(asteriscos (*): remiten a “efimerísticass razones”)
Los grandes acontecimientos de la
humanidad suelen venir precedidos por huellas, indicios, símbolos… que sólo
tras la culminación del “hecho”
revelan su naturaleza sígnica. ¿Y qué acontecimiento más crucial que la aventura redentora del hijo de dios, para aquellos
que se reclaman de su descendencia? Tan crucial,
que fue capaz de quebrar el espinazo de la historia, convirtiendo los años
anteriores en negativo tiempo de ansiedad y espera. Que dios se convirtiera en Dios
fue un suceso apabullante para el universo-mundo; que se hiciera hombre llenó de clara psicosis a una
muchedumbre; que muriera en la cruz… ¡por nuestra culpa y para su
redención!...pobló medio mundo de pesadillas y que ascendiera a los cielos en
cuerpo y alma, pasados los sobresaltos, produjo una explosión de legítima
algarabía. La “Muerte de Dios” pasó, entre
tanto cataclismo, desapercibida. Dios ha muerto…pero su sombra es alargada.
Como el ADSL.
¿Cómo pudo ocurrir la “muerte del hijo” en la cruz, sin ser
anunciada de diferentes y crípticas maneras?
¿Recuerdan Vds. “El caballo de Turín” (Béla Tarr)? Recordarán que se centra en el caballo: ocasión de la desgracia; ni en el carretero, ni en el filósofo.
Igual hoy: nos centraremos en la CRUZ; ni en el muerto, ni en los matadores… ¡en
el leño!
Destino sin igual el de un humilde tronco.
Elegido entre miríadas. Reservado para ser empapado con la sangre “0 – universal”
del que todo lo sabe y nada dice; del omnipresente invisible; del ubicuo
ausente; del ciego omnividente…de
aquel en el que ser y esencia coinciden para formar una
sustancia euridiciana.
Pasado el día de ayer sin contratiempos
(exceptuando la intervención postrera de Engelbert Humperdink), hoy ruego a mis
Ángeles que me trasporten a París… ¡a Montmartre!
–¡Otra vez París!–se queja Chiara.
–¿No podrías tomar el avión?
–¿O el Talgo?
–¿O apuntarte a eso que pagas la gasolina…y demás?
Se quejan por inercia. Pasado el pronto hacen la banqueta de la reina, sintonizan “Ciao, Amore, ciao”
(Dalida*) e iniciamos el vuelo.
Me depositan en rue d’Orchampt, justo donde la calle se estrecha y gira hacia Lepic. Exactamente frente a la magnífica
casa que habitó Dalida y en la que murió de un sueño excesivo. Dalida, como
sabrán, se ha convertido en un mito y
la gente joven la vuelve a reclamar como propia (¡por lo menos en Francia!).
Bueno pues eso, su muerte también fue precedida por “signos”. Sus tres grandes amores (entre los cuales dos maridos) se
suicidaron: Luigi Tenco (despechado con el festival de San Remo), Lucien
Morisse (se pegó un tiro) y Richard Chanfray (como el de “la conjura de los necios”). Cuando ELLA se durmió intensamente y
definitiva…los otros tres “hechos”
revelaron su potencial. RIP. “Perdónenme,
la vida me es insoportable”.
Si siguen hacia Lepic se encontrarán con “Le moulin de la Galette”…
“Si tus ojitos fueran
Aceitunitas verdes
Toda la noche estuviera
Muele que muele
muele que muele…”
La
terraza está a reventar y dentro es imposible sin reserva. Compramos unas cruzcampo en un super y siguiendo por Girardon, llegamos a la recoleta plaza
dedicada a Dalida. Nada. Nos tomamos
un par de botellines. Giramos a la derecha, por Abreuvoir como si
fuéramos al infame Sacre-Coeur. Nos
encontramos con la “Maison Rose” (“La rose de Montmartre”). Hay allí una
frágil mesita metálica escoltada por dos sillas esqueléticas. Bátanse el cobre
por ellas. Chillen, empujen, golpeen…pero tómenlas y disfruten de un pastís. No les importe que les llamen
maleducados… ¡estamos en París! ¡¡Acuérdense de “los fusilamientos de Príncipe Pío”!! (*)
Además
el nombre de la calle nos obliga. Dados, como somos, a los “signos”, a las relaciones ocultas…no
podemos transitar “Abreuvoir” sin
tomarnos un trago. Y ya que hemos conquistado la plaza pidamos una sopa de
cebolla con una botellita de vino de Montmarte. ¿Caro?... ¡No importa!
…¡¡Desgrava!! Nos darán un recibo que,
debidamente presentado a la Hacienda Francesa…etc…etc.
El vino no es bueno, ¡es malo!...pero, como
digo, desgrava.
Somos la envidia de la pelotera
que se ha formado a la puerta del local. Hacen cola con la aplicación de quien
va a tomar el sacramento de la eucaristía. Y musitan para sí los infinitos
nombres de dios: “oignon”, “scargots”, moutard”, “du vin”…De vez en cuando el diablo se cuela: “30 euros”, “23’50 euros”
y deja en sus rostros rastros de pegajosa OSTalgie.
–Garçon! Por el bien de estos inmediatos
comensales y por mi tranquilidad ¿no podría poner una cancioncita? ¿Aquella de
Moustaki (*) que cantaba Dalida: “La muchacha de los pies desnudos”, o sea,
descalza? Así matamos dos pájaros de un tiro…En realidad uno ya está liquidado
y el otro estará al caer. Y me ahorra Vd. tanto bisbeo…e introduce un poco de
lirismo en esta lamentable escena.
–Aquella de la taberna a la que acudían
extranjeros…etc…etc
–¡Exacto!
–No la conozco.
–Pues te has quedado sin propina. Tenía,
tras meditarlo pausadamente, decidido dejarte algo. Ahora, nada.
–¡Qué cruz!
Han observado Vds. que la mayoría
de los grandes de la canción francesa son extranjeros: Adamo, Moustaki, Dalida,
Aznavour, Ives Montand, Brassens…Eso nos diferencia. Imaginen Vds. que “Chaquetón de Cádiz” fuera de Narbona o
que el “Capullo de Jerez” hubiera
nacido en las afueras de Munich. No tendrán frenillo, pero tienen “bon sens”.
Se me había ido el santo al cielo.
Estaba con lo de la Cruz. Pues eso,
que hoy, día 3 de mayo, la santa iglesia católica, apostólica y romana celebra
el día de “La invención de la cruz”. Verán Vds. como, en efecto, se
trata de una invención. Y comprobarán cómo donde esté el antiguo testamento,
que se quite el nuevo. Yo siento debilidad por el Pentateuco y los Paralipómenos.
Si reuniéramos todas las astillas
que, dicen, pertenecen a la “Vera Cruz”
tendríamos para reconstruir el arca de Noé.
Con aplicada previsión me he
provisto de una botellita de ¿Master Jager? ¿Mike Jaeger?...¡coño…el de la cruz
entre las astas del ciervo! Y un paquete de Pall Mall (lean vds. el lema: “In hoc signo vinces”). Sólo falta juntar
la cruz
con el lema…y ya tenemos la prescriptiva “motivación”.
Hablando de acontecimientos cruciales: Infórmense sobre los “hechos de mayo de 1937” en Barcelona.
¡Es fácil! Lean a Orwell, a Nin…Tal día como hoy, del 37, se dirigió Rodríguez
Sala, al mando de 200 hombres, Ramblas arriba, hacia la Telefónica con la
intención de desalojarla. Así comenzó lo que pudo haber sido (¡otra!) una
revolución triunfante…¡Qué cruz!...¡Lo veremos!
Es un hecho contrastado que dios-hombre murió 5199 años después del
pecado de Adán. Así como que la ocasión
fue un árbol y el medio una “relliscosa” serpiente que rompió la cadena por el eslabón más
débil. Fueron expulsados con espada flamígera y empezaron las miserias de la
carne y de la explotación.
De Eva no sabemos nada, pero de
Adán sí. Enfermó gravemente y su hijo Seth, imaginativo, pidió al Arcángel
Miguel (el hermano de aquel cabronazo que me abandonó en Aviñón, permitiendo,
con su huída, que me robaran la ropa interior) un poco de aceite del árbol de la misericordia. Ese árbol no crecerá hasta dentro de 5199 años. Toma
a cambio este esqueje del árbol del
pecado y plántalo en el “Monte Líbano”…cuando
crezca, tu padre sanará. O sea que sanará dentro de eones. ¡Eso mismo!
Compungido regresó a su casa y se
encontró con que se padre había muerto. Joder con el arcángel… ¡ni tres minutos
de prórroga! Así que, por hacer algo, plantó el tallo sobre el túmulo y se
olvidó del “Monte Líbano”. Brotó un
hermoso y paciente árbol. Cuando Salomón lo vio, estaba (el árbol) en la flor
de la edad.
Santiago de la Vorágine tiene dudas
más que razonables para dar por verdadera la historia. Y deja testimonio de sus
vacilaciones. Santiago no se deja llevar por la violencia del apellido y trata
las fuentes con un rigor envidiable. Está, sin embargo, de acuerdo con el fondo
de la cuestión.
Salomón quedó prendado de la rectitud
del tronco y de la delicadeza de la madera, así como de su perfume. Lo
seleccionó como viga primordial para el templo que pensaba construir: “El Monte Líbano” (¡¡) pero el leño no se
ajustaba a ninguna función, ni siquiera sometiéndolo a intervenciones “procustianas” y/o “salomónicas”. Lo tendió sobre un riachuelo y lo convirtió en
puente. La reina de Saba, la abisinia, de visita, esclareció el futuro del madero y
se negó a pisarlo. Al contrario: postrándose, lo adoró.
Otros autores afirman, con
conocimiento de causa, que la reina vio la viga
funcionando como viga y predijo que alguien sería colgado de ella, y que,
cuando eso sucediera, sería el fin del reino de los judíos. Ante tan nefasta
clarividencia, Salomón lo enterró a más de “dos
metros bajo tierra”… ¡y allí se
quedó (el leño) meditando el siguiente paso a seguir!
Pasaron, bíblicamente, las
generaciones y en ese mismo lugar se construyó una balsa “Probática” (de “próbato”
= “cordero”) en la que los descendientes de Natán purificaban los animalitos que
iban a ser sacrificados. El agua era milagrosa y olía a cadera de ángel: no
sólo porque de vez cuando fuera rozada por las alas del arcángel, sino también,
y sobre todo, por los efluvios del madero.
A riesgo de echar por tierra la
mesita y su contenido, me agacho como para recoger algo y me pego un lingotazo
de aguardiente que me eriza los pelos del cogote. La pelotera va en aumento. La
baba se acumula en la cabecera: en cualquier momento empezará el descenso por rue de Saules. Enciendo un cigarrillo Pall Mall y sigo con mi sopa de cebolla.
Despacio. No hay prisa. ¡Que se jodan!...¡Haber llegado antes!
Ya en vida del redentor, la viga apareció flotando en las aguas del
estanque. Los judíos vieron que podía servir para algo y la reservaron. En su
momento le dieron utilidad. Otros afirman, con buen criterio, que la cruz de la
que tratamos estaba compuesta de cuatro trozos (de diferentes maderas: palmera,
cedro, ciprés y olivo), dos para la cruz propiamente dicha, uno para apoyar el
culo y otro para los pies. San Gregorio de Tours, de forma impropia e
inadecuada, califica al último trozo, de “tarugo”.
Me salto pasos, pero San Agustín (¡cómo no!) hizo una interpretación
teológico-moral de esa complejidad. Sea como fuere, el leño en cuestión tuvo el
papel protagonista.
Recapitulando: El madero principal de la cruz-redentora procede de un esqueje del árbol del pecado, donación del arcángel Miguel a Seth, con el fin de sanar a Adán, su padre, que yacía moribundo. Adán murió, pero el leño siguió su destino..
Cumplida su misión, volvió a las entrañas de la tierra…a la espera de que Santa
Helena (madre o esposa de Constantino padre o de Constantino hijo) lo volviera
a sacar a la luz y lo hiciera astillas.
Y ahora viene lo de la aparición de
la cruz y lo de la victoria contra los bárbaros en el Danubio (otros afirman
que contra Majencio). Constantino, en sueños, vio una extraña figura: dos
maderos cruzados, siendo el horizontal más corto que el vertical y cortando a
éste en un punto casi áureo. Lanzaba rayos de luz y proclamaba “In hoc signo vinces”. El emperador
construyó un amuleto como el visto en sueños y ¡venció! Pero ¿qué “signo” era ese? Algunos cristianos se lo revelaron y se convirtió a la nueva
religión. Inútil decir que no todos los exégetas están de acuerdo en que las
cosas se desarrollaran de forma tan mecánica.
En la “Operación Tormenta del desierto” (o en la del “zorro del desierto”... ¡qué poca gracia!) enarbolaban cigarrillos Pall Mall, nuevo en la lista de la
interminable lista de nombres divinos. Digo yo que actuarían la cruz roja y la
media luna roja… ¿Imaginan Vds. al redentor colgado por los calzoncillos de un
cuerno de la luna, en pleno desierto a la “hora
del ángelus”? ¿O traspasado su tórax
como un “corredor” de la Estafeta?
Dios-hombre, definitivamente, no podía
morir ensartado por la luna.
Constantino (uno de los dos), como hemos visto, estaba casado con Helena
(santa), madre de uno de los dos Constantinos.
Constantino, digo, envió a su madre (esposa) a la búsqueda de la “vera cruz”…y no vuelvas sin ella que te
devuelvo al “stabulario”. Si saben
latín, no hay problema; si no saben, una stabularia
era una sirviente-prostituta cuyas misiones eran: atender la casa-taberna-posada,
cuidar de los animales y complacer, llegado el caso, a los posibles clientes.
Helena se distinguió en el cumplimiento de sus funciones y por eso fue elegida
para la corte…y enviada a Jerusalén a la búsqueda de la cruz perdida. Cruzó el estrecho por el Hellesponto, con la insobornable pretensión de valorar por sí misma
la futura proeza de Lord Byron (*).
En el ínterin Adriano había construido un templo a Venus en la misma
cima del Calvario… ¡¡Vaya ocurrencia sagaz!!...¡Convertir el Monte Calvario en
un Monte de Venus!
Llegado que hubo a la ciudad santa, los judíos, enterados de la antigua
profecía, se cosieron la boca con cordel
confeccionado con cáñamo,
esparto, yute y pita…figurando la crucial complejidad y siguiendo sus
divinas proporciones. ¡Vosotros mismos…! o me lo decís u os lleno el estómago
de “cruz verde” y os quemo hasta las ingles. Culparon a Judas;
no les importó que este Judas no fuera el otro, si no que descendiera de
Zaqueo… ¡Tanto daba!...¡¡Judas!!
O me dices dónde está el Calvario o te arranco los pelos uno a uno y te
dejo más calvo que el Monte Pelado y, además, te mataré de hambre. El pobre
judío, amante de los pelos de su barba y de los tirabuzones….y ¿por qué no? de
las costillas de cordero a la brasa (amb
alioli), sólo pudo resistir una
semana. La santa redujo a escombros la venusina construcción y comenzó la
primera excavación arqueológica de la historia. Con el primer golpe de pico un
perfume como de pesto inundó de OSTalgie
el cielo del paladar (¡hay otro?) de la mujer.
El campo estaba lleno de albahaca y
de menta silvestre.
Ven Vds. YA hemos entrado en los
nuevos tiempos. La “maravilla” ha
desaparecido. Sólo sangre y “milagros”
funcionales.
Bueno, acelerando que nos dan las
uvas.
Judas, tal día como hoy, del año
324, encontró, lógicamente, tres cruces. Las expusieron en la plaza a la
espera del milagro. Y el milagro llegó: un cortejo fúnebre pasó por la plaza a
media mañana. Judas detuvo la comitiva y sin miramientos colocó al muerto sobre
la primera cruz…¡nada! Lo colocó sobre la segunda… ¡seguía muerto! Cuando lo
colocó sobre la tercera resucitó y, del susto, se pagó una ronda. Cuando le
pasaron la cuenta deseó volver a su estado anterior.
No es la única versión, pero todas
coinciden en lo fundamental. Santiago de la Vorágine, empirista imparcial, no
se decide por ninguna. Sin embargo, tengo para mí que fue san Ambrosio quien
dio en el clavo: El letrero que
Pilatos había mandado colocar en la cabecera de la cruz, dio la clave. No hizo
falta más que leer “INRI”. (Iesús Nazareno Rey de los Iudios).
Después vino la historia de los
clavos. Años después Ciriaco, obispo de Jerusalén, los encontró (brillantes
como el oro) en la misma superficie del Calvario. ¿Eran cuatro o cinco? Helena
envió 2 a su hijo, con los que se hizo un freno (para el caballo), otro lo
fundió y lo amalgamó con el material destinado a una estatua del emperador y el
cuarto lo arrojó al Adriático, con el fin de tranquilizarlo. El quinto (si lo
hubo) lo empleó en una diadema imperial para que le inspirara prudencia y “bon sens”.
El destino de Ciriaco, a manos de
Juliano, fue realmente espectacular: rellenado de plomo hirviendo, quemado en
una plancha al rojo-vivo, encerrado en un pozo con cientos de víboras
anfetamínicas, y, finalmente, atravesado por múltiples katanas…¡y es que no
quería morir, el muy cabrón! Es lo que tiene la cosa…Si quieres matar a alguien
(¡y puedes!) mátalo…pero no te andes con mariconadas. Ciriaco, en compensación,
vive eternamente (¡¡)…¡no le arriendo la gananacia!
“…La
doctrina de la redención es el misterio fundamental de nuestra santa religión,
y quien crea en ella no perecerá, sino que gozará de vida eterna para tratar de
comprenderla” (Ambrose Bierce)
Otro traguete del aguardiente de la cruz. Y, ahora sí, la mesa no
soporta mis extravagancias y se desloma como jamelgo manchego. Por suerte el “grumo” se ha disuelto como azucarillo en
absenta y sólo tengo que vérmelas con el
camarero. Una recia propina todo lo arregla. Vuelva cuando quiera silencioso
cliente. Y Vd. que lo oiga, imprevisible garçon.
Al estruendo acuden mis Custodios y
tuercen su delicado morrito: Otra vez salvado por la campana. La próxima no
tendrás tanta suerte.
Regalemos a este sorprendente
camarero unas onzas de aroma de ángel. Que sea de cuello de Biancha. Y un
perfume de albahaca y menta se introduce por los inevitables intersticios. Los
comensales interrumpen su vulgar mecanismo, se miran a los ojos y mueven el
rabo de contento.
–Cuando
sobrevolemos los Pirineos, sintonizad “Andorra” de Peter Seeger (*) y según
vayamos acercándonos, aquella de “Sex-machine” de J. Brown (*)
–¡Repetiremos
“Andorra” hasta la llegada! Somos, a pesar de todo, Ángeles CUSTODIOS.
–No
estires la cuerda demasiado
–que
te quedarás sin transporte
–y
tendrá que apañártelas tú solito.
–¡Entendido!
Lo que quedaba de la cruz fue hecho
astillas. En Caspe, a un tiro de piedra, tenemos un “tarugo” de los más importantes de la cristiandad. Y desde allí
irradia filantropía y taumaturgia.
“De
repente me acordé de la hoja de calendario que me había dado el joven de REM.
La desplegué. Era la fecha el 3 de enero
de 198… En el reverso, un artículo sobre la historia de la filatelia,
copiado en letras menudas. He conservado esa hoja hasta el día de hoy. Dentro
de poco, por lo demás, habrá docenas de mies de hojas idénticas, probablemente
se han impreso ya los calendarios de ese año. Así que mi prueba perderá
rápidamente cualquier validez. Únicamente entonces, al contemplar la fecha de
la hoja, acurrucada aún en la cama húmeda, comprendí una parte de la infinita
presencia de REM”.
El mundo se nos
presenta como una acumulación de mercancías. Toda mercancía es un enigma. Su
vida se agota con su realización. Y
es sustituida… en una carrera vertiginosa de producción-destrucción. La
melancolía de las mercancías: Ese surgir y ser sustituidas por mercancías
idénticas. Siempre. Algunas se libran de ese martirio y se convierten es
testigos de lo que fue. En ruinas. En síntomas. Pueblan los anaqueles de los
nostálgicos. Nos devuelven a los tiempos que se fueron. La mercancía se
convierte en vida (muerta). Volver a nuestros pueblos y no reconocerlos. La
tristeza de lo siempre nuevo. La amargura dulce del recuerdo. Individuos que no
saben de su procedencia. Las mercancías-vida convertidas en sendas para la
memoria. La reposición se acelera. Sin dar tiempo a que la memoria incube los
huevos del pasado, que se extravía por entre las infinitas veredas. Y cuando
nos llega nos llega recubierto de algas como los bronces de Riace. Las
desoladas calles de nuestra infancia eran paraísos, arrasados ahora por la
fealdad uniforme. Las canicas de nuestra infancia… las manzanas glaseadas… las
nubes de azúcar rosado… las almendras verdes… La técnica convertida en demoledora de la infancia. La limpieza obsesiva, en destructora del
afecto. La vigilancia, en
constructora de infiernos. La escuela
ha devenido dolorosa e injusta cama de Procusto. El vértigo de lo nuevo que
impide el goce sosegado.
El valor de
cambio y, siguiendo la estela, el valor de uso, se aceleran: Comprar compulsivo
y consumo precipitado. La mercancía se convierte en un pulso. En un palpitar.
Hasta que se convierta en un mero deseo por el que tendrás que pagar. Deseos
que durarán lo que dura un suspiro. Y no serán deseos sino impulsos. Los pobres
no podrán desear. El mero deseo será la mercancía que no será ni producida. La
plusvalía irá en el genoma.
–Pare
Ud. el carro. ¡Pare!... ¡Y no diga más sandeces! ¡Habrase visto!
Ni idea del porqué
del párrafo anterior. Quizás tenga unas décimas de fiebre. Tengo unas décimas
de fiebre. Mi termómetro siempre marca 37’2. Cartarescu, creo, tiene la culpa.
Acabo de leer REM (en Nostalgia). Aleación preciosa de realidad (que es sueño) y sueño (que es realidad) complementándose para mostrar un nuevo sentido del Todo… que no puede ser dicho. Escritura metafisiológica. En Cartarescu todo acaba abarcando la totalidad del mundo. A partir de un pellizco de materia (p.e. un Dacia 1300 aparcado en la parte trasera de un bloque de Berceni…) se llega a abrazar el universo…”Una joven galaxia giraba ahora, latiendo y palpitando, en el lugar de la antigua.” (El Arquitecto).
será y lo que podría haber sido o podrá ser… Nostalgia de la unidad perdida o nunca existente… Ferentari…
Pantelimon… Colentina… Devenidos infiernos.
Acabo de leer REM (en Nostalgia). Aleación preciosa de realidad (que es sueño) y sueño (que es realidad) complementándose para mostrar un nuevo sentido del Todo… que no puede ser dicho. Escritura metafisiológica. En Cartarescu todo acaba abarcando la totalidad del mundo. A partir de un pellizco de materia (p.e. un Dacia 1300 aparcado en la parte trasera de un bloque de Berceni…) se llega a abrazar el universo…”Una joven galaxia giraba ahora, latiendo y palpitando, en el lugar de la antigua.” (El Arquitecto).
Cada punto del espacio, cada instante del tiempo,
contienen la eternidad, la infinitud. Basta con
escarbar un poco y todo lo
posible se agolpará ante la desgarradura. Lo que ha sido, lo que es, lo que
Suburbios de
Bucarest. Años 60. Strada Ilioara. Los polígonos residenciales,
proletarios antes, desarraigados ahora, han saltado el amplísimo boulevard Camil Ressu y
han inundado la geografía onírica de la nouvelle.
Bloques de nueve plantas. que desde lo alto parecen bacilos. Grises. Carpintería de aluminio. Pintadas que
parecen firmas de Satanás. La Strada Iliora logra escapar hacia los campos por
entre depósitos de gasolina, centrales eléctricas, lavaderos de coches,
almacenes abandonados, canales de agua pútrida, supermercados donde compran los
muertos. Ni rastro de manzanilla, de centaureas, de dondiegos, de zinnias, ni
retamas, ni bocas de dragón, ni claveles, ni rosas… sólo algunas resecas
esparragueras y ortigas. Muchas ortigas.
Se conserva, por
emplear ese verbo, la Torre en la que
Egor introduce a Nana en el conocimiento del REM. ¿Qué que es el REM?... Léanlo
Uds.