1.
"Hay una ideología real e inconsciente que
unifica a todos, y que es la ideología del consumo. Uno toma una posición
ideológica fascista, otro adopta una posición ideológica antifascista, pero
ambos, antes de sus ideologías, tienen un terreno común que es la ideología del
consumismo. El consumismo es lo que considero el verdadero y el nuevo fascismo.
Ahora que puedo hacer una comparación, me he dado cuenta de una cosa que
escandalizará a los demás, y que me hubiera escandalizado a mí mismo hace sólo
diez años. Que la pobreza no es el peor de los males y ni siquiera la
explotación. Es decir, el gran mal del hombre no estriba ni en la pobreza ni en
la explotación, sino en la pérdida de singularidad humana bajo el imperio del
consumismo. Bajo el fascismo se podría ir a la cárcel. Pero hoy día, hasta esto
es estéril. El fascismo basaba su poder en la iglesia y el ejército, que no son
nada comparados con la televisión".
Sobre las diez de la noche del 1 de noviembre de 1975, Passolini, recoge
a un chapero en el bar Gambrinus de
la plaza “dei Cinquecento”, próximo a
la estación Término de Roma y se dirige
a los desoladores descampados de Ostia. Pino “Rana” Pelosi, que así se llamaba (y se llama) el chapero, tenía 17
años. No lo dudó ante el alfa-romeo GT plateado que lo requería. De camino, le
entró hambre. Passolini paró en la trattoría “Biondo Tevere”, en vía Ostiense, 178. Allí le conocían. Cruzaron la
terraza delantera y entraron en el interior. Fueron dirigidos a la mesa
acostumbrada. Eran alrededor de las 11 de la noche del primero de noviembre del
año 1975.
El joven pidió una pechuga de pollo...antes se servía con piel y con el
ala. Pino protestó ligeramente. Pasolini le dijo que así era más sano. Para él
pidió un plátano y una cerveza…tal inaudita mezcla es inolvidable. La señora
Panzioni, regente del local, desde su lejana viudedad, no notó nada especial en
la pareja…si acaso una ligera inquietud en el artista, pero sólo recayó en ella
una vez se hubo enterado de los sucesos de esa noche. El joven no presentaba
rasgos memorables, tenía…”cara de
chiquillo”.
Pasolini tenía cuenta en la casa, que liquidaba de vez en cuando…así que
no pagó. Subieron al coche y se enfilaron a toda velocidad por la Via Ostiense
hacia la desembocadura del río, cloaca de Roma.
A la mañana siguiente, sobre las 6 y media, María Teresa Lollobrigida, se
topó, en un descampado de Via dell’idroscalo, con un cuerpo destrozado. Ninetto
Davoli reconoció el cadáver de su amigo y amante: Pier Paolo Pasolini.
“Yo devoro mi existencia con un apetito insaciable. Cómo terminará todo esto, lo ignoro.”…¡Pues ya lo sabes!
“El Rana” fue detenido por
exceso de velocidad, (conducía el alfa-romeo) y el procedimiento se liquidó con
inquietante rapidez. Se estropearon (a conciencia) pruebas y se desatendieron
otras. La cosa acabó con la autoinculpación del joven y la consecuente condena
por asesinato: “crimen pasional”…”reyerta entre maricones”…
Sin tener en cuenta las obvias dificultades de semejante hipótesis:
Pasolini era experto en artes marciales…¡y otros detalles!
Años más tarde empezó a hacerse evidente lo que ya estaba claro. Pasolini
fue objeto del “gambito de Moriarti”.
Habría sido citado en el Gambrinus para hablar de los rollos de “Saló” robados; una vez allí “el
rana” daría el salto. Llegados a Ostia, un grupo de tres o cuatro tipos lo
habría destrozado al grito de “puto”,
“maricón”, “sucio comunista”…La
autopsia revela la naturaleza de los torturadores: un grupo de matones
fascistas, probablemente pagados por las “siete
hermanas”. Ahí se juntaron el hambre con las ganas de comer. Pino Pelosi
adujo amenzas para justificar su autoinculpación.
Decir que Pasolini estaba escribiendo “Petróleo”, un libro-documento sobre las interioridades del INE
italiano y sus relaciones con las grandes empresas del sector. En relación con
esto: “El caso Matei” (llevado al cine por Francesco Rossi). Hubiera bastado, sin embargo, con el puro odio.
El lugar sigue siendo nido de heroinómanos y basurero clandestino. A
partir del 90 una cerca metálica rodea el perímetro. No es obstáculo, sin
embargo, para que, de vez en cuando, el “monumento”,
absolutamente impropio…sea injuriado por manos “anónimas”.
Eran los “años de hierro”. El “caso
Pasolini” ha sido reabierto...¡Y ha vuelto a cerrarse!
2.
Al grito de “sucio Bolchevique” y “¡Viva Cristo Rey!”, fue despachado “el Cónsul” en “el farolito” de Parián (Oaxaca. Méjico) y arrojado a la barranca contigua. “Alguien tiró tras él un perro muerto en la barranca” (última línea de “Bajo el Volcán”). Eran las siete (¡¡) de la tarde del día de difuntos, del año 38. Un grupo de fascistas capitaneados por el castellano Fructuoso Sanabria había hecho su trabajo.
Recuerden vds. que el Gobierno “izquierdista”
de Cárdenas estaba siendo combatido por bandas paramilitares fascistas,
apoyadas por España y Alemania.
“--¡Como un perro!, dijo; y era como
si la vergüenza debiera sobrevivirle”. Última línea de “El
Proceso” de Kafka.
Jamás he leído nada que me haya inquietado tanto como el último capítulo
de “Bajo el Volcán”, añado que lo leí con una resaca oscura (…”como la tumba en la que yace mi amigo”). Es Rulfo alcoholizado, para
hacernos una idea…
La novela empieza con un largo “travelling”
a la altura de Orson Wells (“Sed de
mal”) (M. Laurelle, el día de difuntos del 39 (¿), vuelve del “Casino de la Selva” hasta Quauháhuac) destinado
a presentarnos anudados los cinco niveles que, si los distinguimos, ayudarán a
convertir la novela en inolvidable: el ctónico,
el humano, el mágico, el político y el
religioso (D.D.)
“Por encima de la ciudad, en medio de
la noche oscura y tempestuosa, la rueda luminosa giraba al revés…” (fin de primer capítulo).
Y enlaza con un “flash-back”
que nos conduce al día de difuntos del año anterior (1938) y a la muerte del “Cónsul” en el “Farolito”, tras cruzar la selva que envuelve Quauháhuac:
“A mitad del camino de la vida
Yo me encontraba en una selva oscura,
Con la senda derecha ya perdida. (…)”
(Inicio del primer
canto del “Infierno” de Dante).
Acabada la lectura, la rueda luminosa nos empuja a empezar.
¡…Léanla vds….!...¡Léanla…!
Ni tiempo para comer. Sólo chupitos de mezcal, de anís el mono, de Johnny
Walker y alguna Moritz…de fondo “La
pasión según S. Mateo” de Bach…Puede que también fuera adecuada para la
muerte del “Cónsul”:
“Acompañaban a estos pensamientos que
iban a la deriva por su mente una música que sólo podía escuchar si oía con
atención. ¿Era Mozart, por casualidad? “La Siciliana” Final del “cuarteto en re
menor” (…) No, era algo fúnebre, tal vez Gluck, de “Alceste”. Sin embargo,
había en aquella música algo que recordaba a Bach.”
3.
2 de noviembre de 1975:
“He sido cordialmente invitado a
formar parte de realismo visceral. Por supuesto he aceptado. No hubo ceremonias
de iniciación. ¡Mejor así!”
(Roberto Bolaño: “Los detectives
salvajes”)
Tiempo habrá de volver sobre los pasos de los Belano, los Lima…los Font…Piel
Divina (de Oaxaca)
…¡Tiempo habrá!...
Baste dejar efemerídica
constancia.
4.
Por si fuera poco con lo dicho…(¡se nos habrá encogido el corazón y el estómago!) tal día como hoy, del año 1928, Jean Baptiste “Django” Reinhard, acabada su actuación en el “club La Java” de la rue Faubourg du temple de París, regresa a su hogar en las afueras de la capital. Vive en una caravana con su mujer…era lo normal: hijo de gitanos belgas instalados en las afueras de París, no conoce otra forma de habitar el mundo.
Ha instalado la caravana en la actual
avenida de Glignancourt, en el distrito 18, al norte de la ciudad.
Los vivos han considerado que el lugar exacto estaría dentro del perímetro de la recién creada y bautizada “Plaza de Django Reinhardt”: una extensión importante de cemento…¿destinada a aparcamientos de caravanas?...si es intencionado, no me parece tan mala idea. Si no es así, al concejal de urbanismo lo habrán trasladado a” orden público” o a “industria”.
Los vivos han considerado que el lugar exacto estaría dentro del perímetro de la recién creada y bautizada “Plaza de Django Reinhardt”: una extensión importante de cemento…¿destinada a aparcamientos de caravanas?...si es intencionado, no me parece tan mala idea. Si no es así, al concejal de urbanismo lo habrán trasladado a” orden público” o a “industria”.
Analfabeto (Django, no el concejal)
autodidacta…aprendió a tocar el banjo de oídas y de ahí saltó a la guitarra. Desde
pequeñito se hizo un nombre en salas de baile como acompañante de un famoso acordeonista.
Pues eso, que vuelve de trabajar. Su
mujer ha preparado un cargamento de flores de celuloide para venderla al día
siguiente y ocupan la mayor parte del carromato.
En duermevela oye un ruidito que le
parece de un ratón; enciende una vela para asegurarse y unas gotas de cera
ardiente caen sobre las sensibles flores. Nace una súbita llamarada que abarca,
en un momento, la totalidad del espacio. La chica consigue salir, pero el fuego
prende en las ropas de Django, empeñado en salvar las flores: quemaduras de
primer grado en la mano izquierda y en costado derecho. Año y medio de
hospitalización…¡pero se ha salvado la pierna!...Aún no ha cumplido los veinte
años.
Sin embargo ha “perdido” los dedos
anular y meñique de la mano izquierda. ¡Olvídese vd. del banjo!...¡No hay más remedio que aplicarse con la guitarra!
Aprendió dos veces, como Pat Martino,
la segunda vez con un nuevo método, obligado por las circunstancias…
Otra vez aquello de que no hay mal
que por bien no venga: de ese menoscabo surgieron un ritmo y un sonido
inauditos…inconfundibles. Había nacido el “jazz
manouche”.
Los años con S. Grapelli (1934-1939)…la
música que hacen juntos…es una de las maravillas del universo-mundo: Una
alegría que te ennoblece; una melancolía que te endulza; una ligereza que te
eleva; una flexibilidad que te chagalliza; una sencillez que fortalece; una frescura que te templa; una limpieza que purifica…zzz…zz…z
Bona nit.