(Los asteriscos * remiten a “razones efemerísticas”).
Entiendo los sudores fríos que produce sentarse, lápiz en
mano, ante una página en blanco. Los mismos que causa borrar meticulosamente e
imbuido de ansia de destrucción creativa,
todas las letras que componen las Elegías
del Duino. En eso me ocupo:
…ublime
que hoy nos arrebata, consuela y ayuda?
Mañana, hoy no puedo, empezaré a borrar la segunda elegía.
¡Dios me ayude!
I
Hitler, recibió las noticias sobre Mussolini en su
madriguera. Se cambió de ropa interior y mandó llamar a Eva. Buscó en el listín
un notario significativo y recayó en el notario Wagner (¡¡). Le dijo que
trajera los trastos de matar. Así que Wagner se presentó en el búnquer con su waterman y el libro de registro… y procedió al matrimonio civil de
la pareja. Faltaba el anillo ¡los nervios!
Hitler mandó hacerlo a toda prisa. Le trajeron uno de medida
sobrehumana. Eva tuvo que vivir la ceremonia con el brazo levantado. Cuando
acabó el acto, y tras masajearse el metacarpo de la mano izquierda con los
dedos de la mano derecha, lo confió a una persona de confianza… que lo perdió.
Fuera los obuses rusos apretaban el nudo… ¡Mañana!
II
Sin embargo fue hoy, del año 1916, que Wittgenstein anotó, con su estilo
característico, en su diario: “Me han
disparado. He pensado en Dios. Hágase tu voluntad. Dios esté conmigo”:
Dos proposiciones y dos oraciones
desiderativas. A falta de contexto desconocemos si la proposición principal que
dispara el resto, es una pura constatación, una expresión de asombro o
extrañeza, de alegría, de sorpresa, de fatalidad, de sumisión al destino… En
todo caso él, por las razones que fueren, se había presentado voluntario con el
(¿auto?) destructivo deseo de combatir en primera línea. Que le dispararan
entraba dentro de la norma y de lo esperado. Lo inesperado fue que saliera con
vida. También fue afortunado, por esos mismos días, Adolfo en el frente galo.
Por cierto, lo de cabo es una fake new:
nunca pasó de soldado primera.
Wittgenstein, amenazaba continuamente con el suicidio: desde
la cuna, no en vano formaba parte de un racimo suicida: ¡Quitadme el sonajero o me arrojo desde los barrotes! Y, así, esquivando suicidas, llegó a las
puertas de la guerra con 25 años. La recibió con una alegría íntima que menos
tenía que ver con la exaltación nacionalista, que también, que con su deseo de
afrontar situaciones que le mostraran su valía… o no.
Digo yo que podría haber practicado puenting con cuerdas elásticas compradas en los chinos o haber
insultado, cara a cara, a los responsables de la carnicería. No. Él quería una
conflagración universal que saneara el ambiente. Nunca tuvo amplitud de miras;
no miró al mundo en su conjunto ni intentó entenderlo, fuera de su aspecto
lógico-formal.
Si la bala del 29 de abril de 1916 le hubiera reventado la
cabeza… ¿qué “sabríamos” de L.
Wittgenstein? Pues
que era el menos brillante de la familia.
Que fue condiscípulo de Hitler en un internado de Linz.
que recibió enseñanza técnica y se encaminaba para ingeniero
aeronáutico.
que estaba imbuido de la Weltanschaung
de Weiniger.
que a los 19 se marchó a continuar los estudios a Manchester.
que gracias a Frege (Berlín) se puso en contacto con Russell
quien lo encaminó hacia la solución de ciertos problemas sobre los fundamentos
de la matemática y, de paso, lo apartó de la vía del suicidio.
que le correspondió arruinando su trabajo al descubrir la paradoja de las clases (y la
insatisfactoria Teoría de los tipos).
que se prometió la solución del asunto mediante un nuevo
sistema de simbolización.
que se echó un amigo (¡!), Pinsent, a quien apreciaría, sobre
todo, después de muerto.
que era verdaderamente insoportable e imbuido de un espíritu de
clase (superior) intachable.
que “rompió” con los amigos ingleses y se “enamoró” de Noruega,
en donde pensaba recalar para acabar sus reflexiones…
que, quiso donar un pastón para construir un cañón más grande
que el Gran Berta. Su hermano Paul lo había donado para abrigos militares.
No sabríamos que repartió, displicentemente (y
siguiendo las instrucciones, en última instancia, de K.Krauss, que, tal día
como hoy, celebraba su 42 aniversario, ocupado en Los últimos días de la Humanidad) una pequeña parte de su inmensa
herencia (el resto la cedió a la familia) entre los artistas austríacos que lo
merecieran y estuvieran en estado de necesidad
(Tralk, que no tuvo tiempo de disfrutar de la donación; Rilke, que tal
día como hoy del año 1923 publicaría “Las
elegías…” y que se afanó, sin éxito, en la edición alemana del Tractatus, Loos, Kokoshka…).
Una reciente operación de hernia evitaba su inmediata
incorporación, pero él se presentó voluntario. Quería primera línea, lo
destinaron, sin embargo, cuando se disolvieron las tragicómicas dudas de
Hötzendorf, a servicios de vigilancia fluvial: Subía y bajaba el
Vístula, silbando (silbaba a la perfección lieders
de Schubert y sinfonías completas de Beethoven. Cuando lo apresaron los
italianos, silbaba el segundo movimiento de la séptima. A pocos kilómetros, su hermano
Konrad se pegaba un tiro.) y manejando el reflector del “Goplana”. Servicio
nocturno que le evitaba la insoportable (para él) compañía de la tropa, “ese atajo de delincuentes”.
Con meticulosidad de cimentador de la lógica.
En la primavera del 16, por fin, es trasladado a primera
línea del frente oriental, a un puesto de observación (diana clara y nítida): “Me han disparado. He pensado en dios”. En
la Musiksaal del Palais de los Wittgenstein, su patriótico hermano Paul, para quien
la guerra fue un tormento, hacía su debut, con una obra de Labor, como pianista de una sola mano, la
izquierda. Después hsta Ravel compondría para él (perdonen el rodolí)
El año anterior Zichy, manco de la derecha, había tocado, en
Berlín, para un auditorio de mancos. Aquello amenaza con convertirse en plaga.
En verano, durante la funesta, para las potencias centrales,
Ofensiva Brusilov, le dispararon otra vez y cambió la naturaleza del trabajo de
Wittgenstein: La cuestión de lo “inefable”, lo “místico”, ocupó el primer
plano… “¿Qué sé de Dios y del propósito
de la vida?”. Ahí, en verdad, empezó la guerra para el lógico.
Sin esta “experiencia de
guerra” y la experiencia ética que le supuso, así como su vuelta a Schopenhauer y, sobre todo, el descubrimiento de los Evangelios de Tolstoi, el Tractatus, de haberse publicado entonces,
no contendría lo que es su médula: la cuestión ética y su teoría de lo místico. Contendría, sin embargo, una teoría
significativa del lenguaje; la metafísica del atomismo lógico; el análisis de la lógica en términos de las
nociones gemelas de tautología y contradicción; la distinción entre decir y mostrar (que hacía superflua la teoría
de los tipos); y el método de las tablas
de verdad.
Puede decirse, pues, que el “Tractatus” es, en aquello que tiene de más original, hijo de la
Primera Gran Guerra; como “El Origen de
la Tragedia” lo fue de la guerra franco-prusiana. Aquí también se
transciende lo formal (filología académica) para adentrarse en el corazón del
sentido de la vida. Hay que decir que la “experiencia”
de Nietzsche fue bastante más escasa.
Tiempo habrá para seguir con el tema. De momento nos basta
con saber que tal día como hoy, Wittgenstein sintió la brisa fría y cortante de
la muerte… ¡y no se trataba de un vulgar y habitual suicidio!
Wittgenstein no sabía que la bala le llegó como anuncio,
aproximado, de la fecha de su muerte. Moriría un 29 de abril, 35 años después.
III
Como tampoco sabía que en esos precisos momentos, Cavafis,
nacido y muerto un 29 de abril, escribía:
“Trata de asirlas, poeta,
Aunque no consigas retenerlas,
Esas visiones eróticas.
Sitúalas, veladas, en tus versos.
Trata de asirlas, poeta, cuando
aparezcan en tu cerebro
A medianoche, o en el brillo del
mediodía.”
Precisamente Wittgenstein estaba luchando (y perdiendo)
contra su sexualidad-sensualidad, que se había despertado sobresaltada por
tanto cañonazo.
No soy yo quien lo dice, pero parece que W. en ese afán de
tan inhumana limpieza y claridad, “asía…retenía
y situaba” (en su texto) “esas
visiones eróticas” (Cuestión para desarrollar:
“Homosexualidad y análisis lógico en
Wittgenstein”).
DVD: ...”De entre los
muertos” o “El hombre que sabía demasiado”
de Hitchcock, muerto tal día como hoy, del año 1980…o “Psicosis”.
En el esputofaif.
Para Wittgenstein no había música a partir de Brahms (”ya empezaban a vérsele los
mecanismos”): Algo de Schubert.
Tal día como hoy, del año 1923, Rilke publica las Elegías del Duino.
IV
“El 29 de abril de 1974 compré papel y
sobre y escribí la misma carta que Arthir Rimbaud le había escrito un 29 de
abril de 1970 a Théodore de Banville:
¿Y si encontraran sitio estos versos en
el Parnasse contemporaine?
Yo no soy conocido. Pero ¿qué importa?
Los poetas son hermanos. Sus versos tienen fe, aman, esperan: eso es todo.
Querido maestro: eléveme un poco soy
joven: tiéndame la mano…
Metí la carta en el sobre y la envié a
Monsieur Th. de Banveille, chez M. Alphonse Lemerre, editeur. Passage Choiseul,
Paris.”
A la semana siguiente, Correos le devolvió la carta.