Buscar este blog

sábado, 4 de enero de 2014

Propuesta para hoy día 4 de enero. Cocherito de Bilbao. Pavía.



1
¡¡ 1567 !! El Papa Pío V pidió, excomunión mediante, el fin del toreo, práctica que calificó como “diversión sangrienta, miserable y más apropiada para los demonios que para el hombre”.  Ningún torero podría ser enterrado en tierra sagrada. La bula fue decayendo, que se dice, hasta que decayó del todo.
2


Si Uds. leyeran una esquela reflejando la muerte de Cástor Jaureguibietia Ybarra, les parecería normal. Quiero decir que ese nombre es un nombre estupendo para un muerto. Tiene empaque, reciedumbre, un aire antiguo… marmóreo, vamos, como construido para esquela mortuoria. Si ahora piensan que ese mismo nombre fue portado por un niño inocente, la imagen que se creará en sus mentes resultará chirriante e, incluso, injusta. El silencio de dios (¿?) se pone de manifiesto en estos desafueros y permisividad.
3
Año 1876. Mientras Tolstoi se ocupaba en los enredos de Anna Karénina y Unamuno, hijo y sobrino de pasteleros, empezaba el bachillerato, nacía en la calle del Cristo, ¡con aquella terrible cruz!, el niño Castorcito. Era Unamuno quien vivía en la calle de la Cruz, junto al cementerio de la rive droite. A un tiro de piedra, como quien dice. Bilbao, naturalmente. Zona de huerta, de caseríos. Las barcas cruzaban el río… hasta que en 1892, justo cuando nacía Tsvietáieva, se inauguró el puente giratorio o perrochico. Ría abajo ya no había más puentes. 



Castorcito ayudaba a su padre en el negocio del txacolí y veía pasar las reses hacia el matadero cercano. Y fue esta combinación desafortunada y excepcional de txacolí, matadero, cementerio, tragicismo  que se expandía desde la calle de la Cruz… y pesadumbre por el nombre, la que sembró en su tierna y maleable personalidad la afición por los toros… pues si no fue eso ¿qué pudo haber empujado a un angelito de dios (¿?), y vasco por más señas, por esa senda demoledora?

Y no sólo a él: fueron legión. Cada cual tendría sus motivos. Fue la edad de oro del toreo vizcaíno que coincidió exactamente con la edad de plata de la literatura rusa (y los coletazos de la edad de oro). Así que cuando tomó la alternativa, enterraban a Chéjov. Cuando se retiró, en verano del 19, en presencia de Belmonte y Joselito que venían de dar la alternativa a Sánchez Mejías en Barcelona, Mandelstham, huyendo del hambre, se refugiaba en Kiev y conocía a Nadezhda. El diestro recogió tantos cigarros que pensó en poner un estanco. No lo hizo y tuvo tabaco gratis para los nueve años que la tuberculosis le consintió. Cuando murió (dando sentido definitivo a su nombre) tal día como hoy del año 1928, Bulgakov redactaba El Maestro y Margarita. Así eran las cosas, repito.

De entre la turba vizcaína que probó suerte: Fortuna, nacido en Sestao el mismo año en que el explosivo Esenin lo hacía en Konstantinovo, en las lejanas cercanías de Moscú; Chiquito de Begoña que vio la luz cuando Blok;  Torquito, de Barakaldo, exacto contemporáneo de Ajmátova; o la interminable saga de Los Agüero… sin ir más lejos. Y eso sin mencionar a Pikillo, cuya hazaña, casi mitológica, es cantada en el acto segundo de La Traviata, en la fiesta, por llamarla de alguna manera, de Flora… y todo mientras Tolstoi guerreaba en el Cáucaso y en Crimea… Así eran las cosas.

Mención especial merece el fugaz, el Guadiana del toreo, Chico de Basurto, de Basurto, naturalmente, que tras pasear los rehiletes por el Arenal y alguna que otra vez, apareciendo y desapareciendo, por el coso de Vista-Alegre, tomó el estoque y se presentó en una novillada nocturna (y alevosa) en Madrid. Corría julio de 1920 y la sangre de Joselito estaba fresca como quien dice. En el segundo de su lote estuvo fatal y el presidente le dio los tres avisos correspondientes. Cuando vio aparecer los cabestros, se ¡arrancó! la coleta… y volvió a sumergirse. Emergió casi sin previo aviso y en el sitio más inesperado, en Medina de Rioseco. Su segundo de la tarde le corneó la cabeza y lo volvió loco. Murió al mes siguiente. Peor fue lo de Granero, Pocapena, de la ganadería de Veragua le cogió por el muslo y lo dejó sentadito apoyando la espalda en las tablas… Y cuando lo tuvo preparado le asestó una cornada en todo el ojo derecho. Murió en el acto. Así que la lúbrica Simona tuvo que contentarse con las criadillas crudas del primer toro… ¡que no son moco de pavo! Había ocurrido un mes antes de la triste muerte de Chico de Basurto.
Zamiatin dio a la luz Nosotros.

4
No se lo creerán pero estoy pelándome de frío en la peña La Unión sentado a una mesita que he hecho sacar a la calle. Bilbao, naturalmente. Justo en donde estuvo la casa natal de Castorcito. La calle acaba aquí, así que no podrán pasar de largo. La camarera, amable, me ha traído El Correo y, nada, aquí estoy tan ricamente. Leo. Lo de siempre: una mujer asesinada en Laredo. Semper, dice, rechaza el pacto del PP con Vox, dice. Euskadi se acerca al máximo de cotizantes a la Seguridad Social: Los de la “manada” siguen en libertad provisional. Un ciclista atropella a un peatón y se da a la fuga (el ciclista)… En fin… sólo falta que publiciten que un idiota lee el periódico en la terraza gélida del bar de la Peña Unión, mentidero taurino sin obsesiones, dicen.
Cuando estoy con el sudoku mediano, sale un cliente, me ve y:

–¡Anda la hostia! No acostumbro a meterme en camisas de ¿once? ¿doce? ¿trece? varas, pero, ¡oiga!, ¿no le parece que estaría mejor ahí dentro? ¡Se va a congelar!

–Pues ahora que lo dice… estoy tan acostumbrado a viajar con el perro… que he tomado lo de las terrazas como rutina. Vamos adentro, buen hombre, y sigamos con esta prometedora conversación.

–Pa lo que hay que hacer…–responde gallegamente. 

Entramos y nos acomodamos en un rinconcito a resguardo de la corriente pues, ya se sabe: ventilación siempre, corriente nunca. Deposita la txapela en una silla y ahí queda, como un desinflado neumático de camión internacional de mudanzas.

–¿Le hace un Machaquito?

–Déjelo Ud. para mañana que le hará más falta.

–Lo que puedas hacer hoy no lo dejes para mañana.

–Sea, pues.
 (…)
–Deje la botella, amable mesonera, nos ahorraremos trabajo todos.

Así, entre copa y copa, y tras revelarnos mutuamente el nombre y procedencia (él, Xoan, hijo de gallegos, pero ya vizcaino) pasamos a temas de enjundia.

Resulta que Castorcito, como si me leyera el pensamiento, oprimido y hastiado de su fatigoso nombre y al tiempo que su afición mortífera se acrecentaba, aprovechó que, en efecto, era cochero con parada en el centro de Bilbao, para cambiarse ese nombre lapidario por el cantarían Cocherito y como era de Bilbao… ¡pues de Bilbao! Cuando también se le atragantó lo de chauffeur, cogió un trapo rojo, aunque todos saben que el rojo le es indiferente a los toros, y se puso a torear de salón por los aledaños desamparados del Nervión. A veces él hacía de toro. No me extiendo porque mañana ya Ud. dirá lo que tenga que decir sobre la cosa. No olvido que mañana tiene Ud. trabajo con Belmomte y demás.

Pese a todo sigue. 

Cocherito fue torero serio, “del norte”, ascético, a la altura, por así decir, de su verdadero y funerario nombre. Toreó con los mejores y los mejores lo respetaron… porque lo que es los toros… lo empitonaron 16 veces. Una de ellas le incubó la tuberculosis y lo finiquitó.

Uno de los grandes placeres que la vida te puede deparar es este: tomar una copita un día de invierno, en un interior caldeado y oír historias que parecen venidas de otro mundo. Otros, en situaciones similares, fundaron metafísicas. 

– Presenció la famosa estocada de Machaquito, a tremendo volapié, que Benlliure ¿inmortalizó? en “La estocada de la tarde”. El tercero en discordia fue Bombita. Empezaba el mes de las flores del año 1907. En París, Mandelstham conoce al terribe Gumilov, que acaba de publicar la revista artística Sirio donde aparecen las primeras poesías de Ajmátova. Así eran las cosas.



–Benlliure… ¿el especialista en la efigie de Franco?

–En efecto. Era un maestro en el arte de reproducir cabestros. Y valenciano, por más señas.

–¿Le hacen unos soldaditos de Pavía?– La mesonera desde la barra.

–¡Ea!…

–¡Ea!...



Trae un platito rebosante de lo que resultan ser tiras de bacalao desalado con gabardina crujiente amarillo azafrán, festoneadas con bandas de pimiento morrón… ensartadas en palillos. ¡Pa banderillas las que ponía el Cocherito!


 … A semejanza de los húsares de Pavía. ¡La vena metafórica de la plebe!…

5

Tal día como hoy del año 1895, año de Fortuna y de Esenin, el general Pavía fue encontrado muerto por su criado: Como no bajaba, subí yo– confesó. El día anterior había celebrado (con el ahora presidente y pronto tiroteado, Cánovas) el 20 aniversario de su proeza, que no los cuatro añitos de Mandelstham. Angiolillo huía de Italia y empezaba a husmear el rastro del malagueño, responsable de las torturas de Montjuich. En Cuba se prepara el alzamiento de Oriente y Matanzas. José Martí, nacido cuando La Traviata, tiene un pie en el estribo. En la piel de toro aún resuenan los olés por Frascuelo y Lagartijo. Guerrita y Fuentes están en su apogeo. Joselito, a punto de nacer, Belmonte tiene tres años y el Imperio Español, las horas contadas. A la generación, llamada del 98, le duele España… incapaz de regeneración alguna. 

Yo me limito a rellenar los vasos. Soy todo oídos. Las orejas, ni mentarlas.



 6

–El entierro fue todo un acontecimiento. Enterraban a un torero famoso reconvertido valerosamente en yerno del alcalde de San Fernando de Henares, antes del Jarama. Había comprado una finca, con una clara visión de futuro, a la orilla del río, donde había estado el Sitio Real y  ahora está la ITV de Coslada y el correspondiente clúster de talleres de reparación de automóviles. Se murió sin ver el prodigio. 


–ZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz……zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Una camioneta trajo el cadáver desde el hospital hasta la finca del finado. Lo velaron toda la noche, como es natural. A la mañana siguiente, a hombros, como se hacía entonces, llevaron la caja al pueblo. Entre los porteadores: Fortuna, Chiquito, Zoquita, Cayetanito, Joselito Marín… (Bombita formaba parte de la presidencia del séquito)… que, digo yo, no sé de dónde sacarían la fuerza. Bueno, también el muerto era Cocherito. Hubo casi tantos responsos como asistentes. Y de coronas ya ni hablemos. Llegaron de todas partes y, por supuesto, de sus amigos de profesión entre ellos Bombita, Belmonte, Chicuelo, Celita, Mendi, Fortuna… Lo enterraron el cementerio “viejo”… que entonces era nuevo.

ZZZZZzzzzz…..ZZZZZzzzzz…..ZZZZZzzzzz…..



–El primer club taurino, oiga. ¡El primero! Empezó en el Arenal, y ha acabado en la calle Nueva, tras una etapa de transición en la calle Jardines: Club Cocherito fundado el veinte (¡¡20!!) de noviembre de 1910. En París, Ajmátova conoce a Modigliani.

(…)    (…)    (…) ZZZZZZZ….. ZZZZZ…. ZZZ… ZZ… Z

En sueños oigo un pasodoble sin mucha donosura, la verdad. Jaureguibietia se removerá en su tumba pensando en la gracia que derrochan los dedicados a Gallito o a Agüero, sin ir más lejos. 

Cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí.









viernes, 3 de enero de 2014

Propuesta para la tarde de hoy, día 3 de enero. Torre del Bierzo. Sor Lucía. Se cita a Nietszche y a otros.


Asteriscos * remiten a Razones Efemerísticas.
1

Cuando mis Àngeles, a la del ángelus, descienden sobre el pórtico de saint Etienne, algunos selfistas, los más atrevidos y, naturalmente, más idiotas, se acercan, al cuarteto, con los pelos agitados, para dejar constancia del acontecimiento y probar así que ellos estaban allí en el instante en que se producía el milagro. Al revisar las instantáneas para elegir las más primorosas, ven, con estupor, que mis aladas acompañantes no se reflejan en sus móviles y que ellos parecen locos a punto de ser trasladados a Bélgica.


He dado las gracias al amable camarero de los caracoles y me he subido en la silleta de la reina.

-Abrígate, amor nuestro, ¡hace un frío que pela!- Chiara.
-¿Adónde nos dirigimos?-Bianca.
- De momento hacia arriba.- yo.

Y un rumor de alas, y un perfume de cabello de ángel, y una brisa marinera... recorren la explanada y se introducen en el Panteón y a punto está de resucitar a los ilustres muertos. Pascal y Racine se han girado sobre el costado izquierdo... dispuestos a dejar pasar nuevos siglos. Desde las alturas veo al camarero indicándome que me he dejado un caracol.



Seguimos, por así decir, el camino francés y entramos por Roscenvalles en compañía de Carosone*... Sobrevolamos las casi abandonadas cuencas mineras del Bierzo y a la altura de Torre del Bierzo mando parar.

-¡Cuidado, que por aquí hay mucha escopeta desocupada y os podrían confundir con perdices rojas!
-¡¡Con faisanes!!- Aurora.
-¡¡¡Con aves del Paraíso!!!- Milena.
-¡¡¡¡Con pájaros!!!!- yo


Aterrizo como puedo sobre el puente romano de la localidad berciana. La gente se amontona a ambos extremos. Visten como Hillary en busca del polo*. Es evidente que Torre del Bierzo ha encontrado una salida a su desgracia. Me planto ante el bar Pepe como Kaspar Hauser. Me miran como se miraría a un aparecido y es que, en efecto, acabo de aparecer, con bufanda de siete leguas, gorro orejero y chubasquero. Con temor reverencial, Pepe, me acomoda en un rinconcito donde, asegura, el sol está asegurado. A mis pies se forma un charco. Como siguiendo órdenes del altísimo, me saca una frasca de vino del terruño y un órgano que parece desperdicio de un ejercicio de taxidermia. Un bazo humeante, cosido con un cordelejo y acompañado de berzas. Pretende que me lo coma.

-¡Atafárrese Ud. bien, que hace un frío que pela! Si desea algo más, silbe.

El cliente de la derecha, a quien creía muerto, tal era su estampa, señala al cadáver: ¡Botillo! Se llama botillo. Coma, coma Ud. El dedo atraviesa la espesa fumarola, como una lanza amarilla de nicotina.


La pieza parece la médula negra de un túnel negro. Una veta gruesa de carbón. No he acabado de perfilar la imagen, cuando el sociable cliente se levanta, catapultado, y amenazándome con el dedo índice de la diestra, gordo y negro (el siniestro es, como he dicho, azafranado) como un botillo:

¡Es Ud. un desagradecido! ¡Y un librepensador! ¡Aparece por aquí como caído del cielo y se pone a pensar en lo que le da la gana! ¿No sabe Ud. que AQUÍ no se puede pensar en ciertas cosas?

- Pero...

- Ni pero, ni hostias. Aquí a quien nos re-cuerde (re-cordis: volver a pasar por el corazón) lo del túnel lo excomulgamos y lo arrastramos al río Tremor (y Temblor). Y aprovecha la indignación para largarse sin pagar.

-Landelino es así. Cuando cobra la pensión, paga.- El camarero ha salido al quite y se sienta a mi vera. Voy a asistir a otra camareril disertación, me digo- sería más o menos esta hora, del día 3 del año 1944...- y no me equivoco -... cuando el tren correo que hacía la ruta entre Madrid, Palencia y La Coruña... Navidades... Año Compostelano... Astorga... Retraso... Dudas... Bembibre... una carbonera... una locomotora que maniobraba... dentro del túnel, el infierno...sin frenos, oiga, sin frenos... bajaba el puerto como una bala... no paró ni en el apeadero de Albares... Sospechas... al de la locomotra que maniobraba le cayó un vagón encima... tres días ardiendo... Landelino estaba en Rusia... se fueron muchos y volvieron pocos.

Y así, entre dato y dato, fue dando buena cuenta del botillo. El túnel nº 20, a la salida de la estación de la Torre, ya no existe: Ha sido convertido en trinchera. Fue registrado en el libro Guines, hasta que otra catástrofe de más envergadura (?) se alzó con la distinción. Franco (y su recua), como no pudo ocultar el hecho, redujo al mínimo las consecuencias y eliminó las causas. La gloria de la muerte sólo se la llevaron los ¿dos? jugadores: 

En el reciente accidente ferroviario, un modesto equipo de fútbol, el españolísimo Betanzos, viajaba con su conjunto completo para cumplir uno de los compromisos obligados del campeonato de Tercera División. El suceso del que oportunamente dimos cuenta en estas columnas ha tenido para el equipo galaico muy graves consecuencias: dos jugadores muertos y varios heridos”

Landelino hubiera descrito la situación como un botillo gigantesco. ¡Ni pensarlo!

Recuerdan el Yak-42... ¡Peor! Las víctimas, milagrosamente, fueron, después de muertos, uno y trino (o más).

      


Miren Uds., la vía mentada se acababa de construir en el momento en que Verger hundía el sacabuche en el botillo del arzobispo, y Borges, como se ha dicho, tramaba los detalles del "tema del héroe y el traidor" que recibía, como medium, de la misma boca del guionista primigenio. En el No-Do del día los españoles pudieron meditar sobre la inteligencia de los perros de la infanteria americana; vomitar ante la enésima vez que Hitler se dirigía a los veteranos de Munich que, rezumando cerveza, seguían de memoria la intervención; asombrarse ante la corpulencia del "Periquito" alemán (aquí he de decir que los giros de ese gigante del aire eran amenizados por el conocido pasaje de las Walkirias, lo digo pensando en aquellos que aún siguen poniendo en duda la creatividad patria); y lo que es peor, contemplar cómo una Julieta, más parecida a la Celestina que a la adolescente de Verona, daba la réplica a un Romeo, de la quinta de Landelino. Y, por último, lamentarse de que el gordo hubiera caído ¡otra vez! en Doña Manolita. Nadie llevaba el 34545. A varios le devolvieron el dinero.  

2

Sobre las cuatro de la tarde del ese mismo fatídico día, el fulgor y el estruendo... y también el olor a chamusquina, llegó a la capilla de las hermanas Doroteas de Tuy, en Pontevedra. Allí estaba Sor Lucía, la pastorcita, tan parecía a mi tía María la que murió centenaria tras décadas de una apoplegía que calificaron de terminal al dia siguiente de desencadenars; pasó veinte años mirando el cielo (raso) de la habitación en un convento de Caudete. Cuando definitivamente murió tenía toda la cara blanca del polvillo de la escayola. Era como una mascarilla mortuoria.


Pues, eso. Allí estaba sor Lucía (o la impostora, no importa) rezando el rosario, como siempre. Con tantas apariciones (pues hay que añadir a las tres del 1917, las dos, Pontevedra y Tuy, de los años veinte) tenía la cabeza deteriorada. En las pausas correspondientes a cada uno de los misterios las dudas la carcomían: ¿Cómo es posible que, con tanta intervención divina, Rusia siga empecinada en su senda y, no sólo eso, sino que avance victoriosa, hacia Polonia? ¿Acaso no la hemos consagrado al dulce corazón de María? Y en esas estaba cuando:

Sentí el espíritu inundado por un misterio de luz que es Dios y en Él vi y oí: la punta de la lanza como llama que se desprende, toca el eje de la Tierra. Ella se estremece: montañas, ciudades, villas y aldeas con sus habitantes son sepultadas. El mar, los ríos y las nubes salen de sus límites, desbordándose, inundando y arrastrando en un remolino, casas y gente en un número que no se puede contar, es la purificación del mundo, por el pecado en el cual está inmerso. – ¡El odio, la ambición, provocan la guerra destructora!"



No es que el accidente de la Torre fuera menor, pero confundirlo y generalizarlo de forma tan extravagante, denota desajuste mental. Pues si se refería a la guerra en curso no hacían falta dones proféticos especiales. La destrucción era total y universal. Por otra parte mucho habria que decir sobre la "punta de la lanza como llama" tocando "el eje de la tierra".

No sólo la tierra se estremeció. También la monja. Y fue conminada a revelar los secretos que aún no habían sido revelados... (¡el tercer secreto de Fátima!) y lo dejó escrito (completado por sus seguidoras años más tarde). 



Los escritos llegaron a Roma y todos los Papas los fueron leyendo y uno tras otro se ejercitaron en la hermenéutica y los tradujeron en nuevos mandamientos. Fácil: ¡Arrepentíos!... ¡Combatir el comunismo!... ¡No desearás el aborto!... ¡No te divorciarás!... ¡No desearás un convenios colectivo adecuado!... ¡No aspirarás a una pensión de vejez!... ¡No lucharás por los servicios públicos!... ¡No llevarás vestidos por encima de la rodilla!... ¡No propondrás energías alternativas!... ¡No pedirás unos impuestos progresivos!... ¡No darás ni agua a los maricones ni a los marimachos!... ¡Sí a las armas!... ¡Sí a la limosna!.. ¡No a los salarios dignos!... ¡Sí a la pederastia!... ¡No a los judíos!... ... ... ... Todos estos mandamientos (y más) se cierran en uno: ¡No al mundo, al demonio y a la carne! (que, como ven Uds. también es uno y trino)

El roce de la lanza ardiente la dejó exhausta. Su confesor tuvo que sacársela. Y fue entonces cuando re-cordó a sus amiguitos Jacinta y Paquico, muertos antes de comenzar la década de los veinte del siglo XX. Su vida (o la de la impostora, no importa) acabó el ¡¡2005!!, un día 13 como era de esperar, a punto de cumplir la edad de mi tía María. Al año siguiente, para conmemorar su muerte y dar así pábulo a la grandeza siniestra de sus profecías, los americanos arrasaron Dresde....
 

En el plato han quedado restos extraños.





“Mi público aún no ha nacido” (¿Nietzsche, Mahler, yo?). Creo que tras el desvelamiento de los mensajes de Fátima, el público está hecho a todo y si no ha nacido aún ya no nacerá nunca. Se sobrevalora al público sin tener en cuenta que es un conjunto de gente como nosotros. El público inteligente no nacerá nunca. Es una contradiccio in terminis o un oxímoron. Sea como fuere. Tal día como hoy del año 1889, Dióniso está en Turín; si estuviera en París lo hubieran trasladado, de urgencia, a Bélgica… Pero estaba en Turín creyéndose Isolda.

Como Zarathustra, y como tantos otros atacados de delirium, se creía rodeado de animales: su único público posible. La historia del perrito (contada por su hermana Elisabeth)  es inverosímil, pero su acto raskolnikoviano es un hito: Un bofetón a los restos de Descartes (en Saint Germain des Prés) y, ya puestos, a toda la metafísica occidental. El pobre caballo seguiría su desgraciada vida (Bela Tarr): Nietzsche empezó su muerte en vida.

Y quizás el caballo deviniera rumiante.

Y quizás Nietzsche abandonara el calor de establo propio del estado de  crisálida.

Un perrito y un caballo derrengado, no son un águila ni un león… pero no son humanos, demasiado humanos.

“Yo no siembro los caballos”, decía.

 

*****         *****         *****

“Apoyando mis brazos en el puente,

Estaba de pie en la noche oscura cuando vino hacia mí un cantar lejano: gotas de oro caían en la cara temblorosa del agua,

Luces, músicas, góndolas,

Flotaban en la ebriedad de la noche…

Pero ¿alguien puede escucharla.”

 

Desde luego no Van Gogh, que acababa de regalar su pabellón auditivo.


 

                                                        Ecce homo.


 
 
 
Ah! volvía a olvidárseme los huevos del caballo de Pavía.













RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...