(Los
asteriscos * remiten a “razones
efemerísticas”)
Me
despierto. Me levanto… y veo a Hegel que
ha reunido todas sus posesiones en torno al saco de croquetas: una pelota
amarilla que parece un virus y un hueso azul de plástico macizo. La cama ha
sido reducida a copos de una alegre
nevada que, dado el resultado, ha tenido que durar toda la noche.
–Pero… ¡Hegel!
–He esperado toda la noche. Dime lo
que dijiste que me diría hoy. ¡Dímelo…o…!
Pues,
sí. Tal día como hoy del año 1955
cayó en viernes y tuvo lugar el
pre-estreno de “Johnny Guitar”. Fue
en el Capitol, ahora teatro. Después
iría a San Sebastián y recalaría, sin mucho éxito, en Madrid. Al día siguiente,
sábado, se trasladaría al desaparecido Metropol
de la calle de Llúria. Ese mismo día, Louis Amstrong actuó en el “Night Club” de la tercera planta del
lujoso Windsor de Vía Augusta / Diagonal. El mal tiempo le había impedido
viajar desde Italia el día anterior.
Ayer,
entretenido con Dostoievski, me vino a las mientes un detalle pertinente. Aglaya y Nastasia (“El idiota”),
rivales, manifiestan su rivalidad y su catadura, mediante, la una, “una capa clara” y la otra, embutida en un vestido negro. Blanco y Negro… tal
como se plasman en “Johnny Guitar”
las categorías morales o, si me apuran, los principios metafísicos que rigen el
mundo.
Tal
día como hoy, del año 1920, se estrenaba en Berlín “La Ronda”.
Antes
de enfilar para el sur, salimos hacia el “Camí
del mig” y antes de introducirnos en el “Camí del mig”, hacemos un alto en el bar del Día.
–Bon dia a tothom!
–Buenos los dé dios (¿).
–Camarero ponga una ronda* de sol y
sombra a todos estos buenos parroquianos. Y para mí un bocadillo de “Blanco y
Negro” como introducción… ¡que paga Pepe Botella*! Otro bocadillo para Hegel… ¡me
olvidaba del perro!
Hegel
se relame. Un solitario cliente está amorrado a la barra y reviscola cuando oye la invitación. Se frota las manos y golpea con
la palma derecha la barra de azulejos.
–Veo, querido vecino, que su vena
conmemorativa está hoy a reventar.
–Como su local.
Y
sin más preámbulos se lanza de lleno:
–Pues sí, Kino, sí. La obra en la que
Vd. piensa se estrenó en Berlín tal día como hoy del año 1920.
–Y se “desestrenó” inmediatamente.
Ya sabe Vd….temas judíos tratados a la manera judía, “sin profundidad, sin
hondura, sin alma…”
–Si yo le contara, sr. Kino, las
tramas que se urden en este cuchitril. Si le relatara los “hemiciclos” que se
crean y se destruyen en lo que dura una noche… Aquí donde nos ve somos el
centro de la movida nocturna del “Cul d’Ocata”.
–Ha estado Vd. atinado: más que
“corro”, “anillo” o “ronda”, merece el título de “hemiciclo”… pues la cosa
acaba “inacabada”. Esta especie de “Decamerón” concentrado en el que “la mitad
de cada una de las parejas que copulan reaparezca en la escena siguiente crea
tanto una especie de mecanismo de control biológico como un triángulo
estructural sexual…”
–En absoluto ajeno al interés
científico.
–Ni al metafísico.
–¿No le parece que “el efecto de
los encuentros lingüística y biológicamente repetitivos sugiere un proceso más
serial que cíclico, algo mecanicista más que orgánico?”
Y
acompaña el discurso con movimientos de manos propios de fregar vajilla.
–Y una melancolía…
–¿Parecida a la que produce la
proximidad de la muerte?
–¡Ahí le ha dado, estimado
tabernero!
–¿No le parece que lo que muestra
la obra de forma implacable, más allá de aquello que fue juzgado como pornográfico,
es la alienación entre hombres y mujeres?
–¿Como ejemplo de la alienación
general y su cosificación?
–¡Sea!... y es que el mundo se ha
convertido en un “Cambalache”*.
–y “yira, yira*”…
El
cliente hace bastantes párrafos que se han pimplado el sol y sombra. Mantiene el vasillo entre los dedos, mira perplejo y
suplicante hacia el foco de la conversación y lanza como al azar:
–Pues a mí lo de “La Ronda” me parece
un nombre perfecto.
–Y muy adecuado.
–Póngale otra ronda. He ahí otra
manifestación del mecanismo obsesivo de repetición melancólica.
–Perdón, caballero, pero creo que
dos “sol y sombra” no le da derecho a… Además, y perdonen que medie, la obrita
que Vds. comentan hace juego con el “Ring” vienés. Ambos cubren la putrefacción
moral (y estética) de la burguesía. Por los mismos días que Schnitzler escribía
ese alegato contra la doble moral y la hipocresía burguesa (1900), Loos
teorizaba la “potemkización” de las ciudades. Edificios que son sólo fachadas.
Fachadas fuera del tiempo que cubren con su anacronismo la degeneración
imperialista del capital. También por aquellos días, Freud daba el toque final
a su “Interpretación de los sueños” y el psicoanálisis hacía su presentación
pública. Ambas “Rondas” funcionan como censura-resistencia (y como síntomas).
Barreras contra la “locura” (proletariado / “ello”) y expresión desviada de la
misma.
–Estimado cliente, me deja Vd.
anonadado. Tantos días aguantando su mustia presencia y esta mañana se
descuelga con estas consideraciones de enjundia. ¿Acaso Vd. no es quien
representa ser?
Acabado el coloquio (y los bocadillos) y anonadados, seguimos nuestro paseo, no sin antes dejar pagadas otras dos rondas.
Acabado el coloquio (y los bocadillos) y anonadados, seguimos nuestro paseo, no sin antes dejar pagadas otras dos rondas.
La
escena ha tenido un no se qué de
metafísico. Un cavernoso cliente, adicto al “sol y sombra” imparte una
lección de historia, aplicada, de la cultura. Son sorpresas que te depara el “Cul d’Ocata”: Tenebrosos asiduos del Condis se descuelgan con una lección de
materialismo dialéctico; opacos paseadores de perros se refieren a la luz con
una adjetivación inaudita y variada…Y todos con la clara conciencia de la
concisión, pues son conocedores de la escasez de espacio. No pueden, pues,
desarrollar sus pálpitos, ni conceptualizar sus impresiones. Como este transeúnte que cargado como Sísifo,
como donante del fraudulento Banco de Alimentos, me interpela:
–Ya me he enterado de su conversacion ahi en
la cantina…–las noticias vuelan (tópico digno del diccionario de Flaubert).
Así hablaba, sin acentos. Y hay una cosa
que Vds. vosotros habeis pasado por alto.
–Dígame Vd. condiscípulo.
–Pues vera. Los antiguos pueblos nórdicos
celebraban la llegada del solsticio de invierno (sabra Vd. los del solsticio,
¿no?) con una celebración que llamaban YULE, ¡¡que significa rueda, ronda…y
estaba relacionada con el ciclo del sol, con la fertilidad y la abundancia…
–Lo de la fertilidad se lo puede
ahorrar, pero dios (¿) nos dé lo segundo. Por cierto, muy oportuna su
aportación.
–La solidaridad es propia del “cul
d’Ocata”.
Ya
en el coche.
Ha
empezado a llover.
Tangos
de Discepolín.
En
Alcanar nos comemos una paella y seguimos bajo el cielo plomizo. Circunvalamos
Valencia y entramos en la autovía de Albacete. Giramos en la Font de la
Figuera, seguimos hacia Yecla, Pinós y llegamos a ¡¡Fortuna!! en un periquete.
Noche cerrada.
Paseo
por el desierto.
Ante
tanta sahariana hermosura no quiero dedicar ni un segundo al malo de Beria* ni al bueno de Kalashnikov*… ni tampoco a la fea de Peggy Ernst*. Quede constancia,
sin embargo, de que no se me escapa ni una, de mi confianza en el decurso de
los días y de la melancólica repetición de las fechas.
Lo
de la oreja, lo deja para la SEGUNDA
SERIE.
–¿Hoy no se cena?
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