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lunes, 27 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 27 de mayo. 7º día de la comuna



Ayer, tras espirituosa noche, viendo mis Custodios la absoluta falta de voluntad y el completo desvalimiento al que  el desarrollo de las cosas ( y el Espirituoso Santo) me abocan…(además de la ausencia de coordinación motora) y como profiláctico contra la angustia en que desembocan inevitablemente las tales noches …Así como contra el peligro (consiguiente) de la pérdida definitiva de confianza en el Principio de Uniformidad de la Naturaleza (más allá del clásico problema del “inductivismo”) y la instauración del caos definitivo…deciden enviarme , con mi consentimiento (pero no mucho más) a concluir “in situ” lo que buenamente empecé el 21 de mayo…¡Solo! …No se trata de un castigo, me aseguran…¡Es una prueba!...¡Un acicate!...¡¡Un premio!!, concluye Chiara (la hija del cavador)…Ellas, por su cuenta, (agencia de viajes: “Los Ángeles Custodios: el que no corre, vuela”, ya han arreglado los detalles. 

¡Me ha salido un periodo a lo Proust!

Así que…¡decidido!...¡A París!

Desayuno rutinario, con doble de fifi-fifti…¡para equilibrar!...Tarjeta dorada, frigia y bolsa de azul y grana de ron Brugal (ropa interior, chubasquero humano)…y ¡Allons enfants, dando traspiés, de la patrie!...(Parece que falta algo en esta serie…)…Sants…Terminal 1…terminal 2.
Salida a las 10’45. Llegada (París Orly- Ouest) a las 12’45.

Pero mientras, he constatado las dificultades que presenta el asunto, para alguien a quien le falte un tanto así de concentración. Lo importante, se oculta. Lo accesorio, ocupa todo el espacio. FINALMENTE descubro el camino que me conducirá al vientre de la ballena. Cuatro pasadas por las horcas claudinas…¡hasta que caen en que el problema son los zapatos!...¡Fuera zapatos!...¡Fuera cinturón!...me pasan la porra por las partes íntimas y, mientras intento que no se me caigan los pantalones voy recuperando mis pertenencias.

Terry y una botella de estomacal Bonet (en el “duty free”)… ¡También podría haberme puesto de acuerdo con un colega para que me llenara la botella de Terry con ácidos peligrosos!...

Ahora me permitirán vds. una digresión que, aunque escatológica, nos afecta, en particular, a todos los que padecemos de hipertrofia benigna de próstata y, en general, a todos los viajeros… ¿ o no?
Sea cualquiera el destino que vd. elija y sea cual sea la puerta de embarque que le asignen, sepan que los WC estarán en la otra punta del inacabable pasillo que le ha tocado en suerte. Si la hipertrofia aprieta, tendrá que, con toda la impedimenta, correr de forma indecorosa hacia el lugar apropiado…A mitad de camino llamarán a los pasajeros del vuelo que, precisamente es el suyo… “¿Qué hacer?”...o vd. se lo hará encima (perdón) o perderá el avión.

Para entendernos: p --> (q v r).

Donde p =  la hipertrofia aprieta; q = se meará (perdón) encima; r = perderá el avión.
También puede ocurrir que se lo haga encima y coja el avión… ¡Pero aténgase a las consecuencias!
Decido correr desesperadamente (arrastrando la bolsa que gané en un bar de carretera, por tomar 12 gintónic) hacia la puerta de embarque…embarco el primero y me alivio en el aparato. La vida se ve con otros ojos. 



Me toca asiento B, o sea entre un pakistaní acostumbrado a estas cosas y que, con toda naturalidad se apropia de tu medio apoyabrazos y una jovencita que ni se atreve a rozar la medianera. Hago el sudoku (dificultad media) y pasan con las bebidas: ”Pack gin tónic”: Ginebra azul , tónica, granos de pimienta, de enebro…¡¡ y un agitador!!... 

¿Ven vds. como todo empeora? ¡Acabar agitando gintonics en compañías low cost!...¡Nosotros que pensábamos en la revolución!

El autor de ese Pack es Javier de las Muelas, casi de la familia, a causa de un primo hermano mío que hizo fortuna en eso de la hostelería y los espectáculos y que en alguna ocasión…etc…etc…

Nos pimplaremos el gintónic en un plis-plas y ya estaremos llegando a París Orly….Saldremos como señores (si la hipertrofia lo permite…de lo contrario saldremos como como Jerry Lewis)…siendo la envidia (o el hazmerreir) de la concurrencia…que esperará ante la ruleta infernal a que salga la maldita maleta.

Saldremos al ”aire de París” y será la del ángelus y 45 minutos. El Bus nos dejará en Denfert-Rochereau…la plaza del león; y el metro, por Saint Germaine…Y nos veremos rodeados por las hordas homofóbicas y fascistas que pretenden hacer del matrimonio, su patrimonio…¡A mí como si lo destrozan!...¡banderas azules y tricolores!...precisamente las que hoy (1871) coronaban, tras la carnicería correspondiente, todas las barricadas de la “rive gauche”…¡Qué sentido de la historia…!...Lo que les digo: ¡Odio de clase en estado puro! ¡Mismos perros con los mismos collares.
Habremos venido a París a revivir las últimas horas de la derrota. A recorrer Bastilla…Menilmontant…Rue Haxo…alto de Belleville…Père Lachaise… ¡y nos veremos atrapados por la pequeña burguesía (la grande, paga) desatada e insolente.

Dios aprieta, pero no ahoga!...Nos refugiaremos en una de las maravillas de la resistencia culinaria (¡no! no insistan…¡no les diré la dirección!)…Una salita de unos 12 metros cuadrados, 3 mesitas…un fondo donde se amontonan botellas, bolsas y envases de todo tipo. Notas en las paredes dan fe de que a esta vieja vietnamita, que comparte su comida, la están amenazando hasta con dobermans para que abandone esos preciados 12 metros (¡a 12.000 euros el metro!). 

Estamos en lo más chic de París. La puerta del “local” no está abierta a cualquiera…se mantiene cerrada (por dentro) con cadenas…Llamas y si eres humano de buena fe, serás bien recibido y podrás comerte una sopa de verduras y algún guiso inundado de soja. Si, por azar, encuentras una botella de vino entre los objetos amontonados…¡te saldrá por unos 12 euros la comida!…incluyendo café y una copita de licor de rosas que nos lo servirá en unas delicadas copitas en cuyo fondo, cuando hay licor, una bella mujer nos mira asombrada ( y amorosa)…Desaparece euridicianamente cuando acabas el contenido. Llenaremos las copitas las veces que hagan falta…para darle vida a ese fantasma frágil que parece pedirnos beber durante toda la eternidad...¡No me dejes…no me devuelvas a la nada…sigue pimplando!...¡Ne me quittes pas!



¡Ten compasión de esta pobre alma!(¿?) …¡Déjame gozar por unos momentos de este hermoso mes de mayo!...No tendremos mala entraña y seguiremos bebiendo hasta que su figura se grabe en lo que hay dentro de nuestro cráneo y en lo que llamamos “corazón”.
Cuando la marea homofóbica habrá pasado, saldremos del cuchitril envueltos en aroma de rosas …y los transeúntes, husmearán la rosa de los vientos y moverán la cola de puro contento.

JULES VALLÈS
……………………………………………………………Sábado, 27 de mayo. Plaza de Trois-Bornes.

“Hemos permanecido en pie toda la noche. Al alba, Cournet (…) y yo hemos descendido hacia París.
La calle de Angoulême todavía resiste. El 209 batallón, cuyo abanderado es Camélinant, se defiende desesperadamente.
Cuando han visto llegar a su camarada, le han dedicado una verdadera salva de aplausos. A mí también me aprecian, pero un poco con desdén. Primero porque soy del “gobierno”, luego porque jamás he sabido llevar bien nada en mi vida, ni siquiera el fajín que ciño siempre demasiado arriba o demasiado abajo, y que, antes del peligro, llevaba melancólicamente bajo el brazo, envuelto en un periódico, como una langosta.

--“¡Eh, oiga, condenado exhibicionista!” Es demasiado cómodo hacer el Baudin (héroe del 51) ahí arriba, con los brazos cruzados, mientras nosotros nos arrastramos por el barro”
En efecto, hace una hora que están con el vientre en el lodo, la nariz llena de barro y las ropas sucias y enfangadas, tirando por las troneras practicadas a ras del suelo.

--“¡Venga exhibicionista!”
Puaf!...¡Ya me están cansando! Como no me escuchen, retomo mi libertad y busco mi terreno.
Antes cuando era comandante del 191, salvaba mi aspecto de guardia forestal y mi incapacidad militar, jurando que en el momento supremo estaría con el batallón fuera donde fuese…¡Voy!
No queda mucho del batallón, pero lo que queda está contento de verme.

--“Entonces,¿no nos abandonarás?”
--¡No!
--¡Eso está bien, ciudadano!

………………………………………………………………ELISÉE  RECLUS  (adaptación libre.)
Continuamente oímos descargas procedentes de las estaciones de Lyon y de Orleans…de terrenos baldíos…una docena…dos docenas…tres docenas…de tiros secos…¡Se fusila!
Fusilan a los prisioneros atrapados por los rincones, sótanos…que esta gentuza de Versalles han creído sospechosos y merecedores de esta humillante muerte…Policías mostachudos y amigos de orden, pistola al cinto, tricolor en la manga y un odio cocainómano recorren las calles sacándolos a la luz (arrastrados por los pelos) última del fogonazo.
En estos pobres desgraciados se vengan de la Guardia Nacional…¡¡Fusilad!!...¡¡Fusilad!!...
A través de las cortinas vemos pasar filas de estos definitivamente infelices…desarmados… de civil o con alguna pieza de uniforme…marchan rectos, con paso firme y fiero…¡Y con rostro ya muerto!...dentro de una hora la muerte se les extenderá por todo el cuerpo.
                                                  
La Bastilla ha sido tomada…Sólo se resiste por la parte alta de Belleville y del Fauburg du Temple (…) y Père Lachaise.
Bajo el cielo pesado de lluvia, el viento esparce los aullidos de la metralla…Las palomas picotean en las barricadas con un ruido agudo…como de granizo.
(…)
La gente del barrio comienza a salir. Quieren saber lo que pasa en la calle…Vuelven con historias espantosas…La orilla del río está sembrada de cadáveres…También las calles…En algunos rincones los cadáveres han sido amontonados y se los van llevando a carretadas…hacia fosas profundas que cubren con cal viva. En otras partes son rociados de petróleo y se les quema. Se ha visto un convoy de diez o doce ómnibus cargados de restos humanos…sobresaliendo por las ventanillas para el último adiós…
Un amigo que nos ha traído noticias, nos muestras sus botines empapados en sangre: “Des deux côtés de la Seine un filet rouge coule le long de berges”…
En muchos sitios hay armas destrozadas…gorros…suministros…blusones de obrero…efectos… desperdigados. Papeles y registros quemados que aún humean.

…………………………………………………………………………………  .ERIC HAZAN
El sábado por la tarde, los de Versalles acampan en la plaza des Fêtes, en la calle Fessart, en la calle Pradier, en Rébeval…donde son contenidos.
Los federados ocupan un cuadrilátero entre Fauburg du Temple, Folie-Méricourt, la calle de la Roquette y el boulevard de Belleville. El espacio se irá estrechando a lo largo de la noche.







domingo, 26 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, día 26 de mayo. 6º día de la “Semana Sangrienta”



RESUMEN
No existe ni Consejo ni Comité de Salud Pública. El Comité Central de la Guardia Nacional se retira hacia la calle Haxo (por Ménilmontant) y recibe plenos poderes (Varlin).
La lucha se concentra en Bastilla, La Villette…y se traslada hacia Belleville…¡único baluarte que queda al atardecer!
Los cañones de Butte-Chaumont y los de Père Lachaise…disparan hasta que se quedan sin municiones.
En la escalinata del Panthéon se fusila sin pausa…¡por tandas!...No se libran ni los heridos de las ambulancias. Como venganza se ejecutan (contra la opinión de Varlín, que se librará por los pelos…) 52 rehenes (11 religiosos, 35 soldados, 4 ancianos confidentes y dos que no tengo ni idea).

  

  VALLÈS (trad. Manuel Serrat)
--“¡Van a traer una nueva hornada!”
--¿quiénes son?
--Cincuenta y dos sinvergüenzas, gendarmes o confidentes.

¡Otra carnicería al margen del combate!
Comprendo que se ajusticie al arzobispo como se ajusticia al rey. Piensan que la idea lo exige, que es necesario el ejemplo. ¡Pero ya está hecho!
(…)
¡Ya están aquí!
Avanzan en silencio, con un alto y anciano brigadier a la cabeza, que marcha erguido, con aire militar…le siguen dos sacerdotes, molestos en sus sotanas, forzados, de vez en cuando, a trotar para recuperar su lugar en la fila. La irregularidad de sus aspectos no impide una cierta cadencia, como el ¡un, dos! de una compañía en marcha. La multitud les rodea, sin tumulto ni pasión (todavía). Pero, de pronto, grita una furia…¡están perdidos, no saldrán de ésta!

(Alboroto…la gente quiere linchamiento…los de la Comuna pretenden imponer formalidades…¡A muerte, A muerte!...abuelos, niños, hombres hechos y derechos, mujeres…quieren ojo por ojo…¿no es justo?...Un abuelo, especialmente interesado, amenaza con ejecutarlos él mismo)

Una ráfaga, algunos tiros aislados, después una larga…larga descarga…que parece no terminar nunca…Los federados regresan charlando.
Ante la mesa de un cafetucho está sentado el abuelo (el de antes) secándose el sudor. Me llama:

--Hace un momento le he hablado mal, pero ahora que todo se ha hecho, podemos, como mínimo, saludarnos. ¡Ah, amigo mío! Me he vengado. Si hubiera visto vd. a Largillière…¡saltaba como un conejo!...
--Pero…¿y los demás?
--¿Los demás? Han pagado por la traición de la calle Lafayette. Eso no es ya política…es asesinato. Yo no entiendo nada de su máquina, es Galliffet quien me ha metido en eso. No he estado jamás con los “communards”, pero estoy contra los verdugos con charreteras…Que alguien me indique algún agujero donde todavía se pueda cazarlos e iré corriendo.

Sus ojos hervían de cólera entre la nieve de sus cejas.

Ha pasado una mujer a quien ha detenido: “¡Venga a tomar un trago con nosotros!”
--¡Con mucho gusto! Pero déjeme pedir un poco de agua para secarme estas manchas.

Una criatura de 30 años, nada fea y con aspecto de haber sufrido.
Ha vuelto y hemos charlado.
No tiene tampoco idea sobre la Social; pero su hermana fue la amante de un vicario y, al quedar en cinta, abandonó a los suyos llevándose los ahorros.

“Esta es la razón por la que he bajado al ver, desde la ventana, que pasaban una sotanas; la razón por la que he tirado de la barba a un capuchino que se parecía al amante de Céline…He gritado: “¡A muerte, a muerte!”…Tengo las manos rojas”

Nos ha contado también de un hombre que fue detenido a finales del Imperio, denunciado por un agente provocador, y murió en prisión. Cuando he escuchado que, entre ellos, había algunos confidentes y que iban a desangrarlos, ha seguido su cortejo y, después, lo ha encabezado.
Ella es la que ha disparado, primero, contra Largillière.

LOUISE MICHEL
En la Bastilla…”a las 7, se anuncia la aparición de soldados en lo alto del fauburg. Se corre hacia allí con los cañones…O se resiste o la Batilla cae. Se aguanta bien. La calle d’Aligre y la de Lacuée rivalizan en esfuerzos y sacrificios…Adosados a los mismos muros, los hijos de los combatientes de Junio (48) disputan el mismo pavimento que sus padres…La casa que hace ángulo entre el boulevar Beaumarchais y Richard Lenoir (Banque Paribas), la esquina izquierda de la calle de La Roquette y el ángulo de la calle de Charenton se hunden ante nuestros ojos, como un decorado de teatro”.

E. RÉCLUS ( versión libre…paréntesis míos)
“Cansado, embrutecido, asombrado…he dormido entre pesadillas menos horrorosas que la realidad (…) cualquier noche de estas nos despertaremos en el otro mundo.”
(…) El ruido de los fusiles, de los obuses, de las ráfagas de las ametralladoras…¡no cesa el ruido!...Viene de la Columna del Genio de la Libertad…de la Bastilla.
Como martillos bataneros…es como un taller donde se trabaja la destrucción completa. París se convierte en una cantera…polvo…casquetes (¿) que atraviesan el pecho y destrozan los cristales que se clavan en las cabezas…Una orgía de odio y de apasionamiento.
Arde la estación de Lyon Y en inmenso granero de París…Grano, harina, carnes, embutidos…¡todo por los aires!
(Lloverán lonchas de jamón durante semanas, pollos asados, rebanadas de pan, tajadas de tocino, legumbres…Una lluvia que se amontonará, sin ser tragada, en las bocas abiertas de los muertos.
Se culpa a los federados…como si los obuses de Versalles fueran besos de madre…estrellas de hielo)

“El sol espléndido de los días pasados ha volado. Nubes de lluvia y nubes de incendio. Arden unas cocheras de ómnibus, un almacén de forrajes y…sigue la llamarada del Ayuntamiento (…) Se mira sin emoción…Es el “color local”, y como se dice en el argot de taller: ¡Hace “bien” al paisaje!...¡Todo peligra: los hombres, las riquezas, los principios…!(…) Nos hacemos insensibles al ruido.”

200.000 contra 50.000…¡hijos de la misma madre!...”Unos matan y destruyen por orden de sus amos y señores; los otros se defienden, defienden su hogar, su idea (…) Los 200.000 son, a fuerza de brutos y estúpidos, inocentes; los 50.000 son héroes, pero peligran y, con ellos, el espíritu de toda una generación”.

El aire atufa a huevo podrido y a carne echada a perder…ese olor levemente dulce y grasoso…¡Ah! Fraternidad dulce y santa…¡Cuántos crímenes nos cuestas!

Por la tarde cesa el estruendo…una calma premonitoria…algunas fusiladas…¡¡La Bastilla ha caído!!...¡La gran fortaleza popular ha sido tomada!

(El silencio indica que se trabaja por otros medios: trabaja la bayoneta…y el cuchillo de los degüellos…Montones de miembros: orejas, manos, lenguas…casquería de comunero, que alimentarán, como ontológica recompensa, piaras de la Francia profunda)

“Y porque el encarnizamiento está tan lejos que no podemos verlo; la masacre tan distante que no podemos oírla…el pensamiento se calma y el corazón se apacigua”.








sábado, 25 de mayo de 2013

Propuesta para hoy, 25 de mayo. SEGUNDA SERIE. Stendhal entra en Italia. Haydn.




(Asteriscos* remiten a razones efemerísitcas)




Ivrea,  lo que es Ivrea, no es un sitio envidiable, a menos que sea Vd. un loco del esquí suicida, de las escaladas sin sentido o un nostálgico degenerado de la “tomatina” de Bunyol, en cualquiera de sus variantes. Poco que hacer en esta ciudad regada por el Dora Baltea. De hecho no habríamos venido (vengo, como es natural, con mis Custodios, que se han largado volando a la cima del monte Rosa…) a no ser por mi querido Stendhal. No puede decirse que haga frío, pero, vamos, yo me he colocado debajo de una chimenea petroquímica, sentadito en una gélida silla de aluminio que no sé si pertenece al Intimissim de la esquina o al churrero. 


A lo lejos, pues la plaza permite esas magníficas panorámicas, veo que alguien se aproxima con un trapo colgado en su brazo izquierdo. Viene hacia mí, no hay duda. La plaza está vacía. Se para ante mí y, como un gendarme malcarado, me pregunta qué quiero. Parece el comienzo de una parábola. Querer, querer… ¡tantas cosas querría! 
 
–Me conformo con un cuartillo de grappa, de la buena.

Y lo veo alejarse como un peón desganado por el ajedrezado piso de la explanada. Su vuelta causa tristeza. 

Stendhal, que, en Génova, se ha librado de una salvaje y definitiva caída de caballo, acompaña al ejército napoleónico. Por fín (¡gracias a las matemáticas!... y a los Daru) ha podido abandonar su odiada Grenoble y enrolarse, más o menos, en el ejército. Tiene el aspecto, dice, de una niña de catorce años y con un cabezón importante y unos kilos de más, añado yo. Su infancia, tras la muerte de su madre, ha sido una desgracia, sólo mitigada por el abuelo paterno y el españolismo de la tía abuela. Y, cuando pudo elegir, por las espinacas. Y aquí lo tenemos, defraudado por el mismísimo san Bernardo y haciéndose el valiente ante los cañonazos que desde el fuerte de Barda barren el sinuoso camino por donde avanzan soldados, caballos, mosquitos (que bien hubiera venido una ramita de melisa), carromatos, prostitutas, perros… El fondo del barranco está cubierto por los caballos que han tenido mala suerte. 




Napoleón, a lomos de un asno duro y guiado por un guía fiel y experto, cruzó, helado hasta los huesos, como lo haría Aníbal, el terrible puerto de san Bernardo. David lo imaginó sobre un hermoso corcel (Stendhal me aborrecería por no utilizar “caballo”). Y así lo reprodujo hasta la saciedad para lustre de las múltiples residencias imperiales. Aquí quiero hacer un inciso de interés, mientras, con un palillo, extraigo las últimas gotas de grappa

Ningún caballo de los que llevaba Napoleón se llamaba Marengo (¡que no!). Marengo, bautizado así por la batalla que estamos a punto de mencionar, había sido “importado” de Egipto ese mismo año, tenía 7 años, por lo que no creo que el Primer Cónsul, le hiciera pasar por ese trago. O, si me apuran, cosa que no sé, aún no había llegado a tierras galas. Marengo, el más famoso de los 130 caballos que componían la cuadra de Napoleón, fue herido ocho veces. Era de baja estatura, como su jinete, pero veloz y resistente. Participó en Austerlitz, en Jena, en Wagram y, al galope, recorrió ¡en cinco horas! los 130 kilómetros (tantos como caballos tenía el Cónsul) que separan Valladolid de Burgos. Sobrevivió al desastre ruso y fue capturado por los ingleses en Waterloo cuando ya tenía 22 años. Aún le quedaban 16 años de vida apacible, como semental. Su esqueleto, si quieren admirarlo, se encuentra en el museo del ejército de Sadhurst, aunque dense prisa porque los irlandeses lo reclaman. Verán que le faltan dos pezuñas: una, convertida en cajita-relicario, está en el museo, la otra, convertida en cajita-relicario, dando tumbos por olvidados cajones de cocina.


Stendhal, sujeto a la cola de su caballo, hace lo que puede. Está, tempranamente, imbuido por el espíritu romántico y a un paso… ¡pero qué paso!, de Italia. 

El valle se va ensanchando: “Todavía estoy viendo el primer aspecto de Ivrea, vislumbrada a tres cuartos de legua, un poco a la derecha, y a la izquierda unas montañas distantes, quizás el Monte Rosa y los montes de Bielle…”

Imaginen Vds. a la soldadesca, pues para Stendhal nunca fueron otra cosa, matándose por una habitación, una loncha de tocino o unas contraventanas que alimentaran las fogatas que surgían por toda la ciudad. Stendhal, liberal, republicano, anticlerical furibundo, amante de la felicidad del pueblo, se hubiera dejado matar antes que compartir una semana con lo que he llamado, para simplificar, pueblo

Más listo que otros, encontró (y defendió) posada para él y el capitán a quien servía. 

Era, pongamos el 25 de mayo del año 1800. En el teatro de Ivrea daban la aclamada ópera bufaEl matrimonio secreto” de Cimarosa, una divertida sucesión de arias y recitativos según norma, y con un arrojo impropio de sus dieciseis y medio(los mismos que Fabrizio cuando empieza su aventura), pero con una inconsciencia adecuada y ¡vestido de civil!, lo que añadía peligro al asunto, fue al encuentro de lo que sería uno de los objetos más amados en toda su vida. Era domingo y noche de boca de lobo. 



 No le importó que a Carolina (Kubly), le faltara el colmillo derecho ni que fuera un poco bizca, cuando entonó el “Io ti lascio perché uniti…” y, sobre todo, con “dejadme respirar” del II acto, Henry, pues aún no era Stendhal, lloró.
El amor por Kubly duró meses. Añadió Cimarosa a Mozart y a las espinacas. Stendhal nunca quiso apreciar la ópera seria ni la tragedia, ni el pathos… sobre todo si esos elevados sentimientos estaban encerrados en marmóreos versos. Su ideal era el Código Civil como forma y un comedido epicureísmo como fondo. Siempre pensó que la Kubly le había dirigido algunas miradas interesantes… de nada sirvió que le recordaran que era bisoja.

Y aquí es necesario otro inciso.
 ¿En qué teatro vio Henry la obra de Cimarosa? El Teatro Giacosa, el oficial, el orgullo del municipio, y que nada tiene que envidiar a la Escala, dicen, se construyó después, más o menos cuando nuestro autor ejercía, desdichado, de cónsul en Trieste, alegoría del limbo. La conversión de la iglesia de Gesú en teatro no se realizó hasta abril de 1802, cuando estaba con las tropas en Brescia y Bérgamo. O sea que nos quedamos sin saber dónde tuvo lugar esa importante representación del Matrimonio segreto. Sebad habla del Emporeum…pero, ¡oigan...ni rastro!



 Con un grito… que ni Tarzán… llamo al camarero. Los tres costados de la plaza, pues está abierta a Via Palestro, crean un eco que hace fluctuar la llama de la lanza petroquímica. La plaza sigue vacía. Vuelvo a ver, lejísimos, la triste figura del trabajador de hostelería. Con el brazo derecho y la mano, de la que sobresale un flácido índice, hago el gesto universal de ¡¡otraaaa!! Me lo agradece con una mueca que, a esta distancia, parece una sonrisa. Acompaña la grappa con un triángulo de pizza cuatro estaciones.

El mes anterior acababa de estrenarse en Viena la Primera de Beethoven. Haydn, tras La Creación, así en general, se ocupa de los pormenores en Las Estaciones. Balzac tiene un año de vida. Fabrizio del Dongo, dos. Al año siguiente Napoleón firmará el concordato con el Vaticano y el ultramonárquico y meapilas Chateaubriand se acercará a Napoleón: “Mientras yo tuve poder, fue uno de mis más viles aduladores. Es un fanfarrón sin carácter, que posee el furor de componer libros...”, anotó el inminente emperador.
Goya estaba sumido, ahogado, diría yo, pues la ausencia de aire es notable: “dejadme respirar”… en La Familia de Carlos IV. La primera maja había sido expedida y ya pensaba en la segunda. Los Desastres de la guerra se están fraguando de camino a Milán.

A la mañana siguiente, al despuntar el alba, el Monte Rosa lanzó un guiño juguetón 


(¡!). Henry y su capitán, confundidos entre la multitud que se encamina a arreglar cuentas a los austriacos, discuten sobre lo vivido la noche anterior. Antes de hacer su entrada en Milán tuvieron que pelear en el Ticino, que separa el Piamonte de Lombardía. Stendhal participó, a su manera, en la batalla: no se enteró de nada. Siempre anduvo por los márgenes… viendo el humo de la cañonería. Sólo en la posterior campaña de Austria pudo conocer, ora avanzando, ora retrocediendo, los inconvenientes, por llamarlos así, de la guerra.

¡¡Milano!! …¡¡Voglio una donna!! Se sentía como un Valmont y quería más pruebas de fuego. Adiós Delfinado, adiós París… ¡Bienvenida Italia! Diecisiete años y medio… y sin mojar… pero rebosando españolismo. Y digo yo, que por tal concepto entendería una mezcla de orgullo, obstinación, valentía, adustez, honor, fidelidad… ¡Si nuestro héroe levantara la cabeza!

Entraron, saltándose Marengo, en Milán por la Puerta Nueva, hoy dedicada a Manzoni. Y en Corsia del Giardino, pasada Bigli, se encontró con el mayor de los Daru jrs. Dijo adiós a su capitán y se dejó conducir por Martial. La magnífica  casa daba a la Corsia. No estaba lejos, al contrario, de La Scala, que nada tiene que envidiar al Teatro de la Giacosa de Ivrea, dicen. Cenaron, como es natural, chuletas empanadas… y añade Henry: “Durante varios años este plato me recordaba a Milán”…nos ha jodio… ¡a ti y a todo el universo-mundo! Aunque, en puridad, nada se sepa sobre su origen. 


El Wiener Schnitzel, además de raza canina, es la adaptación, así quiero pensar, de la milanesa, llevada, a marcha rápìda, a Viena por el fiel Radeztky como botín de guerra tras la batalla de Novara, en la que también cayó Brescia… donde, dentro de un momento, encontraremos a nuestro héroe, que, de momento, pasea su grandeza soñada, y una erección de caballo, por el Corso y por las arcadas de la Scala, soñando con la Nueva Eloisa.

Napoleón había puesto fin a los taciturnos “tredici mesi”… ¡Milan era una fiesta!

Acabada la grappa, tiro una silla al suelo. El camarero se asoma en la lontananza. Levanto el brazo derecho y froto suavemente el pulgar con el dedo corazón. El hostelero me contesta alzando las manos, por dos veces y con los diez dedos extendidos. Dejo el riñón derecho y llamo a mis Arcángeles. Aterrizan en la explanada. Sus plumas me parecen rosadas. Un perfume de cadera de ángel se desperdicia por este desierto urbano.

–¡A Milán!


Y aquí estamos, en lo que ha quedado de la Corsia del Giardino, un local estúpido y carente de toda gracia. Cuando les he pedido una costilla a la milanesa, me han contestado: “Aquí no gastamos d’eso” (sic). Pues, póngame una bola de caprese de búfala y un cuartillo de grapa, es por no mezclar…, les he respondido. Mis Custodios se han largado a hacer acrobacias entre las agujas del Duomo.

 
En septiembre “es asignado al Sexto Regimiento de Dragones, con el cargo de subteniente.” (W.G.S.)… y empezó todo. Le “Chinois” se ve guapo. El uniforme lo ha transformado. Irresistible… si no fuera por lo que es: feo, chaparro y con cuello de toro. Los uniformes, sin embargo, todo lo pueden. Pierde su virginidad a cambio de una sífilis, que ya en diciembre empieza a señalarle moratones: Una noche con Afrodita y toda una vida con Mercurio, que se dice. Y así, cargado y cebado, se dispone a conquistar corazones femeninos. 
 
El primero, el de Angela Pietragrua (Gina), “la meretriz de su compañero Joinville”. Lo de meretriz lo descubrió, desalentado, más tarde. Ahora, lo califica de celestial, apasionado, capaz de transportarlo al país de las quimeras, loco, delicioso, arrebatador, pasional… va acumulando vocabulario para su “Del Amor”… y nombres para sus novelas posteriores. Gina borra, de momento, el recuerdo de la pueblerina Victorine, su amor de adolescencia…

 La vida le parece un sueño (*). Sólo roto por su lúgubre visita al campo de batalla de Marengo. Hacía un año. Aquello era como la resurrección, interrumpida, de los muertos. Un halo funesto cubría los campos entre Alessandria y Tortona. 


Allí presintió el final del Imperio y su glorioso destino que, de momento, era bien miserable. También yo podría decir algo en contra de Tortona, ciudad que me vio casi morir de congelación en mi ridícula, como Vds. saben, campaña de Trento.

…Sin embargo…ese amor (por Gina) “no llegó a lo que llaman la felicidad hasta 1811… Bueno, once años no de fidelidad, sino de una especie de constancia.” Y es que entonces que una mujer apoyara su brazo en tu hombro, que rozara con su mano la tuya, que te mirara un segundo más que al comensal de al lado… abría todo un mundo e, incluso, lo colmaba. Tener unos dientes bonitos, cuando lo normal sería la encía desnuda; unos pies delicados; una piel aterciopelada; exhalar un sugestivo perfume… eran cualidades exclusivas de la nobleza y sus satélites, por llamarlos de alguna manera. 

En noviembre (todo esto tiene la exactitud inexacta que el mismo Stendhal propone) es destinado a Brescia y Bérgamo. Acude con frecuencia a Milán. Empieza el nuevo año con una representación del “Matrimonio Secreto” que, a esas alturas, digo yo, sería de conocimiento público. (¿Fue entonces su encuentro con Laclos?) 


Carolina es muy hermosa, pero no lo bastante para borrar de su mente la imagen de la bizca y desdentada de Ivrea. Para colmo de melancolía, Cimarosa muere ese mismo mes y Gina no parece acordarse de él. En realidad no se acordaba. Meses de insania y excitación. La enfermedad se muestra más descarada. Vuelve a París. Se publica El genio del cristianismo de su malquerido Chateaubriand. Beethoven se interna en el romanticismo con el Claro de luna.

Pasemos por alto el renacer de su pasión por Victorina, la aventura marsellesa con Mélanie, la conversión del Cónsul en Emperador y el agostamiento de los árboles de la libertad; sus lecturas de Rousseau, Shakespeare, los “sensacionalistas” ingleses y franceses; su visita a Grenoble, su vuelta a París y su años de servicio en Brunswick (Alemania), donde, además de enamorarse de Minna, de llegar a aborrecer la caza, atragantarse con las salchichas, vomitar con el “champagne rose”… es “testigo” de la batalla de Jena y de la entrada de Napoleón en Berlín. Pasaremos también por alto su regreso a París (noviembre 1808) y la campaña de Viena,  donde “presenciará” la batalla de Wagram y aún tendrá tiempo de asistir al funeral de Haydn y escuchar el “ruidoso y aburrido” Réquiem de Mozart, (aunque no en ese orden). Ese mismo año aparece “Las afinidades electivas”.

Un tercer inciso se hace necesario. Gall, médico, como Vds. saben, inventó la frenología. En Viena, por consideraciones teológicas que tenía que ver con el libre albedrío y tal, le pusieron las cosas difíciles. Así que se largó a París; allí tuvo oportunidad de tratar, profesionalmente, a nuestro Henry. Tampoco en París las cosas le fueron rodadas… y es que se atrevió a decir que, en base a la morfología del cráneo del Emperador, no se podía esperar grandes cosas de él… ¡A estas alturas! 

A lo que iba. Haydn, vuelto de Inglaterra, residía en Viena cuando Napoleón, que había colocado un guardia de honor en la puerta del músico, empezó a bombardear la ciudad (12 mayo, 1809). A pesar de su extrema confianza, Haydn dejó este mundo el último día de mayo. Los funerales regios se realizaron el 15 de junio…Sonó el Réquiem de Mozart y allí estaba, como he dicho, nuestro héroe. Esterházy, a cuyo servicio había estado, el difunto, media vida, consiguió el permiso para exhumar los restos; pero se olvidó de hacerlo… ¡y así pasaron 11 años! Cuando se abrió la tumba encontraron el cuerpo y el pelucón, apoyado directamente sobre los omoplatos. Había perdido la cabeza. Y es que Carl y Peter, discípulos avanzados y avezados del frenólogo, la habían robado para estudiar “en vivo”, la zona 17, de las 27 zonas funcionales del cerebro: en efecto, en Haydn había alcanzado la plenitud. Peter, coleccionista, cuando se cansó de tantos restos, se la regaló a Carl. 

Estenházy, mientras tanto había soltado los perros que dieron con la pista. Carl la escondió con malísimas artes. El príncipe anunció una pública recompensa que surtió efecto inmediato. Carl entregó un cráneo diferente y el príncipe no pagó, de tal manera que las astucias quedaron compensadas. El cráneo equivocado fue reintegrado a su lugar natural. A la muerte de Carl, el cráneo fue entregado al hospital y… sólo en la Hungría comunista se cerró el círculo. Depositaron el cráneo verdadero en el sepulcro sin desprenderse de la primera. De tal manera que en la Bergkirche de Eisenstadt, existe una tumba con dos calaveras dentro.


Lo retomamos en 1811 en París, imprudentemente enamorado de la mujer de su “protector” y nombrado, quizás por eso, Auditor de Estado e Inspector general del mobiliario de la Corona. Y es en este momento cuando se le ocurre un viajecito a Italia, previo a la campaña de Rusia de 1912.

Balzac está interno en Vendôme, lamentándose del poco amor materno y Goya va gestando los “desastres de la guerra”.

Septiembre. Milan. La Scala… ¡Gina! 

Antes del asalto final se preparó a conciencia. Se instaló principescamente, alquiló un carruaje, compró un magnífico (y resistente) bastón, se acicaló de arriba abajo y compro unos pintorescos, pero serios, tirantes. Paseó su dicha y su ansiedad por las galerías de arte (dando forma a su famoso síndrome) por las arterias principales, por los palcos de la Scala… Por fin se decidió a hacer una visita a su amante. No  me extenderé en detalles (F.C. Green, Martineau…). “Gina capituló en las primeras horas de la mañana del 22 de septiembre, una horas antes de la partida de Stendhal para Bolonia”, condición impuesta.




Sebald: “Sea como fuere, consigue obtener de él la promesa de que, una vez concedidos sus favores, se alejará de Milán. Beyle acepta esta condición sin protestar y el mismo día abandona Milán, la ciudad añorada durante tanto tiempo, no sin antes haber apuntado en los tirantes de su pantalón (los mismos, por cierto, con los que se había declarado a madame Daru) la fecha y el momento de su conquista, el 21 de septiembre, a las once y media de la mañana.”

Alguien se equivoca, pero… ¿qué importa? La revolución había dedicado ese día complementaire (21 ó 22 de septiembre, según si el año fuera, o no, bisiesto) a la opinión.

Once años esperó Stendhal para escribir la primera frase de su amplia y desigual obra literaria. 


–¿Podría poner punto y final con una melisa?

–Bien veo, caballero, que está impuesto en el calendario revolucionario.

–Échele un chorrico de grappa. Y cóbrese–digo sacándome el ojo derecho. A este paso llegaré a Barcelona sin órganos, me digo.

Al perfume de la melisa, acuden mis Ángles. La cristalería parece interpretar un aria de Cimarosa. Silencio absoluto… ¡pasa un ángel!...No, perdón, cuatro.

–¡Hostia...! ¡El perro!

NOTA BENE.
 O. K. está retrando a K. K., que discute acaloradamente con Loos. La silla donde posa el satírico se rompe y O.K. anota en el reverso del cuadro: “Pro domo et mundo. El asiento que ocupó Karl Kraus durante la realización de este cuadro se quebró tras la última sesión, el 7 de febrero de 1925, y hubo que llamar al carpintero. Del naufragio del mundo de aquellos que nacieron con telarañas o barricadas ante los ojos, tú has salvado un tablón para hacerte un escritorio. OK”...
Algo así como el "Tiziano fecit, fecit".










RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...