1
Tenía que llegar el día y
llegó: Hegel ha mordido a un abuelo que salía del CAP. Caminaba
encogido como una desorientada clave de fa. Por suerte iba
arropado con un chaquetón de cartero, un tres cuartos que, en su
caso, parecía un cuatro cuartos. El perro se ha quedado encallado en
la manga y en qué nos hemos visto para desengancharlo. Ha sido una
suerte que el abuelo tuviera buen talante y que el tabardo fuera de
cuero de vaca vieja, o quizás por eso. En contra de lo normal, le ha
dado un ataque de hipo. Y, así, a saltitos, nos hemos plantado en la
cantina del Día para ver de solucionar el molesto hipido.
La anécdota no tiene moraleja
ni nada, lo cuento tal como ha sido. Tampoco, creo, servirá para
nada de cara a la correcta educación de perro. No, nada que iba,
ha dicho, a por la
vacuna de la gripe. ¿No es un poco tarde?, le he
preguntado. Puede ser, me ha respondido, pero no sabía qué
hacer esta mañana y me he dicho...
El cantinero del Día que,
como Uds. saben, es un pozo de sabiduría y de sorpresas, nos ha
recibido con sendos platitos con ¡cuatro! hermosos granos granates
de granada, ese fruto colorado y coronado. Las luces del belén se
confunden con la de la máquina tragaperras.
- ¿Y eso?
- Pero, bueno...¿en qué
mundo vive Ud., querido Kino? Pensaba que su afición era más
exhaustiva...
- ¿?
- ¿No sabe Ud. que hoy es
2 de enero?
- Sí, estimado cantinero,
lo sé; pero la cosa no me dice nada al respecto de estos hermosos
rubíes.
- ¡Es el día de la "Toma
de Granada"! Y como yo, Ud. sabe, soy de Orce, pues eso...
intento mediante este poético gesto arruinar la cutrez casposa de la
celebración oficial y que el universo-mundo sepa que aquí, en el
"cul d'Ocata", las cosas se hacen de otra manera.
- Pues, oiga, ya puestos...
pónganos, por lo menos un cuarto.
-Es Ud. más ignorante de
lo que pensaba, querido Kino...
Es la primera vez que el perro
ve y oye como se insulta a su amo de una forma tan descarada. Me mira
esperando órdenes. Del colmillo derecho le cuelga un jirón de piel
de vaca vieja. El abuelo sigue con su hipo incontenible. Sobre la
mesa los platillos con los granos de granada. En el aire, el
suspense. El cantinero, sabedor, coge el trapo y limpia la barra a
conciencia mientras nos mira de soslayo. Acabada la faena nos sirve
unas copitas de orujo de hierbas que, dice, va mejor.
VOZ EN OFF:
Una hermosa mañana de
primavera (como siempre), Perséfone, hija de Zeus, a
quien, destronado Cronos, le había correspondido la
supremacía, y de Deméter, diosa de la tierra en su faceta
productiva, retozaba por los verdes prados de Enna (en la profunda
Sicilia). La acompañaban, como siempre, algunas ninfas. La
escena inicial es similar, para que se hagan Uds. una idea, a la de
Eurídice y a la de Europa. Hades, a quien,
destronado Cronos, le había correspondido el reino
subterráneo, compuesto del siniestro Erebo y del aún mas
siniestro Tártaro, recinto de los Titanes, se había
enamorado de su graciosa sobrina Proserpina, pues así fue
llamada por los romanos. Poseidón, el tercer hermano, a
quien, destronado Cronos, le había correspondido el dominio
de las aguas océanas, no intervino en la trama.
Zeus, por razones de
consanguinidad, aceptó la situación y permitió que Hades
raptara a su graciosa hija. Deméter, la suegra, se opuso con
todas sus fuerzas, que eran muchas: las plantas se secaron, la tierra
no produjo y una hambruna mortal se extendió por el universo-mundo.
Los mortales, como es natural, morían... pero entre sufrimientos no
previstos... y antes de la hora inicialmente estabecida. Zeus,
compasivo, no tuvo más remedio que ceder y envió a Hermes,
que servía para un roto y un descosido, a los infiernos con el fin
de solucionar el litigio.
Mientras tanto las ninfas,
por atolondradas, fueron convertidas en sirenas, que fueron,
hasta el siglo IX, en que la iglesia las convirtió en mujeres-peces
simbolo de la sensualidad resbaladiza, aves-mujeres de mal agüero.
Hades fue convencido,
pero puso una aviesa condición: que antes de salir del subsuelo
comiera cuatro dientes de granada, alimento de los muertos. Perséfone
los comió gustosa, sin saber-sabiendo que eso la obligaría a volver
cuatro meses al año al antro mortuorio. Cuatro meses en los que la
tierra quedaría insensible, helada, muerta... a la espera de la
fértil resurrección primaveral: "Si el grano de trigo no
muere... etc...."
Y así se estableció el ritmo
de las estaciones: una combinación eterna de muerte y resurrección
amorosa. Y Perséfone se convirtió en el símbolo de la
muerte y de la renovación de la tierra.
- ¡Ah, bribón! Ahora
entiendo lo de los cuatro granitos... ¡quiere Ud. asegurarse la
clientela!
- Bueno, sí. Pero no me
dirán que no es mejor método que un carnet de fidelización por
puntos, que te darían acceso, ya cirrótico y alopécico, a una
batidora o a una plancha para el pelo.
El abuelo persiste en su hipo
dentro de su tabardo destrozado. El perro, que algo sabe, espera que
le cuenten por enésima vez lo del Can Cerbero. El suspense
sigue suspendido. Los vasos son rellenados. Entra un cliente que nos
desea a todos un feliz año. El suyo parece que ha empezado fatal,
aunque nadie sabe cómo le fue el anterior. El bodeguero entra en la
cocina y sale con unas hojitas de menta.
-Según Demócrito, dice,
la menta masticada junto con los granos de granada, combaten el hipo.
Olvídense Uds. de beber en posturas imposibles, de abstenerse de
respirar o de recibir un susto de muerte, "persefónico",
"proserpínico", por así decir.-Y,
diciendo lo dicho, arrima el platito con el combinado a la zona de
influencia del anciano,
que se lleva a la boca los rubíes y las hojas de menta. Traga.
Espera. Bebe un traguo de
orujo y el hipo desaparece de
forma mitológica. A lo lejos gime
una sirena. ¡Feliz
año nuevo!
-Con la venia, me atrevería
a incorporar algunos datos a la cuestión, pues sepan Uds. que la voz
en off se ha oído en todo Ocata. El primer granado lo plantó
Afrodita, de ahi que Romeo cuando le canta la serenata a Julieta, lo
haga "a la sombra del granado".
-¡Tariq Alí!- exclama
el tabernero. Y saca un vasito para el recién llegado que, golpeando
con fiereza el mármol, se lo lleva al gaznate con un prodigioso giro
de muñeca, rubricando así, su pertinente aportación.
-Pues ya puestos, yo
también diré algo -tercia el
abuelo- Perséfone no era lo que podemos decir "amable".
Al contrario. En un ataque de celos, redujo a la ninfa Menta a un
hierba rastrera , esta que, precisamente, estoy masticando, y no
contenta con eso, la chafó con furia. Hades hizo el resto.Y aprendió
rápido a poner también curiosas condiciones.
-Y hay un perro con tres
cabezas y una cola de serpiente- Hegel, dixit.
Nos vamos con la convicción
de que la Unesco debería declarar la cantina del Día del "Cul
d'Ocata" Patrimonio Cultural de la Humanidad. Dejamos al
anciano, al recién llegado y al cantinero, debatiendo sobre las
desventuras de Muley Hacén, de elevado nombre y rey de Granada, su
hermano el Zagal y su hijo Boabdil. A lo lejos oímos algo así como:
"Lo dejó ciego, sí. Le punzó los ojos..."
Ya en lo alto de la calle
vuelvo la cabeza y suspiro con melancolía por tanto desperdicio de
talento y humanidad. Como Boabdil dirigiéndose a Laujar, en las
Alpujarras. Allí, al año siguiente, murió su esposa, Morayma, de
bello nombre. Sin nada más que hacer en aquellas sierras nevadas,
hizo el equipaje y se largó a Fez. Mientras tanto, cerca de Empoli,
era concebido el inmortal Pontormo, muerto tal día como hoy, del año
1557.
El día de hoy podría ser declarado el Día Internacional de las Expulsiones (DIE): Moros de
Granada. Españoles de Méjico. Argentinos de las Malvinas. Otomanos de Europa...
Me preparo las torradas con el
condimento acostumbrado y enchufo el esputofaif: "Perséfone"
de Stravinsky y a continuación "Almoraima" de Paco
de Lucía, para desengrasar.
Y es que El Zagal, tío de
Boabdil, cuando llegó, exilado, a tierras africanas, fue cegado por
el rey de Fez, aliado de Boabdil. Precisamente el día exacto en que,
140 años después, Galileo comunica, en plan Blade Runner, a
Elia Diodate que se ha quedado ciego: "Galileo,
vuestro amigo, se ha vuelto ciego por completo, de manera que aquel
cielo, aquel mundo, aquel universo que yo mediante mis observaciones
maravilosas y claras demostraciones había
ampliado por cien y mil veces más de lo comúnmente creído, se ha
disminuido ahora y restringido para mí hasta el punto de no alcanzar
nada más que mi persona". Aún tuvo tiempo de dictar la
última parte de sus Diálogos sobre dos nuevas ciencias. Para
eso bastaba con la clara visión del intelecto.
2
"Morell capitaneando
puebladas negras que soñaban ahorcarlo, Morell ahorcado por
ejércitos negros que soñaban capitanear-me duele confesar que la
historia del Mississipi no aprovechó esas oportunidades suntuosas.
Contrariamente a toda justicia poética (o simetría poética)
tampoco el río de sus crímenes fue su tumba (como
sí lo había sido para Hernando de Soto, su primer explorador). El
2 de enero de 1835, Lazarus Morell falleció de una congestión
pulmonar en el hospital de Natchez, donde se había hecho internar
bajo el nombre de Silas Buckley. Un compañero de sala lo reconoció.
El 2 y el 4, quisieron sublevarse los esclavos de ciertas
plantaciones, pero los reprimieron sin mayor efusión de sangre"
Aprovechen el día y lean (¡se
dice releer!) la historia, recogida por Borges (otro
insigne ciego) en la Historia Universal de la Infamia, del
"incomparable canalla" Morell (poor white) y
su cruzada metódica en pro de la "emancipación"
(¡definitiva!) de los negros de las tierras del Mississipi (Swift,
Marc Twain...) "magnífica imagen del sórdido Jordán"
(¡!): "Este método es único, no solamente por las
circunstancias sui generis que lo determinaron, sino por la
abyección que requiere, por su fatal manejo de la esperanza y por el
desarrollo gradual, semejante a la atroz evolución de una
pesadilla." Método, por lo demás, descendiente de "esa
curiosa variación de un filántropo", refiriéndose a
Bartolomé de las Casas y a su propuesta a Carlos V.
A Morell le cabe el
problemático e inseguro honor de abrir la HistoriaUniversal de la
Infamia. Y, bueno, aclarar que no tuvo nada que ver con la
infortunada Carmen Morell a quien todos "debemos un beso".
Borges: Dueño del ritmo
exacto y de la palabra ajustada; de la paradoja y de la evidencia; de
lo barroco y del concepto; de la fantasía y de la realidad; dueño
de las palabras y de las cosas, que nombra con meticulosidad oriental
o con ligereza británica; de las genealogías y de las geografías;
de la lógica y del desconcierto; de lo no escrito y de bibliotecas
infinitas; de los espejos; del barro turbio de los barrios y del alma
(?) humana... En sus miles de páginas no sobra nada... y lo que
falta...¡pónganlo Uds.!
3
De Pontormo, presente en mi
vida desde el mismísimo día de mi nacimieto, dada la similitud
compositiva entre mi ascenso a la habitación de matrimonio y
su Descendimiento, pueden Uds. leer su limitado diario y las
páginas que le dedica Vasari en el capítulo 5 de su obra
referencial. Sale a relucir (siempre con brillo sulfúreo) por mor de
las efemérides: Tal día como hoy, del año 1557,
murió y se puso fin a su neurótica existencia, cuyo final, y según
se acercaba la hora postrera, estuvo dominado por una aversión, más
allá de lo normal, a la muerte. ¡Ni mentarla en su
presencia!
Observen el Descendimiento,
que más parece la desordenada evacuación de un centro de salud
bajo una fluorescente luz de autopista. Intenso torbellino
emocional... en tonos pastel.
Hay una ruptura neta con el
orden compositivo renacentista y con su paleta. El Greco ya está
presente. Observen el juego de miradas: ¿Hacia dónde miran los
portadores? ¿al punto por donde ha de llegar la ambulancia?
Ya puestos, comptemplen la de
Rosso Fiorentino: parece el montaje desordenado de una falla, a la
luz selenita de otoño.
Bueno, lo que realmente me
atrae del cuadro, es la presencia de la mujer que, inclinada sobre la
cabeza de la Madre, culmina la escena. Viste diferente: un vestido
ceñido, color pistacho con un profundo escote, que bien pudiera
haber sido adquirido en Zara. Observen su pecho izquierdo, parece que
llevara prendido un granito de granada. Ese relieve, ese brote
oculto, esa yema, y en esas circunstancias... ¡Me arrebata! ¿Y su
cabello descubierto? Nada que ver con las complicaciones
renacentistas: simple, eficaz, como si acabara de cortárselo en una
peluquería de barrio. Tengo para mí que se trata de la Magdalena,
una vez cortado el cabello con el cual secó los pies del muerto,
presente.
4
Acompañen la visión con el
Réquiem* de Mozart, su canto de cisne, dijo. Llevaba
el músico algunas semanas estremecido por las perífrasis de la
muerte. Él, que, al decir de muchos, imbuído por la racionalidad
masónica, no temía a la muerte (aunque, es natural, tampoco la
deseara), se desató en lágrimas reveladoras una tarde-noche
de octubre de 1791, en el Prater vienés, lugar inadecuado de todas
todas para estas exhibiciones.
No duró mucho. El tiempo
justo para concluir y estrenar La Flauta mágica (¿quién lo
diría?) y algo más (¡!). Además de, naturalmente, acometer el
Réquiem. 1791, último de los que le habían sido prescritos,
fue, (todo es relativo) fructífero y algo más decente que el
anterior. Sólo le faltó, para ser redondo, comerse el turrón: ¡por
20 días!
Olvídense del personaje
misterioso que en julio de ese año, de forma anónima, le transmitió
el encargo del conde Walsegg-Stuppach, de nombre prodigioso y
le ofreció los fatídicos dientes de granada. Lo único misterioso
que tenía era su fealdad y su sarmentoso porte, pero no son
motivos, éstos, para dotar a su poseedor de capacidades
hierofánticas. Por lo demás, era algo corriente. Alguien quería
revelarse a sus amigos, o su querida esposa (aunque acabara de morir,
como era el caso) como compositor de enjundia y encargaba una obra a
la altura de las circunstancias. Y pagaba, oigan, pagaba.
Sea como fuere, Mozart pensó
en su propia muerte y se entregó al encargo como un cartujo a cavar
su fosa. Atacó el Introito y siguió con el Kirie Eleison.
En la secuencia del Dies Irae se atascó. Y cuando
llegó a la última parte de la secuencia, La Lacrimosa, paró
en seco, quizás pensara en aquella tarde-noche en el Prater. En el octavo compás se le cayó la pluma de ganso. El resto
quedó más o menos esbozado. Süssmayr, discípulo, completó
orquestaciones, desarrolló y varió temas y hasta se
atrevió a escribir completamente la 5ª y la 6ª partes: el Sanctus
y el Agnus Dei, puesto que la última, la Comunio, es
un refrito de las dos primeras.
Se estrenó tal día como hoy,
del año 1793. Fue un concierto en beneficio de la viuda. Es decir,
que lo que había sido iniciado por la muerte de la mujer del conde y
que Mozart compuso como si fuera el suyo propio, resultó ser, a la
postre, en beneficio de Constanza.
Bueno, pues, lo llevo oido
cinco veces seguidas. Hegel ya no sabe cómo ponerse. Cambia de
posición, se levanta, bosteza, me trae la pelotita, se sienta... y
en el octavo compás de la Lacrimosa, viendo mi estado de
postración y el ridículo casero, se acerca y me lame la mano que
cuelga lánguida del sofá de polipiel, comprado en Ikea con ocasión
de la visita de mi cuñada:
"Lacrimosa dies illa
qua resurget et favilla..."
La tonalidad de Re menor,
arcaizante, tanto como la inamovible, aunque multiforme, muerte, es
rara en Mozart, un músico, hasta el final, de bemoles mayores. He de
decirles (y recomendarles, de paso) que estoy leyendo un librito
magnífico (¡cuidar la adjetivación!): "Cómo escuchar
la música" de Aaron Copland, regalo de navidad, y me
estoy enterando de todo: de las formas fugadas, del
contrapunto (y polifonía) de la misa (la mitad)....vamos, de todo.
Así se disfruta el doble...¡o más!
Creo que Hegel no comparte mi
opinión. Ya sólo le falta traerme la correa y las bolsitas. Paseo
por la playa y vuelta a seguir con el Réquiem... ¡redios!
(?).
A la vuelta pasamos por el
Condis, a por un cargamento de granadas que nos aseguren el renacer.
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"¿Puede uno ser poeta y llevar el pelo corto?" se preguntaba Renard tal día como hoy del año 1890. Se ve que aún le duraba el trancazo. Sin embargo la pregunta es pertinente, no en vano Cravan y Limonov volvieron a plantear la cuestión y cada uno de ellos se declaró el poeta con el pelo más corto del universo-mundo.
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"¿Puede uno ser poeta y llevar el pelo corto?" se preguntaba Renard tal día como hoy del año 1890. Se ve que aún le duraba el trancazo. Sin embargo la pregunta es pertinente, no en vano Cravan y Limonov volvieron a plantear la cuestión y cada uno de ellos se declaró el poeta con el pelo más corto del universo-mundo.