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martes, 23 de abril de 2013

Propuesta para hoy, día 23 de abril (2ª). Cravan boxeador.



Arthur Cavan
Fue, en efecto, sobrino (político) de O.W., de quien quiso ser hijo. Pero era, en realidad, una funesta pluralidad:
"Mundano, químico, puta, borracho, músico, obrero, pintor, acróbata, actor; / Viejo, niño, estafador, granuja, ángel y juerguista, millonario, burgués, cactus, jirafa o cuervo; / Cobarde, héroe, negro, mono, donjuán, rufián, lord, campesino, cazador, industrial; / Fauna y flora: / ¡Soy todas las cosas, todos los hombres y todos los animales!"…Y no una mezquina pluralidad a lo Gide, quien no le ofrece más que una silla…¿Qué esperabas, Arthur, de estos violentos inmoralistas? …Lo más parecido a un violento inmoralista es un moralista violento…¡y con qué facilidad se transita!...

Mientras Jack Johnson se proclamaba campeón de los pesos pesados, y conquistaba con audacia de esclavo negro, todas las mujeres blancas que quiso (esquivando el linchamiento) Cravan se instalaba en París, ajeno al guión que los arcángeles estaban tramando. Sin embargo parece entreverlo y se prepara a conciencia para el asalto a los cielos. 

 


El pugilato marca el ritmo de la historia:

El escándalo que acabó con la gloria y con la vida de su tío, fue propiciado por el padre, noveno marqués de Queenberry, de su querido y malcriado Bossie. El tal marqués fue, por lo demás, el sistematizador de las reglas del boxeo amateur (“reglas de Queenberry”), un deporte por el que (¿es preciso decirlo?) Wilde sentía un profundo desprecio y, naturalmente, también por sus practicantes. Cravan quiere vengar la memoria de su “padre” en el mismo terreno en el que fue vencido: en el de la virilidad incontenible: “Querría estar en Viena y en Calcuta. Tomar todos los trenes y todos los navíos. Fornicar con todas las mujeres y atracarme con todos los platos”.

Cravan se prepara a conciencia en el gimnasio de Fernand Cuny y consigue por incomparecencia del contrincante, el campeonato francés (1910) de los pesos medios en el VIII encuentro de boxeo para aficionados y militares.  

Boxeo y poesía. Ángel y bestia.

Con los cinco números de “Maintenant” (de 1912 al 15) tuvo suficiente para alcanzar la inmortalidad que tan terrenalmente combatió. Único redactor y distribuidor de la revista se atrevió con todos y a todos tumbó con combinaciones bien ensambladas de “Jab”, “directos de derecha” y “cruzados de izquierda”: “Nos ha alegrado mucho la noticia de la muerte del pintor Jules Lefebvre”.



Desnos, Gide, Delaunay, Chagall, Malevich…Valladon, Laurencin, Apollinaire…incluso su amigo Van Dongen probaron sus “uppercuts”… y algún “upper”.
 
Vean la rectificación,  a exigencias de Apollinaire (dispuesto a batirse en duelo):
“Puesto que yo he dicho: « He aquí una (Laurencin) que necesita que se le levanten las faldas y se le meta una gran... en cierto sitio», yo pido simplemente que se debe entender: « He aquí una que necesita que se le levanten las faldas y se le meta una gran astronomía en el Teatro de Variedades»…”para enseñarle que el arte no es sólo cuestión de pequeñas poses frente a un espejo (si no de)caminar, correr, beber, comer, dormir y llenar los intestinos”

Leída esta apreciación, volvamos a la lectura del capítulo “reencuentro” de “El poeta asesinado” (Apollinaire) y Tristouse Balerinette nos parecerá otra, habrá perdido el lirismo…(”Cojamos mejorana / por la noche”) y ganado la turbiedad de la dudosa ropa interior. 

O esta otra:
“Al haber tratado en mi artículo sobre ‘La Exposición de los Independientes’ aparecido en mi revista Maintenant (nº 4) a madame Suzanne Valadon (la desesperada madre de Utrillo) de vieja zorra, quiero advertir al público que, contrariamente a mi afirmación, madame Suzanne Valadon es la virtud misma”.

Amante de trifulcas y tatuajes; aficionado a ropas imposibles; sus conferencias podían empezar con una ráfaga de plomo que provocaba la estampida de los asistentes o acabar con un estriptis integral. Podía anunciar una conferencia sobre literatura moderna y centrarse, sin embargo, en los problemas de la entropía…o podía desplomarse borracho antes de alcanzar la cátedra.

El poeta con el pelo más corto del mundo” gozaba con la destrucción de un mundo que veía abocado a la catástrofe. Pasaba cuentas por adelantado: “Yo, que sueño incluso en las catástrofes, digo que el hombre es tan desdichado porque mil almas habitan un solo cuerpo”

Picabia y Duchamp en Estados Unidos. Los dadaístas han introducido la mano en el bolsillo para sacar la llave del local de Zurich. Jarry ha muerto en 1907. Vaché publica “En route mauvaise troupe”.  Y Breton, al rebufo de Valéry y en compañía de Aragon y Soupault, buscan antecesores de lo que aún no ha surgido.

Apollinaire es cada vez menos el profeta. Dejará de serlo cuando le destrocen la cabeza y vislumbre la posibilidad de algunos honores. 

Cravan es el precursor. Dotado de un sentido de la provocación desconocido (Breton), fue capaz de extraer las pocas gotas de poesía que la situación de preguerra encerraba. Por lo demás, no estaba dispuesto a dar su vida por causas ajenas. La entregará a sí mismo, confundido con el todo. ¡Cravan el panteísta!..”¡Soy todas las cosas, todos los hombres, todos los animales!”. Que se estremece como hoja presagiosa. Que sufre la limitación y se enorgullece, por eso, de su gran naturaleza. La naturaleza es grande en él: 1’90 x 100 kgs…¡Él se ve de 2 metros!...y quiere ser el ariete que abata la “racionalidad” que nos aboca al fin del mundo…a “los últimos días de la humanidad”. 

 


Hay en Cravan, desde el principio, un hálito de desamparo; una brisa de profunda infelicidad; una conciencia clarividente de la no correspondencia entre el deseo y las fatigas de la carne; un amor por lo existente, amenazado. En todos sus excesos y extravagancias habita la melancolía y el tedio. Que no se confunda nadie: Cravan no está hecho de la materia de los dadaístas, ni de los surrealistas…ni de Picabia, ni de Duchamp…más bien de Jarry, de Vaché. Hecho para la muerte prematura; para un gran Gesto que ilumine el sinsentido de la existencia.

Cuando estalla la guerra, Cravan se larga de Francia…¡no se le ha perdido nada en esta guerra imperialista, que, sin embargo, se alimenta de carne proletaria!

Cendras, dice, lo vio cruzar el Bidasoa.

Se refugia en Barcelona (finales de 1915 y 1916) y vive entre Gracia y Vallcarca. En Barcelona encontrará a Picabia que vuelve de Estados Unidos y se dirige a Zurich; Mientras tanto edita “391”. El encuentro no será memorable. 

Bueno, ya estamos en presencia de los dos contrincantes. 

·   Johnson, reciente perdedor de la corona de los pesos pesados, goza de un prestigio mundial. Ha engordado hasta los 100 kgs y lleva meses sin pisar un gimnasio. Necesita hacer caja.
·   Cravan, boxeador y poeta; campeón fortuito de los “medios”…pero con un peso que le permite competir en la categoría superior. Sus combates son una charlotada. Necesita hacer Gestos.

El combate. Cravan retó al negro: “Hay una pasta de 50.000 francos por los que vale la pena dejarse hacer una cara nueva”. Cravan se entrenó concienzuda y públicamente; además, la bofetada de la noche anterior lo había inundado de justa indignación. Había contenido su rabia para el momento oportuno. Johnson, experimentado, sabía a qué se enfrentaba.


Dos moles, dos peñascos: de mármol negro, uno y de cal muerta, otro. Con una bata oscura a rayas verticales, uno y con bata blanca, corta, el otro.

¿Habrá rellenado Cravan los guantes con rizos de mujer?...¡Ahora veremos!

Suena el gong y la “multitud” ruge. Todos esperan la reacción del ofendido. Pero el ofendido no se mueve, se limita a meter la cabeza entre los hombros y a cubrirse, de la mejor manera posible, las partes blandas…¡que son muchas! Tiembla como las natillas.

El blanco evita hacer enfadar al negro; le basta y le sobra con los sopapos sin ira que le endiña. El negro se lo toma a risa: le da patadas en el culo, que duelen como los siete puñales de la dolorosa; se mofa abiertamente de Cravan y le recuerda la bofetada del día anterior…¡para darle un poco de mordiente a la cosa!

Cravan hace un torpe juego de pies y cae a la lona, es el quinto asalto. Los cuatro primeros han sido de conversación. Cravan no ha lanzado ni una sola vez los puños…¿Por qué tengo que golpear al negro? ¡En realidad ya se me ha pasado el cabreo de anoche…fue el vino que todo lo oscurece!...Mientras tanto el negro se iba impacientando, le daba golpes en las costillas y le rozaba amorosamente el mentón.

En el sexto, viendo Johnson que todo iba a seguir igual, le asestó una bofetada en la oreja izquierda, un golpe de matador profesional de conejos, que lo dejó aturdido sobre el piso. Cravan oía las sirenas del juicio final y sentía como TODO, girando según es propio en el hemisferio norte, desaparecía, como agua sucia, por el orificio atónito de su boca. Se desgranó la cuenta arbitral. El negro fue declarado vencedor por KO. Los espectadores exigieron la devolución del dinero y los guardias tuvieron que intervenir para evitar que aquello se convirtiera en un linchamiento. No pudieron evitar el destrozo generalizado. El campeón acabó, por seguridad, en comisaría. Cravan fue conducido, por necesidad, a la enfermería, de donde se escabulló en cuanto pudo. Ya no se le vio más el pelo. La pasta la cobró.

A la salida se juntaron los que salían de presenciar el soporífero partido contra el “Real Irún”, los indignados espectadores del “tongo” y los que, ahítos, volvían de las orillas del Besós. Aquello fue como el ensayo general del Juicio final…cuando habrán de presentarse las almas, ante la faz del altísimo. 

"Tan escaso fue el combate que casi hubimos de contentarnos con una contemplación pasiva, escultural, de la enorme corpulencia y férrea musculatura del terrible negrazo Anunciado en veinte rounds de tres minutos cada uno, Cravan, a pesar de haber estado entrenando duramente (bajo los flashes de los fotógrafos de prensa), cayó sobre la lona en el quinto y quedó KO en el sexto; cuentan los cronistas que el campeón americano alargó sin saña una pelea que podría haber resuelto con el primer puñetazo más por contratación (se estaba filmando) que por compasión, encontrándose frente a sí a "un ente inofensivo, más cargado de miedo que de otra cosa". (“Mundo Deportivo”).

Al año siguiente, en América, en declaraciones a la prensa especializada, añadirá un asalto más a la derrota y “Cuando subimos al ring, ninguno de los dos estábamos en buena forma, y yo no tardé en despistarme. La principal dificultad a la que hube de enfrentarme fue su izquierda, con la que me mantenía constantemente alejado. Es unos cinco centímetros más bajo que yo. Después de Poe, Whitman y Emerson, es el más grande norteamericano que haya existido. El día que haya aquí una revolución, haré cuanto esté a mi mano para que sea nombrado rey de los Estados Unidos”.

Cuando se le secó la sangre de la oreja, se marchó a Cádiz, esquivado Gibraltar, y allí tomó el transatlántico (¡¡) “Montserrat” con dirección a Nueva York. Entre los pasajeros: Trotsky que, expulsado de España (y de Europa), va a continuar su exilio en el Nuevo Mundo. Navidad del 16. 

“La noche buena se viene…
La noche buena se va
Y nosotros nos iremos
Y no volveremos más”

Cravan no volvió más. Allí empieza otro episodio (Mina Loy) de la corta y espesa vida de Fabian Avenarius Lloyd…al que volveremos en su día.

El negro también se largó a América, allí se entregó a la policía. Cumplió la condena pendiente. Siguió peleando hasta los 65 años…¡jubilación obligatoria!. A los pocos meses murió en un accidente de coche, en Carolina del Norte.

"Soy negro, nunca dejasteis que olvidara que soy negro. De acuerdo, soy negro, nunca dejaré que lo olvidéis"









lunes, 22 de abril de 2013

Propuesta para hoy, día 22 de abril."Hero y Leandro"



Los arteriscos, como saben, indican razones efemerídicas.

Con el fin de que adquieran vds. una gran afición por la melancólica, e injustamente tratada, Belgrado, les copio esta cita:
“Allí el hombre entró en el edificio, pero dejó el rollo fuera, en el suelo. Sobre el papel estaba escrito: “Morirás por el fuego”. Y bajo estas palabras había una fecha: 22 de abril de 1739” (“La cara interna del viento” de Milorad Pavic).

Uno de los grandes placeres: leer en el sitio adecuado la lectura adecuada. Si pudiera…Pero ¿¡por qué no voy a poder!?...Bueno, pues antes de tomar el puente de Pancevo, métanse por los locales destartalados que llegan hasta las espesas aguas de Danubio marrón…encontrarán algún sitio que les guste y lean tranquilamente esta novela que les aconsejo. Coman un bocata…¡no se atrevan con el pescado atiborrado de cianuro! Al atardecer vuelvan sobre sus pasos y, por la “Dunavska”, diríjanse a la calle “Dobrachina”. Busquen un bar y sigan leyendo la segunda (¿) parte (“Hero”).

“Era el 22 de abril de 1739, Leandro lo sabía, pero no sabía que las dos torres de la puerta del Sava en Belgrado ya estaban minadas (…) eran las 12’5 cuando una terrible explosión…”

 


Se cruzarán conmigo muchas veces, pero no me reconocerán…calzo mi  barbuda alma serbia y pimplo con frenesí por todos los rincones de esta martirizada ciudad. Aquí la gente es amable con los bebedores…¡Dios (¿) los bendiga! Beban a mi cuenta…¡mis Custodios pagan!

La novela es una “recreación”(¿) del mito de “Hero y Leandro”… Y un juego espacio-temporal en el que se debaten lo masculino, lo femenino y lo común (la muerte). Lean vds. el “mito” de “Leandro y Hero” y aumentará su aprecio por la novela. Y, al mismo tiempo, podrán gozar, gracias al conocimiento adquirido, de las muchas citas y referencias a la “leyenda” que se incrustan en autores de su (de vds.) predilección: sobre todo en Shakespeare (*): “Como gustéis” acto IV. Escena I

ORLANDO.— Mi bella Rosalina, me he retrasado menos de una hora.
ROSALINA.— ¿Faltar a promesa de amor una hora? A quien divida un minuto en mil partes y falte a una parte de la milésima parte de un minuto en asuntos de amor, talvez Cupido le haya tocado en el hombro, pero el corazón seguro que lo tiene intacto.

Observen vds. el sentido del tiempo de Rosalina (…¡eleático!...) y compárenlo con el de Grucho Marx (dedicatoria de “Memorias de un amante sarnoso”)

ORLANDO.— Perdonadme, querida Rosalina.
ROSALINA.— Si sois tan calmoso, no volváis a verme. Prefiero que me corteje un caracol.
ORLANDO.— ¿Un caracol?
ROSALINA.— Sí, un caracol. Pues, aunque ande lento, lleva la casa a cuestas: algo que vos no aportáis al matrimonio. Además, arrastra su propio destino.
ORLANDO.— ¿Y cuál es?
ROSALINA.— Los cuernos, que gentes como vos deben agradecer a sus esposas. Pero él ya es portador de su fortuna y se adelanta a la deshonra.
(..)

Sigue la conversación en ese tono y llega a esta situación tragicómica:

ROSALINA.— Pues en su nombre digo que os rechazo.
ORLANDO.— Entonces en mi nombre moriré.
ROSALINA.— ¡Ah, no! Morid por poderes. Este pobre mundo tiene cerca de seis mil años y hasta ahora ningún hombre ha muerto en nombre propio, es decir por amor. A Troilo le sacaron los sesos con una maza griega, y eso que ya intentó morir antes y que es ejemplo de amor. Leandro habría vivido sus buenos largos años aunque Hero se hubiera metido a monja de no haber sido por una ardiente noche de verano. Pues, querido joven, fue a bañarse al Helesponto, le dio un calambre y se ahogó, y los cronistas de la época lo achacaron a Hero de Sestos. Pero todo eso son mentiras. Los hombres se mueren y se pudren, pero no por amor.

(sigan vds. disfrutando …) 

Principio del formulario
Final del formulario
Somos como gusanos en un inmenso queso de agujeros, siendo el tiempo esa gran masa láctea. Te introduces por uno y sales por un agujero antípoda…justo en el momento en el que una ratita se dispone a darle un mordisco. Dentro del queso se entrelaza la historia y las historias…¡Es una idea!



Mientras moría Radacha Chijorich, después “Leandro”, Kant*, nacido tal día como hoy, del año 1724, se matriculaba en la universidad de Köninsberg. Kant supuso que el tiempo era una condición subjetiva para la conversión del “mundo-en-sí”, en “mundo-para-nosotros”… Para la transformación del ignoto mundo en materia de conocimiento humano…Pues no podía concebir un “algo” sin un “cuándo”…ni un “dónde”.

Ahora sabemos que el tiempo es algo más enigmático (¡Ya lo decía san Agustín!): ligado al movimiento y al espacio. Pavic, asume esta paradójica concepción y la instituye como personaje central de la novela.
La estática contemplación eterna, prometida a los justos, no es otra cosa, pues, que la muerte…a la que, justos e injustos, estamos sometidos.

Por mi parte, estoy harto de repetir que a mí el tiempo y el espacio me la “refanfinflan”.

Por “Dobrachina” (bebiendo aguardiente de ciruela) recreo el mito original: Leandro vivía en Abidos, en la Tróade; y Hero, en la europea Sestos. Los separaba un brazo de mar de 1960 metros: el Helesponto. En una fiesta en honor de Adonis y de Afrodita, cruzaron sus miradas y el amor los unió con enlace covalente. Las familias se opusieron para dar contenido al mito. Él le prometió cruzar cada noche las negras olas de corriente alterna…Y empezó la rutina.













Cuando caía la noche, ella encendía un candil y el joven vencía la corriente con la vista puesta en la luminaria. Con la luz del alba hacía el viaje de regreso. Hasta que un día la luz se apagó y el joven no logró alcanzar su destino. “Hero”, desesperada, se arrojó desde su torre y se ahogó. Las olas devolvieron a la playa los dos cadáveres, entrelazados…
 
Más prosaico no he podido…

Podían haber intervenido delfines, confusos rayos de luna, intentos de incendiar la torre…O una milagrosa “barca mística” (*).


O bien, Madame de Staël(*) podría haber trenzado un bonito e inteligente “ensayo sobre la influencia de las pasiones en la felicidad de los individuos…” o, incluso, “sobre el suicidio”.

 Pero no pasó nada. Simplemente “se apagó la vela” y el muchacho se ahogó.

Como el tiempo es lo que es y se retuerce como rabo de lagartija sin lagartija, puede que hubiera topado de cabeza con una mina otomana, olvidada desde la batalla de Gallípolis (abril 1915*).

Fue aquí, entre Abidos y Sestos (ver mapa) donde Xerxes, humillado hasta el dobladillo de la falda, hizo construir un puente de barcas que no aguantó los embates de las corrientes. Lleno de ubris y de impaciencia, mandó azotar las aguas ¡mil veces! con cadenas de hierro, trenzadas en los talleres reales de Susa. Si mal empezó, peor acabó: Salamina, Platea y, como colofón, Mikala…Y dio comienzo la gloria ateniense.

Pero aún hay más. Lord Byron, pese a su “pata chula” logró cruzar el estrecho por esos dos puntos (él habla de 6 kilómetros y de 1h.30’) para demostrar al mundo que Leandro no era un fantasma, que el estrecho era salvable y que la cojera no era impedimento.

Agua por todas partes. Menos por una: Astorga. Tal día como hoy, del año 1810 (mientras Byron soñaba con iniciar su hazaña) los maragatos de Astorga, seco el
gaznate de tanto polvorón y sin un maldito trago que echarse al coleto, deciden rendirse a las tropas francesas. Y poner fin a la suya.

A los gritos de: “¡Basta! ¡Basta ya de mantecadas! ¡Basta de polvorones!...¡Orujo pa’l pueblo!”, una multitud de maragatos se dirigió a la muralla y enarboló (tras un rápido cónclave) la bandera blanca, que resultó ser menos blanca de lo que el protocolo exigía. Los franceses que no tendrán frenillo, pero son muy mirados, preguntaron, a su turno, por el color exacto de la prenda. Exigían una respuesta clara, de lo contrario dispararían a dar (y a matar, si pudiera ser). El propietario del trapo, en nombre de la multitud, confesó: “¡Blanco sufrido!”; y se acercó a dar explicaciones.  Tras una consulta y varias risotadas empezó la confraternización (¡¡).


“¡No se puede abarcar todo!”....No, no son mis últimas palabras, sino la constatación de que en una sola propuesta no caben todas las efemérides del día. Por suerte las fechas vuelven.

Viene a cuento lo de “Clarinet marmelade” de Earl Hines…(por aquello de “Hero”), que, aunque parezca imposible, nació en Pittsburg(h)...¡tuvo que pirárselas!

--Ja, ja, ja.








RELATO VERAZ, EXENTO DE RETÓRICA, DE UN EPISODIO (EN MARCHA) DE CORONAVIRUS.

Quizás pueda ayudar a alguien. Seguiré contando el desarrollo y desenlace... CONTACTO CON PERSONA INFECTADA. Se supone que el...