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martes, 18 de junio de 2013

Propuesta para la mañana de hoy, día 18 de junio. “La especulación inmobiliaria” y lo que pasaba por aquí.

Esta es la historia de cómo perdimos los paisajes de la infancia. Y, naturalmente, de cómo el capitalismo depredador ha convertido en un infierno lo que era un Edén. De cómo arruinaron la higuera de mi patio, arrancaron el palo santo, desenraizaron los dos limoneros y mandaron a tomar polculo las flores de temporada. De la casa ya ni hablemos. Es una historia conocida. Otros perdieron la vida “in traslation”. En fin, de cómo se produjo un proceso de proletarización, de expolio y gentrificación urbana.
El Mediterráneo se convirtió en un estercolero y sus hermosas y laboriosas orillas en acumulación de detritus. El siguiente paso será hacer llegar el océano a los desiertos de Mongolia y que ruede la historia…




 PREFACIO 1.
“Compra a su nombre terrenos sin urbanizar y construye casas por medio de hombres de paja. Esta gente redacta los contratos de construcción y pagan a los contratistas con letras a largo plazo. Por una pequeña suma pasan la posesión de las casas a mi marido y se escabullen de su deuda con los inocentes contratistas declarándose en quiebra”. H. Balzac, “Papá Goriot”)

PREFACIO 2.
“Es cierto, la disposición inicial de ese barrio era mala, no se podía sacar gran utilidad de ella; pero, ¿han hecho algo los propietarios de casas y la administración para mejorarla cuando se han puesto a construir allí? Al contrario; donde todavía había una parcela libre se construyó una casa, donde quedaba una abertura superflua se la cercó; el aumento en el valor de los bienes raíces ha corrido parejo con el desarrollo industrial y, mientras más se elevaba, más frenéticamente se fabricaba, sin consideración alguna por la higiene o la comodidad de los inquilinos, según el principio: Por inconveniente que sea una casucha, siempre habrá un pobre que no pueda pagar una mejor, siendo la única preocupación la de obtener la mayor ganancia posible. Pero, ¿qué quiere usted?” (“La situación de la clase obrera en Inglaterra”. Engels, 1845).

INTRODUCCIÓN.
“(…) atado a los lugares apenas por un hilo de estímulo nostálgico, y por la desvalorización de un solar semiurbano que ya no era panorámico, sólo obtenía reveses. Dictada por este estado de ánimo, la frase: -Si todos construyen, ¿por qué no construimos también nosotros?-(…) habían sido la semilla de una ya larga serie de discusiones, proyectos, cálculos, indagaciones, trámites. Y ahora, precisamente, Quinto regresaba a su ciudad natal para emprender una especulación inmobiliaria.” (Italo Calvino. “La Especulación Inmobiliaria”. Editorial Bruguera. Barcelona, 1981).

DESARROLLO.
“Caisotti, sentado en una butaca “Voltaire”, con las manos agarrados a los brazos, tenía una cara cerrada y torva. La abogada hojeaba sus papeles…Así pues el día 18 de junio cuatro tubos de riego de una longitud de…” (I. Calvino: “La especulación inmobiliaria”)
Corría el año 1954. De Gasperi moriría en Agosto y Coppi, aún en vena, estaba a malas con la curia por su “mala vida”. Gasperi, sin embargo está en proceso de beatificación… ¡lo que son las cosas!
A Quinto, historicista y comunista partidario del “progreso” (para más inri) y a su hermano Ambelio, de la familia Anfosi, les da por meterse a constructores (sumergirse en la vida) y destrozan el jardín de la casa familiar. Lo que promete ser un negocio suculento se convierte en un enredo típico. Pero, en fin, lean Vds. la novelita y verán cómo la cosa viene de lejos…y de paso se enterarán de lo de los tubos de riego…y de cómo la democracia cristiana se fue haciendo poco a poco con los resortes del poder. Comparen el primer párrafo con el último… las páginas que los unen es la historia de esa transformación.




Es una especie de miniatura de lo que pasó en La Manga.

Para mí que la novela es el contrapunto de “El barón rampante” (escrita al año siguiente). Esta es un arrebato lírico lleno de nostalgia por lo perdido y aquella una sórdida descripción del proceso de pérdida.

Por aquí se anunciaban profusamente productos contra la carcoma, la polilla e insectos de toda índole y condición. En Madrid actuaba “Eduardín y sus enanitos”. Camomila INTEA: “El nene está muy guapo con su pelito rubio”. España entera había celebrado por todo lo alto el “Corpus Cristhi”: procesiones y corridas de toros. En Huelva un novillo había cogido a Rafael Carbonell: murió en la enfermería. Joselito Romero acabó con la res de un pinchazo, media y descabello. Se oyeron algunos aplausos entre una oleada de silbidos al toro que había tenido la ocurrencia de defenderse.

Seguían en cartel: “Tarzán contra el Mau Mau” y “Reportaje“ de Emilio Fernández. Se ofertaban relojes Roskoff, y al mismo tiempo se proclamaban las maldades sin cuento del comunismo. Llegaban las primeras armas americanas y se dictaban normas estrictas sobre la moralidad en las playas. Se anunciaban casas montables-desmontables. El Barça de Suárez, César, Moreno y Manchón y el Valencia de Quincoces II, Puchades, Pasieguito… se jugaban la copa del Generalísimo (por cierto, ganó el Valencia por 3 a cero. Fuertes marcó dos goles y dio la asistencia a Badenes para que hiciera el tercero, que fue el segundo. Fuertes tuvo unos años fértiles y su declive fue paradigmático: Gandía, Sagunto, Buñol. Había nacido en Benimamet).  En el ABC se podía leer un interesante reportaje sobre “San Miguel en su Monte” (sic). El cronista viajero se refería a “Mont Saint Michel”. El Instituto Oficial de la Vivienda quería construir a un ritmo de 10.000 viviendas al año.

Los turistas se amontonaban al otro lado del Aneto con las cremas bronceadoras y las vestimentas procaces preparadas. Vestían pantalón hasta la rodilla, sandalias y calcetines. Portaban en bandolera una máquina de retratar y esperaban a que dieran la señal para abalanzarse (Pirineos arriba, Pirineos abajo) sobre las playas vírgenes del levante español. Aquí cocinábamos toneladas de callos, miles de paellas y lo que sobraba se lo echábamos a los conejos. La gente se movía a impulsos de la necesidad. Las cementeras calentaban motores. Las multitudes compraban maletas de madera y esperaban el día de poder usarlas. Otros mataban el tiempo en la trena. Algunos, los menos, zigzagueaban a lomos de una Vespa… ¡Produciendo nosotros la Montessa, la Ossa, la Lube…y tener que importar esa ridiculez….!

Así, enumerando, podríamos pasar la mañana. Llegaría la noche y seguiríamos enumerando: “Je me souviens…”.



Por cierto, recuerden que tal día como hoy (1967) sobre el escenario de Monterrey Pop, Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra, creando todo un género. Aquí el “Platanito” daba su histórica estocada. Después de ridiculizar al novillete hasta límites intolerables (besarle el hocico, “hacer el teléfono”, tirarle del rabo…) llegó el momento de la verdad. Intentó cuadrar al toro: Le arrojó al morro los restos de la muleta, nada. Lo intentó con “dos reales” que llevaba colgados como amuleto, nada…el torete seguía mirando al tendido. Alguien, desde la cávea, arrojó una hoja de lechuga. El novillo humilló para zampársela y en ese momento, el “Platanito”, cuyo padre había tenido un almacén de plátanos, se abalanzó sobre la bestia con el estoque surgiéndole de la frente como un estrambótico unicornio. La espada recorrió el lomo del cuadrúpedo y enganchado a ella, el torero se fue clavando las vértebras del cornúpeta en su malnutrido pecho. El estoque se clavó en el rabo y el diestro, haciendo pértiga del florete, dibujó una voltereta histórica que dio con él, de bruces (naturalmente), en la arena del redondel. The Who destrozaron el escenario. Entre unos y otros dejaron el escenario hecho unos zorros.

“Je me souviens…”


Bueno, voy (a contextualizar) al chiringuito. Como el paro no baja, la playa está a parir. Las costumbres (mores) han cambiado radicalmente. Sólo se mantienen las sardinas y los mejillones al vapor… y los “grumos” familiares…

Creo que por esta mañana ya está bien.








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