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jueves, 13 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, día 13 de febrero. SEGUNDA SERIE. Vonnegut. Dresde 1945. Albinoni. Wagner. Nietzsche.




(asteriscos * remiten a efemerísticas razones)

 "Peu de gens devineront combien il a fallu etre triste pour ressusciter Carthague" (*)...  Imaginen Vdes."pour ressusciter" Dresde… ¡O Cartagena, sin ir más lejos!

1


"Billy Pilgrim sabía que ésa sería, realmente, la forma en que iba a morir. Como viajero de tiempo que era, había visto su propia muerte varias veces, y la había descrito en una cinta magnetofónica. La cinta estaba guardada, con su útima voluntad y otros valores, en una caja fuerte de Banco Nacional Mercanti y de Crédito de Ilium.
"Yo, Billy Pilgrim —comenzaba a cinta– moriré, he muerto y estaré muerto para siempre el 13 de febrero de 1976"
Y continuaba diciendo que en el momento de su muerte estaría en Chicago, dirigiéndose hacia una gran multitud para dar una conferencia sobre de tema de los platillos volantes y de la verdadera naturaleza del tiempo." (Vonnegut: "Matadero cinco").
(...)
"-- Cuéntame una historia, Billy, muchacho.
--Dresde fue destruida la noche del 13 de febrero de 1945—empezó Billy Pilgrim--. Salimos de nuestro refugio al día siguiente..."

Acabada la guerra, por así decir, se evidenciaron dos problemas: el primero era el excesivo stock que había quedado en los depósitos de los aliados y el segundo... ¡pues que era una pena que no hubieran podido probar la eficacia, en vivo (?), de la nueva arma nuclear! La cosa se solucionó rápidamente: arrojaron sobre Dresde y Tokio los excedentes no comercializados de armas convencionales que, por cierto, fueron más letales, que lo que representó la solución al segundo problema: Hirosima y Nagasaki.
Es claro que no había ningún interés estratégico, puramente militar o logístico, obviando, claro está, lo dicho arriba, y el deseo furioso de un finale apoteósico. A cada habitante de Dresde, ciudad abierta, le correspondieron 42'8 metros cúbicos de escombros. En cuanto a los muertos... ¿¡quién lo sabe?!...  Aquí no hablo del resto de las ciudades alemanas.



Las industrias de la periferia apenas fueron afectadas.

Destrucción total y absoluta. Millones de alemanes vagando por los campos o haciendo guardia bajo los luceros y frente a sus ruinas. Parásitos infectos, ratas... algo que, por definición, eran atributos de otras razas... Bueno, si alguien quiere descripciones, ya sabe adónde acudir. Fue el punto cero de Alemania: Alemania año cero. Bastaba recoger los restos y reconstruir con mayor furia que la empleada en su destrucción. En realidad fue una ventaja, pues se evitaron la decadencia progresiva de sus instalaciones y su lenta sustitución por otras a la altura de los nuevos tiempos. Alemania renació de forma prodigiosa (?) fertilizada por incontables (y, por supuesto, innombrables) muertos, que fueron, en gran medida, cubiertos por la argamasa que cimentaría las nuevas ciudades.

Sebald pone el dedo en la llaga (¿cuál de ellas?): Alemania se lanzó con furia, en cierto modo heroica, a la reconstrucción... con la misma que, antes, se había lanzado a la guerra. Olvidó (?) el duelo que sigue a la desgracia. No reflexionó sobre su situación, resultado de toda una aberrante orientación histórica, y enfrentó el futuro nuevamente como destino. Aceptó el hundimiento como castigo bíblico necesario por una culpa casi bíblica. Nadie habló en público de asunto. Los intelectuales de exilio interior, cuando reaparecieron, estuvieron más preocupados en reubicarse en la nueva situación (como antes lo habían estado por hacerlo en la antigua). Los del exterior... ¡no estaban! Las dudosas excepciones (Kasack, Nossack, Mendelssohn, Grass, Schmitt) no vieron publicados sus lamentos hasta bastantes años después.

                 


El olvido... ¡que retorna!
La represión histérica... ¡que retorna!
Acompañen la meditación con el Cuarteto nº 8 de Shostakovic, que más parece la marcha funeraria pora él mismo: Banda sonora de "Cinco día y cinco noches" de Lev Arnshtam.

2
Hubo voces que reclamaron un proceso por crímenes de guerra.
Enchufen el esputofaif. Oigan el llamado "Adagio de Albinoni" y acompáñenlo de algunas imágenes del hecho: Música lastimosa que añade estupor (y embotamiento), como si la cosa fuera, únicamente, digna de lástima. ¿Por qué Giazotto afirmó que había encontrado, precisamente en Dresde, los despojos de una partitura de Albinoni? ¿Fue la destrucción de la ciudad la fuente de inspiración?


Giazotto no era conocido como músico, aunque sí como crítico, estudioso y erudito musical. Dijo encontrar en las ruinas, aún humeantes, de la Biblioteca Estatal de Dresde, unas líneas de bajo continuo y seis compases de melodía de una obra que atribuyó a Albinoni, puesto que, supuestamente, los habría encontrado en el lugar donde se conservaban otras obras del autor. Baste decir sobre el asunto que la Biblioteca Nacional desmintió el supuesto hallazgo.


Sobre aquella ruina, dijo, reconstruyó un adagio en sol menor para órgano y cuerdas. Era (es) una composición inadmisible desde las coordenadas de la música contemporánea. Quizás por eso pretendió hacerla pasar por barroca. Lo cierto es que el "músico" no la registró como propia y perdió, así, los beneficios correspondientes. El resultado de la operación fue, cuando menos, paradójico: Albinoni es popular gracias a una obra que no compuso. La casa Ricordi la publicó en 1948.

En 1962, Orson Wells, especialista en fraudes, la dio a conocer al gran público al elegirla como banda sonora de El Proceso, basada en la novela de Kafka.









“–Horroroso, todo Dresde está destrozado, kaput–dijo.
Y tras él saltaba del vagón de servicio gente que parecía que se hubiera escapado de un campo de concentyración, llevaban pantalones a rayas y cuando entraron en la oficina nos dimos cuenta que era gente que iba con pijama a rayas, sólo con un abrigo, tal como estaban cuando lograron salvar sus vidas…”  (Bohumil Hrabal: Trenes rigurosamente vigilados”)

3
En la época de la "Primavera de los pueblos" (1848-49) Dresde sufrió una destrucción en pequeña escala, diríase que un ensayo de la magna destrucción futura: El teatro de la ópera fue arrasado hasta los cimientos, así como otros edificios significativos. Wagner había estrenado en ese recinto, del cual era el jefe, por así decir, Rienzi, El Holandés errante y Tanhauser. Fue con la segunda ópera de las citadas que Wagner fue desbrozando su propio camino; la leyenda era antigua, pero, influido por Heine, introdujo la posibilidad de redención por medio del amor.


En aquellos turbulentos y esperanzadores meses, Wagner luchó en las barricadas republicanas y colaboró con Bakunin. Acabado el alboroto, vino el exilio, primero Weimar, con su futuro suegro, y después Suiza, acompañado de un giro total de su pensamiento político... pero eso es otra historia (que les he contado en alguna que otra propuesta). Baudelaire, su adalid en París, hacía lo propio.

4.
El 13 de febrero del año 1867, se estrenó en Viena El Bello Danubio Azul. Los vieneses se consolaban de sus desgracias con valses y polkas: Así encontramos la Polka de la quiebra y la de los derribos, consuelo etéreo y circular del Crac del 73, la una, y celebración de la inminente apertura del Ring, la otra. El Danubio azul sirvió de consuelo por lo de Sadova y como premonición aviesa de la terrible inundación del 69, año en el que se pensó en poner fin definitivo a esa amenaza constante, mediante el desvío del cauce y la creación de una isla.


Wagner, a la sazón, estaba liado con su "Ring" y dando los últimos toques a los Maestros Cantores. Antisemita, ya, de corazón, se dirigía a Suiza en pos de su domicilio "conyugal", a expensas de Luís II. Al año siguiente conocería a Nietszche que, por entonces, esperaba su nombramiento para la universidad de Basilea.

5
Empezaba noviembre de 1876. Nietzsche ya había roto "en su corazón" con Wagner y, naturalmente, con todo lo que representaba: el pasado, la decadencia enfermiza, la vuelta a los valores cristianos, lo fatuo, la metafísica, la pesadez... música narcótica... y es que desde que se había ido a Alemania se estaba convirtiendo en el portavoz de lo alemán: "Porque Bismarck—gritó por fin-- ha expulsado al demonio de Fausto, que tanto ha atormentado a los alemanes cultos: pero ahora este demonio ha entrado en los puercos, y es peor que antes". Nietszche había salido escopeteado de Bayreuth y ahora se encontraba en Sorrento, invitado por la omnipresente Malwida. Los Wagner, ¡oh, fatalidad!, también habían recalado en aquella punta. Y ocurrió lo que tenía que ocurrir. Paseaban por Marina Grande. Pararon en un chiringuito. Wagner pidió un tanque y Nietszche, abstemio, un cacaolat. El músico, alzando con esfuerzo el Grial, brindó por Montsalvat, por Amfortas, por Kundry. Nietszche se levantó, se bebió de un trago el lácteo, aún calentito, y se largó con viento fresco, pues, como he dicho, empezaba noviembre del año 1876.
En enero del 78, Wagner le envió un ejemplar de "Parsifal"; Nietszche contraatacó con "Humano, demasiado humano". FIN.

Y tú dices: "Yo parto, adiós".
Te alejas de este corazón,
de la tierra del amor,
¿tienes el valor de no volver?
Pero no me dejes,
no me des este tormento!
Vuelve a Sorrento,
¡hazme vivir!



En el fondo nunca encontró un sustituto: Ni Bizet, ni Köselitz, ni "La Gran Vía" de Chueca- Valverde-Pérez.
Bueno, pues, Wagner estrenó su última ópera en el festival de 1882.  Nietzsche merodeaba, indignado, a la espera de una invitación adecuada, en Tautemburg. Los suyos, en pleno, habían acudido a Bayreuth. Wagner, cuya presencia, dada su baja estatura, era deducida más que evidenciada, no andaba muy fino. Decidieron pasar una temporadita, que se eternizó, en Venecia, (todavía Kakania). Se alojaron, como no podía ser de otra manera (¡péguenme un tiro la próxima vez que se me escape este miserable latiguillo!) en Ca' Vendramin Calergi, Gran Canal. Eran: Él, Ella, sus cuatro hijos y la turbamulta de subalternos.
Desde días atrás, como si anunciaran el seísmo definitivo, un enjambre de movimientos irregulares inquietaban su corazón; el día 13, tal día como hoy, de año 1883, mientras iban viniendo al mundo los que posteriormente construirían El Puente (Die Brücke) en Dresde, le sobrevino el último. Tenía 69 años. La precipitación de la vuelta hizo que olvidaran ropa interior, cartas, cepillos para el pelo, partituras, pantuflas... en fin una colección de reliquias que, ahora, pueden contemplar, bajo demanda, en forma de "Museo Wagner". El edificio alberga, además, el Casino de Venecia.
Y fue en ese preciso momento. En el momento en que Wagner expiraba a trompicones y Nietszche proclamaba el superhombre, que a Marx, inconsolable por la muerte de su compañera y por la recentísima de su hija Jenny, le sobrevino un absceso pulmonar que acabó de arruinar su ya inservible aparato respiratorio y lo dirigió presto hacia la muerte. Quiero imaginar que Swiecicki, poeta y polaco, y, casi como consecuencia, encarcelado, tuvo en ese preciso momento la inspiración de la impetuosa "Varsoviana", más conocida como "A las Barricadas".
Fue entonces cuando, en un arrebato de desilusión renegó de sus yernos y pronunció el críptico: "Yo de marxista no tengo nada". Sus "Notas sobre Wagner", se refieren a Otto Wagner no al que nos estamos refiriendo.

Kafka estaba a punto de nacer. También él tuvo tiempo de visitar la Venecia austrohúngara.

Nietzsche, que lo había intentado todo con Lou en Tautemburg ("El Idilio de Tautemburg"), acabó rompiendo relaciones con todos. El 26 de agosto, exactamente el día en que se selló la separación definitiva, aparecía "La Gaya Ciencia" que dará la entrada a Zaratustra. Se dirige a Leipzig, pasando por Naumburg, donde pone música a la "Canción de la vida" con la que Lou se despidió, y acaba de pelearse con la madre. 


En noviembre lo encontramos en Génova. Enfadado de verdad, y enfermo como siempre: su pensión está ocupada por un desconocido y tiene que buscarse otro sitio. Triste, Solitario e Infeliz pasa el otoño. Escribe cartas que no son contestadas. Se traslada a Rapallo. Sigue escribiendo cartas que siguen sin ser contestadas. Neuralgias. Opio. Somníferos. Eterno Retorno de lo mismo: ¿Incluso este dolor que me martiriza?... ¡Incluso ese dolor que te martiriza!...¡¡Sea!!
En el momento en que el médico veneciano certificaba la muerte del genio, o sea tal dia como hoy, del año 1883, Nietszche escribía:

"Han muerto todos los dioses; ¡Viva el superhombre!--¡Esa deberá ser nuestra última voluntad cuando llegue el Gran Mediodía".
Así habló Zaratustra.

Al día siguiente, día de los enamorados (dedicación lógica teniendo en cuenta que hoy, 13 de febrero, ha sido declarado día mundial del soltero), en Venecia se hacían los preparativos para la repatriación del cadáver, y el filósofo enviaba a imprenta la primera parte de su magna obra. Verdi, su estricto contemporáneo, estaba ocupado en Otelo.

Ahora es el momento de escuchar:
       La góndola lúgubre n.º 1 y 2.
       R.W. Venezia.
       A la tumba de Richard Wagner
que su suegro, Liszt, otra víctima del festival (murió en el del 86, tras el "Tristán e Isolda") pergeñó en memoria del ilustre yerno.

Nietszche se quitó un peso de encima y, con el peso, el consuelo de un posible armisticio. En primavera se largó a Roma y de Roma a la Engadina... y así hasta el fin de sus días. Cuando rompió la rutina, y añadió Turín a la lista, murió... antes de morir definitivamente.

6
Si se dan prisa podrán asistir a la representación de "Guntram", del wagneriano Richard Strauss: Nada, otra historia de amor, muerte y redención.









 

domingo, 9 de febrero de 2014

Propuesta para la tarde del 9 de febrero. “Mantequilla” vs. Monzón. Falstaff.


(asteriscos* remiten a razones efemerísticas)
A los neurálgicos, entre los que me incluyo, se nos aparece un aura que rodea con irritados dientes de sierra el campo de visión. Ese fenómeno nos pone en guardia y es el momento de atiborrarse de opiáceos. No sé si, aunque creo que sí, a los epilépticos* les pasa lo mismo. Las cosas aparecen como envueltas en un raro parahelio*: ese extraño suceso hace que aparezcan multitud de soles, en fila, como un rebaño de ovejas incandescentes. Eso fue lo que ocurrió el año 10 antes de nuestra era, en la isla japonesa de Kyushu: aparecieron 9 soles, como nueve pizzas* incandescentes empapadas en tomate. Si el espacio es el “sensorium dei”, aquello fue el aura espectacular de un ataque de epilepsia de la divinidad: los dioses antiguos morían y los modernos aún no habían nacido.
Bueno… ¡otra efeméride cogida por los pelos!
¡Y en esto llegó Fidel! Y se prohibió el boxeo profesional. “Mantequilla” Nápoles*, púgil con nombre de pizza, se marchó a Méjico y desde allí se expandió a todo el universo-mundo. Siempre, pero, y sobre todo ahora al final, cuando los golpes han revelado su eficacia, ha creído estar estar en Cuba… mientras deambula por las baldías calles de Ciudad Juárez, turbio límite entre la sinrazón y la barbarie, o es recogido en un hospital de la beneficencia: más golpes da el hambre.

Vino al mundo en la época dominada por Arsenio Rodríguez y se marchó en pleno auge de la Sonora Matancera.
Su dominio de los welter fue mundial. Nunca, sin embargo (por asincronía) peleó con Sugar Leonard. Hubiera sido un combate patrocinado por Nocilla. Su momento álgido, que se convirtió en el comienzo de su declive, fue cuando, en un ataque de ubris, retó a “Escopeta” Monzón, campeón de los “medios”. La diferencia de pesaje era notable.
Cortázal, en un limpio homenaje al evento, (y de repulsa a Delon) y a “Mantequilla” en particular, situó en ese marco la acción de una intriga que Uds. pueden degustar en “Alguien que anda por ahí”:
Vivo, Alain Delon: una carpa de circo montada en un terreno baldío al que se llegaba después de cruzar una pasarela y seguir uso caminos improvisados con tablones. Había llovido la noche anterior y la gente no se apartaba de los tablones, ya desde la salida del metro orientándose por las enormes flechas que indicaban el buen rumbo y MONZÓN-NÁPOLES a todo color. Vivo, Alain Delon, capaz de meter sus propias flechas en el territorio sagrado del metro aunque le costara plata. A Estévez no le gustaba el tipo, esa manera prepotente de organizar el campeonato mundial por su cuenta, armar una carpa y dale que va previo pago de qué sé yo cuánta guita, pero había que reconocer, algo daba en cambio, no hablemos de Monzón y Mantequilla pero también las flechas de colores en el metro, esa manera de recibir como un señor, indicándole el camino a la hinchada que se hubiera armado un lío en las salidas y los terrenos baldíos llenos de charcos”. (Cortázal: “La noche de Mantequilla”).

Esto ocurría tal día como hoy, del año 1974, en Puteaux. Años atrás esta barriada había pasado a los anales de la historia del arte por haber acogido, en la casa de Jacques Villon, hermano de Marcel Duchamp-Villon, a los “orfistas”, que quisieron ampliar la teoría y la práctica del cubismo “ortodoxo”. A esas alturas del siglo sólo Calder y Georges Ribemont-Dessaignes hubieran podido asistir al evento. Pero el primero se había trasladado a Nueva York y el segundo, con 90 años, esperaba a la muerte, que llegaría ese mismo verano. Mucho antes Puteaux fue escogido por Belini para escribir “I Puritani”.
Carlos Monzón tenía un alcance kilométrico y un jab de izquierda muy certero, además de un cruzado de derecha que era en él como un rayo. Si yo pretendía acércame a él, le bastaba emplear el jab que era más bien un recto o simplemente estirar los brazos para mantenerme a la distancia que le convenía. Y cuando por fin podía penetrar en su guardia mis golpes no le surtían mayor efecto, y sí, por el contrario, los suyos me cimbraban de pies a cabeza. Si no caía a la lona se debía a la condición física que llevaba. Por fin, concluido el sexto, ante la evidencia de que no tenía ninguna posibilidad de victoria debido más que nada a la gran diferencia en el tonelaje, decidimos dejar las cosas por la paz para no exponerme a recibir más castigo que afectara mi salud.” (“Mantequilla” Nápoles)
El bueno de “Mantequilla” Nápoles, estilista donde los hubiera, quedó plano e indistinguible apenas, como un hermético retrato cubista; como una rebanada de hogaza sobre la que se hubiera extendido su remoquete. Siguió en posesión de la corona de los welter, pero ya por poco tiempo. Y todo se fue encaminando hacia las baldías calles de Ciudad Juárez. Dijo, y lo retiró, que Monzón le había metido el dedo en el ojo y que lo había dejado viendo “parahelios”.
No puedo por menos de recordar a la Belter (¿werter?) de la que mi primo era co-partícipe. Allí vieron comenzar su carrera Tony Ronald, Victor Manuel…y acrecentarla los Tres Sudamericanos, Manolo Escobar y otros portentos. Incluso una prima segunda mía, y de mi primo, probó suerte. Era el tiempo de las / los cantautores / cantautoras: canción protesta, vamos. Grabó una cara “A” memorable: “Me llaman loca”. La cara “B” creo que estaba en blanco. El disco no ayudó a aumentar su crédito: le siguieron llamando loca durante décadas y, además, añadían: “sí, sí…. ¡la de la canción!” La guitarra cuelga de una alcayata en el comedor de su casa como recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue. Un callejón sin salida.
No le fue mejor a Monzón. 14 años después del combate mentado, el 14 de febrero de 1988, a las 6 de la mañana, para ser exactos, se eclipsó la estrella del “Escopeta”, brutal y hábil boxeador. El día anterior, Alicia Muñiz, actriz, había aparecido por el domicilio de su ex (¿) con la excusa de recoger al hijo compartido. La cosa acabó a las tantas en el club Peñarol, después de haber recorrido medio Mar del Plata dejando una estela sórdida, que incluía vasos de tubo a medio consumir, colillas de maría, polvillo blanco, olor a cadaverina y psicofonías desvergonzadas. Me ahorro los detalles. 

Lo que no puede obviarse es la fecha: San Valentín. Fue por eso que se hizo más patente el desamor. Si hubiera sido, pongamos, el 21 de marzo, la cosa no hubiera pasado a mayores…Pero fue el 14 de febrero, día de san Valentín y los corazones iban a 193 golpes por minuto.
 Ya en casa, el mismo continente propició un giro en la conversación hacia la pensión alimenticia y demás. Monzón se le tiró al cuello y antes de que acabara de enumerar todos los ceros, le apretó el cuello hasta que pareció, por sus ojos fijamente atentos, que hubo entendido. Aún le quedó resuello para añadir un cero. Monzón, desgracia de hombre, la tomó en brazos, como cuando la primera vez, y la arrojó por el balcón. Ella, 32 años, quedó cubistamente descuajeringada. A lo criminal añadió ridículo: se lanzó al vacío en calzones de ring. Sufrió contusiones y lesiones “menos graves”. Maximiliano, el hijo, dormía a pierna suelta. Todo un “bolero de despecho”.

Todos los participantes en la investigación eran novatos. Pero la cosa era tan clara que pudieron salir airosos y no tuvieron en cuenta el que adujera una fuerte neuralgia que le hizo perder la cabeza.
Cuando salió del hospital lo condujeron a la prisión de Santa Fe. Pasados 6 años le redujeron el grado, por buena conducta, y pudo hacer alguna que otra salida. En una de ellas, el 8 de enero de 1995, se estampó con su automóvil.
Cortázal pudo haber escrito, de haber perseverado, una novela río con estos mimbres.


Díganme Uds. si Discepolín no llevaba razón.
Si hay algo sobrevalorado en la “weltanschauung” de la nueva clase media, si es que puede aplicarse tal concepto a tan miserable constructo, es el “amor” con todo el campo semántico que cubre. Es un surtidor de desgracias. Como diría Falstaff del “honor”, es una “palabra”, un “aire que vuela”, “no tiene dotes de cirujano”. “¿Puede el amor llenarnos la panza?”. ¡Qué grandeza (y qué ligereza) la de Falstaff encajando la burla y convirtiéndola en ocasión para la argucia ajena!
Y es que yo me cago en el amor (como diría el otro) y de paso en la maternidad, en la neo-mística que la envuelve. Con tanto niño suelto… ¿para qué quieres uno TUYO? Sólo hay una cosa más miserable que un hijo: ¡un padre!


Falstaff desea su veranillo de San Martín; “echar un poco de vino sobre el agua del Támesis” y urde una tramposa trama. Descubierto y sometido a escarnio, encaja el golpe con gracia y donosura. También “Zeus” vistió cuernos en alguno de sus lances amorosos. Sin ir más lejos, “Europa” fue raptada por un cornudo. 
Hagamos un amor risueño: “Boca besando, no pierde felicidad / Al contrario, se le renueva como la luna”. Una atmósfera mozartiana…pero creada por un anciano. ¡Qué diferencia entre el testamento wagneriano (“Parsifal”) y este “Falstaff” con el que Verdi quiso hacer mutis por el foro.



Es magnífico comprobar como “esa montaña de tocino”, ese bebedor, cobarde, presuntuosos y mujeriego, surgido de un rincón anecdótico de “Enrique IV”, pudo convertirse en uno de los grandes personajes de la literatura mundial. Ese contrapunto, esa excusa, pudo devenir primera figura, capaz de retorcerle el cuello a la Tragedia y convertirla en Comedia. Ya en la segunda parte de “Enrique IV” se ha adueñado de la escena. Entronizado “Enrique V”, su alumno adelantado, cuando esperaríamos la apoteosis de Falstaff, presenciamos su repudio: “no te conozco, viejo”.


Hemos escuchado las campanadas de medianoche, maese Shallow”
Su muerte se anuncia no bien comenzada “Enrique V”.
Pero un personaje tal no puede tener una muerte tan anónima, sin antes haber desplegado todos sus dones e ingenio. Isabel I le pidió a Shakespeare que tramara alguna cosa para un Falstaff enamorado. Nunca sabremos las verdaderas intenciones de la reina: burla, humillación, simple comicidad…De ese deseo surgió (¿) “Las alegres comadres…” y de “Las alegres comadres…” el estupendo libreto de Arrigo Boito y del libreto, el derroche de imaginación musical y de humanidad ilustrada en que consiste la obra de Verdi, estrenada tal día como hoy, del año 1893.
Tras “Otello”, Verdi, había decidido dejar la escena y centrarse en su recién inaugurado Hospital-residencia para músicos necesitados (que todavía funciona), en su huerto de Busseto y en ayudar a los recelosos campesinos de la región en la mejora de sus “sistemas productivos”. Tenía 74 años. Boito le tocó el punto flaco: Shakespeare; y le envió el libreto de “Falstaff”. A Verdi le gustó. Empezó el trabajo en 1890. Murió su entrañable amigo Mucio. Siguió trabajando todo el 91. Y casi todo el 92. Mientras tanto dirigió por última vez una orquesta en público, en La Scala de Milán, naturalmente: Fue en el centenario del nacimiento de Rossini. En septiembre la suerte estuvo echada: “Tutto è finito. Va, va, vecchio John”. Se acordó el día 9 de febrero del año 1893 para su estreno, en La Scala de Milán, naturalmente. Verdi tenía 80 años.
Y es un prodigio que tras una vida, como todas, por lo demás, llena de tristezas (a los 30 ya años había perdido a sus dos hijos y a su compañera) pudiese dar a luz esta hermosura que algunos consideraron poco melodiosa. Y es que su fecundidad melódica es tan espesa y variada que las melodías pasan, como esbozos, a tal velocidad que resulta difícil de asimilar. Es un continuum musical donde no caben los “recitativos” ni las “arias” propiamente dichas. Wagner, que hacía 10 años que había muerto, se agitaría en su tumba.
No hubo más Shakespeare. Ni más óperas. Se centró en un “Te Deum” y en un “Stabat Mater” que se vio intensificado por la muerte de Giuseppina, su leal compañera durante 60 años. Murió el 27 de Enero de 1900, en Grand Hotel de Milán. Su habitación se conserva tal como él la dejó.
Quiero que mi funeral sea sumamente sencillo y que tenga lugar al amanecer o a la hora del Ave María, sin música ni canto. Bastará con dos sacerdotes, dos velas y una cruz”. Así discurría el acto aquella mañana brumosa en el cementerio municipal de Milán. Ya habían abierto la tumba de Giuseppina para introducir los restos del músico cuando una multitud, que seguía la ceremonia de lejos, se descolgó con un “Va, pensiero, sull’ali dorate…” que estremeció a toda Italia: “VIVA VERDI”.
Actualmente reposan en la “Casa di Riposo per Musicisti” (Casa Verdi), en Milán, naturalmente.
Mi versión preferida por encima de la de Von Karajan y la de Toscanini es la de Carlo Maria Giulini con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y con Bruso, la Ricciarelli, la Hendricks y demás…

El mundo es una burla y el que ríe el último ríe mejor.

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...