Muchos años antes de que aquella heladora mañana del 27 de noviembre de 1095, el papa Urbano II, cubierta su ropa talar con manto de comadreja, ribeteada de armiño, anunciara a todo el mundo cristiano la necesidad de una guerra santa contra el infiel que ocupaba los lugares sagrados, los caminos que llevaban a Jerusalén eran frecuentados por penitentes, peregrinos, comerciantes, buscadores de reliquias y lo que podríamos llamar turistas. Eran como gotas en medio de un océano. Lo que proponía Urbano era trasladar Europa entera a Oriente.
El viaje a “Tierra Santa” se
reveló como una fórmula eficaz para quitarse de encima a cientos de maleantes
incontinentes e incontenibles. La gravedad de los pecados era tal que sólo un
viaje al fin del mundo podía anularlos. A veces, se les hacía volver porque su
aparente contrición no era más que puro
agotamiento. Y así, las maldades las hacían fuera de casa: es el caso de Frotmond.
Viajó tres veces, atado de manos: dos, una por cada miembro de la familia
descuartizado y la tercera por prurito.
Otros viajeros: San Porfirio; San Eusebio con San Jerónimo; Santa Paula y San Antonino; San Arculfo; Santa Elena; San Macario; el conde de Anjou; San Bonino; Ricardo de Viton; San Popom; Ulderico de Cluny; Lietberto; Foulques de Nera que no pudo, ni con tres escapadas, acabar con su destructivo mal genio…¡Se remitió a la genética!...
De paso traerían una bota de vino de Gaza, turquesas, topacios,
lapislázuli de Kazajistán y “muselina”
de Mosul.
Lo peor sucedía a la vuelta: los peregrinos tenían el derecho a ser
escuchados y los demás la obligación de escuchar. OBLIGACIÓN bajo pena de
multa. Imaginen vds. individuos obligados, por carecer del don de lenguas, al
silencio y la actitud huraña cruzando Europa de punta a punta y deseosos de
compartir las vivencias con sus vecinos.
Todos se escondían en cuanto los veían asomar el morro por un callejón.
Perseguían a la gente para hacerse oír y la gente corría en desbandada como hostigados
por perros rabiosos. Más de uno fue
declarado mártir.
--Por cierto vecino, quiero contarle
mis andanzas por Antioquía…
--Piedad, buen hombre, tengo a mi
hijo enfermo. Se muere…y…
--Una mañana, estaba yo pimplando
vino de Gaza en una posada…
--¡Por el dios que compartimos! ¡déjeme ir!...¡mi hijo se muere!...
--y en esto que llega un sarraceno y
se sienta a mi lado…
El pobre infeliz atrapado en la pegajosa saliva del penitente como mosca
en la tela de araña de una “viuda negra”,
se abandona en brazos de la resignación, del pesimismo y, finalmente, de la
indiferencia. Cuando el recitador termine, el hijo enfermo, si es cierto, habrá
rendido su alma a Dios y su mujer habrá
sido declarada viuda. Si ha sido una excusa (inútil), cuando vuelva a casa, se
encontrará con tres en edad escolar. El viajero habrá rejuvenecido y el
desgraciado será un anciano…¡como en la paradoja de los gemelos!
En cuanto al furor por las reliquias, baste recordar el cerco a que Oton
III sometió la ciudad de Benevento, que osó entregarle las reliquias de san
Paulino, en lugar de los apreciadísimos huesos de san Bartolomé, patrono de mi
pueblo.
¡Qué no hubieran dado por el dedo de W. Burroughs o por la oreja de Van
Gogh... opor la mismísima estrella de Gregory Peck, robada tal día como hoy del año 2005!
La mañana había amanecido heladora y azul-KLEIN. El papa había anunciado
que tal día lanzaría un mensaje de interés internacional que uniría a toda la cristiandad. Los grandes de la
tierra ya sabían de qué se trataba. Los pequeños acudieron por la magnificencia
y por ver de llevarse algo a la boca.
La cruzada fue una idea insensata y genial: Unir a Europa contra un
enemigo común que, por otra parte, amenazaba la supervivencia de Bizancio.
Liberar Tierra Santa y hacer callar a ese deforme y pestilente “Pedro el ermitaño”, que no paraba de
inundar de balbuceos proféticos las orejas de Urbano II y de todo aquel que
quisiera recibirlos. El tal mentecato montaba un burro calvo de los cuartos
traseros, de tantas “reliquias” que
le arrancaban al pobre animal…¡incluso su orina era recogida y utilizada en
casos de extrema gravedad!
El burro atravesó Europa y volvió…con esa carga inmunda.
Se propuso el día de la Asunción de la Virgen. El día 15 de Agosto los
grandes de Europa y sus ejércitos saldrían rumbo a Jerusalén: unos por el
Danubio y otros por Bríndisi. Pedro, sin embargo, no pudo esperar más: reunió
una multitud de indigentes con sus familias, sus animales y sus enseres y se
dirigieron al matadero por el camino más largo: siguiendo el Mosela y el
Danubio. Todos en busca de la salvación eterna y de algún botín que les hiciera
más fácil la espera. Se había concedido la remisión de todos los pecados. Los
cometidos a la vuelta no estaban incluidos. Así que se dieron prisa en
cometerlos antes de volver a la rutina. Mataron, violaron, golpearon, robaron,
insultaron…y fueron muertos, violados, golpeados, robados, insultados en una
perfecta demostración de justicia popular.
¡Ven, Espírtu Creador!...¡Paráclito!...¡Dios
lo quiere!... (lean
vds. la entrada del 16 de marzo). Así, bajo la invocación del “Creador”, la Europa cristiana, azuzada
por los santos, se dirigió a la
destrucción de Oriente.
Para salto al vacío…¡el de Ives Klein!...¡Pa verse matao!
Pero vayamos por orden.
El azul queda bien en la flora: romero, violetas, espliego, la perfecta
flor de la borraja… En bebidas es un color dudoso. En comidas, inadmisible.
En pintura, sin embargo, ha sido el rey de los pigmentos. Sobre todo
desde el descubrimiento de la lazurina,
polvo del lapislázuli, base del “ultramar”,
más caro que el mismo amarillo puro (oro). El “ultramar” enriquecía, por su valor de cambio y por el valor
simbólico que generó, las obras de los maestros de la baja edad media, del
renacimiento y del barroco…hasta el descubrimiento del primer azul sintético
(XVIII). Con frecuencia era sustituido por la azurita y el azul de índigo,
más baratos pero más apagados. Su valor
material generó todo un discurso simbólico ligado a lo “espiritual”. Así, cargado, el azul, llega a Novalis…a Picasso…a
Kandinsky…a IVES KLEIN…a los “pitufos”
y , de ahí, a las paredes de mi casa de las Ramblas.
“Ives, el monócromo” no fue el
primero en colorear lienzos con un solo color: Malevich, Rodchenko y algunos
del abstraccionismo geométrico americano dependiente de Albers ya lo habían
hecho. Bien que con intenciones diferentes. Yves, incapaz de dibujar un
redondel, buscó y encontró la manera de hacerse un nombre en el campo de las
artes plásticas “sin ensuciarse las manos”.
Antes del azul probó con otros. Pero puesto a elegir un color al que dedicar la
“vida”, no podía ser otro que el
azul. La monocromía la acompañaba con “sinfonías”
MONÓtonas; la primera, data del 47… ¡con 19 años!: Una sola nota sonando
durante un tiempo determinado, seguido de un silencio de la misma duración… ¡monotonía!...¡Bárbaro!
Así no me extraña que decidiera saltar al vacío. Yo, de sangre azul, me hubiera cortado las venas.
Fue mediada la década de los 50 (en su segunda estancia en Madrid
mientras enseñaba judo) cuando se decidió por el azul. Ya antes había
descubierto con la ayuda de Éduard Adam, un químico parisino y vendedor de
materiales artísticos, una resina fijadora (Rhodopas M60A) que “le daba a las motitas del pigmento la absoluta libertad que tienen
cuando están en forma de polvo; ahora
quizás combinados, pero sin perder su
autonomía”, así se lograba mantener la claridad,
el brillo, el lustre, de los pigmentos secos que siempre se amortiguaban al
mezclarse con los aglutinantes existentes.
El resultado es realmente espectacular. Un azul claro, brillante y lustroso…¡ Justo lo que buscaba! Lo
patentó como “Azul Ives Klein” (IKB).
Este fue su mayor logro “artístico”:
Inventar un color y patentarlo. Y envolverlo para “regalo”.
Quiere esto decir que aquella mañana heladora de la que hablaba
anteriormente no pudo ser azul-KLEIN…sería azurita
o algo parecido…¡o puede que verdadero “ultramar”.
Su carrera fue “in crescendo”.
1957: expone por primera vez, en la Galería Mancini (¿Apollinaire?) de
Milán. 12 “monocromos” idénticos que
se vendieron a precios diferentes. La diferencia de precio era justificada por
la diferente cantidad de “arte”, “sentimiento”, con las que estuvieron
hechos. El comprador captaba esa gradación y la traducía en valor. Klein nunca tuvo la ironía, ni el
escepticismo, ni el “distanciamiento
indiferente” de Duchamp. Él se creía lo que decía (¿)…¡se entiende! Lo que no se entiende es que se lo creyeran
los compradores.
En realidad su primer “monocromo”
lo había realizado mucho antes: firmar el cielo de Niza. (¡No está mal!)
En París (Galeria Colette Allendy)
el azul se expande: suelo, llamas, objetos e incluso la orina. Mientras se inauguraba, soltó 1001 globos azules:
“primera escultura liberada del
zócalo”. Ingenio (pueril) no le faltó
nunca.
No es extraño, dada esta expansión del azul, que Gagarin, afirmara, un poco antes de la muerte del artista, que "desde el cosmos, la tierra se ve azul". Si hubiera vivido algunos meses más, toda la galaxia hubiera aparecido IKB.
No es extraño, dada esta expansión del azul, que Gagarin, afirmara, un poco antes de la muerte del artista, que "desde el cosmos, la tierra se ve azul". Si hubiera vivido algunos meses más, toda la galaxia hubiera aparecido IKB.
1958 en la galería Iris Clért presenta su “exposición del vacío”: fachada pintada de IKB e interior
completamente vacío y blanco: “…Para que
se pueda transferir la atmósfera plástica de la sensación azul desmaterializada
(…) En el exterior el azul será visible.
En el interior (…) debe dominar ese azul incorpóreo que no se puede ver, pero
del que uno puede impregnarse. (…) sentir el alma y representar esta sensación
sin vocabulario.” Si no llevabas
invitación te tocaba apoquinar 1500 francos de la época. Algo comentó sobre las
invitaciones. Observen vds. cómo tampoco se trata de Warhol; éste
quería ser una máquina y producir mercancías que no ocultaban su carácter
mercantil. Klein lo mixtifica (¿mistifica? ¿mitifica?) todo y lo peor es que
los entendidos le siguieron el rollete:
Consigue la cuadratura del círculo: la disolución del yo y la defensa de un
individualismo extremo. “Zen” y exhibicionismo
(rentable).
1959. Otra vuelta de tuerca a la desmaterialización del “arte”: se inventa los “cheques de lo Inmaterial” que se entregan a cambio de x gramos de amarillo puro (oro). La operación te convertía en propietario de una “zona de sensibilidad plástica inmaterial”. Y como la zona no existía, se quemaba el recibo y se arrojaba al Sena (o al Rhin) la mitad del oro entregado. La otra mitad eran ganancias. También firmó “cheques” en blanco para la Galería de Iris Clért…por si algún cliente se interesaba en su ausencia.
1959. Otra vuelta de tuerca a la desmaterialización del “arte”: se inventa los “cheques de lo Inmaterial” que se entregan a cambio de x gramos de amarillo puro (oro). La operación te convertía en propietario de una “zona de sensibilidad plástica inmaterial”. Y como la zona no existía, se quemaba el recibo y se arrojaba al Sena (o al Rhin) la mitad del oro entregado. La otra mitad eran ganancias. También firmó “cheques” en blanco para la Galería de Iris Clért…por si algún cliente se interesaba en su ausencia.
(Fotografía: Observen la cara de perplejidad y contrición del timado)
1960 en la Galería Internacional de Arte Contemporáneo de París, ante
unos cien invitados, presenta lo que Restany (el teórico del “Nuevo Realismo”) bautizó como “Antropometrías”. Vestido de esmoquin
dirigía los movimientos de tres modelos desnudas y empapadas en IKB. Sus
cuerpos iban dejando huellas de pintura sobre
papel blanco. De fondo la “Sinfonía Monótona Silencio”. Todo un repertorio
de “novedades”: El tema de “la modelo y el artista”; abandono del
pincel tradicional a favor de un “pincel vivo”; “performance” y obra pictórica…¡y se grababa el evento!
Esto es lo que se dice “hacer arte
sin mancharse las manos”. Un juego monótono, que no soporta el paso del
tiempo y que sólo tiene algún interés para los que aceptan jugar porque el
aburrimiento ha hecho mella en sus corazones…Mientras tanto la “Internacional Situacionista”, los “provos”, los “vieneses” y gente por el
estilo reflexionaban (actuando) sobre la
forma de poner patas arriba el sistema capitalista. O, por lo menos, como destruirse eficazmente
a sí mismos. En USA hacía casi 10 años que se había escrito “On the road” y acababa de publicarse.
1960. Le da por las “Cosmogonías”:
recoger en lienzo el efecto del agua, el viento…a 110 kms. por hora y por la “pintura al fuego”…
El 27 de noviembre, o sea tal día
como hoy, del
año 1960 publica en una hoja semejante al “France
Soir” y que titula “Dimanche”, el
montaje fotográfico del artista arrojándose (¿) al vacío, y deseoso de estamparse contra los adoquines: Hay que
sumergirse en el vacío para sentirlo
y comprenderlo.
¿Hablamos de salto al vacío?...hablemos, pues, de la Torre Montparnasse,
del Puente Mirabeau, de los barrios obreros, de los puentes de Belgrado…sobre el Danubio azul.
1961, durante su primera exposición individual en Nueva York (Leo
Castelli), hospedado en el Chelsea, escribió su “Manifiesto del Chelsea” en donde exponía sus teorías sobre el “vacío” y el “espacio” y la completa desmaterialización del arte. Los fantasmas del Hotel influirían: Ginsberg y Corso. Dylan
Thomas…y aquellos que actuaron retroactivamente: Arthur C. Clarke escribirá
allí su “2001. Una Odisea espacial”. Warhol rodará “ The Chelsea Girls”. Nico le pondrá
música. Leonard Cohen. Sed Vicious y su novia. Patti Smith…etc…etc.
Después de ver la “sombra de
Hirosima”: la silueta oscura de lo que era un ser humano antes de la
explosión, pinta la serie “Hirosima”…otra
aplicación del IKB…¡Servía para todo!
Admito que me emocioné.
Murió al año siguiente. Su corazón no aguantó tanta monotonía. Estaba a
punto de ser padre…lo que le hubiera hecho mucho bien. Vean vds. las
fotografías de su boda y comprenderán que sólo un petimetre puede presentarse
de esa guisa… ¡Y en una iglesia!
Dejó como herencia, a sus amigos, todas sus inmateriales posesiones. Las
materiales se las quedaría su mujer y su hijo aún no nacido.
Hablando de reliquias: Yves era muy devoto, especialmente de Santa Rita
de Cascia, patrona de las causas perdidas. Así que fue con su madre un día de
febrero de 1961 y de forma discreta ofreció un “exvoto- relicario”. No contenía
huesos de san Bartolomé, ni pelos del burro de Pedro el ermitaño. Contenía, en
diferentes compartimentos: pigmentos (rosa, azul IKB y panes de oro); debajo
tres lingotes de oro producto de sus ventas
y en medio un escrito, doblado en acordeón, con una oración muy, pero
que muy especial. El relicario pasó
desapercibido hasta el terremoto de los setenta. Durante las obras de reconstrucción
de la basílica se cayó en la cuenta de la naturaleza especial del exvoto.
Es un compendio de todo su “arte”.
Posiblemente la “pieza” más sincera
(¿la única?) de su variada “producción”.
Así que si van a Cascia (Perugia), no dejen de pasar por la basílica y,
si tienen suerte (¿) podrán meditar, frente al relicario, sobre la fugacidad de
la vida, y su sinsentido. Antes, llenen el estómago en el “Restaurante típico”. Después, si quieren, láncense al vacío desde
el baluarte o vayan a la basílica ( o viceversa).
“Santa Rita de Cascia, te pido que intercedas ante Dios Padre
Todopoderoso, que siempre me concede -en el nombre del Hijo, Jesucristo, del
Espíritu Santo y de la Santa Virgen - la gracia de vivir en mis obras, y que
siempre se puedan volver más hermosas, y que también me conceda la gracia de
poder descubrir continua y regularmente nuevas cosas en el arte, cada vez más
hermosas, incluso si no soy siempre digno de ser un instrumento para crear gran
belleza. Haz que todo lo que emerja de mí sea hermoso. Así sea. Y.K.
No se quedó contento y continuó:
Haz que mis
enemigos se conviertan en mis amigos, y, si eso es posible, haz cualquier
intento para que nunca me dañen … (¡era cinturón negro,
cuarto dan!)
Hazme a mí y
a todas mis obras invulnerables. Santa Rita de Cascia, santa de las causas
imposibles y desesperadas, gracias por toda tu poderosa, decisiva y maravillosa
ayuda que me has ofrecido hasta el momento. Infinitas gracias. Aunque sea una
persona indigna para ello, ofréceme tu ayuda de nuevo, y siempre en mi arte,
y protege siempre todo lo que he creado para que incluso, a pesar de
mí, sea siempre de una gran belleza.
Y
por fin, se decidió a pedir aquello por lo que había venido:
Que mi exposición de Krefeld
sea el éxito más grande del siglo y que sea reconocida por todo el
mundo.”
Siéntense
en la terraza cubierta del exterior y pidan unas gachas de almorta (“tramusos”,
“¡diente de muerto!”),
riéguenlas con vino del país.
Mis
custodios acudirán solícitos y me llevarán a casa a través del espacio,
arrullándome con “Odisea Espacial”
(D. Boowie).