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lunes, 3 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, 3 de febrero. "El día que la música murió". Marck Twain. Isla Maians..



Asteriscos (*) remiten a efemerísticas razones.

1



El piloto de la avioneta, aficionado a la música italiana, buscó y rebuscó pero no encontró la cassette de Modugno. En realidad no podía encontrarla. El cassette-grabador-reproductor aún no  había sido lanzado al mercado, así que silbó con  pajaril fruición la melodía que llegaría a conocerse como "Volaré". Había ganado el festival de San Remo del año anterior y hacía furor en los USA. Los tres pasajeros subieron y enseguida, músicos como eran, dieron con la tonalidad; además, no en vano habían estudiado a von Helmholtz y sus reflexiones sobre las sensaciones de tono (*).  Se puso el motor en marcha. El aparato aceleró y fue tomando altura animado por el optimista estribillo: Nel blu dipinto di blu. Comenzaba el 3 de enero del año 1959. Los vencidos daban la última capa de pintura al tenebroso cristo del Valle de los muertos (oh, perdón: caídos por dios (?) y por la patria) y ETA acababa de pedir la primera remesa de parabellum.

Bienaventurados los que murieron
y no lo hicieron
ni por Dios
ni por la Patria.
(Yo)

Buddy Holly, y su grupo, se había embarcado en una tremenda y zigzagueante gira invernal que debía de llevarlo a todos los rincones de la nación. Se le unieron Ritchie Valens y "Big" Bopper. La gira estaba resultando más dura que la retirada de Napoleón en la campaña de Rusia. La gripe y las congelaciones hacían estragos entre los miembros de la expedición, de tal manera que el pasaje aéreo fue determinado por la gravedad de los viajeros: Bopper, griposo, obtuvo el puesto de Jennings, no sin antes lanzar una broma premonitoria.  Valens, le ganó la plaza a Allsup a cara o cruz. Holly viajaba por derecho propio, pues era quien había alquilado el aparato. En el autobús-frigorífico viajaría, en contra de lo pensado inicialmente, el mermado grupo de Holly: al batería lo habían hospitalizado con los pies congelados.



El autobús escolar que había sustituido al inicial, recaló en Clear Lake, Iowa. La parada no estaba prevista. Fue, por decirlo así, un gambito del destino. Así fue la cosa:

·        Big Bopper, obrero antes de artista, salió al escenario ataviado con una de sus tremendas chaquetas de rayas y cubría su tremendo trasero con unos pantalones en los que hubiera cabido el ejército napoleónico en plena estampida. Puso sobre el escenario un teléfono y empezó su delirante declaración de amor: "Chantilly Lace". Una chica, "tímida y alegre; la cola de caballo que le cuelga por los hombros", recibe las súplicas sebosas y lascivas que, desde una perdida cabina del medio oeste, le lanza su admirador. La chica no parece muy receptiva, pero eso a Bopper le es indiferente: él seguía babeando y suplicando. Puro delirio. La gripe le estaba matando. 

   

   
   Fue una interpretación inolvidable, pues, al histrionismo natural, añadió las convulsiones de la calentura. El público aplaudió a rabiar lo que era, en realidad, la escritura de un "testamento" (N.C.). Definitivamente, Bopper no estaba llamado a ser un ídolo  juvenil.

·        Ritchie Valens, atacó La Bamba, siguió con Come on, Let's go y concluyó, para aplacar a la jauría, con Donna. A mí siempre me ha parecido que Ritchie tiene cara de fotografía de esas que se ponen en los nichos: ovaladas y recogiendo la mejor sonrisa del difunto.



·        Cerraba, como siempre, Buddy Holly, que desde que Lloyd Greenfield, un avistado agente del norte, le había arreglado los dientes, cambiado las gafas de alambre por una de pasta negra, llamadas a marcar tendencia, y haber disimulado su halitosis con licores y elixires melquiádicos, presentaba una estampa de discípulo de Derrida en ciernes...y se había convertido, por obra de su facilidad e ingenio, en un ídolo juvenil. Abrió con Peguy Sue, y en el título seguía la senda abierta por Larry Williams. Resultaba enternecedor. Traje de corte envidiable...




     La guitarra atada corta a la altura de ombligo. Piernas temblonas, cuerpo rígido. Algunos hipidos y aullidos contenidos. Las luces del recinto rebotaban en el carey de sus gafas y hacían juegos coquetones. Siguió con Rave On siguiendo el mismo patrón interpretativo. Y concluyó, para calmar a la jauría, con It Doesn't Matter Any More.

El concierto no resultó memorable, aunque sí histórico. Pareció que se estaban presentando al examen de reválida. Nada que ver con Litte Richard, Chuck Berry, Lee Lewis y no hablemos ya de Screamin'Jay Hawkins, cuyas actuaciones parecían un remedo exacerbado de la escena del To be or not to be en el escenario del comienzo de Macbeth.

Al acabar la actuación Buddy, al que no le gustaba mucho volar, pero dispuesto a sobrevivir, decidió alquilar la avioneta, con nombre de mayonesa, para él y su grupo: Una Beechcraft Bonanza. Era noche cerrada. Nevaba. La visibilidad era escasa. Pese a todo, ¡imaginen Vdes. el estado de las cosas!, decidieron subirse a la avioneta. Detrás dejaban medio ejército, abandonado a las inclemencias meteorológicas.


El piloto no encontró la cinta de Modugno y se puso a silbar, en esto también seguía a Larry Williams, Volaré. Era martes y no hicieron caso a la sabiduría popular.
La avioneta dio unos cuantos saltos, se elevó con renuencia, se inclinó hacia a derecha y cayó en picado:
"...Nel blu degli occhi tuoi blu,
felice di stare quaggiù
con te".









Hacía dos años que Little Richard tocaba el piano para los Adventistas del Séptimo Día de Time Square: Quizás hubiera sido mejor que hubiera sido su avión el que se hubiera ido a pique. Pero rogó, inconsciente, al todopoderoso con la misma furia con la que golpeaba el piano. Y, para  colmo, levantó la pierna y la apoyó en el asiento de delante. Ante este gesto, y su bigotito relamido, el Taumaturgo cedió. Con ese antecedente, los tres de Salt Lake no se arrodillaron para pedir un milagro: No querían verse amenizando las sesiones de los trastornados de la Iglesia Unificada...Y aunque lo hubieran intentado, las dimensiones de la cabina lo hubieran impedido.

Su destino final era ¡¡Fargo!! donde, sin duda, su martirio hubiera sido prolongado e igualmente fatal.

Mencionar a todos aquellos artistas víctimas de accidentes en medios de transporte sería inacabable. Sin embargo no puede acabar esta crónica sin una referencia a ¡¡Eddie Cochran!! el J.Dean del R&R, amigo y colega de los difuntos. Les había dedicado una canción: Three Stars, cuyas ganancias fueron para las familias de los desaparecidos.

"...Mira para arriba en el cielo, hacia el norte
Hay tres nuevas estrellas, brillando intensamente".

Cuando creía que con este gesto había conseguido conjurar la desgracia, ésta le sobrevino en forma de farola bien iluminada. Fue tras la última actuación de la gira inglesa que compartía con Gene Vincent (y con su novia Sharon Sheeley). Iban los tres, más el taxista. Los detalles son de domínio público.

...C'mon Everybody...

Vincent, el de Be-Bob-A-Lula, arrastraba desde niño una dolencia en una pierna. Un accidente de moto acabó de destrozársela. Se repuso y, aunque no podía recorrer el escenario como hacían los demás rockers, "se mantenía de pie, con una pierna hacia atrás y otra hacia delante, y torcía agresivamente su cuerpo hacia los lados, un poco como si estuviera a punto de comenzar un combate de boxeo". Aquel accidente fue su muerte virtual. La novia consiguió levantar cabeza.

Tampoco está vacía la intersección entre los conjuntos "artista" y "tullido"

Es una historia triste de verdad.

Cuba estrenaba revolución. El LSD se hacía popular. Los del Cedar seguían a lo suyo. Miles Davis daba otra vuelta de tuerca con Kind of Blue. El happening se imponía... y en París, la Internacional Situacionista daba sus primeros pasos.

2
La noche del 1 al 2 de febrero del año 1863, Samuel Langhome Clemens, que había recalado en Virginia City tras un intenso viaje por Nevada y las Rocosas, donde intentó hacerse rico por la vía milagrosa de encontrar una inacabable veta de oro, asiste, en la vecina Carson City, a un party en la casona del gobernador, J. Neely Johnson. Cuando salió, a las dos de la madrugada, lo hizo como Mark Twain. Tuvo que sufrir, sin embargo, lastimosas interpretaciones musicales, entre las cuales:
"Rock me to sleep, mother" a cargo del juez del lugar, "De las montañas heladas de Groenlandia", ofrecida por el general Musser, y otras varias, completamente aniquiladas para siempre, a cargo de un coro de damas. El punto culminante fue la actuación del "Impostor":

"Hasta ese momento había vigilado cuidadosamente al Impostor, temeroso de que, bajo las circunstancias, su locura tomara un giro musical; Y mi alma profética estaba en lo cierto; Me eludió y se plantó en el piano; Cuando abrió su boca cavernosa y mostró sus dientes inclinados y esparcidos, el efecto sobre aquella audiencia de convivencia fue como si las puertas de un cementerio, con sus lápidas desmoronadas, hubieran sido abiertas en medio de ellos; Entonces gritó algo sobre que él "no viviría siempre" - y si alguna vez he escuchado algo absurdo en mi vida, fue eso. Debe de haber inventado esa canción mientras avanzaba. Porque no había más sentido en ella, ni más música, que la que hay en su conversación ordinaria. La única cosa en toda la desdichada actuación que la redimió por un momento, fue algo sobre "los pocos momentos lúcidos en que amanecemos aquí". Eso estaba bien... "

Parece una crónica de una actuación de Charles Hardin Halley antes de que el sagaz Lloyd Greenfield lo reconvirtiera en Buddy Holly.



La cita anterior pertenece a una carta que, el desde ahora, Mark Twain escribió, supuestamente el 2 de febrero, a Joe Goddman y que fue publicada en el Territorial Enterprise, el día 3, sábado, plenilunio.  El significado de "Mark Twain" también es de dominio público: "marca dos", advertencia que se oía continuamente a los marineros (negros) de los barcos de paletas que surcaban el Misisipi. Dos brazas (3'6 metros), calado mínimo para una navegación segura en aquellos fondos arenosos. Mark Twain siempre lo tuvo en cuenta.

"Take five" (*)

3
Hubo un tiempo en que Barcelona tuvo su isla. Un islote de arena, una especie de cayo que subyace al actual Pla del Palau y la Estación de Francia. Su incorporación a la costa fue el comienzo del primitivo puerto de la ciudad. El islote de Maians es el ancestro de la actual Barceloneta que, tal día como hoy del año 1753, sembraba la primera piedra de lo que llegaría a ser lo que es (?).



...Infórmense Vdes. Infórmense...

4
"Como expresión de una necesidad humana, siempre quise escribir un libro que terminase con la palabra "mayonesa".
EL CAPÍTUO DE LA MAYONESA
3 de febrero de 1952.
Queridísimos Florence y Harv:

A través de Edith acabo de saber del fallecimiento del señor Good. Recibid nuestro más sentido pésame y todo nuestro cariño. Era la voluntad del Señor. Tuvo una vida buena y larga, y está ahora en un ugar mejor. Vosotros ya lo esperabais, y podéis estar contentos de haberle visto ayer, incluso aunque no os reconociera. Estáis en nuestras plegarias, y esperamos veros pronto.
Quedad los dos con Dios,
Besos de Mamá y Nancy.

P.S. Perdonad que no me acordase de daros la mayonesa.

(Richard Brautigan: La pesca de la trucha en América).


.












domingo, 2 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, día 2 de febrero. SEGUNDA SERIE. Día de la marmota. McCuller. Alexander Selkirk.



Asteriscos (*) responden a razones efemerísitcas.
“Le gustaba ver trabajar a los demás, como les pasa a todos los vagos de nacimiento.”


 1.
–Vamos Hegel, le digo al perro, ¡otro día más!
U otro menos. Mi vida es tan corta…
–Y la mía tan predecible…
Melancólicos, como el famoso hidalgo, nos dirigimos a la cantina del Día. Calor para la época. Entramos. El cantinero parece que me espera. Me mira socarrón y sonríe. Este cabrón no me va a pillar, pienso, algo se trama. Pasa un minuto largo, como en un duelo en el corral del Día.
–Póngame un vino amargo, señor Farina*.
–Con usté no hay na c’hacer. Se las sabe toas. Es usté más leído que Pitágoras,
–Estudio, estudio… Y un poquito de perspicacia.
–Bueno, invito, ¿qué va a ser?
–Gracias enciclopédico mesonero. Estoy por pedir una horchata.
–El otro día llegaban las olas hasta aquí. No sé adónde vamos a parar. O cambiamos el modelo productivo o nos vamos a tomar p’ol culo– Sin insistir me pone un carajillo al cincuenta por ciento y saca un cubo con agua para el perro. Me lo pimplo biomecánicamente (*) y con respeto.
–Ah! ¿Quiere usté que hablemos de Zinaida Rajch?
–Preferiría no hacerlo.
Escondido entre la voz chillona de Rafael Farina y el estruendo de la cafetera, distingo un gorgoteo de ronquidos. Un cliente ocupa, como un náufrago en un mar de detritus, la única mesa del establecimiento…
–Parece una marmota–digo gracioso.
–Sí; la marmota Phil. Este predice el tiempo con ronquidos. Si ronca, tendremos calor pronto.
–Pues la rata esa de Pensilvania, ese von Chamisso hocicudo, tampoco ha visto su sombra, o sea que el final del invierno está cercano.
–Es como si los roedores se hubieran vuelto locos. 


Visitar la cantina del Día nunca es estéril. Aquí mana la sapiencia. Y el misterio.

2
“El primo Lymon no paró en todo el día, y su carita estaba sombría y tirante de pura excitación. Se preparó un bocadillo al mediodía y salió a buscar al topo. Volvió al cabo de una hora; se había comido el bocadillo y dijo que el topo había visto su sombra y que se preparaba mal tiempo…”




–Me alegra que cite a la McCuller. Como tabernero que soy le tengo en muy alta estima. Ella entendía de aguardientes y tenía en gran aprecio a las gentes que se refugian, por un motivo u otro, entre las cuatro paredes de un garito. El alcohol, querido Kino, es como el fuego a la escritura con zumo de limón; Usté escribe con zumo y no se ve lo escrito. Lo acerca a una llama y lo invisible, pero existente, se hace visible. Así el alcohol. No lo olvide. Aunque como murciano que es debe saber todas estas cosas.



Mientras decía lo dicho, cruzó los brazos sobre la barra y miró con pena al náufrago que, abrazado a la única mesa del local, roncaba de forma suicida.

–De ahí lo del primo Lymon… ¡Ah!.... ¡Ahora caigo! Y es que cualquiera… escuche. Escuche lo que escribió la McCuller: “La persona más mediocre puede ser objeto de un amor arrebatado, extravagante y bello como los lirios venenosos de las ciénagas. Un hombre bueno puede despertar una pasión violenta y baja, y en algún corazón puede nacer un cariño tierno y sencillo hacia un loco furioso. Es sólo el amante quien determina la valía y la cualidad de todo amor.”

3

De la lectura de las primeras páginas de “La balada del café triste” puede deducirse que la mujer, de ojos grises, que se asoma, por las tardes, a la ventana de aquella extraña y vieja casa, que más que casa parece galeón pirata, puede tener entre 60 y 70 años. Menos no parecería verosímil. La novela se publicó en el 51.Fue escrita entre ese año y el anterior. Réstenle ustedes ¿65 años?… y nos plantamos en 1885 o el 86, el año de la invención de la Coca Cola o de la instauración de la esa rural costumbre del roedor, para entendernos. A partir de esa fecha vayan ustedes construyendo la línea del tiempo de la novela: Amelia se casa en 1905. El primo Lymon, (¡Ay, el primo Lymon), el enigmático primo Lymon, aparece en 1915 y el combate que culmina la obra tendría lugar, pues, en 1922.  

“La pelea tuvo lugar el Día del Topo, que es el 2 de febrero. El tiempo fue favorable, sin lluvia ni sol Con una temperatura mediana (…) Estaban todas las señales.”

Joyce cumple 40 años y, como regalo ha recibido el primer ejemplar de Ulises. Era jueves y la luna estaba en creciente. Día del avellano.


Desde entonces el café es una ruina: Carson McCuller, nacida de las ruinas del triste Café de Amelia. En realidad la única época alegre de Cheehaw (que) “de por sí ya es melancólico. No tiene gran cosa, aparte de la fábrica de hilaturas de algodón, las casas de dos habitaciones donde viven los obreros, varios melocotoneros, una iglesia con dos vidrieras de colores, y una miserable calle Mayor que no medirá más de cien metros... “

Este movimiento sentimental, desplazar al mundo físico los sentimientos humanos, es una marca de fábrica, que ahorra la psicología: ¿Fisicalismo moral-psicológico?  Abandono progresivo del esquematismo en exceso simbólico de la primera novela. Aparece el humor y la reflexión metalingüística.

–Yo, como usted sabe, querido Kino, soy un amante de la literatura sureña. Baste decir que cada noche escribo una novela que es exactamente igual que la homónima de Faulkner, así me sale ¿qué le voy a hacer? Y me fijo mucho– dice pasando el trapo por el mostrador de zinc– así que no entiendo por qué la buena de Carson se confunde con el color de ojos de Marvin Macy: Cuando aparece, tiene los ojos grises y cuando, después del talego, vuelve, los tiene azul profundo. Y eso, teniendo en cuenta que sabemos el color de ojos de todos los personajes y que no hay página en la que no se nombre un color, parece de una dejadez incomprensible.
–O un cebo.


Carson McCuller: “la desgraciada más talentosa” (G.V.), patrona de los deformes, abogada de los sufrientes, protectora de los alcohólicos, refugio de los amantes desorientados


Esquivó, por poco, el suicido (sin contar los que fueron suicidados) cuando era plaga. Denegó amablemente la invitación de Reeves que (cual von Kleist, Felix (A.Sch.) o, entre nosotros, Max Estrella) le propuso la desaparición definitiva; se fue solo. Klaus Mann, de familia le viene al galgo, propuso el suicidio colectivo de la intelectualidad europea; también se fue sólo. Carson avanzó, renqueante, hacia su pequeña muerte privada que alcanzó en 1967. En Inglaterra re-aparece “La campana de cristal”, ahora con el verdadero nombre de su autora, madre de suicida y suicida ella misma. En Georgia (EEUU), Flannery O’Connor, diríase que misógina, acaba sus sufrientes días. Su querida Anne Porter tiene 77 años. Violeta Parra, educada hasta en la muerte, da gracias a la vida y se pega un tiro en la cabeza. Dorothy Parker. Che Guevara. Bonny and Clyde. El Graduado. El verano del amor. Big Electric Chair. Cien años de soledad
En los USA se consigue que la definición de “Homicidio” incluya también el “asesinato de un negro”. Largo y cálido verano de 1967 en Detroit.

4
Murió de alcoholismo
envuelta en una manta
en una reposera
de un barco
de vapor.
todo lo que de ella
quedaba
eran sus libros de
aterradora soledad
todos sus libros sobre
la crueldad
del amor sin amor
como el turista que paseando
descubrió su cuerpo
y notificó al capitán
y fue despachada rápidamente
a otro lugar
en el barco
y todo
continuó simplemente
tal
como ella lo dejó escrito.
(Bukovski)

5
–Con clientes así da gusto trabajar.
–En ningún otro sitio tendría mejores oyentes.
–No lo dirá por ese…
–¡Precisamente!
–Pues, ahora, querido bebedor, déjeme que le cuente algo– y me sirve, parsimonioso, otro carajillo al cincuenta por ciento:




Corría el frío año de 1709: Coincidió con el Mínimo de Maunder. Se helaron hasta los topos. En la isla Más a Tierra, del archipiélago de Juan Fernández, reinaba, sin embargo, una primavera adelantada. Como todos los días, Alex, rememoraba la sucesión de minucias que, convertidas en acontecimiento, marcaron su vida. Y es que le repateaba que el capitán del Cinque Ports se paseara, provocativo, arriba y abajo con los dos brazos tatuados y luciendo tres aretes en las orejas. Y se lo dijo. Y. además, le exigió (sic) que se reparara el barco antes de seguir la singladura. A mí nadie me exige nada, dijo el oficial, que no era otro que el gran Dampier. Y, además, no me gustan los lokos con algas, ni la langosta, remató. De esa discusión se desprendió una conclusión inesperada: Alex se quedaría en tierra. Le dieron lo imprescindible para la supervivencia y la Biblia… y el barco desapareció… ¡por completo!... tragado por las aguas; los que consiguieron mantenerse a flote murieron de escorbuto. –¿Qué le parece? 

Y continúa…

Estos abandonos llegaron a ser costumbre. Normalmente redundaban en el apaciguamiento del confinado; Alex, sin embargo, siguió siendo pendenciero.
Pasaron cuatro años desde aquella discusión tan relevante. En ese tiempo, Alex, fue capaz de reconstruir el paso del Paleolítico y Mesolítico al Neolítico; y una mañana ventosa de febrero, precisamente tal día como hoy del año 1709 y mientras Farina, en la helada Colonia, describía su perfume a su hermano, avistó dos barcos que se acercaban a la isla. De los dos, uno, el Duque, atracó en la ensenada; la Duquesa esperó en alta mar. Bajó el capitán, Woodes Rogers, y con mueca propia de Sid Vicius*:



–¿Qué? ¿Se le han pasado las ganas de discutir las órdenes?– Su voz sonó mantecosa a causa del escorbuto–acota el cantinero.



No sé quién se llevó la mejor parte. Yo conservo mis dientes.

–¡Mire que le dejo aquí!

Alexander no pudo tomar en serio esa amenaza desdentada. Y se rio. Al reclamo apareció, desdentado, el ubicuo Dampier, navegante principal del Duque y ejecutor del abandono. No dijo nada por temor al ridículo. Alexander, rehecha su vida por la necesidad y por la Biblia, instó al olvido de los agravios y les ofreció un paquetito de Coclearia, a más de media cabra asada acompañada de algo parecido a la col kale. Comer fue un esfuerzo sobrehumano. El día de los enamorados se izaron las anclas.


Y así, de esta forma tan amistosa, concluyó la confinación del corsario Alexander Selkirk. Los barcos, con patente de corso, siguieron su camino y continuaron su labor corsaria a favor de la corona inglesa y a costa de las embarcaciones francesas y españolas… dentro de la llamada Guerra de Sucesión. La expedición que abandonaría a Alex había salido de Londres ¡el 11 de septiembre de 1704!
–¿Qué le parece?
–Apabullante.
*****

Alexander murió en alta mar en 1721 y fue lanzado a las aguas africanas dos años después de que Defoe inmortalizarasin pagar derechos, su hazaña. 



Si quieren ustedes leer un relato más convincente, ¡háganlo!:

6
Diez años exactos después de lo del ojo de Buñuel, encontraron en Moscú unos ojos atravesados, biomecánicamente, con espaditas lorquianas. Y es que el Realismo Socialista nunca fue una broma. Aquel que acostumbraba besarlos fue arrastrado como un despojo por los helados campos de Siberia. 


Algo tengo escrito en estas páginas sobre Meyerhold. ¡Léanlo!















RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...