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domingo, 2 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, día 2 de febrero. "Maison de les amis des livres", "Shakespeare and Company" y "Ulises".


(Asteriscos * remiten a Efemerísticas Razones)

La foto tiene la belleza chispeante de la que hablara Lautremont. Y convulsa, como le gustaba decir a Breton. Marilyn abría el libro al azar, como los santos antiguos, y "echaba suertes". La imagen reúne de forma primorosa la alta y la baja cultura, de tal manera que quien elija se privará de parte del paraíso.


Fue tomada la misma primavera en la que murió, harta del síndrome de Ménière, Adrienne Monnier (1955).

En el París desolado de 1915, el 15 de noviembre y en el 7 de la Rue de l'Odeon, Adrienne Monnier abrió una librería misericordiosa. No hubiera dejado de ser un mera insensatez, como tantas, de no haber sido por lo que fue. "La Maison de les Amis des Livres", se convirtió en Centro de Día (y de noche) de todo el amplio espectro de la inteligentsia parisiense de la época. Allí, mientras Breton leía un número de "Les soirées de París", se le presentó Aragón. De esta manera quedó conformado el comando "los tres mosqueteros". Sin Adrienne Monnier no hubiera existido la Sylvia Beach que conocemos, y sin Sylvia Beach la magna obra de Joyce hubiera sido privada de parte de su áura. Y tampoco sabríamos de la pasión de Valéry por la nuez moscada. La librería cerró en el 51.



Breton: "A.M. ha hecho de su tienda un lugar de encuentro intelectual más atractivo del momento... Las amables pinceladas que puede introducir en la conversación, las oportunidades que le da a la gente joven, e incluso las provocativas maneras de sus gustos: no le faltan cartas de triunfo en las manos".
A. Mannier correspondió, con su deferencia y bondad connatural: "Su belleza no era angelical (graciosa), sino arcangelical (seria)." Bueno, cuando uno sigue leyendo no sabe muy bien en qué consiste esa hermosura...

Fue el sitio al que nunca llegó Vaché: "TE ESTOY ESPERANDO" le escribió Breton (1919). Lo umorístico del caso es que el destinatario había sido encontrado muerto el día de la epifanía, y desde la nada de Nantes pudo haber exigido ¡SOY YO QUIEN TE ESTÁ ESPERANDO, IDIOTA! La carta-collage fue escrita en la librería de la Monnier. La lectura a la que había sido reclamado, no tuvo lugar. (ver Propuesta del 6 de enero).

Jamás había oído aquel nombre, ni el barrio de Odéon me era familiar, pero algo irresistible dentro de mí me atrajo hacia el lugar donde iban a sucederme cosas tan importantes. Crucé el Sena y pronto me hallé en la calle de l’Odéon. Al final de la misma había un teatro que podía recordar a las Casas Coloniales de Princeton y, hacia media calle, en el lado izquierdo se veía una pequeña librería de color gris con las palabras “A. Monnier” encima de la puerta. Contemplé los atractivos libros del escaparate y, escudriñando hacia el interior de la tienda, vi todas las paredes cubiertas de estantes llenos de volúmenes recubiertos de ese brillante papel de celofán con que están forrados los libros franceses mientras esperan, generalmente durante largo tiempo, que los lleven al encuadernador. Aquí y allá había también interesantes retratos de escritores. (...) Adrienne Monnier era una mujer robusta, rubia y blanca como una mujer escandinava, de mejillas sonrosadas y pelo lacio peinado hacia atrás desde la frente. Sus ojos eran muy llamativos, de un azul gris indefinido, ligeramente saltones recordándome a los de William Blake, y su aspecto era el de una persona llena de vida". (Sylvia Beach: Shakespeare and Company).

Claude Roy, que por entonces era casi un bebé, la recordará así:

"monja discretamente budista, era redonda y rústica, vestida con sayal gris y pañoleta de lana cruda, de ojos azules dulcemente obstinados y mejillas como lavadas con jabón de Marsella" (Claude Roy).

Aunque la gloria postrera se postró ante Sylvia, es Adrienne quien la merece en mayor medida. Abeja que libaba de flor en flor. Madre y librera. Santa de la hermandad de los desamparados. Lo que pudo acabar como un turbio y subterráneo duelo* borgiano, se convirtió en una historia de amor y solidaridad que no debe olvidarse. "El día 2 de febrero de 1964, Clara Glencairn murió de aneurisma." y "Marta comprendió que su vida ya carecía de razón."

Sylvia llegó a París, desde USA, en plena guerra, como punta de lanza de la avalancha posterior. Empieza la relación con Adrienne y en el 19 abre, con ayuda de su querida Monnier, su propia librería: Shakespeare and Company. Antes de instalarse en el nº 12 de rue de l'Odeon, frente al hogar-librería de Adrienne, había ocupado el 8 rue Dupuytren, justo donde, en consonancia con los tiempos, se ha instalado un establecimiento de cosmética bio, y antes había sido una lavandería. Así se repartieron el trabajo: una de las letras francesas y la otra de las anglosajonas. La clientela era compartida. Ya que Monnier no pudo abrir una sucursal francesa en la gran manzana, Sylvia abrió una libreria americana en el barrio latino: Todo más fácil y más barato. Fue entonces cuando Satie compuso la "Marche de la Cocagne", himno oficial de los Potassons, como así se decían los clientes de Monnier.



Infórmense Uds. Infórmense.... Yo les ayudo un poco. Potasson: "variedad de la especie humana que se distingue por su gentileza y su forma de entender la vida (...) Cuando los potassons se juntan, todo va bien, todo tiene fácil arreglo, no hay que hacer mucho esfuerzo para divertirse, el mundo es claro, se atraviesa de una punta a otra, de principio a fin, desde las grandes bestias de los orígenes--las hemos visto, estábamos allí-- hasta el fin de los fines, donde todo vuelve a empezar, siempre con ganas y buen humor" (Leon-Paul Fargue).

Heminway, repuesto de su grave percance italiano, llegó a París recién comenzada la década de los veinte. Se instaló en el 74 de Cardinal Lemoine, en una esquina imposible, pero sus verdaderos hogares fueron el 27 de rue Fleury y el 8 y el 12 de la calle del Odeon, "que el viento barría"... El bigotito empezaba a crecer. Y su afición cutre a los toros, también. Gracias a estos ángeles, conoció a Pound, Fitgerard, Joyce... y gracias a la gorda, a Picasso, Miró, Gris... Se quejaba Ernest de la ausencia de restaurantes baratos por su zona. Bueno, pues...¡asunto solucionado! Aquello está atestado de establecimientos hosteleros. Incluso, podría, ahora, escoger entre el "Burro Blanco", frente a su casa y el "Bar Pepe", en la vecina Vaugirard., especializados en paellas y calamares, así como en rabo de toro y casquería variada (por encargo) y, como pueden inducir, establecimientos españoles abiertos en las prodigiosas décadas pasadas, aunque parezcan del neolítico.




Como ya habrán imaginado Uds. me encuentro a buen recaudo. La elección no ha sido fácil: El "Burro blanco", nada que ver con el burrito blanco ("Nadie") que Zo d'Axa presentó a las elecciones a la Asamblea Nacional en 1898, por el disparatado Montmatre de la época, está frente con frente con el bar "Descartes". Parte de mí, mi parte hispana y cateta (perdonen la redundancia), me empujaba hacia el cuadrúpedo albino; mi parte doctoral, ya casi olvidada, me susurraba que tomara una silla en el establecimiento del pensador. La decisión cayó por su propio peso: el "Burro" abre sólo por las noches. Así que aquí me tienen pasando un frío polar, cubierto de arriba abajo con mis prendas queridas y siendo el hazmerreir de todo el barrio. De nada vale que proclame el motivo de mi visita. Un mamarracho es un mamarracho.

Aquí no sirve nadie.

"Ese día (2 de febrero del año 1922) Sylvia Beach (...), estuvo paseando en París a lo largo del andén de la Gare de Lyon largo rato, inquieta, mientras aguardaba, envuelta por el frío aire de la mañana, la llegada del tren de Dijon. El expreso llegó a las siete en punto de la mañana." (Vila-Matas...pero podrían haberlo escrito Uds. mismos).

Sylvia no esperaba un cargamento de mostaza ni unas botellitas de Borgoña. Corrió hacia el revisor y le arrancó de las manos el paquete que el funcionario no sabía exactamente a quién entregar. Se evidenció que el revisor no había leído a Heminway (ni él ni nadie, por lo demás), pues, de lo contrario, hubiera dado enseguida con la destinataria que:

"Tenía una cara vivaz de modelado anguloso, ojos pardos tan vivos como los de una bestezuela y tan alegres como los de una niña, y un ondulado cabello castaño que peinaba hacia atrás partiendo de su hermosa frente y cortaba a ras de sus orejas y siguiendo la misma curva del cuello de las chaquetas de terciopelo que llevaba. Tenía las piernas bonitas y era amable y alegre y se interesaba en ls conversaciones, y le gustaba bromear y contar chismes."

Pellizcó el papel de estraza y un rayo azul egeo se estrelló contra la gigantesca marquesina metálica. Azul y blanco, como la bandera griega. A fin de cuentas algo tenía que ver con todo aquello. Eran los dos primeros ejemplares de ULISES que, Sylvia, contra viento y marea (añádanle la inexperiencia), había decidido editar, y editó... pues cuando una mujer promete ¡cumple! Joyce (que también cumplía (años)) se desayunó con el tremendo tomo encima de la mesa.


Poco a poco la novela se fue convirtiendo en lo que es ahora y B. Shaw, V.Woolf (40 años) que está ocupada en "El cuarto de Jakob", y otros... tuvieron que ir comiéndose sus palabras poco a poco. Algunos años después, Adrienne la editó en francés. Djuna Barnes que había sido enviada a París para entrevistar a Joyce; cuando supo de qué se trataba, no pudo, apabullada, seguir escribiendo... hasta que el 1928 apareció su "Ryder". 


Es el año de "Tierra Baldía" del spengleriano Elliott, de la versión inglesa del "Tractatus", de "Babbit". Fitzgerard (26 años) está con su primera novela. Dos Passos está a un paso de acabar "Tres soldados". Cumming (28 años) convierte su experiencia de guera en "La habitación enorme". Pound (37 años) ya ha dado muestras de su filofascismo y se ha labrado un nombre. Faulkner (25 años) ha publicado algunos relatillos y poemas. Steinbeck (20 años) es demasiado joven. Gide (52 años) tiene en mente "Los monederos falsos". 
Pessoa inicia su correspondencia con Ofelia y Kafka la suya con Milena. Y miren Uds, el premio nóbel se lo concedieron a Juan Ramón Jiménes, poeta y pedorro: "Por la feliz manera en que ha continuado las tradiciones ilustres del drama español". Proust se estaba muriendo y la noticia acabó de hundirlo.

 Kafka, perdido en "El Castillo" e imaginando "Un artista del hambre" (1924), anota en su diario: "Felicidad de estar con la gente". Por la noche, quizás por ese exceso de optimismo: insomnio y pesadillas (o al revés).
...Y Breton, exactamente quince años más tarde, recibe los 1800 ejemplares de su Amour fou, insuficientes para calmar el hambre canina dela areja. la edición vagó por las estanterías durante cuatro penosos años.


Cuando me vengo a dar cuenta son las doce pasadas y estos son capaces de dejarme sin comer. Así que abandono la terraza y paso al interior. Se hace un silencio sepulcral, correspondiendo a lo que parece ser una momia del imperio medio. Una estufa conmemorativa. Mesitas para dos o cuatro. Grandes ventanales... y un cierto contagio de la estética hispana. Se ve que el "Burrito" y la "Casa Pepe" pegan fuerte. Elijo una mesa junto a la cristalera. Cuando me despojo de las prendas de abrigo, me quedo en nada. Los clientes, escasos, contemplan asombrados la transubstanciación. Junto a mí un cúmulo (¿túmulo?) de ropa- vieja-arte povera.

- Soyez bienvenue!- y deja sobre la mesa el libreto.

- Y que lo diga.... ¡un frío que pela!

- Alguna cosa de aperitivo?

- Déjeme que lo piense.

El camarero se mantiene impávido, inmóvil y lápiz en mano... dispuesto a anotar, de forma indeleble, cualquier palabra que, a partir de ahora, salga de mi boca. El silencio se espesa. Mi pedido parece que vaya a hacer época. Los clientes lo recordarán durante todas sus vidas: ¡Yo estuve allí...y lo oí todo!

- ¡Caracoles!... con mostaza de Dijon y una botellita de Borgoña.

Parece que esto le ha hecho daño: Contrae los labios, frunce el ceño, un espasmo le recorre, la punta del lápiz se quiebra...así empezó la primera guerra mundial.

- Bueno, pues lo que Ud. desee...¡y no se hable más!

Se retira y vuelve con un mantelito con la imagen de Descartes que afirma: "como, luego existo", sobre el cual deposita un plato con jamón reseco, salchicha seca, paté del Aveyron, más jamón y pepinillos en vinagre. Una hebra de pasta amarilla une los ingredientes formando un organigrama repulsivo.

- E, voilà. C'est l'assiette Descartes: con su jamón, su paté, sus pepinillos y su mostaza.

¿Estaré soñando? ¿Será posible que ésto esté ocurriendo a dos pasos de la casa de Heminway y en pleno siglo XXI?

- ¿Y el vino?

La ocupación fue una época terrible. Las libreras hicieron lo que pudieron para que los suyos no pasaran demasiada hambre ni demasiado frío. Monnier publicaba (en la zona sur) crónicas en Le Figaro donde daba cuenta de las penurias. Los libros escaseaban y las colas llegaban hasta el mismo Odeón. Se solicitaban los clásicos patrios, temerosos de que los alemanes los sacaran de circulación.

"¡Querida Sylvia! Gracias a ella, a los amigos que tiene en Touraine, recibimos un conejo casi todas las semanas. Incluso ha conseguido, tras un año de trabajo de zapa, procurarnos un pavo de Navidad."

Sylvia cerró su librería en el 41, por el asunto aquel del alemán que quería que le vendiese un ejemplar del "Finnegan's Wake". Antes de que volviera en plan teutón, Sylvia recogió velas. Cuando el militar apareció, no había ni rastro de lo que había sido una librería. Adrienne lo vio todo desde la cristalera de "Les amis des livres". Sylvia lo pasó mal. Empleó el tiempo en su amor por la Monnier y en poner orden en sus recuerdos.




Veo como el camarero atraviesa la sala con un plato de caracoles humeantes. No soporto más la rechifla. Así que yo también recojo velas y me dirijo a la "Casa Pepe". Tenía pensado tomar un Grand Marnier, pero ¡que se joda el basto!
Cerrada. Mierda. Me dirijo a Champolion y me meto en la Filmoteque. Escojo la sala roja, dedicada a Marylin. Blanco y negro. Clásicos japoneses. Lo ideal para una buena siesta. ¿Saben de dónde el nombre? ¡Del latín!: la hora sexta solar, o sea sobre las dos de la tarde. Cuando me despierto siguen los japoneses cortándose a rodajas.

Sylvia cuenta los combates de la rue Odeon y de cómo Heminway, tras limpiar de alemanes la zona, se dirigió a "liberar la bodega del Ritz".

En 1951 Monnier echa la persiana. Ese mismo año George abre en "Le Mistral" en el 37 de la rue Bûcherie, muy frecuentada desde el principio por americanos notables, entre los cuales, toda la generación Beat que no dudaban en convertirla en dormitorio. Y, ahora, por toda clase de bestizuelas.

En 1955, muere Monnier y Sylvia comienza a escribir sus recuerdos.

En 1962. Muere Sylvia Beach. Y George cambia el nombre a su librería: "Sakespeare and Company". Laure Murat afirma tajantemente que "no tiene nada que ver con la original (...). que no puede considerarse el heredero legal, ni moral ni espiritual de la señora Beach".
El retrato de Shakespeare que luce en el dintel, es el original que pintó Winzer para Sylvia Beach. Sylvia, la hija de George, ya muerto, como es natural, lleva el negocio...¡viento en popa!: café, tentenpié, libros, souvenir, préstamo, biblioteca.... y una hermosísima vista de Notre Dame: "No seas rudo con los visitantes, no vaya a ser que sean ángeles disfrazados." Adrienne los hubiera reconocido a cien leguas, sin necesidad de ese permanente recordatorio.




Me acerco a la Casa Pepe. La cola llega hasta la calle Descartes. Cuando me llega el turno, el caracartón de la puerta empieza a ponerme pegas: que si no he reservado, que si voy solo, que si le voy a joder una mesa, que dónde voy yo con esa indumentaria... Le digo que soy de la zona de Despeñaperros y que siento una nostalgia invencible, y que por la ropa... que no se preocupe que, una vez dentro, me la quitaré y pareceré otro.

-Bueno, por ser de donde es... ¡pero siéntese en aquella mesita que hay al lado del váter!

-Estoy hecho a semejante distinción.

(Parece el día de la marmota*).

Bueno, señores, aquello es impresionante de verdad. Muchas veces hemos empleado el adjetivo demasiado a la ligera. Hay que estar verdaderamente desesperado para una tarde de domingo, o quizás por eso, meterte en ese cúmulo de esencias patrias periclitadas. Una cabeza, apolillada, de toro lo observa todo con atención de muerto. Banderines del Sevilla. Una tremenda foto del Camarón. Banderitas españolas cruzando la estancia a media altura... justo para que te degolles. Jamones colgando con su cazuelita para las chorreras; cencerros, ruedas de carro, fotos, flores de plástico, jarras medievales, sillas de madera maciza, de esas que una vez colocadas no hay dios (?) que pueda moverlas. La barra... ¡Ay! ¡La barra!

Podría decirse, para resumir, que es el negativo (en todos los sentidos) de lo de Monnier. Salvando al Camarón, naturalmente.

A la hora establecida, cuando los clientes están hasta el culo de sangría y paella noctívaga, el que hace de Pepe, vistiendo una camisa blanca sin solapas, medio india, medio inca, se arranca con aquello de "Morena, la de los rojos claveles.....la reina de las mujeres... la del clavel español...", dos guitarristas, de negro, rasgan, uno, la guitarra y el otro, el requinto o guitarrico, denotando su origen aragonés. Todos juntos parecen un plato combinado de blanco y negro. Una rubia alta, delgada, vestido rojo ceñido, se levanta con dificultad y con dificultad, debido a los desperdicios, se lanza sobre Pepe. Pepe la coge por la cintura y empieza a darle vueltas sobre su eje: "Morena... la reina de las mujeres..." Sólo imaginar el paisaje que la rubia verá en sus circunvalaciones, da vértigo. El camarero me trae una Cruzcampo y una guindilla. Así pasan las horas. Al cierre, Pepe, emigrante de los setenta, da rienda suelta a su vena melancólica y nos deleita con un pasodoble de creación propia en que manifiesta su nostalgia y deja constancia de que no todo ha sido un camino de rosas. Y así acaba, de esta forma tan melancólica, acaba la velada.

La Cruzcampo está caliente y la guindilla, fosilizada.

Los del Colegio de Patafísica hubieran fundado, sin duda, su Colegio en esta cueva, en vez de hacerlo en "La Maison de les amis des livres". Lástima que en el 48 el verdadero Pepe aún no hubiera levantado este emporio del mal gusto (y sabor).

A Sylvia Beach

¡Te saludo, oh mi hermana nacida allende el mar!
He aquí que mi estrella se juntó con la tuya,
no fundida en el fuego del primitivo sol,
mas viva, exacta y nueva en su gracia extranjera,
pródiga de tesoros que recogió en su curso.

Atenta a las promesas que en los ojos del hombre
escribe nuestra Madre, cantaba, solitaria,
el brillo y el oriente de diamantes y perlas.
Ocultaba en mi pecho como un pájaro frágil,
la esperanza medrosa que se nutre de mieles.
Consagraba al pudor, cruzados lienzos blancos,
la conciencia naciente bautizada con llantos.
¡Gracias a ti, oh hermana, puedo escapar, ahora,
a esos tormentos, a esas miserias y pesares!
Recobro ya mis fuerzas, y si amo la Noche,
si escruto todavía sus últimos terrores
es para madurar la paz de un día postrero.

Ya nos ve Mediodía una frente a la otra
de pie en nuestros umbrales, al borde de la calle,
suave río de sol que tiene en sus riberas
nuestras dos Librerías.
Tras la labor levanta Mediodía tus manos
y las mías, es hora de almuerzo y de silencios,
y aviva los destellos, en las señas que hacen,
de la llama que esconden aún nuestros países




"Les heures chaudes de Montparnasse", Jean-Marie Drot.

































sábado, 1 de febrero de 2014

Propuesta para hoy, día 1 de febrero. "Pastoral Americana".


"Si ya el recuerdo es triste, ¡cómo será lo que se evoca!", decía Kafka. Sin embargo, ¿no es cierto?, esperamos con una recóndita alegría las reuniones de antiguos alumnos, o antiguos lo que sea. Yo he asistido a dos en mi vida y, lo juro, las dos veces he sentido casi lujuria:Ver cómo se han destrozado tus antiguos compañeros, cómo se han reducido a nada... y el consuelo de poder decir, como aquel personaje de Fargo: "¡Pues si vieras al otro!".





Ver (¡constatar!) en directo la desolación que sigue a las "ilusiones perdidas", es algo que llena de sentido mi vida. Hayas hecho lo que hayas hecho, siempre habrá alguien, entre los quince o veinte, pues el resto se ha muerto o ha presentado excusas, no sólo sospechosas, sino directamente increíbles, que convertirá lo tuyo en orfebrería. Sé que no está bien alegrarse de las desgracias ajenas, pero en estos casos, hay dispensa papal. Aquel idiota que se vanagloriaba de su pelo, está alopécico. Aquel que se destacaba por su éxito entre el género femenino, viudo y sin futuro; aque otro, el lumbreras, al que todos pronosticábamos un futuro académico de primer orden, en efecto, lo consiguió, pero sigue siendo un imbécil. Aquel, dominador de la gimnasia sueca, se ha revelado como una estructura aluminósica...

Después está aquel al que que no reconocerías ni aunque el tiempo girara sobre sí mismo y se enfilara hacia atrás, pues tanto han sido los cambios que has estado a punto de preguntar por la identidad del desgraciado, aunque después lo has reconocido, sin resquicio para la menor duda, por su inconfundible hedor de boca, que ha permanecido inalterable. Esas reuniones son un ejemplo perfecto de que Parménides y Heráclito no estaban tan alejados como se pretende.

Y ocurre también que ahondas en los rostros a la búsqueda de tu antiguo mejor amigo y te enteras de que no ha podido ser encontrado y es entonces cuando te das cuenta del ridículo que estás haciendo y que mucho mejor hubiera sido haber alquilado una habitación en una ignota casa rural.



"Pero lo más asombroso de todo es que nos estamos aproximando a la edad que tenían nuestros abuelos cuando iniciamos el primer curso en el Pabellón el 1 de febrero de 1946; lo asombroso es que, nosotros, no teníamos ni idea de cómo irían las cosas, ahora sabemos exactamente lo que pasó." (Ph. Roth. Pastoral americana).

La escena se desarrolla en 1995 y la novela es, pues, un flash-back. Y me la imagino, porque quiero, en el último piso del restaurante don Pepe en la Cherry Street, no lejos de las "Cuatro Esquinas" de la ciudad de Newark. Proliferan más los restaurantes Pepe que los bares La Amistad. Bueno se trata de un remedo de cortijo cordobés, situado entre rascacielos de cristal y aluminio en el límite de la civilización, si se me permite utilizar esa expresión. Delante, una explanada sirve de aparcamiento (¡voto a bríos! que la aprovechan), y el río ferruginoso que, de aguna manera enrevesada acabará, fronterizo con Nueva York, en el océano. Por los ventanales, verán las grúas portuarias y, si no son herméticas, oirán hablar mejicano con más frecuencia de la que desearían. Sobre la mesa, una paella marinera que más parece una naturaleza muerta.



Seguid, seguid, malditos*. Os falta el postre. Con la copita pondréis en claro en qué consistió exactamente lo que pasó. ¿Cómo ocurrió el desastre? ¿Cómo de ciudad exitosa, Newark, se ha convertido en modelo de fracaso? ¿Cómo las "Cuatro esquinas", el cruce más frecuentado y rentable de los USA, ha devenido un galimatías improductivo? Cuando entrasteis al Pabellón, la ciudad alcanzaba su apogeo. Al año siguiente exacto nacería Paul Auster, sí, en Newark.

Pastoral se refiere al cuidado y asesoramiento espiritual proporcionado por pastores, capellanes y otros líderes religiosos a miembros de sus iglesias o congregaciones o a miembros de otras confesiones.

Philip Roth dirige, pues, una pastoral al pueblo americano. Esa es la intención general. La parábola toma como figura principal al Sueco (y a Zuckerman). De admirado y envidiado, ha devenido, tras una madurez exitosa, como consecuencia, cree, de su vida tranquila y laboriosa, ordenada y sujeta a los valores eternos de la nación americana, en un pobre hombre desconcertado y reducido a la nada por el desarrollo de las cosas.

Roth, escritor en su función de pastor, no puede evitar valorar unos actos que se valoran por sí mismos. Hay que ser, por otra parte, verdaderamente lerdo, para no darte cuentas de las cosas hasta que tu hija, un verdadero demonio, pone una bomba (1968) en la oficina de correos de tu barrio. Pero si su hija ya es una descerebrada (y tartamuda) ¿Qué me dicen de su compañera-maestra? ¡Una perra! No hacía fata extremar las cosas. No es necesario llegar hasta esos extremos para que una persona normal consiga comprender en qué mundo vive. Si la conclusión se derivara exclusivamente de ese grupo de premisas, la "izquierda" sería un conjunto con cardinal 1, pues no es fácil que se dé la conjunción de tantas fatalidades.

Y, por supuesto, el repertorio de activistas en aquellos años era variado, no se componía, al cien por cien, de psicópatas y "diagnosticados".

Sobre los infortunios familiares ha ido infuyendo el proceso de acumulación capitalista y las deslocalizaciones que ocasiona... en fin toda una nube de adversidades que, a duras penas, y sin eficacia, abren los ojos de "Sueco", judío de segunda generación, a la que, como es prescriptivo, le sigue la tercera que lo tira todo por la borda.

Tampoco era obligatorio añadir a todo este desastre una desgraciada operación de próstata.

Y mientras su hija tartamuda hinca el estoque en la cerviz de padre, Nguyen Ngoc Loan se inmortaliza en la forma como recoje la fotografía y, de paso, inmortaliza al muerto. Loan pudo montar una pizzería en Virginia, que hubiera podido confundirse con el MacDonald de las "Cuatro Esquinas". Fue el día 1 de febrero del 68.





Llega la hora del café, copa y puro...¿no fuman? ¿no beben?... ¡Sigan lamentando su destino incomprensible, fatal! Desde la mesa de la conmemoración, si miraran a las ventanas, verían, a lo lejos, amenazantes desconocidos, de turbios colores y maneras, entretenidos en las faenas de carga y descarga. No son, ¿verdad?, como Vdes., que, en su mayoría, europeos de sur y del este de Europa, engrosaron hasta el límite el espacio ciudadano. Pero es que Nosotros*...

A pesar de toda la decadencia que se abate sobre la ciudad y, en consecuencia, sobre el "Sueco" y toda su familia, siguen sin comprender nada. Miran, parece que observan, pone cara de Buster Keaton*, pero siguen sin comprender nada. Mirando los rascacielos se lamentarán, sin comprender, de los buenos tiempos perdidos. Se acordarán de cuando la ciudad era centro nacional, mundial, diría, del curtido de pieles y, como es natural, de objetos de piel, entre los cuales los delicados guantes de cabritilla y otros de inferior calidad, destinados a soldados desconocidos. Después vino el celuloide... Y cuando todo se llenó de inseguridad, proliferaron las compañías de seguros.





Si esto es, para muchos, lo mejor de la literatura actual, apaga y vámonos. Es literatura de Óscar, de Grammy, hecha desde una conciencia no esclarecida y desde un estilo periclitado.

Tal día como hoy, de año 1524, más de veinte mil moradores de Londres, con las pertenencias que pudieron, se largaron a las zonas altas para eludir el anunciado fin del mundo, que seguiría a una inundación pavorosa y, naturalmente, definitiva. El fin del mundo no llegó, pero muchos perdieron a vida en la fuga. Diríase que estos ex-alumnos se han vuelto a equivocar: deberían haber reservado mesa en un restaurante como El Cordero, allá por Torre Baró, alejado del mar y de los traidores ríos.

Hegel mira desolado la mesa de la conmemoración. Nadie le echa un trocito de nada y miren Vdes. que ha sobrado... Alguien dice algo sobre ciertas obligaciones ineludibles que debe afrontar esta misma tarde:

-- Pero, hombre, ¿te vas a ir cuando estamos en lo mejor? ¿Te acuerdas de...?

Todos los intentos de disolución van siendo contrarrestados. Se pone el sol. Cae la noche. Piden la cena. No hay forma de salir: el ángel exterminador planea.






INFORMACIÓN BONUS:

Día de primeras ediciones:
  • Primera edicion de La Vanguardia (1881. Era martes)
  • Primera edición de a Enciclopedia Británica (1771)
  • Primera edición de Oxford English Dictionary (tomo de la A a Ant) (1884)
  • Primera exposición individual de dibujos de Picasso (Quatre Gats, 1900)




miércoles, 29 de enero de 2014

Propuesta para la tarde de hoy, día 29 de enero. "El Cuervo" (Poe). Disculpen el atrevimiento.



EL CUERVO (THE RAVEN)



Poe fue un niño precoz: a los tres años ya había adquirido la condición de huérfano, y a los cinco recitaba de corrido aventuras de Walter Scott, y escandía con tanta gracia y justeza los hexámetros homéricos (haciendo notar los cinco dáctilos y el espondeo final, si es que no se trataba de un troqueo que, a diferencia del anterior, larga-larga, se compone de larga-breve), ante el pasmo de los allegados de su familia de adopción, residente en Richmond, Virginia...con tanta gracia y justeza, decía, que daba miedo.

Llevaba, como quien dice, la poesía en el apellido (y la desgracia en la sombra).



A los 41 ya estaba muerto. Para para poder morir, tuvo que vivir una vida desgraciada que, por mor de las efemérides, me salto.

Ya saben Uds. lo de su matrimonio con Virginia. Recuerda al de Machado con Leonor.

Virginia tenía la edad que se le supone a las nínfulas y un escaso desarrollo mental. La pareja resultante fue de lo más sorprendente y misterioso. "Sis" adoraba a "Eddie", que había añdido a su condición de primo hermano, la de esposo. "Eddie" amó a "Sis" a su manera. El tema ha sido, y es, pasto de estudios de índole psicoanalítica y motivo de incursiones en lo patológicamente mórbido. Así que no seré yo quien eche leña al fuego de la hermenéutica. Como tampoco daré pábulo a esos críticos sagaces, también de orientación psicologizante, que atribuyen sus disturbios a que, estando en estado de gestante, sus padres, artistas nómadas, representaron la truculenta obra "Los Bandidos" de Schiller, lo cual, sin duda, dejaría huella indeleble en el aún no nato Edgar.



Y así llegó enero del año 1842. "Sis" había tenido tiempo suficiente para aprender (¡qué remedio!) a acompañar su voz infantil con algunos arpegios de arpa (?). Y para disimular el desconsuelo, la tañía las tardes de invierno cuando a eso de las cuatro de la tarde ya es noche cerrada y esperaban impacientes la hora del té, costumbre que los mantenía, por milímetros, dentro del marco de la civilización. Tal dia como hoy, día más o día menos, del año, como he dicho, 1842, un día al que Virginia le tomaría gusto, la niña tañía y cantaba, con la mirada puesta en el platito de las pastas. Al abordar una nota altísima, al alcance, sólo, de las voces blancas, un geiser rojo y espumeante brotó de su boca. La tuberculosis empezó a aletear de forma abrupta e inoportuna. Poe, que, ¿subconscientemente?, había adelantado su muerte en multitud de relatos, se sintió perdido por la pérdida, ahora sí, de "Sis", que en este momento, y de forma tan romántica, la estaba anunciando. Sobre el mantel, rojo burdeos, se dibujó la neta figura de un "pájaro de ébano" de mal agüero. Así se fue instalando el pajarraco en el hogar de los Poe.

Antes de que a locura se desatara por completo, se largan a Nueva York. "Muddy" se queda en Baltimore a la espera. El verano del 44 estaban los tres juntos... y el busto de Palas sobre una puerta interior de la casa... y el cuervo.




Tal día como hoy, de año 1845 se publicó "El Cuervo", en el Evening Mirror. Y la suerte de Poe pareció dar un giro. Su nombre, redondo y resonante, como un canto rodado, se extendió por todo el orbe anglosajón. Oído de sus labios era una experiencia inolvidable y terrible. Su capa de cadete venía a pelo. Virginia se moría..."Hubiera perdido yo todo coraje sino fuera por tí, mi mujercita querida... Eres mi mayor y mi único estímuo ahora para bataar contra esta vida inconciiabe, insatisfactoria e ingrata... Que duermas bien y que Dios te dé un agradable verano junto a tu devoto Edgar."

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"Empecemos por el principio"... susurraba la Primera voz de "Bajo el Bosque lácteo". Ese consejo ya había sido dado por Lewis Carroll (cap. XII) y Dikens en "Dos ciudades". Deleuze o Derrida, tanto da como tanto tiene, nos recordaban que siempre se empieza por en medio. Jack The dripper, prefería ir por partes. Poe nos conmina a empezar por el final: Y es que sólo el final ilumina el camino y hace comprensible lo que pasó por inevitable.

Pues, eso, empecemos por el final: lean Uds "raven" al revés..."nevar". Son troqueos (larga / breve). "Nevar" (pronunciación americana) recuerda o reproduce el fatídico "never" que acompaña al "more" ("Nevermore"). Ya en "Cuervo" ("Raven") está, presentido, el final.

Baltimore, esa terminanción bronca, oscura, profundamente larga.. lo acompañó toda su vida (y su muerte). Poe estuvo sobredeterminado por la prosodia y el ritmo. Su propio nombre, Edgar Allan Poe, suena como tres troqueos impecabes: Larga/breve-larga/breve-larga/breve, contituyendo un verso académicamente acataléctico. Y esto fue lo primero que nació en su mente colonizada por ritmos. A ritmo de marcha, fúnebre, nos conduce hasta el último y definitivo tetrámetro cataléctico: "Shall be lifted—nevermore". Vean Uds. como el último pie del verso queda cojo: Tres troqueos y medio, de ahí que sea cataléctico.

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Poe, nos dejó escrito su "Método de Composición" (de "El Cuervo"). Yo lo considero un intento de contrarrestar la carga tenebrosa y mórbida que soportaba su nombre. No creo, pese a lo bien tramado que está el artículo, que "El Cuervo" haya sido construido de esa forma matemática: El poema más representativo del romanticismo norteamericano, resultado de una reducción lógica a los elementos poéticos básicos y componentes últimos que guían el quehacer del poeta que quiera construir "una obra universalmente apreciable." Bueno es una tesis que el mismo autor mantiene. Creo, sin embargo, que Poe estaba cansado de que sólo se expandieran sus extravagancias y se pasaran por alto las horas y horas que dedicaba a la lectura y al trabajo literario. Sea como fuere:

1. Siendo lo primordial el efecto que se pretende conseguir en el lector, hay que escoger los medios adecuados:

2. La dimensión: limitarse a una sólo sesión. Ni muy corto ni muy largo: unos cien versos. "El Cuervo" tiene ciento ocho.

3. "El único ámbito legítimo de la poesía es lo Bello." La "verdad" (satisfacción de la inteligencia) y la "pasión" (excitación del corazón) se consiguen más fácilmente mediante la prosa. La poesía persigue el "embriagador arrobamiento de alma."

4. Aceptado lo anterior, el poeta se pregunta "¿Cuál es el tono para su manifestación más alta?": La melancolía, concluye.

Examinados y establecidos el efecto, la dimensión, el ámbito y el tono, "me dediqué a la búsqueda...de algún eje sobre el que toda a máquina hubiera de girar", un medio potente de efecto. Fácil: el estribillo; ayudado, naturalmente, con variaciones que no afectaran a la monotonía del ritmo, pero sí a la de la idea: mediante sucesivas ampliaciones. Naturalmente la existencia del estribillo hace obligatorio a existencia de las estrofas de las cuales el estribillo sería la conclusión.

Fijados estos puntos, pasa a la naturaleza del estribillo, que, puesto que tenia que ser sometido a variaciones, debía de ser breve. Mejor si fuera una sola palabra. Pero, ¿cuál habría de ser el carácter de esa palabra? Indiscutible que que fuera "sonora y susceptible de un énfasis prolongado".

Inevitablemente fue a parar a la "o" larga, asociada a la "r", "la consonante más vigorosa".

Algo así como el doctor Ittard con Victor, su "pequeño salvaje".

¿Una palabra que terminara en "or" y que acordara con el tono melancólico elegido?. "¡Nevermore!". Fue la primera que se le ocurrió.

Ya tenemos el estribillo breve, sonoro y melancólico. Falta el pretexto para su continua repetición. Y aquí asomó la genialidad de Poe. En un humano, esa continua repetición, hubiera resultado casi contradictoria con el ejercicio de la razón. ¿Y si fuera proferido de forma maquinal por una "criatura no razonable y, sin embargo, dotada de palabra"?. La idea de un loro (o similar) se descartó a sí misma. Sólo le quedaba el cuervo, capaz de proferir sonidos articulados. Con este hallazgo anudó el "mal agüero", la melancolía (humor negro) y y la fatalidad.



Tras cada estancia el cuervo dejaría caer su "nevermore". Precisaba, como es lógico, concretar la melancolía. No hay duda de que la muerte es universalmente aceptada como la cuestión más melancólica. Y si la muerte es de una mujer amada, miel sobre hojuelas y si esa mujer amada es hermosa y, añade, además, la extrema juventud...¡ ya ni te digo! Tema concluido: un amante llora a su (joven) amada perdida y un cuervo repite continuamente su "nevermore".

Faltaba, sin embargo, la progresión, la expansión del "nevermore". Bien podía empezar la cosa por un pregunta casi trivial a la que "nevermore" pareciera una respuesta lógica e intrascendente. El amante, arrastrado por la melancolía y el sonido del estribillo iría cayendo presa de una "agitación supersticiosa". Imaginó la última pregunta a la que el cuervo daría la estocada y, de paso, acabaría con las esperanzas, si las tenía, del poeta. Y, así, desde el final, fue construyendo el poema.

Los detalles fueron saliendo solos: el busto de Palas Atenea, la noche tormentosa, adecuada para que un cuervo busque refugio en tu casa, que sólo sepa una palabra... detalles nimios en comparación con la grandiosa meticulosidad del conjunto. Naturalmente La amada no podría ser llamada Virginia, no sólo por la razón de fonética-poética, sino porque se estaba muriendo y hubiera sido un recordatorio demasiado amargo. "Leonor", caía por su propio peso. Casi se convierte en costumbre.

3


Espero no haberles aburrido con lo anterior. Y espero desesperarles con lo que sigue.

-¡Hegel! ¡No te duermas...que la cosa también va contigo!

El efecto que nos produce la lectura o la correcta audición de "El Cuervo" supera, en mucho, los recursos compositivos mencionados hasta ahora. Algo hay que decir sobre el ritmo, la musicalidad y la rima.

El primero se consigue con los citados troqueos, acomplados en octómetros acatalécticos (ocho troqueos) alternados con heptámetros catalécticos (siete troqueos y medio) el quinto verso es una variación (o repetición) del cuarto, y da paso al estribillo, un tetrámero cataléctico (tres troqueos y medio). Una estructura épica al servicio de la lírica más desesperada.



Intenten leerlo situando los énfasis en su lugar correspondiente...¡y óiganse!

La segunda la apreciarán si oyen recitar a Lou Reed. No se atiene tanto a marcar la naturaleza cuantitativa de las sílabas, cuanto a la melodía general que se desprende. O busquen el episodio correspondiente de los Simpson.

La rima, es uno de los grandes aciertos del Poema. Rimas contundentes que cierran los versos y otras más sutiles que, internas, los abren. Toda una constelación de ecos que va siendo arrastrada por la potencia expansiva de las estrofas.

Vale, de acuerdo, Baudelaire lo dice mejor. Pero lo que Baudelaire no pudo decirles es que una década antes de que Poe imaginara a su siniestro cuervo, Nicomedes Pastor, natural de Viveiro, había concebido una "mariposa negra" portadora de un mensaje similar. O que Gauguin, cincuenta años más tarde, tomando un cuervo del último cuadro de Van Gogh...


4

"Y así, hablando, los amantes pasaron
la noche que pasaba y pasaba y no llegó el día. 
Cayeron: porque el cielo no comparte esperanzas con aquellos
que no oyen el latido de los corazones"

Es el final del tremendo, pues excede con mucho la extensión ideal que el mismo poeta había establecido, poema "Al Aaraaf



Aquí viene a cuento algo gracioso por lo que, a menudo, me acuerdo de mi madre. Cuando estrenaron en Fortuna "Raices profundas", el actor se convirtió en un mito local. Mi madre lo llamaba Alan Lanlad.* Una de mis diversiones era preguntarle por el nombre del protagonista del western. Mi madre según pasaba el tiempo, más se sumergía en la aliteración.

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...