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jueves, 2 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 2 de Mayo. SEGUNDA SERIE. Annie Kalmar, Karl Kraus.




“Nacida en 1878, fallecida en 1901.

Inscripción ideal en su tumba:

¡Como un nobilísimo paradigma de los verdaderos planes que el Creador albergaba al respecto a la obra de arte llamada “mujer” fuiste enviada a este “valle de las deficiencias”, Annie Kalmar, la más grácil!
Para que los hombres aprendieran la felicidad de ver simplemente el dulce encanto de una sonrisa.
¡Pero no la aprendieron!
Se atiborraron y se fueron
A lo cual el Creador retiró antes de tiempo a su nobilísimo paradigma y lo llamó de nuevo a su seno, ¡porque era su presencia inútil entre los humanos!” (P. Altenberg)




 La vida destartalada de Altenberg cubrió por completo (milagrosamente) la duración de K.K. (Kakania). La de Annie, la dulce, apenas fue un suspiro, aunque Altenber le haya quitado un año.

Poco es lo que sé de esa muchacha. Fue actriz del Deutsches Vokstheater de Viena y fue allí donde K. Kraus (24 años) la vio por primera vez. Era la primavera de 1899 y el corazón complejo del satírico dio brincos  y su inteligencia, empezó a hilvanar teorías.

Mientras esto ocurría, Schönberg (27 años) enamorado hasta el dobladillo de los pantalones, de Matilde, hermana de faunesco Zemlinsky (eterno enamorado de Alma), la hace suya, que se dice (fue una verdadera “ver sacrum”). En otoño se presentarán en el Registro Civil de Bratislava y once días después harán público el acontecimiento en la iglesia protestante de la Dorotheergasse de Viena. Este apasionamiento le llevó a escribir “Noche transfigurada”, donde también laten profecías.

Acababa de aparecer el primer número de La antorcha. Y todo Viena se llenó de fascículos rojos. Fue una caja de resonancia más eficaz que la de Pandora. En el número 2 aparecía una alabanza de K.K. Ella correspondió con una carta escrita con letra azul pálido.




Se conocieron el verano de 1900. No sabemos si a consecuencia del encuentro, pero a ella se le desató un proceso tuberculoso que tuvo que cuidar en las afueras de Viena, plagadas, digo yo, de sanatorios antitísicos. K.K. (Karl Kraus) la visitaba con frecuencia.
 A destiempo, pues era otoño, Annie se restableció. K.K. la recomendó para un teatro de Hamburgo. Representaba el papel principal de María Estuardo de Schiller. Se le recrudeció la enfermedad. La cuidaron en un Hospital de Hamburgo. Murió tal día como hoy, de año 1901. Tenía 23 años. K.K. la cuidó hasta el final.

“MARÍA.- ¡Sea, pues; sufriré también este dolor! ¡Adiós por tanto, dignidad impotente de un alma noble! ¡Quiero olvidar quién soy y lo que he padecido; quiero prosternarme ante la misma a quien debo mi aprobio. (Vuélvese hacia la Reina.) El cielo, hermana, se ha decidido en vuestro favor. La victoria ornó vuestra cabeza afortunada con la corona de la victoria, y yo adoro al Dios que os ha ensalzado. ¡Pero sed ahora generosa, hermana mía! ¡No me dejéis sumida en la vergüenza! ¡Tendedme vuestra real mano para arrancarme de este abismo!



ISABEL. (Retrocediendo.)- Os encontráis en donde debéis, lady María. Llena de gratitud estoy para con Dios, que no ha consentido que yo me halle a vuestros pies, como lo estáis a los míos.”

Viena había pasado de 700.000 habitantes a los 2 millones en tres décadas. Como siempre ocurre, pero entonces más, nada sabemos del millón novecientos noventa y nueve mil que no contaban más que como generadores de plusvalía a sueldo. Las costuras de la ciudad se habían roto y más allá del Ring se extendían barriadas nunca vistas que atemorizaban con su sola presencia. Digo lo dicho para que no me acusen de inconsciente.
Pese a que la socialdemocracia iba en aumento, Karl Lueger alcanzó la alcaldía y la mantuvo durante 13 años, hasta 1910. Hitler lo reconocería como maestro. Aquel “mundo de ayer” de Zweig es un mito. La seguridad sólo existió para los rentistas que tenían asegurado su 4% anual. La realidad y la apariencia, que nunca han coincidido, se decían adiós de forma definitiva: La casa de la pradera tenía termitas hasta en la vajilla.



Y en aquel laboratorio de fin del mundo, en aquel pozo apestado de moral, ya elegido por Shakespeare en “Medida por medida” para ilustrar el desacuerdo entre la apariencia y la realidad, entre el derecho y las costumbres (¿entre la fijación edípica y el narcisismo?) surgieron, sin embargo (o quizás por eso), inteligencias cortantes y frías como el hielo. Y se desvelaron arcanos imprevisibles.


Tras la muerte de Annie se abrió un periodo de maledicencia y de tribunales, pues allí, en esa ciudad que crecía como un grumo de kéfir, así como aquí la política está judicializada, lo estaba la moral, Kraus se lanzó a la ingente batalla de separar la moralidad de la criminalidad, la moral y el derecho. A combatir las miserias y a analizar la psicopatología de la ciudad vienesa… sin darse cuenta cabal de la causa de todo ese desaguisado: El Capitalismo en plena transformación imperialista. Fue un solitario y, como tal, contradictorio, pero jamás lo indecible ha sido dicho con tanta claridad y justeza de lenguaje.

Las mujeres, a falta de nada mejor y sobradas de clientela, añadían color y luz al rojo resplandor de la Antorcha. Toda Viena olía a simulación y apariencia… y a chamusquina. El espectro de la doble moral recorría centro-europa. Cada una de las normas legales era negada en la práctica. El aparato judicial funcionaba como un sudario. “A la mujer le está permitido sólo lo que quiera el hombre, siempre que ella no lo quiera también.”

K.K. nunca olvido a la mujer-niña Annie. A ella dedicó su “Teatro del sueño” (1924)”. Después de treinta años, poco antes del cumplimiento de sus profecías apocalípticas, aún recordó a aquel ángel, “La sombra de Annie Kalmar” que “… sacrificado un mundo, evoca un mundo”.

Sobre la mujer-niña... ¡ya volveremos!

Será simplificar pero tengo para mí, que Kraus fue elaborando su idea-teoría sobre la mujer (lo femenino) influido por este extraño romance: que se desarrolló entre bambalinas y sábanas de hospital. Nunca pudieron gozarse en un escenario normal, que se dice. Añadan Vds. La cristalización que supuso “Los cuentos de Hoffmann”.

Kafka (18 años) acababa de superar la reválida de bachillerato, estaba a punto de conseguir el derecho de ciudadanía en Praga (¡!)  y, contra su voluntad pero impulsado por la de su padre (el Omnipresente), se inscribe, torcido, en la facultad de derecho. Los versos los quemó.

Mahler (41 años), recién abandonado Hamburgo (adonde, como he dicho, llegaba Annie, por la Ópera de Viena) y Alma (22 años) están buscándose. Se conocerán el 9 de noviembre. Al día siguiente asiste al ensayo general de Los cuentos de Hoffmann y a los dos días ya empieza a recibir versitos. El músico, en los ratos libres que le dejaba su afición a la versificación, empieza su quinta sinfonía y, sin motivo  (a no ser su capacidad profética)  Kindertotenlieder.

Weininger (21 años) estaba ocupado en “Sexo y Carácter”, biblia de misoginia ahora, pero manual de instrucciones para la guerra de sexos, entonces. Lo que le deba Kraus a Weininger era dominio público. Freud (45 años) publicaba su “Psicopatología de la vida cotidiana” y desvelaba el sentido latente de los rituales que conformaban la ciudad. Schnitzler (39 años), su alter ego, lo ponía en prosa…un tanto afectada, bien es cierto; en esto (y en tantas cosas) le doy la razón al satiricón. Loos (41 años) había proclamado la naturaleza “potemkinesca” de la sociedad vienesa y sus moradas. El siguiente paso será declarar delictivo el ornamento.

Klimt (39 años), que flirteaba con Alma, está dando los últimos retoques a La Filosofía, y a La Medicina, (primer y segundo) de las tres alegorías que le fueron encargadas para la Universidad de Viena (La Jurisprudencia, superó cualquier expectativa) y da los últimos retoques al Hermine Wittgenstein.

Tardoromanticismo schopenhaueriano. La vida como voluntad, vale, pero voluntad ¿de qué? Francisco José (71 años) pasaría de largo, sin mirar y dejaría caer su acostumbrado “Me ha gustado mucho”.

Hitler y Wittgenstein (ambos de 11 años), compartían aula en la Realschule Bundesrealgymnasium Fadingerstrasse de Linz, Austria. Mann (26 años) publicaba “Los Budenbrook”.

Los demás o habían muerto o no habían nacido o estaban en la línea de salida.

Seis meses después de la muerte de Annie Kalmar, Kraus asistió al estreno de los “Cuentos de Hoffmann” dirigido por el mismísimo Mahler y a cuyo ensayo general ya me he referido. En ese ensayo general la Gutheil-Schoder, que tanto impresionaría a K.K., salió, en el papel de Juliette, con un “vestido abierto a ambos lados hasta la cintura y tuvo que ser cosido inmediatamente, por lo indecoroso”. Mahler puso el grito en el cielo. Imaginen Vdes. cómo se pondría la peña ante la contemplación de “La Medicina” y lo que vendría, pues ese fue el punto en que a Klimt le dio por el mundo fatal (fetal, fecal, focal)-femenino…pero todo, dejémoslo claro, desde un punto de vista neo o tardo romántico. Esas filigranas doradas eran jirones del sueño colectivo que alguien estaba intentando descifrar.

Bueno, pues eso, K.K. asistió a estreno y se quedó impresionado por la voz y figura de la citada Guthei-Schoder que hacía el papel de las tres mujeres que, en la ópera, una adaptación de algunos relatos de la obra de Hoffmann, presentan los tres modelos de mujer que la masculinidad podía imaginar: Olimpia, Julieta y Antonia. La primera “se hace bonita a los ojos del poeta a través del poder de su percepción subjetiva”. La segunda, “la cortesana tan irresistiblemente atractiva para el poeta a pesar de saber de su promiscuidad” (o quizás por ello, añado). La tercera, Antonia, “cuya belleza es demasiado frágil para sobrevivir en un mundo hostil”.

No cabe duda de que Annie casaba bien con el primer y tercer modelo, sin hacerle ascos a Julieta. La mujer es, a partir de ahora, para K.K. una compleja ecuación que tiende a cero.





Después vendrían La caja de Pandora (1905) y su contenido: Bertha María, Irma Karczewska; Sidonie von Nádherny…pero él ya estaba “troquelado” por aquella lejana y fugaz relación.


Fruto (o no) de esta relación surgió: “En alabanza de la prostituta” y “Moralidad y Criminalidad” en las que el satírico fustiga el doble rasero con el que la sociedad juzga a las mujeres y a los hombres. En alemán existe la palabra Weib y la palabra Frau, refiriéndose la primera a la mujer en su aspecto más sensitivo, instintivo. En mi estilo: Weib, de ombligo para abajo y Frau, del ombligo para arriba. Kraus quiso liberar la Weib y elevar la Frau a la altura de sus (de él) ideales, que era una estetización de los ideales pequeñoburgueses.

“La sociedad burguesa, escribiría en 1908, se compone de dos clases de hombres; de los que dicen que en algún sitio se ha acabado con un antro del vicio, y de os que se lamentan por haberse enterado demasiado tarde de la dirección de mismo…”

Y es que “ser hombre es un error”. Quizás sea el momento de referirme al atún. Sí, como lo leen: Hoy es el día internacional del atún, así que no olviden comerse un “mediterráneo” (si no les da asco la cadaverina): atún, olivas rellenas y pimiento rojo. Tampoco le va mal una anchoíta.


A su debido tiempo seguiremos con el tema.






miércoles, 1 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 1 de mayo. “El Golem”. “Bodas de Figaro”



En cuanto uno de jubila empieza a recibir misivas siniestras destinadas a poner de manifiesto su fragilidad y a recordarle que por bien que se encuentre es pura ilusión o un pequeño intervalo que se cerrará de forma catastrófica si no pone remedio.

Desde hace algunos meses y de forma regular recibo correspondencia inusitada: Por ejemplo,  de Gaes…esa empresa volcada en la ingrata tarea de devolver la audición a los sordos. No me atrevo a decirles que no tengo ningún problema auditivo… ¡sería el comienzo de una correspondencia sin fin! ¡Lo que me faltaba!...por si no tuviera bastante con estos pelos que dios me ha dado…ir con un amplificador en la oreja.

O te ofrecen a precios de risa (¡¡) gafas “progresivas” que te evitarán la molestia de ir con cuatro o cinco pares de anteojos.

Que se enteren los de Gaes y los de las ópticas que yo tengo a mis Custodios. Con un leve roce de sus alas me devuelven la vista, el oído, el gusto, el tacto… ¿cuál me falta? ¿no eran cinco?


     


 Pues eso: donde estén los verdaderos milagros que desaparezca la técnica. Y yo de milagros… ¡estoy servido!...Para milagros los que le sobrevienen a Miriam (“El Golem”).

Y eso sin hablar de los miserables viajes que te proponen: A la Bisbal d’Empordà (donde podrá adquirir alguna vasija y zampar conejo a la brasa) o a Valls para participar en una camaradilcalçotada” y jalar conejo a la brasa. O, en fin, a Andorra, a tomar baños y comer conejo a la brasa. Te suponen más solo que las dos… (pues es con el dos cuando empieza la soledad).

O volantines halitósicos de lóbregas clínicas dentales que te aseguran dentaduras postizas que, una vez pegadas a la encía, no te las podrás arrancar hasta la resurrección de la carne. Y podrás presentarte ante el altísimo presentando correctamente las disculpas.

O propuestas de injertos capilares que te dejan vacío el cogote a cambio de una pelusa de gazapo en los lóbulos parietal y temporal.

En fin que si alguien tuviera la curiosidad o la mala idea de controlar mi correspondencia, concluiría, sin esfuerzo, que el morador del bajo segunda es un desecho y quiere seguir siéndolo… ¡no recoge las valiosas ofertas!

Y para que vean esos comerciantes de pacotilla de lo que es capaz un jubilado, me pimplaré un cuartillo de orujo sin respirar y me iré a pasar el día a Praga: ¡¡primero de mayo!!

De las desgracias y esperanzas que se acogen a este día les doy por enterados. O sea, que la procesión va por dentro. Sin embargo, para zanjar el tema, les diré que la primera “celebración” obrera de este hermoso día tuvo lugar en Elche…a un tiro de piedra de mi pueblo… ¡Cuatro años después de la revuelta de Haymarket de 1886!

 Mis custodios me depositan en Mala Strana, en la Nerudova (Praga ¡naturalmente!)…y como si estuvieran a comisión del “León Rojo” me obligan a sentarme en la terracita y me piden una cerveza centroeuropea.

–Vamos a remojar las alas al Moldava.

–No te pases…¡que te vemos venir!

–Disfruta honradamente…

–y recuerda que AQUÍ, hoy, se celebra el día del amor… ¡y de la muerte!

–¿Por “Ada y el ardor”(*)? ¿Por Elvis y Priscila? (*)

–¡¡Por nada!!–concluye Aurora.

Perfume de canela. El camarero se huele las manos, husmea el aire y mueve el rabo de contento.

–“Sí, sí joven, la cerveza hoy día no vale absolutamente nada, digan lo que digan”

–Lo plesiento leído, caballero.

–¡Perdón! Era una cita. La cerveza está estupenda.

–Jan Neluda ela un fijo de la casa.

–(¡¡)

El local está regentado por chinos y no tendrá más de quince años. 




Volveremos dentro de unos días a Mala Strana de la mano de Neruda (¡el bueno!). Hoy es Mácha quien dirige nuestros pasos…¡y el amor!

“Era el caer de la tarde –de Mayo primer día-
Mayo vespertino – era tiempo de amor.
Al amor invitaba la de la tórtola el rumor
Donde el pinar su aroma esparcía.
Sobre amor susurraba el musgo silencioso,
Las penas del amor mentía el árbol en flor,
A la rosa su amor cantaba el ruiseñor,
La rosa exhaló un suspiro oloroso...

Una traducción esforzada.

Las parejas suben a la colina de Petrin y se besan delante de la estatua del poeta, que las contempla mientras aspira el olor pétreo de una rosa. Precisamente donde el “Gordo” se clava, pensativamente y como jugando, una navaja en el brazo. (“Descripcion de una batalla” Kafka, ferviente lector de “El Golem”).

Las veo subir arrobadas, zureando como tórtolas en celo. Pregonando su futura indigencia a los cuatro vientos.

Virgen del azahar y Señora de los Senderos(*)…¡Conduce a estos descerebrados por el recto camino de la desgracia! ¡Muéstrales el camino más corto al Carrefour! ¡Concédeles el gusto por las “big cheese”! y ¡que desaparezcan de las calles! AMEN.




Pregunto por la calle Hahnpass;  no la conoce ni dios. Naturalmente tampoco conocen el Loisitschek…Así que tendré que seguir leyendo “El Golem” (nada que ver con la película) en este tugurio. Si Vds. han tenido la suerte de haberla leído recordarán que:

“El día 1 de diciembre, puntualmente, día del aniversario de la desgracia del anciano (Dr. Hulbert), tenía lugar por la noche, aquí, en Loisitschek, una extraña fiesta. Apiñados, uno junto a otro, se reunían en este lugar todos los mendigos, vagabundos, rufianes y mujerzuelas, borrachos y traperos, en absoluto silencio, como durante una misa”…pasado el minuto de silencio se armaba la marimorena. Era “El Batallón”, cuya importancia en el desenlace de la novela se revelará al final. Final, por lo demás insospechado, que pone un poco de humor en esa historia fantasmagórica.

“Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.” (…)

“Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)”(…) 

¿Lo reconocen?

–¡Camarero!...sírvame un gorg y hágame el favor de servirse vd. otro. ¡Brindemos en memoria del benefactor Hulbert!

–Yo no bebel. Si se entela el dueño…

–Praga hundió a Meyrink (Meyer) y también acabará con Vd. querido mesonero. ¡Póngame, pues, dos gorg!...que brindaré también por esta borreguil procesión que se dirige, esforzada, a los pies del poeta.

El hermafrodita con cabeza de conejo… ¿lo recuerdan?...Pues sirva esto para brindar  que sean tres!) por el gran André Gill (*) autor del conejo que decora “Le lapin agile” (Le lapin à Gill) de Montmartre.


       

Pago y me largo. Bajo hacia el Moldava, avanzo por el puente de Carlos y me paro ante la estatua de Ludmila. El río baja con ímpetu y el aire huele a jacintos de segunda floración. Alguien ha colocado un fular rojo sangre alrededor del cuello de la abuela del buen rey Wenceslao. Los ojos parecen saltársele de las cuencas. Paso la torre y me paro en un quiosquillo que hay justo a la salida. Pido un botellín de aguardiente de trigo y un tanque de cerveza (¡centroeuropa!). ¿No le habrá quedado un huevo de Pascua, buena mujer? ¡Me lo comería muy a gusto!...¿No?...¡de comer sólo chuches y mazapán! Si quiere comer algo consistente vaya al Mcdonald de la plaza de la catedral. Gracias, es Vd. muy amable y muy sagaz.

En un lateral que enmarca la plaza de la torre está el “Museo de la tortura”. Robo un jacinto tardío, color cárdeno. Y, así, armado con el símbolo de la constancia y alegría de corazón me introduzco en ese antro conyugal, dando, eso sí, el inimitable traspié que ha hecho famosa a mi familia. Dentro, como piezas estrella, una “carraca” de madera de encina y una “vuvuzela” de Soweto. Y en segundo plano un rodillo para amasar, con restos de ensangrentados de cuero cabelludo de yerno. 





En la plaza me compro un gorro de bufón de cuatro puntas y cascabeles. Color negro. Dentro puede leerse el nombre del fabricante: ¡ATHANASIUS  PERNATH! Se me erizan los pelos. Pasa un niño rubio con el labio superior blanco de leche y se lo regalo. Se lo encasqueta y se lanza a una carrera imperativa. Adiós. Su madre, rubia platino sobre agujas de carbono, grita, da una imitación de traspiés, y cae como penitente de Lourdes… pero con bragas limpias y estilosas…¡¡Primero de mayo!!















 

El reloj, con todo su siniestro cortejo, da la hora del ángelus…Allí mismo, en medio de la multitud… ¿para qué esconderme?, pido una salchicha de 25 centímetros con mostaza y una cisterna de cerveza. Se han acabado las servilletas. Acaricio el lacio cabello de una niña; su madre me sonríe; su padre, no.

…¡Y pensar que tal día como hoy, del año 1945, los soviéticos izaron la bandera roja en la cima del Reichstag alemán!...Dos guerras mundiales (e innumerables intentos) para esto. Y por si fuera poca desgracia, el “street view” ha sido, definitivamente, enfocado hacia lo más mercantil e irrisorio. Pero jodiendo la pantalla y el fácil manejo de las teclas. 

Por la zona de la estación de la Avenida Wilson encontraré algún bar decente. En efecto: oscuro (el tabernero no se habrá enterado de que tal día como hoy en Ingolstadt se fundó la “secta” de los “Iluminati”. Una placa en el número 23 de la calle Theresien, antes llamada Am Weinmarkt 298, recuerda el acontecimiento) suelo de madera y barra de puticlub,  ¡con sus servilletitas y todo! La gente deja todos sus ahorros encima del mostrador, el camarero va sirviendo y cuando los ahorros se han esfumado euridicianamente, el honrado trabajador se baja de la silleta y sale desolado a enfrentarse con el grumo familiar.

–Póngame lo que le venga a bien, buen hombre.

Me larga un lingotazo de algo con olor a barniz de carpintero y textura de aceite de motor de cuatro tiempos. Sonríe y espera. Me lo soplo de un trago y hago el gesto universal de “ponga otro”: dedo índice de la mano derecha flácido que picotea sobre la boca del copuzo… ¡sin tocarlo! Asombrado, vacía lo que queda en la botella.




En esto que entra un gitano moldavo de Transnistria… ¿qué por qué lo sé? …por los signos, como Guillermo de Baskerville: Lleva un acordeón herniado, etiquetado en Kishinev (ahora Chisinau) y en el gorro negro de bufón (tres puntas y cascabeles) con el que se toca, brilla una estrella roja de cinco puntas… ¡Ya me dirán!... ¿y lo de gitano?... un poco de estadística y otro poco de fisonomía. Es todo desaliento. Deja el instrumento en el suelo y se aúpa a un taburete. Saca toda la morralla y la deposita en la servilleta al efecto…No le da ni para un lingotazo de barniz. El desaliento se torna suicida.

–Querido trotamundos, aceptaría Vd. que le invitara a una copa… ¡o a dos!

–¡Dios le bendiga, camarada! Su ofrecimiento me torna nostálgico…Y despierta en mí los mejores sentimientos, que creía muertos.

Se pimpla el brebaje doble y, recuperado:

–Para corresponder tendré el gusto de interpretar lo que vd., amable turista, tenga a bien pedirme.

–No lo tome vd. como correspondencia. Son actos independientes: Yo invito. Vd. toca. El camarero sirve. Y todos nos volveremos alegres soñadores. ¿Conoce vd., “tobarich”, “Las bodas de Fígaro”?

–¡¿Qué si conozco “Las bodas de Fígaro”?!  ¿Me crería vd, querido amigo, si le dijera que fui expresamente a las Españas (y concretamente a Sevilla) con la única finalidad de recorrerme todas las barberías de la ciudad. “Las Bodas…” se estrenó en Viena tal día como hoy, del año 1786… ¡Fue un éxito!

–Camarero… ¡ponga tres esmaltes!














  
El camarero dispone sobre el coqueto mostrador dos escalas cromáticas de copas de diferente tamaño “afinadas” con barniz:

–Yo tendré el gusto de interpretar algunos compases del Adagio y Rondó KV 617 acariciando con los dedos los bordes delicados de estas copas que no sólo sirven para cicerones del infierno.

Sonó una melodía bellísima que estuvo a punto de rompernos el vidrioso espíritu… como si fuera un recipiente de duralex. El licor de carpintero va haciendo su efecto. El moldavo (¿) busca la tonalidad y comienza con aquello de:

“Non piú andrai, farfallone amoroso
Notte e giorno, d’intorno girando
Delle belle turbando il riposo,
Narcisetto, Adoncino d’amor.
(…)

Y los tres marcamos el paso como Figaro y Cherubino en busca de guerra.

–¡Abajo el capital! ¡Arriba el aguardiente!

–¡Abajo el derecho de pernada!

–En un sentido amplio y metafórico.

–¡¡Viva Transiinistra!!

–¿?

–¡Qué nostalgia siento de la URSS!

…Y le brotaban lágrimas de los ojos (¿de dónde si no?) mientras empalmaba con Kalinka y con el himno de la desaparecida Unión.

–Amigo, no se ponga así. Recuerde también los recovecos del estalinismo.

–¡Cómo olvidar la gran traición!...Sin embargo, todavía nos quedaba un chorrito de esperanza… de poder enlazar con el comienzo…Ahora el fin enlaza consigo mismo… en un “marmotil” bucle.

Nos hemos ido pimplando las tres escalas.

El camarero recoge el “instrumento”, pasa la bayeta por la barra y:

–Claro que sé que tal día como hoy se creó la secta “iluminati”…¿no lo voy a saber?... y también que Beaumarchais (y puede que el mismo Mozart) tuvieran algunas conexiones con ellos o con semejantes…pero prefiero una discreta oscuridad. No es que dé la espalda de forma definitiva a “Las Luces”. No obstante el proyecto dieciochesco pecó de exceso de optimismo. El camino es más largo, más arduo, más aburrido, más complejo, más doloroso (¡sobre todo!). La oscuridad del local funciona como metáfora.

El “transnistriano” añade por su cuenta:

–Recuerden vds, queridos contertulios, que tal día como hoy, del año 1941, en plena guerra, se estrenó “Ciudadano Kane” y que estamos en Praga…¡No digo más!

–¡Es suficiente!

Bueno, la cosa siguió en este tono. Terminamos las existencias de barniz y medio barril ¡centroeuropeo! de cerveza. Mis ángeles me recogieron en la embocadura del puente de Carlos, frente al “museo de la tortura”.

Del viaje de vuelta sólo recuerdo que bautizamos un puntito luminoso del cielo nocturno con el excesivo nombre de PLUTÓN (*).

Llegado a casa me quito el gorro y leo: ¡ ATHANASIUS PERNATH ¡ y en bandolera un destrozado acordeón moldavo.

NOTA BENE: Entrada aruuinada. Si han leído " El Golem" o, por lo menos, esta entrada, habrán comprobado que la fiesta conmemorativa del "Batallón", se celebra el ¡¡1 de diciembre!!. No obstante el día 1 de mayo, Newton "descubruió" el método de las tangentes...¡que también daría de sí!
























 Final del formulario

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...