(Los asteriscos * remiten a "razones efemerísticas")
La tarde de ayer transcurrió
circunspecta y reflexiva. No quise aditamentos, que los había, para no alterar
el sabor amargo y profundo del acontecimiento que se presentaba a su (de vds.)
reflexión. Por un día, los muy canallas, impidieron que Sacco celebrara su
onomástica.
Hoy será un día explosivo, lo
presiento y no porque sepa de los juegos pirotécnicos propios de mi pueblo (“Me voy pal pueblo, hoy es mi día…” (*)) y familia, no; sino por otros
motivos que presiento, pero que no puedo formular de forma clara…y que irán
saliendo al hilo de las horas.
Ya me ha informado Xosé de todo.
Resulta que el otro día Cariño se me presentó tan desolado porque sus moradores
preparaban íntima y disimuladamente la explosión folklórica que hoy, día de san
Bartolo, patrono de la localidad, se expandirá por kilómetros a la redonda. Me
acucia a que no me lo pierda. No me lo perderé.
Con la penúltima hoja de “La Voz…” me filtro una melita. El café
sabe a rancio y a desgracia. “El
Afilador” lo afina. No estaría bien que me presentara en las fiestas de
Cariño con cara de palo y distanciamiento interestelar… ¿interestelar he dicho?
¡Vaya por dios (¿) ! Hoy es el “día en el que perdimos a Plutón”, Tal
día como hoy, del año 2006, la Unión Astronómica ¡Universal! propuso una nueva
definición de “planeta”, lo que tuvo
como consecuencia la expulsión del “cuerpo”
citado del grupo de los verdaderos planetas, y ello mediante criterios
estrictos que el díscolo no cumplía. Ahora, su situación se ha hecho confusa y
ha pasado a engordar el número de masas
sólidas que giran en torno a centros
diversos. Quien de verdad sabía de esto era Cornelis Johannes von Huoten (*).
Él estableció toda una categorización de los asteroides y cuerpos que no
alcanzaban la categoría planetaria. Y a nosotros nos ha complicado una de las
pocas certezas que teníamos: que el sistema solar se componía de 9 planetas.
Además clasificó los asteroides cercanos a la Tierra en tres grupos: “Atones”, “Apolos” y “Amores”…según
el arquetipo.
“Plutón” (vecino de asteroide “Caronte”)
es el “Hades” griego. En Roma, los
romanos tenían sus propias entradas al reino de los muertos. Eneas, lo
consiguió a través del Averno (antes
un cráter). Por cierto, el lago Averno,
cerca de Cumas (Italia, naturalmente), está circundado por un camino
transitable. No les aconsejo visitarlo después de la puesta del sol. Se les
disolverá el alma de tristeza. Bueno, pues en el tramo derecho, hay un, así
llamado, restaurante “Caronte” que
parece el manantial de la tristeza y el dueño de la patente. Esas cosas sólo se
ven en Italia. Es esa mezcla poco delicada de diseño y desidia. De pretensión y
absoluta cochambre. Bueno: ancas de rana. Tencas de 15 años alimentadas por las
filtraciones del pozo ciego. Morenas de agua dulce que te venden como congrio
adaptado al hábitat. Todo un repertorio de dentudos peces reptílicos. Ahí pagas
el óbolo previo a la muerte por intoxicación. El ”Averno”, como indica el nombre, carece de pájaros, y es que acaban
todos en la olla sin escrúpulos del local.
El cráter antiguo, seguramente,
estaría emparentado con las entrañas del Vesubio, reino de Hefaistos, el cojo
que enamoró a Afrodita y perdonó sus infidelidades. Bueno, pues verán: Tal día
como hoy, del año 1867, J.C.W. descubrió un asteroide al que le correspondía el
número 93 y que fue bautizado como “Minerva”
(“Atenea”). En los tiempos míticos,
cuando todo era más simple y expeditivo, Júpiter
(Zeus) devoró, literalmente, a Metis (“Prudencia”). La consecuencia fue un dolor de cabeza insufrible, una
especie de cluster neurálgico
(¿remordimientos?). Zeus pidió ayuda a Hefaistos que, proactivo, le abrió la
cabeza de un hachazo. Por la brecha apareció Atenea, crecidita y totalmente
armada… ¡dispuesta a todo! Y yo me
acuerdo de la lechuza de “Blade Runner”
y de aquella mujer tan guapa, “replicante”
sin saberlo.
En recuerdo de tan MAGNO
acontecimiento (no se olvide que a Atenea le debemos el sobrenatural aceite de
oliva), un día que le vino bien y que fue precisamente el 24 de agosto del año 79,
el Vesubio explotó. Mis primeros conocimientos sobre el hecho proceden de “Los últimos días de Pompeya”. En
realidad yo no pude ver la película, pero mis hermanos me hicieron una
instructiva y terrorífica sinopsis. Yo estaba con cuarenta de fiebre y sólo a
base de líquidos. Toda la familia (y todo el pueblo) fue a consolarse con las
desgracias ajenas. Se había preparado (para la cena) col (que allí llamamos “pava”) cocida y frita con ajos. Era
invierno. Y pobres. Yo odiaba, con entereza infantil, toda la familia de las brasicáceas. Sin embargo era tanta el
hambre, que me zampé la sartén sin dejar ni un ajo. Creo que mis hermanos
exageraron el terror con el fin de que no pudiera digerir felizmente el
engrudo. Y lo consiguieron.
Más tarde conocí la “Carta de Plinio el Joven” a su amigo
Tácito:
“Estaba
en Miseno y presidía el mando de la flota. El día 24 de agosto en torno a las
13 horas mi madre le indica (a Plinio “el Viejo”, tío del “Joven”) que se divisa una
nube de un tamaño y una forma inusual…” Ya saben vds. la continuación. Si
no, Infórmense. Es el único testimonio “en
vivo y en directo” de aquello. Fue el comienzo del fin del mundo. No se
sabía qué era un volcán. Sobrecogedor. Emocionante hasta las lágrimas los
restos cubiertos de cenizas…
“He
aquí el Vesubio, hace poco verde bajo la sombra de los pámpanos; aquí la noble
uva había hecho desbordarse las cubas llenas de vino: éstas son las cumbres que
Baco amó más que a las colinas de Nisa, en este monte danzaron los sátiros.
Esta era la morada de Venus, más grata para ella que Lacedemonia, este lugar
era famoso por el nombre de Hércules. Todo yace sumergido en llamas y en
siniestra ceniza: ni los dioses del cielo hubieran querido que esto les fuese
permitido.” (Marcial, poeta hispano.Trad. ¡Dulce
Estefanía!)
Pero es que hay más… ¡maldita la
hora en que dije “interestelar”!
Y es que 15 años antes, J.R.H. puso
el nombre de “Melpóneme” al asteroide
nº 18. “La Melodiosa”, compañera de Talía, musa de la Tragedia: Teniéndolo
TODO, no pudo ser feliz. Ni el cetro, ni la corona, ni el puñal ensangrentado,
ni los laureles, ni la maza…Ni su relación con Baco (“Dionisos”). Todo era impotente frente a su deseo de muerte y de
infelicidad. Ya les digo: ¡ni el vino!
“Amor” (“Eros”), asteroide
nº 433, fue el primero que tomó un nombre masculino.
Después los nombres se sortearon
entre todas las palabras del diccionario.
¿Creen vds. que se ha agotado el
tema? Falso.
Tal día como hoy, del año 1883, el
Krakatoa empieza a desperezarse después de un profundo sueño. El 27 estallará,
con las consecuencias que todos vds. conocen.
Mientras escribo lo que escribo
suena en el sputofaif Benny (Bartolomé)
Moré (*), el “Bárbaro del ritmo”. Y la
verdad es que no va mucho con estos asuntos tan atmosféricos e “interestelares”: Guaracha, son, Chachachá, bolero… Juzguen vds. si no iría mejor
algo etéreo, volátil, elevado…¿Jean Michel Jarre? ( * n.1948): enemigo personal
de “lo pequeño es hermoso”. Obsesionado con los records guinnes y las
multitudes. Los derechos de su música han sido comprados por la misma corte
celestial para ambientar los acontecimientos de los últimos días. Para él el
tiempo y el espacio son importantes…muy importantes. Le podría haber puesto
música a la erupción del Vesubio y haber compuesto una sinfonía que durara
tanto como los efectos del Krakatoa. ¡Y la música de las esferas…eterna y
silenciosa!
Algo tendrá, sin embargo, aparte de
pelmazo: Chalotte Ramplin…Isabel Adjani. Hijo de su padre (¡¡).
Bueno, pues eso, su lanzamiento
cósmico fue “Oxígeno”, grabado en
1976, en su casa. (A mí también me operaron en la mesa de comer de mi casa, de
una peligrosa inundación de la pleura). Su fama se extendió como los gases
ligeros y la misma Nasa lo invitó para poner música a su 25 aniversario: 1’3
millones en Huston… ¡¡record!! Después llegó lo del Challenger y los 73 fatídicos segundos. Entre los tripulantes iba
Gregory Jarvis (nacido el mismo día
que el músico, o sea, tal día como hoy,
del año 1944) y Ronald Mc Nair que, aparte de astronauta era saxofonista. El
plan era el siguiente: Grabar un disco que llamarían “The Last Rendez-vous”, cuya última pieza, precisamente llamada como
la totalidad, debía de ser interpretada desde el espacio por el
astronauta-saxofonista. Sería la primera grabación espacial (y en directo).
Ronald Mc Nair ya desenfundaba el saxofón cuando la Challenger explotó y se
redujo a gas ligero. El último “rendez-vous”
no tuvo lugar. Fue la venganza de la perra. Después se grabó y tal y más cual…
He quedado exhausto y casi sin
aire. ¡Todo de un tirón! ¡Bárbaro! Ahora toca “tirarse a la bartola”…unas
horitas pimplando y comiendo los grelos imperecederos. Por cierto ¿saben vds.
el origen de la expresión? Pues, verán, a partir de san Bartolo, acabadas las
faenas estivales, empezaba un período de calma campesina, que era empleada para
recuperar fuerzas…para descansar…¡y “tirarse
a la bartola”
Brindo por Bartolomé de
las Casas (*).
¡A Cariño! ¡A verlo en
todo su esplendor!
Es entrar y ver un
ejército en retirada de gaiteros derrengados, evitándose como evita el agua al
aceite. Son los de San Xiao do Trevo. Parece que han hecho su pasacalle tradicional. Algunos ya se han
despojado de parte su tupido vestuario y deambulan como tras la batalla de
Waterloo.
–¡Buona sera signorina! (*) –No
sé gallego.
–Buenas tardes, forastero. ¿Qué se le ofrece?
–Nada, que decía yo que tiene que haber algo esta tarde…¡como son
fiestas y tal!
–¿Algo? Tendrá vd. la suerte de asistir, si quiere, al fulcro de
las festividades, a la perla que enriquece estos días, ya de por sí valiosos:
el torneo triangular de balompié que este año se disputan el Ortigueira, el
Cadeira y el cariñoso equipo de la localidad.
–Pues nada, gracias… ¡iré al estadio!
¡Más de cien personas
bajo este sol de justicia!...entre las cuales el ciego del otro día.
Les hago una sinopsis.
En el primer partidillo, el Ortigueira ha vencido al Cedeiro por 2 a 1. El
Cedeiro tiene que mejorar mucho si quiere ganar algún partido, en cualquier
tiempo y espacio. El único que ha tenido presencia ha sido el cancerbero (de Caronte…¡recuerdan?). Sin
él el Cedeiro se hubiera disuelto. Hubiera desaparecido, literalmente.
El segundo encuentro
enfrentaba al Cariño y al Cedeiro. Los últimos, sin descansar, se han tenido
que enfrentar a un equipo en coma etílico. Han empatado a cero goles.
El tercero, y decisivo,
el Ortigueira, que ha tenido tiempo de ponerse al nivel de los de Cariño, han
ofrecido un espectáculo lamentable. Han empatado a cero y vomitando los 22 como
si hubieran sido fumigados con gas sarín, entre convulsiones y en el borde,
haciendo equilibrios, de la asfixia. En el minuto 44 de la segunda parte, una
ráfaga de viento marino ha hecho rodar el balón, ha rebotado en la cabeza del
número nº 9 del Cariño y a punto ha estado de introducirse en la meta de los de
Cedeira. Hubiera sido una victoria injusta. ¡Las cosas como sean! El trofeo,
una gaita de cerámica, que más parecía un caracol, ha ido a parar a las manos
temblorosas de nº 9 que ejercía de capitán. Del peso se ha derrumbado y han
tenido que intervenir los de la Cruz Roja.
Yo, contento de
participar en el jolgorio, he seguido a la multitud que se ha distribuido entre
los bares de la localidad. Maquinal, he entrado al del otro día, al que está
enfrente del “cuartelillo”. Me he
visto solo. Se ve que es conocido por sus boquerones en vinagre. Pero nadie,
oiga. ¡Yo solo! ¡Fiestas patronales! Yo, que anhelo el contacto humano y que lo
busco. ¡Solo! en este tugurio y por segunda vez.
El sinvergüenza me ha
reconocido y me ha mirado con esa mirada de satisfacción que expresa “el que lo prueba, repite”
–¿Qué? ¡?Le gustaron los quicos del otro día… eh!?
–Es lo que tiene…”el que siembra su maíz…que se coma su pinón (¿)”(*)
–¿¡Qué!? ¿Ha visto el
partidazo de los del pueblo? No hemos ganado por mala suerte. ¿Ha visto el
remate del delantero centro? Los de Cedeira no hubieran podido reaccionar.
–¡En efecto!
Y así de esta forma tan innoble se ha disuelto la tarde (y aquí
son largas). He salido como los del Cariño club de fútbol. La riada de gente me
ha conducido al recinto ferial y allí, he comido pulpo y lo he vomitado. He
comido sardinas asadas con fuego de mazorcas… ¡y las he vomitado! La gente
bailaba al son torturante de Alaska de Luxe, que tiene menos amigos en faceboock que mi tía Adoración. Me han
sacado los de la Cruz Roja y me han dejado por entre los fardos del puerto. Con
cariño, ¡eso sí!
Había pensado acabar el día con alguna película de Kenji Mizoguchi (*),“El intendente Sanscho”, por ejemplo. Pero me disculparán.