“... este descubrimiento
es del tipo que yo llamo serendipia, una palabra muy expresiva
que voy a intentar explicarle, ya que no tengo nada mejor que hacer:
la comprenderá mejor con su origen que con definiciones. Leí en una
ocasión un cuentecillo titulado “Los tres príncipes de Seréndip”
(Ceylán. Sry-Lanka):
en él sus altezas realizaban continuos descubrimientos en sus
viajes, descubrimientos por accidente y sagacidad de cosas que en
principio no buscaban: por ejemplo, uno de ellos descubría que una
mula ciega del ojo derecho recorría últimamente el mismo camino
porque la hierba estaba más raída por el lado izquierdo—¿comprende
ahora la serendipia? “
La carta fue escrita por el un
tanto "erudito" y poco agraciado Horace Walpole el
día 28 de enero del año 1854. La recibió su tocayo Horace
Mann, adalid de la enseñanza universal, pública, laica y gratuita
en los Estados Unidos, así como antiesclavista reconocido.
"Chiripa","churro",
"potra", aunque enriquecen el idioma, no abarcan
todo lo que "serendepia" incluye: el ingenio, la
predisposición, el contexto... Se entenderá mejor con algunos
ejemplos:
-
Cuando Colón, buscando algo "bueno", se tropezó con algo "mejor"... fue un caso de serendepia (U.Eco).
-
Cuando el bueno de Hoffmann, abandonó, por farmacológicamente estériles, los estudios de los derivados del LSD-25 y los volvio a retomar, sin motivo aparente, al cabo de cierto tiempo, encontró, por serendepia, algo "mejor" que lo que buscaba: ¡¡LSD!!... y su vuelta a casa en bicicleta ha pasado a los anales.
Lo de Bohr y lo de Kekulé,
pueden analizarse en términos freudianos sin necesidad de remitirse
a la serendepia.
Yo, sin ir más lejos, nací,
creo, con una inclinación irrefutable por el "Espirituoso
(santo)". Al principio, cuando tomé conciencia, recurrí a
les maudits para dar altura a esa mi desgraciada inclinación.
Fueron años miserables, pues, aparte de resacas perpetuas, no salió
de mi boca ninguna estrofa, ni siquiera un simple pareado, balbucía.
Un día, lo recuerdo perfectamente, 28 de enero del año 2006
y lo recuerdo bien porque ese día los Organismos Europeos tuvieron a
bien dedicarlo a la Protección de Datos* y a aconsejarnos
sobre la necesidad de vigilar nuestra privacidad (también, por ese
motivo, ha pasado a los anales de la rechifla)... Bueno, pues ese día
descubrí algo "mejor": beber por placer. Nunca se
me había ocurrido. Bebía por imposición poética. Es un caso claro
de serendepia: descubres algo que se te ha pasado
desapercibido durante décadas y soluciona un problema que, en mi
caso, me conducía a la depresión más oscura y, en consecuencia (o
al revés) a la definitiva esterilidad poética.
Naturalmente, ésto que quede entre nosotros.
Por si aún tuvieran dudas
sobre el concepto, he aquí un ejemplo definitivo:
Al comienzo de los noventa, la
Pfizer, inc., cuya historia viene de largo y ha anotado en su
haber éxitos tales como la santonina que ayudó a que el
siglo XIX desembocara en el XX libre de lombrices intestinales, o la
fabricación a gran escala del ácido cítrico, o la
penicilina (toda la penicilina que desembarcó en Normandía
procedía de sus laboratorios), o la Atorvastatina productora
de colesterol bueno, que se ha convertido, por obra y gracia del
lobby farmacéutico, en su producto estrella...
Como decía, al comienzo de
los noventa, la Pfizer, inc, cuya historia viene de largo...
ensayaba con el citrato de sildenafilo (no importa que los
primeros estudios se hicieran en Swansea, Gales) con el fin altruista
de ayudar a superar las anginas de pecho y bajar la tensión,
dolencias propias de la época. Ya durante la primera fase de los
ensayos clínicos sus expectativas se vieron menguadas y decidieron
poner fin a las investigaciones: Se suprimiría la medicación y
empezarían a intentarlo con otras sustancias.
Pero, señores, ¡los pacientes se negaron en redondo! Algo habían notado las enfermeras: Las ligeras batas verdes de los enfermos parecían esconder souvenirs de la Meridian Quay, justo a la altura donde podría esperarse.
Pero, señores, ¡los pacientes se negaron en redondo! Algo habían notado las enfermeras: Las ligeras batas verdes de los enfermos parecían esconder souvenirs de la Meridian Quay, justo a la altura donde podría esperarse.
Era curioso, pensaron (pero no lo comunicaron a sus
superiores, por temor a que las tacharan de ligeras) que todos fueran
cleptómanos y que su cleptomanía se manifestara de forma tan
sórdida. Lo cierto es que todos los pacientes hombres, manifestaban
una erección eiffélica (¿eiffálica?), aunque su
dolor seguía intacto y la tensión subía. Claro, normal, los
vestiditos de las enfermeras no facilitaban la hipotensión ni a
aliviar las dolencias isquémicas. Habían medicado, incluso
(dijeron) con ropa de abrigo en pleno mes de julio, pero la cosa
siguió igual.
¿Han entendido? Un efecto
secundario, superior al buscado, se impone y sustituye al
inicial.
Así nació la Viagra. Esa
pastillita azul, gloria de la Pfizer, a la que, por
cierto, ya le han caducado los derechos de exclusividad. Dicen que
algunos de los consumidores habituales ven el mundo como si estuviera
cubierto por un sutilisimo tul azul. ¡Y si fuera rosa tampoco me
extrañaría!
Tal día como hoy, del
año 1887, mientras Galdós acababa la primera parte de Fortunata
y Jacinta y Sherlock Holmes comenzaba su vida pública a
la bíblica edad de 33 años, se ponía la primera piedra de lo que
sería la Tour Eiffel, "pastora de puentes" y gloria
de la Exposición del 89: Diríase que construida con bloques de
Viagra. En verano, cosa natural, su altura aumenta 18 centímetros. Y
Enrique VIII, asiduo consumidor de mosca española (Lytta
vesicatoria), dejaba este mundo tal día como hoy, del año
1547. la mosca cojonera (¡española tenia que ser!), picaba y su
picotazo te ponía como la Torre Eiffel. Infecciones sin cuento se
extendieron por el orbe cristiano y, pese al Vaticano, su uso cayó
en el olvido. Pero también, si no no se explica, de cuerno de
rinoceronte (¡!) y testículos de toro bravo. Al cacao y al café no
llegó a tiempo.
Lo de la mosca española
tiene su qué. En realidad no es una mosca, es un insecto coleóptero
de la familia de las "Meloidae", de donde, digo yo,
su cantarín nombre popular: "cantárida". De
élitros "verde Ava Gardner" y apariencia bélica, este insecto
y la sífilis forman parte de la trinidad nefasta, pues, cuando todo
parecía cosa del pasado, llegó la "gripe española"
que acabó de diezmar el continente. Así se fue engrandeciendo la
"leyenda negra" por la cual la piel de toro es célebre en
todo el orbe (sobre todo cristiano). Su hermoso verde esmeralda
(¿cómo no asociarlo a la mórbida hetaira esmeralda del
Fausto, de Mann? resulta irresistible. Su coraza acaba en una
especie de grueso aguijón que se descubrió (¿por chiripa?)
"priápico", "eiffélico". Y así,
durante siglos (pregúntenle a Livia, esposa de César o a Hipócrates
o, si les parece más oportuno, a Dioscórides) fue usado para llevar
a buen término el mandamiento divino: ¡ya que hemos de
multiplicarnos...!
El tiempo trajo consigo
avances técnicos, puramente empíricos: se secaban los insectos y se
molía la secuela. El polvillo resultante, de un marrón amargo y
medicinal, se guardaba en relicarios y joyeros para su uso
subrepticio o/y maligno. Bastaba una pizca, como de sal, y se ponía
el cipote tal las capuchas de los penitentes... y duraba y duraba...
como pilas alcalinas.
También a ellas les hacía lo suyo.
Muertos sin cuento aparecían en dormitorios ajenos (o propios), a causa de la consunción y la ponzoña. Fueron tantos que superaron a los subterfugios y los hicieron imposible.
También a ellas les hacía lo suyo.
Muertos sin cuento aparecían en dormitorios ajenos (o propios), a causa de la consunción y la ponzoña. Fueron tantos que superaron a los subterfugios y los hicieron imposible.
Fue el "cólera" de
los libidinosos.
El consuelo de las afligidas.
El refugio de los impotentes.
La venganza de los resentidos.
La daga de los celes verdes.
El postrer goce de los
suicidas.
El cadalso de los don
Juanes...................................¡¡¡Ora pro nobis!!!
Fernando "El Católico",
como toda la saga, estaba al tanto. Muerta su santa esposa, contrajo
segundas nupcias con la adolescente Germana de Foix, sobrina del rey
de Francia y fue tal su tenacidad por evitar que su reino pasase a
los Habsburgo (él no pudo pasar de Madrigalejo) que murió en el
empeño. A Juana, su querida hija, le escondieron el polvo
milagroso... y enloqueció.
Tengo para mí que "El
Hermoso" no jugó a la pelota aquel fatídico 25 de
septiembre. En Burgos aún no se había construído el estadio del
Plantío y el trinquete era un juego foráneo. Fue su suegro
quien, disolviendo dos gramos de cantárida en un apetecible vaso de
vino, lo catapultó a la posteridad.
Tras un transitorio ocaso,
debido a la abundancia de muertes, volvió a resurgir con fuerza en
el siglo XVIII. ¿Qué hubiera sido de Casanova o del mismo Sade sin
las pastillas "Richelieu"? ¿Creen Uds. que el
"escándalo de Marsella" hubiera tenido lugar sin
ese elixir del amor y de la muerte, pues ambas son vecinas? ¿Creen
Uds. que Casanova hubiera triunfado tan fácilmente en la corte de
Luís XV? ¿Creen Uds. que los "pelucones" podrían
haber lucido sus rizos sin la cantárida, cuyas propiedades
antialopécicias se revelaron, por cierto, fatales?
Mientras tanto, en los niveles
inferiores, pues "no estaba el horno para bollos",
la cantárida se trocaba en un veneno casero y rústico abortivo, y
en los científicos, en un remedio (que se reveló fatal).
Fue tanto su éxito que los
galenos, de multiforme ingenio, idearon un fantástico procedimiento
para descubrir si el difunto había llegado a serlo de forma natural
o ayudado por la cantárida: Friccionar las vísceras del fallecido
contra la piel afeitada de un conejo. Si la piel enrojecía, al
difunto se le sumaba la categoría de envenenado.
Sobre los animales y su
servicio al desarrollo de la ciencia habría mucho que decir (y que
callar)
Lean Uds la novela que dedica
García Márquez al caudillo Bolívar:
"Temiendo una
congestión cerebral, lo sometió a un tratamiento de vejigatorios
para evacuar el catarro acumulado en la cabeza. Este tratamiento
consistía en un parche de cantárida, un insecto cáustico que al
ser molido y aplicado sobre la piel producía vejigas capaces de
absorber los medicamentos. El doctor Révérend le aplicó al general
moribundo cinco vejigatorios en la nuca y uno en la pantorrilla. Un
siglo y medio después, numerosos médicos seguían pensando que la
causa inmediata de la muerte habían sido estos parches abrasivos,
que provocaron un desorden urinario con micciones involuntarias, y
luego dolorosas y por último ensangrentadas, hasta dejar la vejiga
seca y pegada a la pelvis, como el doctor Révérend lo comprobó en
la autopsia."
O bien, si sus preferencias
son otras, a Chester Himes:
"La autopsia reveló
que la Sra. Hancock había tenido contactos sexuales en cuatro
ocasiones al menos durante las doce horas que precedieron a su
muerte. Fue imposible determinar si aquellos contactos sexuales
habían sido con la misma persona o con personas diferentes. El
análisis de sangre y las muestras tomadas de los órganos vitales
mostraron una dosis mortal de polvo de cantárida, poderoso
afrodisíaco conocido por el nombre de «mosca española». El
afrodisíaco había sido administrado por vía oral. La autopsia no
permitió establecer si el afrodisíaco había sido administrado a la
fuerza o ingerido voluntariamente. Igualmente fue imposible
establecer si había sido absorbido antes o después de los contactos
sexuales."
Actualmente, sintetizada, se
sigue usando para ciertas dolencias cutáneas, dicen.
CONCLUSIÓN
Si están de acuerdo conmigo
en que el descubrimiento de los efectos del café fue un caso de
"chiripa", que el hallazgo protector de la "vacuna",
fue fruto de la mera observación inteligente y que el de la Viagra, un caso de serendepia, concluiré que han
entendido el concepto y que no lo
confunden con "resilencia".
Perdonen Uds. esta "Propuesta"
tan coyuntural.