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miércoles, 15 de enero de 2014

Día 15 de Enero de 1919. Karl y Rosa. SEGUNDA PARTE.



PRIMERA PARTE
http://kinomoriarti.blogspot.com/2014/01/propuesta-para-hoy-dia-15-de-enero-rosa.html

SEGUNDA PARTE
Aún resonaba en la sala aquello de “¡Ojalá nuestra vida baste para lograrlo!”, cuando dos periódicos afines al SPD-gobierno (el “oficioso” Vorwärts y el afín Politisch-Parlamentarischen Nachrichten) lanzaron una sonora  y falaz acusación contra el  amable e intrascendente Eichhorn, una fama  que, ni incluso ser jefe de la policía de Berlín, amo de la Alexander, pudo contrarrestar. 




El asunto era que la discreta ardilla era Independiente y el único que no había seguido la consigna general de abandono total de cargos y tal. Los suyos no se lo exigieron. El gobierno se lo pidió por las buenas y, como no quiso, se armó la de dios (¿) es cristo (¿). Claro, él decía que había sido nombrado por la revolución, en los días de noviembre; pero el desgraciado no sabía que las cosas habían cambiado. Nada… que si no lo deponían los Comisarios del pueblo él no dimitía… ¿pero qué Comisarios ni qué ocho cuartos? ¿No sabes que los tuyos han abandonado? ¿No sabes que ha llegado Noske, el perro guardián, el asesino? ¡Nada…sólo acepto órdenes de la revolución! Pero ¡alma de cántaro! ¿No sabes que la revolución somos nosotros y que os vamos a masacrar en una semana?

O se ha consumido el gas o el termómetro ha bajado al cero absoluto.  A la salchicha se le han congelado las entrañas y se ha convertido en un obús, rosado, pero mortífero. El culito de cerveza es un bloque de hielo.  Pago y me dirijo hacia la Alexanderplatz. Subo Friedrich y cuando llego al Checkpoint Charlie doblo a la derecha, por la Zimmerstrasse, por donde iba el muro. Allí en el nº 35 se ubicó la “Rote Fahne”.  Nada que ver; todo nuevo, edificios globalizados. Sigan rectos, crucen el río y enseguida se encontrarán en la plaza. Sírvanse de la “Torre” para orientarse.

Me cruzo con el nazi de esta mañana y me saluda con el puño en alto y con una carcajada que hace temblar las estructuras ferroviarias.  Este cabrón no tiene ni estufa. Entro en un cuchitril que hay justo debajo de las vías, en la Karl Liebknecht.  Tomo asiento en un taburete. A los pocos segundos formo un charco, me descongelo. El camarero me pone el pañito en mi espacio de barra, saco el dinero de que dispongo y pido licor del ciervo. Parará cuando se acaben los posibles.



Los días siguientes pasaron tensos. Las armas llegaban a las Caballerizas. Las tropas gubernamentales se organizaban. Las proclamas se sucedían. En la Cancillería, a la espera del golpe definitivo, lo daban todo por perdido. Rosa, no se dejaba engañar por las apariencias. La revolución que se espera (y se desea) no es la revolución socialista, es un intento de salvar lo salvable de los días de noviembre. Ni toda la clase berlinesa, ni el campesinado están en disposición de darlo el todo por el todo. Los espartaquistas no pintan demasiado.


Día 4 de enero de 1919. Sábado.

Desde que un 4 de enero de hace décadas, llegó el de la luz y me cortó la corriente por falta de pago, es un día maldito para mí. Lo primero que hago cuando los del Condis me dan el calendario anual, es tacharlo con furia. Es símbolo de ignominia.

Bueno pues, viendo que el infeliz no dejaba el cargo, Hirsch (“Oso”), Ministro del Interior, firma la destitución el día 4. En su lugar se sentará Eugen Ernst. Lucha desigual entre una ardilla y un oso. Pero la ardilla es ágil y, a su manera, obsesiva: roe y roe y hasta que no deja la piña en nada, no para. En cuanto recibió la notificación, se dirigió a la sede de su partido (USPD, Independientes) y expuso el caso. 

¡Aquel paseíto matinal a aquella zona desolada y siniestra, cruzada y recruzada por vías de tren que crean recovecos asesinos…! Todo sigue parecido, no crean: descampados a la espera de un empujoncito. Eriales que se quedaron con la miel en la boca.
¡¡Berlín!!
Los personajes de Philip Kerr campan a sus anchas.

Aquel año no hubo “días alciónicos”. Y, ahora, a más de una semana del solsticio de invierno, no se les espera. “Incipit tragediae”.

–¡Señor… Señor!

–Sí. Dígame, estimado (de momento) cliente.

–No. Nada.

Cuando el roedor enseñó el papelito, la plana mayor se puso en movimiento. Por la tarde se reunieron en la Central de la Alexanderpltz el presidente del USPD, los delegados revolucionarios y Liebknecht y Pieck (por cierto, primer presidente de la DDR), por el recién creado KPD. Era sábado-sabadete:

“¡Atención, obreros, camaradas! (…) Con ayuda de las bayonetas, el gobierno Ebert-Scheidemann quiere afirmar su poder y asegurarse el favor de la burguesía capitalista, de cuyos intereses ha sido desde el principio representante encubierto. (…) Acudid a las manifestaciones masivas.
Hoy (por mañana, día 5) a las dos, en la Siegesallee”

¡Señor…Señor!  (Para mis adentros). El camarero me mira y mueve la cabeza: otro desnortado que me ha tocado en suerte… ¡Ay! ¡Señor… Señor, dame paciencia!

Mientras tanto en Zossen (S.O. de Berlín) Ebert pasaba revista a los desquiciados de Noske, que lo miraban con desprecio y vergüenza. Los vistieron de gris-rata, les dieron botas nuevas, cascos de acero y un Máuser 98 con bayoneta Seitengewehr 84/98 con una hoja de 250 mm de largo, para cada uno. Los Máuser ya habían sido probados con éxito contra los Boers. Este era un modelo desarrollado que había incorporado avances significativos que no voy a explicarles a Vds. Pesaba 4 kilos (descargado) y medía 1250 mm. La longitud del cañón era de 740 mm y usaba munición 7’92 x 57, calibre 7’92. Podía, fácilmente ser utilizado como maza, como martillo batanero.

Las tropas empezaban a aburrirse. Noske lo contemplaba todo con displicencia (e impaciencia).


Día 5 de enero de 1919. Domingo.

Pasan los días y yo sigo en mi taburete. Todavía me quedan 14 euros gastables.

Que el domingo, 5 de enero, amaneciera gris plomo y frío como beso de muerto, era lo normal… ¡y así fue! Y que la ardilla se empecinara, valeroso, en su negativa, venía como anillo al dedo. ¡Por fin podrían desquitarse de la humillación de las Caballerizas!

Desde la hora del ángelus empezaron a llegar las masas: cientos de miles de trabajadores, que inundaron no sólo la infame (y desaparecida. Bueno las estatuas están por ahí desperdigadas) Siegesallee, sino, cruzando el Tiergarten, siguiendo la Unter, llegaba hasta la misma plaza de Alexander. Desde el 9 de noviembre no se veía nada igual.




Ebert, cerró las ventanas de la Wilhelmstrasse y se dispuso a morir.

Nolke, se paseaba, como Lenin hacia Táuride, entre las masas que, educadamente le abrían paso. Calibraba la cosa. Intentó un último intento con la “ardilla”, pero el roedor no cedió. La cosa se ponía realmente fea. Ebert y Scheidemann buscaron refugio en casa de un amigo banquero. Noske trató de animarlos, pero no los soportaba. Así que los dejó y se fue a animar a su “Brigada de hierro” y a otras de otros metales.

Los Comisionados del Pueblo cenaron, bebieron con moderación, se lamentaron largamente y se durmieron entre sábanas de lino holandés. ¡Mejor que en el Hotel Edén!
Sobre la mesilla de noche: azucarada agua de limón… ¡por si las pesadillas! Mañana no existirá nada. Los trabajadores habáan tomado la ciudad y extenderán su poder por toda Alemania--presentían
¡Bebed agualimón!

–Camarero, me da para otra copita…

–Voy a sorprenderle, estimado e infeliz cliente…

–No será difícil.

–¿Le suena el apellido Pieck?

–Pues ahora que lo dice, parece que he pensado en él no hace mucho.

–Es que se lo noto…por la melancolía enfermiza que desprende. El tal Pieck al que me refiero fue el primer presidente de la República Democrática Alemana y compañero de fatigas de Rosa y de Karl. ¿Me sigue?

–Le sigo… ¡estupefacto!

Debo de ser transparente como el cristal. Todos adivinan lo que estoy pensando.

–Bueno pues… ¡era mi abuelo! Y aquí me tiene Vd. despachando licor de ciervo a desdichados y noctámbulos. La vida te da sorpresas.  Cuando lo del muro estuve sin salir de casa cuatro meses… ¡de asco! Cuando me decidí a salir ya no sabía adónde ir. Tenía unos ahorrillos y pude conseguir este recoveco, esta morada de terremotos, no apta para quienes tengan los nervios flojos.  Lo único bueno es que cualquier día un tren sobrecargado me derrumbará el chiringuito y podré cobrar el seguro.

Aquel domingo, en el que Vd. se entretiene, la multitud llegaba hasta aquí. Imagine Vd. Toda la Unter, el Tiergarten, llegaron hasta la misma puerta de la Cancillería…y a ninguno se le ocurrió tirar cuatro tiros y descerrajar las puertas. Había armas para parar un mercancías y la gente, sin embargo, se contentó con oír los sermones de Karl, de Lebedour o de Däumig. Se discurseaba en todas partes y la gente se pasaba los mensajes boca a boca… así que los mensajes llegaban deformados, como en ese juego de cuando éramos pequeños.     

Como no se hacía nada, algunos grupos, por libre, ocuparon los periódicos las estaciones y se adueñaron de barrios enteros buscando enemigos. Los enemigos se habían escondido… ¡a la espera!

Los convocantes fueron los primeros sorprendidos del éxito de la cosa. Esa misma tarde, mi abuelo, Liebknecht, Lebedour, marineros, soldados, el mismo Eichhorn… hasta un total de 86 hombres, se reunieron en la Jefatura de Policía, aquí al lado, e intentaron poner orden en sus impresiones. Sólo los marineros y los soldados pusieron un poco de cordura al manifestar la posibilidad (alta) de que la marinería y la soldadesca no estuviera del todo decidida. Dorrenbach no daba crédito y pensaba que sería coser y cantar… ¡después de lo de nochebuena!

–Pare Vd, buen hombre. Tómese una copa… ¡me está dejando la garganta seca!

Llena dos copuzos hasta el borde. Y sigue, sigue…

–Y constituyeron un “Comité Revolucionario Provisional” en el que no sé si estaba mi abuelo, pero seguro que estaba Karl y Lebedour. Se imprimió un llamamiento, para el día siguiente, lunes 6 de enero, elevando un poco más el tono. Dijeron que se hacían cargo temporalmente de los asuntos de gobierno. Pero aquí no había gobierno ni ná. Nadie se movió de la Jefatura. Sólo grupos dispersos buscaban y buscaban objetivos…los objetivos, sin embargo, se ocultaban.

–Bueno, gracias por esta lección de historia, pero tengo que irme.

–Pero, claro. ¡Nos vamos! Ahora mismo echo el cierre y nos vamos a comer un codillo de búfalo.


¿Y Rosa? ¿Qué hace Rosa?

“Al pudrirse en el agua el cuerpo pálido,
la fue olvidando Dios: primero el rostro,
luego las manos y, por fin, el pelo.
Ya no era sino un nuevo cadáver de los río”.


TERCERA PARTE.

http://kinomoriarti.blogspot.com/2014/01/propuesta-para-hoy-dia-15-de-enero-rosa_22.html

CUARTA PARTE

http://kinomoriarti.blogspot.com/2014/01/propuesta-para-hoy-dia-15-de-enero-rosa_60.html




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