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jueves, 13 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 13 de junio. “El rey loco” . Verlaine. Tchaikovsky (1ª).



(Asteriscos * remiten a razones efemerísticas)

"Un eterno enigma quiero permanecer para mí y para los demás". Y el enigma se tendió sobre él. Y no lo soltó ni siquiera cuando se ahogaba tal día como hoy del año 1886. De la escena queda el enigma…el resto se ha desvanecido euridicianamente. Y quedan los pájaros que van (y vienen) a este humedal protegido.

Subir al trono de Baviera y llamar a Wagner fue todo uno. Dejó a sus amantes ocasionales, incluso a un “Thurm und Taxi” con el que el transporte estaba asegurado  ¡y barato!

Luís II: «Sin que vos lo supierais, erais la cuenta de todas mis alegrías. Vos habéis sido mi mejor maestro, mi educador y un amigo que, como ningún otro, ha sabido hablar a mi corazón. Haré cuanto esté en mi mano para haceros olvidar vuestros sufrimientos, disiparé todas vuestras preocupaciones, os proporcionaré el reposo a que aspiráis a fin de que despleguéis sin traba alguna, vuestro genio maravilloso. Ahora que visto la púrpura, emplearé mi poder en endulzar vuestra vida».

Wagner: «Lo increíble se ha vuelto realidad. El cielo me ha enviado a este Rey, que es mi felicidad y mi patria... ¡Tan bello es, tan magnífico, y está tan lleno de Alma, que temo que su vida se desvanezca, en este mundo grosero, como un fugitivo ensueño de los dioses! Me ama con el íntimo fervor y la fuerza del primer amor. Me conocía y sabe todo lo que se relaciona conmigo, y me comprende como mi propia alma puede comprenderme. Quiere que permanezca a su lado, que trabaje, que descanse. Me dará cuanto se necesite para la representación de mis obras. Soy su dueño absoluto. Ya no volveré a ser director de orquesta»

El rey lo aposenta como a un príncipe: Una villa cercana a su residencia-castillo en Berg, a orillas del Starnberg en la isla de las rosas. Una elegante casa en Munich (Briennerstrasse). Cargos importantes para von Büllov. Visitas diarias. Horas de intenso mirarse a los ojos. Wagner simula. Luís desfallece. Llega Cósima, la nariguda, y todo empieza a mostrar su rostro verdadero. 

                      

Y para celebrar este desvelamiento de la situación me pimplo (a ciegas un) “parfait amour” que tan bien combina con la nobleza. Y esto que no salga de aquí: me juego la reputación.

Luís, ya saben Vds., era el colmo de la timidez y de la misantropía (¡feliz él, que pudo ejercerla!). Colocaba centros de mesa de metros de altura para no ver a los reunidos. Exigía audiciones y representaciones para él sólo. Construía castillos que permanecían vacíos. Se disfrazaba con ropajes sacados de la sensibilidad wagneriana. Y ese mismo gusto, acrecentado por su pasión romántica por las hadas y el Medievo, conformó la arquitectura que espolvoreó por los valles del Rin. Sus castillos nacían en el aire y acababan reflejados en el agua. La tierra era, sólo, una circunstancia necesaria. Pasaba en Munich el tiempo imprescindible. Su reino no era de este mundo.

El erario público, su fortuna personal y su reputación, se resentían. Wagner, no.
La cosa no podía durar y no duró. El trío tuvo que abandonar Munich, pero por partes: Primero lo hizo Wagner, después Cósima y por último el marido desolado.

La pasión wagnerian del rey se acrecentó.

Luís II: “¡Uno y todo! ¡Síntesis de mi felicidad!... ¿Qué soy yo sin él? ¿Por qué no encuentro reposo? ¿Por qué estoy torturado siempre? ¡Oh! ¿Cómo hacer florecer para él, sobre la tierra, la tranquilidad, una paz eterna y una inmarcesible alegría? ¿por qué hay siempre tanta tristeza al lado de tanta felicidad?... Amigo mío, ¿necesito volverlo a decir? ¡Te seré fiel hasta la muerte! Eres, fuiste y serás toda mi vida, hasta el último suspiro... Te amaba antes de haberte visto. Oír una obra del Amigo es para mí una beatitud tan grande, que no puedo compararla con ninguna otra...»

Wagner aseguraba no conocer mujer. Pero era evidente, por los hijos que nacían de forma sistemática, que el compositor jugaba al juego del amor imposible y desgarrado.

Buscaron y encontraron: una magnífica residencia en el lago de los Cuatro Cantones, Triebschen. A gastos pagados. Hicieron venir a la decoradora de siempre, que les llenó las estancias de gasas, tules como encajes de Bruselas y telas de la lejana Mosul.

Lean vds. lo que escribía el desventurado Luís a la nariguda Cósima:

“Necesito deciros que me es totalmente imposible vivir por más tiempo separado de quien lo es todo para mí. No lo soporto. El destino nos ha creado al uno para el otro; si vivo, es por él. Cada día lo veo más claramente. Pero él no puede estar a mi lado, querida amiga mía. Os aseguro que no me comprenden, ni me comprenderán nunca. Como Rey, no puedo estar unido a él. Las estrellas no nos son favorables. Pero esto no puede, de ninguna manera, continuar así, porque me faltarían fuerzas para vivir. Sin él me siento solo y abandonado. Es preciso que nos reunamos para siempre. Amiga queridísima, os lo suplico: preparad al Bien Amado para la resolución que he tomado de renunciar a la corona. Que tenga misericordia de mí, que no me exija que soporte por más tiempo estos tormentos infernales. Mi misión divina es estar a su lado, como amigo fiel y amante... ¡Decídselo! Hacedle ver que nuestros proyectos pueden realizarse y que me moriré si tengo que vivir sin él. El amor hace milagros...”

Wagner se puso a temblar. Dejar el trono ¡ni hablar! Intentaré seguir disimulando (¿) otra temporadita…¿quién pagará, si no, todo este dispendio?

El rey no quería dar crédito a los rumores:
“No puedo ni quiero creer que los lazos existentes entre Wagner y la señora Bülow sobrepasen los límites de la amistad. ¡Sería espantoso!”


Y prepara un viaje sorpresa a la residencia suiza. El día 22 de mayo (las efemérides wagnerianas están a rebosar de esta fecha) de 1866 se presentó como un regalo. Era el 53 aniversario del compositor. Imagínense a Richard, cambiando las sábanas, distribuyendo los útiles de aseo entre los diferentes cuartos de baño (¿), y a Cósima tapándose los moratones del cuello. Luís II era “lunático”, pero no imbécil. Mordió la historia. Se distanció… pero no dejó de apoyarlo económicamente. En total le daría unos 500.000 D.M. de la época y un préstamo de 400.000 para la construcción del Teatro de Bayereuth, que se iría pagando con lo que dieran las obras del artista. Fue la gran desilusión de su vida. Añádanle la derrota de Baviera ante Prusia y la constitución del II Reich.
Al año siguiente se juntaron en el castillo-residencia de Berg (¡¡) para celebrar el cumpleaños del artista.

Tal día como hoy, del año 1869 Luis II de Baviera acude a una representación privada de Lohengrin, dirigida por Hans von Bülow Y Cernuda (“Luïs II de Baviera escucha Lohengrin”) “inmortaliza” el momento:

(…) “Ahora el rey está ahí, en su palco, y solitario escucha,
Joven y hermoso, como dios nimbado
Por esa gracia pura e intocable del mancebo,
Existiendo en el sueño imposible de una vida
Que queda sólo en música y que es como música,
Fundido con el mito al contemplarlo, forma ya de ese mito
De pureza rebelde que tierra apenas toca,
Del éter huésped desterrado. La melodía le ayuda a conocerse,
a enamorarse de lo que él mismo es. Y para siempre en la música vive.”

Tópicos. Cernuda no hace ningún esfuerzo para desmitificar el asunto. Para él, Luís II es la hermosura, el sueño, la poesía, la incomprensión, la sensibilidad herida…olvidando que era rey de Baviera y tenía sus obligaciones y sus intereses…así como su decidida inclinación política (no precisamente progresista). Otra cosa es Visconti.

Su índole misantrópica no le permitió asistir a la inauguración del teatro de Bayreuth, pero tuvo el privilegio (real) de asistir a los ensayos íntegros… ¡y solito! (Volveremos en su día).
Quien sí asistió fue Tchaikovsky (¿cómo se escribe?).
Quien huyó fue Nietzsche: cuando reapareció llevaba bajo el brazo, como una baguette: “Humano, demasiado humano”, que significó la ruptura con el maestro, aunque lo hiciera más evidente con el “Caso Wagner”. (Volveremos). El pobre creyó las palabras de Wagner. Se quedó de piedra cuando vio a la clientela: empresarios, prestamistas, y gente de la horteril farándula.
Tarde o temprano todos acababan descubriendo la sordidez del compositor, su vanidad y su gusto echado a perder. 

Se promete con su prima Sofía. Rompe el compromiso. Se rumorea que mantiene relaciones carnales con Sissi (hermana de Sofía). Infundios. Con Elisabeth le une una tierna y profunda amistad y con la primera, ya, nada. ¡Qué cantidad de desgracias por metro cuadrado! Sofía morirá abrasada. Siisi, acuchillada. Su hijo y heredero se matará por amor (¿). Un cuñado fusilado en Méjico… Su sobrino político (y heredero) será balaceado… El fin de una saga…Como la de los Panero, inutilizada por vertiginosas corrientes de alcohol y  de desmesurada inteligencia.
Pero Luiiiis…¿no se casó Lutero (*)? ¡y con una monja! También tú podrías haberte casado y haber continuado la saga. Un acuerdo diplomático y ¡hala!

“Cuatro años sirviendo
De espectáculo a las almas más cansadas,
Y una cruz,
En el agua en el lugar donde murió
Luís II de Baviera–y me bendiga
Los muertos y los recuerdos–Y desde este
Texto podrá nunca
Escapar ave ni insecto.”

(Leopoldo María Panero)

De perdidos al río (¡al lago!)…otro lingotazo de esta asquerosa bebida azul. Y a seguir con el asunto. La cosa se pone rizomática.



Hasta luego….

miércoles, 12 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 12 de junio. Dominguito Savio. Nava (Huelva).


1.


Maldito sea Yelsin que me cambió el nombre de Leningrado por San Peterburgo. Fue lo primero que hizo aquel día (tal como hoy, del año 1991) infausto en que fue elegido presidente de la “Federación Rusa”. Después vendrían, en cascada, todas las desgracias. Yo que ya me conocía la ciudad de Lenin como la palma de la mano… ¡y no digamos el perro!

2.
Yo también a los 13 años quise ser héroe y pensé que dormir en invierno con las ventanas abiertas me colocaría en las primeras filas del batallón que conseguiría abrir las puertas del cielo para todos. Pensaba que mis sacrificios eran útiles para toda la humanidad… dios (¿) perdonaría al mundo si, al menos, uno de sus habitantes le ofrecía las heladas madrugadas de enero. A lo lejos se oía el tren de Barcelona y cuando había luna, las sombras entraban en la sala dormitorio y recorrían las camas metálicas sobre las que dormían a pierna suelta mis insensibles y anti heroicos compañeros. Algunos, en sueños, articulaban sin sentidos. Otros roncaban. Otros hacían otras cosas. Yo, sin embargo, ofrecía al Todopoderoso el frío helador. Me costó una neumonía, de la que salí con dificultad, y la enemistad de los vecinos de cama. Dios no dio muestras de nada.



Esto lo digo porque a Dominguito Savio, muerto de neumonía sin cumplir los quince, lo hicieron santo (tal día como hoy del 54. ¡Qué mala es la saga de los “Píos”!) por algo parecido. Aunque pensándolo bien, quizás influyera san Juan Bosco, quien le hacía compañía en las heladas noches de invierno (aquellas que no eran ofrecidas a título de inventario de santidad). El gran mérito de “Minguito” fue alcanzar el grado de monaguillo y, tal vez, hacer algún servicio completo al Santo Padre Educador. Ahora se van poniendo las cosas en claro, pero… ¡entonces!

Sus últimas palabras fueron tan confusas como suelen ser las últimas. En realidad el lenguaje se va haciendo confuso según se acerca el momento. Al final son estertores, que los queridos y generosos testigos traducen según les viene en gana: “Adiós, papá (“envíame un poquito de dinero más”). El Padre me dijo una cosa que no puedo recordar.” Y no acabó ahí la cosa…”su rostro se transfiguró con una sonrisa de gozo” y soltó aquello tan manido de: “¡Estoy viendo cosas maravillosas!” Dios (¿) me perdone, pero tiene toda la pinta de que Juan Bosco tuviera la mano dentro de los calzoncillitos del niño santo. Murió contento habiendo descubierto, recién, las delicias de la pubertad.

3.
Hablando de niños, de dios y tal…decir que tal día como hoy, del año 1942:
El viernes 12 de junio  a las seis de la mañana ya me había despertado, lo que se entiende, ya que era mi cumpleaños. Pero a las seis todavía no me dejan levantarme, de modo que tuve que contener mi curiosidad hasta las siete menos cuarto. Entonces ya no pude más: me levanté y me fui al comedor, donde Moortje1, el gato, me recibió haciéndome carantoñas.
Poco después de las siete fui a saludar a papá y mamá y luego al salón, a desenvolver los regalos, lo primero que vi fuiste tú (¡¡el diario en blanco!!) y quizá hayas sido uno de mis regalos más bonitos. Luego un ramo de rosas y dos ramas de peonías. Papá y mamá me regalaron una blusa azul, un juego de mesa, una botella de zumo de uva que a mi entender sabe un poco a vino (¿acaso el vino no se hace con uvas?), un rompecabezas, un tarro de crema, un billete de 2,50 florines y un vale para comprarme dos libros…”


Esta niña repelente se llamaba Ana, Ana Frank.  Cualquier comentario está de más. Pero que sepan que lo que después sería un best-seller, empezó tal como hoy.


4.
Ventanas…últimas palabras…Tal día como hoy, del año 1974, mientras yo preparaba los papeles para viajar a Nueva York, Perón se asomó por última vez al balcón de la “Casa Rosada” y ensayó sus últimas palabras, en una apreciable emulación de Evita: "Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que para mí es la palabra del pueblo argentino”. Fue como un tango: “Adiós Buenos Aires querido…” No le llegó ni a los talones a su querida esposa que se despidió del mundo con un digno y enigmático; “Ya queda poco”, que la enfermera entendió referido a su jornada de trabajo.


Hacía frío, pero Perón no estaba dispuesto a hacer sacrificios: llevaba su querido sobretodo cruzado, gris rata, con solapas negras. También se resistió (con esfuerzo) a cambiar el nombre de la ciudad y ponerle un preventivo “Evita Aires”.


5.
Dios creó la vecindad para introducir la discordia sin causar mucho revuelo. Los humanos, por su parte, idearon el jamón y el vino para paliar los efectos de la acción divina. Y para fundamentar mi afirmación un tanto terrorista, me remito a los sucesos de La Nava, en las estribaciones de la sierra de Aracena y Aroche y regada por el oportuno Múrtigas, de hermoso y arcaico nombre. La Nava, vecina de Jabugo,  tiene una historia, digna de ser estudiada, que se remonta hasta el paleolítico.


A veces, sin embargo, el pernil es ocasión para desatar rancias disputas sin fin. Yo las he presenciado en la charcutería del condis. Cuando te venden lonchas envasadas siempre esconden la grasa blanca. Es cuando abres el paquete que te das cuenta del fraude: un dedo de magro y un palmo de grasa de liposucción. Siempre puedes utilizarla para engrasar los zapatos.

Siguiendo mi inveterada costumbre de recrear los acontecimientos lo más cerca posible del origen, ordeno a mis Custodios que me hagan la silleta de la reina y me depositen en las fértiles riberas del Múrtigas. ¿Calor?  ¡Viajad a tres mil pies! ¡Calor... vaya cuarteto de comodonas!… ¡quién diría que sois hijas de vuestros padres!  ¡Hala…sin rechistar!

La reprimenda no cae en saco roto: me depositan como a un despojo a la puerta de la ermita de la Virgen de las Virtudes, no lejos de la ermita del Cristo y  a un tiro de piedra del río Caliente

A un disparo del “Gran Berta” del centro de la aldea.

Rencoroso batir de alas.  

Y desde allí, desde donde cristo perdió el mechero, sin posibilidad de refrescarme, tres kilómetros monte a través, entre jaras y pinachos, acérquese Vd. Al mesón de la Sierra…  Cuando llegué parecía un trapo de cocina después de haber limpiado todas las mesas de la taberna.  En otras circunstancias hubiera admirado los hermosos, aún inmaduros, melocotones de la localidad.  Tomé asiento en una de las arruinadas sillas de plástico rojo. Un toldo azul convertía aquello en un cielo inmisericorde. Sobre la mesa blanca, de plástico, las huellas circulares de los cortados de la mañana. Eran las tres de la tarde. Los ceniceros estaban a reventar y las moscas mostraban su contento por la imposible novedad.

La Nava ha tenido una historia rica e incierta. Ha pasado por periodos de abundancia y por periodos de miseria, para, finalmente, estancarse en una indiferencia indiferente. Ni la famosa “Virgen de las virtudes”  ha podido hacer nada por la cosa. Es más, incluso ella ha emigrado a Jabugo, dejando tras de sí una enana de posguerra.

–A la paz de dios (¿), feliz viajero.

–Que la paz sea con Vd. , querido mesonero.

–¿Qué se le ha perdido por esta hermosa dehesa?

No hace el más mínimo intento de aclarar la mesa. Toma asiento y me larga una larguísima historia con Viriato como centro de gravedad.  Pasa, sin solución de continuidad a la gloriosa época minera y concluye con loas a la fiesta del melocotón y su colaboración con la laboriosa tierra murciana. Enciende un caliqueño de la región y, cuando llega el momento, lo apaga sobre la montaña de colillas.

–Bueno… ¡pues Vd. dirá!

Estoy a punto del desmayo. Como si fueran mis últimas palabras logro articular: ¡Un poco de jamón, por dios(¿)…y una frasca de vino, por el cielo! Él, por su parte, suma a lo dicho unas orejas fritas.



Y como la hospitalidad es el fuerte de estas tierras (y también la desocupación), vuelve a sentarse a mi vera. Parece un afluente del río caliente: despide un vaho tórrido.

–Dígame, servicial bodeguero…

–Soy todo oídos –dijo, zanpándose una oreja de puerco.

–No, nada…aquello de Portugal y la guerra y tal…

–¡Pues ya ve! Nosotros somos así. No es que no nos gusten las trifulcas… ¡que nos gustan!...sobre todo con los de Cortegana. Pero detestamos en bloque las guerras oficiales e internacionales. Por entonces los portugueses entraban en manada y arruinaban nuestros campos y sacrificaban nuestros cerdos ante nuestras narices. Nosotros nos tomábamos la revancha robándoles las “bacalás” y así pasábamos los días.

Pero aquel 12 de junio, lunes para más inri (el domingo era el día de la “Gran Parada” de Torrebruo*) del año 1474, cuando vimos aparecer al tío Pedro de Trujillo con toda una cuadrilla de hombres armados para obligaros a combatir contra los portugueses, nos rebelamos todos a una y nos negamos a ir a la guerra. Nuestra guerra era otra: familiar, entrañable…Metieron a algunos en chirona pero no tuvieron más remedio que soltarlos.  Los de Fuenteovejuna (Fuente Obejuna, Fuente Ovejuna e, incluso, Fuente abejuna), que no se llama así por las ovejas, sino por las abejas, de ahí que sus moradores se llamen “melladienses” ( de melisa = aveja / meli =miel)… como decía, los de Fuente Obejuna aprendieron de nosotros. Ellos apedrearon al tío Hernán Pérez y no consiguieron, ya sabes, que delataran a los autores.
Después vino lo de América, y quisieron cambiar el nombre del pueblo por La Nave. El cronista oficial tuvo que aclarar que el nombre tenía que ver con ciertas características orográficas y geomórficas y que, por ello, era inamovible, tectónico, por así decir.

–Es Vd. un pozo de sabiduría.

–Y Vd. un pozo sin fondo. ¡Niño, retira los recipientes y trae otra ronda de lo mismo!

Hoy, como Vds. Saben, se celebra el día en contra del trabajo infantil. En efecto esto no es trabajo. Es ir introduciendo a las criaturas en el mundo sórdido de los adultos y, de paso, acostumbrarlas a los productos de la región.

–Ahora que se ha referido Vd. a las abejas me viene a las mentes que tal día como hoy, del año 1982…

–No siga, estimado viajero. ¡K. R. von Frisch *! Sí señor. Gracias a él los vecinos han engrandecido su bagaje sobre tan beneficiosos insectos. Si visita Fuente Ovejuna no observará nada raro, pero sepa Vd. que los melladienses  sienten verdadera pasión por el prohombre y han solicitado, en vano, hermandad a las ciudades de Rostock y de Breslau. Pero como no tienen Guasap…



El calor ha ido decayendo al ritmo de la charla. Finalmente se hace el silencio y una brisa angelical derriba el himalaya de colillas.

–¡Niño! ¡Trae el trapo!

De camino a casa, mis Custodios me recuerdan que hoy hace 50 años del asesinato de Medgar Evers….

¡Infórmense Vds. Infórmense!...

A las pocas semanas matarían a Kennedy que el día del asesinato había dicho algo, sin mucho fuste, sobre la igualdad y tal. El asesino superó con éxito dos juicios. Al tercero, ¡a los 30 años! lo condenaron a cadena perpetua. Y para que vean de qué manera se equilibra el mundo para convertirse en el “mejor de los mundos posibles”, el mismo día en que Byron de la Beckwith (¡que se sepa el nombre!) asesinaba por la espalda al líder negro, Mandela era condenado a cadena perpetua.

No es una conmemoración oficial pero sepan Vds. Que hoy se celebra en los estados Unidos el “Día del amor familiar”. No, no tiene nada que ver con San Valentín. Investiguen Vds. Tal día como hoy del año 1965 (¿) se puso fin a la prohibición del “mestizaje” como lo llamaban. Este día los cuchillos de cocina se esconden. Los matrimonios se evitan y cualquier ocasión se pospone.








martes, 11 de junio de 2013

Propuesta para hoy, día 11 de junio. Rivalidad. Moravagine.

Estaba claro que tendría que llegar el día. Y llegó.

El desasosiego es un mal connatural, la huída una reacción específica y la rivalidad tan antigua como Hesíodo.  Añadan Vds. el deseo-subliminar  de acabar de una vez por todas…así en plan Teognis de Megara y deducirán la necesidad de que llegara el día… ¡y llegó!

Ya no entramos en los mecanismos de la producción-reproducción capitalista, ni en la necesidad de imprimir velocidad a la circulación de mercancías.

Las carreras de caracoles son tan antiguas como el diluvio-heleno: ya cuando bajaron las aguas y los descendientes de Deucalión y Pirra crecieron, se entretenían azuzando caracoles y echando sobre ellos la pesada carga de la esperanza ajena. Si eran babosas, mejor: se les notaba más el esfuerzo.



Después llegaron las Olimpiadas…

Con el tiempo empezaron las carreras de carretas por los desiertos de Arizona; las locomotoras compitieron entre sí;  los velocípedos no le fueron a la zaga;  Todo competía contra todo. ¡¡El Supermacho!!

Por entonces, en la búsqueda de un vehículo que reuniera las ventajas de la locomotora y de la bicicleta, los ingenieros se exprimían los sesos: algo así como los ómnibus de tracción animal, pero autopropulsados. Rivalizaban tres energías: el vapor, la electricidad y los gasóleos… dejando aparte, claro está, una ristra de esclavos traídos directamente del Congo Belga.  Las carreras eran frecuentes. Pero faltaba la ¡Gran Carrera! que pusiera las cosas en claro. Y que hubieran vencedores y vencidos y tal.

Tal día como hoy, del año 1895, tuvo lugar ese evento históricamente necesario: París-Burdeos- París (1.200 kilómetros). El ganador empleó 49 horas  y alcanzó los 24’2 k/h.  Ocurrió de todo: se estremecieron bielas; se rompieron trócolas; ardieron automóviles; se durmieron pilotos que fueron a parar a acequias de riego.  Las vacas dejaron de dar leche del sobresalto.



La luna no pudo alumbrar a los esforzados: una espesa capa de nubes lo impedía. Así que tuvieron que viajar tanteando el terreno.

Fueron dos días que cambiaron el mundo.

El ganador fue el Panhard- Levassor nº 5 (después Citroën) de dos plazas. Sin embargo, el trofeo se lo llevó un Peugeot, que podía trasladar a cuatro gruesos pasajeros… ¡que era de lo que se trataba y así estaba estipulado!

Medio París se trasladó en romería desde el Arco de Triunfo hasta Versalles, para dar la despedida, que muchos presintieron definitiva, a un grupo de ingenieros y empresarios.

Cuando empezaron a regresar de Burdeos, cundió la desolación…pues enseguida estuvo claro por dónde irían los tiros. Aquella época fue propicia para que psicópatas  peligrosos desfogaran sus instintos sobre máquinas  incipientes. No quiero decir que la actual sea peor… ¡todo lo contrario! El mundo establece mecanismos para que estas naturalezas se despeñen, se asfixien, mueran de tanta salud acumulada… No todos encuentran, sin embargo, su vía de escape de forma tan políticamente correcta. Los psicópatas se han apoderado del mundo… ¿qué les voy a contar?

Resumiendo: se impuso la gasolina y el motor de explosión. Alemania, inventora (Benz) y Francia, mayor densidad de carreteras (Napoleón), se pusieron a la cabeza de la industria automovilística. Se probó con éxito la rueda neumática (Michelin). En fin, todo un banco de pruebas.

En terminología de Vygotski (*) podría decirse que el automóvil tenía “per se” una gran “zona de desarrollo próxima”. Y si a esto añadimos que el “contexto social” era rico en estímulos y acicates, concluiremos que el éxito de la máquina estaba cantado. El coche “interiorizó” con rapidez y eficacia las “funciones” que, como anhelos, surgían en el interior de las masas:

“En el proceso cultural del niño, toda función aparece dos veces, primero a escala  social, y más tarde a escala individual. Primero entre personas (interpsicológica) y después en el interior del propio niño (intrapsicológica)… todas las funciones psicológicas se originan como relaciones entre seres humanos".

He ahí enunciada una senda fructífera. Se acabó el automatismo conductista  y los “a priori” germanos.
Contrajo la tuberculosis y después el matrimonio. Ambas “funciones”  ya existían (socialmente). Él las interiorizó, mediante mecanismos de asimilación dialéctica.
Es lo que me pasa a mí con el “Espíritu (oso) santo”: lo veo, lo huelo…existe fuera de mí. ¡No hay duda! Cuando lo "incorporo" se transforma  mi vida interior  y de esa transformación surgen nuevas “necesidades”. Pura dialéctica.

Los dioses castigan la sobreabundancia de orgullo, la “ubris”. Le Mans ha sido campo privilegiado de esta lucha, allí los dioses han dejado claro que no les hace mucha gracia que se les rete en el asunto de la ubicuidad.

Tal día como hoy, del año 1955, como para festejar  el aniversario de aquella primera carrera mítica, el circuito estalló en fuegos pirotécnicos y no se escatimaron las víctimas humanas. Una verdadera hecatombe.

A mí lo de los coches ni me va ni me viene. Lo mío son las efemérides.




Una imprudencia (¿) de Hawthorn (a quien Mercedes había acogido por su involuntario favor en el 52 y había puesto a su disposición un Mercedes SLR que incorporaba un fenomenal freno-capó tresero-aerodinámico, que debía ayudar a los ya de por sí poderosos frenos de tambor) al entrar a boxes forzó una extraña y rápida maniobra de Levegh que tuvo que superar por la izquierda a Macklin (Austin). El Mercedes de Levegh entró en el foso separador a casi 200 por hora y salió volando como el carro de Isaías. Se descompuso y sus trozos ardiendo cayeron sobre los espectadores de tribuna. A algunos les segó literalmente el cuello. Macklin fue rebotando, como en aquel antiguo juego del “tennis for two” en los parapetos laterales. Fangio, a más de 200 por hora tuvo la suerte de filtrarse por el espacio que le habían dejado Levegh y Macklin.



Eran las dos y veinte del 11 de junio del año 1955. Fueron 83 los muertos y 82 los heridos. La carrera siguió (para que no cundiera el pánico). Mercedes ordenó la retirada de Fangio y de Kling y se declaró vencedor a  Hawthorn (Jaguar). Sólo cito al más conocido de las parejas, pues han de saber que en las “24 horas” los pilotos se alternan. Aunque no siempre fue así. En el 52, el infortunado Levegh, vanidoso, quiso correr él solo, sin relevos. En las últimas vueltas desfalleció y su coche quedó varado en el terraplén que separa la pista del espacio de los espectadores.

También Hawthorn murió en un accidente (¡en el que se vio implicado un nefasto Mercedes).

Por suerte para la raza humana, muertos y heridos incluidos, León XIII (tal día como hoy, del año1899) había dedicado toda la raza al Sagrado Corazón de Jesús y había establecido la razón social en Montmartre.  Así pues, no temamos a la muerte: seguiremos palpitando en el divino ventrículo izquierdo.

Aunque por mí como si desaparecen todos… espectadores incluidos.  Sólo salvaría al despistado Boillot que entró a la meta de culo y marcha atrás. A 30 metros de la meta su Peugeot dio un trombo, golpeó el parapeto y él quedó grogui. Le echaron un cubo de agua, se despabiló…pero no lo suficiente como para maniobrar; así que metió la marcha atrás, cruzó la meta al grito de “Vive La France” y perdió el conocimiento. Era noviembre del año 1919…y la cosa patria estaba candente. Toda Sicilia, sin embargo, estaba nevada. Era la mítica “Targa Florio” siciliana.

Desde el comienzo, como ven, la desgracia acompañó al automóvil, como esa cola de latas que acompaña a los coches nupciales.

Perdonen Vds. esta frivolidad:


“Cuando escuches el trueno me recordarás

Y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
Y el corazón, como entonces, estará en el fuego”.



Es Ajmátova, que el día del accidente (aunque con esto del calendario ortodoxo nunca se sabe), cumplía 30 años.



“Así que, después de todo, no había un único tipo de Discordia, sino que en toda la tierra había dos. Respecto a una, el hombre podría elogiarla cuando llegase a conocerla, pero la otra es censurable, y son de naturaleza completamente diferente, pues una fomenta la guerra y batalla malvadas, siendo cruel: ningún hombre la ama; pero por fuerza, debido a la voluntad de los inmortales dioses, los hombres pagan a la severa Discordia su deuda de honor. Pero la otra es la hermana mayor de la oscura Noche, y el hijo de Crono que se sienta en alto y mora en el éter, extendidas sus raíces en la tierra: y es mucho más amable con los hombres. Incluso logra que los perezosos trabajen duro; pues un hombre se vuelve ansioso por trabajar cuando tiene en cuenta a su vecino, un rico que se apresura por arar y plantar y poner su casa en orden, y el vecino compite con su vecino en apresurarse tras la riqueza. Esta Discordia es sana para los hombres. Y el alfarero se enfada con el alfarero, y el artesano con el artesano, y el mendigo envidia al mendigo, y el trovador al trovador”.  (Hesíodo).

Yo he de decirles que nunca competiré con el vecino si no es en amabilidad. Hoy, en Argentina se celebra el “Día del vecino”, algo así como el día universal de la Humanidad… ¡pues todos somos vecinos!

Y por si esta festividad les supiera a poco, sepan que el Imperio Romano reservó el día de hoy a la fiesta de MATRALIA, en honor a “Mater Matuta”, diosa del amanecer, protectora de los bebés recién nacidos, del mar y de los puertos.

Olvidaron poner bajo su protección el circuito de “Le Mans”.




–“¿Tú dices–grité–, tú dices que estamos a once?



–Yo digo que estamos a once de junio de mil novecientos siete, que son casi las tres de la mañana y que haríamos mejor, mientras que aún podamos hacerlo, descansando algunas horas. Estoy rendido. Y quién sabe lo que nos espera en esos putos toneles de choucroute”


Estaba aterrado. Mi revólver estaba encima de la mesa, tuve ganas de empuñarlo y abatir a Moravagine. ¡Qué insolencia y qué jeta!”

Sobre la cuadrilla de Moravagine ya he dicho lo suficiente en otras “propuestas”. El 11 de junio de 1907 se fue a tomar pol culo su proyecto de “revolución rusa”. También sucumbiría el proyecto de Kerensky, de cuya muerte hace ya 45 años. Y es que las revoluciones no son complots ni se le puede poner puertas al campo.


Sobre Matteotti, ver la propuesta para el 16 de agosto (inédita).

RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...