A
estas alturas mi vida ha perdido toda originalidad y se mantiene de
prestado. Puedo consolarme diciendo que
mi vida “revive” el pasado. La
realidad es que no puede crear nada nuevo. Así son las cosas y ya he decidido
que así serán. Pero incluso la rememoración
se hace cada vez más tragicómica. “La
vida puede ser comprendida viendo
hacia atrás, pero sólo ha de ser vivida hacia delante”, eso decía
Kierkegaard. Lo segundo es imperativo…excepto en el caso de Benjamin Button.
Hoy
toca excursión a Barcelona… ¡esto es un no parar! Antes, sin embargo, tengo que
arreglar cuentas con nuestro viejo conocido (y, no obstante, amigo) y deforme
Kierkegaard. Lean Vds., si quieren, las propuestas del 5 y el 8 de mayo y
continúen con la que propongo para hoy.
25
de septiembre (“Diario de un seductor”.
Incluido en “O esto o lo otro”,
1843.)
“¿Por qué no puede durar más una
noche así? Si Electra se pudiera olvidar, ¿por qué en estos casos el sol no
puede sentir compasión? Ya se ha acabado todo, y yo pido de no verla más. Una
vez que una jovencita ha dado todo, está rota, lo ha perdido todo; pues, si en
el hombre la inocencia es un momento negativo, en la mujer es la esencia de la
vida. Ahora es imposible toda resistencia, pero mientras exista es bonito amar;
cuando cese, amar se convierte en hábito y debilidad. No deseo recordar esta
relación con ella; ella ha perdido el aroma, y ya pasaron los tiempos en que
una jovencita, por el dolor de la infidelidad del amante, se transformaba en
heliotropo. No me despediré de ella, ya que no hay nada que me moleste más que
las lágrimas y las súplicas de las mujeres, que confunden todo y en el fondo no
significan nada. Es verdad que la he amado, pero de ahora en adelante ella ya
no puede ocupar mi alma. Si fuera un dios haría lo que Neptuno hizo con una
ninfa, la transformaría en un hombre.
Valía la pena saber si estaba en
grado o no de engatusar a una jovencita hasta el punto de que tuviese tanto
orgullo de imaginarse que era ella la que se cansaba de la relación. Podría ser
una farsa muy interesante, que por sí misma tuviera también un cierto interés
psicológico y, desde ese punto de vista, nos enriquecería con muchas
observaciones eróticas”. FIN.
Se
trata de la última entrada del “Diario…”
y acaba de tirarse a Regina. Es para romperle (acabar de) la espalda y las
piernas. En su descargo decir que quien habla es Johann, la encarnación del estadio estético, de ese vivir poéticamente que te conduce, por falta de
objetivos, a la repetición de lo mismo…al límite mismo de la melancolía. Los
estadios (estético, ético y religioso) no son momentos hegelianos, son cursos posibles del río
que constituye nuestra vida. Son resultado de una elección consciente y
angustiosa resultado de un correcto aprendizaje. Eligiendo nos construimos y
participamos, desde la subjetividad, en lo general…etc…etc. En fin que la vida
es una continua ansiedad (desde Adán), un “mareo
de libertad”, que sólo se calma con el absurdo de la fe, con la confianza
plena en “Dios” (Abraham. “Temor y
Temblor”). La ansiedad nos informa sobre nuestras opciones, nuestro propio
conocimiento y nos conduce desde la autoconciencia inmediata a la conciencia de
reflexión (conciencia pre-reflexiva / conciencia reflexiva de Sartre).
Es
justo lo que acontece en el Condis. Siempre he dicho que el Condis es un
microcosmos que refleja la totalidad del universo. Te ves arrojado a ese
espacio siempre mal climatizado y enseguida te asalta la angustia de la
elección: “esto o lo otro”. ¿Brócoli
o coliflor? (ambas opciones son equivocadas). ¿Qué hacer? ¿ir al chino?...
porque lo que es el huerto ya está en las últimas.
Por
eso, para evitar la angustia, me he establecido un ritual raramente alterable:
tostada de pan con aceite y orégano griegos y un fifti-fifti. Un poquito de angustia, ¡vale!, pero sólo cuando dudo
entre coñá u otro espirituoso.
Con
“temor y temblor”, tanto que derramo el carajillo, rememoro la figura de
Alejandra (Flora) Pizarnik, aquella
madrugada del 25 de septiembre del 72 en la puso fin a su angustiada vida con
una muerte seconalmente sódica. En el
número 980, apartamento 7º C, de la calle Montevideo, Buenos Aires,
naturalmente. En su apartamento, un pizarrón verde y escrito en él:
No quiero ir
nada más
que
hasta el fondo
Oh
vida
Oh
lenguaje
Oh Isidoro Septiembre
de 1972.
Clavadas
en la pared, unas fotografías de Breton y de Rilke. Muñecas pintadas,
disfraces, papeles desordenados…
Sobre
la mesilla de noche alguien había depositado la piedra de la locura… y un trapo
de lino empapado en celedonia, de la familia de las adormideras.
Se
la llevaron, sin vida, al Hospital Pirovano. Allí se la veló según el rito
judío (Infórmense Vds. de su procedencia y del destino de buena parte de su
familia). Al día siguiente se hizo la vela “normal”
en la sede de la Sociedad Argentina de Escritores. Y el 27 fue enterrada en el
cementerio judío de La Tablada.
En
los bajos del edificio, feo donde los haya, han puesto un despacho de lotería.
PARA JANIS JOPLIN
“A cantar dulce
y a morirse luego.
no:
a ladrar.
Así como duerme
la gitana de Rousseau.
Así cantás, más
las lecciones de terror.
Hay que llorar
hasta romperse
para crear o
decir una pequeña canción,
gritar tanto
para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos,
eso yo.
Me pregunto si
eso no aumentó el error.
Hiciste bien en
morir.
Por eso te
hablo,
por eso me
confío a una niña monstruo
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