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jueves, 25 de abril de 2013

Propuesta para hoy, día 25 de abril. 2º SERIE. ADN. Robinson. Nietzsche, Lou, Rée. SEGUNDA SERIE


Yo no soy violento, pero a todos aquellos que usan expresiones tales como: “con la que está cayendo”, “como no podía ser de otra manera”, “por activa y por pasiva”, “lo llevamos en nuestro ADN”…u otras de igual calado, deberían aplicarles la pena de muerte. Pero puesto que nuestro país es un país civilizado que ha excluido la pena capital de su ordenamiento judicial… que los condenaran a la mudez completa. Aunque no sé si adelantaríamos gran cosa, pues estos idiotas bien podrían aprender el “habla” de los sordomudos. O sea que… ¡vamos a dejarlo como está!
Un siglo separa a Mendel de Watson y Clirk. Un siglo para saber con seguridad lo que Darwin no pudo ver: sobre qué actuaba la selección natural y hacernos una idea de la naturaleza, función y estructura de la molécula de ADN.
"Deseamos sugerir una estructura para la sal del ácido desoxirribonucleico (ADN).Esta estructura posee nuevas características que son de considerable interés biológico”. Esa sugerencia, publicada el 25 de abril de 1953 en las páginas de Nature, no hubiera sido posible sin la fotografía (¿radiografía?) de la, durante mucho tiempo, relegada, como es natural, Rosalind Franklin. 

Desde entonces sabemos lo de la escalera de caracol, lo de las bases, lo de las secuencias de bases que constituyen los genes (lo de los polímeros se lo debemos a Caspersson y Hammersten), lo de la replicación y las mutaciones aleatorias y, también desde entonces, estamos siendo bombardeados con noticias inverosímiles que prometen, cuando no aseguran, el paraíso en la tierra… para atraer inversiones, mantener la tensión y desviar el foco. Así se va construyendo uno de los grandes peligros que amenazan a la humanidad, convertida, poco a poco, en “parque humano”. En realidad son tantos nos peligros que nos acechan que… ¡vamos a dejarlo como está!
A ver, “Hegel” no ha sido educado para nada y, sin embargo, su racionalidad le impide hacer perrerías, pese a su naturaleza canina. “Hegel” se despierta, se acerca a mi cama, me lame las manos, después la cara y, si no respondo, se retira, contento, a su rincón. Si respondo, apoya las manos en la cama y, contento, marca las horas con el rabo. Los humanos, superados por nuestros productos, estamos sumidos en la locura que, de tan cotidiana, nos parece normal. Y eso se sabe, oigan, se sabe. Se sabe que nuestra constitución biológica no soporta el peso de la técnica desatada y se sabe que deberíamos atar corto el desarrollo tecnológico como al diablo del Apocalipsis. Pero, ¿qué quieren?... es tanta la ganancia que se desprende de ese desamparo que… ¡vamos a dejarlo como está!
Tal día como hoy, del año 1719, se publicó “Robinson Crusoe”. Si se hubiera publicado hoy, los herederos de Alexander Selkirk y los de Pedro Serrano pleitearían por los derechos de autor, tras acusar a Defoe de plagio. Robinson prueba lo que digo: el humano vive en el filo de la locura. Lo mantiene lejos de los juzgados la actividad frenética, asalariada o no, aunque, bien es verdad, que el asalariado, sobre todo si no encuentra quien lo asalaríe, está más cerca de caer en las garras de la justicia. Algo he dicho en otra propuesta sobre este tema: inténtenlo en el buscador del blog.

https://kinomoriarti.blogspot.com/2020/02/propuesta-para-hoy-dia-2-de-febrero.html
 


El invierno de 1881-82 fue muy duro para Nietzsche. Tras un verano en Sils-Maria, en donde vislumbró, entusiasmado, la potencia terrible del “eterno retorno” y, ya apartado de la docencia, por dolencias de toda índole, recaló, como náufrago, en Génova con la idea, equivocada, de que el clima y tal le sería beneficioso. Da verdadera pena imaginar al filósofo, con su maleta de viajante de comercio y su indefensión, vagabundear en busca de un lugar que le fuera propicio. Estaba en plena redacción de “Aurora” y aun lamiéndose las heridas que le había dejado su alejamiento de Wagner. 
Una de las más terribles fue que se le revino el gusto y, así, por despecho, aclamó la estupenda, aunque no tanto, “Carmen” de Bizet, como obra juguetona y enemiga de la pesantez del teutón. Durante unas semanas Rée le hizo compañía (hicieron excursiones, vieron a Sarah Bernhardt…) hasta que ya no soportó más la humedad de la ciudad de Colón y se marchó a Roma, atraído por la llamada de Maldiva, en torno a la cual girará todo este rollo. De camino se entretuvo en el casino de Montecarlo donde perdió hasta los calzoncillos. Tuvo que pedir dinero para continuar el viaje… y un juego de ropa interior. Quizás fuera la influencia de la Bernhardt, una leyenda en esto de la mala suerte.


En Roma se encontraba la joven (y rusa) Lou Salomé (luego Lou Andreas) y su madre que, como la madre de la Pantoja, no la dejaba ni a sol ni a sombra. Rée y Lou se conocieron en casa de Malwida el 17 de marzo (en una situación embarazosa para el joven, que tuvo que pedirle a la anfitriona el dinero que le habían adelantado en Montecarlo) y en seguida, gracias a los paseos a la luz de la luna, se fue gestando en la cabeza de la rusa un plan que pondría a prueba la entereza del joven que, por entonces, se aplicaba a la filosofía moral y, después, la del mostachudo que, como he dicho, intentaba desembocar en una “ciencia alegre” que sustituiría a la leonina ferocidad de “Humano…”
Tampoco Nietzsche aguantó más y el día 29 de marzo pilló un billete para Sicilia y se instaló en Messina. Único pasajero en un barco de vela. Llegó el día 1 de abril.
Imaginen ustedes: se levanta el telón, una barca de vela surca el agitado mar ligur. 

De fondo, la habanera de Carmen y el Idilio de Sigfrido pugnan por el sometimiento del único pasajero que, aterido por una sobrecogedora neuralgia, vomita por los rincones. El desgraciado clama su “amor fati” ante la incomprensión de las potencias celestiales.
En Roma, Rée y Maldiva llenaban la cabeza de Lou de ansias y premoniciones. El siroco apretaba en Sicilia. El siroco ese viento africano que, como Vds. saben, aquel glorioso día de marzo del año 1951, viniendo del Argelia, enardeció a mi padre y estableció las bases de mi existencia. Huyendo del siroco y atraído por los efluvios, que consideraba menores, de la rusa, así como por la invitación de Maldiva a través de Rée, se presentó en Roma el día 25 de abril y justo ese día, tal como hoy, siguiendo la celada que había preparado la anfitriona, Lou y Nietzsche se encontraron en la mismísima ciudad del Vaticano, a la sazón gobernada por León XIII que acababa de enviar una bendición especial a la difunta Bernardette, la vidente de Lourdes. Rée, refugiado en un confesionario de la basílica, anotaba, a vuela pluma, las impresiones del día. Y se pronunció aquella ingeniosa frase: “¿De qué estrella…etc, etc…?” “De Munich”, respondió la rusa y un viento, que quiso ser risa, brotó de la boca del bigotudo. Al contacto con la espesa pelambrera sonó como suena el vendaval entre los abedules rusos.


El enfermo, creyéndose irresistible, cometerá error tras error.
Al día siguiente, Lou y la madre salen para Milán, donde se encontrarán con Friedrich y Paul. Continuarán el viaje hacia los lagos… y pasarán cosas…y se las contaré.











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