1
¡¡
1567 !! El Papa Pío V pidió, excomunión mediante, el fin del toreo, práctica
que calificó como “diversión sangrienta, miserable y más apropiada para los
demonios que para el hombre”. Ningún
torero podría ser enterrado en tierra sagrada. La bula fue decayendo, que se
dice, hasta que decayó del todo.
2
Si
Uds. leyeran una esquela reflejando la muerte de Cástor Jaureguibietia Ybarra,
les parecería normal. Quiero decir que ese nombre es un nombre estupendo para
un muerto. Tiene empaque, reciedumbre, un aire antiguo… marmóreo, vamos, como
construido para esquela mortuoria. Si ahora piensan que ese mismo nombre fue
portado por un niño inocente, la imagen que se creará en sus mentes resultará
chirriante e, incluso, injusta. El silencio de dios (¿?) se pone de manifiesto
en estos desafueros y permisividad.
3
Año
1876. Mientras Tolstoi se ocupaba en los enredos de Anna Karénina y Unamuno,
hijo y sobrino de pasteleros, empezaba el bachillerato, nacía en la calle del
Cristo, ¡con aquella terrible cruz!, el niño Castorcito. Era Unamuno quien
vivía en la calle de la Cruz, junto al cementerio de la rive droite. A un tiro de piedra, como quien dice. Bilbao,
naturalmente. Zona de huerta, de caseríos. Las barcas cruzaban el río… hasta
que en 1892, justo cuando nacía Tsvietáieva, se inauguró el puente giratorio o perrochico. Ría abajo ya no había más
puentes.
Castorcito
ayudaba a su padre en el negocio del txacolí
y veía pasar las reses hacia el matadero cercano. Y fue esta combinación
desafortunada y excepcional de txacolí,
matadero, cementerio, tragicismo que se expandía desde la calle de la
Cruz… y pesadumbre por el nombre, la que sembró en su tierna y maleable personalidad
la afición por los toros… pues si no fue eso
¿qué pudo haber empujado a un angelito de dios (¿?), y vasco por más señas, por
esa senda demoledora?
Y
no sólo a él: fueron legión. Cada cual tendría sus motivos. Fue la edad de oro del toreo vizcaíno que
coincidió exactamente con la edad de
plata de la literatura rusa (y los coletazos de la edad de oro). Así que cuando
tomó la alternativa, enterraban a Chéjov. Cuando
se retiró, en verano del 19, en presencia de Belmonte y Joselito que venían de dar la alternativa a Sánchez
Mejías en Barcelona, Mandelstham, huyendo del hambre, se refugiaba en Kiev y
conocía a Nadezhda. El diestro recogió tantos cigarros que pensó en poner un
estanco. No lo hizo y tuvo tabaco gratis para los nueve años que la
tuberculosis le consintió. Cuando
murió (dando sentido definitivo a su nombre) tal día como hoy del año 1928, Bulgakov redactaba El Maestro y Margarita. Así eran las
cosas, repito.
De
entre la turba vizcaína que probó suerte: Fortuna,
nacido en Sestao el mismo año en que el explosivo Esenin lo hacía en
Konstantinovo, en las lejanas cercanías de Moscú; Chiquito de Begoña que vio la luz cuando Blok; Torquito,
de Barakaldo, exacto contemporáneo de Ajmátova; o la interminable saga de Los Agüero… sin ir más lejos. Y eso sin
mencionar a Pikillo, cuya hazaña,
casi mitológica, es cantada en el acto segundo de La Traviata, en la
fiesta, por llamarla de alguna manera, de Flora… y todo mientras Tolstoi guerreaba
en el Cáucaso y en Crimea… Así eran las cosas.
Mención
especial merece el fugaz, el Guadiana del toreo, Chico de Basurto, de Basurto, naturalmente, que tras pasear los rehiletes por el Arenal y alguna que otra vez,
apareciendo y desapareciendo, por el coso de Vista-Alegre, tomó el estoque y se
presentó en una novillada nocturna (y alevosa) en Madrid. Corría julio de 1920
y la sangre de Joselito estaba fresca como quien dice. En el segundo de su lote
estuvo fatal y el presidente le dio los tres avisos correspondientes. Cuando
vio aparecer los cabestros, se ¡arrancó! la coleta… y volvió a sumergirse.
Emergió casi sin previo aviso y en el sitio más inesperado, en Medina de Rioseco. Su segundo de la tarde le
corneó la cabeza y lo volvió loco. Murió al mes siguiente. Peor fue lo de
Granero, Pocapena, de la ganadería de
Veragua le cogió por el muslo y lo dejó sentadito apoyando la espalda en las
tablas… Y cuando lo tuvo preparado le asestó una cornada en todo el ojo derecho.
Murió en el acto. Así que la lúbrica Simona tuvo que contentarse con las
criadillas crudas del primer toro… ¡que no son moco de pavo! Había ocurrido un
mes antes de la triste muerte de Chico de
Basurto.
Zamiatin
dio a la luz Nosotros.
4
No
se lo creerán pero estoy pelándome de frío en la peña La Unión sentado a una mesita que he hecho sacar a la calle.
Bilbao, naturalmente. Justo en donde estuvo la casa natal de Castorcito. La calle acaba aquí, así que
no podrán pasar de largo. La camarera, amable, me ha traído El Correo y, nada, aquí estoy tan
ricamente. Leo. Lo de siempre: una mujer asesinada en Laredo. Semper, dice,
rechaza el pacto del PP con Vox, dice. Euskadi se acerca al máximo de
cotizantes a la Seguridad Social: Los de la “manada” siguen en libertad
provisional. Un ciclista atropella a un peatón y se da a la fuga (el ciclista)…
En fin… sólo falta que publiciten que un idiota lee el periódico en la terraza
gélida del bar de la Peña Unión,
mentidero taurino sin obsesiones, dicen.
Cuando
estoy con el sudoku mediano, sale un cliente, me ve y:
–¡Anda la hostia! No acostumbro a
meterme en camisas de ¿once? ¿doce? ¿trece? varas, pero, ¡oiga!, ¿no le parece
que estaría mejor ahí dentro? ¡Se va a congelar!
–Pues ahora que lo dice… estoy tan
acostumbrado a viajar con el perro… que he tomado lo de las terrazas como
rutina. Vamos adentro, buen hombre, y sigamos con esta prometedora
conversación.
–Pa lo que hay que hacer…–responde
gallegamente.
Entramos
y nos acomodamos en un rinconcito a resguardo de la corriente pues, ya se sabe:
ventilación siempre, corriente nunca. Deposita la txapela en una silla y ahí queda, como un desinflado neumático de
camión internacional de mudanzas.
–¿Le hace un Machaquito?
–Déjelo Ud. para mañana que le hará
más falta.
–Lo que puedas hacer hoy no lo
dejes para mañana.
–Sea, pues.
(…)
–Deje la botella, amable mesonera,
nos ahorraremos trabajo todos.
Así,
entre copa y copa, y tras revelarnos mutuamente el nombre y procedencia (él,
Xoan, hijo de gallegos, pero ya vizcaino) pasamos a temas de enjundia.
–Resulta que Castorcito, como si me leyera el pensamiento, oprimido y hastiado de su fatigoso nombre y al tiempo que su afición
mortífera se acrecentaba, aprovechó que, en efecto, era cochero con parada en
el centro de Bilbao, para cambiarse ese nombre lapidario por el cantarían
Cocherito y como era de Bilbao… ¡pues de Bilbao! Cuando también se le atragantó
lo de chauffeur, cogió un trapo rojo, aunque todos saben que el rojo le es indiferente
a los toros, y se puso a torear de salón por los aledaños desamparados del
Nervión. A veces él hacía de toro. No me extiendo porque mañana ya Ud. dirá lo
que tenga que decir sobre la cosa. No olvido que mañana tiene Ud. trabajo con
Belmomte y demás.
Pese
a todo sigue.
–Cocherito fue torero serio, “del norte”, ascético, a la altura, por así decir, de
su verdadero y funerario nombre. Toreó con los mejores y los mejores lo respetaron…
porque lo que es los toros… lo empitonaron 16 veces. Una de ellas le incubó la
tuberculosis y lo finiquitó.
Uno
de los grandes placeres que la vida te puede deparar es este: tomar una copita
un día de invierno, en un interior caldeado y oír historias que parecen venidas
de otro mundo. Otros, en situaciones similares, fundaron metafísicas.
– Presenció la famosa estocada de
Machaquito, a tremendo volapié, que Benlliure ¿inmortalizó? en “La estocada de
la tarde”. El tercero en discordia fue Bombita. Empezaba
el mes de las flores del año 1907. En París, Mandelstham conoce al terribe
Gumilov, que acaba de publicar la revista artística Sirio donde aparecen las primeras poesías de Ajmátova. Así eran las
cosas.
–Benlliure… ¿el especialista en la
efigie de Franco?
–En efecto. Era un maestro en el
arte de reproducir cabestros. Y valenciano, por más señas.
–¿Le hacen unos soldaditos de
Pavía?– La mesonera desde la barra.
–¡Ea!…
–¡Ea!...
Trae
un platito rebosante de lo que resultan ser tiras de bacalao desalado con
gabardina crujiente amarillo azafrán, festoneadas con bandas de pimiento
morrón… ensartadas en palillos. ¡Pa
banderillas las que ponía el Cocherito!
… A semejanza de los húsares de Pavía. ¡La
vena metafórica de la plebe!…
5
Tal día como hoy
del año 1895, año de Fortuna y de Esenin, el general Pavía fue encontrado muerto por su criado: Como no bajaba, subí yo– confesó. El día
anterior había celebrado (con el ahora presidente y pronto tiroteado, Cánovas) el
20 aniversario de su proeza, que no los cuatro añitos de Mandelstham.
Angiolillo huía de Italia y empezaba a husmear el rastro del malagueño,
responsable de las torturas de Montjuich. En Cuba se prepara el alzamiento de
Oriente y Matanzas. José Martí, nacido cuando La Traviata, tiene un pie en el estribo. En la piel de toro aún
resuenan los olés por Frascuelo y
Lagartijo. Guerrita y Fuentes están en su apogeo. Joselito, a punto de nacer,
Belmonte tiene tres años y el Imperio Español, las horas contadas. A la generación, llamada del 98, le duele
España… incapaz de regeneración alguna.
Yo
me limito a rellenar los vasos. Soy todo oídos. Las orejas, ni mentarlas.
6
–El
entierro fue todo un acontecimiento. Enterraban a un torero famoso reconvertido
valerosamente en yerno del alcalde de San Fernando de Henares, antes del
Jarama. Había comprado una finca, con una clara visión de futuro, a la orilla
del río, donde había estado el Sitio Real y
ahora está la ITV de Coslada y el correspondiente clúster de talleres de
reparación de automóviles. Se murió sin ver el prodigio.
–ZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz……zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
Una
camioneta trajo el cadáver desde el hospital hasta la finca del finado. Lo
velaron toda la noche, como es natural. A la mañana siguiente, a hombros, como
se hacía entonces, llevaron la caja al pueblo. Entre los porteadores: Fortuna,
Chiquito, Zoquita, Cayetanito, Joselito Marín… (Bombita formaba parte de la
presidencia del séquito)… que, digo yo, no sé de dónde sacarían la fuerza.
Bueno, también el muerto era Cocherito. Hubo casi tantos responsos como
asistentes. Y de coronas ya ni hablemos. Llegaron de todas partes y, por
supuesto, de sus amigos de profesión entre ellos Bombita, Belmonte, Chicuelo,
Celita, Mendi, Fortuna… Lo enterraron el cementerio “viejo”… que entonces era
nuevo.
ZZZZZzzzzz…..ZZZZZzzzzz…..ZZZZZzzzzz…..
–El primer club taurino, oiga. ¡El
primero! Empezó en el Arenal, y ha acabado en la calle Nueva, tras una etapa de
transición en la calle Jardines: Club Cocherito fundado el veinte (¡¡20!!) de
noviembre de 1910. En París, Ajmátova conoce a Modigliani.
(…) (…)
(…) ZZZZZZZ….. ZZZZZ…. ZZZ… ZZ… Z
En
sueños oigo un pasodoble sin mucha donosura, la verdad. Jaureguibietia se
removerá en su tumba pensando en la gracia que derrochan los dedicados a
Gallito o a Agüero, sin ir más lejos.
Cuando
desperté, el dinosaurio todavía
estaba allí.