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domingo, 20 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 20 de octubre. “Blas de Cubas”. "Les Grenouillers". Varios.




“En aquel día (20 de octubre del año 1869) brotó del árbol de los Cubas una graciosa flor. Nací; recibiome en sus brazos la Pascuala, insigne partera originaria del Miño, que se ufanaba de haber abierto la puerta al mundo a una generación entera de hidalgos”


Quien así habla “no es un autor difunto, sino un difunto autor, para quien la losa sepulcral ha sido otra cuna”. Es Blas de Cubas. Bonito nombre. Sugestivo. Familiar. No le haré un feo a tal linaje, “escapado de la tonelería en alas de un calembour” (¿de qué materiales eran los toneles?)…Acabo de encontrar un acertado y oportuno ejemplo de calembour, ese fruto extraño y divertido de la promiscuidad entre la homonimia, la paronimia y la polisemia. 


¡Por Blas de Cubas! y me pimplo un aguardiente de caña. Me erizo. Es la primera vez que bebo antes de mi acostumbrado refrigerio matutino. La ocasión lo merece: No sólo esta efeméride, sino el hecho de que tengo que ir al médico a que revise mis pulmones. Y con sólo pensarlo me dan espasmos. Se añade la extravagancia de ir a Barcelona, que no piso desde hace meses.

No encuentro la tarjeta dorada ¡vaya por dios (¿)!  Ocupo plaza en lado montaña. Estoy deseando lucir mi chubasquero y la bufanda del siete leguas; de momento, sin embargo, continúa el calor. En Barcelona… (¡qué gran ciudad!) los turistas, esa especie depredadora y peregrina, deambulan ebrios. Es difícil adelantarlos. Lo intentan por la derecha y se vencen hacia la diestra. Por la izquierda, y se tambalean hacia la siniestra. Dando tumbos como las almas beodas de Heráclito. ¡Tanta normativa y no han sido capaces de idear una ley tajante que impida andar de forma indecisa! Prohíben las “estatuas-humanas”, que no molestan y permiten ese andar agitado y sin sentido. El “flaneur” pasea sin orden, curioso y contemplativo.... ¡pero éstos! Sólo les gusta hacer corros. Rodear la desgracia y el ridículo. Si por lo menos vistieran normal y no llevaran mapa. 

Bueno, los pulmones siguen su curso… ¿fibrosis? ¿E.P.O? ¡Que sea lo que dios (¿) quiera. Yo seguiré con mis cigarrillos “a lo Luky luke”. Todo en orden.  El “emplasto Blas de Cubas”, ese medicamento sublime, anti-hipocondríaco, que pretendía aliviar a nuestra melancólica humanidad, no está hecho para mí. Atrabiliario, lo soy…pero hipocondriaco no. Aquello es algo connatural al paso de los años. Lo último se mama.

Bajo República Argentina hasta Rambla. La radiografía bajo el brazo. Una cervecita en la terraza de la “Bodegueta” y un cigarrito. Señores ¡esto es vida! No tengo que pedir justificantes para el trabajo. No tengo que apresurarme para volver. Puedo “flanear” a placer. Leer el periódico (“La conferencia de paz sobre Siria será el 23 de noviembre”… ¡Malo! Seguro que todo empeorará. Es pura y escueta “neo-lingua”. Siguen los terremotos en el delta y en la costa de Castellón. “Fiesta de los Super 3” en Montjuïc…) Hacer el “sudoku”. Tirar, despreocupado, la radiografía en una papelera… ¡por si alguien la necesita!...En fin, un placer. Les aconsejo que se jubilen a los cuarenta.
¡Idea redonda!: Comer en “La Garroxa”, un restaurante famoso por sus chuletones y churrascos y, así, mato unos cuantos pájaros de un tiro: Por la Pascuala, “insigne partera originaria del Miño”; por mi tocayo Machado de Assis, natural de Río de janeiro, tartamudo (como yo) y epiléptico y  para celebrar el “día del Churrasco” (Chile). 

–¡Joven!  ¡Póngame un…

–¿Va a comer?

–A su debido tiempo, camarero. Prisas es lo sobra en este mundo dislocado. Introduzcamos un poco de calma y sosiego...

–Pero ¿va a comer… o qué?

–Algo comeremos, joven. Tráigame una cervecita…gocemos de este sol de octubre.

El camarero se retira, derrotado, matando las últimas moscas del año con la servilleta. ¡Siempre me tocan los tarados!–murmura.

“Con la pluma de la broma y la tinta de la melancolía” (¡¡) así está escrita. Capítulos cortos y esponjosos. El autor se adelanta, se retrasa, aconseja, desaconseja, predice, recuerda, profetiza, repite, se marcha, vuelve desmemoriado… ¡deja claro que la obra es suya! Dicen los críticos que representó el fin del romanticismo y la inauguración del realismo en las letras brasileñas. ¿Realismo? Tanto como pueda serlo el “Tristan Shandy”. 

La obra de Sterne manifiesta el fracaso del autor que quiera relatar su vida en toda su completud. Llega la muerte y su preparación… ¡y lo interrumpe todo! 

Blas de Cubas, consciente de esa limitación, y apropiándose de la técnica de Sterne (y de De Maistre) narra su vida ¡ya muerto!. Otros han ampliado el campo de lo inenarrable: Carlos Fuentes en “Cristóbal Nonato”, empieza en el punto en el que empieza Shandy, pero se entretiene en narrar esos nueve meses que separan el no ser (relativo) del ser. Los recuerdos de Cristóbal se remontan a las playas de Acapulco y llegan hasta el 12 de octubre de 1992 (¡nada que celebrar!) cuando: “El niño tiene bien abiertos los ojos, como si sus párpados jamás se hubiesen formado. Mira fijamente a la tierra que lo espera” y nace. 

Mucho antes, en tiempos de la Inquisición, un judío- español enemigo de España y amigo de las rebeliones independentistas de Catalunya y Portugal, se adelantó a todos, en eso que algunos llaman (Goytisolo) “Relato intrauterino”: 

“Estando mi madre bien descuidada, yo llamé a la puerta de su estómago con un vómito. Bien temía ella mi venida, habiéndola faltado el correo ordinario: tres meses sin carta mía”.

“Di en ser entremetido desde el vientre de mi madre, que no la dejaba dormir de noche a puras coces. Era un diablo encarnado. Solía meterme entre las dos caderas, y ella daba unas voces tan fuertes que las ponía en la vecindad, por no enfadar al cielo. Cuando estaba descuidada, solía yo darle una vuelta al aposento de su vientre y revolverla hasta las entrañas”.

Ya tienen Vds. un tema para profundizar, para “entrañarse”…”Novela intrauterina versus Nóvela póstuma”.

La tal Pascuala, coja de nacimiento, como la graciosa y ensimismada Eugenia, hija ilegítima de Eusebia, había nacido en San Martiño de Alvaredos, del término de Quiroga (Lugo), junto al camino que unía (y une) Lugo con Logroño, en la romana “ruta del oro”. Para que se hagan una idea: la aldea tuvo su momento de gloria el año 2003, año en que su población aumentó un 3’3 %, pasando de 16 mujeres y 15 hombres a 17 mujeres y 15 hombres. Al año siguiente las aguas volvieron a su cauce tras la desaparición de una mujer. Desde entonces el declive no se puede disimular: 12 mujeres y 11 hombres. Siempre, eso sí, con femenil supremacía. Desde aquí un saludo afectuoso a los resistentes. 

Comenzaba el siglo XIX. El padre de Pascuala recogió los grelos y las patacas. Mataron los animales, se los comieron (dejaron algo para el viaje) e hicieron las maletas. Salieron de casa 5 personas: matrimonio de mediana edad; hijo de 2 años; hija, más hermosa que la flor de la borraja, de 13 años; y, cerrando la partida, la coja, que entonces aun no había cumplido los cinco. Era el 31 de mayo. El padre había pensado larga y profundamente, tras lo cual condensó lo meditado en un razonamiento pétreo: “Aquí nos morimos de hambre. Hay que largarse”. Y, para convertir la humillante necesidad en algo heroico, apeló a Napoleón, que 16 días antes (lo sabía por una visita que había hecho a Quiroga), había atravesado los Alpes y se disponía a la conquista de Italia. “Napoleón” quedaría en la memoria de Pascuala como algo agridulce, como los pepinillos centroeuropeos. 

Siguieron el curso del río. Los viñedos estaban exterminados por la filoxera. Una víbora mordió al pequeño. El padre le hizo el torniquete y con la navaja de cortar lacón le hizo una abertura. La infección se sumó al envenenamiento y el niño murió en minutos. Lo enterraron en un lugar impreciso de la “Ribera Sacra”. Ya cerca de O Porriño, antes de girar hacia el sur, la muchacha fue desflorada por un hortelano de Ponteareas y se desprendió del grupo.

“Bienaventurados los que no se van, porque de ellos es el primer beso de las muchachas.”

A Oporto, tras una semana de marcha, llegaron tres. Se apuntaron en un barco de carga. El padre llevaba en regla los papeles del servicio militar. Los abandonaron en un rincón de la cubierta de popa, bajo la “cangreja”, a los pies del palo de mesana. Así llegaron a Río. Mediaba julio del año 1800. En Brasil, el pdre oyó hablas de la fiebre de oro que afectaba a “Minas Geraes” y allí se dirigió. Después todo es confusión. Pero, sin duda: ocurrió lo que tenía que ocurrir y la Pascuala se quedó sola y para vestir santos. Dónde aprendió a asistir partos es todo un misterio. Lo cierto es que su reputación en este menester, nació, creció y se afianzó en Río y los alrededores. Y, ya con la fama consolidada, ayudó a que Blas de Cubas entrara en este mundo.

Si no ocurrió así…¡bien podría haber ocurrido!  

–Bueno, caballero…¿va a comer o qué?

–Vaya preparándome un churrasco y tráigame botella de Mencía…¡¡Pero YA!!



No les voy a contar nada de la novela. Decir, simplemente, que no dejó viuda y que expiró “a los dos de la tarde de un viernes, día aciago, del mes de agosto de 1869 a los 64 años, en mi hermosa quinta de Catumby” soltero (…), sin alcanzar “la celebridad del emplasto” Asistieron 11 amigos. Llovía (como lágrimas) (…) así se dirigió al “undiscovered country” de Hamlet.

“Cúpome la buena fortuna de no comprar pan con el sudor de mi frente. Otra cosa: no padecí la muerte de doña Plácida, ni la demencia de Quincas Borba. Sumadas unas cosas y otras, cualquier persona imaginará que no mengua ni sobre, y por consiguiente que salí en tablas de la vida. E imaginará mal porque al llegar a este otro lado del misterios, me encontré con un pequeño saldo, que es la postrer negativa de este capítulo de negativas: no tuve hijos, no transmití a ningún ser el legado de nuestra miseria”

Hablando de viudas, hijos y tal… recordarán vds. que tal día como hoy, del año 1968, Onassis y Jacqueline Kennedy, esa manirrota desagradecida con cara de muñeca sin exorcizar, unieron sus fortunas. Huyó de la maldición de los Kennedy y se refugió en los brazos del millonario, quien dejó (temporalmente, como ahora sabemos) el regazo de la Callas (que a su vez había dejado los brazos de otro). Callas, no calló (¡al contrario!) se inflamó y desde el petril del Ponte Vechio, amenazante, se descolgó con…”Oh, dios querría morir. Papá, piedad, papá. Papá, piedad, papá” Y como no hizo efecto, pidió (por intercesión de la diosa) templanza.: “Casta diva…”

Precisamente, ¡lo que son las cosas!, tal día como hoy, del año 1973 se inauguraba la “Ópera de Sidney”. A la Callas no le dio tiempo. Ese año fue su “anno horribilis”. Moriría 2 años después. 

“Matamos el tiempo, él tiempo nos entierra”

Lo de la Kennedy y Onassis duró hasta que el varón sacó el primer puraco y se lo fumó en la cama de matrimonio. Ella se manifestó como caprichosa y manirrota, él como fumador empedernido. Ella como agria y agraz. Él como guarrindongo. Los hijos reventaron. La fortuna se repartió (haber… hubo para los supervivientes). La isla…¡Ah, la isla! 

Bueno, lo importante es que la viuda se quedó, por contrato explícito, con un tercio de la fortuna total. Y siguió viuda.



Pues si estaban enterados de lo anterior, también sabrán que tal día como hoy, del año 1945, los partisanos (dirigidos por Tito), el ejército rojo y algunos búlgaros, liberaron Belgrado. Los nazis se fueron con el rabo entre las piernas. Y que, ¡¡precisamente!!, tal día como hoy…O sea ¡¡¡hoy!!! acaba de morir la viuda de Tito. Absolutamente abandonada. Vivía en unas condiciones propias de “parados español de larga duración”: sin agua, sin electricidad, con goteras…Vivió bien mientras pudo. Tras la muerte de Tito… ¡no le quedó NADA!  ¿Qué diferencia, eh?


 
–Joven, he de decirle que, pese a sus maneras un tanto rudas, el churrasco estaba magnífico, impresionante….

–¿Ha dicho Vd, impresionante? ¿He oído bien?

–¿?????????

–Llevo toda la mañana esperando que algún glotón lanzara ese adjetivo. Y ¡por fin! Se ha hecho Vd. merecedor de la ronda de aguardientes, a cuenta de la casa.

–¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

–Yo soy camarero por “bocación”. Mi verdadera vocación es la Historia del Arte. Aunque por aquello de contrastar la Teoría con la Praxis…

–No siga…¡entiendo!... “En la realidad presente: hay una gota de la baba de Caín”.

–Puede decirse así. Pero a lo que voy: sé lo que está pensando. Y lo que venía pensando cuando ha tomado asiento en este establecimiento. Pensaba en Blas de Cubas. 

–¡¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿

–Y en la fecha de su nacimiento, que, como bien sabe, especialista como es en “efemérides”, ocurrió tal día como hoy. ¿Me equivoco? Lo que, sin duda, Vd. no sabe es la fecha de su muerte. Sí, sabe que murió un viernes de Agosto del año 1869…¿Pero qué día?

–Tuvo que ser el 6; el 13; el 20 o el 27…

–¿Qué decide?

–¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿

–Permítame que tome asiento a su vera. Tuvo que ser el 13. Pues, Blas, no sólo habla de un viernes de agosto, sino también de “día aciago” y se refiere al nº 13 como aciago…con la finalidad de que nosotros atemos cabos: Así pues: ¡murió el 13 de agosto de 1869!

–Bonita deducción…¿y?

–¡Cómo que ¿y?…! Le hacía a Vd. más perspicaz y sabido. Sepa Vd. que en ese mismo momento; en el momento exacto en el que Blas expiraba de forma tan noble, Monet y Renoir ponían las bases del “Impresionismo” pintando al alimón “Les Grenouillers” de París. Estaban en la miseria, pero emplearon todo el dinero que tenían en comprar un billete de cercanías y en tubitos de pintura (ambas cosas novedosas). No voy a extenderme en detalles; se los dejo a Vd. para que se luzca cuando reseñe la primera exposición del grupo. Pero sepa que las “ranas” no se referían sólo a los batracios, que abundaban, sino a las “demi-monde” y a los “sapos” (por analogía) que acudían a los bailes de los jueves… ¿No pensaba Vd. en Río…?

–Me abruma.

–Tampoco entraré en analizar las diferencias estilísticas entre ambos colegas. Ni en situar la isla en su lugar exacto… ¡se lo dejo a Vd.!...

–¡Gracias! Es Vd. muy amable…y un saco de saber.

–Pero lo dicho no agota las “razones efemerísitcas” a las que Vd. se da. Sepa que tal día como hoy, del año 1889, un incendio arrasó el recinto. Lo redujo a ruinas. Al año siguiente, cuando acabó la Exposición Universal, el dueño aprovechó los restos del pabellón de Suecia para reconstruirlo… ¡Nunca llegaría a ser lo que había sido!




El camarero ha desatendido por completo al resto de la clientela. La sala parece una asamblea del 15 M…todos agitando la mano. O “aficionados” pidiendo la oreja del camarero. No se inmuta. Con el trapo, mientras habla, saca brillo a la mesa. Me pongo las gafas de sol.


–¿Qué le ha parecido?

–Apabullante e inesperado. Sorpresivo, impropio…

Se levanta y se larga echando desplantes a la clientela. Me trae una bandeja con 5 copitas de aguardiente, testimonio de la variedad de la casa. Me las pimplo sin respirar. Pido la cuenta. Pago. Dejo una suculenta propina. Me levanto y, como siempre, tiro la mesa y su contenido. El mundo se paraliza.

–¡Por favor!...¡Sigan Vds.!

Cuando paso por al lado del camarero oigo que silba “Sweet home Alabama” (*) y cuando tengo medio cuerpo fuera, me lanza un:

–¡Lleve Vd, cuidado, “young”(*)…no sufra un accidente! (*). Ahí acabo de dejarle nuevo material para que rumie. 

Me pillo lado mar y medito sobre las dos últimas frases. 

Y así, meditando…y sin cenar, me sumerjo en el regazo de Morfeo… ¡Y empieza el concierto de pitos pulmonares!




























sábado, 19 de octubre de 2013

Propuesta para hoy, día 19 de octubre. Lambroso. Camille Claudel. Mercader. Verdugos.


Los asteriscos (*) remiten a razones efemerísticas.

Por un cúmulo de razones que no viene al caso analizar, a finales del XIX se puso de moda la barba, cuanto más cerrada mejor. Aparentar madurez daba crédito. Pues, a fin de cuentas, en aquellas décadas no existían salidas diseñadas para jóvenes: no existía la NBA ni la FIFA ni las olimpiadas. No existía la informática, yacimiento de trabajo juvenil. No existía la industria de la moda ni la publicidad ni la industria discográfica. Sólo existían las minas, los campos, el ejército... y los hospicios. Además había pasado el sarampión romántico, así que no importaba ir con la barba semejando un jardín en decadencia. La consecuencia más evidente era que podrías estar hablando con un chaval recién salido de la ESO y parecerte el mismísimo emperador Francisco José.




Quizás influyera otra razón más inquietante: disimular los rasgos faciales, y craneales en general... no fuera a ser que coincidieran con algunos de los que, tras alocadas observaciones, catalogó Lombroso (*) como indicios de naturaleza criminal. Lombroso mismo: Tenía un físico de indudable tirada sensual agresiva... ¡se dejó barba! Lombroso respiraba el aire de la época e incluso expulsaba menos dióxido de carbono que otros; sus últimas intenciones eran defender a la sociedad de las naturalezas aún no-humanas. ¿Qué otra cosa se pretende hoy día? ¿Alguien cree en la sincera voluntad de reinserción del sistema penitenciario? ¿No lo dejó bien claro Nietzsche? ¿No lo remachó Foucault? En lo único que se equivocó Lombroso, y, en realidad, no es una equivocación, sino una insuficiencia, consecuencia del escaso desarrollo de la cosa: no incluyó a los banqueros ni a los políticos profesionales en la categoría de psicópatas, categoría que, por otra parte, se ocultaba tras la histeria, la neurosis y la psicosis.



Para Lombroso no había delincuente inocente: cuanto más involuntariedad concurriera, más peligroso se volvía el tipo. La cárcel o el manicomio. Ahora bien: un loco no podría estar en una cárcel, ni un delincuente no-loco en un manicomio. Cada cual en su sitio. ¡No me digan que no es un gran avance! La pena de muerte estaba en su apogeo. Él, sin embargo, no era jurista. Había, como siempre, una división del trabajo y en el último escalón estaban los verdugos: brazos ejecutores de la fatalidad y del dominio de clase y, ellos mismos, siempre al borde de la locura, sino locos de remate desde el principio. También los hubo de difícil, por acumulación apabullante de rasgos, ubicación en el sistema del médico italiano, exhaustivo por demás: Criminal nato (y subdivisiones); demente moral; demente epiléptico/locos dementes (y subdivisiones); Pasionales y, por si alguien conseguía deslizarse por algún vacío teórico..., ¡Ocasionales!

Yo mismo, arrastro una barba de semana y media... y es que últimamente noto que arrecia en mí la agresividad contra los encargados del Condis: Siempre, pero siempre: una o dos cajas cerradas, no les importa la cola que haya., van a la suya. Las verduras han tocado fondo: tienes que comprar dos kilos de brócoli para poder hacer una cena decente para dos. Los plátanos ¡ay, los plátanos!, parecen tarrinas envueltas en pieles encontradas en el container... Así, con la pelambre, disimulo la dureza mandibular y la barbilla fruncida, de rabia. Lo malo es que la barba no oculta el fuego que emana de mis ojos ni el bulto, en el bolsillo, del cuchillo de cocina.

¿Han visto Vds. una fotografía de Caille Claudel (*)? ¿No? Pues véanla y díaganme si le ven rasgos de delincuencia o locura...¡la tristeza no cuenta! Sin embargo estuvo encerrada en un manicomio ¡30 años! En contra de su volutad. Y allí murió tal día como hoy del año 1943, el año en que se descubrió la estreptomicina que dio el golpe definitivo al mal romántico. Su hermano, beato y halitósico, se encariñaba con los ocupantes: "Francia, escucha a este viejo hombre (Petain) que piensa en todo y que habla como un padre / Escucha esa voz razonable sobre ti, que expone y explica...". Él, Paul Claudel, y el resto de la familia, firmó su ingreso en la institución para locas. Su locura había sido la libertad, el arte y el amor (¡¡)... en tiempos equivocados (?). Rodin, "sátiro y déspota", la utilizó y la sepultó bajo una de sus piedras monumentales. 



Nunca sabremos qué le debe el arte de Rodin a esa oveja dispuesta al matadero. Analicen "La edad madura" y saquen conclusiones. Un aborto no querido fue el detonante de la separación. Era la época de las barbas disimuladoras. No soy nadie para culpar a Rodin de no haberse separado nunca de la abnegada Rose Beuret, la pobre también pasó lo suyo; pero su comportamiento con Camille lo hace digno de entrar con pleno derecho en el catálogo lambrosiano.

Todo está escrito (y filmado). Infórmense Vds. Infórmense.

¿Había previsto Lambroso la "tipología Mercader(*)"? Con el borgiano nombre de Jacques Monard, el "gnomo" asestó el golpe de piolet. Brazo ejecutor. Verdugo. Loco él mismo; locura que mamó en las tetas de su madre Caridad. Si hubiera leído lo que escribió ese hombre, no lo habría matado, dijo... Pues ¡haber leído! Los remordimientos, sin embargo, no hicieron mella en su distinguida, aunque corta, vejez. ¡Que la tierra te sea tan pesada como el "Balzac" del maestro, verdugo!



¡Vaya! La cosa va tomando forma. Parecía un día destinado al olvido y miren Vds. por donde van saliendo asuntillos que el peso del tiempo intentaba sofocar.

2.

No crean Vds. que en este país nuestro, durante la larguíiiiisima postguerra, fueron todo tiros en la nuca y enterramientos en cunetas rurales (que la tupida red de autovías evitan), desfenestraciones, o ametrallamientos frente a recintos eclesiásticos, no. Están Vds. muy equivocados sí así piensan. Hubo también juicios y cada juicio, aunque el final fuera el mismo, derivaba al desgraciado hacia una puerta ("del infierno") diferente para "entrar en la eternidad".

Y aquí entran en juego los verdugos, ese sufrido cuerpo de funcionarios del estado que, desde Mariana Pineda, se mantuvo legalmente activo hasta Puig Antich y el "nadie" Heinz Chez (busquen Vds. en el blog y encontrarán otras referencias).

Nunca se convocaron oposiciones y, la verdad es que nunca se formaron colas ante la puerta del ministerio correspondiente para exigirlas, pero, digo yo, de alguna forma se debería hacer la selección. Creo que la cosa se resolvería así: La parte más inteligente de la Guardia Civil caminera, en misión especial y secreta, sería enviada en parejas, como es natural, a recorrer los campos de España con esa misión.

-- ¡A los buenos días!
--¡Sea! ¿Qué se le ofrece a esta pareja tan simpática?
-- Pues, nada, que pasábamos por aquí y nos hemos dicho...

La guía Michelín asomaría por un bolsillo de la guerrera del guardia primero, si lo había. Por el otro, un resumen de las tipologías de Lombroso.

--Decir, decir...¡se dicen tantas cosas!-- y serviría dos copuzos de Veterano a rebosar. El guardia segundo se agacharía a ras y sorbería con deleite el espirituoso. El guardia primero, más experimentado, cogería la copa con soltura y firmeza y, sin que le temblara el pulso, se la llevaría directa a la boca. Daría un trago tremendo y se le erizarían los ocultos pelos del lomo, como a los pastores alemanes.



La barra estaría a rebosar. Gentes que (¡en estas fechas!) buscaría trabajo en la vendimía, habría desertado o estaría "echando un vale", que se dice. La sagacidad de la benemérita tendría que manifestarse en discernir con exactitud quien de los bebedores presentes sujetaba la copa con más fiereza, seguridad, decisión y, a poder ser, la llevaba a la boca con más precisión. Todo un trabajo de campo que exigía tomar apuntes, hacer medias, baremar y, sobre todo, decidir.
Hubo alguien que, por amor a las efemérides, solicitó seis Gin tónic * de una tacada.


 No ahorrarían invitaciones para desempatar. Cuando vieran que alguien de los presentes había sido capaz de pimplarse media docenas de copuzos sin que le temblara el pulso, ni le goteara la barbilla, ni cerrara los ojos melancólico, ni diera señales de arrepentimiento y estuviera dispuesto a ir a por la séptima con la ilusión del principiante...a ese lo llevaban a un rincón y le hacían la suculenta propuesta funcionarial. Normalmente era aceptada. Eran tres mil del ala por transportar un montón de hierros de un sitio para otro. Hubo quien, cuando veía de lo que se trataba, desistía: pocos, es verdad. También los hubo que, introducidos en el hábito, llegaron a sentir tanto asco de todo que pidieron su ingreso en la orden franciscana. A los más, le llegaba la jubilación y nunca les importó el paisaje desolado que dejaban a sus espaldas. Si no soy yo, será otro, decían ingeniosamente. E, incluso, los hubo que no se estancaron en la indiferencia, sino que sentían cómo les brotaba la rama del orgullo profesional a cada giro de tornillo que propinaban.

Y esto viene al caso porque tal día como hoy, dieron garrote a Juan García "Correderas", natural de Telde (Gran Canaria). Las razones son tan comunes que avergüenza decirlas: negarse a pelear en el bando fascista. Matar a un falangista que había torturado a su familia-rehén. Pertenecer, dicen, al partido comunista. De nada valieron las peticiones de clemencia que se cursaron hasta desde el Vaticano, esa cueva (cava) de inmundicia. Tal día como hoy del año 1959, Bernardo Sánchez Bascuñana, verdugo oficial de la Audiencia de Sevilla dio garrote vil al valiente "Correderas". Esto, como comprenderán, es sólo un ejemplo tomado casi al azar.




Para no remontarme a la "década ominosa", arrancaré la genealogía en Casimiro Municio, perteneciente a la sección de los que necesitaba ponerse como una cuba para ejecutar su trabajo que, después, le salía como le salía... ¡casi ni miraba! Hasta tal punto, que un reo, fuera de sí por su impericia, le arrancó medio dedo de un bocado. El puesto lo heredó Cándido Cartón, que junto con el incomprendido (y maestro de Copete), Florencio Fuentes, fueron los únicos verdugos que se mantuvieron en activo desde la República hasta los inicios del franquismo. Y es que el tal Florencio, de Valladolid, le daban ataques de culpabilidad y, además, decía, le hacían la vida imposible a su familia. Pidió la renuncia. Le fue concedida... más un expediente disciplinario. Tras años mendigando, se suicidó en 1970. RIP.
A Cándido (sin duda su madre no sabía el destino del retoño) le sucedió Bartolo Casanueva que, retirado y habiendo estrenado casa en el hermoso y serrano pueblo de Setenil de las bodegas (no lo confundan Vds. con el pueblo de las siete mil bodegas) fue apuñalado no en una ocasión, sino en dos por vengativos anarquistas. Y fue de este Bartolo de quien, Bernardo Sánchez Bascuñana, recibió las artes de matar mientras que en Barcelona estrenaba plaza Vicente López. Bernardo, era enemigo de innovaciones y siempre empleó el mismo antiquísimo garrote. Si mata decentemente...¿para qué quiero cambiar?, contestaba a todos aquellos que le reprochaban su desidia. Fueron 17 los que "fueron traspasados a la eternidad". Siempre se agarró al cargo: su infancia había sido un horror. En el 36 acudió a la Guardia Civil, dirección contraria a la que siguió el "Correderas". En el 49, habiéndose enterado de la vacante de Sevilla fue a pedirla, hizo la demostración correpondiente y se la concedieron. Se mantuvo en su puesto hasta el 72.


Junto con Vicente López Copete y Antonio López Sierra, fueron los "Queridísmos verdugos" de Marín Patino.
Le sucedió José Monero Renomo (Pepe). A él le cupo el honor de ejecutar al último (y único) a ese "desconocido" alemán que corría pareja suerte que Puig Antich. Su torpeza hizo llorar a los hombres de acero que vigilaban el acto. Y al cura, de una aleación mucho más dura ... y eterna.

La otra rama, la levantina, quiero empezarla con Nicomedes Méndez López (sucesor de Lorenzo Huerta) un genio en su oficio, innovador nato. Impulsado por esa naturaleza que dios (?) le había dado, inventó la "variante catalana", muuuucho más suave y rápida; la estrenó con Santiago Salvador, el del Liceo (busquen en el blog). Ramón Casas dejó constancia de su porte en la ejecución de Anacito Peinado.
Nicomedes era verdaderamente puntilloso, el orgullo de la profesión se le notaba a la legua... ¡Cuánto lamentó el retiro! Siempre pensó que había sido precipitado y que su tacto y buen hacer seguían siendo necesarios.
A Nicomedes, le sucedió Rogelio Pérez y a éste Federico Muñoz, ambos muertos por justicieros inolvidables. A Rogelio, torpe donde los hubiera, se lo cargaron en Tarrasa y a Federico en un bar de Vilapicina, a la sombra del Turó de la Peira. Lo de Rogelio era para echarse a llorar, y asi ocurría. Más torpe que Moreno Renomo. Sus actuaciones parecían descuartizamientos. Solana, que acudió en busca de inspiración a una de sus liturgias, lo dejó dicho.



El cuerpo de verdugos nunca ha sido muy extenso. Ha sido un círculo familiar, por así decir, al que la dureza del oficio ha tendido a unir con una fuerza casi electromagnética. Aprendieron como los aprendices, a la sombra de un experto que los iba introduciendo en los misterios del torniquete y de las geometría helicoidales. Y mención especial al maestro de maestros: Lorenzo Huerta; por sus "aulas" pasaron Rogelio, Nicomedes e, incluso, el grandísimo y fino estlista Mayoral. Un verdadero innovador. Un estudioso del oficio.

En fin... Sólo el azar (?) hizo que estuvieran a este lado del tornillo.
A estos, en su mayoría les dio un empujoncito el hambre, pero ¿qué me dicen Vds. de los verdugos por vocación?

Ya me dirán Vds. quién toma bocado después de lo dicho: Dos copuzos de veterano, un cigarrillo lucky luke y a dormir. Y nada, por dios (?), de remolacha cocida.









Propuesta para hoy, día 19 de octubre. Johanna Schopenhauer en Weimar.



Busquen en el “buscador” del blog las entradas sobre Goethe.

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Johanna Schopenhauer, liberada del yugo conyugal y de su desabrido retoño, deja Hamburgo por Weimar en pos de su héroe, Goethe. El marido hizo lo que pudo: Sabiendo de la afición de su esposa por Werther, se lanzó  desde el tejado del granero y fue encontrado sin vida flotando en una acequia de riego. La cosa no tuvo pathos (ni resonancia), pero liberó, como digo, a la mujer de las obligaciones conyugales (y maternas).

Llegó a Weimar, cuando emigraban las golondrinas y Napoleón (37 años) y los suyos, habiendo sobrepasado el Rhin, caía sobre Turingia cual bandada de estorninos. Le acompañaba su hija Adele (9 años). En Jena, Hegel (36 años) acababa la “Fenomenología del Espíritu”, y en Hamburgo, Arthur, por fidelidad a la memoria del padre, se mustiaba con estudios comerciales.

Holderlin acababa de ser ingresado en una  clínica psiquiátrica de Tübingen, a la espera de su zimmer-torre definitiva en la casa de los Zimmer.

­­Johanna se hospedó los primeros días en el, ahora inexistente, hotel Erbprinz, pared con pared con el Elephant (donde Mann hospeda a Lotte, de visita en Weimar). A los pocos días alquiló una casa, inexistente ahora, en la Schillerstrasse, antes Esplanade, a unos pasos de la recién viuda de Schiller… y allí empezaron sus años de gloria. Era el año 1806 y vísperas de la batalla de Jena. Fue un verdadero bautizo de fuego.
El salón de la duquesa madre Anna-Amalia estaba en plena descomposición, así que la llegada de la “rica extranjera” fue providencial. Su salón, sin poder superar al anterior, fue el primer salón puramente burgués de Alemania,  sólo comparable al que mantenía la judía Rahel Varnhagen en Berlín.


…. (Infórmense Udes. en H. Arend *…Infórmense).

2.


Día 14 de octubre de 1806 (martes):

 “Esta tarde, a las cinco, balas de cañón sobrevuelan el tejado. A las cinco y media, entrada de los cazadores. A las siete incendios y saqueos. Nuestra casa intacta gracias a la entereza y la suerte”, escribió el gran olímpico en su diario. Hegel no pudo escribir lo mismo: su casa fue saqueada. Por suerte, el manuscrito de la Fenomenología había sido expedido el sábado anterior hacia Berlín; y él mismo se trasladó a Nuremberg; allí dará forma a La Ciencia de la Lógica, presupuesto de la obra anterior, pues la Fenomenología sólo tiene sentido en el horizonte de la Ciencia de la Lógica: cada etapa de la Fenomenología es la transcripción de un momento puramente lógico, es decir que en la esencia misma de Dios (Idea) se hayan inscritas todas las vicisitudes que constituyen la aventura de la conciencia ordinaria.






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¿Entereza? ¿Suerte?... En realidad fue la menostenida Volpius quien, con su determinación, simpatía e inteligencia consiguió mantener intacta la casa, y la vida, del Olímpico. La pareja andaba de boca en boca. ¿Cómo es posible que el Maestro de Alemania haya metido en su casa a una zorra? Y no sólo eso, sino que tuvieron descendencia fuera de la norma. La celosa, y clasicona, señora Stein dirigía el tropel.
Como premio a esa entereza mostrada por la plebeya Volpius, legalizaron, tal día como hoy del año 1806, sus relaciones: “A mi pequeña amiga (y alegría de su cama) que tanto ha hecho por mí y que ha sabido permanecer a mi lado en estas duras horas de prueba, deseo reconocerla civil y formalmente como mía”.


David, en París, daba brillo a “La Consagración de Napoleón y coronación de Josefina”. Beethoven (34 años), enterado del acontecimiento, arranca la portada de la Tercera Sinfonía “Buonaparte” y escribe con furor republicano: Sinfonía Eroica… y siguió con la Apasionata. Goya ejercitaba su muñeca en temas sobre verdugos y caníbales, a la espera de los desastres.

Johanna abrió su “salón” a la vilipendiada amancebada, ahora noble señora de Goethe, y la trató con una humanidad que enterneció al Sabio (“Creo que si Goethe le ha dado su nombre, bien podemos darle los demás una taza de té”, escribía a Arthur) quien, a cambio, correspondió dando lustre a las reuniones de la alegre señora Schopenhauer.
Johanna, tal día como hoy, está escribiendo a su desaborío retoño sus impresiones, incluyendo su conocimiento del jupiterino: “… Y allí encontré a un hombre guapo y de grave apariencia, vestido de negro, que se inclinaba profundamente ante mí y que muy cortésmente me dijo: “permítame que le presente al consejero privado Goethe”. Johanna recorrió el salón con la mirada y no vio a nadie más. Arthur, en Hamburgo, leyó la misiva rebosante de bilis… hasta que leyó el fragmento en el que se le liberaba de la obligación paterna de estudiar las cosas relacionadas con la administración de mercancías: ¡Libertad!




Arthur era, aunque nos parezca increíble, un postadolescente bien parecido. Después perdió los dientes (y el pelo) y así, implosionado, ha pasado a los manuales de historia de la filosofía. Joven, adusto y hosco, asistía a veces al salón materno. Sufría ostentosamente la jovialidad y energía de la madre. Hasta que la madre se cansó y le prohibió terminantemente que volviera: Ya estaba bien de malas caras y de hacer de padre de su madre. No se había quedado viuda para, ahora, tener que soportar la tiranía de un hijo genial e intransigente. ¡Hala a pastar!... “Nosotros somos dos”… ¡Recuérdalo!




Fichte (44 años) había dejado Jena y redactaba en Berlín sus Cartas a la nación Alemana. Wieland (73 años) se entretenía, en Weimar, traduciendo las cartas de Cicerón.  El mayor de los Schlegel (41 años) hacia lo mismo con Calderón. Tieck (33 años) viajaba por Italia, con dificultad (quizás por las botas hasta las rodillas) escribiendo poemas de un inválido y volvió para escribir Retorno del convaleciente. Jean Paul (retirado en Bayreuth), reflexiona sobre la educación, siguiendo, en zig-zag, la estela de Rousseau y Herder. Schelling (31 años) es llamado a la corte de Maximiliano I. Hofmann (30 años) ocupaba puesto en el tribunal de Varsovia. Clemes Brentano (28 años), hundido por la muerte de su compañera, recurre a von Arnim (25 años) y juntos empiezan a idear La cornucopia del muchacho que dedicarían a Goethe. Su hermana Bettina (21 años), intuición femenina, se toma medidas para un vestido negro: su amiga ¡¡Karoline!! acaba de agenciarse un estilete, se ha cortado en el pecho izquierdo y ha dibujado, con su sangre (a lo Esenin) un corazón en el pañuelo que envía a su indeciso amante… pasan los días y en la canícula se clava el estilete. Werther hace furor. Era el 26 de Julio de 1806 y tenía 26 años. El más joven de los Schelegel se convierte el catolicismo. Los, inseparables, hermanos Grimm (20 y 21 años). atraídos por la obra de von Arnim, deciden recopilar leyendas y tradiciones alemanas. Friedrich (32 años) está en la isla Rügen inspirándose.

Haydn, vuelto de Londres, compone su última obra: el cuarteto 82 (¿83?). En realidad el cuarteto (1803) constaba de un Andante y un minueto. Ahora, al final, le está añadiendo un Allegro. Ha impreso unas tarjetas de visita: «Todas mis fuerzas se han ido, soy viejo y estoy cansado» que entregaba cada vez que era solicitado.

La suerte de Johanna empezó a virar en los años patrióticos que siguieron a la derrota definitiva de Napoleón. Y se agravó cuando supo en qué estaba ocupado su de(s)te(s)tado hijo: encuadernando su tesis ¡¡¡Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente!!!  Goethe se refugió en su ciencia y los tés de la Schopenhauer empezaron a enfriarse. Se trasladó a un caserón sito en la Theaterplatz.


Si van a Weimar sitúense frente al Teatro, a su derecha verán un café, frente al Witumpalais (¡pues justo allí!) A sus espaldas quedará el Museo de la Bauhaus. Tomen asiento a una mesita en la terraza del café, junto a una de esas torres petroquímicas, si no quieren acabar congelados. Pidan un cuartillo de korn y entablen conversación con la camarera serbia.

–¿No siente Vd. sobre sus espaldas el tremendo peso de la historia?– le preguntarán cuando esté depositando la mercancía sobre la madera.

–¿Es a mí?– y volverá la cabeza hacia la pareja de inmortales que, pétreos, ven pasar el tiempo.

–Naturalmente!

–La siento en mis piernas– enfundadas en unos calcetines altos y ortopédicos– La historia para mí tocó a su fin hace algunos años– y se marchará por donde ha venido.

Aquí en Weimar se acuñó, por si no lo saben, el perverso término Konfliktlosigkeit, algo así como ocultar la mierda debajo de la alfombra y negar su existencia. Aquí en Weimar, por si no lo saben, estaba el campo de exterminio de Buchenwald. Que ¿por qué Buchenwald y no Ettenberg, donde en efecto estaba? Pues, fácil, Goethe y la Stein iban a sentarse bajo la sombra del famoso roble. Ettenberg estaba asociado a la cultura clásica alemana… y no era plan de… Y, por si no lo saben, Weimar es el topónimo, el patronímico, por así decir, del famoso perro-braco-gris rata (seleccionado por el Gran Duque Carlos_Augusto, el mismo que invitó a Goethe a instalarse en su corte), uno de cuyos ejemplares no me quita ojo desde debajo de la mesa vecina.


Joahanna siguió la pendiente. Thomas Mann se olvidó de ella, aunque no de Adele. Un desastre financiero en 1819, mientras su hijo acababa de publicar El mundo como voluntad y representación, clausuró definitivamente cualquier esperanza. Por suerte sus escritos se vendían lo suficiente como para alimentar a las dos mujeres, pues Adèle siguió a su vera hasta el final, soltera, fiel a los principios del arte y a los de su madre. Esos ingresos se complementaban con una pequeña pensión que le venía de la corte, in memoriam de la gloria pasada. Tan escasa era que tuvo que dejar Weimar e ir, pasando por Bonn, a morir a Jena, cuando ya no quedaba nada de su antiguo esplendor… sólo redobles de tambores. Era el año 1838.

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No podemos concluir el día sin un recuerdo para Camille Claudel, a quien su putrefacto hermano, inmediatamente después de la muerte del padre, encerró en el psiquiátrico de Ville Évrard. Pasados dos meses, parece que arrepentido, la sacó… para internarla de por vida en el manicomio de Monte de las Vírgenes, colina calcárea del cretáceo inferior, en las afueras de Aviñon.











RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...