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8 de abril del año 2018.
Bueno, parece que todos los 8 de abril caen en domingo.
Bueno, parece que todos los 8 de abril caen en domingo.
2
Cuando
crezcan los chiringuitos, arreciarán las lluvias, dijo el profeta…
Llueve y yo
voy a celebrar el cumplimiento de la profecía a La Xancla. Allí, con un carajillo invernal, medito sobre las
lecturas que la iglesia católica, apostólica y romana propone para el día de hoy: Domingo de Pascua.
Hechos de los apóstoles 4, 32-35.
“En el grupo de los creyentes todos pensaban y
sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de
lo que tenía (…)
Y Dios los miraba a todos con mucho
agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las
vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se
distribuía según lo que necesitaba cada uno”.
¿Qué
te parece, Frank? No hubieras tenido que vender la bazofia nazi, ni te hubieras
embarcado en esa aventura que te costó el brazo derecho… Todo de todos. No sólo
las mujeres… ¡Díselo a tu socio!
Salmo
117
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
La piedra que desecharon los
arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho.
Ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el
Señor: Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La
diestra del señor me ha dejado sin mi poderosa diestra, “mi brazo amigo”. Manquito para toda la vida. Me cago en la diestra
del señor. Con la piedra que desecharon me aplastaron el brazo. En verdad que
este es el día en que actuó el señor… por medio de un hijo de puta. ¡¿Cómo me
voy a alegrar?! ¡¡Cilly, Cilly! No me queda nada. No lo he conseguido.
El
cielo sobre Berlín, el domingo de
pascua, 8 de abril de 1928, estaba cubierto por una densa y homogénea capa
de nubes color rata. Y del suelo
ascendían nubes de polvo proveniente de la inacabable ampliación del metro.
Quedaban
restos de nieve, color ceniza, pero el ambiente era cálido. En un interior de
la calle Prenzlauer, Cilly ha puesto la estufa y Franz Cabeza de castor, apoyados los codos, los dos, en la ventana, mira
absorto la muchedumbre. Oye campanas y no sabe dónde. Sólo las oye él. ¿Es
fiesta? No, Frank, no… es la muerte que recuerda su presencia. No hace ni tres meses que salió de Tegel con
la intención de seguir la senda del Bien. Pero es difícil. Va en su busca…Y no
volverá.
Esa
noche, Frank perderá un brazo y las cosas se le pondrán verdaderamente
difíciles. Si con un brazo la cosa
estaba mal, con uno resultará imposible y risible, Frank. Empiezas la caída
definitiva, ¿eh, Frank?... de la cárcel al manicomio. De oca a oca. Ya no podrás
apoyar más los codos en el marco de la ventana, ¿eh, Fank?... Ni abrazar a
Cilly.
¡Hasta
aquí puedo decir!
El día 15 de abril,
o sea al domingo siguiente, Bruno Walter
dirigiría su último concierto de la temporada, en la Ópera Municipal. Sinfonía
en mi bemol mayor de Mozart, los beneficios se destinarían al fondo del
monumento a Gustav Mahler.
El
31 de agosto se estrenó La ópera de tres
cuartos (o como quiera que se traduzca). Frank y los suyos parecen personajes que han saltado desde el escenario. Si
Brecht y Weil presentaron la obra con una clara intención irónica, crítica,
Döblin lo hace sin dobleces. Así son las cosas.
“Sonja y Eva saben que es sólo una
cancioncilla del mercado semanal, que canturrean ante un cartel con imágenes;
pero las dos se ponen a llorar cuando termina, y no pueden encender otra vez
sus cigarrillos.”
Puro
fisicalismo.
Alguien,
de 32 años, casado y con dos hijos, y en
posesión del carnet de conducir de 2ª y de 3ª, se ofrece como conductor… o
lo que sea. La productividad aumenta al ritmo que se aceleran las cadenas de
montaje. El trabajo a destajo se extiende, las ganancias se recuperan y la vida
se aniquila. La Gran Crisis (mejorando la presente) está a las puertas.
La
gran novela del Berlín de Weimar: Desorientación. Confusión. Desánimo.
Impotencia. Döblin, que por entonces se ha apartado del KDP, no le debe nada a
nadie, salvo a los grandes profetas bíblicos. La novela rompe con el
expresionismo simbolista e inaugura un nuevo realismo en el que la actualidad,
el misticismo, la ansiedad y la locura campan a su aire.
Si
no tienen nada mejor que hacer, léanla. Habrán leído una de las mejores novelas
europeas del siglo pasado.
3
Barcelona
también estaba patas arriba aquel año de 1928: El metro y la locura edilicia
ligada a la Exposición Universal.
La ciudad y alrededores era invadida por mano
de obra venida de dios sabe dónde. Se asentaban en las laderas de Monjuic y de
allí eran expulsados hacia las casas baratas. Ocuparon las playas y los
descampados en una odisea desesperada digna de Homero. Los que ya estaban
también fueron expulsados por un conocido proceso de gentrificación o algo parecido. Y Barcelona crecía con el alimento
de Saturno. Los obreros cualificados conseguían 8’67 pesetas al día. Los no
cualificados, 6 pesetas. Los trabajadores agrícolas, se conformaban con 5’34.
El trabajo abundaba, pero, con frecuencia, muy por debajo de esas condiciones
y, naturalmente, lo de las 40 horas seguía siendo el horizonte utópico. Cuando ese año de 1928 se
introdujo la coca-cola costaba, en tienda, 35 céntimos. Es decir que una
familia de cinco miembros y, naturalmente, enloquecida, que se decidiera a
tomar un refresco en la Avenida Marqués del Duero, hubiera tenido que
desembuchar alrededor del 30% de la soldada,
pues, en efecto, de eso se trataba, de una guerra por las plusvalías… ¡sin
contar el suplemento de terraza ni la propina!
Y
si, para seguir la fiesta y acabar de tirar la casa por la ventana, se les
hubiera ocurrido hacerse una foto conmemorativa en el recién instalado
fotomatón del carrer Pelai, 56, hubieran tenido que esperar 16 minutos viendo
las novedades de primavera en los escaparates de los muchos y grandes almacenes
de la calle y, como es natural, pagar 1’50 pesetas para verse haciendo el
imbécil como si de un día normal se tratara. O sea un total de 4 pesetas: el
60% del jornal.
Así,
a cualquiera le entraban ganas de arrojar una bomba donde fuera o de tirarse al
Besós y romperse la crisma.
El
verano fue infernal. Ocupó el primer puesto en el ranquin de temas de
conversación. A pesar de todo, o por eso, se corrió la primera maratón de la
ciudad, inaugurando, a lo grande, un hábito más pernicioso que el tabaco.
Entrado
el otoño se inauguró el teleférico de Montjuic. El más rápido del mundo y el
nuncio eclesiástico arroja ramos de flores, como bombas, a la multitud que
sigue la inauguración de la fachada neogótica de la casa dels canonges. En el barri (neo)gòtic. Al año siguiente se
instalaría, en Balmes con Provenza, el primer semáforo.
A
propósito del barri (neo)gòtic.
Cuando yo ejercía, los pocos meses que la locura me lo permitió, de maestro en
el Castell de Castelldefels, encontré en la mesa de despacho, pura caoba, que
me servía de instrumento de suplicio, los planos de la fachada de la catedral de
Barcelona. No era de extrañar. Manuel Girona fue el mecenas y el propietario
del castell. Pensé en quedármelos,
pero como tantas otras veces me ha ocurrido, los dejé. Sería millonario, si
hubiera seguido mis bajos y más queridos instintos: obra de Barceló, obra de Equipo
Crónica, obra de Alfonso Albacete, obra de Lluís Lleó, obra de José Luís Cacho,
obra de Pardo, obra de Amat (el de Vinçon), obra de Mariscal… ¡Millonario!
4
Domingo de ramos 8 de abril del año
1962.
Sevilla. Juan Belmonte, el Pasmo de
Triana, despertó a su chófer. Asunción y Dolores, criadas, ya hacía tiempo
que trajinaban. Estaría bien una vueltecilla por la finca (que ya no era La Capitana) pensó. La última.
–Esperarsus que vuervo enseguía.
Entregó
450.000 pesetas a su novia, que quedó pasmada. Oyó misa. Lo del notario ya lo
tenía arreglado… Y vorvió. Subieron
al Ford y tiraron para Utrera.
Esa
tarde, recorrió a caballo su finca (que ya no era La Capitana) acosó y derribó varios novillos. Tenía el cuerpo
melancólico y el alma hastiada hasta el dobladillo del “ello”. Con más miedo a
la vejez que a los pitones, quiso acabar a lo grande, pero se lo impidieron.
Esa tarde, repito, zahones y chaquetilla, recorrió a lomos de su jaca Maravillas, su finca (que ya no era La
Capìtana); acosó y derribó varios novillos… sin dejar de pensar en las
heroicas muertes de Joselito y Sánchez (E)lejías,
perdón Mejías…, en la miserable del Divino
calvo y en su algo más que predecible decadencia.
Frustrado,
y de anochecida… a la hora belmontiana, entró en la finca, llamada Gómez Cardeña. Mientras se dirigía a su
despacho le pidió a Dolores que le sirviera un güisqui. Dolores, a
regañadientes, pues estaba harta de que la llamara Dolores y no Lola (o Lolita*) le sirvió la bebida.
–Gracias, Dolores. Que no me
moleste naide.
Se
prende, aunque no está para celebraciones, un Montecristo (por los estoques).
Mira el Zuloaga y no puede dejar de ver la espingarda que cuelga a su vera.
Puso
en marcha el grupo electrógeno y, arrullado por el ronroneo, sacó lentamente su
femenil Browning 6’35 y se pegó un tiro a lo Hemingway, por encima de la oreja derecha.
Lo
encontró Asunción, doblado en un sillón frailuno, pieza imprescindible del
tresillo que ocupaba el rincón más iluminado de la sala. La Iglesia no pasó por
alto su condición suicida, y para que descansara en tierra santa el nuncio
eclesiástico obró el milagro de convertir el destrozo craneal en un vulgar
infarto de miocardio. Los de la casa le habían quitado la ridícula bata de seda
y lo habían vestido con el uniforme de la cofradía del Cachorro.
El
Cachorro se paseará de negro. Belmonte, como es natural, no ejercerá de
maniguetero en el paso de la Virgen del Patrocinio, como así tenía previsto.
De
más decir que toda (casi) la prensa española habló de la mala salud de Belmonte
y de que esto se veía venir…
5
Allá va el robinsón de las Españas,
raptor de ninfas, vengador de
Europas,
sin más armas ni ropa
que un leve hatillo, incólume del
río.
(…)
Yo canto al varón pleno,
al triunfador del mundo y de sí mismo
que al borde —un día y otro— del
abismo
supo asomarse impávido y sereno.
Así,
hacinadamente retórico, como un salmista, se expresaba en ¡1941! Gerardo Duero,
digo Diego, egregio poeta. El homenajeado: Belmonte, el Pasmo de Triana. Nada que ver con la calaña del Algabeño y del
infame Cañero. Belmonte no recorrió los campos andaluces alanceando rojos, ni
pintó en su muleta un ¡Viva España!
como Manolo Bienvenida, nieto, hijo (del Papa Negro, torero fundador de
dinastía) y hermano de toreros. Belmonte no estoqueó republicanos… ni brindó
por la división azul… pero, vamos, eso, en sí, no es un mérito… Sobre todo si
sabemos que se cortó la (metafóricamente, vamos) coleta en el 36. La magnífica
obra de Nogales estaba siendo publicada entregas.
La
guerra civil-revolucionaria se infiltró hasta en las mismas cuadrillas: los
espadas eran del bando sublevado y los segundos simpatizaban con la causa
republicana… Alguna razón tenía Ortega cuando aconsejaba el estudio de las
corridas de toros y su evolución para una más correcta comprensión de las
cosas.
Utrera.
1962. En una semana hubiera cumplido los 70 y en Mieres empezaba la Huelgona.
El egregio poeta apostilló: “Apiádate,
Señor, de Juan Belmonte”.
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Los
USA se deciden a poner los dos pies en Vietnam y Argelia, tras los muertos de
marzo y los acuerdos de Evian,
conquista la independencia.
En
agosto moría Marilyn y nacían los Rollins Stones, The Animals y ¡¡Los
Salvajes!!
·
a Joselito (Se
está cocinando)
·
a Cocherito de Bilbao
·
a Granero.
https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/05/propuesta-para-hoy-dia-7-de-mayo.html
https://kinomoriarti.blogspot.com/2013/05/propuesta-para-hoy-dia-7-de-mayo.html
·
a Sánchez Lejías, perdón, ¡Mejías! (Se
está cocinando).
·
y a Belmonte en la portada del Time.