Tal día como hoy, del año 1927, nació el gran…¡¡ Kubala!!
¡Alegría
de mi infancia!... (quien me conoce sabe que en mi casa, alegrías…¡pocas!). Mi
padre, tras sufrir las consecuencias de la derrota, llegó a formar parte de las
fuerzas vivas desparramadas por las aldeas del país. Encargado de mantener,
imponer, crear, milagrosear…el orden que, por otra parte, se mantenía sólo,
gracias (¿) a la falta absoluta de fuerza y de lo que los lacanianos llamarían
“deseo”. Bueno…alguna que otra paliza y ¡tan amigos!
Pese
a lo dicho…mi padre era del Barça (nosotros decíamos “del Barcelona” y “Barça”
lo leíamos “Barca”…Así que “Barca 3, rival 0”), lo que, pasando por encima de
la bondad natural de mi progenitor, le causó no pocos problemas e inquinas. Los
dos barberos del pueblo, como si de una conspiración blanquista se tratara,
eran del Atletic de Bilbao y usaban chapela incluso en verano (43 grados a la
sombra).También ellos contarían y no pararían. Pero… ¡era diferente! (como
siempre lo ha sido)…ellos eran exóticos “leones”;
los “culés” (nombre que jamás oímos),
sin embargo, eran traidores. Los del Madrid imponían la norma. Pese a que
durante toda mi primera infancia, el Barca dominó las competiciones “nacionales”.
Pues,
¡eso!... que Kubala fue la alegría de mi infancia. Jamás vi su rostro, ni su
figura…sólo su caricatura dibujada en la cara de las cajas de cerillas (“toreros” le llamábamos nosotros).
Regordete, pelo rizado y rubio y haciendo malabarismos con el balón (de
costuras como espinazo de dinosaurio) pegado a la bota. Los “toreros” y las “bolas” (canicas) eran los trofeos para quienes ganaban en los absurdos
juegos en los que nos embarcábamos.
Buscábamos
los “toreros” en el basurero…entre
buches de pavo, tripas de cerdo, cartas de procedencias desconocidas, y,
naturalmente, basuras de todo tipo. Con un palo… ¡como profesionales de los
desperdicios!...Pero, allí, nadie desperdiciaba nada…así que lo que llegaba al
basurero era…verdaderamente, la hez de la hez.
Los
atardeceres (y noches, en invierno) de los festivos, eran, por doquier,
similares (que no iguales). Sacábamos las sillas (una mesita para la radio) a
la calle…los niños… ¡en el suelo! Y se oía a Matías Prats (¿padre?, ¿abuelo?,
¿bisabuelo?)…contándote cualquier cosa...hasta que había un gol y, entonces,
caíamos en que se trataba de un partido de fútbol. Acabada la retransmisión nos
dedicábamos a buscar satélites, puntitos luminosos que se movían entre las
estrellas de aquellos cielos tan profundos y límpidos… ¡Uno!... ¡He visto
uno!...y todos mirábamos el dedo sucio del chivato. O a descubrir “salamanquesas” (¿), (esa especie de
lagartija con ventosas en los dedos, que llamamos dragones…¡Si te caía una en
la mano…¡te pelaba la piel!...) que apreciaban la luz. Y así hasta la hora de
la sopa de fideos… ¡Con “cubitos”!
Kubala
era, para mí, como Coppi…un símbolo de ¡yo que sé!...Los dos eran el paraguas
de mi infancia. No podía hablarse de modelos, de acicates, de estímulos, de
ideales… ¡esas cosas no existían!...eran ¡Kubala y Coppi!...pronunciados con
rabia, como si con ello produjeras una alteración de las condiciones objetivas…Eran
como agujeritos por donde entraba luz al saco negro en el que se desenvolvía
todo.
Nada
de antes, ni nada de después… ¡Sólo que se libró de una muerte segura por los
pelos!...El avión en el que viajaba “Il
grande Torino”, tras jugar un amistoso contra el Benfica, se estrelló en el
terraplén posterior de la basílica edificada en la colina de Superga, en las
proximidades de Turín…Kubala tenía que haber viajado…De esto me enteré mucho
más tarde
Kubala
éramos todos (¡los del Barca!)…la coge Kubala…avanza…chuta….¡¡¡gol!!!
Y
junto a Kubala: Kocsis, Evaristo , Suárez y Czibor (Vila, Villaverde)…Se
inauguraba el Camp Nou…La de Serrat era la inmediatamente anterior ( la de Las
Corts).
El
equipo de mi pueblo jugaba en alguna categoría (¡eso seguro!) porque venían
equipos de pueblos vecinos e, incluso, de bastantes kilómetros a la redonda.
Decir que el campo era de tierra es, simplemente mentir. Era una especie de
cantera de áridos para la construcción, en la que se hubiera, cuidadosamente,
colocado las piedras con sus aristas más afiladas hacia arriba. Los pocos goles
que marcaba el equipo local se celebraban (trompeta y tambor) con aquella
melodía tan de la época:
“Vaya tío, Vaya tío…
Qué
golazo c’a metió”.
Y
con gaseosas “la flor de Murcia”…refrescadas
en grandes cubos con hielo…Aún recuerdo el sonido Psssssssf…¡los niños nos
bebíamos los culitos!
Los
infinitos que nos metían (el portero tenía un brazo impedido y, por eso, se
había sacado de la manga (¿) un remate de codo…que fue famoso en toda la
comarca…¡Y algo más allá!...pero que nunca alcanzó, además, la eficacia) se
ignoraban o, como mucho, se anotaban con indiferencia en el marcador “visitante”. Mi hermano mayor, tuvo la
desgracia de ser cancerbero durante una temporada (¿)…¡de récord Guinnes!
Recuerdo el día que llegó el equipo de jugar contra el Molina del Segura: ¡22 a
1!…mi hermano jugó (¿) media parte y le metieron 18…¡Eran tiempos más fecundos!
Por la noche en el cine, era domingo, el héroe que había sido capaz de batir la
portería contraria, entró ranqueante por entre las filas de butacas y a voz en
grito:
--¡Me duele tor cuerpo der golazo
que he metío!
Le
siguió un aplauso atronador…y mi hermano, la víctima, que era, además, el que
echaba el cine…paró la película para dar tiempo a que la gloria (se condensara
y) fuera asimilada y ¡no se olvidara en toda nuestras vidas!
Hablo
de Fortuna (Murcia)…Imagínese Vd...¡ Malpartida de abajo!
Y
hablando de cine y tal… ¿recuerdan vds. “Los héroes escogen (¿prefieren? la paz”…aquella
película que contaba la evasión de Kubala de Hungría y las peripecias hasta
llegar a la España franquista?...Kubala y Samitier se interpretaban a sí
mismos.
Que,
además, fuera un arma propagandista…me enteré después. Entonces sólo tenía ojos
para ¡¡Kubala!!...
Bueno
pues, como mi hermano, como he dicho, echaba el cine, me hice con un cartel (de
los de antes) de la película y con un montón de fotogramas (filminas) que las
mirábamos a través de aquellos aparatos en forma de pirámide truncada…que tenían
una pequeña lente de aumento en el vértice (truncado) y una ranura en la base,
por donde metías la filmina y la veías más grande y como incorporada a ti…
Era
la envidia de todos…
Yo,
naturalmente tenía muchas filminas… ¡de todo tipo! (…esa es otra historia…). El
cartel lo desplegaba de vez en cuando…En mi casa no había sitio para carteles.
El escaso estaba ocupado por la abuela y por una fotografía a la que alguien
había desfigurado, con un dedo húmedo, los labios de mi madre… ¡Así eran
entonces las fotografías!...Toda mi primera infancia con ese rasgo despectivo… ¡y
el día de la boda!...Preguntarán vds…. ¿por qué no lo colgó vd. en su
habitación?... ¡les ahorro la respuesta!
No
les hablo del “partido de la muerte”…una emocionante historia que dignifica la
profesión: Un partido a (literal) vida o muerte... ¡Tiempo habrá!
Pero…
¡Infórmense vds.!...¡Infórmense!...
Cuando
ya mayor, fui a Barcelona, lo primero que hice fue visitar y pimplar en “La
Bohemia”, de la calle Lancaster (otro mito de mi infancia). No sé si en la
película aparecía, o no, la desgraciada bodega… ¡creo que sí!...En todo caso
fue mi primera visita… ¡La Sagrada Familia aún no la he visitado!
Maldigo
a quien decidió el derribo de “La Bohemia” y arrojó al paro a los integrantes
de esa cooperativa ejemplar y edificante: ¡Honor al tanguero!... ¡al tomatero
de Orihuela!--- ¡al maestro!...a todos los que nos hicieron pasar momentos tan
ajenos a la asepsia que nos invade.
¡¡Gracias
Kubala!...! Por tí… y por darme la escusa para recordar lo recordado.
Sonará
en el Esputifai: cualquier composición de Satie (aunque sean las “Gymnopedies”)
nacido en tal día como hoy, del año 1866, y que ya vimos rondar en la propuesta
de ayer… ¡Música apropiada!...Música para todos…desnuda…humilde…lejos del
opiáceo tsunami wagneriano…y de la vulgaridad general.
Los
amores (del carnal al místico, castración mediante) de Eloisa (que, tal día
como hoy, cumpliría 849 años) y Abelardo… ¡los dejaremos para otra ocasión!
¡Buenas
noches!
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