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viernes, 29 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 29 de noviembre. Isla de Ellis.


Así que le coloqué su camita en mi habitación y nos pusimos a dormir…¡a la misma altura!...respirando polvo espeso, casi barro. A los cachorros el corazón les va a doscientos por hora; las emociones del día se traducen en impulsos del corazón. Hacen ruidos por el gozo de oírlos. Muerden el aire y todo lo que ocupa espacio. Y, agotados, se sumergen en un  pequeño y, ya proceloso, océano de sueño…
A media noche (¡más o menos!) ya estaba acurrucado, apoyada la cabeza en mi almohada.

--¡Hegel…que sea la última vez!
--No sé lo que es “última vez”. Estoy comenzando.

Me disculparán vds. que no me refiera continuamente a las continuas deposiciones del cachorro. Tiempo habrá de contarles los métodos empleados en su correcta educación.
Bueno, empezamos lo que llegará a ser rutina: su ración de bolitas, agua y alguna golosina para ir enseñándole las primeras letras.

Y para mí lo de siempre.

Ya saben vds. que el perrito procede de los Sudetes: ya, tan pequeño, objeto de crueles transacciones. O sea, es un “emigrante ilegal” que ha conseguido, por suerte, el permiso de residencia….¡y con el tiempo la nacionalidad!

                                    

Ya les imagino a vds. haciendo tiempo en el bar del “Battery Park”. Han escogido un viaje fuera de temporada. No les importará el frío esdrújulo…Es la única forma de viajar en familia. Páguele a los niños un cacaolat caliente con Kelloggs (*), a la mujer un té y pímplese vd. un güisqui doble, (nada…dos movimientos bruscos de muñeca…¡no crea que le van a poner un cuartilllo!) que le de ánimo y fuerzas para llevar a la manada a buen puerto. Preparen 24 $ + 24 $ + 12 $ + 12 & = 72 $ y suban al transbordador que les llevará, primero a La “Estatua de la Libertad” (pasen de largo) y, finalmente, a la “Isla de Ellis”, la antigua “Isla de las ostras” o  la futura “Isla de las lágrimas” o “la Deseada”…¡Abríguense bien!

También podían haber ido en autobús y cruzar andando el puente, pero les  ha parecido  más auténtico hacerlo en barco. O a nado, si no llevaran la rémora de la descendencia.

La isla era un islote. Se ganó terreno al mar con los escombros del metro. Ahora es una isla geométrica, un rectángulo con una hendidura en el lado largo que mira a Brooklyn, por donde “entran / salen” los barcos que “llegan / van” “de / a”  Manhattan.

Tal día como hoy (otras fuentes afirman que el 12 de noviembre) el año 1954, la Isla dejó de funcionar como puerto de entrada de emigrantes.  Más de 1/3 de la población estadounidense desciende de gente que entró por Ellis: 12.200.000 personas (¡11.747 el 17 de abril de 1907!).

En el trayecto se acordarán del momento en el que Vito Andolini está a punto de convertirse en “Vito Corleone”. O de “Charlot”. O de Johnny Weissmüller, en “Tarzán”. O de Bela Lugosi, en “Drácula”.

“Lo que yo, George Perec, he venido a preguntarme aquí es lo errante, lo disperso, la diáspora. Ellis Island es para mí el lugar mismo del exilio, es decir el lugar de la ausencia de lugar, el no-lugar, el ninguna parte”…¡Coño…como el Condis!

Inviten a sus hijos a que practiquen la lectura en el “Wall of Honor”…quizás encuentren algún apellido conocido…¡los hay! 
 
     




Verán la estatua de una chica que se protege el sombrero del viento o, simplemente, se lleva la mano a la cabeza ante la contemplación de lo que le espera: Es Annie Moore, del condado de Cork (Irlanda), la primera persona que bajó del primer barco, de los tres autorizados (“El Nevada”…en efecto, caía una nevada conmemorativa) y la primera registrada aquel 1 de enero de 1892, día en que se puso en funcionamiento la estación. En Cork se erigió otra, esta vez se hizo justicia a los dos hermanos que la acompañaban.  Iban tras los rastros del resto de la familia.

Las navieras en feroz competencia por las suculentas ganancias, bajaban precios…de tal manera que un viaje transatlántico se convirtió en asequible…eso sí, las condiciones eran propias de la ganadería preindustrial.

El “jefe” de la Isla se acercó a la niña y le entregó una “conmemorativa” moneda de oro de 10 $. Nunca había tenido un regalo semejante: ¡cumplía quince años! No puede negarse que entró con buen pie. Se estableció en Nueva York (32 de Monroe Street, en el Lower East Side, entre los actuales puentes de Manhattan y el de Brooklyn); se casó con un inmigrante alemán, estibador del Mercado Pesquero de Fulton; tuvo once hijos, de los que murieron un montón y murió por complicaciones cardíacas el 6 de diciembre de 1924. Está enterrada en el cementerio de Calvary (Queens).

El último fue Arne Peterssen, en 1954.

La mecánica era farragosa, a veces humillante, pero, sin duda, mucho más “humana” que el “protocolo” actual, conducente al exterminio. Había cocina-comedor, hospital, dormitorios…¡sólo faltaba la sala de la tele!
Se les hacía un reconocimiento médico, se les pasaba un formulario con 29 preguntas (incluyendo el asegurarse de que estaban en posesión de, por lo menos, 25 $) y, si todo iba bien, se les ofrecía un billete de tren, con descuento, a donde quisieran.

…Y salían como sale el agua de la manguera cuando pones el dedo gordo para regar las plantas de tu jardín…

El 2% se quedó con las ganas. Unos tres mil se suicidaron.

Allí dejaron apellidos, ropas, maletas…y salieron zumbando.

Habrá llegado la hora del bocata. Su esposa habrá preparado unos sándwich con pan de molde (semejantes al que les entregaban al desembarcar). Cómanselos, bien abrigaditos, en el triangulo que sobresale (“Cristian Marchi”) y contemplen la silueta de Manhattan y la “Estatua”. Metan unas monedas en los “telescopios” y dejen que sus hijos se entretengan. 

Y puesto que de fronteras va la cosa, viene a cuento el origen del concepto de “border line”, propuesto en clara referencia a los desafortunados que esperan en el lado malo de la frontera. El darwinismo biológico, con la decisiva ayuda del redescubrimiento de Mendel, de de Vries y  de Weismann, se estableció como paradigma. Los vástagos de Darwin (hijo y sobrino) ampliaron el concepto para que cubriera la “evolución social” (“Darwinismo social”) con claras intenciones “eugenésicas”: eliminar a los “degenerados” con el fin de que su “raza” no se propagara y pusiera en peligro la civilización occidental. Sobre esta voluntad ideológica actuó el “cientifismo” de la época. 

Así que científicos sociales se pusieron mano a la obra para fundamentar sólidamente sus propuestas “genocidas”. 

Henry Goddard (*), director de una institución para niños retrasados mentales, se empleó a fondo en su estudio de la genealogía de “Debora Kallikak”: la causa de su debilidad mental era un escarceo de un antepasado suyo con “una muchacha anónima y débil mental” que, como la Eva bíblica, habría propagado el mal por toda su descendencia. Obsérvese qué fácilmente se daba por satisfecho el “cientifismo” en boga. 

El tal Goddard, metido a psicólogo, estandarizó las pruebas europeas sobre el Cociente Intelectual (C.I.) y recibió permisos para aplicarlas a las avalanchas que llegaban a Ellis Island. El resultado amplió milagrosamente el campo de la “anormalidad”, añadiendo un adjetivo nuevo a la sarta de despropósitos: “idiota”, “imbécil” y “morón” (lo que ahora llamamos “borderline”). De la aplicación de sus pruebas a la población americana se desprendió la sorprendente (para él) conclusión de que entre el 50 y el 80 de la población eran “morones” (del griego antiguo “moró”, necio)…con el peligro que subyacía a tal constatación: Los “idiotas” y los “imbéciles” eran tan evidentes que su reproducción podía fácilmente evitarse. Pero en el caso de los “morones”…tan parecidos a la gente normal, la cosa era más difícil: Ahí radicaba el principal peligro para la “civilización americana”.

De sus “estudios” en Ellis Island concluyó que no menos del 80 % de judíos, italianos, húngaros y rusos presentaban rasgos “morones”…¡no hablemos ya de los negros! 

Y, además, diseñó “consejos de experto”: esterilizaciones, deportaciones, enclaustramientos…
Añadamos a esto las convicciones de Th. Roosevelt y de grandes magnates de la industria, como J.H. Kellogg, el de los “copitos de cereal”, y tendremos la atmósfera adecuada para que respiraran las ideas de estos “científicos sociales”. Diversos estados de USA legislaron y aplicaron la legislación: 70.000 esterilizaciones forzosas.

Tal día como hoy, del año 1874, nació Egas Moniz, Premio Nobel por el descubrimiento y la práctica de la lobotomía así como “de su valor terapéutico en determinadas psicosis.”. De mil amores hubiera echado una manita.

Un paciente tarareaba por los pasillos: “El doctor está lobotizado. ¿Quién lo deslobotizará? Aquél que lo deslobotice, buen deslobotizador será” Y le pegó 8 tiros. Quedó paralítico para los restos.

Cuando vds. se zampen su tentempié, yo me habré comido un bocata como aquellos que nos comíamos en el tren que nos llevaba a Alemania y me habré pimplado una botellita de Jumilla.
Hegel huele, “ensuma”,  pero aún no conoce el olor del chorizo gallego. 

Para contrarrestar la malasombra de los citados “científicos”, observen vds. las fotografías que Lewis Hine hizo de los inmigrantes de Ellis por las mismas fechas y verán lo que es respeto y simpatía por los “nouvinguts”. Fue el primero en usar la fotografía como arma “política”, para documentar la  humanitaria barbarie capitalista. En los años treinta hizo las famosísimas fotos del “Empire State” que todos tenemos en casa (“Men at work”). Murió en la misma pobreza que había fotografiado. El MOMA rechazó el legado. Lo acepto la George Eastman House, donde se conserva.

   

En fin…una forma de utilizar la fotografía que está a punto de pasar a la historia.
 
Tomen el ferry antes de que anochezca. El último es a las cinco. Atiborren a los niños a auténticas hamburguesas americanas, déjenles el mando a distancia y váyanse a cenar a un sitio recogidito. Las cosas habrán cambiado mucho en 40 años, pero prueben, el dinero se les supone, en el “Village”.
Y allí, no tengan prisa, lean los textos que les propongo…continúen en el hotel:

  • ·         Escritos judíos” de Hanna Arend.
  • ·         Ellis Island” de G. Perec.
  • ·         Los emigrados” de Sebald

Mediten sobre la profunda injusticia de la demanda de “asimilación”.  Sobre la situación de profunda y definitiva inseguridad del que emigra: Nunca será suficiente su “integración” y, sin embargo la pérdida de “lo suyo” será irrevocable. 

“Aquella tarde estuve hojeando el álbum una y otra vez, de punta a cabo y viceversa, y desde entonces lo he vuelto a hacer en incontables ocasiones, pues al contemplar las imágenes que contiene sentí realmente, y sigo sintiendo, como si los muertos regresaran o nosotros estuviéramos a punto de irnos con ellos.” (Sebald)

He ahí el “espectro” que recorre Europa. 

“Perdimos nuestro hogar, es decir, la cotidianeidad de la vida familiar. Perdimos nuestra ocupación, es decir, la confianza de ser útiles en este mundo. Perdimos nuestra lengua, es decir, la naturalidad de las reacciones, la simplicidad de los gestos, la sencilla expresión de los sentimientos. Dejamos a nuestros parientes en los guetos polacos y nuestros mejores amigos han sido asesinados en campos de concentración, lo que equivale a la ruptura de nuestras vidas privadas.” (H. Arend)

“Y luego me llevaron a Ellis Island, había mucha gente allí que hablaba, hablaba y hablaba, como este y como ese otro, todos hablan un idioma diferente, pero a mí me hablaron en Inglés.
Guerdia:  ¿Usted no sabe inglés?
La señora G:  No, solamente yes y no.” (G. Perec)

Y todo esto sin contar con que te reciban a balazos y con salvavidas de plomo.

¿Ven vds. como todo empeora?

Cuando decidan acostarse, yo, de madrugada, estaré peleando con Hegel por mi parte de cama: 

--¡Yo estaba antes! 
--¡Pero yo seré más fuerte!

¡Habrá que tratarlo bien!

    





   


jueves, 28 de noviembre de 2013

Propuesta para la tarde de hoy, día 28 de noviembre. Música



Después de las gachas de almorta de ayer, comida de otoño donde las haya, tan rústicas y nostálgicas, haré una incursión en la cocina moderna: “Emperador a la parrilla con su ajo, su perejil y sus gotitas de limón“. Fácil: sólo se necesita, el emperador, el ajo, el perejil,  la parrilla y tiempo….Bueno y que el electricista haya reparado el estropicio…¡Y limones de Murcia!
 
Aún no he acabado de comer cuando ya está aquí toda la orquesta: la radial, la maza, el aspirador, la sierra mecánica, la trepanadora…al carpintero sólo le quedan cuatro tornillos, dice. 

Los dejo solos que se apañen. Cojo el “ipod” y me largo, con el cachorrito, a tomar carajillos al monte.

Hegel lo oye todo, lo ve todo…pero no sabe QUÉ tiene que ver y oír. Le da tanta importancia a una hoja que vuela como a mis manos que lo acarician. Al sonido del viento como a mi voz que lo llama.
Entramos en el local y ocupamos sitio junto al fuego de asar churrascos y alcachofas. Hegel se acerca atraído por el aroma y se retira como un resorte: primera lección. Se acurruca entre mis pies.

--Buenas tardes tabernero! ¡Póngameme vd. un carajillo al 50% !...y un poquito de agua para “Hegel”, mi nuevo compañero.

--¡Hecho!

 “Concierto para piano. Nº 5 en mi bemol mayor” (Opus 73) de Beethoven. Lo oiremos en la versión de Rubinstein (el buen humorado polaco, no el ruso).
 
Se estrenó tal día como hoy, del año 1811, en la sala Gewandhaus de Leipzig. 

Más parece una “Sinfonía para piano” que un concierto. El piano habla y habla, impone su discurso a la orquesta que se rinde a sus pies… ¡como Hegel!

Fue compuesto sobre 1809 (¿) en la época en la que, ya casi sordo, estaba enamorado de Therese, a la que dedicó la “Sonata en Fa sostenido mayor” (opus 78), después seguiría otra Teresa (Malfatti), la Brentano y Amalia Sebald. Mientras lo escribía las tropas napoleónicas habían vuelto a entrar en Viena. Por suerte, el artista estaba sordo… ¡pero no ciego!

En 1815, en pleno Congreso de Viena, empezó el que debería ser el 6º pero no lo acabó…¡y eso que llevaba 60 hojas! El Congreso, además, acabó con su racha de enamoramientos profundamente ideales.

Ya había asimilado el desconcierto de la sordera incipiente y superado el bajón inicial que le llevó a escribir el “Testamento de Heiligenstadt” (1802) en el que se despedía de la vida de una forma asaz romántica. Tuvo que ir despidiéndose, de paso, de la interpretación y, así, de rebote, convertirse en el primer músico de la historia que se alimentó sólo de la composición. Alguna “mecenástica” ayuda…pero  no suficiente: la del archiduque Rodolfo, a quien dedica la obra. Aquel momento marcó el paso a su “estilo heroico”: el de las sinfonías de la 3ª a la 8ª, el de la “Apassionata”, “Claro de luna”, “Fidelio”, “Coriolano”, los tres últimos conciertos… Expresan la lucha heroica del autor contra el destino (¿).

Que se le llame “Emperador” no tiene nada que ver con la admiración por Napoleón, en esos momentos absolutamente ninguna. Tampoco, por un capricho del tiempo, con el hecho de que tal día como hoy…¡hoy mismo! me haya zampado un trozo de “emperador” a la parrilla. Tiene que ver con su valentía triunfal y el espíritu  plenamente afirmativo del primer movimiento…que se contagia al resto. Con su duración, empaque y grandiosidad… ¿o estoy diciendo lo mismo?…

Ya es sabido lo que hizo Beethoven con la dedicatoria de la ”Heroica”. Como Hegel y Horderlin (estrictos contemporáneos) albergó grandes esperanzas en la misión liberalizadora del “Corso”.  Se derrumbaron justo en el momento en el que David daba la última pincelada de la corona imperial. La anotación manuscrita: “¡Victoria!” no se refiere, pues, a las tropas francesas. Él es el héroe. Él, el forjador de la victoria contra el hado que lo tiene cogido por las orejas.

Entre las inquietantes tonalidades “bemolizadas” el “Mi bemol mayor” “tiene algo de sacerdotal”. Las “sostenidas” tienden hacia la luz: el “Mi mayor” roza el Empíreo…su oponente “Si menor”, “la negra tonalidad”, expresa el mal radical que agujerea el alma. Foco de energía negativa. Las modulaciones conducen de una a otra según un itinerario construido por el músico, en un viaje que puede llevarnos al infierno…Al final todo “concierta”. Beethoven era un mago de la modulación…alarga…te deja en suspenso, con el alma en vilo, a la espera de la tónica…con todo el hielo derritiéndose en la ginebra…¡pero llega en el momento oportuno!

El concierto empieza (Allegro) con una colleja importante, sigue una especie de cadenza  de piano y otra colleja, otra cadenza y ¡otra colleja! La siguiente cadenza enlaza con el tutti y da paso al primer y muy afirmativo tema: Taaa  taratataaaa  ta ta ta  Taaa (un poquita más agudo que el primer Taaa)…¡Y sigue! Empezar con un acorde fortísimo ya es algo raro. Modulación. Segundo tema. Modulación. Exposición de los temas por el piano….

Beethoven, de más decirlo, como Goya, rompió de forma drástica con las “reglas  y convenciones (incluidas las sociales) “por amor democrático a la libertad”, no sólo por la sordera. A ambos esta privación les descubrió sus más profundas emociones y la manera de expresarlas. Cuanto más íntimas menos comprendidas. Hubo que esperar algún tiempo para que su “tercer periodo” (estilo tardío) fuera apreciado.

A resaltar que las cadenzas están escritas. No son improvisaciones del intérprete, como se solía. Beethoven rechaza las normas, pero ata cada vez más corto al intérprete. La obra es del compositor: ¡Mía!

La cadenza del último movimiento (“Rondó allegro, ma non troppo”) antes del tutti final, termina con un ritardando inédito, en que piano y timbales tocan hermanados (en la versión de Rubinstein casi no se aprecian los timbales). Sigue al silencio, una furiosa escala a cargo del piano que conducirá a un magno y rotundo final orquestal.

Dicen los especialistas que los “largos” siempre fueron el “talón de Aquiles” de Beethoven. Esto sólo podría mantenerse (¡digo yo!) referido a las dos primeras etapas (estilos). En su tercer estilo encontramos adagios infinitos, ensimismados que, ya, nos hacen recordar a Bruckner (¿) y a Mahler. La función, dicen, de esos adagios nunca estuvo bien definida en el primer y segundo estilo (“heroico”): o bien era puramente convencional, o bien servía de pasarela al rondó final o, incluso, frecuentemente fueron reconvertidos en alegrettos o andantes con motto. Así, el adagio del concierto nº5, suena unido, sin solución de continuidad, con el Allegro final. Sin embargo a mí me parece, una melodía de una belleza autónoma (¿) abiertamente desarmante. Intenten vds. aplicar a este movimiento (y a otros) aquello de los italianos: “Los acompañamientos teutónicos no son la guardia de honor de la melodía, sino su escolta policial” (Stendhal)…Son mucho más, revelan los que la melodía no alcanza a decir; añaden el contexto sin el cual el discurso quedaría en la más débil indecisión.

--¿Le vendría a bien servirme un gintónic? (Es lo que tiene tanta modulación hacia la tónica)

--¡Hecho!

2º.
Ravhmaninov: “Concierto para piano nº 3” 

Tras ser expulsado del conservatorio de San Peterburgo, fue admitido en el conservatorio de Moscú, fundado por Nikolai Rubinstein, hermano de Anton, fundador, a su vez, del conservatorio de San Peterburgo  y nacido tal día como hoy, del año 1829.

El conservatorio de San Peterburgo era visto por el “grupo de los cinco” como una amenaza contra el gusto musical en general y una desviación occidentalista de lo que debiera ser la auténtica música rusa. Nikolai se distanció un poco de aquella orientación, de tal manera que la creación del conservatorio de Moscú no fue tan polémica. Allí estudió Chaikovsky que, por cierto, dedicó su “Concierto para piano nº1” a Nikolai y este lo rechazó. Finalmente fue Hans von Büllov el destinatario.

Así que la primera y decisiva influencia (¡y su ídolo!) de nuestro músico fue el tardo-romanticismo de Chaikovsky…Y ahí quedó anclado. El “modernismo” siempre le fue ajeno: “Me siento como un fantasma…” Y como una especie de “supervivencia” fue considerado, lejos de las innovaciones del primer Stravinsky, que llevarán al extremo las potencialidades de la música rusa y ajeno, por supuesto, a las derivaciones de la “tercera escuela de Viena”.

A aquella influencia se le unió la nostalgia por su patria rusa que abandonó en el 17. De tal manera que su música, aunque enraizada en los cánones de la gran tradición alemana, siempre suena rusa: ecos litúrgicos, campanas…

Toda su obra, hasta el 17, fue compuesta en la finca de sus nobles tíos, (y después suya, al casarse con su prima hermana,) en Ivanovka, unos 500 Kms. al sureste de Moscú. Con la revolución, los campesinos la invadieron y dejaron hecha otra ruina: taladradora, mazo, sierra mecánica, radial, martillo…Naturalmente tuvieron que irse: París, Nueva York…una temporada en Francia, Suiza y nuevamente Estados Unidos, para morir. Tuvo que ganarse la vida principalmente como intérprete. 


Prokoviev, volvió a Rusia, en buena medida, por que Rachmaninov le quitaba el aire. Le cerraba el paso. En cierta ocasión Rachmaninov quiso ayudar al necesitado Nabokov con un paquete de ropa usada. El escritor, hijo de un padre de quien se decía que mandaba a lavar sus calzoncillos a Inglaterra, la devolvió: había sido confeccionada “en el periodo del Preludio”.

“Mi Tercer Concierto fue escrito especialmente para Estados Unidos y debía tocarlo por primera vez en Nueva York bajo la dirección de Walter Damrosh... Inmediatamente después lo repetí en Nueva York, pero bajo la batuta de Gustav Mahler. En aquella época, Mahler era el único director a quien consideraba merecedor de ser puesto a la misma altura que Nikisch. Tocó directamente mi corazón de compositor consagrándose a mi concierto hasta que el acompañamiento, que es bastante complicado, estuviera ensayado hasta el punto de la perfección.(…) Según Mahler, cada detalle de la partitura era importante, una actitud que desafortunadamente es rara entre los directores.

(…) Tocábamos y tocábamos. Hacía rato que había pasado la media hora, pero Mahler no le prestaba la más mínima atención a este hecho... Cuarenta y cinco minutos más tarde, Mahler anunció: "Ahora repetiremos el primer movimiento." Mi corazón se congeló. Esperé (…) una acalorada protesta de parte de la orquesta. Esto ciertamente hubiera ocurrido en cualquier otra orquesta, pero aquí no noté ni una señal de disgusto. Los músicos tocaron el primer movimiento con una dedicación entusiasta o incluso aun más precisa que la vez anterior. Fui hasta el atril del director y juntos examinamos la partitura. Los músicos de los últimos asientos empezaron tranquilamente a guardar sus instrumentos y a desaparecer. Mahler explotó:

-- ¡Qué significa esto!
-- Es más de la una y media, Maestro.
-- ¡Mientras yo esté aquí sentado ningún músico tiene derecho a levantarse!”

¡¡ahí está mi Mahler!!

Fue estrenado tal día como hoy, del año 1909 (un año exacto después de la composición del “Emperador”) en el New Theater de New York. Y pudo cumplir su más intenso deseo: comprarse un coche para pasear por las infinitas llanuras de Ivanovka. 

 Y compuesto en 1909, mientras Blok (nacido tal día como hoy, del año 1880) escribía sus versos “italianos” y cimentaba su fama universal. La Gran Guerra le obligaría a abandonar, un poco, su misticismo simbolista y la revolución a replantearse muchas cosas. Por suerte (¡¡) murió en el 21antes de que el previsible enfrentamiento con los bolcheviques se produjera.

--Puede saberse que escucha con tanta pasión, caballero.

--Naturalmente: “El concierto para piano y orquesta nº 3” de Rachmaninov.

--Ese de la “cadenza” tan difícil.

--Exacto, buen hombre.

--Yo, dentro de mi ignorancia general y no cuestionada, y teniendo en cuenta que mis gustos musicales se inclinan más hacia la música barroca, de ese concierto me gusta especialmente la sencilla melodía que abre el concierto…¡suena tan ruso!...Dicen que se inspiró en un canto litúrgico que se cantaba en la Iglesia de la Cruz, en Kiev. Y además, ¡esos violines tan apremiantes por lo bajini…!

--Él mismo negó esta fuente de inspiración.

--Pero ya sabe vd. que las influencias inconscientes también cuentan.

--¿Y qué me dice del “Adagio”?

--¿Qué voy a decirle?...Me choca que en un concierto para piano no lo introduzca hasta pasados dos minutos. Bien es verdad que en el primer movimiento no para.

--¡Y cómo cierra el movimiento volviendo al inicio!

--¡Y cómo modula del “Fa sostenido menor” al “re bemol mayor”!

--¡Y cómo “attaca súbito” el finale!

--Como en  el “Emperador” del Gran Mogol. En fin, caballero, siga con su audición que yo voy a dar la vuelta a los churrascos. Tómese otra copita que paga la casa.

--Gracias, mesonero. Póngame, pues, un vodka. Me gusta variar. En la bebida detesto la rutina.

--En la variedad está el gusto, caballero.

Hegel pelea con los cordones de los zapatos, sucios animales alargados. Los muerde y quiere estrangularlos con negaciones bruscas de cabeza, negándoles el derecho a la existencia. ¡¡Hegel!!  ¡¡No!!  Me mira y no entiende mi amistad con seres inmundos.

Él: Perdone que interrumpa su concentrada audición, pero me surgen aquellos versos de Blok que vienen al pelo:

“Somos los olvidados, solitarios sobre la tierra,
a hurtadillas nos sentamos cerca del calor.”

Yo:  O aquellos otros:

 “Y el vino ya ha enturbiado mi mirada,
 Y por las venas ya se ha desbordado (…)”

Él:  ¿Y qué me dice de éstos?:

“Y lejos, por barrancos empinados,
 Arroyos cantan, flor lucen almendros,
 Y por encima de un abierto sarcófago
Un ángel sepulcral vislumbra el cielo.”

--Debería vd. dedicarse a conferenciar, estimado bodeguero.

--Soy un hostelero rural y lo seguiré siendo. Lo llevo en la sangre. Las noches de invierno son largas y el dinero no circula; ese es el motivo por el que mis afanes han tomado un derrotero inesperado, incluso para mí. En otras circunstancias me bastaría con los churrascos y las alcachofas. Pero no hay mal que por bien no venga.

--Y dios “borronea” las líneas rectas donde los humanos escriben …

--¿??????

Buenas noches.

La cama, inacabada…¡a lo Shubert!...¡Otro día en el suelo!

  










































RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...