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martes, 11 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 11 de junio. Rivalidad. Moravagine.

Estaba claro que tendría que llegar el día. Y llegó.

El desasosiego es un mal connatural, la huída una reacción específica y la rivalidad tan antigua como Hesíodo.  Añadan Vds. el deseo-subliminar  de acabar de una vez por todas…así en plan Teognis de Megara y deducirán la necesidad de que llegara el día… ¡y llegó!

Ya no entramos en los mecanismos de la producción-reproducción capitalista, ni en la necesidad de imprimir velocidad a la circulación de mercancías.

Las carreras de caracoles son tan antiguas como el diluvio-heleno: ya cuando bajaron las aguas y los descendientes de Deucalión y Pirra crecieron, se entretenían azuzando caracoles y echando sobre ellos la pesada carga de la esperanza ajena. Si eran babosas, mejor: se les notaba más el esfuerzo.



Después llegaron las Olimpiadas…

Con el tiempo empezaron las carreras de carretas por los desiertos de Arizona; las locomotoras compitieron entre sí;  los velocípedos no le fueron a la zaga;  Todo competía contra todo. ¡¡El Supermacho!!

Por entonces, en la búsqueda de un vehículo que reuniera las ventajas de la locomotora y de la bicicleta, los ingenieros se exprimían los sesos: algo así como los ómnibus de tracción animal, pero autopropulsados. Rivalizaban tres energías: el vapor, la electricidad y los gasóleos… dejando aparte, claro está, una ristra de esclavos traídos directamente del Congo Belga.  Las carreras eran frecuentes. Pero faltaba la ¡Gran Carrera! que pusiera las cosas en claro. Y que hubieran vencedores y vencidos y tal.

Tal día como hoy, del año 1895, tuvo lugar ese evento históricamente necesario: París-Burdeos- París (1.200 kilómetros). El ganador empleó 49 horas  y alcanzó los 24’2 k/h.  Ocurrió de todo: se estremecieron bielas; se rompieron trócolas; ardieron automóviles; se durmieron pilotos que fueron a parar a acequias de riego.  Las vacas dejaron de dar leche del sobresalto.



La luna no pudo alumbrar a los esforzados: una espesa capa de nubes lo impedía. Así que tuvieron que viajar tanteando el terreno.

Fueron dos días que cambiaron el mundo.

El ganador fue el Panhard- Levassor nº 5 (después Citroën) de dos plazas. Sin embargo, el trofeo se lo llevó un Peugeot, que podía trasladar a cuatro gruesos pasajeros… ¡que era de lo que se trataba y así estaba estipulado!

Medio París se trasladó en romería desde el Arco de Triunfo hasta Versalles, para dar la despedida, que muchos presintieron definitiva, a un grupo de ingenieros y empresarios.

Cuando empezaron a regresar de Burdeos, cundió la desolación…pues enseguida estuvo claro por dónde irían los tiros. Aquella época fue propicia para que psicópatas  peligrosos desfogaran sus instintos sobre máquinas  incipientes. No quiero decir que la actual sea peor… ¡todo lo contrario! El mundo establece mecanismos para que estas naturalezas se despeñen, se asfixien, mueran de tanta salud acumulada… No todos encuentran, sin embargo, su vía de escape de forma tan políticamente correcta. Los psicópatas se han apoderado del mundo… ¿qué les voy a contar?

Resumiendo: se impuso la gasolina y el motor de explosión. Alemania, inventora (Benz) y Francia, mayor densidad de carreteras (Napoleón), se pusieron a la cabeza de la industria automovilística. Se probó con éxito la rueda neumática (Michelin). En fin, todo un banco de pruebas.

En terminología de Vygotski (*) podría decirse que el automóvil tenía “per se” una gran “zona de desarrollo próxima”. Y si a esto añadimos que el “contexto social” era rico en estímulos y acicates, concluiremos que el éxito de la máquina estaba cantado. El coche “interiorizó” con rapidez y eficacia las “funciones” que, como anhelos, surgían en el interior de las masas:

“En el proceso cultural del niño, toda función aparece dos veces, primero a escala  social, y más tarde a escala individual. Primero entre personas (interpsicológica) y después en el interior del propio niño (intrapsicológica)… todas las funciones psicológicas se originan como relaciones entre seres humanos".

He ahí enunciada una senda fructífera. Se acabó el automatismo conductista  y los “a priori” germanos.
Contrajo la tuberculosis y después el matrimonio. Ambas “funciones”  ya existían (socialmente). Él las interiorizó, mediante mecanismos de asimilación dialéctica.
Es lo que me pasa a mí con el “Espíritu (oso) santo”: lo veo, lo huelo…existe fuera de mí. ¡No hay duda! Cuando lo "incorporo" se transforma  mi vida interior  y de esa transformación surgen nuevas “necesidades”. Pura dialéctica.

Los dioses castigan la sobreabundancia de orgullo, la “ubris”. Le Mans ha sido campo privilegiado de esta lucha, allí los dioses han dejado claro que no les hace mucha gracia que se les rete en el asunto de la ubicuidad.

Tal día como hoy, del año 1955, como para festejar  el aniversario de aquella primera carrera mítica, el circuito estalló en fuegos pirotécnicos y no se escatimaron las víctimas humanas. Una verdadera hecatombe.

A mí lo de los coches ni me va ni me viene. Lo mío son las efemérides.




Una imprudencia (¿) de Hawthorn (a quien Mercedes había acogido por su involuntario favor en el 52 y había puesto a su disposición un Mercedes SLR que incorporaba un fenomenal freno-capó tresero-aerodinámico, que debía ayudar a los ya de por sí poderosos frenos de tambor) al entrar a boxes forzó una extraña y rápida maniobra de Levegh que tuvo que superar por la izquierda a Macklin (Austin). El Mercedes de Levegh entró en el foso separador a casi 200 por hora y salió volando como el carro de Isaías. Se descompuso y sus trozos ardiendo cayeron sobre los espectadores de tribuna. A algunos les segó literalmente el cuello. Macklin fue rebotando, como en aquel antiguo juego del “tennis for two” en los parapetos laterales. Fangio, a más de 200 por hora tuvo la suerte de filtrarse por el espacio que le habían dejado Levegh y Macklin.



Eran las dos y veinte del 11 de junio del año 1955. Fueron 83 los muertos y 82 los heridos. La carrera siguió (para que no cundiera el pánico). Mercedes ordenó la retirada de Fangio y de Kling y se declaró vencedor a  Hawthorn (Jaguar). Sólo cito al más conocido de las parejas, pues han de saber que en las “24 horas” los pilotos se alternan. Aunque no siempre fue así. En el 52, el infortunado Levegh, vanidoso, quiso correr él solo, sin relevos. En las últimas vueltas desfalleció y su coche quedó varado en el terraplén que separa la pista del espacio de los espectadores.

También Hawthorn murió en un accidente (¡en el que se vio implicado un nefasto Mercedes).

Por suerte para la raza humana, muertos y heridos incluidos, León XIII (tal día como hoy, del año1899) había dedicado toda la raza al Sagrado Corazón de Jesús y había establecido la razón social en Montmartre.  Así pues, no temamos a la muerte: seguiremos palpitando en el divino ventrículo izquierdo.

Aunque por mí como si desaparecen todos… espectadores incluidos.  Sólo salvaría al despistado Boillot que entró a la meta de culo y marcha atrás. A 30 metros de la meta su Peugeot dio un trombo, golpeó el parapeto y él quedó grogui. Le echaron un cubo de agua, se despabiló…pero no lo suficiente como para maniobrar; así que metió la marcha atrás, cruzó la meta al grito de “Vive La France” y perdió el conocimiento. Era noviembre del año 1919…y la cosa patria estaba candente. Toda Sicilia, sin embargo, estaba nevada. Era la mítica “Targa Florio” siciliana.

Desde el comienzo, como ven, la desgracia acompañó al automóvil, como esa cola de latas que acompaña a los coches nupciales.

Perdonen Vds. esta frivolidad:


“Cuando escuches el trueno me recordarás

Y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
Y el corazón, como entonces, estará en el fuego”.



Es Ajmátova, que el día del accidente (aunque con esto del calendario ortodoxo nunca se sabe), cumplía 30 años.



“Así que, después de todo, no había un único tipo de Discordia, sino que en toda la tierra había dos. Respecto a una, el hombre podría elogiarla cuando llegase a conocerla, pero la otra es censurable, y son de naturaleza completamente diferente, pues una fomenta la guerra y batalla malvadas, siendo cruel: ningún hombre la ama; pero por fuerza, debido a la voluntad de los inmortales dioses, los hombres pagan a la severa Discordia su deuda de honor. Pero la otra es la hermana mayor de la oscura Noche, y el hijo de Crono que se sienta en alto y mora en el éter, extendidas sus raíces en la tierra: y es mucho más amable con los hombres. Incluso logra que los perezosos trabajen duro; pues un hombre se vuelve ansioso por trabajar cuando tiene en cuenta a su vecino, un rico que se apresura por arar y plantar y poner su casa en orden, y el vecino compite con su vecino en apresurarse tras la riqueza. Esta Discordia es sana para los hombres. Y el alfarero se enfada con el alfarero, y el artesano con el artesano, y el mendigo envidia al mendigo, y el trovador al trovador”.  (Hesíodo).

Yo he de decirles que nunca competiré con el vecino si no es en amabilidad. Hoy, en Argentina se celebra el “Día del vecino”, algo así como el día universal de la Humanidad… ¡pues todos somos vecinos!

Y por si esta festividad les supiera a poco, sepan que el Imperio Romano reservó el día de hoy a la fiesta de MATRALIA, en honor a “Mater Matuta”, diosa del amanecer, protectora de los bebés recién nacidos, del mar y de los puertos.

Olvidaron poner bajo su protección el circuito de “Le Mans”.




–“¿Tú dices–grité–, tú dices que estamos a once?



–Yo digo que estamos a once de junio de mil novecientos siete, que son casi las tres de la mañana y que haríamos mejor, mientras que aún podamos hacerlo, descansando algunas horas. Estoy rendido. Y quién sabe lo que nos espera en esos putos toneles de choucroute”


Estaba aterrado. Mi revólver estaba encima de la mesa, tuve ganas de empuñarlo y abatir a Moravagine. ¡Qué insolencia y qué jeta!”

Sobre la cuadrilla de Moravagine ya he dicho lo suficiente en otras “propuestas”. El 11 de junio de 1907 se fue a tomar pol culo su proyecto de “revolución rusa”. También sucumbiría el proyecto de Kerensky, de cuya muerte hace ya 45 años. Y es que las revoluciones no son complots ni se le puede poner puertas al campo.


Sobre Matteotti, ver la propuesta para el 16 de agosto (inédita).

lunes, 10 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 10 de junio. “Tristán e Isolda”



(asteriscos * remiten a razones "efemerísticas").

¿Recuerdan aquel día que se levantaron pasada la del “ángelus” y la del “arcángelus”, con la garganta más seca que los Monegros y la cabeza de giróvago, abrieron la nevera y se pimplaron, de la botella de plástico de litro y medio, un cuartillo de orujo casero pensando que era agua fresquita? Fueron buscando el elixir de la vida y quedaron electrocutados. Se pasa mal ¿verdad?
Y es que a nosotros nos pasa como a Tristán, no soportamos el día. Nuestro ámbito es la noche…No por nada, simplemente porque las resacas arruinan cualquier intento.

Con lo dicho ya hay tema para una ópera de nuestro tiempo: implicada hasta las ingles en los problemas contemporáneos. En un acto (dos escenas): la primera cuando vas dando tumbos, pero esperanzado y la segunda cuando caes fulminado. Podría añadirse un epílogo que sería cuando te encuentran (es un suponer) y te llevan a urgencias y allí, al cabo de una semana, te hacen un lavado gástrico y tal… ¡Y ves la luz!

La ópera sería producida, para material educativo, por Alcohólicos Anónimos (*) y rodada por Fassbinder (*). La finalidad de la obra nos permitiría, sin violentar nada, introducir la voz de Judy Garland (*). Que, por cierto, (y esto seguro que lo desconocen) tuvo algunos escarceos con un maduro Spencer Tracy (*) ya pareja de Kate. La Herburn intentó ayudar a Judy. Ven Vds. como las efemérides van conformando la cosa.

Y es que tal día como hoy, del año 1865, se estrenó (en Munich) “Tristán e Isolda” que, en esencia, va de lo dicho: brebaje y error (como tantas otras).

Nos situamos en 1860. Wagner ha estrenado “Rienzi”, “El holandés errante”, “Tannhausser” y “Lohengrin”. Ha terminado los infames libretos de la “Tetralogía”; casi tiene acabada la música del “Oro del Rin” y ha completado “Tristán e Isolda”.

Sigue casado (por poco tiempo) con Minna y ha tenido tiempo (que ha aprovechado) para mostrar toda su caradura, ingratitud, vanidad y pesadez de estómago. Work in Progress. Lejos queda su “aventura” bakunista de Dresde. Ahora es un antisemita fanfarrón y un hortera implacable e impecable… Y un músico reconocido y admirado en toda Europa, llamado a revolucionar las tranquilas aguas de la tonalidad. Su idea de la “obra de arte total” va tomando forma. Ha leído a Schopenhauer y juega al juego del sufrimiento y de la naturaleza nouménica de la música. Juega al juego del amor eterno y de la muerte. Y juega al juego de fascinar a las mujeres de sus “protectores” y despreciar a la “suya”. Y al juego de dar sablazos a diestro y siniestro. Además se ha situado en el “ojo” de un mundo de dioses pesados y truculentos que pretenden anunciar la preeminencia de lo alemán. De los judíos (sus deseos se cumplieron) ya ni hablemos.

                            

 Mención aparte merece el vestuario y los decorados. Su casa era igual: una acumulación de telas finas, de cortinas, de batas de estar, de saltos de cama, de pantuflas, de almohadas, escudos de armas (día internacional de la heráldica*), de calzoncillos sucios (suele ir unido). Hadas, gótico tardío, dioses, demonios, cruces, Gaudí (*)…y más cruces.

Wagner acude a París, por quinta vez, en septiembre de 1859. Quiere presentar, en la Ópera, su “Tannhausser”. Antes se propone hacer un poco de caja y dejarse oír y ver. Entre finales de Enero y comienzos de febrero del 60 da tres conciertos en el Théâtre –Italien: “Obertura” de “El buque fantasma”, extractos de “Tannhausser” y “Lohengrin” y la “Obertura” del “Tristán” (recién acabada). Adaptaciones para orquesta. Entre sus admiradores se encuentra Baudelaire que acaba de digerir el “affaire” en torno a la publicación de “Les fleurs du mal”. Esta interpretación de la “Obertura” de “Tristán” sería de las primeras. La ópera aún tardaría en ser estrenada. Algunas cartas. Quizás algún encuentro. Baudelaire se convertiría en el adalid del partido wagneriano. Un adalid sifilítico, tocado, ya, por el ala de la imbecilidad. Se propone asistir al estreno de la obra en Viena…pero el asunto va para largo. Ya ha visto en el teutón la “música del futuro”.  En Dresde, Minna no aguanta más y acude a París…pero no acude sola.

El “Tannhausser” de París fue un escándalo (¡ya saben Vds.!...la gente del “Jockey club”, legitimistas, no respetaron ni la presencia del emperador y su consorte).  Los del club, caprichosos y exigentes, querían unos pasos de ballet ¡EN EL SEGUNDO ACTO! Así podrían seguir llegando con su acostumbrado y ruidoso retraso. Wagner no transigió.

“Tristán e Isolda”
Después de decenas de ensayos no pudo estrenarse en Viena. Y lo hubiera tenido difícil si no hubiera aparecido Luís II de Baviera,  el “rey loco”. Desde que había oído el “Tannhausser” y “Lohengrin” (1861) se había encendido su amor por Wagner. Pero un amor verdadero, oigan. Nunca lo han tenido fácil los homosexuales…que se lo pregunten a su pariente lejano Luís Victor, aquel que pillaron en los váteres públicos de Viena…etc…etc,  o a Óscar Wilde o a las multitudes que proclaman las bondades y el orgullo del amor griego. La “locura” era una alternativa. Y la reclusión.

Ya saben Vd. de qué va la cosa. Enciendan el esputofaif y oigan el “Preludio”. Denle caña. Que tiemble el universo-mundo y que la femenil cola del condis se estremezca de gozo. Que se mezcle con los boquerones, con el sonso, con el filete alto de Nebraska… (¡lo cortés no quita lo valiente!).
Si me permiten una recomendación: busquen la versión que Baremboim presentó en diciembre de 2007 en la Scala de Milán. Waltraud Meier está que se sale.


A lo que vamos. En el 52, Wagner ha terminado los libretos del “mamotreto”. Conoce en Zurich a un comerciante de objetos de plata. Mathilde, la joven esposa del platero, sucumbe a la garrulería del músico. Wasendonck marido, instala al compositor y a Minna en una casa vecina a la suya familiar. Todo se le facilita. Wagner  sigue con la música adecuada a aquellos versos. Se impregna de la pasión de la mujer, interrumpe sus composiciones y se lanza a componer “Tristán e Isolda”, un canto de amor desesperado por Mathilde, a quien dedicará también unos lieder (“Wasendonk lieder”): A Mathilde, sumida en la asfixiante atmósfera wagneriana, le brotaron unos poemas, como unos zarpullidos... Se respira (¿) con dificultad. Abrir ventanas.

Minna está cada vez más mosca y él cada vez más imperioso. El marido legal, cada vez más desnortado.

Minna se vuelve a Dresde para interceder a favor de Wagner, dicen. Wasendonk se lleva a Mathilde a viajar por Italia. Wagner se queda, de un plumazo, sin su benefactor, sin su musa y sin su esclava. Así que decide, él también, largarse a Venecia. Pide dinero a su futuro suegro, a prestamistas y a todo aquel con quien se cruza por la calle. A los pocos días de su llegada, Venecia se vació de peatones. Tiene que abandonar Venecia (presiones de Sajonia sobre Austria). Continua con la música del Tristán que terminará (tercer acto) en Lucerna. 



¿Saben Vds. qué es el “acorde de Tristán”? …

No es más que el acorde inicial del “Preludio”…Pero… ¡qué acorde, más discorde! Se ha postulado como el manantial de la música “moderna” (atonal). Son cuatro notas: Fa / Si / Re# / Sol# que, ordenados por intervalos de tercera (Si-Re# / Fa-La, pues el Sol# se suele interpretar como una apoyatura melódica) constituyen una séptima de La menor, compuesta por dos tritonos (La-Re# / Fa-Si). Tritono por partida doble. Ya sabrán Vds. que con el “tritono” (“Diabolus in música”) entran los diablos en la iglesia. Es un acorde diabólico que presagia desastres; que nos avisa del desarrollo fatal de la trama. Y como éste hay otros “Leitmotiv” (el del día, el de la muerte, el de la mirada, el de la muerte de amor… que van salpicando la trama y urdiéndose, como hilos simbólicos, junto con las grandes líneas argumentales.

Pero hay más. Es un acorde “cuatriada” (de cuatro notas) y como tal, inestable, inseguro, líquido… que “exige” una “resolución” armónica, determinada por la tonalidad en la que se encuentre.  Wagner, sin embargo, se salta a la torera estas exigencias armónicas y prefiere mantenerse en la ambigüedad, en lo etéreo, en la inquietud, en el sueño… Prefiere retardar el momento de descanso, el momento del retorno al hogar. Retardar  (o eliminar) en suma, el placer tranquilo y reparador… (¿analidad?).

Wagner fue de los primeros en dar al “cromatismo” un valor más allá del mero ornamental. Amplió la “paleta” de colores “básicos” (7 notas tonales) con colores “complementarios” (las otras 7 notas que no pertenecen a la tonalidad) jugando el papel de protagonistas. Se puede decir que Wagner tensó la tonalidad hasta tal punto que su ruptura se hizo “necesaria”.

Además de construir un todo melódico, una avalancha musical que no se detiene ante las limitaciones de la convención. Una corriente avasalladora que no sabe de recitativos, de arias, de escenasUna melodía continua que da unidad al drama-musical.

Otto, que así se llamaba el marido, olvida lo sucedido y se presta a seguir ayudándole. Wagner prefiere instalarse en París. Otto le paga los gastos a cambio de los derechos de las dos primeras obras del “Anillo”. Y llegamos al principio: París, septiembre de 1859. Minna acude, pero no viene sola: le acompañan un perro y un papagayo (casi como la Marusia de Doblátov) Aquí se puso (¡otra vez!) de manifiesto la catadura del poeta: Minna estaba en tratamiento médico (cuestiones cardíacas y agotamiento general). Wagner no tuvo piedad. Insistió y, además, apremió al médico para que le aconsejara a la esposa que, debido a su estado de salud, no podría nunca más cumplir con la obligación conyugal. De ahí lo del perro y el papagayo.

Nuevo viaje de Minna, esta vez definitivamente, a Dresde. Wagner visita a Liszt en Weimar (¿adivinan a qué iría?); acude a Viena donde se intentaba la representación de “Tristán e Isolda”; a Venecia, a visitar a los Wesendonk (¿adivinan a qué iría?). Visita cuatro días a su esposa que se agosta en Dresde, asegura su mantenimiento y se despide de ella para siempre. Cuando muera (1866), Wagner ya habrá tenida la primera hija (Isolde) con la esposa de Hans von Büllov e hija de Liszt, la fatua y antisemita Cósima.
…Y finalmente se instala, por una temporada en Biebrich, cerca de Mainz (Maguncia). Es la época de  Die Meistersinger”, de su concertante  vida nómada y de sus escarceos adúlteros con su amor “eterno”.  Es aquí, en estos enredos, donde se encuentra a sus anchas. Su deficiencia infantil le acompañó toda su vida…para martirio de sus allegados. A mí lo del adulterio me la refanfinfla (como el tiempo y el espacio), pero me sacan de quicio esos que no comen sino es mojando en el plato del vecino.

Y Entonces ocurrió el milagro.

   


Luís, el hijo de Maximiliano II de Baviera, un joven delicado, tímido y sensible, se ha quedado prendado de la música de Wagner. Cuando llegue a rey (1864, a los 18 años) se lo hará saber y se pondrá a su disposición. Wagner ya se ha liado con Cósima y forman una trinidad ridícula con von Büllov, que lo consiente todo en aras del arte.

"… Hoy he sido llevado ante él. Por desgracia es tan bello y genial, inspirado y magnífico, que temo que su vida se desvanezca como un fugaz sueño divino en este mundo malvado. De la magia de sus ojos no puede Vd. hacerse ni idea: ¡si pudiera sobrevivir; es un milagro demasiado inaudito!" (Wagner).

Seguiremos con Luís II el día 13 de junio. Baste decir, de momento, que el joven rey, se hizo cargo de los gastos del artista y de los costes de la representación del “Tristán”. Era el 10 de junio del año 1865. Baudelaire, devorado por las neuralgias y “reumatismos” (y por la imbecilidad sifilítica) espera, en Bruselas, que lo conduzcan a morir a París.

Si Lola Montes fue decisiva en la deposición del abuelo de Luís II. Wagner, la nueva “Lolotte”, tendrá que abandonar Munich con toda su troupe. Al año siguiente lo encontraremos instalado en Triebschen, a costa del enamorado.

Esta historia tiene ramificaciones… Es suficiente, de momento, con lo dicho. Wagner abandona Munich. El rey está perdidamente enamorado del músico. El músico se aprovecha de este amor. Nietzsche está a punto de aparecer. El Teatro del festival (Bayreuth) ya existe como idea. Hans von Büllov se ha hecho a la idea. Todo está dispuesto para que baje el telón y de comienzo el siguiente acto.

Continuaraaaaaaaá…














RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...