(Los asteriscos remiten a "efemerísticas razones")
--¡Aire!
--¡Qué poco tiempo para perder las formas!
--Kellner!...¡un carajillo! Y de
postre: una copita de “Eiswein” de aquí…de la contorná.
Esto se pone emocionante: ¡una
frasca de “Jägermaster”!... (¡por fin!)
Pues, la verdad, yo tengo el cuerpo golfo…¡y sin ropa interior! Antes de
que cierren me acerco tranquilamente al “Karlstad”
de la plaza de la estación y me hago con un surtido de calzoncillos: tres por 5
euros (blanco, gris y a manchas inciertas); con una zamarra (planta de
oportunidades) por 20 euros y con una botella de aguardiente de trigo (“doublekorn”). Salgo a la plaza, abrigado, y en un bar de la estación me pongo las tres
piezas y tiro el usado a la cisterna. Es
como cuando nos sobraba algún “cóctel
molotov”: “Precaución: calzoncillo en
la cisterna”.
Unas palmaditas y el aire remolinea…un perfume familiar de cuello de
ángel se extiende por la plaza. Los perros aúllan y sus dueños elevan las
cabezas en busca de la causa eficiente. Todos menean la cola de puro contento.
En el ínterin he intentado maniobras de aproximación…¡imposible!...El
perro no quiere armisticios y está decidido a acabar con todo el mobiliario.
Llamo por teléfono a su legítimo dueño y le ruego…¡por dios! (¿) que aparte de
mí este cáliz. Me promete que ¡mañana! se hará cargo del meteoro…Espero
deseperao la “desperración”.
El año 1923, el día 8 de noviembre también cayó en viernes. Todo un fin
de semana por delante. En Berlín llovía…en Múnich, no lo sé. Peter Ellis
hablaba de sus inversiones con los
Waldstein. El taxi de la mañana le había costado 4.000 millones de marcos y el
de la noche le costaría 5.000 millones; por suerte acababan (¡pero ya mismo!)
de sacar el billete de mil millones…así que con 5 tuvo bastante.
En cuatro líneas (que se han convertido en catorce):
Los franceses han ocupado el Rurh. Ebert (y Stresemann) declaran la “resistencia pasiva” que no da el
resultado esperado. Se declara el “estado
de emergencia” y se traslada todo el poder al ejército. Baviera, a la suya,
declara su propio “estado de emergencia”…sueña con una independencia
de Berlín y poner al estado bajo la
dinastía de los Wittelsbach (¡nada que ver con los “witels”!). Por otra parte el partido nazi ha ganado la hegemonía en
la extrema derecha y pretende colgar por las pelotas a los de la “puñalada por la espalda”… y adornar los tilos de Berlín, antes de navidad. Nada de
independencia…¡al contrario!...¡conquistaremos Berlín! (…antes que Mannhatan). Las cosas andan muy, que muy revueltas…¡Mañana
arreglaremos cuentas con Lunendorff!
Hitler, que ya conoce la cárcel por los hechos de 1921, se ha
reincorporado al ejército como espía-chivato…y, después, como instructor y
constructor de coartadas. Ha conseguido el liderazgo del partido (deja el
ejército) e imprime su sello personal. En torno a él: Lunendorff, Göring, Röhm…y
toda la bestial purria del ejército desmovilizado.
Bueno, pues el día 8 por la tarde-noche, el “triunvirato” (gobierno, ejército y policía) de Munich y cientos de
invitados se encuentran comiendo salchichas y bebiendo cerveza en la grandiosa
cervecería “Bürgerbräukeller” (en
Rosenheimerstrasse, al otro lado del Isar… entre el Hotel Hilton y el “Centro Cultural Gasteig”) capaz de albergar a 1500 bebedores.
Digo yo que, o no tenían intención de pagar o cada cual llevaría un motocarro
para transportar el coste de sus consumiciones….¡No hablemos de pagar una
ronda!
La cervecería no existe: no resistió el atentado del 39, cuando el
carpintero y campesino suabo, George Elser hizo estallar una bomba de
fabricación casera en la cervecería donde Hitler había tomado la costumbre de
celebrar el 8 de noviembre. Hitler había salido minutos antes. El desafortunado
autor murió en Dachau en el 45, días antes del suicido (¿) del Führer y cía.
Pueden vds. tomar un tentempié en la cafetería del centro cultural y
aprovechar estas fechas para visitar una especie de “Feria del libro” que durará hasta el veintitantos.
¡Ahora es el momento de la verdad!...doy unas palmadas y el comedor se
inunda de perfume de cadera de ángel, los folios tiemblan de puro amor… incluso
las inexistentes cortinas vibran emocionadas por el feliz reencuentro: mis “Ángeles Custodios” se materializan:
--Hola, amor nuestro… ¿A qué, después
de tanto tiempo, esta solicitud?
--Una vieja amiga me impone una
salida terapéutica.
--¿Adónde…si puede saberse?
--¡A Munich!...Me apetece un
Löwenbraun “in situ”.
--¿El “chucho” también viaja?
--Dejémoslo que acabe con todo el
maderamen del edificio.
Levitación santífica, virginal asunción, vuelo de espora y aterrizaje de
pétalo de crisantemo: Rosenheimerstrasse
en la misma puerta del “Centro Cultural
Gasteig”…Durante el viaje me arrullan
con las “Tres Corales” de César Frank*, ahí echó el resto, antes de la “Fuga” definitiva…
¡Las cinco en punto de la tarde!
--¡Adiós, amor nuestro!
--¡a las doce os quiero aquí!
--¡Qué poco tiempo para perder las
formas!...
Se desvanecen euridicianamente…y
un sutil (más que Duns Scoto*) aroma de violetas ocupa el espacio.
Y yo me doy cuenta de que he venido con lo puesto: del veranillo de san
Martín al frío de san Severo*. Ni bufanda, ni chubasquero (rodolí), ni gorro-Ignatius
(la rusa la perdí en Leningrado)… y ni una muda, por si acaso (rodolí en asonante).
Entro al Gasteig y sigo las
indicaciones, procurando no acabar en la feria del libro, en una exposición de cuadros
o en un concierto infantil. Ocupo una mesa que da a la terraza interior; se
acerca el camarero:
--“Und weil der mensch ein mensch
ist, will er was zu essen”
--¡!!!!!!!!¡
Es una frase que recuerdo de Brecht y que viene al pelo: “Y puesto que el ser humano es un ser humano, quiere algo de comer”
--Muy proverbial y leído cliente…¿Qué
desea exactamente? (rodolí en consonante)
--Una botella de Mosela y una
salchicha de Frankfurt
--Wir sind in München, Herr......... (¿Cómo sabrá mi apellido:Herr(ero)?)
--Pues…una botella de Mosela y una
salchicha ¡¡de Munich!!
--¡Qué poco tiempo para perder las formas!
--¡¡……¡y mostaza ¡¡de Dijon!! (¡!)…
Ese año no había habido “Octoberfest”
así que la gente andaba deseosos de pimplar sin cortapisas y con ganas de
jarana. Todos perdieron rápidamente las formas. Cuando Kahr, el triunviro
anfitrión, se dispuso a echar el discurso de rigor, la rechifla fue general (e
involuntaria…”inercial”, se podría
decir). Se bailaban polkas encima de las mesas, se meaba por los rincones (y se secaban en las cortinas), se usaban
las salchichas de forma deshonesta, se vomitaba, y, sobre todo, se maldecía a
los “soviéticos”, recién fusilados.
La fiesta, en cierta manera, era de celebración por los éxitos cosechados y por
la disolución del peligro “bolchevique”.
En esto que irrumpe en la sala Hitler (viejo conocido), Göring y un
escuadrón de la recientemente formada S.A. tocado con cascos de acero y armado:
cruces gamadas y calaveras con tibias cruzadas, rubricando. Algunos escuadrones
más se habían distribuido por la ciudad en plan estratégico.
--¡Al suelo!...¡Todos al suelo!
A más de uno se le agriaría de golpe la cerveza y la mostaza…¡Hasta que
se dieron cuenta de qué se trataba!
Hitler se subió a una mesa, disparó al techo… el tenue polvillo de la
escayola se mezcló con el champán de las copas (y añadió algunos años a los
concurrentes). Las S.A. montaron una ametralladora en el vestíbulo. Encendieron
cigarrillos austríacos y se pusieron a discutir sobre los partidos del fin de
semana: ese año, como el anterior la liga la ganaría el “Hamburgo SV”…¡esos rojos de mierda!...lo del Bayern es MUY posterior (aunque se fundara en 1900). Ahora es el
momento: La “Paulaner” se quedó con
la cervecería de marras.
--¿?
--Bueno pues…un café y un copuzo de
Mike Jager…master jager…¡ese del ciervo!
--Enseguida, ¡señor!
--¿?
Mientras tanto en el ministerio de Hacienda se hablaba de un exótico “marco-centeno”, cuyo valor estaría respaldado por las cosechas de ese
cereal o algo parecido. Finalmente se propuso el Rentenmark, sostenido por la hipoteca sobre el valor de toda
Alemania…¡Absurdo!...pero como la cosa es cuestión de confianza (si no fuera
así, no existiría el dinero financiero), la cosa funcionaría.
Si estuviéramos en el 23, la fiesta me hubiera costado, como mínimo
20.000.000.000 de marcos. Un dólar llegó a cotizarse, el 20 de noviembre a 4’ 2
billones de marcos (en el mercado negro se llegó a los 10 billones). El Rentenmark tachó 12 ceros. Debería haber
salido de casa como cuando coges el avión de “Ryan Air”: embutido en capas y capas (de papel moneda).
Bueno, a lo que iba. Hitler y Göring metieron al triunvirato en una
habitación a la espera del cada vez más siniestro Ludendorff. Llegó y se acordó
el plan: tendremos monarquía y, además marcharemos sobre Berlín…¡como
petimetres italianos!
Salieron y dieron la buena nueva: “Deutchland
über alles” y” ¡A Berlín!”. La fiesta
continuó hasta el amanecer.
Hitler fue requerido porque ni el ejército ni la policía territorial se
plegaban a sus deseos. Aprovechando su ausencia, el triunvirato decidió que
también tenía que ausentarse. Las S.A. dejaron su tema:
--¡De aquí no sale ni dios!
--Pero es que…
--No hay “es que” que valga.
Hablaron con Ludendorff y, entre caballeros se arregló la cosa: “Si no te puedes fiar de la palabra de un
oficial alemán ¿de qué te puedes fiar en este mundo?”. El trío había dado
su palabra de honor que volvería:
Uno, sacó al ejército a la calle.
Otro, a la policía.
Y el anfitrión, trasladó el gobierno a Regensburg.
(Amaneció el día 9 de noviembre).
Y hubo un imprevisto: los cadetes (¡siempre igual con estos niñatos!) se
unieron a Röhm que había ocupado el Ministerio de Guerra de la Odeonplatz…¡Ya
tenemos un “poblema”!
El ejército y la policía cierran los puentes sobre el Isar y construyen
barricadas alrededor de la Odeonplatz. Röhm está aislado.
La gente sale a la calle enarbolando esvásticas. Se grita contra los
judíos y “su” inflación. La multitud
ocupa los espacios entre el Isar y la cervecería y apuestan sobre el inmediato
futuro: ¿disparará el ejército?...¿Será
capaz Ebert de meter a todos en la
cárcel
Las S.A. consiguen cruzar un puente y marchan hacia lo de Röhm…(la
policía llevaba armas descargadas). Y yo pago y me dirijo, a cuerpo gentil,
hacia el escenario de los hechos: Ludwigsbrücke,
Zweibrükenstrasse y los “Ring”…hasta el Hofgarten. Detrás está la plaza, con su “Feldhernhalle” y el “Tambosi”
de la Anastasi Haus. Tomo asiento…sillas de madera y mesitas como de recibidor
familiar. Ramitos de violeta, carta de precios, cenicero…¡Oiga!...¡Aquí no cabe el vaso de” Korn”!
La marcha la encabeza Hitler, Göring y Ludendorff: Marciales, “pasodobleando”, sabiéndose el epicentro
de la historia (provinciana). Fue llegar a la plaza y allí no valió ni
Ludendorff ni la madre que lo parió…¡No
disparen que soy Ludendorff!...Acabó de declamar y el primer tiro puso el
punto final a la frase. Se armó la de san Quintín. Los, poco antes, enfáticos
marchantes se disolvieron euridicianamente (¿euridicicamente?...habrá que
aclararlo). Algunos murieron. Hitler se dislocó un hombro (más vidas que un
gato) y huyó en un coche preparado “ex
profeso”; Göring fue herido en el
estómago y huyó como pudo. Ludendorff fue invitado a tomar algo en la comisaría
de distrito.
A los dos días encontraron a Hitler en pijama en casa de un “camarada”.
Se le juzgó y la segura pena de muerte, se transmutó en 5 años, de los que
cumplió 8 meses…(¡y estaba con la “provisional”!)…eso
es lo que se llama justicia de clase. Mientras tanto seguían fusilando a los
rezagados de mayo.
En Berlín Ebert y Stresemann habían tomado medidas…¡Ya no hacían falta
carniceros!
Así acabó el llamado “putsch de
Munich” …y empezó al auge de la extrema derecha nazi. Ya lo decía Benjamín:
cualquier triunfo del fascismo es signo de una derrota de la revolución.
Parezco un barrendero…con este”
tres cuartos” y la botella en el bolsillo.
--Aquí nos tienes, querido nuestro…¿y
ahora?
--Pues…¿qué os parecería…Moscú?
--Tus deseos son órdenes para
nosotras.
--¡Echad un traguito!
--No nos tientes (habla Aurora, la
hija del barrendero)…¡la carne es débil!
--¿?
Desde el centro de la plaza me
elevo, cual Isaías (el fuego va por dentro): la injusticia social es
repugnante a los ojos el Señor. La justicia perfecta, ¡oh, muniqueses! sólo se
logrará tras la llegada de la revolución. Acaban de apagar las luces del
Karstad…¡por poco! (la última frase la
digo para mí y mis “Ángeles Custodios de
la calle del Corno”).
Por entre las nubes, a intervalos, se ven las luces de centro-europa.
Sobrevolamos Moscú:
--¡Demos una vuelta por sobre el
“Estanque (pues sólo
queda uno) del Patriarca”…(inevitable
pensar en el “Mefistófeles” que he
dejado en casa).
--¡Hecho!...¿Y ahora?
--¡¡al Kremlin!!
Tomamos tierra…”a través de las
ramas de un arce se ve la media luna en el cielo limpio de la noche. Las
manchas de luz que filtran los tilos y las acacias dibujan figuras complicadas.
La ventana de tres hojas, abierta, pero con la cortina echada, brilla con
rabiosa luz eléctrica”.
Es allí donde quiero entrar: el segundo piso del “Palacio Amarillo” (“Palacio
de la Caballería Roja”)…al
apartamento de Voroshilov y Ekaterina.
--¡Sin problemas!
--¡Ya os llamaré!
Batir de alas…rumor de hojas…ligero eclipse de luna.
La sala amplia y acogedora está preparada para un festorro. Las luces,
lucean; la calefacción, calefacciona…el parqué brilla… y un ligero escalofrío
recorre la piel crujiente del cordero sacrificado.
Desde las siete de la tarde, en su apartamento del Palacio de Poteshni,
Nadia “Stalina”, se prueba el vestido
que su hermano Pavel acaba de traerle (entre otras cosas) de Berlín: negro, con
unas hermosas rosas rojas bordadas en la pechera. Una cenefa de rosas delimita
la prenda. Se gusta…y decide un peinado a la moda…¡fuera el moño! Y como
colofón, se clava en el pelo negro una rosa de té, roja como la sangre. ¡Un día
es un día!...Nadia está realmente (¿) (¿dictatorialmente? ¿soviéticamente?)
hermosa. Ella…¡que nunca se ha distinguido por su belleza!...se calza unos
zapatos de tacón y, a trompicones, cruza la calle y entra en el apartamento de
Vashilov y Ekaterina.
Allí esperan Stalin, Molotov, Kuibishev, Kaganovich, el mostachudo
Budionni, Mikoyan, Kalinin, el “tío Abel”
Yenukidze, Yegorov, Bujarín y las respectivas (si las hubiere). Sobre la mesa
entremeses rusos, ollas de humeante borsch
escarlata, aves rellenas y el cordero mentado. Vinos de Georgia, garrafas de
vodka y gaseosa “La casera”.
El día anterior celebraron oficialmente el 15 aniversario de la victoria
de Octubre. Hoy, día 8 de noviembre toca la celebración íntima y salvaje.
--Alguien puede cerrar la ventana…¡pozhaluysta!
--¿Quién la ha abierto?
Voy armado con el anillo de Giges: yo y mi atuendo somos invisibles. Tomo
una copa de vodka de la mesa, cuidando de cubrirla con el invisible “tres cuartos”.
Al “Vozhd” es una especie de
carnero del Cáucaso: bajo y cuadrado como la cómoda de mi abuela. Anda con las
puntas de los pies hacia dentro (todo un reto para los actores, que andan así
cuando personifican al zar Iván); “ojos
de miel” (¿dónde he visto yo esos ojos?); un brazo más corto que otro..¡que
ya es decir!...y un bigote como brocha de calafatear.
Empiezan el gradiente de típicas bromas bolcheviques: Tirarse bolitas de pan, vasos de aguardiente por la
cabeza, tiros a los pies o avasallar a la mujer del mejor amigo.
--¡A los campesinos los voy a espetar
por docenas!
--A los “poetas” los purgaré como a
caracoles y los pondré a la “llauna”.
--A los “troskistas” les romperé el
espinazo… ¿Qué te parece Yegorova? (que está como un tren).
-- ¡AAAyyyyy...si pillara a Bunin *!
-- ¡AAAyyyyy...si pillara a Bunin *!
Bujarín traga con dificultad el esturión ahumado (con pepinillo) que
acaba de meterse en la boca…
¡Es un cielo este Bujarinito!
¡Es un cielo este Bujarinito!
Nadia sufre (en realidad era depresiva nata) en silencio las insolencias
y flirteos de su marido (diagnosticado paranoico). Se siente (creo) ridícula
con todas las añadiduras ajenas a su clase. Se acerca a la ventana, donde yo me
encuentro, mira la media luna y suspira…¡tiene “pitos”!...Vuelve a la mesa, coge una botella de vodka y se la
amorra. Pide música folklórica de Georgia y baila con el “Tío Abel”. El “Tío Abel” le hace el “paso del indio”. Stalin aprovecha para meter una costilla de
cordero por la pechuga de la Yegorova.
La saca y se la come fijando sus “ojos de
miel” en los pechos de gacela de la CAMArada.
--Y ahora brindemos por la eliminación
de…etc…etc…
--¡Un momento! dice Molotov*…¡Yo prepararé los cócteles!
--No te olvides de poner limones (amargos.
L.Durrell*)”.
Stalin tenía pasión por el cultivo de ese cítrico.
Nadia, ofendida (o prendada de “tío
Abel”) no levantó la copa.
--¡Eh,tú!...¿por qué no brindas?
--A mí no me llames: ¡eh, tú!
Y dando traspiés, por los zapatones y el vodka, salió de la sala. Paulina
la acompañó. Sobre el brillante parqué quedó la rosa de té y alguna rosa de la
cenefa del vestido.
Embozado, cojo la copa de Nadia y me la pimplo.
--¡Es idiota!
--Sí, sí…¡Nadia es idiota! (a coro).
La fiesta da un bajón. El de la balalaika toca el tema de amor del doctor
Zhivago. Stalin le arranca la cimitarra y se la estrella en la cabeza.
--A Pasternack…¡ni mentarlo!
Budionni, que se mantiene entero, quiere seguirla. Kaganovich, ¡desgracia
de nombre!, corre hacia el reservado. Es conocida su absoluta incapacidad para el baile. Allí el único bailarín es Mikoian. La reunión se disuelve euridicianamente.
Stalin ha quedado con alguien en su dacha de Zubalovo.
Los anfitriones se retiran.
Aprovecho y sorbo la sopa de verduras. Cojo una espalda de cordero y dos
botellas, para el viaje.
Palmadas y mis Ángeles acuden presurosos.
--¡A casa!...aquí está el pescado
vendido.
--De mil amores.
Temor y Temblor me recorren el espinazo…Cuando abro la puerta de mi casa
veo un montón de leña, como una hoguera de san Juan, y al perro ocupado con la
electrónica:
--¡¡Bicho!!...el ordenador no, ¡por
dios!
Le arrojo el omoplato del rumiante y abandona los bafles Vieta del 75.
No me importa ni el tiempo ni el espacio…ni el universo-mundo…¡que venga
su legítimo dueño y se lleve a esta bestia!...Al cabo de una hora (las seis de
la mañana del 9 de noviembre) se llevan a la hiena.
Cuando por la mañana fueron a despertar a Nadia, la encontraron muerta.
Se había descerrajado un tiro en la cabeza. La sangre ocupaba el sitio de la
intensa rosa de té. A su lado una pequeña “máuser”,
regalo de su hermano Pavel.
...Y en la mesilla de noche un inexistente ramito de violetas, como siempre, sin tarjeta.*