I
Gare
de Lyon. Acabo de bajar del tren que me ha traído desde Sucy, lindante con
Ormesson, adonde había acudido por un asunto relacionado con Radiguet y su Diablo en el cuerpo.
Lean la siguiente propuesta y se pondrán en situación:
http://kinomoriarti.blogspot.com/2013/04/propuesta-para-hoy-17-de-abril-segunda.html
Lean la siguiente propuesta y se pondrán en situación:
http://kinomoriarti.blogspot.com/2013/04/propuesta-para-hoy-17-de-abril-segunda.html
Espoleado
por la locura de las efemérides… en
una horita larga me planto en la rue Colisée esquina con Franklin. Se
encontrarán Udes. con un deslucido edificio emparentado con el art déco. Su
altura y su apariencia desentonan de forma evidente con el resto. Tres arcos de
medio punto. No hay pérdida. La oferta, que parece eterna, “Ostras a voluntad por 29 euros”, disolverá cualquier duda. Denle
un margen de confianza y créanse que las ostras las renuevan. Atrévanse a
entrar. Se encontrarán rodeados de ingenieros
de Oklahoma, turistas con tupé a lo
Trump, jefes de empresas de seguridad y artistas, decenas de artistas… No se
arredren. Su entrada causará una impresión tan inmortal como inmortales parecen
las ostras que se ofrecen de manera tan grosera. Sic transit gloria mundi…
y se entroniza la vulgaridad. Díganle a cualquier camarero que se digne a
echaros una mirada, que van de mi parte… si quieren ver la expresión exacta del
estupor y la rechifla.
https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/01/propuesta-para-hoy-10-de-enero-le-boeuf.html
https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/01/propuesta-para-hoy-10-de-enero-le-boeuf.html
–Bonjour!
–…our!–
contesta el acristalado eco.
–Quiero comer–llevándome repetidamente la
mano derecha (con los dedos lánguidamente unidos formando una especie de breva)
a la boca –Vengo sólo. Los camareros
en vuelo rasante, como los vencejos, me esquivan en el último momento. Por
suerte no luzco ni chubasquero, ni bufanda blaugrana de siete leguas. Visto con
la misma displicencia que todos estos clientes. Muestro la misma soltura
mundana que todos estos comensales. Sin embargo, algo verán en mí que hace que
los camareros me esquiven cuando parecen que se dirigen directamente a mi
solicitud. ¡Ah!, ¿sí?... ¡Pues ahora veréis! Cruzo la sala decidido y tomo
asiento a una de las dos mesitas colocadas bajo la reproducción del “Ojo”
de Picabia. Llega el camarero acompañado del maître.
–¿Tiene mesa reservada?
–¿Tiene Udes. regularizadas sus
cuentas con hacienda?
–Bueno… pues tenemos todo lo que se
anuncia en la carta. Me atrevo a recomendarle, sin embargo, el menú del día que
no está nada mal para ser martes: Parmentier de canard confit avec la salade de
jeunes pousses.
–Mire, oficial, mi respeto por el
ilustre Parmentier es máximo, tanto como mi desprecio por el uso de su nombre
para disimular un humilde y honrado puré de patatas.
Leo
atentamente el menú en los cuatro idiomas y finalmente me decido por:
–Escargots de Bourgogne marinés au
Chablis… ¡Y que sean grandes! Y de beber, aparte de lo que les haya quedado de
la maceración… ¡descórchenme un Grand Cru de la misma zona... de las laderas
que miran al sur!
El
maître insta al camarero a seguir mis instrucciones y se retiran a paso de
marcha. El “Ojo” sonríe.
–Oh! ¡Mon dieu!... ¡Nos ha caído el
loco de los caracoles!– el camarero.
–O el inspector de hacienda– el
maître.
–O el de las estrellas Michelin–ambos.
La
noche del 9 al 10 de noviembre del año 1938, ¿para conmemorar el vigésimo
aniversario de la Revolución Alemana?,
un estruendo de cristales rotos sacudió los territorios de habla alemana… y su
eco se oyó en toda Europa. Fue la Cristallnacht,
anticipo de la fétida StilleNacht. Evitaron
cuidadosamente el cristal de Bohemia que, no obstante, palideció. La causa
antijudía viene de lejos pero su solución se pretendía cercana. En un palacete
sobre el Wannsee se había diseñado el plan, que fue impletándose con un ritmo adecuado: Las leyes antijudías (+boicot)
de 1933; las Leyes de Nuremberg del 35; la vuelta de tuerca del 37… hasta
llegar a la confiscación de pasaportes del 38, poco antes de que Alemania
exigiera la renovación de los permisos de residencia a los extranjeros (y
judíos de origen extranjero). En la práctica esa medida significaba la
expulsión de esa comunidad judía. Polonia se negó a aceptar a sus judíos. Alemania se anexiona Austria
y, en octubre, los Sudetes. Al mismo tiempo se llevó a la práctica la
expulsión, con lo puesto, de los judíos. Los judíos polacos se acumularon en la
frontera germano-polaca. 4.000 pudieron entrar, pero los otros 13.000 se
quedaron a las puertas (de Polonía y del invierno), con lo puesto, como he
dicho. Finalmente se optó por lo que, desde el principio, parecía la solución
más fácil y deseada: Campos de concentración, que les llamaban.
Entre los
estancados y finalmente deportados, se encontraba la familia Grynzpan, de
nacionalidad polaca y vecinos de Hannover. Faltaba el hijo pequeño que, tras
recalar en Bélgica, se había establecido en París donde un tío suyo.
Sobrepasaba por poco el metro y medio, así que pudo pasar desapercibido… hasta
que, harto de anonimato y de desprecio, saltó a las primeras planas de los
periódicos de todo el mundo. Tenía 17 años, los mismos que el joven Radiguet
cuando vivió la historia que reescribió en el Diablo…Los mismos que Stendhal cruzando el san Bernardo… los mismos
que Rimbaud al recitar le Bateau îvre
en la comida de Les Vilains Bonshommes
el 30 septiembre 1871…
1938.
Un caballero teutón, secretario del secretario del secretario de la embajada
alemana, ha salido a echar la caña. Está
de suerte. Atrapa una pieza envi-diable:
17 años, bajo de estatura, con toda la malicia
reflejada en su rostro evidente de judío. Lo invita a cenar en Le bouef sur le toit. Toman asiento bajo
el “Ojo” de Picabia. Bataille hacía
diez años que había escrito su oscura Historia
del ojo y en esos diez años había habido tiempo para que el de Picabia
tomara nuevas denotaciones (¿detonaciones?).
Pidieron un plato de caracoles y una botella de vino espumoso de Champagne.
Sorbieron los moluscos mirándose a los ojos. El ojo del culo del teutón, apellidado Rath, se
hacía agua. El del judío se cerraba como lazo de horca. Llegaron a un acuerdo:
te encumbro (perdón… ¡te enculo!) y salvo a tu familia de una muerte segura. El
joven cedió. Pasaron los días con sus respectivas cenas, pero la cosa de fondo
no avanzaba ni un ápice. Finalmente se estancó: Yo no soy nadie; mi influencia
no traspasa las paredes de Le bouef sur
le toit.
Bien.
Al día siguiente, el joven, compra una pistola, él quería una Facheux de 7 mm con tambor de seis
balas, pues, aunque judío, quería emular la gesta de la novia necia. Se conformó con una antigua Browning del año 1922,
cuyo inventor se llamaba Moses… ¡Como el propietario-fundador de “Le boeuf…”!
Louis
Moyses había trasladado (diciembre del 21) su Gaya (a partir de ahora Le Boeuf
sur le toit) de la calle Duphot a rue Boyssi-d’Anglas. Siete años dando
tumbos por la misma calle, hasta que en 1928 colgó el Ojo en el nº 26 de Penthièvre. Fue la época dorada de Le Boeuf.
En 1936 Le boeuf sur le toit se ubicó en el 39 de la avenida Pedro I de
Serbia, justo en el espacio que ahora ocupa ese edificio desnudo, más propio de
la periferia de Atenas, o de la plaza de Castilla de Barcelona, que de esta
zona de París, en la que el precio medio de la vivienda asciende a 16.000 euros
el metro cuadrado. Es decir que si Ud. se conformara con unos estupendos 15
metros ¡diáfanos! Tendría que abonar la friolera de 240.000 euros más los
gastos del correntaje. Si no les alcanza, sepan Udes. que se alquila por
plantas. Allí negociaban el secretario del secretario del secretario y el judío
polaco.
En plena guerra mundial (1941) el establecimiento se afincó en el 34 de
rue Colisée, desde donde escribo lo que escribo y estoy siendo tratado de forma
tan contradictoria.
El
7 de noviembre del año 1938 se presentó en la embajada alemana. Preguntó por el
secretario del secretario del secretario de la embajada. Entró. Le disparó y
fue detenido. Y el muerto convertido en héroe. Fácil todo.
Cuando
la noticia llegó a Alemania, lo hizo convertida en una muestra del odio
ancestral del judío contra la kultura
y sus representantes en la tierra. Nadie miró el historial clínico del tercer
secretario: varias blenorragias anales confirmaban su afición. Y las masas
espontáneamente azuzadas se lanzaron contra los judíos y sus cosas. Hacer un
recuento es inútil: Fue la noche de los cristales rotos. Los caminos de dios (?)
son impredecibles. Dios (?) escribe como le da la gana en renglones que
pretende rectos (o algo parecido).
Los
judíos que esperaban en la frontera, fueron encerrados en campos de
concentración a la espera del exterminio… que fue puntual.
II
Mientras
agonizaba el teutón… a 20 kilómetros al oeste de París, en una habitación oscura
de Saint-Germaine-en-Laye, se desarrolla una escena buñuelesca, pero de una tristeza infinita. En la cama matrimonial una joven acaba de morir. Su
hermosura está intacta, si no aumentada, por el último esfuerzo. La
tuberculosis, que le viene de antiguo, ha irrumpido con fuerza definitiva.
Tenía 35 años de vida y unos
segundos de muerte. Hacía 4 que
compartía vida con Bataille, si
puede llamarse vida a ese continua
flirteo con la muerte y a ese
encadenamiento de clínicas mentales, sanatorios y humillaciones. A la derecha
de la cama matrimonial, ahora lecho mortuorio, su madre y su hermana han
esperado en vano que la joven se despidiera del mundo con la señal de la cruz.
A la izquierda Bataille y algunos amigos, también desolados, pero dueños de la
última victoria moral. Irreconciliables. El silencio va y viene por encima de
la muerta. Bataille se apresura a cerrarle ¡los ojos!... donde aún se reflejan
los excesos de Madame Edwarda…
y el azul del cielo… (¡No! ¡Debes mirar!... ¡Mira!). Le cerró
los ojos. El placer doloroso de Edwarda
me produjo un agotador sentimiento de milagro.
“¿Qué me importa dónde estoy
si sé dónde voy?
¿Puedo saber dónde voy
sin conocer dónde estoy?”– se había dicho
la joven.
El
día 8 agoniza despacio el secretario del secretario del secretario y el cuerpo
de Laura va a ser depositado en el féretro. La composición es la misma que la
de la víspera; sólo cambia el color: los hombres con traje claro y corbatas
rosa y las mujeres de negro estricto. La madre intenta, por medio de un
intermediario, la presencia de un cura. Bataille, no sólo se niega, sino que
amenaza con matar al primer eclesiástico que cruce el umbral. La madre no cede:
como no están casados, nada me impide hacer lo que tengo pensado, razona.
Bataille muestra su concluyente Browning. Pasan las horas. Entran los operarios
de pompas fúnebres. Elevan el cuerpo de la joven y lo meten en el ataúd. El
silencio, espeso, sólo es roto por los antagónicos sollozos. Bataille se separa
del grupo, se acerca a la caja y, en un gesto propio de prerrafaelistas, deposita un texto de El Matrimonio del Cielo y del Infierno de Blake que ella había
pedido leer un poco antes de morir. Leiris arroja dos dados como emblema del
azar que nos constriñe. La emoción alcanza el clímax. El intermediario va y
viene. Y en uno de esos sus vaivenes:
“La
madre de Laura querría besaros”. Y así fue.
« Je t’ai tout livré de moi—même.
Pour moi qui suis au delà des mots, j’ai trop vu, trop su, trop connu, pour que
l’apparence prenne forme. Tu peux faire tout ce que tu veux, je n’aurai pas mal
».
“He odiado nuestra vida, a menudo
he querido salvarme, partir sola a la montaña (era salvar mi vida), ahora lo
sé”.
Es
algo que siempre hemos sospechado. A mí me falta la glándula sadista. No sé nada del éxtasis de la
carne torturada. Soy más bien simple, plano…poco interesante.
Y
Bataille recuerda: « Jamais personne ne
me parut comme elle intraitable et pure, ni plus décidément souveraine ! »
Inevitable
pensar en Souverine. Pero sigan leyendo, sigan.
Mientras
esto ocurre, en la corte del zar rojo
Beria sustituye a Yezhov… y se sigue para bingo. Los Procesos de Moscú
(1936-38)… muerte de Gorki. Breton
y Jacqueline han vuelto de su viaje a México y pasean por las terrazas de
Montparnasse a su resentida hija Aube
que durante la ausencia de sus padres ha sido depositada en casa de los Masson,
de naturaleza anfitriónica y que ha
vuelto a introducirse en el destartalado círculo surrealista. Artaud, sumido en
una vorágine vaticinadora, recorre clínicas mentales. Los nacionales anuncian
la toma del vértice Picosa, su llegada al Ebro y la ocupación de Mora. El parte
republicano, escueto, habla de resistencia heroica. En Barcelona, diez días
antes, ha tenido lugar el gran desfile de despedida de las Brigadas Internacionales.
III
–Vamos… ¡a hacer flashback!
1923…
« Voici ses dernières paroles :
Ecoutez, me dit-il le 9 décembre,
écoutez une chose terrible. Dans trois jours je vais être fusillé par les
soldats de Dieu ». Comme j’étouffais de larmes, que j’inventais des
renseignements contradictoires : « Vos renseignements, continua-t-il, sont
moins bons que les miens. L’ordre est donné. J’ai entendu l’ordre. »
Plus tard, il dit encore : Il y a
une couleur qui se promène et des gens cachés dans cette couleur.
Je lui demandai s’il fallait les
chasser. Il répondit : « Vous ne pouvez pas les chasser, puisque vous ne voyez
pas la couleur ».
Ensuite
, il sombra.
Il
remuait la bouche, il nous nommait, il posait ses regards avec surprise sur sa
mère, sur son père, sur ses mains.
Raymond Radiguet commence. »
(Cocteau)
Bataille
se debate entre la cruz y el burdel. Gana el burdel. Nietzsche le ayuda en
aquella encrucijada oscura. Ya es un hombre talludito: 27 años… ¡la edad
demoníaca! Ingresa en la periferia
del surrealismo, recién manifestado.
Conoce
(1927), y matrimonia, a Sylvia Maklès (si quieren contemplarla vean Une partie de campagne, de Renoir) judía
y ¡rumana!, la amiga de Prévert y oscuro objeto de deseo del gran Théodore
Fraenkel. Leiris oficiará de testigo. Rosa, hermana de Sylvia, se casará con
Masson. Y Sylvia Bataille, años más tarde, se convertirá en la segunda esposa
de Lacan, a quien se le acumula el trabajo.
Un
totum revolutum que simplificaba el trabajo y destrozaba los eslabones más
débiles.
1928
–¡Niño, descuelga el Ojo que nos
vamos!
Esta
escena tan rutinaria pone fin a la época heroica del Le Boeuf. El Crac, el
fascismo y la táctica criminal del Komintern (Tercer Periodo) acabarán con todo. Como era pieza delicada lo
transportaron cual epitafio griego. Allí, en Penthièvre, estuvo hasta 1936,
mirando y viéndolo todo. Bataille es un hombre de 31 años y, como Lord Auch (su primera novela la firmó
como W.C.), se ocupa en la terrible fantasía de joven ex católico (pues
sería inconcebible entre seres humanos desvencijados y perfectamente ateos) de
George, Simona, Marcela, Sir Edmond, don Aminado… ¡y el torero! Y no digo más…
Lean Uds., si quieren, lo que tengo dicho en una de las propuestas (inédita)
para el día 7 de mayo, día de primeras comuniones.
Después
vendrá la seminal Documents.
Bataille, dice, ha revelado el carácter idealista
del surrealismo y le opone el bajo
materialismo. Aragón
conoce a Elsa en la Coupule. Gala Eluard y Dalí se disponen a componer una de
las parejas más odiosas de la historia del arte. Breton, puesta en claro su
relación con Nadja, conoce a Suzanne. Simonne (¡!) no quiere dejar rue Fontaine.
El vate, ahora cadavre desorientado,
redacta el Segundo Manifiesto. Buñuel
rasga el ojo de una vaca. René Clair
pone el sonido y rubrica el fin con “Sous
les toits de Paris”
Siguió
Critique Social (31-34) y la efímera Contre-Attaque (35). Acéphale está en fase de proyecto. Breton y Bataille, los dos
polos de la revuelta, se admiran enemistosamente.
Ambos quieren poner sus fuerzas al servicio de la revolución. Ambos desde la
izquierda anti estalinista, si no trotskista. Revistas pasajeras y crepitantes
como hojas de otoño.
Colette
Peignot (Laura), fracasado su matrimonio, se ha instalado en Berlín (1929) como
mascota de un médico de cuyo nombre no quiero acordarme… amigo de Brecht y
demás. La mañana que el galeno sádico le ofreció un bocadillo untado con su
propia mierda, diciendo que era de nocilla,
la chica dijo basta. Se quitó el collar de perro, se vistió de mujer y se largó
a la URSS. Pilniak… Serge y, por su mediación, Souvarine, cuya hermana casó con
Maurín que, cuando agonizaba Laura, estaba en las cárceles franquistas. París.
Colette no cabe en el marco del matrimonio. Y fuera, se destruye. Bataille le
echó el primer vistazo en 1931, de la mano de Souvarine. Y aceleró el proceso. Desde
entonces fue LAURA, donde resuena el lirismo de Petrarca y el espíritu del divino marqués.
1934… 1938
Breton,
más ligero desde que ha conocido a Jacqueline (mayo del 34) y tras la noche del girasol, teoriza el amour fou. Lean y comparen L’amour fou y Madame Eduarde, si quieren entender las discrepancias entre
Bataille y Breton. Picasso no quiere quedarse atrás, arregla los papeles de
divorcio con Olga y se oficializa con Marie-Thérèse; hecho lo cual, vagabundea
por Les Deux Magot, pues intuye que le tocará en suerte alguna chica balthusiana.
Masson,
cuñado de Bataille, se exilia en
Tossa de mar (1934), entonces Babel de
les Arts (Rafael Benet). Y allí lo visitará Bataille. Por allá pulularon,
además, Chagall, Picabia, Meizinger, George Kars, Fred Uhlmann, Oskar Zügel,
P.L. Landsberg… Dora Maar. Lo del “tío
Alberto” (Serrat) y Ava Gardner es posterior.
Dora
Maar viaja a Barcelona y se aloja en el Hotel Oriente. Probablemente en verano
del 34. Mantenía relaciones con Georges Bataille al menos desde finales del año
anterior, relaciones que, en aquellos días, el filósofo trenzaba con las que
tenía con Sylvia, (su santa) y las incipientes con Colette Peignot (Laura). Sus
(de Dora) fotografías de Barcelona demuestran que no era una mindundi y que, con o sin Picasso, era
¡Dora Maar!, la mujer a la que hicieron llorar. De Barcelona se dirigió a
Tossa. Aquel verano Bataille viajó a Roma y fue, a su vuelta, cuando empezó su
relación con la exacerbada Laura, aburrida de los comedimientos de Souvarine.
De tal manera que Laura llegó a convertirse en el apoyo de los tres pilares de Critique Social. Bernier, Souvarine y
Bataille.
Rollo
endogámico y tal… que se cobró sus víctimas, femeninas en mayor número.
El
filósofo, pues, lanzaba, a tres frentes, arrebatadas declaraciones de amor
incondicional y de entrega total. Dora pasó de él y se unió a Louis Chavance
(montador de L’Atlante de Jean Vigo): "Quería escribirte para que vinieras.
Estoy seguro de que serías feliz aquí. Te escribo desde la habitación más
locamente hermosa que tú hayas habitado jamás, que yo haya habitado jamás...
(...). Quisiera que tuvieras confianza en lo que nos une, una confianza de
niño, como la mía"– suplicaba Bataille.
–(¿…?)–Contestó
ella.
–"Sabías que tu carta me iba a
hacer daño (...), creo que te equivocas si te alejas de mí (...), te pertenezco
enteramente".– Sentenció el multidisciplinar.
Sin
embargo, Dora siguió siendo el enlace entre
Bataille y Breton.
En
Moscú se celebra el Primer Congreso de escritores antifascistas. Cuando se
celebre el segundo ya no quedará nadie para contarlo. El Congreso de París (junio
1935) toma el relevo. Breton le pega una bofetada a Erehnburg. Crevel,
fracasado su intento de mediación en Les Croserie des Lilas, abre la espita del
gas. Bataille y su cuñado recorren los lupanares de Barcelona (mayo). Sólo les
faltó la incomparable Criolla de la calle del Cid, que, al
decir de Sebastià Gasch, estaba de obras, en vías de convertirse en una
estandarizada vulgaridad.
Genet les podría haber hecho un resumen. Una bomba
italiana acabó de forma gloriosa con lo que, desde el asesinato de Pepe el de la Criolla, estaba llamado a la
decadencia más humillante. Ocurrió un mes antes del entierro de la
definitivamente pacificada Laura.
Bueno,
a lo que iba, hartos del fornicio, Masson y Bataille se dirigen a la montaña
mágica-mística de Montserrat. Iglesia y lupanar. Lujuria y misticismo. Placer y
sacrificio. Aquella noche de Montserrat inspiraría Aube de Monteserrat delicado cuadrito de
Masson y algunas reflexiones del filósofo multidisciplinar. El proyecto de A-cephale va tomando cuerpo.
Se
ve que a Bataille le hizo gracia la experiencia y la repitió (1937) con Laura,
eligiendo como telón de fondo el aún más espectacular Etna: La noche del Etna… Otra noche que añadir
a la ya larga lista de noches con pedrigrí.
En
Tossa acabaría, aquel florido mayo del 35, El
azul del cielo.
–¡Niño! ¡Descuelga el cuadro que
nos vamos! (1936)
La
comitiva salió de Penthièvre en dirección a Pedro I de Serbia. Pasó por rue
Colisée y el encargado se apuntó el número de un bajo que vendría al pelo para
el nuevo (y previsible) traslado. Clavaron unos tacos en la pared del nuevo
local y colgaron el Ojo Catodilato, en
torno al cual se organizaría el espacio.
En
primavera ocurre, por medio de Eluard, la escenita de Dora y Picasso en Les
deux Magots. La cosa se consumaría en Mougins, arriba de Cannes. Gorki muere y a Zinóviev y Kámenev le dan tanda.
En España, la rebelión fascista tomaba forma de guerra civil-revolucionaria. El
frente popular francés de derrumba. Maria Teresa y Rafael son recibidos como
héroes en la corte del zar rojo. Bataille tiene en la cabeza la creación de una
nueva revista. Será la definitiva, piensa: A-cephale
(Sin-cabeza-falo…). Para eso ha acudido a Tossa. Quiere que Masson la ilustre.
Miren Uds., Bataille estaba fascinado por el sacrificio, la crueldad, el
éxtasis… y sus propiedades terapéuticas. Había que pasar a la acción. Ya estaba
bien de palabras. A ver ¿dónde tenemos a alguien que quiera ser sacrificado en
el altar del arte y la lujuria? Nada, hombre, será un momentito: un tajo limpio
y pasará, el tal, a la historia… ¡y vosotros a la cárcel!, añado yo.
Sería la
revista definitiva. Un olor a cagalera se extendió por toda la costa brava y la
pestilencia llegó a París. Tuvo que ser la desquiciada Laura la que se
ofreciera al martirio. Haced de mí lo que
queráis…total… ya estoy muerta, se dijo. Nadie, ¡pero nadie!, se atrevió a
cortarle el cuello. Bataille le había ofrecido el honor a Roger Caillois, que,
como era de esperar, calló.
Para Bataille la cosa tenía su simbología: la muerte de las jerarquías asociados a la cabeza como redutio ad unum, como transcendencia y persistencia frente a la ruina o al tiempo (como diría Casals).
Para Bataille la cosa tenía su simbología: la muerte de las jerarquías asociados a la cabeza como redutio ad unum, como transcendencia y persistencia frente a la ruina o al tiempo (como diría Casals).
Y, en efecto, aquel 8 de noviembre del año 1938, el cuerpo de Colette-Laura es depositado en el féretro. En Alemania se brinda con cristalería de Bohemia.