Hoy día complicado. Iríamos a... San Peterburgo...Petrogrado...Leningrado;
pero si aquí ha nevado, allí se deben helar hasta las palabras, que caerán al
suelo haciendo un leve crujido. ¿Sonarán igual todas las
palabras? ¿Sonará igual “muerte” que
“azucena”?
El perro tendrá que esperar hasta que se caldee la mañana. Empezaremos por
caldearnos nosotros: fift-fitfi y untaremos pan en aceite y orégano griegos.
Loncha de jamón de York con cortisona para el perro y una caricia.
Desde mediados de Octubre hasta principios de Noviembre (1918) la situación
en Petrogrado (y en toda la URSS) era desesperada: Yudénich, Denikin, Kolchak,
los británicos, la división franco-rumana....los nacionalistas de Petliura... y
de Majnó (estos dos últimos grupos de forma contradictoria). Todo parecía
conjurarse contra la revolución bolchevique.¡Parecía el fin! La cosa se jugaba
en la capital. Petrogrado se llenó de barricadas... Pero en esto llegó Trotsky:
llegó con su tren, ese famoso tren que recorría los frentes...con un grupo
admirable de especialistas (que se lanzaba allí donde había peligro) todos
seleccionados en el combate y llenos de fe y confianza en ellos mismos sobre
todo en el jefe. Todos vestidos de cuero negro, con la estrella roja en la
gorra... ¡disciplina! ¡vigor! :”Es
imposible que un pequeño ejército de 15000 exoficiales se apodere de una ciudad
de setecientos mil obreros” la ciudad
“se defenderá en el interior” (V.S.)
Al mismo tiempo anunció la llegada de una división (bashkir) de la
Caballería Roja que lanzaría sin piedad un ataque contra Finlandia si ésta
movía un dedo.
Nos gustaría estar en el Palacio de Táuride, sede de la antigua Duma, donde Trotsky, orador excepcional con voz metálica y magnetizadora, dio el giro decisivo a la situación. "Tres mil cabezas, alineadas bajo las anchas columnas del palacio Táuride, escuchaban el discurso de Trotski, quien amenazaba con expandir la revolución como si estuviese entonando amenzas bíblicas"
Visitaríamos el Smolni...Ambos en el curva maternal del helado Neva...El Palacio de Invierno...
Pero estaremos todavía en casa deliberando sobre la conveniencia o no del
paseo matutino. El perro vota porque el paseo se realice inmediatamente.
Llegó la caballería, montada en pequeños caballos de las estepas, de pelo
largo...jinetes salidos de un lejano pasado, de piel tostada y tocados con
bonetes negros de piel de cordero que acompañaban sus cánticos con estridentes
silbidos...Pelearon poco y de forma deplorable; pero eso no tuvo importancia.
El ejército de Judenich fue vencido en la batalla de los altos de Pulkovo (
a las afueras de Petrogrado). Trotsky alcanzó la categoría de héroe (Orden de
la Bandera Roja) y Gatchina, donde había tenido lugar buena parte de la
batalla, recibió el nombre de Trosk.
Al mismo tiempo Denikin era aniquilado no lejos de Veronezhe (donde Mandeltham pasaría uns largas vacaciones) por el Primer Cuerpo de la Caballería Roja, improvisada por Trotsky y dirigida por un exoficial (unido a los bolcheviques y enterrado en la plaza roja en 1970) llamado Budienny (Budioni). Este Budioni, además, creó una raza de caballos que lleva su nombre y ¡sobre todo! Diseñó (¿) la “budenovka”, esa boina orejera acabada el punta, con estrella roja y hoz y martillo. En honor a Budioni cambiaremos nuestro gorro tipo Ignatius por una budenovka (20 Euros. Internet).
Esta derrota de Denikin, unida a la derrota de los ejércitos de Kolchak,
que amenazaban, desde Siberia, la zona de los Urales; la expulsión de la zona
del Mar Negro de las tropas franco-rumanas; la retirada del apoyo británico y
de todos los que, a su vez, apoyaban a los británicos (los griegos, por ejemplo,
a los que les prometieron el oro y el moro) y los desordenados ataques de los “ejércitos negros”, disolvieron, como un
azucarillo en pernod, la maquinaria blanca...etc...etc ¡La situación estaba
salvada! (de momento).
“La Guardia Blanca” (Bulgákov) “Caballería
roja” (Babel). ¡Pobre Babel, qué destino te deparará la historia!).
Tal día como hoy de 1918. Trotsky, pese a que era reacio al papel de la
caballería en las guerras “modernas”,
crea la “Caballería Roja”. No tardó en aceptar la consigna: “Proletarios a caballo”. La puso bajo la
dirección del citado Budionni. Kopionkin y su caballo “Fuerza proletraria” tendrían un puesto asegurado.
Recorreríamos la Perspectiva Nevsky. Cruzaríamos el canal Moika. Saludaríamos,
puño en alto, al Aurora y seguiríamos, a la derecha, siguiendo el Neva, hasta
el Palacio de Invierno. Desde allí: la Fortaleza de Pedro y Pablo, aparecería,
siniestra, entre brumas procedentes de
las islas.
Inevitable entrar en uno de los cafés que, ahora, bordean los canales, y
releer los poetas “de plata” (de
destino funesto) y el “ Persburgo” de
Biely.
-¡Vodka!.
-¿Con Picón?
-¿? Sólo. Doble.
Pero no estaremos allí, sino aquí. Y días llegarán para recrearnos en la
ciudad de Petrogrado. Mientras esos días llegan, volveríamos a la Nevsky.
Emocionados y con lágrimas en los ojos, entraríamos en el Museo Ruso, para
contemplar “Caballería Roja
(galopando)” (¿1930?) de Malevich (nacido el 23 de febrero de 1878). Pretendía
ilustrar la “Caballería roja” de
Babel: tres grupos de cuatro jinetes cada uno (3 x 4 = 12) galopan sobre un
azul digno de Novalis y sobre 12 capas de tierra de diferentes colores.
Proporción áurea: 0’618. (Malevich nunca pudo abandonar esa visión poética y
casi mística de su oficio). El azar parece, a veces, causalidad.
Malevich, después de pasar por todos los estilos artísticos occidentales y
por el neoprimitivismo ruso, y espoleado por la “bofetada al gusto del público” de Maiakovski, propuso el suprematismo. “la
supremacía del sentimiento en el arte creativo”, con lo cual no nos podemos
hacer ni una remota idea
de su obra.
“Cuadrado negro sobre fondo blanco”
“fue la primera forma en que llegó a ser expresado el sentimiento no
objetivo” (¿) .“Cuadrado=sentimiento; fondo blanco= vacío más allá del
sentimiento”
(¿). Punto cero de la pintura. Nuevo comienzo. Mucho podríamos decir al respecto si no fuera por lo que es.
(¿). Punto cero de la pintura. Nuevo comienzo. Mucho podríamos decir al respecto si no fuera por lo que es.
Los problemas futuros de Malevich con las tendencias más Proletkult ya se
pusieron de manifiesto en su disputa (llegaron a las manos) con Tatlin en “0:10.
La última exposición furutista” (Petrogrado, 1915)
De paso, sin pretenderlo,
contemplaremos los “forzados” de Rupin (“Estética de la resistencia”), y algunas obras de
Kandinsky, de Deineke y del gran Filonov.
Nos enjugaríamos los ojos y seguiríamos por la Nevsky ,
cruzaríamos el Neva por el Dvortsovyy Most para entrar en la Isla ¿artificial? de Vasilevsky. Giraríamos a la izquierda por el malecón de la Universidad y
después a la derecha...Entraríamos a la perspectiva Bolshoi. Iríamos a comer al
restaurante “¡Salud!” (por el nombre)
en el número 13, y pediríamos (se nos hará la boca agua): Una botella de vodka
y caviar (si no lleváramos dinero no hubiéramos salido de casa): como el negro
proviene de especies en extinción, pediremos rojo. El vino es MUY caro.
1. Caviar rojo sobre tostadas de pan blanco embardunardos con mantequilla
(hubieramos preferido rociados con limón de Murcia).
2. Ensladilla “rusa”, allí
llamada francesa, en honor a un cocinero francés llamado Olivié.
Como la nuestra (¿), ¡¡pero sin olivas!! ( ¿si se hubiera llamado Mayonés?).
2. “Arenque bajo el abrigo” (algo así como “ con gabardina”); arenque
cubierto de una pasta de zanahoria, remolacha..cocidas...huevo y mayonesa.
3. Fifti-fitfi. Que finalmente se convertirá en otra botella de vodka y
café. Le explicaríamos (se nos habrá desatado la lengua) la diferencia, pero...
Saldríamos con nuestra bufanda y gorro tipo Ignatius, a todas luces (ya
habrá poca) insuficientes. Será de noche. Tomaríamos el metro en
Vasilostrovskaya y bajaríamos en Spasskaya (cerquita de la Moskovskly
Prospect). El metro de Leningrado es el más profundo del mundo y, junto con el
de Moscú, el más “lujoso” (Palacios del pueblo). Allí entraríamos en el Kinosentra y nos
beberíamos los que pusieran.
Pero estamos aquí, no allí. Y, por suerte, los vecinos han puesto en marcha
la barbacoa: Butifarras amb mongetes del ganxet y panceta. El perro... Diarrea
asegurada. Vino “hors de série” y fifti-fifti por un tubo. La tarde irá cayendo
(y nosotros también).
Malevich no dudó. Se puso al servicio de la Revolución. Maestro de
maestros. Su actividad en el UNOVI de Vitebsk (Chagall, Rodchenko, El
Lissinsky...) fue frenética: trenes y barcos de agitación (decorados según los
moldes suprematistas), carteles, decoración de calles...
¡Demasiado pequeño burgués! ¡Arte demasiado autónomo!...Kronstad fue
determinante también en este tema. Malevich, tras desovar en la Bauhauss, fue, poco a poco, virando hacia un
figurativismo “renacentista”, (aún le encontraremos entronque con los grandes
planos del cubismo sintético, reelaborado en suprematismo). Para nosotros, enternecidos
por el alcohol: “El hombre que corre” o “CABALLERÍA ROJA” nos tocarán el
alma (si la tuviéramos) como el perfume de las azucenas de Ball.
Su cuerpo fue depositado (Petrogrado.1935) en un ataúd suprematista diseñado por él mismo...pero sin la cruz (¡tan de Malevich!) que él hubiera deseado. Durante el velatorio se puso sobre su cuerpo un Cuadrado negro. Otro fue atado al camión fúnebre. Sus cenizas fueron esparcidas en un campo cercano de su dacha de Nemchinovka, cuna de sus principios suprematistas. Otro “cuadrado negro” marca el sitio.
En Leningrado será de noche, pero aquí aún nos quedarán algunas horas de
fría claridad. Tomaremos un gin tonic
(¡el último!) en casa de los vecinos mientras cambiamos las piezas: ¡¡París!!
En el interludio (espotifaif): “Grándola,
vila morena” (José Alfonso acabó, en silla de ruedas, sus días el 23 de
febrero de 1987).
Enlazaremos con Pierre Dupont que, a estas alturas, lo tendremos...si no
fuera por lo que es… completamente aborrecido.
También, si no estuviéramos aquí, a la hora del paseo vespertino del perro,
estaríamos en París paseando por el Boulevar des Capucines y lamentando (¡hasta
cuando!) las malas cartas que no han tocado. Jugamos con barajas trucadas.
El 23 de febrero, la Guardia Nacional enviada para controlar los desmanes
del 22, se puso claramente del lado de los insurgentes. Fue enviado el
ejército. La cosa se contuvo. Por la noche, un grupo de insurrectos intentó
avanzar por el boulevar des Capucines, (donde Nadar tendrá un estudio y tendrá
lugar la primer exposición de pintura impresionista). El ejército se interpuso.
Sonó un disparo y ¡65 muertos y más de 80 heridos! (38 muertos y 47 heridos,
según Flaubert. ¡Siempre el baile de cifras!) Todo por el sufragio universal
masculino (que, a la postre, sería perjudicial para los interés inmediatos de
la revolución).
Ataremos al perro en la farola y pediremos un fifti-fifti en el bar acostumbrado. Me mira y rápidamente entiende que la cosa no va con él.
Tal día como hoy, 23 de febrero (miércoles) del año en cuestión, Baudelaire
y otros, entre los cuales Champfleury, salían de la Rotonde para interesarse
por los acontecimientos de los cuales habían sido testigos el día anterior.
Estaban pegando tiros en Saint Dénis. Se oía desde Châtelet. Todo estaba
cerrado. De camino hacia Saint Dénis y la Bastilla encontraron varias
barricadas. Antes de alcanzar el boulevard...pasos ligeros y acompasados y
descarga de artillería: gritos, heridos, ¿muertos? Los moribundos eran de la
tropa: “...¡Hemos luchado durante siete años contra los beduinos para que ahora
nos asesinen aquí unos franceses!”.
Llegan al boulevard du Temple. “Dimite” Guizot. Alegría. Todos los comercios vuelven a abrir...fiesta...confraternización ¡¡El pueblo!! Se oye La marsellesa por doquier y el himno de los Girondinos, más grave y menos apasionada que la de Rouget de Lisle, que se adapta mejor a los sentimientos del momento.
Por el lado de la Puerta de Saint Martín: Guardias nacionales, obreros de blusa, "politécnicos" (al mando de la Escuela estaba el general Aupick, padastro de Baudelaie, que ya había tenido alguna responsabilidad en la represión de los obreros de Lyon dell 32. Su carrera fue meteórica), en comitiva fraternal, marchan cantando los dos himnos (alternativamente, claro) al son de los tambores. Otros,borrachos, se divierten a su manera (difícil decisión)...También se oye "Le chant du Dépar".
Esputifaif : los mentados himnos
Nada es lo que parece. La cosa acabará mal. Tanta fraternidad...tanto
amor...esconde un revólver en el bolsillo del corazón.
Baudelaire, fiel a su costumbre, se deja invitar a cenar. Estaba encantado
con lo que acababa de ver. El final no le gustará tanto. Ni tampoco el suyo
propio. Ya el 23 de febrero de 1862, unos años antes de morir (sífilis): “he
sufrido una singlar advertencia: he sentido pasar sobre mí el viento del ala de
la imbecilidad”
El agua nieve ha devuelto al perro su color original.
Después de cenar fueron a la Rotonde,
allí encontraron a Courbet, sólo, con una cerveza y su pipa. La tranquilidad se
rompió de golpe: tocaron a rebato en todas las iglesias cercanas: “¡Están asesinando a nuestros hermanos! ¡A
las armas!”. Saint-Sulpice seguía tocando; las demás callaron. Lluvia de
balas, cuerpos traspasados por bayonetas: los municipales se empleaban a fondo.
Alguno de ellos también murió. Se sentían odiados (¡con razón! ¿no es verdad?).
“No eran hombres, sino verdaderas fieras”.
En el Pont-Neuf el ejército no dejaba pasar de la orilla izquierda a la
derecha. Algunos que lo conseguían contaban el asunto del Boulevard des
Capucines: cadáveres paseados a la luz de las antorchas y las barricadas que se
levantaban por todas partes. Eran más de las tres cuando se retiraban.
Mientras tenía lugar la comitiva fúnebre, que cambiaría el signo de los
acontecimientos, F. Moreau, despechado por el plantón de la Sra. Arnaux y ajeno
a cuanto estaba pasando, cena con la “Mariscala”
(“Educación sentimental”).
Tras apurar, inútilmente el fifti-fifti, desato al perro y volvemos,
tranquilamente, no puede ser de otra manera, a casa. El agua nieve es agua.
Chopados. El perro espera; se sacudirá
junto al sofá.
Es hora del Dry, estilo Buñuel. Espinacas cultivadas por nosotros y
mientras se hacen, (verdejo de Rueda) el cerebro nos da un vuelco (¡qué
menos!).
“Que pueda morir una muerte
De lujo, y mi joven espíritu seguir
Los rayos solares de la mañana hasta
el Gran Apolo
Como un nuevo sacrificio”
Keats, murió el 23 de febrero de 1821. A los 25 años.
Los médicos (y su amigo Shelley) le recomendaron trasladarse a Italia
(eligió Roma). Tisis, tuberculosis (mal del siglo, junto con la sífilis). Duró
un año.
En su tumba: “Aquí yace alguien cuyo
nombre fue escrito en el agua”. (¿)
Lo entendería referido a su amigo Shelley: El “Don Juan” (por Byron) que pilotaba el poeta, naufraga entre Pisa y
Larici, a la altura de La Spezia. Fue una “muerte
de lujo” (dado los tiempos que corren) y su “joven espíritu” (30 años sin cumplir) no siguió los rayos solares
hasta el Gran Apolo; siguió el camino inverso, hacia las entrañas de Poseidón.
Su cuerpo fue incinerado en una playa cerca de Viarreggio. Pero su corazón lo
guardó Mary (quizá para que su imaginado Dr. Frankestein lo aprovechara), que,
además, afirmó que el poeta recién había cambiado el nombre al barco: “Ariel”. Sus cenizas (¿) reposan (¿) en
el cementerio protestante de Roma.
“El leproso cadáver, tocado por este
tierno espíritu,
Exhala flores de dulce aroma;
Como encarnaciones estelares, cuando
el esplendor
Se torna fragancia, ilumina la
muerte
Y se burlan del alegre gusano que se
despierta debajo;
Nada que conocemos muere. ¿Será todo
lo que conocemos
Como una espada fundida fuera de la
vaina
Por el ciego relámpago? El intenso
átomo brilla
Un momento, luego se extingue en el
más frío reposo”
Es un fragmento de “Adonis” en honor a su amigo. Shelley moriría al año siguiente.
Las espinacas en su punto. Media botella de vino. Fifti-fifti. Y paseo nocturno. Lo presentido se ha hecho realidad.
Vuelve a nevar suavemente. Volveremos meditabundos: el “desmesurado” amor
de los románticos por Grecia no impidió el expolio de Lord Elgin...
DVD: alguna película de Stan Laurel (el flaco), muerto el 23 de febrero de
1890. Entraremos en un sueño plagado de “risillas”