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lunes, 9 de septiembre de 2013

Propuesta para hoy, día 9 de septiembre. Zeno. Tolstoi.



--¿Eres tú, Kinomoriarti?

--¡Sí, ángeles míos…soy yo!

--¿No te avergüenza verte como te ves...emanando estertores y recorrido por convulsiones?

…Dinos ¿qué pasó ayer?... ¿por qué tu pecho suena como un cuarteto de cuerdas de Xenakis?

--Bueeeno, es que ayer fue el día de Asturias, patria querida y de la "Santina". Querías haberos llamado para ir a Besançon, pero... al final ...me lo inventé todo.

Así de frontal y abrupto empieza el día. Batir de alas…¡¡ojo!!...



Botellas de vino vacías y de cerveza…y de espirituosos santos…ceniceros repletos por doquier. Sudor frío. Amnesia (¿anterógrada?... ¿síndrome Korsakov?).

Comida de posiciones y de desgaste: 12 horas…sólo interrumpidas por pequeños y necesarios movimientos logísticos y de intendencia.

--¡Sí, ángeles míos…soy yo! …¡batid las alas! ¡que corra el aire!…Siento que me pierdo, que me desvanezco euridicianamente…¡una cerveza fría…por lo que más queráis! …¡una cervecita…por dios!

Antes de desaparecer me socorren con una Moritz más fría que Dite…dios aprieta pero no ahoga (¿)… Quizá sea este el momento para utilizar la palabra “litost” (Kundera: “El libro de la risa…”)…o aquella otra: “Toska” (“Lolita” Nabokov): Una conciencia repentina de la propia miseria (litost) acompañada de una sensación de angustia espiritual flotante (Toska)…Dar una traducción ostensiva de ambos términos.

Permítanme una larga cita:

“…Supongamos que alguien se bebiera ayer 75 cl. y que hoy por la mañana no haya podido beber para quitarse la resaca -trabajo y cosas parecidas-, y sólo mucho después del medio día, tras pasar sufriendo seis o siete horas, haya conseguido beber por fin para aliviar su alma (bueno, ¿cuánto ha bebido? Pues pongamos que 15 cl.): ¡a qué se deberá que su alma no se sienta mejor? El vértigo que le acompañaba desde la mañana se ha visto sustituido por un vértigo de otra clase: un vértigo pudoroso. Las mejillas se le han puesto de color amapola, como las de una puta, y tiene tan azules las ojeras que parece como si, en lugar de haber bebido ayer sus 75 cl., le hubieran estado sacudiendo en la jeta toda la noche. ¿Por qué?
Os voy a decir por qué. Porque ese hombre se ha convertido en víctima de seis o siete horas de trabajo. Hay que saber elegir los trabajos. Y no es que haya malos trabajos. No es que haya malas profesiones. Todas las vocaciones son respetables. Apenas uno  se despierta, hay que beber algo; bueno “algo” no; hay que beber exactamente de lo mismo que se ha bebido el día anterior y beberlo con pausas de entre cuarenta y cuarenta y cinco minutos, de tal manera  que hacia la noche se hayan  bebido 25 cl. más que el día anterior. No habrá entonces ni vértigo ni rubor, y se tendrá una cara tan buena como si en medio año no le hubieran sacudido a uno en la jeta”.


Consigo rularme un cigarrillo lucky luke y a la primera calada se me encojen las entrañas al tiempo que empujan hacia afuera todo su contenido.  La vista se me nubla… la habitación gira como el agua en el fregadero y se introduce, girando, por el ombligo… ¿cómo era aquello de?...   ¿dios borra los renglones rectos y escribe y escribe?… ¿dios escribe torcido en nuestros renglones?… ¿dios no sabe escribir sin pautas?...me desvanezco.

Batir de alas…jirones de aire fresco… ¡Gracias!... ¡Sí, ángeles míos…soy yo!...Pero os juro que a partir de ya, dejaré de ser YO, para ser OTRO YO. ¡Seré OTRO YO!: Y esa transformación se fundamentará en la decisión de no volver a fumar…Que será de aplicación tras fumarme EL ÚLTIMO CIGARRILLO…”El último recibe su sabor del sentimiento de la victoria sobre uno mismo y de la esperanza de un próximo futuro de fuerza y de salud. Los otros tienen su importancia, porque al encenderlos, manifiestas tu libertad y el futuro de fuerza y salud subsiste, pero se aleja un poco”.

Una vida de últimos cigarrillos.

Precisamente, tal día como hoy: “El noveno día del noveno mes”, El concienzudo Zeno (Italo Svevo =Ettore Smichdt) se propone, por enésima vez, dejar la manía de fumar (y el tabaco).




 Hoy no sonará ABSOLUTAMENTE NADA  en el esputifaif.

Y también, tal día como hoy, 9 de septiembre (28 de agosto en el antiguo calendario ruso), del año 1928, “en el pueblo de Yásnaia Poliana y en casa del conde Nicolás Ilitch Tolstoi (“Gordo”), Ha nacido un hijo, León, bautizado el 10 por Basilio Majaisky, pope, asistido por el diácono Arkhipy Ivanov, por el sacristán Alejandro Federov y por el cantor Fedor Grigoriev; siendo los padrinos  el propietario del distrito de Believ, Simón Ivanovitch Iasykov y la condesa Pelagi Tolstoi” (registro de la parroquia. Lec Tarassov)… De madre inesperada, que se ya se había hecho la idea de que se le había pasado el arroz. Sin embargo, un matrimonio de conveniencia con un vástago de la dilapidadora familia Tolstoi, la llenó de felicidad y de hijos. Así la condesa María (como la madre de Zeno) Nicolaievna Volkonsky (¡¡) heredera de la hacienda de Yásnaia Poliana conteniendo seiscientas “almas” masculinas, se convirtió en madre de León Tolstoi.

La bella hacienda de Yásnaia Poliana, cerca de Tula, cambió de manos unas veinte veces durante el siglo XVIII y principios del XIX: Naipes, juergas alcohólicas…se hipotecó, se rehipotecó, se vendió a varios compradores a la vez…perteneció a los Volkonsky desde mediados del XVIII. Lev Tolstoi la heredó de su padre que la había heredado de su esposa (María).
Yásnaia Poliana, que tan grande papel cumplirá en la vida y destino de Tolstoi, era una finca extensa, había en ella jardines frondosos y descuidados…senderos bordeados de añosos tilos, de lilas gigantes, de sauces retorcidos, de bosquecillos de avellanos y abedules y de sombríos grupos de alerces… 4 estanques llenos de carpas, un río profundo, el Voranka y un caserío de 12 cabañas de troncos y una gran casa, la casa natal de Lev Tolstoi. Esa casa que “no la vendería por nada del mundo” (1852) la acabó perdiendo a las cartas. Tolstoi, de raza le viene al galgo, era un jugador compulsivo… ¡hasta que dejó de serlo! (eso es otra historia).

Se instaló en un anexo de la finca y desde allí irradió a todo el mundo. 

        

Situada a unos 200 kilómetros al sur de Moscú, pueden vds. visitarla en un fin de semana largo: podrán alojarse en el hotel Yásnaia Poliana (110 euros, habitación VIP), comer en el restaurante “Preshpekt”, dentro de la finca… comprar un pan de Tula (relleno de dulce de leche)…visitar, recubriéndose los zapatos, la vivienda del artista… pasear por los jardines…¡cuidado no pisar su tumba!...Podrán visitar la cercana estación de trenes de Kozlova Zaseka, desde donde, en 1910, tomó el tren para dirigirse al sur y se encontró con la muerte en la estación de Astápovo.
Si son amantes de los deportes de nieve, añadan Yásnaia Poliana a sus direcciones interesantes.



Por hoy ya está bien. Volveremos: ¡Tolstoi , Rupin, Wittgenstein!...















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