Asteriscos (*) remiten a efemerísticas razones.
1
El piloto de la
avioneta, aficionado a la música italiana, buscó y rebuscó pero no encontró la cassette
de Modugno. En realidad no podía encontrarla. El cassette-grabador-reproductor
aún no había sido lanzado al mercado,
así que silbó con pajaril
fruición la melodía que llegaría a conocerse como "Volaré". Había
ganado el festival de San Remo del año anterior y hacía furor en los USA. Los
tres pasajeros subieron y enseguida, músicos como eran, dieron con la
tonalidad; además, no en vano habían estudiado a von Helmholtz y sus
reflexiones sobre las sensaciones de tono (*). Se puso el motor en marcha. El aparato
aceleró y fue tomando altura animado por el optimista estribillo: Nel blu
dipinto di blu. Comenzaba el 3 de enero del año 1959. Los vencidos
daban la última capa de pintura al tenebroso cristo del Valle de los muertos
(oh, perdón: caídos por dios (?) y por la patria) y ETA acababa de
pedir la primera remesa de parabellum.
Bienaventurados
los que murieron
y no lo hicieron
ni por Dios
ni por la
Patria.
(Yo)
Buddy Holly, y
su grupo, se había embarcado en una tremenda y zigzagueante gira invernal que
debía de llevarlo a todos los rincones de la nación. Se le unieron Ritchie
Valens y "Big" Bopper. La gira estaba resultando más dura que
la retirada de Napoleón en la campaña de Rusia. La gripe y las congelaciones
hacían estragos entre los miembros de la expedición, de tal manera que el
pasaje aéreo fue determinado por la gravedad de los viajeros: Bopper, griposo,
obtuvo el puesto de Jennings, no sin antes lanzar una broma premonitoria. Valens, le ganó la plaza a Allsup a cara o
cruz. Holly viajaba por derecho propio, pues era quien había alquilado el
aparato. En el autobús-frigorífico viajaría, en contra de lo pensado inicialmente,
el mermado grupo de Holly: al batería lo habían hospitalizado con los pies
congelados.
El autobús
escolar que había sustituido al inicial, recaló en Clear Lake, Iowa. La parada
no estaba prevista. Fue, por decirlo así, un gambito del destino. Así fue la
cosa:
·
Big Bopper, obrero antes de artista, salió al
escenario ataviado con una de sus tremendas chaquetas de rayas y cubría su
tremendo trasero con unos pantalones en los que hubiera cabido el ejército
napoleónico en plena estampida. Puso sobre el escenario un teléfono y empezó su
delirante declaración de amor: "Chantilly Lace". Una chica,
"tímida y alegre; la cola de caballo que le cuelga por los hombros",
recibe las súplicas sebosas y lascivas que, desde una perdida cabina del medio
oeste, le lanza su admirador. La chica no parece muy receptiva, pero eso a
Bopper le es indiferente: él seguía babeando y suplicando. Puro delirio. La
gripe le estaba matando.
Fue una interpretación inolvidable, pues, al
histrionismo natural, añadió las convulsiones de la calentura. El público
aplaudió a rabiar lo que era, en realidad, la escritura de un "testamento"
(N.C.). Definitivamente, Bopper no estaba llamado a ser un ídolo juvenil.
·
Ritchie Valens, atacó La Bamba, siguió con
Come on, Let's go y concluyó, para aplacar a la jauría, con Donna. A
mí siempre me ha parecido que Ritchie tiene cara de fotografía de esas que se
ponen en los nichos: ovaladas y recogiendo la mejor sonrisa del difunto.
·
Cerraba, como siempre, Buddy Holly, que desde que
Lloyd Greenfield, un avistado agente del norte, le había arreglado los dientes,
cambiado las gafas de alambre por una de pasta negra, llamadas a marcar
tendencia, y haber disimulado su halitosis con licores y elixires melquiádicos,
presentaba una estampa de discípulo de Derrida en ciernes...y se había
convertido, por obra de su facilidad e ingenio, en un ídolo juvenil. Abrió con Peguy
Sue, y en el título seguía la senda abierta por Larry Williams. Resultaba
enternecedor. Traje de corte envidiable...
La guitarra atada corta a la altura de
ombligo. Piernas temblonas, cuerpo rígido. Algunos hipidos y aullidos
contenidos. Las luces del recinto rebotaban en el carey de sus gafas y hacían
juegos coquetones. Siguió con Rave On siguiendo el mismo patrón
interpretativo. Y concluyó, para calmar a la jauría, con It Doesn't Matter
Any More.
El concierto no
resultó memorable, aunque sí histórico. Pareció que se estaban
presentando al examen de reválida. Nada que ver con Litte Richard, Chuck Berry,
Lee Lewis y no hablemos ya de Screamin'Jay Hawkins, cuyas actuaciones parecían
un remedo exacerbado de la escena del To be or not to be en el escenario
del comienzo de Macbeth.
Al acabar la actuación
Buddy, al que no le gustaba mucho volar, pero dispuesto a sobrevivir, decidió
alquilar la avioneta, con nombre de mayonesa, para él y su grupo: Una Beechcraft
Bonanza. Era noche cerrada. Nevaba. La visibilidad era escasa. Pese a todo,
¡imaginen Vdes. el estado de las cosas!, decidieron subirse a la avioneta.
Detrás dejaban medio ejército, abandonado a las inclemencias meteorológicas.
El piloto no
encontró la cinta de Modugno y se puso a silbar, en esto también seguía a Larry
Williams, Volaré. Era martes y no hicieron caso a la sabiduría popular.
La avioneta dio
unos cuantos saltos, se elevó con renuencia, se inclinó hacia a derecha y cayó
en picado:
"...Nel blu degli
occhi tuoi blu,
felice di stare
quaggiù
con te".
Hacía dos años que Little Richard tocaba el piano para los Adventistas del Séptimo Día de Time Square: Quizás hubiera sido mejor que hubiera sido su avión el que se hubiera ido a pique. Pero rogó, inconsciente, al todopoderoso con la misma furia con la que golpeaba el piano. Y, para colmo, levantó la pierna y la apoyó en el asiento de delante. Ante este gesto, y su bigotito relamido, el Taumaturgo cedió. Con ese antecedente, los tres de Salt Lake no se arrodillaron para pedir un milagro: No querían verse amenizando las sesiones de los trastornados de la Iglesia Unificada...Y aunque lo hubieran intentado, las dimensiones de la cabina lo hubieran impedido.
Su destino final
era ¡¡Fargo!! donde, sin duda, su martirio hubiera sido prolongado e igualmente
fatal.
Mencionar a
todos aquellos artistas víctimas de accidentes en medios de transporte sería
inacabable. Sin embargo no puede acabar esta crónica sin una referencia a
¡¡Eddie Cochran!! el J.Dean del R&R, amigo y colega de los difuntos. Les
había dedicado una canción: Three Stars, cuyas ganancias fueron para las
familias de los desaparecidos.
"...Mira
para arriba en el cielo, hacia el norte
Hay tres nuevas
estrellas, brillando intensamente".
Cuando creía que
con este gesto había conseguido conjurar la desgracia, ésta le sobrevino en
forma de farola bien iluminada. Fue tras la última actuación de la gira inglesa
que compartía con Gene Vincent (y con su novia Sharon Sheeley). Iban los tres,
más el taxista. Los detalles son de domínio público.
...C'mon Everybody...
Vincent, el de Be-Bob-A-Lula,
arrastraba desde niño una dolencia en una pierna. Un accidente de moto acabó de
destrozársela. Se repuso y, aunque no podía recorrer el escenario como hacían
los demás rockers, "se mantenía de pie, con una pierna hacia atrás y
otra hacia delante, y torcía agresivamente su cuerpo hacia los lados, un poco
como si estuviera a punto de comenzar un combate de boxeo". Aquel
accidente fue su muerte virtual. La novia consiguió levantar cabeza.
Tampoco está
vacía la intersección entre los conjuntos "artista" y "tullido"
Es una historia
triste de verdad.
Cuba estrenaba
revolución. El LSD se hacía popular. Los del Cedar seguían a lo suyo. Miles
Davis daba otra vuelta de tuerca con Kind of Blue. El happening
se imponía... y en París, la Internacional Situacionista daba sus primeros
pasos.
2
La noche del 1
al 2 de febrero del año 1863, Samuel Langhome Clemens, que había recalado en
Virginia City tras un intenso viaje por Nevada y las Rocosas, donde intentó
hacerse rico por la vía milagrosa de encontrar una inacabable veta de oro,
asiste, en la vecina Carson City, a un party en la casona del
gobernador, J. Neely Johnson. Cuando salió, a las dos de la madrugada, lo hizo
como Mark Twain. Tuvo que sufrir, sin embargo, lastimosas
interpretaciones musicales, entre las cuales:
"Rock me
to sleep, mother" a cargo del juez del lugar, "De las montañas
heladas de Groenlandia", ofrecida por el general Musser, y
otras varias, completamente aniquiladas para siempre, a cargo de un coro de
damas. El punto culminante fue la actuación del "Impostor":
"Hasta ese
momento había vigilado cuidadosamente al Impostor, temeroso de que, bajo las
circunstancias, su locura tomara un giro musical; Y mi alma profética estaba en
lo cierto; Me eludió y se plantó en el piano; Cuando abrió su boca cavernosa y
mostró sus dientes inclinados y esparcidos, el efecto sobre aquella audiencia
de convivencia fue como si las puertas de un cementerio, con sus lápidas
desmoronadas, hubieran sido abiertas en medio de ellos; Entonces gritó algo
sobre que él "no viviría siempre" - y si alguna vez he escuchado algo
absurdo en mi vida, fue eso. Debe de haber inventado esa canción mientras
avanzaba. Porque no había más sentido en ella, ni más música, que la que hay en
su conversación ordinaria. La única cosa en toda la desdichada actuación que la
redimió por un momento, fue algo sobre "los pocos momentos lúcidos en que
amanecemos aquí". Eso estaba bien... "
Parece una
crónica de una actuación de Charles Hardin Halley antes de que el sagaz Lloyd
Greenfield lo reconvirtiera en Buddy Holly.
La cita anterior
pertenece a una carta que, el desde ahora, Mark Twain escribió, supuestamente
el 2 de febrero, a Joe Goddman y que fue publicada en el Territorial
Enterprise, el día 3, sábado, plenilunio. El significado de "Mark Twain" también es de dominio
público: "marca dos", advertencia que se oía continuamente a
los marineros (negros) de los barcos de paletas que surcaban el Misisipi. Dos
brazas (3'6 metros), calado mínimo para una navegación segura en aquellos
fondos arenosos. Mark Twain siempre lo tuvo en cuenta.
"Take
five" (*)
3
Hubo un tiempo
en que Barcelona tuvo su isla. Un islote de arena, una especie de cayo
que subyace al actual Pla del Palau y la Estación de Francia. Su incorporación
a la costa fue el comienzo del primitivo puerto de la ciudad. El islote de
Maians es el ancestro de la actual Barceloneta que, tal día como hoy del año 1753, sembraba la primera piedra de lo que
llegaría a ser lo que es (?).
...Infórmense
Vdes. Infórmense...
4
"Como
expresión de una necesidad humana, siempre quise escribir un libro que
terminase con la palabra "mayonesa".
EL CAPÍTUO DE LA
MAYONESA
3 de febrero de
1952.
Queridísimos
Florence y Harv:
A través de
Edith acabo de saber del fallecimiento del señor Good. Recibid nuestro más sentido
pésame y todo nuestro cariño. Era la voluntad del Señor. Tuvo una vida buena y
larga, y está ahora en un ugar mejor. Vosotros ya lo esperabais, y podéis estar
contentos de haberle visto ayer, incluso aunque no os reconociera. Estáis en
nuestras plegarias, y esperamos veros pronto.
Quedad los dos
con Dios,
Besos de Mamá y
Nancy.
P.S. Perdonad que no me acordase de
daros la mayonesa.
(Richard Brautigan: La pesca de la
trucha en América).
.