Al azar: estante nº 51, libro nº 5 por la izquierda: “Fisonomía y varios secretos de la
naturaleza” compuesto por Gerónimo
Cortés, natural de la ciudad de Valencia. Editado en Madrid en el año 1821.
Abro al albur: “De las muchas y muy
grandes propiedades del aguardiente”
Ven vds. como todos los caminos llevan a Roma.
No les voy a descubrir la fórmula de este brebaje milagroso, pero les
diré dos de sus muchas propiedades:
“Bebido este aguardiente quita
melancolías, el embargo de las narices, y templa la cólera negra”
“Tiene virtud este aguardiente de
quitar la apoplejía de la lengua, lavándose muchas veces, y al que la tuviere
atada o tarda en el hablar, por demasiada flema, la desatará maravillosamente”
…Aunque, pensándolo bien, no les descubro nada nuevo.
Bueno pues, tomando este anciano ejemplar en representación de todos,
brindo con aguardiente de ciruela, por la salud eterna de la letra impresa:
¡Por los libros!...Comprended que no puedo brindar con cada uno de
vosotros…libros queridos.
Y como rosa: ¡¡Rosa Luxemburgo!!
Todo el invierno de 1515 y los comienzos de la primavera del 16, los
habitantes de Baviera estuvieron con el alma en vilo, sobre las llamas del
infierno. Guillermo IV había amenazado con la “Ley de Pureza”…¡Qué poco duran las alegrías de este mundo!
Los bávaros se dieron al fornicio y a los que, pensaban, serían sus
últimos pensamientos impuros. Moro, en las Islas, escribía “Utopía”…Y Lutero meditaba en cómo
acrecentar la sensación de culpa.
¿Qué clase de “Utopía”, si los
poderosos de este mundo se ponen de acuerdo en la primacía de la “pureza”?
¿De qué me sirven todas las riquezas del mundo si no puedo perder mi
alma?
Tal día como hoy, del año 1516, se definió en la corte bávara qué se
entendía por cerveza y cuáles habrían de ser sus únicos ingredientes: agua,
malta de cebada, levadura y lúpulo. Esta drástica definición se publicó en
forma de “Ley de Pureza”. Los
aldeanos respiraron a la vez y el universo-mundo se quedó sin oxígeno…¡dos
segundos! Aliviados, se dieron, además, a la cerveza fabricada según esas
estrictas normas. La pesadilla había pasado.
Repito el brindis, con la cerveza más antigua de Baviera: Agustiner
(Edelstoff). Y, ahora, ya puedo tomar mi refrigerio acostumbrado y el carajillo
mitad-mitad más un pequeño remolque de aguardiente. Y para seguir el jolgorio:
la guitarra-garras de gato de Johnny Thunders (aparecido muerto, tal día como
hoy del año 1991, en un hotel de Nueva Orleans…”leave me alone”)…Ni ”N.Y.
Dolls”, ni “Heartbreakers”…¡solo!:
“So Alone”.
Avui anirem a Barcelona: Abrilmente. Esquivando multitudes amantes de las
flores y de las letras que llegan en grumos por la autopista de Badalona y se
juntan con ejércitos que suben por
Marina, nos dirigiremos a la calle Diputación, justo detrás de la Monumental.
Allí hay una terracita estupenda, lado Besós y mirando a mar…cuyo nombre viene
al pelo: “Bretón”
--Una estrella!
--¿de qué marca?
--¿?
Desde el día 21 “L’esquella de la
torratxa” se venía haciendo eco del acontecimiento pugilístico del año:
Jack Johnson se las verían con un tal Arthur (por Rimbaud) Cravan (por el
pueblo de una novia):
“(…) Cravan a qui desconeixem, i que en els
anys anteriors a la guerra europea no havíem sentit anomenar mai en els matchs de Londres i de París, té bastanta
feina si pensa desferse de son contrincant, encara que posseeixi condicions
físiques de primera per a plantar-li cara.
No obstant, nosaltres creiem que el match encara pot ésser molt interessant si
en ell els lluitadors tenen la suficient sinceritat per a boxejar sense
combinacions i comedies, cosa que, en el primer match d’importancia que es celebra a
Barcelona, desilusionaría a molta gent, ja bastant recelosa de per sí.
Veurum doncs si la lluita serà noble
i franca i, sobre tot, ben igualada.”
En “La
Correspondencia de España” se recogía una noticia inquietante: había tenido
lugar una trifulca entre los dos púgiles que se las verían al día siguiente. El
negro le pegó una bofetada al blanco y éste, reservándose el odio y la fuerza
para el día señalado, no respondió. Se tragó la humillación en aras de la fría
venganza. La policía, provocadora como siempre, les animó a seguir. Acabada la
trifulca la policía tuvo que convencer al inglés para que se presentara puntual
al día siguiente y que se dejara de niñerías. Era parte de su estrategia.
El domingo 23 no era el mejor día para tan
magno evento (¿o quizás sí?) media Barcelona había ido a comer la mona a las
orillas del Besós o del Llobregat; las “Arenas”
presentaba cartel y en la “calle de la
Industria” se jugaba un partido amistoso entre el “Barcelona” de Alcántara y Ozores y el “Real Irún”, en el que se distinguía Carrasco. El partido fue
soporífero y, en consecuencia, empataron a cero. El Barcelona venía de sufrir
uno de tantos robos contra el Madrid, que con un 4-1 remontó el 2-1 de la ida.
La justicia futbolística hizo que la copa la ganara el Bilbao. La liga aún no
existía.
Así pues, el 23 no era el mejor día (¿o
sí?)…sólo tres o cuatro mil personas, perdidas, desorientadas en la majestuosa
grada de La Monumental (reinaugurada y rebautizada el mes de febrero anterior
con toros de Benjumea que lidiaron los diestros Joselito el gallo, Posada y “Salieri II”) contemplaron atónitas el
espectáculo.
La velada se componía de seis combates, de
los cuales el más llamativo, por el historial del negro, era el que lo
enfrentaba con el “coloso” Arthur
Cravan: uno, negro teléfono y el otro, blanco como la cal.
¿Quiénes eran estos dos personajes? ¿De dónde habían salido? ¿Cómo fue
posible que se entrelazaran estas dos trayectorias y anudaran una escena digna
de un “Tratado de Metafísica Poética”?
Veámoslo por partes:
Jack Johnson, “el gigante de Galveston”, fue
durante años el afroamericano más influyente del planeta tierra. Empezó con eso
del boxeo en torno a 1900, con 21 años. Escaló todos los grados de la jerarquía
pugilística y se estancó, por imperativo legal, a las puertas de los pesos
pesados. El campeón, Jim Jeffries, le negaba, amparándose en esa legalidad
racista, una oportunidad.
En 1904 se retiró Jeffries sin perder ningún combate…y el terreno se
aclaró un poco. El sucesor en el trono, Tommy Burns, un blanco (imperativo
legal) de 1’77 y 80 kilos de peso, no pudo resistir la insistencia de Jhonson:
lo perseguía por todas partes y lo provocaba de las formas más llamativas y
humillantes…¡Así durante dos años!...Hombre, también influyó la bolsa
establecida.
Por fin se estableció una fecha y un lugar: 26 de diciembre de 1909, en
Sydney.
El negro era una verdadera bestia: 1’90 x 90 kilos, “cuello de toro y brazos de elefante”
y una insolencia a la altura de la fuerza que se le suponía. El blanco era
favorito por su técnica, su aguante y su color de piel. No sé a cuántos asaltos
estaba programado el combate, pero en el 14, la policía tuvo que detener la
masacre. De Burns sólo quedaba el nombre, el resto estaba esparcido por la
lona. No lo conoció ni su mujer. Por suerte tenía perro que confirmó que se
trataba de su dueño. Burns no levantó cabeza, en sentido literal. Dadas las
circunstancias el jurado tuvo que dar ganador al negro.
Y fue así como se convirtió en el único campeón del mundo de todas las
categorías y en el primer negro campeón del mundo de los pesados (pesos).
Insolencia, fuerza y confianza…¡demasiado para un negro! Esta mezcla
amenazaba a la sociedad blanca americana, acostumbrada a la sumisión, debilidad
e inseguridad de los negros. Surgieron voces invocando el advenimiento de ”La Gran Esperanza blanca”. También, Jack London se unió a la invocación:
"Todo se redujo al juego de un etíope pleno de facultades, Johnson,
con un pequeño blanco raquítico, Tommy Burns... un juego entre un coloso y un
pigmeo. Burns fue un juguete en las manos de Johnson. Jim Jeffries debe emerger
de su granja de alfalfa y remover la dorada sonrisa de Johnson. De ti
depende".
“La Gran Esperanza Blanca” no
aparecía por ningún sitio. Johnson derribaba a los aspirantes con cuatro
chanzas y un directo al mentón.
La última bala era rescatar a Jeffreis, “el fogonero”, que se resistía como cerdo que llevan al matarife.
Cuando la bolsa alcanzó los 120.000 $ (1’5 M. actuales, más pluses de grabación
y demás…) su voluntad se fue debilitando y bastó que añadieran una paella para
acabar de convencerlo. Dejó el negocio de la alfalfa y se vistió el calzón y el
albornoz.
Se publicitó el evento como “la
pelea del siglo” (¡recién comenzado!) y se fijó día y lugar: 4 de Julio de
1910, en Reno. Al combate fueron invitados desde el Presidente de la nación,
hasta el mismísimo Sh. Holmes…ambos declinaron la invitación. El combate se
estableció a ¡45 rounds!...¡a vida o muerte!
No fueron necesarios tantos; a partir del 7º el combate estaba en las
manos de Johnson. En el 15, tumbó dos veces al gigante blanco que, enredado
entre las cuerdas, miraba a su alrededor sin saber muy bien dónde estaba: si en
California, si segando alfalfa, si en lecho de muerte… Rodilla en tierra rogaba
para, si era posible, pasara de él este cáliz…que había dejado un poso tan
amargo como la hiel que “regalimaba”
por las comisuras de sus labios inservibles.
El asalto 16 no empezó. Reffries arrojó la toalla para evitar el KO. Fue
la única pelea que perdió…¡Definitiva!!
Esa noche se produjeron disturbios raciales por diferentes ciudades
estadounidenses con el resultado de más de cincuenta muertos y centenares de
heridos…Habría que esperar a los cincuenta, para ver algo semejante. Y empezó
la persecución al campeón. Se le acusó dos veces (1912 y 1913) de “trata de blancas”, de la primera se
libró; de la segunda, se escapó a Canadá y de allí, a París.
¡¡ya lo tenemos más cerca!!
En París era el “rey de los
boulevares”…con su magnífico automóvil, su porte y su resplandeciente
dentadura: Las mujeres no podían dejar de sonreír y los hombres de lamentar
haber nacido blancos.
Perdió la corona en un combate amañado: 5 de abril de 1915. Hipódromo
Oriental Park de la ciudad habanera de Marianao. Su contrincante, Jesse
Willard. El combate estaba establecido a ¡45 asaltos! En el 20 el negro se dejó
caer y, en una postura sumamente cómoda, esperó el 10 (después serían 8)
fatídico: su mujer le había hecho la señal establecida…¡había conseguido el
dinero de la bolsa!
Volvió a París y allí lo encontraron los que propiciaron el
enfrentamiento con Cravan.
Pido un Dry, estilo Buñuel, y me bebo medio vaso de Martini blanco con
hielo primavera. Las multitudes están absortas en la lectura de poesías o
extasiados aspirando el perfume industrial de las rosas. Paso por entre la
gente como por entre un bosque de columnas dóricas.
Bajo a la Gran Vía. Pau Clarís. San Pere més baix y plaza de San Agustí
vell. Comeré unos pescaditos a la parrilla en el Mundial…por aquello de su
pasado pugilístico. Observen la decoración. Cuenta la leyenda que a finales de
los años veinte fue propiedad de un campeón mundial de boxeo, por lo que se
convirtió en sede de una peña de aficionados que se mantuvo hasta el 60. ¿No sería “el negro”?
¡Maldición!...la cola llega hasta el “forat de la vergonya”. Así que sigo por Carders y en el “Bona sort” (¡¡) pido unas patatas bravas. Bravura es lo que hace falta para enfrentarse a los tubérculos…¡y “bona sort”.