Buscar este blog

lunes, 19 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, día 19 de agosto. “Eva del futuro”. “Pamela” Groucho.



(Los asteriscos (*) remiten a “razones efemerísticas”)

¡Galicia!

Parece que el intento de “literatura objetiva” de ayer no ha alcanzado su objetivo. Y parece que hoy tampoco será un día fausto: Basta ver la ría seca. ¿Dónde está el agua? ¿No se reflejaba ayer la luna en las aguas? ¿Estoy sumido (atrapado, diría) en un relato de L’isle Adams (*)?

La casa a la luz del día resulta un poco inquietante. Demasiada escalera. Demasiado recoveco. Demasiados objetos en demasiadas alacenas. Demasiado silencio. Demasiada huella. De comida: nada. De butano: nada. Sólo un “infernillo” (¿) como símbolo de lo que debe ser el verdadero infierno, aquél del  fuego y “crepitar de dientes”…

Mi ausente anfitrión ha tenido a bien dejarme un poco de café y una Melita…Y, naturalmente, “el Afilador”. Pero… ¡se ha olvidado de los filtros!  Una hoja de “La Voz de Galicia” del 5 de marzo del 2011 me hará la función: “Alberto Granado, el amigo y compañero del guerrillero Ernesto Che Guevara en su viaje de juventud en motocicleta por Sudamérica, falleció este sábado en La Habana a la edad de 88 años, informaron a Efe sus familiares”.




 Miren vds. lo que son las cosas y la sabiduría de la “razón efemerística”: Precisamente tal día como hoy, del año 1951, nacía Gustavo Santaolalla. ¿No les suena? Puso música a: “21 gramos”, a “Amores perros” y a “Diarios de motocicleta”. Les juro que la hoja-filtro era exactamente esa.

El comienzo, al menos, está solucionado. Además he descubierto una caja llena de botellas de aguardiente. ¿Quién lo iba a sospechar? Les propongo un certamen (¡con premios!): Se trata de comparar la “Pamela  de Richardson (*), que instruye deleitando (o viceversa), con la ferruginosa “Hadaly” (la “ginoide”) de “La Eva futura” de L’ Isle Adams (y diseñada por el mismo T.A.Edison). Entre sus méritos: primera aparición del término “androide”. Así como Capeck con “robot” (“que trabaja duro, casi esclavizado”).
O bien, si su anhelo no puede contenerse en esos estrechos límites: una comparación entre el amor que se interna en lo romántico, y el amor decididamente solipsista (por no decir otra cosa).
O bien, si sus aspiraciones son máximas: Ilustrar (y poner en claro) el concepto de “lo mental” de Ryle,  (*)  ayudándose de los dos paradigmas citados.


















Los premios serían:
1º.  Tres botellas de “El Afilador”.
Accésit 1º: dos botellas de “El Afilador”.
Accésit 2º: una botella de “El Afilador
Todos los participantes tendrán derecho a una degustación (¡pequeña!) de tan preciado (aquí) aguardiente. Acabadas las existencias, periclitará el derecho.

Mientras vds. se afanan, dedicaré el día a los Hermanos Marx (Groucho *). He de decirles, con riesgo de no ser creído, que llevo, siempre, todas sus películas en un pen-drive de 32 GB.

Alguien me llama (a chillidos…por Chillida (*), ¿me siguen?).

En estas aldeas la gente es muy servicial (¡qué les voy a decir!) y está atenta a todas las necesidades que puedan sobrevenir en la casa del vecino. Qué ¿cómo se enteran? Ni idea. Pero se enteran (de todo). Así que Xosé me ha traído una olla de “cachelos con lacón y grelos” (no sean paletos vds. y no confundan los “grelos” con las “nabizas”). Me advierte que son en conserva, del invierno pasado… que si fueran frescos ¡ya vería! Se lo agradezco con un chupito de “El Afilador”. Él prefiere un “café con gota”.



 La conversación empieza con el tema que me obsesiona.

–Mire Vd., estimado Kino, esto de las aguas, su vaivén, me refiero; este no saber si van o vienen…es algo muy nuestro. No es fácil para un forastero aprehender esta indecisión decidida.

–¡Entiendo!

–¿¿

–No, que digo que entiendo que sea difícil entender…etc…etc. Es algo así como el universo. El muy divertido Gamow (*) dedujo su expansión a partir del “Big Bang”. Y predijo la temperatura que debería tener la radiación cósmica, en el supuesto de esa gran “explosión”. ¡Y acertó! Pero, amigo mío, ¿seguirá expandiéndose eternamente o iniciará, en un momento determinado, el regreso al seno caliente de la nada cuántica?

–Quizá, mi estimado contertulio, se mantenga en un equilibrio definitivo. Son tres las posibilidades que se derivan de las ecuaciones de Riemann.

–¿Y vuelta a empezar…como con la ría?

–Bien pudiera ser. Un incesante ir y venir de la Nada al Todo y del Todo a la Nada.

–¡Bárbaro, eh Xosé?

–¡Bárbaro!

–Y…esto…los grelos, ¿dice vd. que son congelados?

–Nada de eso. Fueron puestos en conserva por mi santa, allá por los Carnavales. Espero que le gusten.

–Y digo yo… ¿de qué podrá depender el comportamiento del universo? ¿Qué podría hacerlo decidir por una opción u otra? Me gustarán mucho, seguro.

–Perdone, pero es vd. un alma de cántaro… ¿de qué va a ser? de la relación entre la masa total del universo y la fuerza centrífuga inicial, de la “explosión”, quiero decir.



Y así, de esta forma tan amena (e inesperada) pasa la mañana. Nos liquidamos una botella del “Afilador”, gota a gota: Afilando el corazón y la lengua y acortando la  inteligencia.
Aprovechando la preciosa oportunidad que nos brinda el santoral católico, nos volcamos apasionadamente en la biografía de San Expedito, un santo que, de forma expeditiva fue borrado del listado de santos y beatos por “a-historicidad”. Una verdadera desgracia, ya que era el único patrono de las causas legales demasiado prolongadas (y, ex equo, de las imposibles). Así que mis diferencias con la comunidad de vecinos (¡no digo más!) se eternizarán. Las causas imposibles, por paradójico que sea, tienen otros santos patronos: Santa Rita y San Judas Tadeo.

En Roma, tal día como hoy, del año 293 antes de nuestra era, se celebraban las “vinalia rústica”. Todo el pueblo (¡pero todo!) rogaba por la bondad de los caldos que ya estaban a punto de ser extraídos. Había otras vinalias más interesantes. Esta era la más seria. Dedicada a Júpiter, aunque rápidamente se incorporó a Venus, como no podía ser de otra manera. El día empezaba “fausto  y terminaba “infausto” a causa, precisamente, de la explosiva combinación de los santos patronos. En esto pensaba yo, cuando:

–Es vd. un libro abierto. Octaviano, después César Augusto, a quien tenemos en mucha estima en la ría do Barqueiro, se pensó emparentado con el mismo Júpiter y sentía verdadera veneración por Venus, en su faceta de dadora de fertilidad. Murió tal día como hoy, del año 14.

–¡Dios (¿) lo tenga en su gloria.

La conversación se vuelve “rizomática”. Que si Gorbachov (*) fue retenido en Foros. Que si Yeltsin era un beodo desconsiderado. Que si aquello fue una verdadera desgracia…que si esto, que si lo otro. Que si cuando era joven (Xosé) le gustaba Jethro Tull (*) y Deep Purpre (*), que su verdadera vocación era la música, pero que por culpa de un campo de grelos tuvo que abandonarla, que si Nanno Moreti (*)... En fin la conversación se expande y no tiene visos de comportarse según la tercera “hipótesis” de Riemann. Cae la segunda botella del “Afilador”… ¡Y nosotros con ella!

Cuando me despierto, el dinosaurio YA no está. Me zampo un plato de caldo gallego y a cuatro patas salgo a orearme: ¡es de noche! Me tumbo sobre la hierba contemplando el loco vaivén de las aguas. Sólo se oyen los “cri cri” de los grillos  y un lejanísimo crepitar de dientes (de la carcoma).





domingo, 18 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, día 18 de agosto. Lorca. Woodstock. Lolita. Robbe Grillet






“Cuando se hundieron las formas puras
Bajo el cri cri de las margaritas
Comprendí que me habían asesinado.
Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias.
Abrieron los toneles y los armarios.
Destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
Ya no me encontraron
¿No me encontraron?
No. No me encontraron.
Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba
Y que el mar recordó ¡de pronto!
Los nombres de todos sus ahogados.”

(F.G.Lorca: “Poeta en Nueva York”)

Estoy cruzando Los Monegros. En coche. Mis ángeles custodios también merecen unas vacaciones. Estarán en las orillas del Arno refrescándose. Su presencia purifica las aguas infectas.



 A derecha e izquierda, desierto: como alma de recién nacido, en la que aún no ha brotado nada. O la de un “alzheimérico”, en la que ya se ha borrado todo. En todo caso: un paisaje de alma. Si quieren vds. como la superficialidad vacía de una novela de Robbe Grillet (*). Ha sido una muy buena idea lo de la neverita portátil. Dos cervezas por cada cien kilómetros. Dentro de dos cervezas estaré en Nájera. Ya me relamo pensando en las orejas fritas. Esta afición a los “desperdicios” del cerdo ha sido algo sobrevenido. Me acosté despreciando “els peus de porc” y demás y a la mañana siguiente, como inspirado por el Espiritu (oso) Santo, no paré quieto hasta que no llené la parrilla de orejas, rabos y “peus”. El significado profundo de tan radical cambio de gusto se me escapa. Tampoco descarto que sea un medio para algo, que de momento me es desconocido. Los caminos de dios son imprevisibles y también inescrutables.

En el I-pod: “Woodstock”.



Sabrán vds. que tal día, del año 1969, mientras el huracán Camila azotada el estado de Misisipi y yo servía copas en una “discoteca” de Mazarrón entre plantas de higos chumbos y escorpiones, concluía en Woodstock (Nueva York) el festival de rock más importante de todos los tiempos. Hace como dos horas que Jimmy Hendrix habría acabado  la canción que cerraba el evento: “Hey Joe”: “Adónde vas con esa arma en la mano?...Voy a dispararle a mi mujer!...” Otra bonita canción para inaugurar un congreso feminista. Y hablando de feminismo y tal, me viene a las mientes que tal día como hoy, del año 1958, se publicó “Lolita”: Suicido (¿), asesinato, muerte en la cárcel y feliz alumbramiento. Una Moritz. Humbert Humbert (E. A. Poe) Anabel (E.A. Poe) y “Lo”: mortífero triángulo escaleno. La obra toca un asunto no tan perverso como parece…pero, en fin, no seré yo (aquí) quien se meta en camisa de once varas. Un mérito incuestionable: Ha establecido el uso y el significado de “lolita” para referirse como vds. saben a una “ninfa”.



 Les ahorro la descripción de la comida (aunque ya tienen una idea general) y la lista de aguardientes engullidos. Voy a Galicia, a O Barqueiro, en la costa de Lugo. Una casa perdida entre eucaliptos y grelos. Al pie de la ría. Y como nada ni nadie me lo impide y la luna está casi llena, decido hacerlo de un tirón. Repongo en Burgos. En Astorga (centro comarcal de la Maragatería, “seca pobre y fría, comercia con animales”), por gusto efemerídico, consigo unas mantecadas. Sé que no es el momento; como tampoco lo es del cocido maragato…pero ¿qué quieren? Mi afán (y sed) de conocimiento me empuja. Fueron creadas en el convento de Sancti Espiritu(oso). Por suerte llevo la neverita. Ponferrada y la Ponferradina, que siempre me jode la quiniela. Y de madrugada en la ría.



Junto a la puerta hay una pieza de hierro (no puedo decir más…porque no lo sé. Tampoco sé si es una pieza de algo o es un Todo.) y debajo está la llave, medieval. Dos vueltas a la derecha. Empujo. Los pernios rugen. Tanteo con la mano derecha la pared de la derecha (¡natural!) hasta que doy con el interruptor. Es una cocina de unos 3 x 5 metros. Enfrentada a la puerta de entrada una escalera asciende (si estás arriba, baja). La escalera se proyecta unos 60 centímetros en el interior de la cocina. Esos 60 centímetros, hasta la pared de la derecha, en la que se abre un ventanuco, acogen la cocina y debajo de la ventana está el fregadero. La bombilla, sin protección, parece una luna de pacotilla. Doy un paso al frente y tres a la derecha. Estoy en el centro del espacio. Sobre la mesa dos moscas, con las patas hacia arriba, parecen dormir…pero en realidad están muertas. Lo he comprobado (aunque no hacía falta comprobarlo, pues las moscas duermen de lado). Paso el índice de la mano izquierda (¡que intervenga también la zurda!) alrededor de los cadáveres y dibujo en el polvo de semanas unos círculos alrededor de los cadáveres. Recaigo en que la ventana está defendida con una celosía” (*). Abro el grifo y suena como si Gargantúa hiciera gárgaras. Cierro el grifo. Abro la nevera: absolutamente nada. Como Los Monegros después de una nevada. Separo una silla 68 centímetros de la mesa y me siento. Saco el tabaco, el papel de fumar, los filtros, las cerillas… (¿falta algo?). Saco un papelillo. Lo aseguro entre el pulgar, el índice y el corazón de la mano izquierda. Despliego el saco de tabaco y con los homónimos de la mano derecha, pellizco un poco de tabaco que deposito sobre el papel. He olvidado el filtro. Es un filtro fino, de 5’2 mm. Dejo el papelillo y su contenido sobre la mesa, saco un filtro del tubo de celofán en el que está embutido y lo coloco cuidadosamente en el extremo derecho del cilindro. Los índices y los pulgares dan forma a lo que, una vez conformado, podrá llamarse “cigarrillo”. Me lo llevo a los labios. Y, en fin, me fumo el cigarrillo y me pimplo un vasito de “El Afilador”, un orujo que acabo de localizar en la alacena de las bebidas (de los líquidos, hablando con propiedad). Me relleno el vaso y salgo a inspeccionar. La luna se refleja en las aguas de la ría. Se oyen grillos...cri...cri... y me ha parecido ver una luciérnaga (o quizás sean chiribitas).


    




Un Lorazepán…¡y a dormir! Mañana será otro día (espero).

Las moscas, muertas, siguen dentro de los círculos.












jueves, 15 de agosto de 2013

Propuesta para hoy, 15 de agosto. Blanquet, merecedor, sin duda, de mucho más.

Este Blanquet era un profeta más grande que Abacuc. Presintió, la muerte de Joselito (de la extensa familia de los Gallos), la de Granero y, de forma indirecta, la suya propia (envidioso de la futura elegía lorquiana). 

 De nada sirvió que el gran Blanquet advirtiera a su jefe del tremendo olor a cera derretida que emanaba del patio de cuadrillas. El peón era infalible. Cuando olía a cera ardiente, la desgracia sobrevolaba, como el águila de Pedro. Joselito hizo caso omiso y, muerto el primero de la tarde, miró burlón a su subalterno, ¿lo ves, tonto?, le dijo. Bailador miraba por una rendija del cajón y arañaba el suelo con picardía.

Granero, ese príncipe de los toreros (al decir de la Stein), actuó con la misma ligereza y fatuidad con que lo hizo Joselito ante las advertencias telúricas de su paisano Blanquet. Y es que cuando el gran Blanquet percibía, saliendo de las profundidades de la tierra, un olor a chamusquina, era señal incontestable de la presencia de la muerte. ¡Me echaste mal de ojo! fueron sus últimas palabras. Otros afirman que fueron: ¡Perdonen que no me levante! Al toro no le dio mucha pena (perdonen  ustedes la gracia).

Era algo así como el cuadro del joven Picasso  a la muerte de su amigo Casagemas.


Tampoco se lo creyó Sánchez Mejías pero Blanquet nunca se equivocaba con la chamusquina. Era el día de la Virgen de Agosto del año 26. Sevilla. Sánchez Mejías y Blanquet han conseguido acabar la corrida sin percances. Blanquet había abandonado los cosos tras la muerte de su paisano Granero, y anonadado por su don profético.

No pudo, sin embargo, decir que no al gran Sánchez Mejías, después de que éste prometiera tener en cuenta el mal fario.  Así que consiguieron acabar ilesos la corrida. Blanquet no salía de su asombro. ¿Entonces?... ¿ese olor a cera frita…? El maestro echó los bártulos al coche y se dirigió a Valdepeñas. Belmonte y el Gallo se dirigieron a donde tuvieran que dirigirse. El ayudante se dirigió a la estación de la Plaza de Armas, a coger el expreso para Valdepeñas; su don profético había desaparecido y sintió que un gran peso abandonaba su alma. Y también pensó (como Alban Berg el 23 de diciembre) que ese sería un gran día; un infarto, (nada pudo hacer el otro Sánchez Mejías, Aurelio) puso las cosas en su sitio (Alban Berg moría el 24 de diciembre). Cuando llegó a la casa de socorro de Triana ya estaba muerto.

Sánchez Mejías dijo, después: “Me pareció sentir un olor a chamusquina al subir Despeñaperros”. Blanquet, que ya había oficiado con Machaquito, pensó, entre la vida y la muerte, que Valdepeñas era la gota que colmaba el vaso.

 

 

 

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...