lebedour. Se imprimió un llamamiento, para el día siguiente,
lunes 6 de enero, elevando un poco más el tono. Dijeron que se hacían cargo
temporalmente de los asuntos de gobierno. Pero aquí no había gobierno ni ná.
Nadie se movió de la Jefatura. Sólo grupos dispersos buscaban y buscaban
objetivos…los objetivos, sin embargo, se ocultaban.
–Bueno, gracias por esta lección de
historia, pero tengo que irme.
–Pero, claro. ¡Nos vamos! Ahora
mismo echo el cierre y nos vamos a comer un codillo de búfalo.
¿Y
Rosa? ¿Qué hace Rosa?
“Al pudrirse en el agua el cuerpo pálido,
la fue olvidando Dios: primero el rostro,
luego las manos y, por fin, el pelo.
Ya no era sino un nuevo cadáver de los río”.
TERCERA PARTE.
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CUARTA PARTE
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