Buscar este blog

martes, 5 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 5 de noviembre. T. Shandy. J. Berger. Utrillo.



“El 5 de noviembre de 1718, fecha que para el caso era tan cercana, a los nueve meses naturales, como mi padre podía razonablemente esperar, aparecía yo, el caballero Tristram Shandy, (¡Oh, melancolía bisílaba de la voz!) en este nuestro ruin y desastroso mundo. Yo hubiera preferido nacer en la luna o en cualquiera de los planetas (salvo Jupiter o Saturno….)

 



                        
Fue “Questio disputata” la conveniencia (y validez) del bautizo del no-nato que presentara dificultades para su salida a este mundo. ¿Sería necesario que mostrara una parte de su cuerpo? ¿Podría cristianarse estando totalmente sumido en el vientre de la madre.

Santo Tomás era de la opinión de que, al ser el bautizo un (re)nacimiento a la gracia, debía ser necesario que el niño YA hubiera nacido. Otros, con menos autoridad…pero más implacables, se inclinaban por la conveniencia de un bautizo intra-uterino…aunque, eso sí, el no-nacido debía de mostrar una férrea decisión mundana…dejaban, sin embargo la última decisión al Santísimo Padre.

Eso era un bautizo “por jeringuilla”, dado que con ese instrumento se le inoculaba la “gracia”, necesaria para que el tal no deambulara eternamente por infernales guarderías o por límbicos jardines de infancia.

Tristram Shandy fue bautizado de ese modo…aunque ¡quién sabe!

El bautizo tiene su qué…¡desde Pelagio!... ¿Es válido un bautizo oficiado por manos impuras o la eficacia es “per se”? Dado que las palabras que deben se pronunciadas están bien establecidas…¿es válido otorgado por un “gangoso”: “en el nogbre deg padre deg hijo y del egpiritu santo?”…

Todas estas cuestiones y otras de similar o superior trascendencia están planteadas sin renuencia (y algunas incluso resueltas) en este libro de clara ascendencia rabelesiana y cevantina.

Aceite y sal, contra la corrupción, son los ingredientes de un bautizo en toda regla… ¡Yo añado orégano!...y bautizo el día mediterráneamente.

Si Voltaire hace de “Candide” una víctima del sistema de Leibniz, L. Sterne utiliza la filosofía de Locke como guía de sus desvaríos. Y establece, sobre esa base, la digresión y el excurso como género literario: Lo inconcluso como propuesta definitiva… ¡de familia le viene al galgo!

Cuando Gila nació su madre no estaba en casa…así que tuvo que arreglárselas solo. Tristram, nace en el tercer libro, después de testificar con pelos y señales los antecedentes y circunstancias de su nacimiento: ¡Estaba antes de nacer!

Sterne, pulveriza las historias e intercala los restos de la manera que le parece…Estén seguros, sin embargo, de que todo encajará: de tal manera que el tío Toby puede fosilizarse antes de acabar la “fortificación” de Namur… pues el relato ha tomado las de Villadiego.

Sin embargo no pimplan ni una sola vez…¡vds. me corrigirán!

Para equilibrar la cosa, me soplo un carajillo de Terry, con remolque..y enchufo el esputofai (razones efemerídicas):

·         Herman’s hermits: “No milk today” (¡¡)

·    Peter Hamil y “Van deer Grat Generator”…No me hagan explicar ahora la diferencia entre el Generador Van deer Graft y la cubeta de Faraday.

·         Bryan Adams (Ortiz): aquella de “have you ever…no sé qué más”…por Konchalovsky.

·         Leonardo Favio: todo lo que encontremos.

El lejano verano del 71 lo pasé en Alemania (Nienburg); en una fábrica de marcos (¡de ventana!) de maderas de calidad…la verdad es que no creo que YO les saliera rentable. No sólo por mi trabajo, sino, sobre todo, porque el dueño de la empresa, casado con una cartagenera, me dejó, amablemente, una casa preciosa en medio de un campo de patatas y se la devolví hecha una ruina. Pues bien…sólo tenía una cinta de casete: “Grandes éxitos de Leonardo Fabio” (¿Favio?). No sé ni cómo fue a parar a mi aparato ni cómo desapareció. Estuvo conmigo ese verano y se desvaneció (¿euridicianamente?)…”Fuiste mía un verano…solamente un verano…”. Así que ¡¡nadie me toque a Leonargo Fabio”. (¿Favio?).

El vino sólo se nombra tres veces (las demás, son en tercera persona del pasado del verbo venir); la ginebra dos veces y el coñá, una (libro V. cap 37, 38 y 40)…¡vds. me corrigirán!...Sin embargo uno tiene la certeza de que el tío Toby no ha probado el agua salvo en caso de estricta necesidad.




                                   
Así como Sterne nos ha enseñado una nueva manera de escribir, “maquetar” y leer, John Berger (nacido tal día como hoy, del año 1929) nos señala un nuevo “modo de ver”:

“El propósito de la publicidad es que el espectador se sienta marginalmente insatisfecho con su modo de vida presente. No con el modo de vida de la sociedad, sino con el suyo dentro de esa sociedad. La publicidad le sugiere que, si compra lo que se le ofrece, su vida mejorará. Le ofrece una alternativa mejorada a lo que ya es.”

“La publicidad está dirigida a aquellos que constituyen el mercado, al espectador-comprador que es también el consumidor-productor del que se extrae un doble beneficio: primero como obrero, y después como comprador. Los únicos lugares relativamente libres de la publicidad son los barrios de los muy ricos; su dinero ha de seguir siendo suyo.”

“Toda publicidad actúa sobre la ansiedad. Todo se cifra en el dinero, en hacer dinero para superar la ansiedad. La ansiedad básica con la que juega la publicidad es el temor de que, al no tener nada, no eres nada.”

“La publicidad dirigida a la clase obrera suele prometer una transformación personal a través de las virtudes del producto concreto que se está vendiendo (Cenicienta); la publicidad de clase media promete una transformación de las relaciones mediante la atmósfera general creada por un conjunto de productos (El Palacio Encantado).”
“La veracidad de la publicidad no se juzga por el cumplimiento real de sus promesas sino por la correspondencia entre sus fantasías y las del espectador-comprador. Su verdadero campo de aplicación no es la realidad sino los ensueños.”

“La sociedad industrial que ha avanzado hacia la democracia y se ha detenido a medio camino es la sociedad ideal para generar una emoción así (envidia social común y generalizada). La persecución de la felicidad individual está reconocida como un derecho universal. Pero las condiciones sociales existentes hacen que el individuo se sienta impotente. Vive en la contradicción entre lo que es y lo que le gustaría ser. Entonces, o cobra plena conciencia de esta contradicción y de sus causas, y participa en la lucha política por una democracia integral, lo cual entraña, entre otras cosas, DERRIBAR EL CAPITALISMO; o vive sometido continuamente a una envidia que, unida a su sensación de impotencia, se disuelve en inacabables ensueños.”

“La publicidad convierte el consumo en un sustituto de la democracia. La elección de lo que uno consume ocupa el lugar de la elección política significativa. Ayuda a enmascarar y compensar todos los rasgos antidemocráticos de la sociedad. Y enmascarar también lo que está ocurriendo en el resto del mundo.”

“En la cultura del capitalismo es inimaginable ya cualquier otra clase de esperanza, de satisfacción o de placer.” (que la que la publicidad promete)

“La publicidad es la vida del capitalismo-en la medida en que sin publicidad el capitalismo no podría sobrevivir- y es al mismo tiempo un sueño.”

“El capitalismo sobrevive obligando a la mayoría -a la que explota- a definir sus propios intereses con la mayor mezquindad posible.” (imponiendo un falso criterio sobre lo que es y no es deseable).

¡AÑADAN vds. el miedo!... Lo anterior fue escrito hace 40 años.

Con esta larga cita se ha pasado la mañana y llegamos a la hora del ángelus: Dry del mediodía.
Y ¡otra vez salmorejo!...barato y bueno para (contra) la hipertrofia benigna de próstata…y bonito.

Mientras Berger escribía lo anterior, y yo destrozaba la casa y las ventanas de la cadena de montaje, Pedro Carrasco conseguía, tras una “incierta” pelea con Mando Ramos, finiquitada por descalificación del mejicano (aunque estadounidense) en el decimosegundo asalto, el título mundial de “peso ligero” (WBC). Los periódicos hacían su agosto y la gloria volvía (después de “Sangchili” y de Legrá) a caer sobre este oscurísimo país. El púgil tenía 28 años y toda una vida desgraciada por delante.


                                         

                                        
Algún día les contaré a vds. mi aventura con José Legrá o alguien que, por negro, se hacía pasar por el campeón…era justo el día en que se estrelló Nino Bravo en su flamante BMW…y los días en que la Guardia Civil corría como lebrel tras las huellas del fugado “Lute” (Eleuterio Sánchez; él nunca aceptó el apodo que le puso la benemérita)…Corría la primera parte del año de 1973.


…¡Ya les contaré!...

¿Qué puede hacer un niño alimentado con vino materno y licores de abuela, sino llenarse de nostalgia por el Espirituoso Santo?

O bien: el ala del Espirituoso Santo rozó la boca del infante desde la cuna.

O bien: le faltó de todo menos vino.

Nació en la Navidad (como el que esto escribe) del año 1883 y murió tal día como hoy, del año 1959.


  
 

                                          
Maurice (¡qué bonito nombre!) Utrillo, hijo de María-Clementina Valade (que pronto cambió su cítrico nombre por el más aristocrático de Suzanne Valadon) y de padre disputado: el borrachín Boissy (que celebró el nacimiento del niño en un tabernucho de rue Norvins, con vino de “barrière”, pepinillos en vinagre y dejó a deber el convite), Puvis de Chavanne (¡quién lo diría!) o Miquel Utrillo (que le cedería el apellido)…De padre desconocido y mujer “pública”.

 Nunca un hijo de tantos padres se ha sentido tan huérfano…Incluso de madre…y sin embargo no fue un “hijo de la ira” (de alguna manera había que citar que tal día como hoy, del año 1944, Dámaso Alonso publicó “Hijos de la Ira”).

Suzanne (María, en los círculos artísticos), ejerció de modelo y de “maitresse” de los insignes Toulouse-Lautrec, Puvis de Chavanne, Rusiñol, y los dreyfusistas Renoir y Dégas (entre otros) y sólo de “maitresse” de Eric Satie, quien le envió centenares de cartas en decenas de días. Toulouse-Lautrec, también enamorado, tenía el detalle de dejar a la puerta de su casa (7 de rue Tourlaque) unas flores con un “vale por algunos vasos de absenta” que “la terrible María” se encontraba cuando volvía de sus rondas de noche.

En recuerdo se esta “relación” que suene en el esputofaif:

·         “Vexations” (Satie): 18 notas “para tocar 840 veces…será bueno prepararse con antelación, y en el más profundo silencio, para la más intensa inmovilidad”. J. Cage entenderá el mensaje.

Utrillo había nacido en 1883 (su madre tenía 16 años) y era un niño (alcohólico) cuando todo esto ocurría. Estaba al cuidado de la abuela (materna, naturalmente).




                                                   
En una de las inacabables fiestas en el estudio de Lautrec (vecino de María), precisamente en la fiesta del “bautizo” de María-Clementine como Suzanne, se presentó un individuo pelirrojo, embozado con una máscara y con un pesado lienzo bajo el brazo: Lo extendió en un rincón apartado y luminoso y se sentó, en silencio, a su lado. No dirigió la palabra a nadie ni nadie se la dirigió a él. Nadie miró el lienzo y el lienzo los miró a todos. Cuando la situación se hizo insoportable, recogió el fardo y se largó: Vincent Van Gogh…recién llegado a París y asistente esporádico a la “Cormon”. Era marzo del 86.

Degas dirigió a Suzanne hacia la pintura y ella consiguió encontrarse a gusto en ese nuevo destino. Antes había hecho de todo, incluso, accidentada, trapecista del circo Fernando (que después sería, reconstruido (1897), el Circo Medrano), hay quien habla del circo Melier.

…Llegó a ser una cotizada pintora. Y perfeccionó el arte de la rompedora excentricidad: llevaba siempre un manojo de zanahorias, su casa era un arca de Noé…la cabra se comía las malas pinturas…y a los gatos, los viernes, los alimentaba con caviar. ..¡De tal palo, tal astilla!

A Maurice “litrillo” (se soplaba entre 8 y 10 litros de vino al día) debemos la visión estandarizada que tenemos de Montmarte y Montmarte le debe parte de su brillo. Pero antes de llegar a dominar, a su encantadora manera, el arte de la pintura, pasó por una etapa musical en la que no consiguió descifrar la función de los agujeritos del clarinete, ni llegó a hacerse una idea cabal del aparato en su conjunto. Lo utilizaba como instrumento de percusión, con el que acompañaba sus gritos desesperados. No estaba hecho para la música.

La madre, a todo esto, había encontrado a una especie de banquero con posibles con quien se casó. El “niño” pudo ir a estudiar a una prestigiosa escuela suiza y hacer algún amigo. Acabada la relación con el banquero, se casa con André Utter (1914), el mejor amigo de su infortunado hijo, tres años más joven que el retoño y veinte menos que el árbol principal: “Trinidad trágica”, que en realidad era un tetraedro (¡la abuela!)


                                     … “Adán y Eva”…en el infierno del paraíso. 




Fracasada la etapa musical, intentan la terapia pictórica: lo encerraban en el cuarto con un montón de postales y: ¡hasta que no las pintes todas no sales!...Y miren vds. por donde, el licántropo encontró una afición que le duraría toda la vida y sería el fundamento de su gloria…Por lo demás, seguía pimplando sus 8 litros de vino cotidianos.

Maurice, para mayor exactitud, contaba, aplicado, los adoquines de la calle; inspeccionaba de cerca las grietas de los edificios; medía el tamaño de las hojas; mezclaba durante horas los colores hasta dar con el color exacto… Se pimplaba dos botellas y perdía la cuenta y…¡vuelta a empezar! Más que pintor actuaba como naturalista-entomólogo. Normalmente acababa acogorzado  en medio de la calle vencido por las dificultades y el morapio.

Cambiaba cuadritos, por tintorro; cuadros, por absenta; meses de trabajo, por la manutención. Tuvo que ser una “madame” quien recayera en la genialidad de ese pobre beodo…Completamente inútil para la vida.

Dispuesto a reventar el mundo, se encerró en una miserable habitación de hotel con una carga de “masclets” y diversa pirotecnia: Tembló el edificio, la calle se llenó de humo, mientras el alma del orate sintonizaba con aquel desorden esplendoroso: ¡Au feu! ¡Au feu!...y los más socarrones: ¡Au fou!  ¡Au fou!... Tal día como hoy, del año 1987, se encontró en la Antártida un témpano aislado más grande que Catalunya…¡Fíjense vds. hasta dónde llegó el calor de las explosiones!...¡Mundial, este Utrillo!

No estoy loco…¡soy un alcohólico! Perdóname mamá. Soy el infierno y tú el paraíso. Te quiero.
Pobre, hijo mío…¿qué será de él cuando yo falte?

Pero como dios ahoga cuando no aprieta (uum?)…cuando más profunda era la oscuridad y ya era imposible ver ni las primeras horas del día siguiente, se hizo el milagro acostumbrado (y merecido por estos santos bebedores): Una pareja de amateurs, rica por demás, quiso conocerlo, pues ya su fama empezaba a extenderse más allá de La Butte. Lo encontraron, como siempre, en una taberna, sentado y mirando el pavimeto…contando irregularidades que plasmar y calculando el color exacto del escupitajo que acababa de lanzar un asiduo.

El varón de la pareja, ¿banquero? belga, murió y dejó el campo libre para que se desarrollara el milagro: Lucie Valore (pintora aficionada) y Maurice Utrillo, enamorados, se casaron, fueron felices y comieron perdices (escabechadas con el mejor vino de la región).





              
Lucie no intentó ninguna terapia. Maurice siguió pintando y bebiendo (de mejor calidad) y por agradecimiento…¿a quién? desarrolló la simiente del misticismo (programado, eso sí): Los viernes, día de felino caviar, él los dedicaba al recuerdo de su heroína Juana de Arco y a pintar catedrales: ¡Reims!...Cuando la guerra la destruyó, se volvió loco (¿). ¡No sé!...Acabó sus días en Le vésinet, cerca de París, en “Le Bonne Lucie”.

Murió Suzanne y él no pudo asistir al entierro…¡Imaginen vds. la borrachera! Empezó a beber para sedar el sufrimiento y cuando se vino a dar cuenta no podía dar ni un paso.

Mamá, te quiero… ¡pero no puedo moverme!...¡Ve con Dios tú sola!

Esta instructiva historia tiene ramificaciones, que serán objeto de diferentes propuestas.

Años más tarde, cuando Montparnasse tomó el relevo y Kikí reinaba, acudió al estudio del pintor para que le hiciera un retrato. Tras horas inmóvil como aplicada modelo y acabado el trabajo, se levantó para ver la obra y estalló en una carcajada (¡tan suya!) que aún resuena por la “rive gauche”: el pintor había dibujado una casita de campo, con su chimenea humeante y la cerca correspondiente.

Y post mortem, tuvo lugar el homenaje más grande que recibió jamás: Malraux, por entonces ministro de cultura de De Gaulle, organizó un “auto de fe” en la plazoleta de Ravignan, con las incontables falsificaciones del finado. Las llamas superaron los “tejados de París”. Y con el humo, su gloria se extendió por el universo-mundo.






       














lunes, 4 de noviembre de 2013

Propuesta para hoy, día 4 de noviembre. SEGUNDA SERIE. El matrimonio Schöenberg y Gerst. Deleuze. Varios.


¿Qué les había dicho? ¡Toda la semana atufando a muerto!

Ayer decía: "Oigo que alguien llama a una tal Matilde que, creo, acaba de pasar por delante de la cantina. Hegel ladra: Ese ladrido especial que emite cuando se trata de un asunto de enjundia." y entonces fue cuando abandonamos la cantina del Día y nos dirigimos a casa, a meditar sobre el asunto.

Otoño del año 1908. Mahler, que desde el mismo inicio del año está en el Metropitan, acaba de estrenar la 7ª, en Praga y acaba de componer "La canción de la tierra". Ya saben Vds. que él siempre componía en verano, en su casa de vacaciones. Schiele se harta de tanto busto redondo y deja la Academia de Bellas Artes, hace su primera exposición universal y empieza a ser reconocido como pintor expresionista, aunque no quepa en ningún grupo. A Gerst, sin embargo lo expulsan. Schoenberg, a la manera de los científicos del momento, sufre una crisis de fundamentos (¡y algo más!) e intenta subsanarla yendo a las raíces, disolviendo el sentido común y liberando las partículas elementales de su arte: las notas... ¡que hagan lo que quieran! (tampoco es eso, pero...) ¡que se asocien de maneras diferentes! Ese año, tras el Segundo Cuarteto, podemos afirmar que ha alcanzado la "atonalidad" y su música puede empezar a ser calificada de expresionista. A él no le gustaba mucho esa caracterización, todo hay que decirlo, prefería "pluritonalidad". Kandinsky y los cubistas, por caminos diferentes, llegarán a Roma. Loos, O.K., K.K.... Europa Central arde en la helada ciudadela de Dite.



Fue entonces que el desorden y el desespero entró en la casa de los Schönberg atacando por el punto neurálgico. Su (de él) música se mantenía en los límites extremos del postromanticismo; lo que le ocurrió no pudo expresarlo mediante armonías tradicionales y antes de tirarse a degüello, prefirió lanzarse al estanque helado de la atonalidad. Richard Gerst tenía 20 años cuando murió Klimt. Su obra estaba influencida por el maestro y por la Sezession. La muerte del patriarca le sumió en lo más oscuro de la noche creativa. Amaneció convertido en pintor expresionista y deseoso, además, de dar reinda suelta a la expresión de toda su vida interior, que era mucha y compleja. (Aquí, y por lo que vendrá, viene a cuento: "No es el deseo el que se convierte en necesidad, es todo lo contrario: son las necesidades las que se convierten en deseo"*). En Viena, entonces, un suicido más o uno menos no era nada que preocupara. Y eso lo sabía el jovencito. Así que debería esmerarse, si quería que se hablara de lo suyo.

Matilde, por su parte, no había nacido para musa. Su metro y medio y sus 60 kilos eran un hándicap. No obstante la vida te trae sorpresas y nadie sabe cuánta perversidad se esconde en la cabeza de un hombre. Su marido, el músico, tampoco pasaba de 1'65. Todo su grupo: Zemlinsky (su cuñado), Mahler, K.Krauss... estaban sujetos a la maldición no proferida: "No pasarás del 1'68". Sólo Alban Berg, el discípulo, y Gerst, el introvertido, habían podido escapar a la maldición. Así que Matilde cuando vio en casa a un mozalbete esbelto, se quedó perpleja y la cosa se complicó.




Pongo en el esputofaif el Cuarteto nº 2 de Schoemberg...¡y espero la reacción de Hegel! Mueve las orejas como si estuviera atravesando un campo magnético.

La relación del matrimonio con el joven desquiciado se remontaba al 1906, pero fue al año siguiente cuando Schöenberg, atraído por todas las artes, quiso iniciarse en la pintura y, de paso, que también lo hiciera Matilde y así podrían divertirse juntos y tal. Contrató al joven., y juntos empezaron a pintar en un estudio ubicado en la última planta del edificio del matrimonio. Todo el círculo de amistades fue retratado. El músico se reveló como un pintor interesante y expresionista, naturalmente. Siempre que veo "La mirada roja" me la imagino dirigida al desgraciado Gerst. 




 Hasta el momento, la conmoción que el 1'82 de Gerst había producido en los bajos horizontes de Matilde, pudo ser contenida. Pero la cosa no podía sujetarse y no se sujetó. El verano del año 1908, se largaron todos de vacaciones a la montaña, no lejos de donde Mahler estaba componiendo la citada "Canción de la tierra". Schoenberg estaba, como he dicho, sumergido en el "2º Cuarteto". Gerst llevaba la mano a Matilde que no acababa de cogerle el truco a la cosa y, en los ratos libres, pintaba retratos cada vez más abstractos: Los comitentes no sabían si reír o llorar. Él, tampoco. Matilde, tampoco. Schoenberg, tampoco. Todos podían hacer suyo el verso de Stephan George: "Siento el aire de otro planeta". Schoenberg, que había dado por concluido su cuarteto, le añadió el significativo IV movimiento, por amor a la simetría e impulsado por ese aire y las sospechas.... que se confirmaron el 26 de agosto, cuando Matilde y Gerst, en el alojamiento del último, fueron pillados in fraganti (¿en fragante?): concretamente: con las manos en la masa.

Hegel, se levanta y sale a la terraza. Ya ha tenido suficiente.

-- ¿Y los lieders? ¿para cuándo?

De nada valieron promesas ni expresiones de arrepentimiento. La pareja huyó: primero a Gmuden, a orillas del Traunsee, que, como el nombre indica, se les apareció como un sueño roto (o incompleto) y después, perseguidos por los remordimientos (y por el músico), a una discreta pensión del bario de Nussdorf, al norte de Viena y a la vera el Danubio.

Pasaron juntos tres días con sus noches, y al cuarto... Matilde, regresó a casa: "¡Los niños!" (Se hicieron patentes los buenos oficios de Webern). Septiembre fue tormentoso. Gerst, desorientado (aunque no tanto, al parecer) cogió un estudio en el 20 de la Liechtensteinstrasse, la misma calle en la que vivía el matrimonio. Matilde siguió visitándolo y Schoenberg, perdiendo pelo. El destinado a Mesías de la nueva música estaba calvo. Se miraba al espejo y no encontraba consuelo. La culpa volaba de un apartamento a otro. Todos se sintieron culpables aquel septiembre del año 1908 y la cadena se rompió por el eslabón más débil.



La tarde del día 4 de noviembre, a eso de las 16'30, mientras tenía lugar un concierto al que, por venganza, no había sido invitado, Richard, se dirigió a su estudio de la Liechtenstein, seguido muy de cerca por los negros nubarrones del remordimiento. Se desnudó ante el espejo y se probó la ropa interior de su amada (quiero creerlo así). Y, de esa guisa, montó un desaguisado de envergadura: quemó cuadros, rasgó cartas, descoyuntó muebles (teniendo la precaución de dejar, por lo menos, una silla indemne), se apuñaló y, como pudo, se colgó del aplique de la lámpara del techo. Así lo encontró su hermano. Todo esto ocurría a menos de cien metros de la casa de Freud, en la Bergasse. Matilde reaccionó como enamorada. Schoenberg, como respetable cornudo.



Deleuze, nunca se psicoanalizó: Esa es la diferencia... ¡el resto, si por resto entendemos el final, es idéntico!

Aquel 4 de noviembre del año 1995, Deleuze se despertó inquieto. Se preparó una melita y se la tomó entera. Su inquietud se multiplicó por varios enteros. Para calmarse cogió un periódico y se puso a solucionar el juego de las diferencias. No pudo encontrar ninguna. Todo le parecía igual. Además, le asaltó el extraño pensamiento de que el juego estaba mal enfocado, debería ser: el juego de las identidades, pues la diferencia tiene prioridad ontológica. Nada es idéntico a sí mismo nunca. "¡Ni yo!", pensó. "¿Soy yo, o soy el Otro, Guattari, que sobrevive en mí?". 


Lo intentó con el sudoku. Solucionó el mediano y cuando iba a atacar el difícil, le sobrevino un ataque de asma. Observen las fotografías del filósofo y díganme, con el corazón en la mano, si con esas uñas se puede uno poner a solucionar entretenimientos: "Toucher des doigts un objet, et surtout un tissu, m’est d’une insupportable douleur nerveuse".



Ya hacía años que necesitaba oxígeno: "Siento el aire de otro planeta", pensó mientras se precipitaba desde el cuarto (o el quinto) piso del edificio de la Avenida Niel que hace esquina con la calle Balny d'Auricourt, París, naturalmente. Y también pensó que se convertiría en un capítulo del libro "De los desfenestrados".

"Fui hombre de armas durante 27 años. Mientras no había oportunidad para la paz, se desarrollaron múltiples guerras. Hoy, estoy convencido de la oportunidad que tenemos de realizar la paz, gran oportunidad. La paz lleva intrínseca dolores y dificultades para poder ser conseguida. Pero no hay camino sin esos dolores". Eran las 9 de la noche, hora hebrea. En París dos horas menos. A las 9'30, tras el canto de "La canción de la paz", Rabin hizo mutis por una escalera lateral, precisamente por aquella en la le esperaba Yigal Amir. A los 40 minutos fue declarado muerto. ¡Descanse en PAZ!
"Ce sont [les] organismes qui meurent, pas la vie".

Ya que están allí, ante el edificio funesto, bajen un poquito más y se encontrarán con "Aux savoir du marché". Entren. ¿Ven la mesa redonda a su izquierda, junto a la cristalera que da a la calle? ¡Siéntense a ella! Vendrá el camarero como un viento seco y violento y les conducirá a una mesita "para uno" que hay justo debajo de la carta-televisión y junto a las escaleras que conducen al váter (miren la fotografía.


 Es la mesita de la parte inferior derecha). Lo de la carta-televisión lo descubrirán un poco más tarde... cuando todos los comensales dirijan sus miradas hacia donde, precisamente, se encuentra vd., desamparado. Y la cosa siguió así:

--¿Comerá el señor?

-- Pues no sé si comerá el señor, pero yo me zamparía un plato de caracoles.-- la carne gallega se paga a 160 euros el kilo. Se retira y, tras cruzar unas palabras con el camarero de la barra, vuelven, cosa insólita, con un "as de bastos" impropio de esta parte noble de la ciudad de la luz.

-- Sabíamos que algún día nos tocaría a nosotros. ¡Aquí no se sirven caracoles! ¡Vaya vd. a comerlos a la hermosa Provence! Y diciendo lo dicho, me retiran el servicio, me quitan la silla, me cogen por los brazos y me arrojan a rue... "¡como al Lute!", pensé.

Y, ahora, recordando el episodio, me voy a preparar un ¡kilo! de caracoles. Es muy fácil, siempre que los tengan ya engañados y cocidos. En una olla con agua pongan cebolla, jamón, chorizo del bueno, laurel, hierbas de Provenza, tomillo, romero, orégano, sal y una guindilla... recuerden que tienen que caber los caracoles y arrímenla al fuego. Cuando les parezca que ya está todo en su punto, echen los caracoles y esperen un cuarto de hora. Antes habrán comprobado si tienen palillos. Lo que sobre, si sobra, me lo traen para Hegel.

A la misma hora en que Rabin hacia mutis por la escalera lateral, pero 148 años antes, una multitud se agolpaba ante la puerta de la enorme casa de Mendelssohn en Leipzig. Esperaban lo que sucedió. La muerte del compositor se anunció a las 9'30. Tenía 38 años y toda un historia de apoplejía familiar le seguía.

Es el momento de la tristísima despedida (Nachtlied, opus 71), su última composición. Hegel, en cuanto oye la voz de Janet Baker, se lanza contra la crsitalera de la terraza. ¡Es un cabeza cuadrada!

-- Pero, ¡Hegel! ¿No ves la puerta?

-- Es el deseo, querido Kino.

Con respecto a Matilde, aquella inesperada musa, añadir que su inesperada aventura inspiraría a su marido "Die glückliche Hand", opus 18 y su opus 17 Erwartung. A Alban Berg (1'92 centímetros.) su "Concierto de Cámara" del año 25 y a su hermano Zemlinsky "Una tragedia florentina".



































RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...