Esto
de los calendarios juliano y gregoriano es un lío importante. Según alguna de
las dos cronologías, en tal día como hoy tuvo lugar la nunca ocurrida “matanza de la escalera” de Odessa. El Potemkim había llegado a puerto la noche
del 14. Al amanecer desembarcan a los héroes muertos. La población de Odessa,
en huelga general, los homenajea. Marineros y trabajadores se amalgaman y
forman una masa tan densa como el hormigón. El ejército zarista se dispone a
disgregar, a triturar, esa masa. La “matanza
de la escalera” no ocurrió. La matanza, sí. Fue tal día como hoy, durante
el entierro de los marineros.
La
escena no aparecía en ninguna versión (previa) del guión de la película. Se le
ocurrió a Eisenstein sobre el terreno. Y es que una escalera como esa
(¡Infórmense Vds…. Infórmense!) sólo puede inducir a matar o a morir. Si a
Newton fue una manzana la que lo puso sobre la mecánica del universo, a Eisentein
fueron unas cerezas rodando las que lo condujeron a la comprensión de la
ciencia del “montaje” (también
influyó el Kinok, y la “biomecánica”, concebida dentro de un
programa general: “Octubre en el teatro”, de Meyerhold, amparado todo
bajo el paraguas de la Proletkult).
A
un primo segundo mío fue una piel de plátano la que lo llevó a la tumba. Y sin
ir tan lejos, a mí los higos chumbos me produjeron un atasco tal que fue necesario
la intervención de la indiferente, pero férrea, decisión del matarife y la
delicadeza (algo vengativa) de mi madre.
Una
escalera como esa, bajo el inclemente sol del inicio del verano y la
humedad…sólo puede inducir a empujar. La escalera, como saben, conducía y
conduce desde la parte vieja de la ciudad al puerto. La arenisca original ha
sido sustituida por el verdoso granito actual, pero en esencia está igual.
Flanqueada, eso sí, por elevadores o teleféricos.
Obra
maestra imperecedera del arte cinematográfico y de la propaganda política (“Para nosotros, decía Lenin, la más importante de todas las artes es el cine” y “el cine es Nicholas Ray (*)”, decía Godard, luego…) Naturalmente
estoy hablando de “El Acorazado Potemkim”.
¿Qué
puedo añadir yo que no se haya dicho ya? NADA. Así que me callo.
Eisenstein
y los suyos se instalaron en el cercano Hotel Londres, un habitual en todas las
ciudades que se precien, a unos 150 metros de las famosísimas escaleras. Vagaba
por las cantinas entre las actuales Catalina II y el duque de Richelieu y de vez en cuando
se asomaba a la escalera con el ceño fruncido y como queriendo sonsacarle un
secreto. Le tomó gusto al tratamiento de las multitudes en escaleras
majestuosas. ¿Recuerdan Vds. “Octubre”?
Pues aquella escalera espectacular no fue por la que entraron los bolcheviques al
Palacio de Invierno. Ni fueron miles. Fueron unos cientos y lo hicieron por la
escalera de servicio, como si dijéramos. La segunda vez que lo hicieron, con
Eisenstein a la cabeza, hicieron más destrozos que la primera, y
revolucionaria, vez. La porcelana de Sèvres pagó el pato del realismo
hiperbólico.
En
todo caso vean la escena y a continuación el asombroso travelling inicial de “Sed de
mal”. Será como hacerse una raya y
después fumarse un porrito. ¿El resultado?..........................
Bueno,
ya habrá ocasión (21 de diciembre) para hablar de la película. Baste con lo
dicho para saciar mi sed “efe(i)merística”.
“… Resultaba que las hermanas
Lisbon se habían suicidado el 16 de junio, aniversario del día en que Cecilia
se había cortado las venas”.
No
es fácil quitarse la vida. Sin embargo hay muchísimas formas de hacerlo. Las
hermanas Lisbon las agotaron casi todas. Si no tuviera a mis “Ángeles Custodios” las adoptaría a
ellas… (con el permiso de N. Ray) ¡a las cinco!: Cecilia, Lux, Bonnie, Therese
y Mary: ángeles caídos en la inmundicia del mundo. Una siniestra y delicada,
cual polvo de ala de mariposa, trama. Una desgracia mayúscula envuelta en la
banalidad. Una prosa límpida y divertida al servicio del infantil desamparo que
pone al descubierto la miseria de la adultez… ¡y la nostalgia de lo no sido!...
“Lolita”, “Carrie”, David Lynch, Holden Caufield…
Al
final te caen simpáticos los “ambulanciers”…tanto
ir y venir.
“Sumisas con causa”. Nicholas Ray podría
haber explotado esa variante.
La
primera, Cecilia, la que abrió la veda, fracasado su intento a lo Séneca, se
lanzó por la ventana y quedó espetada en las agudas lanzas de la verja de la
casa (¿) familiar. Eso había sido un año antes. Y para celebrar el aniversario
del primer intento, las cuatro hermanas desarrollaron todo un repertorio de “maneras de morir” o, mejor dicho,
escribieron “la muerte, instrucciones de uso”.
Sonará en el esputofaif:
“Tea for the Teelerman” y "Where Do the Children Play”? Nunca sabremos si ese LP de Cat
Stevens estuvo incluído en el auto de fe materno.
Y ya puestos, que suene también: “Tienes
un amigo”. Esto nos indica que los hechos ocurrieron después del 71. También
pueden escuchar “The Queen ist dead”…
¡27 años ya! ¡Mamma mia!
Tal
día como hoy, del año 1979, moría públicamente, habiendo evitado la
cirrosis, de cáncer de pulmón, Nicholas Ray. Yo me sigo quedando con “Jhonny Guitar”. Incluso he aprendido a
puntear la música en la guitara de mi cuñado, el de Mapfre. ¡Oigan, que de western sólo tiene los parajes y las
pistolas!
“Siempre he sido un desconocido para mí mismo”…antisocrático donde los haya. Bueno, en
realidad puede que lo intentara y no lo consiguiera; en ese caso sería un
socrático “in progress” y tuerto.
Medio
día y sin catarlo. Se soluciona rápido: vodka, por lo primero; un refresco
“cargadito”, por lo segundo; y un güisqui a escondidas, por lo tercero: “Tota pedra fa paret”, como diría aquel.
El
citado Meyerhold, también introdujo en el cine a Shostakovich, además de a
Mayakovsky que, por cierto (y esto es puro chismorreo) se sintió atraído por
Elsa Brik, antes de decidirse por la hermana, Lily.
Los Brik eran una familia
bien, acostumbrada y deseosa de “byt”.
El poeta odiaba esa forma de vida y quería reemplazarla por una forma más
elevada y espiritual: “bytie”.
Dejamos aquí a Mayakovsky y a Lily y seguimos a Elsa. Se marchó en plena guerra
civil; se casó; se fue a Tahití; volvió a París; marchó, ya sola, a Berlín y
allí se reencontró con Shklovsky. Vuelta a París, se relacionó con todos y
finalmente (¿en el 28? ¿en el 29?), cuando el surrealismo estaba en plena
crisis de adaptación, conoció al apuesto Aragón. Fue en la Coupole. Aragón no le hizo mucho caso (siempre ocurre
igual)…después sería su ama. La pareja jamás levantó la voz contra las
atrocidades estalinistas, al contrario, las jaleaban… aunque estas golpearan a
los más allegados. Sólo se atreverá cuando Stalin estuvo muerto y bien muerto.
Enseñó a Aragón a vestirse en Ives
SaintLaurent y le contagió el “cosmopolitismo”.
Fueron piezas importantes en la cadena de transmisión entre el estalinismo y el
PCF.
Aragón,
comunista y “campesino de París”, le
regaló una mansión rodeada de 5 hectáreas de bosque en las “afueras” de París: « Une description de la Maison s’impose.
C’est un moulin… En parfait état, avec tout le
mobilier nécessaire. Quatre
hectares et demi de terrain, de bois. Je te fais le plan.
La
rivière passe sous le moulin. La
roue a été enlevée, mais il y a, sous la galerie, deux murs et une fenêtre
ronde, derrière laquelle l’eau tombe en cascade. Le fantastique devenu fontaine ! »
(Carta a su hermana Lily, en Moscú).
Y
allí acabaron sus días y fueron enterrados juntos, como los amantes de Teruel: "Cuando
uno al lado del otro, por fin seamos yacentes, la alianza de nuestros libros
nos reunirá para lo mejor y para lo peor en ese futuro que era nuestro sueño y
nuestra mayor preocupación, a ti y a mí."
Naturalmente la “casita” puede visitarse:
Hojear / ojear la biblioteca, pasear por el jardín (¡¡no se admiten
animales!!), tomar un té (que lo pagas), ver las ediciones de las obras del
matrimonio (¡ella ganó el Poulitzer!…fue la primera mujer en ganarlo). Como es domingo, los horarios se alargan un
poco…pero no se me despisten que, ya saben Vds. que los franceses son muy
suyos. Si salen de París, tomen la A 10 y salgan en St Arnoult-en-Yvelines y
allí seguir las flechitas. Si van con GPS: Rue de la Villeneuve, 78730 St
Arnoult…. Preparen diez euros. Si su acompañante tiene menos de 15 años, no
paga.
¿Han leído Vds. “Zoo o cartas del no amor”
(Shklovski), esa obrita de una hermosura esquelética? No les llevará mucho
tiempo (si son capaces de superar los cinco prefacios y el “Epígrafe”).
Aunque ocurre como con los aforismos de Nietzsche, hace falta un libro para
“vaciar” cada frase. Elsa tuvo el honor y la capacidad de poner en marcha el
corazón del poeta: “Puedes escribirme, pero no me hables de amor”. Pero
cómo puedo escribirte si te amo mucho (“más que la trucha al trucho”,
como diría la otra). ¿Cómo puedo no hablar de amor si soy todo amor por ti?
Tras cada línea del libro, hable de coches, de suicidios, de arte, de
inflación, de Rusia…se esconde el amor, agazapado, como los aburridos tigres
del Zoo de Berlín. Elsa volvió a París y él pudo volver a Rusia, donde, por
formalista, no pudo publicar nada hasta la muerte de Stalin.
Lo del condis es un castigo de Sísifo, infringido
en, como es natural, el Hades. En el submundo. Rodeado de sombras que, a pesar
de ello, cargan con bolsas como sueros rodantes, de hospital. ¿Quién, saltando
por encima de la decrepitud general, ha podido poner en marcha el corazón de un
poeta? ¿Tú… mujer malencarada que exiges que te limpien, uno por uno, el medio
kilo de sonsos que acabas de pedir? ¿Tú… que has dejado que la vida circulara a
tu alrededor sin, ni siquiera, acariciarla? ¿Tú…que acabas de pegarle una
patada al perro que se acercaba a oler la basura que acabas de comprar? ¡Sí!
¡Todos vosotros ponéis en marcha el corazón de poeta que me anima!
No pasaréis, sin embargo, a la historia de la
literatura, os lo garantizo.
Acabemos el día en paz: un salmorejo, ahora que los
tomates están empezando, una botellita de Ribera y un culín de vodka.
Pónganse por enésima vez “El Acorazado Potemkim”.
Quítenle la banda sonora “ad hoc” y, en su lugar, que suene el
melancólico “Tea for the Tellerman”.
“Buenas noches y buena suerte” (¡!)
NB.