1
1894. Strindberg y Frida
Uhl, se despiden en la Gare du Nord.
Será para siempre. A ella nunca le faltaron armas,
en ningún sentido del término. Ya en territorio austriaco, tuvo una aventura y
un hijo con Wedekind, que envió, junto con el que había tenido con Strindberg,
a casa de los abuelos. Antes había
ayudado a su tercer amante oficial, Hanz Heinz Ewers, en la creación del primer
Kabaret alemán (1901): el Buntes
Theater (Überbrett, por Nietszche)…
Llevaba la caja bien surtida.
Schönberg ejerce de director musical de las revistas moralizantes que allí se ejecutaban. En 1903 la aventura había acabado y el músico está de rregreso en Viena.
Schönberg ejerce de director musical de las revistas moralizantes que allí se ejecutaban. En 1903 la aventura había acabado y el músico está de rregreso en Viena.
Kraus admiraba a
Strinberg… hasta que la final misoginia del nórdico se impuso sobre su inicial
furor igualitario.
Mientras esto ocurría,
Annie Kalmar, moría tuberculosa en un hospital de Hamburgo. Koch estaba a punto
de recibir el premio Nobel y fueron cerrando, poco a poco, la multitud de
sanatorios antituberculosos que salpicaban Europa.
Kraus iniciaba su
cruzada, primero contra la prensa y enseguida contra todo bicho viviente.
Pronto recaló en el terreno de la sexualidad y de la doble moral que lo cubría.
Acabaría, ya en plena contienda, convirtiéndose, de forma confusa, en uno de
los pocos pacifistas internacionalistas.
2
Acababa de quitarse la
banda negra de la manga, cuando se sintió atraído por otra actriz, Bertha María
Denk. La perdió la pista y volvió a encontrarla en 1905 cuando Wedekind se la presentó como una de las aspirantes al
papel estrella de “La Caja de Pandora”.
No cuajó. Dijo que la cosa le superaba. Algo tendría, sin embargo cuando estuvo
a punto de llevar al altar al mismísimo Wedekind que acababa su aventura con
Frida. Fue Frida quien animó a Kraus para que convenciera a Wedekind en la
puesta en escena de la obra citada, antes de desaparecer destino Londres.
Tal día como hoy del año 1905 tuvo lugar la
representación, tal como puede leerse en el cartelito anunciador:
Wedekind siguió
visitando a Bertha hasta a canícula. Como era de esperar, ella esperaba en un
balneario antitísico de bohemia. Con
la llegada del otoño las visitas fueron escaseando. El dramaturgo se había
prendado de Tilly-Lulú, con quien
volvió a coincidir, en Berlín, interpretando Erdgeist (1ª parte de la Caja
de Pandora). Ya en Viena, cuando en su papel de Jack el destripador, tuvo que hundirle el puñal sintió como algo se
removía en su interior; algo parecido a lo de Pentesilea con Aquiles, pero al
revés. Desde aquel 29 de mayo no pudo
olvidar a su víctima.
A hurtadillas, Kraus
también visitaba Bohemia. Lo suyo era, era evidente, las sábanas de hospital.
El triángulo se deshizo cuando Wedekind, en mayo del año siguiente, se casó con
la Tilly. Kraus siguió sólo (lo de sólo es un decir)… pues:
“La hetera como sueño del hombre. Pero la realidad debe convertirla en su
sierva, como ama de casa o como amante, porque la necesidad de la honorabilidad
social va más lejos para él que un hermoso sueño. De este modo, cada uno desea
la mujer poliándrica para sí. En este deseo y nada más que en él ha de verse la
fuente de toda tragedia de amor. Querer ser el elegido sin concederle a la
mujer el derecho de elegir. Y los Oberones no quieren entender jamás que
Titania pueda acariciar también a un asno, porque ellos, como corresponde a su
mayor capacidad de reflexión y a su menor sexualidad, no estarían nunca en
disposición de acariciar a una mula”.
La relación duró, a su manera, hasta el otoño de 1908, e incluyó la
inolvidable erupción del Vesubio del 1906 que, en la mente de crítico se amalgamó
con las efusiones de Bertha (¡Gran Bertha!). Bertha era mucha Bertha: añadía a
la indudable belleza, una inteligencia propia
de hombre. La cosa no casaba con su (de él) empeño público en demostrar la
“insensatez de las mujeres”.
Por cierto, Bertha ya
pudo beneficiarse de los descubrimientos de Koch, que recibió el codiciado
premio en 1905. El de la paz se lo llevó otra Bertha, von Sutter. Hacía 16 años
de su “¡Abajo las armas!”.
Sobre el recuerdo de
Annie, la presencia de Bertha forzó un giro de “La Antorcha” desde la
crítica social hasta focalizarse en la cuestión
femenina. Siempre, a pesar de todo, bajo las influencias del mito de “Pandora-Lulú”: la víctima infantil
convertida en femme fatale
destructiva, y del negativo de Weininger.
¿Que por qué dedico
tantas entradas a K.K.? Fácil. Se trata de una de las personalidades
(inteligencias) más agudas y más influyentes de la primera mitad del siglo
pasado. Lo extraño es que alguien me haga semejante pregunta.
Y sobre figuras
geométricas no está todo dicho: Irma Karczewska, la Bob, Groom de la
representación de 29 de mayo, sería el vértice privilegiado de la más escandalosa de todas: Kraus, Wedekind,
Wittels… y hasta el mismo Freud… Ya volveremos sobre el tema. “Irma, la dulce” (¿no les suena?)
3
La caja de Pandora, como
Uds. saben, es un mito recogido por Hesíodo y modificado por una multitud.
Hesíodo no fue descubierto en occidente hasta finales del siglo XV, o sea, que
no busquen representaciones medievales del tema. Fue ¡¡Erasmo!! quien introdujo
un detalle importante. Hesíodo habla de una tinaja, una orza y el de Rotterdam
lo cambia por un delicado y femenil
recipiente (pyxis). Los ingleses
popularizaron lo de “caja”, dotando a
la cosa de una femenidad inexistente en aquel cántaro inicial. Los italianos
han preferido “vaso”. Así que lo que
seguramente sería una orza repleta de magras, morcillas, lomos de cerdo,
compendio, sin duda, de todos los males, aún con apariencia de delicias, se
convirtió en un nudo psicológico.
¿Quién abrió el
recipiente? ¿Fue Epimeteo, espoleado por la maligna curiosidad de Eva-Pandora? ¿Fue la misma Pandora dueña
de una insaciable y connatural curiosidad? ¿Fue una apertura a cuatro manos?
¿Qué contenía el
recipiente? ¿Todos los males de mundo o todas sus delicias? ¿Todos los
adelantos o la ancestral desgracia? ¿La continuación de lo que Prometeo inició?
Lo cierto es que, en el fondo, se escondía la esperanza… aquella que Rubén
Darío cantaba por esas fechas.
La “caja” es la mujer
misma y Pandora son todas las mujeres. Devoradoras, amenazantes, insaciables
que, ¡ahí le ha dado!, ponen en evidencia la incapacidad masculina,
precisamente en el terreno en el que pretende imperar. Kraus se distancia un
poco del tono general: “No permitió en
ningún momento que los temores y traumas
que atormentaban la experiencia sexual en su época ensombreciera su visión de
una liberación de los sentidos” (E.T.). Piensen Udes. En el antagonismo
elemental entre Lulú y Jack, en la
pugna a muerte entre macho y hembra que se desprende de la obra de Weininger… o
en la de Kokoschka. Piensen en la histérica Elektra,
en la sádica Salomé (la ópera sería estrenada en diciembre), en la vengativa “Blue Angel”,
en las mujeres letales de Klimt, en las desafiantes niñas eróticas y desvalidas
de Schiele, en fin en ese entramado que sexualidad y muerte van construyendo en
la obra de Musil. 0, si quieren, en la afinidad fundamental entre Erso y
Tanatos que se ha ido tejiendo en los escritos de Schnitzler y Freud, que era
quien verdaderamente llevaba la batuta.
O en el látigo de
Nietzsche.
Tampoco se dejó seducir
por ese reino encantado de inocentes niñas de porcelana con que soñaba
Altenberg.
Kraus se aparta de todo
este lodazal: macho y hembra son
principios complementarios, es el orden social quien genera el antagonismo. Y
fue capaz de elevarse hasta la consideración de que los ataques a una moral
represiva desafían los efectos aún más destructivos de la sociedad tecnocrática
y pueden ser un buen comienzo para una crítica de la civilización en su
conjunto (Freud).
Pero no busquen nada que
tenga que ver con la mujer como objeto privilegiado de la explotación
capitalista, ni siquiera con los sufrimientos que, día a día, tenían lugar en
los suburbios de la gran ciudad. No busquen nada sobre la
procreación-reproducción de la fuerza de trabajo.
“Él con su mente y ella con su belleza fueron obligados a separarse y a
partir. “ELLO”, con su tecnología proporciona un sustituto de ambos”
“La sensualidad de la mujer es la fuente primera en que encuentra la
intelectualidad del hombre su renovación”
“Los hombres han canalizado el torrente de la sensualidad femenina. Ahora
ya no inunda a tierra. Pero tampoco la hace ya fructífera”
“La victoria del hombre reside en el principio puramente intelectual (…) ya
que, en cuanto a sensualidad, se ve superado por la mujer, que responde con
mucha mayor intensidad a las incitaciones de deseo, y que experimenta un placer
sexual diez veces mayor.”
Pura mitología… ¡Y para
mitos estamos! A no ser que se trate de Louise Brooks, que lanzó a la categoría
de símbolo el pelo corto y azabache.
Contemplen estas
representaciones del mito: Klee, Rossetti y Beckmann. Cubren todo el espectro
interpretativo, desde el más directo y wedekindiano
(Klee), hasta el más apocalípticamente Goethiano
(Beckmann), pasando por la turbia ambigüedad de los prerrafaelistas.
4
Mientras en Viena se
debatían los sesos sobre el significado de la caja de Pandora, en Rusia
la revolución seguía su curso, sin distinción de sexos. Gorki escribía La Madre. Isadora tuvo ocasión de
presenciar alguna cosa. Einstein daba a conocer sus elucubraciones que
posteriormente ampliaría hasta incluir esa aberrante curvatura del
espacio-tempo y que, tal día
como hoy del año 1919, Eddington confirmaría con sus análisis de las
fotografía sacadas durante el eclipse total de sol en la Isla de Príncipe,
entonces portuguesa y hoy consagrada como Santo
Tomé y Príncipe, rica en sellos de correos y cacao. Max Weber relacionaba la ética protestante con el espíritu del capitalismo.
Picasso estaba con los saltimbanquis en plena época rosa. Matisse y Derain pasaban la primavera en Colliure
estableciendo las bases del fauvismo.
Y en París, precisamente
tal día como hoy, de año 1913, se
estrenaba La Consagración de la Primavera
de Stravinsky. Naturalmente una doncella sería sacrificada para consagrar
la estación florida. Un martirio a la altura de “los mil cortes” (*): bailar hasta morir. ¿Dónde está la gracia?
5
Y en este centenario tan
sonado el Cul d’Ocata está
irreconocible. Quizás la incontenible presión de los medios culturales, unida a
la íntima afición de los lugareños a la alta cultura, han forzado esta magna
exposición de verduras y frutas que puede admirarse, cosa rara, en el Condis:
cerezas, albaricoques color modigliani, calabacines
como obuses, tomates, manzanas, peras, fresones y frutas del bosque, ciruelas
color cárdeno, nísperos, el hamletiano
hinojo, los guisantes, las judías verdes…Toda una consagración de la primavera.
Y la gente revolotea como abejas alrededor de este impensado homenaje primaveral a Archimboldo.
En París fue un día
veraniego. A media tarde una multitud esperaba la apertura de recientemente
inaugurado Teatro de los Campos Elíseos
de Rue Montaigne. La cola llegaba hasta la Avenue de l’Alma (hoy George
V). Ya la fachada, demasiado germánica para el gusto de París, levantaba
oleadas de indignación. Después vendría la batalla campal. Hubiera hecho falta
una nueva objetividad para dar cuenta
de la escena… o quizás nos hubiera bastado con un dibujante de La Codorniz. No es que los escándalos
fueran novedad, pero eran divertidos y bien valía la pena pagar por no perderse
la efeméride. Testigos (Cocteau, la
Stein, F. Schmitt, J. Mühfeld…) han intentado dar una idea de lo acontecido. Los
menos acudían contagiados por el talante escéptico de quien daba nombre a la calle.
Los más, armados con diccionarios de francés vulgar y manojos de verduras de
temporada.
Cuando se abrió el telón y sonó ese “terror sagrado ante el sol del mediodía”
en forma de sonidos agudos de fagot, la multitud se agitó como comida por las
pulgas. Los “augurios de la primavera”
hicieron mella hasta en el mismo Diaghilev. Sobre un fondo primitivamente
pagano (Roerich), los bailarines, con Nijinsky a la cabeza, se agitaban como
locos furiosos. Los de los palcos echaron mano al diccionario y los improperios
llovieron sobre el escenario y sobre el patio de butacas. Apareció la lucha de
clases en forma de “¡Fuera las putas!”
(del decimosexto distrito), “¡Callaos,
zorras!”, dirigido igualmente a las afortunadas moradoras de ese distrito
privilegiado. Los bastones se agitaban y los sombreros de copa se deslomaban;
las calvas salían a relucir. Los danzantes seguían a lo suyo. La música no se
oía. A más de uno les recordó el escándalo reciente de Schönberg en Viena. Pero
aquello era París y no llegó la sangre al río, pese a que sobre el escenario
una mujer agonizaba exhausta y el suelo estaba resbaladizo de jugo de tomates
primerizos. Ese escándalo fue el preludio de los éxitos posteriores.
Stravinsky perseguía
sacar a la música de las esferas
fáusticas e introducirlo en el mundo físico. El cuerpo habría de
sobreponerse al espíritu. Había que
imponer la crudeza de la vida real, pues, a fin de cuentas, la vida es breve*
Todo un programa que
durante años sería la guerra contra el teutón continuada por otros medios.
Sí. Aquella Vida breve que Falla componía mientras
los germanos se entretenían con la
Pandora, estaba siendo estrenada, el mismo día, en el Casino de Niza: Breve,
azarosa y con mal final: “Malhaya quien
nace yunque, en vez de nacer martillo”.