El verano de 1906, mientras Picasso ponía las primeras piedras de su
deconstrucción de la pintura imitativa y se iba sumergiendo en los niveles
primigenios: allí donde materia y energía se confunden; mientras P. Curie se
rompía literalmente la cabeza, tras
descubrir esos estratos…Mahler daba la puntilla al desarrollo de la sinfonía
tal como hasta entonces se conocía. No fue un Debussy, ni un Stravinski…pero
Schönberg y toda la segunda “Escuela de
Viena” lo tomaron como un precursor. Un
mundo empezaba y otro (Mahler) acababa.
Tal día como hoy, del año 1910, se estrenó en el “Palacio
de Exposiciones de Munich” la que posiblemente es la Sinfonía más
espectacular de la historia de la música…Sin duda, dejando aparte los
“Sanfermines” y cosas por el estilo, es la obra cuya ejecución “original” más interpretes exige:” La Octava” de Mahler, compuesta en el
verano de 1906.
El
mismo día, del año 1772, Sade, que será condenado por todas y cada
una de las etapas de la Gran Revolución francesa, y que, sin entrar
en psicoanálisis, puede ser presentado como el antiMahler, ponía el
segundo mojón importante en su carrera: “El
escándalo de
Marsella”.
Infórmense Vds. Infórmense...
Habrán observado vds. (¡Yo sí!) que desde la muerte del perro el tono de la cosa ha cambiado. Se acabaron los paseos matutinos-vespertinos-nocturnos…se acabaron los despertares sorpresivos…se acabó la alegría de su presencia…se acabó todo aquello que daban a estas efemérides su toque ligero e intrascendente. Bueno, pues… ¡buenas noticias!...tenemos un perro (negro, tamaño medio, mezcla de grifón) en la perrera de El Masnou que se ha encariñado con nosotros (plural: por el vecino)…. ¡No digo más!... En su defecto alguien me ha prometido un loro… (este verano rechacé un cabritillo griego (“φανης”)…¡por el viaje!)…30 años, dos veces “huérfano” y con dominio del catalán. Tiene un pequeño defecto, que habría que corregir: ¡ataca a las mujeres!... ¿Volverán las incursiones al Condis acompañado con el perro?... ¿con el loro?... Está claro que se vive mejor con algún animal en casa… ¡No digo más!
Sonará en el Esputifaif:
La “Sinfonía nº 8” de Mahler.
Dirigida por Bruno Walter. Hora y media de música (coral) desbordante…”cósmica”…”celestial”…Superando el gigantismo de Bruckner.
El arranque impetuoso del “Veni Creator
spiritu” hace que casi se me caiga la aceitera. Fifti-fifti y ¡ala! ¡a disfrutar!
Tras el relativo fracaso de la “Séptima”,
Mahler quiere dar el todo por el todo: “Como
ofrenda a la nación” (¡¡). En alguna parte he dicho ya, que lo sinfónico en
Mahler resulta (técnicamente) de una expansión del Lieder. Conceptualmente es
la “construcción de un mundo con todos los medios a mi alcance”…”debe
abarcarlo todo”…Y de todo encontramos en las sinfonías de Mahler…desde
motivos populacheros, hasta adagiettos
de un romanticismo “sublime” (que se
le atragantaron a Adorno), pasando por melodías realmente populares.
“Instrumentos” inauditos y ritmos (tango, habanera…”La Paloma” de Iradier se asoma en el IV movimiento de la “Tercera”) nunca incluidos en la estructura
del sinfonismo clásico.
Valga como ilustración de esta mezcla de elementos de baja y alta cultura
la siguiente observación: El primer esbozo de “Alles…” (Último tema de la “Octava”)
en poder, durante años, de Alban Berg, está escrito en un trozo de papel
higiénico (¡¡).
Mahler lleva la sinfonía a su clímax, y, a la vez, comienza su
atomización: “Ángel exterminador” de
la Sinfonía…que destruye, confundiendo géneros y especies.
En esta sinfonía ya ha roto con la idea “programática”. Eso no quiere decir que renunciara a los motivos
extra musicales como fuente de inspiración. De hecho, la “Tercera” está inspirada en el “Zaratustra”
de Nietszche y el segundo movimiento de la “Séptima”
está inspirado en la “Ronda de noche” de
Rembrand (un descarriado, deseoso de “erostrática”
fama, afila el cuchillo con el que por estas fechas, de 1975, trazará la marca
del zorro sobre el lienzo…creando un “concepto
espacial” al estilo Fontana, muerto por estas fechas, del año 1968).
Los motivos extramusicales:
·
El
himno medieval de Rabano Mauro “Veni
Creator Spiritu” (Primera parte)
·
El
final del segundo “Fausto” (Segunda parte).
La Primera parte: “Veni Creator
Spiritu”, tiene forma de sonata canónica: Con tres Temas, Desarrollo
(terminado en una doble fuga), Reexposición
y Coda.
La segunda parte adopta la forma de Oratorio o de Cantata, carece de Reexposición y anuncia la “Forma” fluida y “evolutiva” de la
inmediata “Canción de la Tierra”.
La Sinfonía fue compuesta en menos de 8 semanas (¡¡) en Maiernigg (escenario de tragedia).
La primera parte, de un tirón, como venida de arriba…como si realmente el
Espíritu(oso) Santo hubiera venido de golpe.
Está recorrida de principio a fin por la idea fija mahleriana: La
Redención… (“¿de qué me tendrían que
redimir?” preguntaría con sorna R. Strauss. “El peligro de Mahler es el peligro de quien quiere hacer de Salvador”).
Ninguna obra expresa tan plenamente el “SÍ” apasionado a la existencia…”en armonía con lo eterno” (B.W.)
Descrito como “Argonauta del
espíritu” (E.T.): impulsados por ερος y la Belleza, fundidos en el “Eterno femenino”, invocamos al Espíritu (1ª parte) para que nos
fortalezca, nos ilumine y nos ayude en el esfuerzo que la transformación (2º
parte) exige. La Redención como consecuencia del descubrimiento de la fuerza
amorosa, en torno a la cual giran los soles…el universo mundo. El Universo en
pleno empieza a sonar, ya no son voces humanas, sino planetas y soles girando
en torno a sus órbitas…con aquel amor aristotélico que mueve los orbes. La “Octava” es el canto del Universo…el
viaje al extremo del Cosmos…Como “La
canción de la Tierra, sub specie mortis” (inmediatamente posterior) será la
primera etapa del cálido retorno al “Yo”.
Música perfecta para Ijon Tichy (Stalislam Lem, nacido tal día como hoy
del año 1921)…Tomaría una pastilla de “8ª
Sinfonía de Mahler” y amenizaría sus siderales excursiones.
Esta obra maestra oficial de Mahler, tuvo, como veremos una acogida
formidable…pero musicalmente no todo fueron alabanzas. La crítica de Adorno es
previsible: Mahler cree que los asuntos sublimes garantizan también la
sublimidad del contenido. Pero… ¿qué
ocurre si no viene el “Espíritu Santo”?...como maliciosamente
dejó caer Pfitzner (frustrado pretendiente de Alma).
Mahler es torpe con las modulaciones imperceptibles y lisas y, de ahí,
que prefiera los saltos bruscos. La Sinfonía suena durante largos tramos
sencillamente diatónica, tras la armonía mucho más audaz de la “Séptima”. Strauss se burlaba de que en
ella hubiera tanto “mi bemol mayor” (¿no era esta la tonalidad del Preludio al “Anillo wagneriano”?).
Mahler es congénitamente incapaz
para el “Happy End”: ni en su vida
privada…como se pondrá de manifiesto enseguida.
La Sinfonía está concebida para
súper orquesta y coro multitudinario. En
realidad, Mahler, hubiera deseado que hubiera sido interpretada por toda la
humanidad en un fin de semana largo…Ángeles, serafines y querubines…dirigidos
por el mismo Dios, se encargarían de los instrumentos. Los elementos naturales
añadirían la percusión y efectos varios: Sinfonía cósmica, total…en la que lo
inorgánico actuaría de espectador…Catarsis absoluta…Vuelta acompasada al seno
divino, al origen… (tal como deseó Orígenes).
¡Paren máquinas!... ¡excursión al Condis!… ¿imaginan vds. ir al Condis
con 40 centímetros de loro, engarzado en el hombro izquierdo, lado del
pendiente? ¿Lo imaginan picoteando, rabioso, a las señoras que pasan el tiempo
correteando por los angostos pasillos de ese antro? ¿Intentando quitarles las
gafas a las cajeras?... ¡YO…Sí!
Gazpacho (productos del huerto) y
calamares a la romana (con limón de Murcia): como anillos planetarios que han
perdido el planeta… ¡Fácil!...media botella de Ribera y un fifti-fifti con remolque de aguardiente de trigo.
¡Que suene de nuevo el “Veni
Creator Spiritu”!...¡Lástima (¿) que Rabano Mauro no cobre derechos de
autor!
Mahler empezó a tener problemas (su condición de judío, aunque converso,
no era ajena) con la administración de la Ópera y con otras fuerzas vivas.
Recordar que ya, años antes, cuando fue nombrado director de la Institución, lo
fue con la oposición de la inefable Cósima Wagner y sus acólitos. Se sumó la
tragedia del verano de 1907. (¡ya saben vds.!)
Bueno…esos problemas se resolvieron con la rescisión del contrato y con un cambio de aires.
La “Metropolitan Opera” de Nueva York
le ofreció “El salario más alto jamás
recibido por un músico: 75.000 coronas” (unos 230. Euros actuales) y
completa libertad de acción. Debutó el 1 de enero de 1908 con un “Tristán” estremecedor.
Mahler seguía volviendo (abandonada la casa de Maiernigg, se refugiaban
en Toblach) los veranos para componer (siempre fue un compositor de verano). En
una de esas estancias acuerda con el productor-empresario Emil Gutmann, de Munich, el estreno de la
obra.
Gutmann: “Condiciones cumplidas.
Imposible volverse atrás” Mahler temía una encerrona y que, finalmente, el
estreno se convirtiera en un “espectáculo
de luz y sonido”. Para asegurarse de que no fuera así, pidió a Bruno Walter
que se encargará de las cuestiones artísticas y del “casting”. A Alfed Roller, la escenografía y la puesta en escena
general…mientras que Gutmann se limitaría a las cuestiones administrativas y
financieras. Lo de “Los mil” ya
estaba hecho… ¡no había remedio!...La maquinaria empezó a funcionar a
principios de año (1910).
Mahler y Alma, como siempre, se
trasladaron el verano al Tolbach. En otra “Propuesta”
se relata lo que pasó ese verano: “infidelidad” de Alma con el joven Gropius;
Entrevista de Mahler con Freud (que le descubre su “complejo de María”); llantos neuróticos, propósitos de enmienda,
resignación, disimulos…dedicatorias que rozaron (y superaron lo cursi).
…¡en fin, lo normal!...
No era el mejor ambiente para una empresa de tamaño cósmico. Mahler se
marcha a Munich, no sin antes besar y ponerse el anillo de Alma en uno de sus
dedos… ¿en cuál? me pregunto, Se hospeda en una bonita suite del Hotel
Continental y telegrafía poemas diarios
a Alma:
“El día se despierta de oro
Y por eso yo te adoro…stop.
Si fuera de plata…
¡qué mala pata! Stop”
En ese ambiente neurótico, espoleado por la desazón insumisa de Alma,
Mahler conduce (ayudado por el joven Klemperer y tras escándalo…¡ya saben vds.!
con su cuñado, primer violín) los ensayos de lo que considera “su misa”. Cuando acude a la estación a
recibirla, hierve de fiebre. Las habitaciones están repletas de flores
impacientes. Un perfume de desesperación los envuelve.
Por fin llega el día. Están todos los que SON… ¡y más!: Miles… ¡sin
contar los 850 cantantes (vestidos de blanco) ni los 170 músicos!
Silencio expectante… Mahler alza
la batura... Alma “casi desmayada de
emoción”…lo que no consiguió Tchaikovski con su “Obertura”…está a punto de conseguirlo Mahler. Baja la batuta y una
ola espesa y frontal revienta en el rostro atónito de la concurrencia: “Veni Creator Spiritu”. Mahler dirige
con las dos manos (¡¡) y con todo su pequeño y enfermo cuerpo. Su Alma se ha
desprendido.
Digan
Vds. lo que quieran, pero el asunto es más grave que el dudoso
“escándalo de
Marsella”*
por el que se condenó y quemó en efigie al “divino marqués”
(1772). También en
este caso llovía sobre mojado.
Fue el máximo triunfo musical de Mahler. Su canto de cisne: moriría a los
ocho meses. El tiempo se convierte en espacio, de acogida y de dispersión. En ese “Χαος”, se disuelve la gran orquesta,
funcionando como pequeñas orquestas de cámara: tríos, cuartetos,
concertinos…produciendo un efecto “estereofónico”
nunca oído. Predominio insólito de vientos, ampulosidad “pre-holliwood”… En realidad el “Tutti” sólo suena en los finales de las dos partes que componen la
Sinfonía.
Media hora de aplausos y ¡bravos!...pero:
“Este hombre morirá en seguida. Sus ojos
no reflejan ni el triunfo ni la victoria; son los ojos de un hombre que está ya
en los brazos de la muerte”…así reflexionaba en voz alta un agudo
espectador.
“¡Mi hora llegará!”, había profetizado el músico como
antídoto frente al fácil éxito de su rival R. Strauss. Su hora llegó a los 8
meses…su hora musical, aún tardó en llegar algunas decenas de años. T. Mann le
escribirá y le dedicará “Alteza real”.
La impresión que le causó el acontecimiento la proyectará (“Dr. Fausto”) sobre el estreno de “Apocalipsis cum figuris”, oratorio
cumbre de Adrián Leverkühn.
No todo fueron parabienes: Otros vieron mera “ampulosidad”, en lo
“cósmico”; “fatuidad”, en la dispersión orquestal; “impostura”, en lo “místico”; “torpeza”
e “incapacidad”, en sus pretendidas
innovaciones…
Bernstein, para acabar, resume: “Mahler
está dando a un conflicto, a un tema particularmente judío, una solución
cristiana” (Virgen María mediante)… ¡Quien tenga oídos para oír, que oiga!
Tras el éxito (de este su último concierto en Europa) al hotel, donde
había alquilado una sala para atender a todos los invitados. Pasan unas semanas
en Viena y en noviembre vuelven a Nueva York desde Cherburgo…ya,
definitivamente, listo para morir.
Mientras tanto, Picasso (en Cadaqués) encuentra la naturaleza común de
“fondo” y “forma”; Kandinsky empieza a
dejar atrás la figuración y Schönberg ha liberado la tonalidad…que con tanto
esfuerzo y aplicación había establecido Rameau (tío del “inútil” sobrino y muerto tal día como hoy, del año 1764).
Para acabar sonará en el Esputifaif: “Night
Watch” (King Crimson), inspirada en “Ronda
de noche” de Rembrand. La oiremos
en la versión recogida en el doble en directo, grabado en el Concergeboun de
Amsterdam en noviembre del 73: David Cross, John Wetton, Bill Bruford y
Robert Fripp…la mejor alineación. Oigan
como el “melotrón”, se pasea, también, por los espacios siderales.
¡Reconcíliense con lo que nunca debieron despreciar!