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lunes, 9 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, día 9 de diciembre. Ejercicio de lógica. Vuelta con Alemania.



Ayer a cuenta de los “Tercios”, la Inmaculada, Bobadilla y el gotero…me puse de Jumilla hasta el culo. Tanto, que reduje al perro a la condición de objeto. Para compensar tamaña indelicadeza, le propongo una excursión de todo el día. Acepta y me asegura que no le importa ser (de vez en cuando) “objetivizado”, si la recompensa es esta.  A mí me gusta el bocadillo de atún con olivas y al perro de queso manchego. Añado otro de camembert con caviar (¿) de mújol (murciano). Chubasquero, bufanda blaugrana de siete leguas y ¡¡carretera y manta!! Vamos al “Corredor”. Allí suelto al perro y ya lo recogeré cuando anochezca. No creo que un lunes gélido de diciembre haya turistas por estas cimas.

 

El jumilla hizo un efecto espectacular: Como a Descartes el cansancio y la obsesión. I had a dream y me desperté sudoroso y espantado de tanta lógica condensada: “Éramos, somos y seremos”. Esa proposición molecular pastoreó mi dormir. Una proposición digna de encabezar el capítulo siete del “Tractatus” o de concluir de forma contundente los fragmentos eleáticos. Una proposición verdaderamente extraña en su simplicidad pueril. Cuando alguien la pronuncia se convierte en tautología (o sea una forma vacía que no se refiere al mundo, sólo a su propia vaciedad): “Era”, porque soy; “soy”, porque pronuncio la proposición; y “seré” en el mismo momento en el que acabo de pronunciarla. Sin embargo, en boca de un (YA) difunto es falsa. Y se convertirá en falsa para cada uno de nosotros. Por lo tanto si alguien la mantiene en pie será por que quiera referirse a algo esencial que sobrevive a los accidentes pasajeros. En este caso: “Éramos, somos y seremos” se refiere a algo diferente al mero existir físico. El atributo introducido por la cópula no puede ser algo efímero, sometido al devenir del tiempo (“Éramos, somos y seremos guapos”) Pero si no está sometido a aquella categoría, vuelve a convertirse en tautológica: “Lo que es, es, y no puede no ser”. Puede ser dicha por cualquiera, y siempre será verdadera (en tanto perdure lo que el atributo denote). “Éramos, somos y seremos murcianos”: Es siempre verdadera, si admitimos la eternidad de “Murcia” y aceptamos la posibilidad de que sigan naciendo criaturas en aquel desierto. Ningún mérito. Quien afirma la proposición está afirmando algo parecido a “era, es y será una piedra”, no puede ser de otra manera.  Por lo tanto “Éramos, somos y seremos murcianos” es una fatalidad a la que no podemos resistirnos y no un grito de guerra (de desesperación, puede).

Toda la noche dale que dale…

Entro en el bar del monasterio. Me acodo en una mesa. El fuego heracliteano bulle en el hogar. Se está realmente bien. Por la ventana controlo al cachorro que corre tras las hojas.  Por lo demás no le prohíben la entrada.

–Póngame un bombón, buen hombre.

–¿?

–Café corto con lógica condensada, perdón…con leche condensada. Añádale un buen chorro de Terry. Y una copita para acompañar.

Por lo dicho, cuando oyes multitudes gritando tautologías o bien se trata de discípulos férreos de Wittgenstein, remitiendo su decir al mostrar  o bien de un conjunto de obstinados que persisten en su ignorancia lógica.

Pues ya ven… ¡Así toda la noche!


 El día 8 de diciembre del año 1918 (o sea, ayer) se celebraba en Berlín el funeral por los muertos de “viernes sangriento” (se pudo leer en los periódicos de tal día como hoy). Se dieron decenas de mítines. Sin duda los espartaquistas fueron los vencedores en esta lid. Los marineros, que no podían surcar las aguas (¡y llovía a cántaros!) de Unter der Linden, cogieron avionetas destartaladas y lanzaron octavillas. Cuando llegaban al suelo, llegaban ilegibles. La tinta, como lágrimas, formaba regueros. Las letras se disculpaban por ser incapaces de formar palabras. Las palabras de formar frases y las frases de construir argumentos y proclamas. Cuando llegaban al suelo eran papeles grises que el viento arremolinaba con las últimas hojas del otoño; pero no fue su culpa el que Ebert y los oficiales de Kassel hubieran firmado el pacto. Hindenburg, escribió a Ebert, exigiendo, precisamente, las condiciones contrarias a las que esa misma mañana la habían exigido al canciller los consejos de soldados. Ebert, que odiaba la revolución y que consideraba que el enemigo estaba en la izquierda, seguía tejiendo (dejándose envolver) la mortaja. El día diez (¡mañana!), con la entrada masiva del ejército, se empezaría a implantar el orden en Berlín: “Éramos, somos y seremos socialdemócratas”. Nadie romperá la unidad de la clase obrera y quien lo intente lo pagará caro. Pero la unidad ya estaba rota y había sido, precisamente, Ebert y los suyos los causantes de la fractura.











Becker intenta acabar son su búsqueda colgándose del clavo de la lámpara. Ni Sóflocles ni Kant, son capaces de evitarlo. Sólo el azar. La culpa, como en Edipo, es una dura herencia a la que no puedes renunciar. El oráculo fue dictado; el esforzado cojo intentó evitarlo y en su esfuerzo cayó en sus redes. Becker está enceguecido por tales pensamientos y no consigue ver claro. La culpa: como una nube espesa, como la lluvia que cae sobre Berlín…

Hegelito” acude a refugiarse del viento junto al fuego. Me mira y mira la bolsa de la comida. Hay que esperar un poco. Dominar la impaciencia.

Mientras Ebert leía complacido la carta de Hindenburg, Clemenceau, alcalde de Montmartre durante  la Comuna y que salvó el bigote por los pelos, junto con Poincaré y otros, celebran la liberación de Metz. El ejército alemán se retira ordenadamente, pero furioso. Por la noche será acuartelado al oeste de Berlín, para entrar glorioso bajo la puerta de Brandeburgo. Algunas divisiones están entrando en la capital por la zona de Tempel. Es entrar y desvanecerse euridicianamente.  La cosa no pinta bien. Veremos mañana. Mientras tanto han ido construyendo unidades de voluntarios y de oficiales irredentos, humillados hasta el dobladillo del pantalón por habérsele arrebatados las jarreteras. Poco a poco esas unidades crecen y se multiplican. Su odio también.. Algunos ya han sido enviados al Báltico. Allí se lucen. Esperan, sin embargo, tomar la alternativa en la ciudad imperial, donde el proletariado y los marineros son los dueños y señores: “Lástima de vasallo…si tuviera buen señor”.

Mientras Becker “pendula”,  Mauss parece optar por la revolución. ¿Será un espejismo?

Fiel a mi idea no me referiré a aquellos que nacieron tal día como hoy, ni siquiera a Dalton Trumbo, ni a Kropotkin, ni a la Pasionaria, ni a Ödon von Horvath…ni siquiera a John Cassavetes, ni a Nacho Vegas, ni a Dante Spinetta.

Hablando del futuro incierto de Mauss en medio del torbellino revolucionario, recuerden Vds. que tal día como hoy, del año 1968, se presentó en público en la unidad de investigación de la universidad de Stanford de Sillicon Valley, un “animalito” revolucionario: El “X – Y Position Indicator for a Display Sistems”, que rápidamente adoptó el nombre más familiar de Mouss (ratón). Un valle este de extraña fauna.

Mientras aquello ocurría en Berlín, por los llanos de Cuatro Vientos, un joven con apellido de astado y descendiente de rancias familias murcianas y catalanas (Bosch i Codorniu), diseñaba otro animalillo articulado, mezcla de libélula y mantis. Lo llamó “autogiro” y saltaba como un canguro avergonzado. Las octavillas de los marineros no se hubieran perdido por los vastos cielos alemanes si hubieran sido lanzadas por los descendientes de este arquetipo.  El 4º modelo dio un salto inesperado y todos consideraron que era suficiente para depositar en él la esperanza de la patria. Juan de la Cierva, tuvo como compañero en sus primeras incursiones en esto del volar a un tal Bobadilla, descendiente, sin duda, del héroe de ayer. 





Observen los apellidos: Bosch (Anís el Mono), Bobadilla (licores y aguardientes varios) y Codorniu… No es raro que su cabeza girara y girara… El tal de la Cierva intervino de forma decisiva en la consecución del “Dragon Rapid”. Como era de esperar, murió en un accidente de aviación: el Douglas DC-2 de KLM  de Londres-Ámsterdam, en el que cómodamente se disponía a leer el periódico y a pimplarse un Bobadilla, se estrelló no más abandonar la pista de despegue del aeropuerto de Croydon, al sur de Londres. Era tal día como hoy del año 1936. Un mes antes, su hermano Ricardo, que había sido detenido en Barajas, dispuesto a pillar un avión, fue ajusticiado en Paracuellos. Toda una vida (y muerte) ligada a la aviación.  Y es que “quien a hierro mata, a hierro muere”.


Llega el momento de la comida. Hegel se relame. El cantinero, amable, incumpliendo bajo su responsabilidad el “se prohíbe consumir productos de fuera”, nos permite zamparnos los bocatas. Nos sirve una botella de vino del país y un caldero de agua fresquita. Un carajillo mitad y mitad y vuelta al hogar. 

De camino, James Moody, a quien Gillespie lanzó al espacio, nos deleitará con su éxito:I’m in the Mood for Love”, seguido del inevitable “Vuelo de noche”. Otro “santo bebedor”. Sin este santoral el mundo sería una verdadera porquería (“porqueriza” quería decir).
Recuerden Vds. que hoy se celebra el “Día contra la corrupción” y “por una sociedad laica y librepensante”. Siento haberles amargado el día (al final).







domingo, 8 de diciembre de 2013

Propuesta para hoy, 8 de diciembre. Inmaculada Concepción. Tercios de Flandes. Y demás (naturalmente, Lennon)...



Hoy tengo la ocasión de deshacer un grumo teológico de enjundia que crea en muchos de nosotros dudas y errores de graves consecuencias. Para empezar, una advertencia. Si tienen Vds. una amiga argentina que se llame Inmaculada, ya sabrán que no deben llamarle “Concha”. Recordarán Vds. la primera vez que lo hicieron y las risas que provocaron. Dicho esto, olvídenlo. ¡Ya está dicho!
 
Los ignorantes de la Teología y sus derivaciones suelen confundir el dogma de la “Inmaculada Concepción de María” (madre de dios) con la “Perpetua Virginidad de María” (madre de dios). Y no es cosa menuda. Es un grave error de concepto. Tal día como hoy, se celebra la “Inmaculada Concepción de María” (madre de dios): es decir, dios (¿) escogió a una muchacha del desierto y la destinó a ser “vientre de alquiler” de su hijo (Jesús). La misión era tan importante para el devenir de la humanidad en su conjunto, y para cerrar el círculo teológico en concreto, que la declaró libre del “pecado original”. El único ser humano con tal “don”. No le den muchas vueltas al asunto: siempre habrá alguien que les contradiga. Si las dudas e inquietudes les impiden conciliar el sueño consulten con cualquier bodeguero, que le sacará de dudas. 

Es el momento de enchufar el i-pod y devorar “Snake” y meditar sobre cómo  PJ Harey, reta al pecado original. Ese tipo de suciedad no está hecha para la Harvey. Harvey tiene la propia, que es nuestra pureza.



















Quizá la diatriba le interese al cantinero del “Día”. Imaginen Vds. a la clientela discutiendo sobre la naturaleza misteriosa de la culpa original y sobre la dudosa eficacia del bautismo. Derivaría hacia la “mala conciencia” y los “remordimientos” y acabaríamos discutiendo sobre los “Hermanos Karamazov” entre cañas y “morros” de cochino del país. Y, lo peor de todo, el encargado del “Condis” vendría amenazando con una conferencia sobre la eficacia de los sacramentos.
 
¡Qué fácilmente solucionó la religión la presencia del mal en la tierra!: ¡¡Pecado original!! La naturaleza humana está diseñada para la desgracia propia y ajena. Hubo que esperar a Rousseau y, naturalmente, a Marx para que apuntara hacia otra parte: La propiedad privada. Benjamín y otros en la línea de lo que podríamos llamar “mesianismo revolucionario”, sustituyeron la “Encarnación”, necesaria (¿) para la liberación del mal, por el momento revolucionario, el único capaz de contrarrestar el mal (político). Nosotros, dioses, sacrificamos nuestras vidas por la instauración de la justicia en la tierra (por mantenerme dentro de un lenguaje más o menos bíblico).

Discúlpenme los que de entre Vds. no hayan oído hablar en su puta vida de estos temas (¡eso que se han ganado!), pero para mí (nosotros) que he mamado la Teología disuelta con el Pelargón, es un asunto medular. De ahí que no pueda dejar pasar, como si no pasara nada, una confusión tan flagrante (¿fragante?). La Inmaculada Concepción, de una vez por todas, hace referencia a la naturaleza límpida de la Virgen María. Nada tiene que ver con que si concibió de forma humana o aviar, objeto éste, de otra discusión.

Una consecuencia, no la menor, de tal confusión, es la creencia en que la patrona de la artillería española (no sólo) es la Virgen, en su faceta de virgen y madre, lo cual estimularía sus ansias violadoras, como es normal en todas las infanterías habidas y por haber. La violación como arma de guerra ¡NO TIENE NADA QUE VER CON LA INMACULADA CONCEPCIÓN!, no es una consecuencia morbosa de aquella contradicción. Es un imperativo surgido de la lógica guerrera. No es que los “infantes”, atraídos por la naturaleza virginal, tiendan a destrozar tal estado, es, repito, un arma; como lo es el kalashnikov o un cuchillo de carnicero. ¡Lo otro sería muy fácil! 

Lo de la paloma etc…etc…es otro asunto. Y yo, acostumbrado como estoy a asociar la paloma con el “Espíritu Santo”, impido que “Hegel” las devore como palomitas. Picasso tampoco estuvo muy afortunado con lo de la Paloma. Vale que la cosa tenía antecedentes en Noé…pero podía haber escogido como símbolo de la paz (si de animales iba la cosa) un erizo, una lombriz, un caballito de mar… y si de vegetales una noble patata, una yuca venerable o un puñado de arroz fragante. 

 Si me lo permiten romperé una “pica” a favor de la figura de la Virgen (inexistente, por lo demás, en otras religiones diferentes a la hegemónica entre nosotros). La Virgen ha sido una ranura, la única, por donde los restos paganos han podido colarse hasta nuestros días. Así como los dioses antiguos tenían más facetas que un icosaedro y en esa su “multisignificación” lograban abarcar toda la naturaleza, convirtiéndola en reflejos de los divino, así la Virgen ha podido adoptar todos los nombres y aspectos: “Virgen de las vides”, “Virgen del espino” (patrona de Soria), “Virgen de la alegría”, “Virgen de los dolores”, “Virgen de las angustias”, “Virgen de la Peña”, “Virgen del río”, “Virgen de las fuentes”, “Virgen de los marineros”…”Virgen de los vientos” (“que le levanta a Paula ( o a Leticia) la pollera”)…














Les cuento: En el siglo XVI aún no existía el “litro”; en su lugar, infinitas medidas de capacidad que variaban de aldea en aldea, originando guerras de larga duración. Tengo para mí que la cuestión no fue ajena a la “guerra de los 80 años”. Dejo el tema para ulteriores investigaciones. El hecho es que las tropas españolas en Flandes, aficionadas (como en general todos los ejércitos del universo-mundo) al “espirituoso santo” transportaban su preciado líquido en calabazas retorcidas, cada vez más grandes, dado que el ansia tiende a acrecentarse. La medida “normalizada” era la arroba (12 ó 13 litros). Imaginen Vds. la impedimenta: Arcabuz, pica, espada, casco-calatrava, calabaza de una arroba… El avance se hacía realmente difícil. La pelea, imposible. Sólo era factible la huida sin fin, en busca de un lugar tranquilo donde pimplar. Añadan a lo dicho que, a esas alturas, se habían aficionado sobremanera a la estupenda cerveza del país. En recipientes tan impropios, se desbravaba y se convertía en algo parecido a orín de jamelgo. Y sumen a Bobadilla, uno de los jefes del pelotón, cuyo nombre, por sí solo, incitaba a pimplar sin miramientos. En su loca e incómoda huida dieron por tomar la inservible isla de Bommel, entre el río Mosa y el Waal (ramal del Rin). Estamos en Flandes, una de las 17 provincias que, con el tiempo, se convertirían en los “Países Bajos”. Todas aquellas tierras estaban (y están) por debajo del nivel del mar, protegidas por diques del ímpetu frío del mar del Norte. Los cinco mil valientes, rodeados por el enemigo, se dieron, como gesto heroico que pondría broche de oro a sus audaces y virtuosas vidas, a beber sin medida: “Antes morimos de cirrosis que entregar los estandartes al enemigo”. Y en esas estaban cuando, para amontonar desgracia sobre desaliento, abrieron los diques y las aguas ansiosas anegaron la inútil isla. Vuelvan Vds. a imaginar la situación: una isla cenagosa, a punto de ser cubierta por las aguas; barcos de todas las medidas que acudieron a ver el tragicómico final del fiero enemigo; multitudes que, desde las orillas, jaleaban a unos y otros; Los “isleños” con las ropas mojadas, o desnudos, se amorraban las incómodas calabazas de peregrino: pues, en efecto, de una peregrinación, al otro mundo, se trataba. 




Perseguidos por la riada, consiguieron alcanzar la cima de una loma (“loma de Empel”) y,
primer milagro: las aguas no pudieron y se quedaron abajo, esperando. Estaban al comienzo de la guerra de los 80 años… ¡Había tiempo de sobra!

Cayó la noche del día 7 de diciembre, como un sudario (sin embargo, hacía un frío que pelaba) negro. Bobadilla, borracho como nunca, mandó cavar una trinchera y se dispuso para una guerra de posiciones, cada cual adoptó la posición que pudo. Los más, de decúbito prono. El desdichado al que tocó en suerte (¿) cavar tuvo la fortuna de los que se arriesgan: encontró unas cajas de  botellas de vidrio grueso, de un trigueño subido y que se abrían y cerraban como las botellas de “La Casera”. El tamaño era el ideal para, colocadas como granadas (ya intuidas por su frenético discurrir) en torno a la cintura, transportar el contenido de las incómodas calabazas de geometrías no-euclidianas. El tamaño se popularizó y adoptó el nombre de “tercio”, pues el esforzado cavador, sumido en las ciénagas del delirio, había dado con una botella que sería el triple de las encontradas. Su contento no tuvo límite, que no fuera un certero disparo de arcabuz (“arma forjada en el infierno, inventada por el demonio”) que, procediendo de la orilla izquierda, le entró por la garganta de donde, jubiloso, salía un “¡Eureka!” que quedó completamente irreconocible. Este fue el segundo milagro. En honor del caído las tropas tomaron el nombre de “Tercios”.



 Así pues, los “Tercios” iban a ser liquidados en cuanto Aurora asomara sus rosáceos dedos. 
 
Otro “afortunado” continuó el trabajo y a la primera paletada, dio con un cuadro que, una vez limpio e iluminado con los fuegos de carburo, resultó ser una “Inmaculada Concepción”, una “Purísima”. Bobadilla que a estas alturas, ya no sabía dónde se encontraba: si en el desierto o en las regiones Andinas, se encomendó a la imagen y puso en sus manos el destino de esta tropa de beodos. La madrugada del día 8 de diciembre avanzaba. Sus pasos sonaban como cuando se anda sobre un terreno escarchado. Y un viento helador, proveniente del norte, congeló en un “plis-plas”, las aguas estancadas que rodeaban el “alto de Empel”. Sobre el hielo los “Tercios” rodaban de manera sobrenatural. Consiguieron romper el cerco y, algunos, seguir con vida. Este fue el tercer milagro. Gracias a la “Inmaculada” la artillería de Bobadilla consiguió huir de una muerte segura y vergonzosa. 














Desde entonces los “Tercios” tomaron a la madre de dios (¿) en su faceta de “Inmaculada”, como patrona. Rápidamente toda la artillería se puso a sus pies, bajo su manto protector. No fue, sin embargo, hasta tal día como hoy, del año 1854, que Pío IX (el mismo que ennobleció la saga de los Osborne… ¡qué malos son estos Píos!), mediante la bula “Ineffabilis Deus”, que convirtió la cuestión en dogma., asegurando la condenación eterna, tras la tortura terrenal, a todos aquellos que osaran ponerla en duda.
 
Estas prácticas eclesiásticas, destinadas al triunfo del reino de dios (¿) en la tierra, han ido configurando el asesinato “como una de las bellas artes” (*). Empiezas descuartizando a tu mujer y terminas negando el dogma de la “Inmaculada Concepción”. 

  

La victoria no fue de órdago. No fue digna de ninguna celebración musical. Eso tuvo a su favor, porque las composiciones conmemorativas de batallas y victorias son, de verdad, insoportables. Añaden mal gusto al gusto, ya de por sí amargo, de la muerte. Tal día como hoy, del año 1813, sin embargo, se estrenó la “estupidez” esa de “La Victoria de Wellington”, también llamada “La batalla de Vitoria”. Victoria-Vitoria…la victoria de Wellington tuvo lugar en las cercanías de Vitoria: las tropas españolas-portuguesas-inglesas derrotaron al ejército francés.  El estreno fue un éxito, el éxtasis nacionalista europeo encontraba por fin su musiquilla. Todas las cortes de la 6ª coalición bailaban al son de las trompetas y Beethoven, que no estaba en su mejor momento, pudo levantar cabeza. Fue obra programática y “programada” para el éxito fácil y lo consiguió. A mí me resulta insoportable… tanto “Dios salve al rey”, “Mombrú se va a la guera” o “Rule britannia”…cañonazos, estruendo de vientos… por suerte ese mismo día, y todo enmarcado dentro de una “maratón benéfica” a favor de los heridos de guerra del Imperio, se estrenó también su sinfonía número siete en La menor. También un tanto “heroica”, pero, bueno, nos podemos tomar un descanso en el segundo movimiento que, en su simplicidad, refleja un poco el estado de convaleciente del músico… ¡y el nuestro!
 
Pues, eso, que suene este “alegretto”, que suele interpretarse como casi “Largo”… por convenciones establecidas. 

No crean vds. que olvido mis obligaciones: tengo el gotero puesto y, gota a gota, se va alcanzando el estado natural. “Hegel” mira asombrado el artilugio. 

El río Mosa, al nacer, es un río normal, no es un lodazal. Es un río sonriente que serpentea por la Lorena francesa. Por allí nació la que llegó a convertirse en Madame Du Barry, amante de Luís XV y enemiga mortal de María Antonieta. Sus encantos la encumbraron y su lealtad e ingenuidad la perdieron.

"¡Cuánto, dos besos al final de la vida!
¡Qué pasaporte os dignáis enviarme!
Dos es mucho, uno adorable Egérie,
Yo moriré de placer con el primero."
(Voltaire, emocionado).

La guillotinaron tal día como hoy, del año 1793: Un momento más señor verdugo, un momento más. ¿Para qué? Era un día frío, ventoso… ¿para qué querías un momentito más? Era el 18 de Frimario, día de la hiedra, símbolo de la eternidad y de su contrario, la fidelidad. 

 Vean Vds. la versión de la historia rodada en el año 1919 por Lubitch. 



Es que me da la risa con este gotero. ¿Recuerdan Vds. aquello de “Érase un hombre a una nariz pegado…”. Bien, pues tal día como hoy, del año 1491 siete caballeros cristianos, ¿siete?, encabezados por Hernán Pérez del Pulgar, inconfundible, por la enormidad de su dedo gordo de la mano derecha, hecho ex profeso para los inexistentes teléfonos móviles de última generación, se introdujeron en la mismísima ciudad de Granada, donde “califateaba” Boabdil (¡nada que ver con Bobadilla!), abstemio, por musulmán. Llegó hasta la mezquita principal y clavó con su potente pulgar una nota: «Sed testigos de la toma de posesión que realizó en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles». Tras esto se dirigió a la Alcaicería y le prendió fuego. Salió por donde había entrado sin sufrir ni un rasguño. Vean Vds. otro acontecimiento que tiende a hacer indisoluble la unión entre los infantes y artilleros con la Virgen María (madre de dios (¿)). Al año siguiente caería la hermosa ciudad de Granada y ocurriría aquello de: “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”…allá por el “Suspiro del Moro”, de camino a las Alpujarras.



 Y a eso de las 22’20 Chapmann disparó cinco tiros por la espalda a John Lennon. Le alcanzaron cuatro. Fueron más que suficientes. Y “El guardián entre el centeno” se convirtió en el libro más siniestro de la literatura moderna y contemporánea. Y el “Double Fantasy” firmado por Lennon a su asesino, en el disco más caro de la historia. En mala hora decidió John dar por acabada su etapa doméstica: Sean ya había cumplido los cinco años. A las 11 menos cuarto p.m. ya estaba muerto., y sean se quedó huérfano de padre.Yo me enteré de camino al trabajo. En Barcelona era el 9 de diciembre. En vez del “Pienso, existo” cartesiano me explayé con “Yo no pienso,  tú no existes”.  El autor de estas líneas no descarta ninguna hipótesis. Vale que el tal Chapmann intentó, sin éxito, lo que John Kennedy Toole bordó. Vale que estaba como una cabra…pero también hizo cursillos patrocinados por la CIA. ¡Y que de Nixon se podía esperar cualquier cosa! 



 Ya sólo queda lamentar el fin de la URSS (*). Naturalmente no por el fin del stalinismo convertido en “capitalismo de estado” o en “estado burocráticamente degenerado” (a estas alturas… ¡poco importa!) sino porque se cerró, por tiempo, otra posibilidad. A los dos años ya estaban los USA firmando tratados de LIBRE comercio.



¡Camille Claude! (*) traspasando “las puertas del infierno”… ¡Volveremos!













RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...