(Los
asteriscos * remiten a razones efemerísticas)
Si
alguna tarde les da por pasear su melancolía por Saint Germain
(París, naturalmente), deténganse ante el 202. Eleven la vista.
¿Ven los ventanucos que miran asombrados? ¿Los ven? Bueno, pues en
un de esas buhardillas habitaba Apollinaire desde 1913. Y allí murió
tal día como hoy del año 1918.
"Pero
Guillaume
APOLLINAIRE
acaba
de
morir"
(Breton
a Aragon)
"El
poeta asesinado", que había sobrevivido a un obús, hacía
días que se encontraba mal. Una fiebre infernal lo consumía. Sus
amigos iban y venían, menos Max Jacob, que no se movió de su lado.
Se llamó al prestigioso dr. Capmas, quien no puedo hacer más que
diagnosticar: Gripe española, procedente
de USA. Mató más que la metralla y más indiscriminadamente.
En
los bajos del edificio está el Café-Brasserie Le Bizuth.
Pídanse un cóctel
"Apolinaire"
(sic) y pidan a continuación una bacinilla para vomitar: vodka, zumo
de fresa, licor de fresa, zumo de limón y champagne. Comprueben
que sean las cinco en punto de la tarde.
La
cosa empezó
en
Montmartre... Picasso llevó a Max Jacob
al Bar Austin Fox,
en la Amsterdamm, con el fin de presentarle al poeta
de nuestro tiempo. Y
alli estaba el,
por el momento apátrida,
Kostrowitz
(Guillaume). Les tendió su mullida manita y pasó a relatarles
aventuras de Fantomas, confidencias sobre Nerón y Petronio, les
habló de Búfalo Bill y, sin duda, les citó la segunda catilinaria*
de Cicerón. Picasso pagó las consumiciones con resignación....
Y acabó,
como saben, en la Rive
Gauche. Entre
estos dos escenarios, toda una acumulación de prodigios... y en
todos estuvo presente el polaco-romano-francés
que, en ese momento entregaba, caligramáticamente
fastidiado,
su alma (?): ¡No
quiero morirme!,
decía; ¡Aún
no! ¡Tengo
mucho que decir! (y
calló
para siempre).
No te quejes, gordinflón, ¡mira cómo quedó la pobre Marie Jane
Kelly *!: Le
robaron
el
corazón...
y ¡hasta
sus
últimas palabras! Por
lo demás, ¡TÚ elegiste voluntariamente la guerra!
lean la entrada 31 de agosto http://kinomoriarti.blogspot.com.es/2013_08_31_archive.html
Cubierto
con la tricolor fue conducido a la cercana iglesia de Santo Tomás de
Aquino y, hecho lo que tuviere que hacerse, conducido al Père
Lachaise. Le fueron rendidos honores militares y poéticos, mientras
la multitud festejaba el armisticio victorioso al grito de "Mort
á Guillaume!!". El "encantador putrefacto" lo
atribuyó al éxito universal de sus "Once mil vergas"
y de "Las mamellas de Tiresias", sin caer en la
cuenta de que el Káiser era su tocayo y que la guerra habia
terminado.. El pájaro de Benin y Tristouse Ballerinette
le construyen una estatua de vacío en los bosques de Meudon. Su
muerte cerró una época; la nueva se había abierto con la muerte de
Cravan y la inmediata de Vaché. "Los tres mosqueteros"
esperaban a Tzara.
En
estos momentos el último rayito de sol, el verde (que diría
el otro), chocará contra la cristalera y rebotará en la
vergonzosa copa del cóctail. ¿O ha sido al revés? Un inaudible
sonido cristalino dará siete vueltas a la mesa y se disolverá
euridicianamente. No puede medirse el tiempo que tarda el rayo de sol
de ir de la cristalera a la copa (o al revés), sin embargo, creemos
que algo ha sido antes y algo después. Galileo lo
intentó en las colinas de Florencia. Tampoco pudo, y concluyó que
la velocidad de la luz era infinita. Y, tras él, todos lo
creyeron... hasta el 9 de noviembre del año 1676.
Cassini
(italo-francés), fue un especialista en Júpiter y sus lunas,
descubiertas por Galileo. Nada ocurría por allí sin el conocimiento
(¡cuando no el permiso!) de Cassini. Algo había, sin embargo, que
le consumía: el caprichoso comportamiento de la joven y torturada
Io. No era capricho, era errancia...impuesta por
la necesidad. Mandó emisarios a Uraniborg con la esperanza de
recuperar los instrumentos y estudios de Brahe. Sólo encontraron
ruinas atravesadas por la humedad de los estrechos .... y un joven
prodigio: Roemer.
Bueno,
en realidad, yo soy un científico. La Astronomía, así en general,
y la física de partículas (en particular), son mis verdaderas
pasiones. No le hago ascos a la biología, ni a la geología y la
neurociencia es otro campo en el que me muevo con atrevimiento. Por
ese motivo, porque soy un científico, he venido a París, hoy
domingo 9 de noviembre del año 2014, acompañado por mi mujer;
hemos tomado una habitación (180 del ala) en el Austin-Fox y, tras
sincronizar nuestros relojes, le he dado instrucciones claras y
concretas (y una linterna): "A las 17'30 deberás encender la
linterna en la segunda planta de la Tour Eiffel... ¡y
enfocar hacia Notre Dame! Yo estaré en el Pont des
Arts."
Dejo la bacinilla llena y el ojo izquierdo, y corro
hacia el puente. A las 17'30 en punto veo la luz (de la linterna).
Conclusión: la luz se transmite de forma instantánea. Ven qué
fácil. Pero...¿Qué pensarían Vds. si la luz hubiera sido vista
por mí a las 17'33? Podrían responder que nunca se ha dado ese
caso. Entonces yo les contestaría explicando el "caso
Cassini".
Vuelvo
adonde la bacinilla y espero a mi mujer para comentar el resultado
del experimento y acabar de quedarme ciego. Llega mi mujer y pregunta
si lo ha hecho bien. Pedimos la merienda-cena: una ensalada para ella
y un plato de caracoles para mí. Vino a discreción para los dos. El
camarero, desde la puerta de la cocina, amenaza con estrangularme
cuando me pille solo.
Cassini,
como todos, estaba convencido de la velocidad infinita de la luz. Sin
embargo, en el caso e Io las observaciones nunca coincidían
con las previsiones teóricas: O aparecía un poco antes o un poco
después. Con el fin de no alterar el postulado fundamental, se
propusieron hipótesis ad hoc. Roemer, el genio venido de
Dinamarca, supuso, en un estupendo giro copernicano, que la velocidad
de la luz era finita, así que tardaría más en llegar a la Tierra
si esta se encontraba más lejos de Jupiter y para contrastar la
hipótesis y solucionar de una vez la errancia de Io,
propone un experimento crucial que se llevaría a cabo tal día
como hoy del año 1676.
Según
los cálculos de Cassini, la luz de Io tendría que llegar a
las 17'30 en punto. Dieron las 17'35 y la luz no había llegado. Pasó
otro minuto...¡y nada! 49 segundos después de las 17'37 pudo verse
el resplandor de la atormentada Io. Así lo había predicho
Roemer, bueno más o menos. En lo esencial la razón cayó de parte
del danés. Quedó demostrado que la velocidad de la luz era
altíiiisima, pero finita: 300.000 Kms. Por segundo, kilómetro más
o kilómetro menos.
Las
consecuencias de este descubrimiento fueron cruciales y, según me ha
contado mi mujer, que en este momento se lleva un brote de canónigo
a la boca, llegado a ese límite, cualquier intento por incrementar
la velocidad (aumentando la energía) revierte en
aumento de la masa. Eso es algo que, claro, Roemer no sabía.
Hizo falta que Faraday uniese al campo de la "energía"
(electricidad y magnetismo) y que Lavoisier hiciera otro tanto con la
"masa" para que Einstein hiciera saltar todo por los
aires unificando "energía" y "masa" mediante un
factor de conversión, que no era otro que la cifra calculada por
Roemer y que, por respeto a la antigüedad, llamó "celeritas"
(c). Así, rotos los principios de conservación de la energía
y de la masa, por separado, quedó establecida la conservación
del continuo energía-masa. ¿Qué les parece? O sea que la
energía se convierte en materia y la materia
en energía, según la famosa ecuación de Einstein.
Cuando
nos levantamos de la mesa, ya sin ojos (y con un riñón menos), un
cliente, a quien parece que la energía se le va convirtiendo en
masa, ocupa la mesa con premura. Si fuera martes, tomaríamos el
(pen)último alcohol en el Flore.
No
crean que me olvido: he votado Sí Sí...
aunque lo haya hecho por mi querencia hacia el Imperio
Austrohúngaro... ¡y qué!